Tercera y última parte del artículo que escribió Xosé Manuel da Silva, de la Universidad de Vigo, para la revista Trans, Nº 14, de 2010, a propósito de Manuel Bandeira (foto) como traductor de poesía en lengua castellana.
Manuel Bandeira, traductor de poetas
del español al portugués de Brasil (III)
5. Acerca de la repercusión de Poemas traduzidos
Jorge Wanderley puso de manifiesto el hito que marcó en su momento la irrupción de Poemas Traduzidos. Hasta entonces, ninguna antología de versiones poéticas publicada en Brasil había tenido tan buena aceptación, dado que la costumbre era que todas ellas acabasen al poco tiempo en el olvido. Esta situación vino a alterarla completamente Poemas Traduzidos, acaso porque la obra se recibió como si las poesías fuesen del propio Bandeira y no traducciones. Wanderley aportó otras causas que también pudieron haber intervenido en la cálida recepción del volumen:
O livro ganhou imediata e longeva cidadania (vige até hoje), o que se deve a muitos fatores. Em primeiro lugar, a qualidade das traduções, há muito reconhecida, embora nenhuma análise se detivesse mais profundamente nas micrologias do trabalho; depois, a escolha dos poetas (Baudelaire, Emily Dickinson, etc.), que suscitava boa repercussão no público leitor da área; e finalmente a seleção dos poemas, que juntava no todo textos consagrados e peças menores mas que tinham, estas, grande penetração, por acessíveis, dóceis principalmente a um leitor já afeito à tônica musical, verbal e temática do próprio Bandeira. (Wanderley, 1988: 62-63)
Sin ningún atisbo de duda, Poemas Traducidos fue un volumen bastante celebrado desde el momento de su aparición, mereciendo diversos comentarios y estudios. De Sérgio Milliet expusimos ya algunos reparos a la «Advertência» de la primera edición, si bien el mismo autor no dejaba de enjuiciar favorablemente las versiones bandeirianas: «Tais traduções valem como obras de arte» (Milliet, 1945: 152). Así valora, por ejemplo, la versión del poema «Canção», de Christina Rossetti:
Se se colocar em frente desse texto o original inglês ter-se-á uma idéia precisa daquilo que eu insisto em denominar equivalência e que consiste não na tradução exata das palavras, mas na expressão do mesmo sentimento, e até das mesmas imagens, sob forma diferente. (Milliet, 1945: 151)
Ahora bien, es imprescindible subrayar que el elogio de Milliet no era absolutamente entregado, puesto que en las mismas páginas del Diário Crítico enaltece las aptitudes traductoras del también poeta Guilherme de Almeida de una forma mucho más entusiástica:
Guilherme de Almeida, nessas traduções, evidencia mais uma vez seu espantoso domínio da língua, sua profunda intimidade com a técnica do verso, seu espírito inventivo inigualável. Não sei de artista mais completo na atualidade literária brasileira, nem de artífice mais hábil e capaz. (Milliet, 1945: 147)
El escritor Mário de Andrade dedicó igualmente atención a las poesías vertidas por Bandeira. Lo hizo en el prólogo añadido a la cuarta edición de Poemas Traduzidos con el título «Nota preliminar», en su origen un artículo publicado en el Diário de Notícias, de Río de Janeiro, a los pocos días de salir de la imprenta la primera edición del volumen. Mário de Andrade reflexiona al comienzo sobre el camino que hay que seguir para vencer los obstáculos que entraña toda traducción poética. A su modo de ver, lo importante es lograr que el producto traducido no pierda en la operación traslativa los ingredientes estéticos del poema de partida:
Filosoficamente, nós todos sabemos que poesia é intraduzível, e eu sou daqueles que afirmam que, dentro dela, street ou calle não correspondem a rua. Na verdade os poemas não são traduzíveis; em poesia, há que conceptuar a tradução como um processo de substituição. O que o tradutor faz é substituir um objeto por outro, apenas observando do primeiro, para efeitos da substituição, o elemento funcional (o assunto) e as suas conseqüências estéticas (a realização técnica). O segredo na substituição poética, não é tanto preservar o assunto, que, exemplificativamente, consistiria apenas em substituir um vaso por um vaso, e não por um abajur. O importantíssimo, o definitivo é a substituição das conseqüências estéticas, porque nelas é que se contêm o estadode sensibilidade em que o poeta definiu o assunto, e os elementos de beleza utilizados para nos convencer. (Andrade, 1958: 569-570)
Como muestra, Mário de Andrade profundiza en la versión de Bandeira de un poema del autor norteamericano Langston Hughes, la cual le conduce a sentenciar: «Mas Deus me perdoe se eu não prefiro a tradução do grande Manuel Bandeira ao poema do grande Langston Hughes » (Andrade, 1958: 570). Ensalza a continuación el trabajo de varios traductores brasileños a la vez poetas, como Abgar Renault, Guilherme de Almeida y Onestaldo de Penafort, además del propio Bandeira. De este, Mário de Andrade hace hincapié en su «poder de desistência de si mesmo», es decir, en la capacidad para reproducir voces ajenas sin que interfiera en ningún instante la suya. Luego concluye que en Poemas Traduzidos se verifica que Bandeira es «um especialista na tradução», hasta el extremo de que las versiones constituyen momentos brillantes incluso en el conjunto de su poesía:«E quase todos estes são momentos mais elevados, não apenas da tradução, mas a meu ver daprópria poesia de Manuel Bandeira» (Andrade, 1958: 572).
