Separados por un mismo idioma: el mercado del libro en español (II)
La situación actual
La
situación actual comparte algunos de los rasgos que hemos analizado
anteriormente. Por un lado, cada país americano tiene un mercado editorial
local, poco comunicado con los otros mercados de su continente. El especialista
español Manuel Gil declara, con palabras que son un eco de las que resonaban
hace un siglo: “A pesar de una cierta proximidad geográfica entre países, no
existen redes de comercialización intra América, lo que significa que es más
difícil conseguir un libro de Colombia en Argentina que de España.”37
Por
otra parte, los libros americanos siguen llegando mal a la Península.38 Hay
incluso premios latinoamericanos con el nombre de la editorial española que los
convoca –el Planeta– que jamás ven la luz en España. El que fue presidente de
ese grupo, José Manuel Lara, asumió “la culpa de que en España no tengan éxito
más autores hispanoamericanos y viceversa” debido a que “no hemos potenciado lo
suficiente la figura de los editores locales de allí [de América]”.39
Por
último (y esta es la variación más notable con respecto al periodo con cuyo
análisis comenzamos), los libros españoles han inundado América y, como no
ocurre lo contrario, surge lo que la investigadora mexicana Elena Enríquez
Fuentes llama disonancia en la reciprocidad: “América Latina le compra a
España cincuenta veces más de lo que ella adquiere en el conjunto de los países
latinoamericanos.”40
La
afirmación anterior está basada en datos de 2006 y 2007, pero la situación no
ha cambiado mucho. Las siguientes son cifras recientes del Centro Regional para
el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (cerlalc): mientras que el
23% de los libros que importan los países latinoamericanos (incluyendo Brasil)
provienen de la misma América y el 77% de otros continentes, apenas un 2% de
los libros importados en España procede de países americanos.41
La
edición americana está muy marcada por lo que sucede en España: en 2006 una
cuarta parte de los libros editados en América eran de autores españoles,42 mientras
que los escritores americanos editados en la Península quizás no
lleguen al 3%. En países con limitada potencia editorial la mayoría de los
libros más vendidos son editados por sucursales locales de editoriales
españolas. Por ejemplo: en la primera mitad de 2014 el 90% de los libros más
vendidos de Chile se encontraba en esa situación.
La
razón es que las más importantes editoriales españolas están presentes en
muchos países americanos, pero su papel fundamental ha sido vender en ellos
libros españoles, y rara vez a la inversa. En 2010, 37 empresas editoriales
españolas contaban con filiales en el exterior, hasta totalizar 196. De ellas,
156, casi un 80%, estaban en Iberoamérica.43
El
apogeo de la industria editorial española en América se ve como un elemento
clave de la llamada “Marca España”, y las retóricas que en la actualidad
sostienen esta situación no varían mucho con respecto a las que se usaban en el
pasado. Se festeja que se haya llegado a los quinientos millones de
hispanohablantes (olvidando las cautas palabras de Nicolás Urgoiti), y el
argumento de Blanco Fombona lo puede repetir el ministro español de Educación,
Cultura y Deporte, cuando aboga por crear un “mercado común cultural del idioma
español”: “El consumo de productos británicos y americanos por ingleses y
norteamericanos es prácticamente indistinto, nosotros todavía no estamos así de
cerca.”44 (Incluso
la alerta de Julián Urgoiti en 1929 acerca de la inundación del mercado
americano con libros españoles no deseados sigue teniendo especial validez.)
La irrupción de
internet
Con
la llegada de internet y el libro electrónico, la metáfora de Capdevila en los
años veinte ha cobrado realidad: podían existir “centrales telefónicas” por las
que circularan los libros, de pronto incorpóreos. Y, todavía peor, podría
ocurrir que “un extranjero invasor” gobernara “todas las corrientes editoriales
del mundo hispánico”.
Con
los libros digitales vuelven a plantearse las mismas cuestiones que afloraron
con los de papel. ¿Se puede crear un auténtico mercado común digital de libros
en español procedentes de todos los países hispanohablantes y al alcance de
cualquier lector?
En
estos momentos Latinoamérica no puede acceder a las principales librerías
digitales españolas, aunque sí puede hacerlo a Amazon.com (no a la sucursal
española)45 y
México tiene Amazon.com.mx. Las bases de datos de libros latinoamericanos a la
venta –elemento clave para el comercio– acaban alimentando paradójicamente a
Amazon, que ya tiene setenta mil referencias de libros latinoamericanos.46
Desde
los dispositivos de Apple se puede comprar ebooksen todos los países
hispanoamericanos. Y eso también es posible a través de Google Play Books. Y
América es un buen mercado: para algunas editoriales, los consumos digitales en
el continente están siendo tan importantes como los españoles.47
Amazon,
Google, Apple... ¿La circulación de los libros españoles acabará pasando por el
meridiano de Seattle? Queda un último e importante punto:
la visibilidad de las obras. Los libros en papel se servían, para
llegar a los lectores, de las librerías, los suplementos culturales de los
diarios y las revistas, pero los libros digitales se pierden en la misma nube
en la que metafóricamente están alojados. Y cuanto más concentrado está el
mercado de libros por línea (que lo está, y lo va a estar más) menor es la
posibilidad de hacer visibles las obras.
