Carmen Torregrosa,
del Centro de Traducción de los Órganos de la Unión Europea ,
publicó el siguiente artículo en Punto y Coma, el Boletín de los Traductores
Españoles de las Instituciones de la Unión
Europea , y aunque así presentado parece parte de un
trabalenguas, trata sobre una cuestión bien concreta: una palabra que, como
otras tantas, no tiene traducción posible.
Algunas consideraciones sobre los travellers irlandeses
Del Observatorio Europeo del Racismo y la Xenofobia nos ha llegado
una nota pidiéndonos que no traduzcamos la palabra Travellers cuando se refiere a un colectivo
concreto (minoría étnica irlandesa), sino que la dejemos siempre en inglés.
Como seguramente más de uno se cuestionará lo bien fundado de
tal decisión (pues de todos es sabido que el impulso natural del traductor es
traducir), intentaremos aquí, en previsión de eventuales objeciones, rebatirlas
con toda la proactividad que nuestra imaginación nos permita.
Los travellers son una minoría autóctona de Irlanda
(aproximadamente el 0,5 % de la población nacional) con una cultura y forma de
vida particulares, de las que el nomadismo es parte fundamental pero no
exclusiva. Aunque con muchas afinidades socioculturales con los romà1, no les son asimilables:
pertenecen, en efecto, a una etnia distinta, de origen controvertido (celta o
anterior) pero en cualquier caso muy antiguo, hasta el punto de que muchos los
consideran los irlandeses de mayor solera2.Están documentados en la
verde Eire al menos desde el siglo XIII;
en The Taming of the Shrew,
Shakespeare nos presenta a un traveller y sus costumbres.
En la actualidad se calcula que existen unos 25.000 en
Irlanda, a los que cabe sumar los de la diáspora: 15.000 travellers irlandeses
viviendo en Gran Bretaña y unos 7.000 travellers de ascendencia irlandesa en
los Estados Unidos (adonde emigraron azuzados por el hambre de la patata).
Incluso en Australia y Canadá pueden encontrarse pequeños núcleos.
Hablan el shelta (también llamado gammon, sheldru o cant),
una lengua con sustrato celta (especialmente el léxico) y una estructura
sintáctica que presenta rasgos del inglés y del romaní. Sin embargo, la lengua
tiende a perderse entre las nuevas generaciones, que cada vez más se expresan
en inglés, aunque con un acento y unas expresiones muy peculiares y
reconocibles.
Históricamente se han dedicado a la calderería, y por eso se
les conoce también con el sobrenombre despectivo de tinkers (al que cabe añadir el de knackers, pikeys e incluso gypos). Son además, por lo que
parece, excelentes tratantes de caballos (de hecho existe una raza muy
apreciada conocida comoTinker horses).
Su forma de vida los emparenta, por tanto, con otras
poblaciones itinerantes que están luchando por un reconocimiento de su cultura
que les ayude a hacer frente al racismo al que, por unos u otros motivos, se
han visto secularmente expuestos. Con la idea de que los principales
interesados arrojaran luz sobre su identidad antropológica, histórica y
política, el Consejo de Europa celebró en septiembre de 2003 un seminario (Cultural
identities of Roma, Gypsies, Travellers and other related groups in Europe)
al que asistieron representantes de todas estas comunidades. Parece que todavía
no se han elaborado las conclusiones, entre las que debería encontrarse el
apelativo con que tales colectivos desean que se los identifique. La cuestión
es espinosa, pues algunos son partidarios de adoptar un nombre general (Romà)
que les confiera el peso específico necesario para llevar a buen puerto sus
reivindicaciones, mientras otros prefieren distinguirse del magma
indiferenciado a que los ha confinado la mirada del otro: ya se sabe que todos
los no grecorromanos son bárbaros mientras no se demuestre lo contrario3. En cualquier caso, para los
fines que aquí nos ocupan, los travellers parecen decididos a enarbolar su
diferencia frente al colectivo romaní, y a que se los llame por este nombre.
La pregunta es ahora qué hacemos con ello en español. Sin duda
el primer reflejo del traductor es transformarlos en «itinerantes» o «nómadas»,
tal vez añadiéndoles el gentilicio «irlandeses» para borrar todo asomo de duda.
Sin embargo, no hay que olvidar que en inglés existe tanto itinerant como nomad, que son en cierto
modo hiperónimos en los que se incluyen estos viajeros por antonomasia.
O lo que es lo mismo: que no todos los travellers son Travellers,
y traducir este último término por «nómadas» o «itinerantes» es reducir el
concepto; además de que, en la práctica, puede prestarse a confusión (incluso
adjetivándolo con «irlandeses»), como de hecho ha sucedido en más de una
ocasión4.