El citado Abgar Renault se encargó asimismo de juzgar las traducciones de Bandeira, destacando la importancia de sus versiones inglesas, en particular de los sonetos de Elizabeth Barrett Browning. Piensa Renault que estos sonetos, en manos de Bandeira, «não sabem a traduções, senão a produções originais» (Renault, 1936: 26), en virtud de su forma, su intensidad y su nueva vida. A la vista de tales versiones, también estudiadas por Giovanni Pontiero (1962), Renault concluye que pueden ser consideradas con toda legitimidad una parcelade la propia obra de Bandeira:
São das páginas mais consideráveis de Manuel Bandeira as traduções de alguns poemas ingleses, que podem ser incorporados à sua obra como produção própria, sem embargoda fidelidade ao original, tais a assimilação e a absorção dos textos estrangeiros, da sua forma, da sua técnica e do seu espírito à forma, transcende o verbo e flutua, como uma aura, acima da forma e da técnica —isso, que é tudo em poesia, foi transportado para a nossa língua com uma assombrosa felicidade. (Renault, 1936: 25)
Cabe hacer mención, aunque solo sea nominalmente, de otras aproximaciones a Bandeira como traductor. Recordemos, en una relación sucinta, los estudios de Guimarães (1989) y Almeida (1989) —de enfoque global—, Galeno (1989) y Sager (1966) —sobre las traducciones del alemán—, Martini (1989) —con referencia a algunas versiones del español—, Pontiero (1964) —de Macbeth—, Ramos (1998) —en torno a Elizabeth Bishop— y Rossi (1970, 1971) —sobre Sor Juan Inés de la Cruz —.
6. Los poemas de Juan Ramón Jiménez traducidos por Manuel Bandeira
Volviendo a la colectánea Poemas Traduzidos, se debe hacer notar que, ya desde la primera edición, un lugar de privilegio lo ocuparon en ella las poesías de Juan Ramón Jiménez. Como indicio de la entidad conferida, no es casualidad que apareciesen agrupadas bajo un epígrafe común debidamente señalado: «Trinta e duas canções de Juan Ramón Jiménez».
Otro argumento que apoya el peso de las piezas del poeta de Moguer en Poemas Traducidos es la circunstancia de que Bandeira no hubiese traducido de ningún otro autor tantos poemas. El que más se acerca a Juan Ramón Jiménez es Hölderlin, y aun así queda a bastante distancia, ya que suyas son solamente nueve composiciones. La selección de los textos juanramonianos, que pertenecen a varios libros, denota a las claras el deseo por parte del traductor de abarcar un amplio segmento de su biografía literaria. He aquí enumerados los títulos de los poemas: «A Menina Idílio», «Pavilhão», «A Viagem Definitiva», «Deus do Amor», «O Tesouro», «Olhos de Ontem», «De Volta», «A Castigada», «A Paz», «Tu», «Meu Sítio», «As Ilusões», «Jogo», «A Ausente», «Grácil», «A Noite», «Universo», «Virtude», «Deserto e Mar», «Tua Nudez», «O Estudante», «A Única Rosa», «Contigo, Comigo», «O Perigo», «Minha Cabra», «Primavera», «Fim de Inverno», «Branco», «Agridoce», «Glória Baixa», «OÚnico Amigo» y «Canção de Canções».
Desde el punto de vista cuantitativo, las versiones de Bandeira ostentan un lugar preeminente entre las traducciones juanramonianas a la lengua portuguesa. Ciertamente, en Portugal solo es posible citar Platero e Eu (Lisboa, Livros do Brasil, 1957) y una Antologia Poética (Lisboa, Relógio d’Água, 1992), ambos volúmenes trasplantados por José Bento. En lo que respecta al territorio brasileño, se registra únicamente una nueva versión de Platero e Eu (Río de Janeiro, Editora Globo, 1953), de Athos Damasceno.