En
teoría nada impide que libreros o suplementos o revistas o blogs especializados
asuman este papel de guía, pero no está ocurriendo así. ¿Surgirán nuevos
procedimientos de recomendación, basados en los preexistentes, o radicalmente
nuevos, que puedan orientar a los lectores hispanohablantes del futuro en la
selva nutrida de los libros en su lengua? Todos, de una y otra orilla,
deberíamos luchar porque eso ocurra.
Coda: un Quijote bruselense
La
situación en que una brillante producción intelectual en lengua española es
explotada por editores extranjeros ya la hemos vivido, en los
siglos XVI y XVII, cuando editores de diversas ciudades europeas
imprimían en español libros que luego exportaban a España, y en latín obras de
autores españoles para el comercio europeo. En 1607, solo dos años después de
la publicación de la primera parte del Quijote, ya aparecía impresa en
Bruselas, y por cierto, por primera vez ilustrada, una edición en español de la
obra.
En
el fondo (podríamos pensar) poco importa quiénes dominen el comercio editorial
–físico o digital– de los países hispanohablantes, siempre y cuando presten un
buen servicio a sus ciudadanos. Pero en la actualidad ya tenemos suficientes
indicios del tipo de sesgos y censuras que pueden ejercer los grandes
operadores. Todo monopolio es perjudicial: para los lectores que buscan libros
y para los editores que deben depender de él.
Seguirá
habiendo libros en papel, pero estos permanecerán confinados a los límites
locales, a menos que sean suministrados por el operador más poderoso. Pero
mientras tanto ¿es posible que aparezca un auténtico mercado común digital del
libro en español, y que pueda estar en nuestras manos? Tal vez sea demasiado
tarde para ello, y solo nos quede la oportunidad de ocupar nuevos nichos: por
ejemplo, una alianza digital de los editores independientes de un lado y otro
del Atlántico.
En
este mundo globalizado se han desdibujado notablemente los límites entre las
naciones; las empresas son multinacionales o transnacionales, y surgen nuevos
actores. Puede que los más estratégicos sean compañías de telefonía y
operadores de internet en vez de distribuidores o transportistas. Pero la
gestión de los intereses culturales que articulan los libros debería seguir
estando en manos de los países hispanohablantes... o eso queremos creer. ~
Agradezco su ayuda a
Edgardo Dobry, Nora Catelli, Manuel Gil, Julieta Lionetti, Luis Íñigo Madrigal,
Paz Vásquez y Pura Fernández.
En la edición en línea
pueden consultarse
las referencias digitales
de los textos
que cita el autor.
Notas:
37 “Como
motos”, en el blog antinomiaslibro.wordpress.com, 13 de octubre del 2014.
38 La
única librería americana presente en España es la mexicana Fondo de Cultura
Económica.
39 Fernando
Díaz de Quijano, “Lara: ‘No
me sale rentable que el Planeta lo gane un autor consagrado’”, El
Cultural, 14 de octubre del 2013:
40 Elena
Enríquez Fuentes, El
comercio de libros entre España y América Latina: disonancia en la reciprocidad,
Alianza Internacional de Editores Independientes, diciembre del 2008, p. 16.
41 El
libro en cifras. Boletín estadístico del libro en Iberoamérica, vol. 4, n.
5, julio del 2014, p. 11.
42 Cerlalc, El
espacio iberoamericano del libro 2008, pp. 77-78.
43 Observatorio
de la Lectura
y el Libro, El
sector del libro en España 2012-2014, Secretaria de Estado de Cultura,
2014, p. 48.
44 “Wert
pide crear un mercado cultural común del idioma español”, abc, 25 de
julio del 2013.
45 Julieta
Lionetti, “Resaca ebook. Un cuento de Navidad”, en Libros en la nube,
28 de diciembre del 2013.
46 Fernando
Zapata, entrevistado por Camila Moraes, “Internet
pode revolucionar distribuição de livros na América Latina, diz diretor do Cerlalc”,
en Opera Mundi, 11 de febrero del 2014 (traducción mía).
47 “Este
año México ha vendido tantas descargas como España”: Pilar Reyes, de
Alfaguara, en “El libro, entre la
Red y la cuerda floja”, Javier Rodríguez Marcos, El
País, 12 de octubre del 2013.
No hay comentarios:
Publicar un comentario