Acaso
para matizar un poco las opiniones vertidas en algunas de las entradas de la
semana pasada, tal vez valga la pena recurrir a la siguiente entrevista que Evan
Romero-Castillo realizara para Deutsche
Welle el 21 de marzo de 2010 con el Dr. Walther L. Bernecker, de la Universidad de
Erlangen-Nuremberg.
“El panhispanismo es un concepto eurocentrista y obsoleto”
La
historia de la consumación de las independencias latinoamericanas, muchas de
las cuales cumplen 200 años entre 2009 y 2011, es al mismo tiempo la historia
de un proyecto frustrado de manera recurrente: el de una integración de escala
continental, desde el río Bravo hasta la Patagonia , pasando por las islas del Caribe, más
allá de los intercambios comerciales y tan profunda como las raíces que
comparten los pueblos de la región, al menos en el imaginario colectivo de los
latinoamericanos.
Deutsche Welle conversó al respecto con el Dr. Walther L.
Bernecker, profesor de la cátedra de Relaciones Internacionales y Culturas de
Lenguas Romances en la
Facultad de Derecho y Ciencias Económicas de la Universidad Friedrich
Alexander de Erlangen-Nuremberg, y conocedor de la historia española,
portuguesa y latinoamericana de los siglos XIX y XX.
–Deutsche Welle: Se suele decir que, al contrario de los
países que hoy integran a la
Unión Europea , aquellos en América Latina que se
independizaron de la Corona
española en el siglo XIX tienen un idioma, una cultura y también problemas
comunes; se supone que eso debería haber propiciado el acercamiento entre todos
ellos y favorecido el establecimiento de una alianza grande y fuerte. ¿Era el
proyecto de una Latinoamérica unida realmente factible en el siglo XIX, una vez
culminadas las batallas de emancipación?
–Bernecker: Las
declaraciones de independencia dejaron claro que eso que conocemos como el
Imperio español nunca fue una unidad. El único elemento de cohesión era la Corona española y, cuando
ésta se debilitó, la posibilidad de mantener a este imperio unido se redujo a
su mínima expresión. Uno pudo constatar tempranamente que las diferencias entre
las distintas regiones que se independizaron de España eran más grandes que las
semejanzas. Al final de su vida, Simón Bolívar se dio cuenta de que el gran
sueño de una Latinoamérica unida –que él intentó convertir en realidad– estaba
condenado al fracaso desde el principio.
–Deutsche Welle: Sin embargo, la aspiración de agrupar a los
países latinoamericanos para que lograran hablar con una sola voz en la escena
internacional siguió siendo vista como una ambición razonable y no como el
delirio de un héroe de la
Independencia. De hecho, muchas personas en América Latina
todavía tienen la impresión de que los esfuerzos sucesivos por unir a los
países emancipados de la región han sido saboteados sin pausa por Estados
Unidos y las potencias europeas.
–Bernecker: En el
marco de algunos desarrollos económicos yo no excluiría la posibilidad de que
las dificultades de Latinoamérica puedan ser atribuidas a influencias externas,
aunque eso amerita una investigación histórica sólida. Pero, en lo que a la
unidad del subcontinente se refiere, está claro que no fueron influencias
externas las que sabotearon o impidieron los proyectos de integración, sino las
confrontaciones dentro de Latinoamérica misma y la falta de acuerdos en
cuestiones fundamentales.
Empecemos en 1826, el
Congreso de Panamá fue saboteado por los propios latinoamericanos; sus países
no enviaron a sus representantes porque no tenían interés alguno en integrarse
regionalmente o crear una gran unidad. La Gran Colombia se
desintegró no por influencias externas sino porque los países que la formaban
–Venezuela, Colombia y Ecuador– no conseguían negociar exitosamente entre
ellos. Lo mismo aplica para las Provincias Unidas de Centroamérica, que se
separaron en el curso del siglo XIX. En el siglo XX hubo decenas de intentos de
crear unidades supranacionales y regionales, y todos fracasaron.
El
antiguo mapa de la Gran
Colombia , emblema de los proyectos de integración
latinoamericana fracasados.
–Deutsche Welle: El impulso que llevó a las élites
latinoamericanas a negociar entre sí para agrupar a sus países en una
confederación tiende a ser denominado panhispanismo para contraponerlo al
panamericanismo, percibido como la estrategia de Estados Unidos para arrogarse
una posición dominante en el ámbito de la política continental similar a la que
tenía el Imperio español en la época de la Colonia. ¿Qué argumentos existen a favor de la
viabilidad del panhispanismo?
–Bernecker: Es
importante tener los términos claros. La del panhispanismo es una noción que
tiene su origen en España, no en Latinoamérica, y que alude a la creación de
una gran comunidad que incluya a todos los países de habla hispana. Esta idea
ha sido promovida sobre todo por regímenes no democráticos, como el del
dictador español Francisco Franco, con miras a extender puentes hacia
Latinoamérica.
La meta es recordarle
a América Latina lo buena que España ha sido para ella, haciendo referencia a
los llamados procesos de “civilización” y de ‘cristianización', entre otros
argumentos que sólo pueden ser defendidos desde un régimen autoritario que
censure el debate sobre el lado negativo de la Conquista y la Colonia. Como
concepto, el panhispanismo es eurocentrista y obsoleto, no tiene futuro alguno
porque supone que la iniciativa integradora proviene de la llamada “Madre
Patria”.
El
dictador español, Francisco Franco, quien –según reza en el texto– fue uno de
los impulsores de esa noción de “panhispanismo” que los latinoamericanos
rechazan por eurocéntrica.
–Deutsche Welle: Entonces, en su opinión, ‘panhispanismo' es
un término con una carga simbólica e histórica pesada que no debe ser empleado
como sinónimo de los esfuerzos por unir a los países latinoamericanos en
términos sociales, económicos y políticos…
–Bernecker: El
intento de “reunir” a Latinoamérica proponiendo a España como elemento cohesivo
–y eso es lo que va implícito en el término “panhispanismo”– ha fracasado en
los últimos años cada vez que España ha pretendido atribuirse la iniciativa de
festejar acontecimientos como el quinto centenario del llamado ‘descubrimiento'
de América o el bicentenario de las independencias latinoamericanas e imponer
interpretaciones específicas de esos sucesos que le son favorables porque
apuntan a la comunión que ofrecen el lenguaje, la historia y la cultura
comunes, y omiten todo lo que es negativo. Pero esa pretensión ha sido
rechazada por los latinoamericanos.
¿Qué se celebra en el
bicentenario de las independencias latinoamericanas? ¡No se celebra nada!
Este bicentenario conmemora guerras espantosas que se
extendieron entre 1808 y 1824, en las que los criollos lucharon contra los
españoles, en las que hubo miles de muertos y durante las cuales también hubo
guerras civiles adicionales en América Latina. Los latinoamericanos han dicho: “Nosotros
ya no somos enemigos de los españoles y los invitamos con gusto a las
ceremonias, pero estas son nuestras conmemoraciones”,
porque no quieren que España interfiera en las ceremonias con su evocación de
los 200 años de la
Constitución de Cádiz o de la revuelta de Madrid contra las
tropas de Napoleón. ¿Acaso debe conmemorarse todo eso en la misma ceremonia?
Los latinoamericanos han dicho que no.
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