Con estos datos corresponde afirmar, por tanto, que la de Bandeira supuso la primera traducción del poeta andaluz en el espacio lusófono. No resulta fácil establecer los motivos que condujeron a Bandeira a llevar a cabo estas versiones. Por lo general, se ha tratado de identificar el móvil que dio lugar a que en un determinado momento resolviese trasladar a un autor.
Jorge Wanderley, así, se refirió a la influencia de diversas causas, como una cierta sintonía con el texto, la solicitud de terceras personas o una reacción repentina. Stefan Baciu estimó que Poemas Traduzidos encarna «uma antologia bandeiriana universal» (Baciu, 1966: 90), pero a juicio de Wanderley no existe ningún tipo de planificación detrás de la selección plasmada en el volumen:
Como pretendemos comentar mais adiante e em maior minudência, as traduções em Banderia não constituem, em si mesmas, um corpus definidor de programa; antes definem o próprio casual do poeta, o embalo e a oscilação de circunstâncias bastante típicas de seu temperamento e de seu tempo. (Wanderley, 1988: 27)
Con relación a Juan Ramón Jiménez, sí se sabe que era uno de los poetas españoles preferidos de Bandeira junto con algunos otros presentes en Poemas Traduzidos. En un reportaje literario de Paulo Mendes Campos, publicado en O Jornal, de Río de Janeiro, y más tarde recogido en las obras completas Poesia e Prosa, Bandeira reconocía esta primacía del autor de Platero y yo:
Meus poetas preferidos? É muito fácil responder a essa pergunta. Depende da hora, das circunstâncias. […] Assim, na Espanha os poetas do Siglo de Oro, no romantismo Bécquer, entre os modernos Jorge Guillén, Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez, Lorca, Alberti e outros. (Campos, 1958: 1174)
Por consiguiente, parece claro que la atracción estética hacia Juan Ramón Jiménez fue el desencadenante de que Bandeira se hubiese decidido a traducirlo. Según el traductor brasileño Geir Campos, de amplia experiencia, esta suele ser una de las razones que propician la elección del texto que se traduce: «O tradutor deve sentir-se de algum modo atraído ou motivado, ou pela forma ou pelo conteúdo dele, ou pelo autor, ou pela cultura do lugar a que se refere o texto a traduzir» (Campos, 1986: 71).
Existe un artículo de Bandeira sobre Juan Ramón Jiménez publicado el 31 de octubre de 1956, con motivo de la concesión unos días antes del Premio Nobel, reproducido después en el libro de crónicas Flauta de papel, que resulta muy iluminador. En él, Bandeira refleja su admiración por el poeta y un conocimiento más que aceptable de su evolución lírica:
Pela terceira vez é a Espanha contemplada com o Prêmio Nobel de Literatura. Mal dado das duas primeiras vezes. Não é que a Espanha não o merecesse. Merecia-o, sim, mas não nas pessoas de Echegaray ou Benavente. Galdós, Unamuno, foram preteridos. Agora os suecos acertaram laureando uma figura de espanhol realmente excepcional —o poeta de Eternidades, o prosador de Platero y yo, mestre D. Juan Ramón Jiménez, andaluz como Góngora e Lorca, «andaluz universal». Dele disse González Ruano haver fechado com lograda plenitude o parêntese aberto por Rubén Darío. Na verdade assim sucedeu: JuanRamón Jiménez foi, nos seus primeiros livros, de Almas de violeta até os Sonetos espirituales, a última flor de perfume próprio no versallesco parque modernista. Em 1917, coincidindo com o casamento do poeta, começa a fase de depuramento: ¡Intelijencia, dame / el nombre exacto de las cosas! / Que mi palabra sea / la cosa misma, / creada por mi alma nuevamente. Em outro poema famoso desse mesmo livro das Eternidades conta