No es este el lugar para andar buscándoles los semas a
itinerantes, nómadas, trashumantes, buhoneros, titiriteros, vaqueiros de alzada
o cómicos de la legua; sobre todo porque, a mi modesto entender, la cuestión es
tan sencilla como que se trata de un gentilicio y como tal hay que traducirlo,
dejando libre el hiperónimo para usos más generales5.
En cualquier caso, para estar segura de qué entiende un
anglófono cuando decimos the Travellers,
así, con la mayúscula o el artículo que dan al nombre común el empaque que
requiere para convertirse en propio, yo hice un sencillo experimento, al
alcance de cualquiera que tenga a mano un hispano-irlandés o similar. A saber:
pregunté a bocajarro a mi cobaya qué entendía por Travellers. La respuesta fue
inmediata: «gitanos». Independientemente de la aberración etimológica que
supone emparentar a celtas y egipcios6, el experimento prueba, o al menos eso creo, que para
un anglófono los Travellers no son unos nómadas cualquiera, sino
estos tataranietos de los celtas con unos usos y costumbres y una problemática
que se asemejan bastante a los de nuestros gitanos. Y, por supuesto, con su
propio gentilicio (aunque, por razones obvias, sin el correspondiente
topónimo).
¿Se traducen los nombres gentilicios? Para responder a esta
pregunta remito al lector directamente al esclarecedor artículo sobre toponimia
de Miquel Vidal en este mismo número, y especialmente al apartado «Los
exotopónimos contraatacan». Sustituya el amable lector «topónimo» por
«gentilicio» en todo el texto y entenderá por qué me parece de justicia
conservar el «endogentilicio» (permítaseme el barbarismo). Y por qué, puestos a
hispanizar, la única traducción plausible que se me ocurre es «trávelers» (y,
la verdad, para este viaje...)7. Eso sí, incluso si dejamos
a los Travellers tan en inglés como su madre los trajo
al mundo, la minúscula parece de rigor, pues de todos es sabido que en español
los gentilicios sustantivados son menos importantes que en inglés (the Irish,
pero «los irlandeses»).
En realidad, creo que la raíz del problema está en la
decisión, a mi juicio desafortunada, de bautizarse con un vocablo tan genérico
y transparente en una lengua tan universal. Si se llamaran sápmi, sinti oboyash, a santo de qué íbamos
a estar aquí buscándole tres pies al gato.
Con un poco de suerte, a lo mejor todavía se deciden a
presentarse al mundo como Pavees
(«comerciantes», en shelta), el término con que de hecho se refieren a sí
mismos8. A mí me parecería lo más
sensato; y, sinceramente, se me escapan las razones que pueden inducirles a no
hacerlo.
Pero incluso si no es el caso, no veo dónde está el problema
de llamarles por el nombre que ellos mismos se impongan. Al pan, pan; y a los Travellers, travellers.
Sobre la denominación en español de la etnia gitana,
véase el siguiente artículo en
http://www.europarl.europa.eu/transl_es/plataforma/pagina/toponim/toporoma.htm |
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Son más afines, según parece, a los Jenisch centroeuropeos y a nuestros mercheros(despectivamente
conocidos como quinquis por ser, como los travellers,
quincalleros), de origen también incierto (no son gitanos ni payos) y cuya
lengua no presenta parentesco conocido con ninguna. Recordemos que nuestro
merchero más célebre es Eleuterio Sánchez, ex Lute.
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No estará de más recordar aquí que las palabras
«bárbaro» y «beréber» comparten un mismo origen etimológico; las realidades
que designan, en cambio, comparten bien poca cosa, como no sea la ignorancia
del que así las nombró.
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Durante bastante tiempo, en el Consejo de Europa se
tradujo Travellers al francés como Gens du voyage, que es en
Francia una categoría administrativa, lo que, por lo visto, ha causado
bastantes problemas. De hecho, la terminología utilizada es relativamente
confusa, como puede comprobarse fácilmente echando un vistazo a sus
documentos, y es precisamente esto lo que está intentando resolverse.
Por otro lado, la adjetivación «irlandeses» podría entenderse como una simple oposición a losScottish Travellers... |
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Véase al respecto la siguiente declaración hecha en
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Recordemos que la palabra «gitano» procede de
«egiptano», origen que se le suponía, por defecto, a todo aquel que venía de
Oriente.
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Huelga decir que de ninguna manera podemos
traducirlos por «romà» o por «mercheros», pues eso sí sería mezclar churras
con merinas.
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Aunque, para nombres bonitos, el que les dan en
Australia, The Sundowners (porque levantan su campamento allí donde el sol se
pone).
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