ele como chegou à sua poesia definitiva, ou, mais exatamente, como ele chegou a ele. Veio, primeiro, pura, vestida de inocência; depois, se foi trajando de ricas roupagens, como uma rainha; por fim, se pôs a desnudar-se, voltou à túnica de sua antita inocência; quando a lançou de si e apareceutoda nua, gritou-lhe o poeta: ¡Oh pasión de mi ¡ vida, poesía / desnuda mía para siempre! O poeta alcançara a singeleza e a espontaneidade por ele definidas —a primeira como o conseguido com o menor número de elementos possível, a segunda como o criado sem esforço. A melhor poesia de Juan Ramón Jiménez é isso: o universo refletido Numa pelúcida gota de água. (Bandeira, 1958, II: 482-483)
Dígase de paso que, a principios de 1946, Bandeira le enviaba a Alphonsus de Guimaraens Filho, con mucho empeño, un ejemplar del libro Sonetos espirituales. En el artículo citado, el poeta brasileño también pone al descubierto la incitación que le llevó a traducir a Juan Ramón Jiménez y el criterio que guió la selección de los versos:
Quando tomei contato com esse extraordinário mundo lírico, logo tentei trasladar um pouco de sua música para a nossa língua. E traduzi o que me parecia mais fácil, trinta e duas de suas inefáveis canções, poemas de várias épocas, desde a primeira inocência até o desnudamento. (Bandeira, 1958, II: 483)
Es conveniente traer de nuevo a la memoria aquello que Bandeira decía sobre algunas de las poesías de Juan Ramón Jiménez en la «Advertência» de la primera edición de Poemas Traduzidos. Efectivamente, testimoniaba que, al lado de otras traducciones que aparecen en sus obras completas —el soneto «Paráfrase de Ronsard» y los sonetos de Elizabeth Barrett Browning—, tales versiones habían surgido del deseo de alcanzar una «expressão própria». No se nos antoja casual, en ese sentido, que Juan Ramón Jiménez sea, como ya hemos advertido, el poeta que aparece con mayor número de composiciones en Poemas Traduzidos. Tampoco es fortuito que sus versiones se distingan de forma expresa en el volumen con el epígrafe «Trinta e duas canções de Juan Ramón Jiménez». Ambos detalles son prueba incuestionable de que los textos del creador de La soledad sonora merecieron una cuidada atención por parte de Bandeira a lo largo de su actividad como traductor. Como muestrario mínimo de las versiones de Juan Ramón Jiménez reunidas en Poemas Traduzidos, ofrecemos a continuación algunos ejemplos. Fijémonos, en primer lugar, en el poema «Ojos de ayer», del libro Las hojas verdes (1919):
¡Ojos que quieren
mirar alegres
y miran tristes!
¡No, no es posible
que un muro viejo
dé brillos nuevos,
que un seco tronco
(abra otras hojas)
abra otros ojos
que éstos,
que quieren
mirar alegres
y miran tristes!
¡No, no es posible!
Esta es la traducción de Bandeira:
Olhos que querem
olhar alegres
e olham tão tristes!
Ai, impossível
que um muro velho
dê brilhos novos;
que um tronco seco
abra outras folhas,
abra outros olhos
que estes, que querem
olhar alegres
e olham tão tristes!
Ai, impossível!
Véase, además, el poema «Mi sitio», de la antología Canción (1936):
Tarde última y serena,
corta como una vida,
fin de todo lo amado
¡yo quiero ser eterno!
(Atravesando hojas,
el sol ya cobre viene
a herirme el corazón.
¡Yo quiero ser eterno!)
Belleza que yo he visto
¡no te borres nunca!
Porque seas eterna
¡yo quiero ser eterno!
Así lo tradujo Bandeira:
Tarde última e serena,
curta como uma vida,
fim de tudo que amei,
eu quero ser eterno!
Atravessando folhas,
o sol, já cobre, vem
ferir-me o coração.
Eu quero ser eterno!
Beleza que fitei,
oh não te apagues nunca!
Para que eterna sejas,
eu quero ser eterno!
7. Una carta inédita de Juan Ramón Jiménez a Manuel Bandeira
El legado documental de Bandeira se custodia hoy en día en la Fundação Casa de Rui Barbosa, en Río de Janeiro (Silva & Lessa, 1989). Con referencia a su faceta de traductor, entre los materiales conservados en esta institución se hallan diferentes cartas. Por ejemplo, constan cinco misivas enviadas a Bandeira por la Editora Vozes , entre el 26 de enero y el 15 de julio de 1965, entre las cuales se adjunta el contrato para una versión de El gran teatro del mundo, de Calderón de la Barca , y se habla del pago de las traducciones de Los verdes campos del Edén, de Antonio Gala, y La hoguera feliz, de José Luis Martín Descalzo. Por otra parte, aparecen dos cartas enviadas por la Fundação Calouste Gulbenkian, el 6 de agosto y el 2 de septiembre de 1964, solicitando autorización a fin de utilizar su traducción de Macbeth con motivo de las conmemoraciones del cuarto centenario de la muerte de Shakespeare. Se pide permiso, singularmente, para introducir en la versión diversas modificaciones con el objeto de adaptar al portugués de Portugal algunas expresiones del texto traducido al portugués de Brasil. En el mismo legado documental, se encuentran dos cartas a Bandeira del poeta cubano Nicolás Guillén, del 2 de octubre de 1948 y el 1 de febrero de 1949, en las que este le informa de que está tratando de transvasar algunos poemas suyos al español. Asimismo se guardan tres cartas del prestigioso traductor alemán Curt Meyer-Clason, con fechas desde el 4 de mayo al 12 de junio de 1965, donde comenta los impedimentos que tiene para poner en alemán algunos de sus textos. Sería posible dar cuenta de otras sugestivas cartas a Bandeira disponibles en la Fundação Casa de Rui Barbosa. Algunas de ellas incluso tienen como protagonista a Juan Ramón Jiménez, como dos comunicaciones de la Editora Celta , del 12 de julio de 1956 y del 22 de agosto de 1962, donde se refiere al acuerdo para la publicación de varios poemas en un volumen dedicado al escritor dentro de la colección Prêmios Nobel. Para nuestro interés en este estudio, sin embargo, el documento más valioso es una carta de Zenobia Camprubí al autor brasileño, hasta ahora desconocida, firmada en Hato Rey por ella misma y Juan Ramón Jiménez el 5 de abril de 1955. El valor que este documento atesora está acreditado, sin duda, a diversos efectos.
En primer lugar, ofrece algunos pormenores biográficos sobre la vida del insigne matrimonio durante las últimas fechas, remontándose a años anteriores. Zenobia confidencia lo que supuso para la vida del poeta el traslado a Puerto Rico a comienzos de los años cincuenta, y refiere además las dificultades por las que atravesó la salud de aquel en los primeros meses de 1955. Estas noticias, ciertamente, complementan de forma estimable lo referido por Zenobia acerca de este período en su Diario (Camprubí, 2006a) y en el epistolario a Juan Guerrero Ruiz (Camprubí, 2006b).
En segundo lugar, la carta a Bandeira es también importante porque refleja la impresión favorable que les merecieron las versiones de Poemas Traduzidos a Zenobia y Juan Ramón Jiménez —él mismo, no se olvide, traductor de poetas, como se comprueba en el volumen recopilatorio Música de otros (Traducciones y paráfrasis), de reciente aparición—.
Como final de nuestro estudio, transcribimos seguidamente el contenido íntegro de dicha carta recordando una vez más su carácter inédito:
Sr. D. Manuel Bandeira
El Brasil.
Muy Sr. mío y amigo:
Después de cuatro meses de hospitalización y mes y medio de convalecencia en casa, mi marido, Juan Ramón Jiménez, que ha tenido mucho tiempo de estancamiento para recordar su correspondencia abandonada de ahora y de antes, me pide que le escriba a Vd., en su nombre, diciéndole cuánto agradeció sus libros, en uno de los cuales pudo leer las preciosas traducciones que Vd. hizo de canciones de él y la alegría que le causaron. Uno de los motivos que tuvo para no escribir a Vd. entonces, era nuestro aislamiento del ambiente propio, en la Universidad de Maryland, en donde no sabíamos a quien dirigirnos para averiguar su dirección. En el 50 Juan Ramón se sintió ya tan enfermo que decidimos venir a Puerto Rico, para encontrar en un ambiente mucho más parecido al suyo algún alivio a su mal. El experimento resultó favorable y, después de un retorno al norte, para liquidar nuestros asuntos allá y organizar nuestro regreso a esta isla, lo hicimos definitivamente en el 51. Juan Ramón mejoró tanto que ha pasado dos años magníficos, trabajando en esta generosa y simpática universidad, junto a nuestro amigo, el dinámico rector, Jaime Benítez. Desgraciadamente, Juan Ramón ha tenido una recaída reciente con los resultados que apunté al comenzar mi carta. Ni qué decir tiene que nuestros libros nos han seguido lentamente cuando estábamos ya convencidos de que este era nuestro lugar definitivo. Estas enfermedades, traslados y dispersiones nos han hecho cumplir muy mal con todos nuestros amigos y más con personas con quienes estábamos, como con Vd., en gran deuda. Ayer, en casa del Prof. Onís, vi una revista americana con poesías de Vd., traducidas por Dña. Harriet Onís y, al momento, pregunté cómo comunicarme con Vd. Ella no sabía sudirección pero recomendó que enviara esta carta a la casa editora de la revista, diciéndome que era seguro que la reexpedirían. Le rogamos que perdone el retraso increíble de esta carta, no por tardía menos sincera.
Sus agradecidos amigos
Zenobia C. de Jiménez
Juan Ramón Jiménez
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