martes, 28 de julio de 2015

Reflexiones sobre el mundo editorial (II)

Segunda parte del artículo de José Antonio Millán, originalmente publicado en la revista Letras Libres, donde se propone una pormenorizada reflexión sobre el mundo editorial hispanoamericano y sus muchos vaivenes.



Separados por un mismo idioma: el mercado del libro en español (II)

La situación actual
La situación actual comparte algunos de los rasgos que hemos analizado anteriormente. Por un lado, cada país americano tiene un mercado editorial local, poco comunicado con los otros mercados de su continente. El especialista español Manuel Gil declara, con palabras que son un eco de las que resonaban hace un siglo: “A pesar de una cierta proximidad geográfica entre países, no existen redes de comercialización intra América, lo que significa que es más difícil conseguir un libro de Colombia en Argentina que de España.”37

Por otra parte, los libros americanos siguen llegando mal a la Península.38 Hay incluso premios latinoamericanos con el nombre de la editorial española que los convoca –el Planeta– que jamás ven la luz en España. El que fue presidente de ese grupo, José Manuel Lara, asumió “la culpa de que en España no tengan éxito más autores hispanoamericanos y viceversa” debido a que “no hemos potenciado lo suficiente la figura de los editores locales de allí [de América]”.39

Por último (y esta es la variación más notable con respecto al periodo con cuyo análisis comenzamos), los libros españoles han inundado América y, como no ocurre lo contrario, surge lo que la investigadora mexicana Elena Enríquez Fuentes llama disonancia en la reciprocidad: “América Latina le compra a España cincuenta veces más de lo que ella adquiere en el conjunto de los países latinoamericanos.”40
La afirmación anterior está basada en datos de 2006 y 2007, pero la situación no ha cambiado mucho. Las siguientes son cifras recientes del Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (cerlalc): mientras que el 23% de los libros que importan los países latinoamericanos (incluyendo Brasil) provienen de la misma América y el 77% de otros continentes, apenas un 2% de los libros importados en España procede de países americanos.41

La edición americana está muy marcada por lo que sucede en España: en 2006 una cuarta parte de los libros editados en América eran de autores españoles,42 mientras que los escritores americanos editados en la Península quizás no lleguen al 3%. En países con limitada potencia editorial la mayoría de los libros más vendidos son editados por sucursales locales de editoriales españolas. Por ejemplo: en la primera mitad de 2014 el 90% de los libros más vendidos de Chile se encontraba en esa situación.

La razón es que las más importantes editoriales españolas están presentes en muchos países americanos, pero su papel fundamental ha sido vender en ellos libros españoles, y rara vez a la inversa. En 2010, 37 empresas editoriales españolas contaban con filiales en el exterior, hasta totalizar 196. De ellas, 156, casi un 80%, estaban en Iberoamérica.43

El apogeo de la industria editorial española en América se ve como un elemento clave de la llamada “Marca España”, y las retóricas que en la actualidad sostienen esta situación no varían mucho con respecto a las que se usaban en el pasado. Se festeja que se haya llegado a los quinientos millones de hispanohablantes (olvidando las cautas palabras de Nicolás Urgoiti), y el argumento de Blanco Fombona lo puede repetir el ministro español de Educación, Cultura y Deporte, cuando aboga por crear un “mercado común cultural del idioma español”: “El consumo de productos británicos y americanos por ingleses y norteamericanos es prácticamente indistinto, nosotros todavía no estamos así de cerca.”44 (Incluso la alerta de Julián Urgoiti en 1929 acerca de la inundación del mercado americano con libros españoles no deseados sigue teniendo especial validez.)

La irrupción de internet
Con la llegada de internet y el libro electrónico, la metáfora de Capdevila en los años veinte ha cobrado realidad: podían existir “centrales telefónicas” por las que circularan los libros, de pronto incorpóreos. Y, todavía peor, podría ocurrir que “un extranjero invasor” gobernara “todas las corrientes editoriales del mundo hispánico”.
Con los libros digitales vuelven a plantearse las mismas cuestiones que afloraron con los de papel. ¿Se puede crear un auténtico mercado común digital de libros en español procedentes de todos los países hispanohablantes y al alcance de cualquier lector?
En estos momentos Latinoamérica no puede acceder a las principales librerías digitales españolas, aunque sí puede hacerlo a Amazon.com (no a la sucursal española)45 y México tiene Amazon.com.mx. Las bases de datos de libros latinoamericanos a la venta –elemento clave para el comercio– acaban alimentando paradójicamente a Amazon, que ya tiene setenta mil referencias de libros latinoamericanos.46

Desde los dispositivos de Apple se puede comprar ebooksen todos los países hispanoamericanos. Y eso también es posible a través de Google Play Books. Y América es un buen mercado: para algunas editoriales, los consumos digitales en el continente están siendo tan importantes como los españoles.47

Amazon, Google, Apple... ¿La circulación de los libros españoles acabará pasando por el meridiano de Seattle? Queda un último e importante punto: la visibilidad de las obras. Los libros en papel se servían, para llegar a los lectores, de las librerías, los suplementos culturales de los diarios y las revistas, pero los libros digitales se pierden en la misma nube en la que metafóricamente están alojados. Y cuanto más concentrado está el mercado de libros por línea (que lo está, y lo va a estar más) menor es la posibilidad de hacer visibles las obras.

En teoría nada impide que libreros o suplementos o revistas o blogs especializados asuman este papel de guía, pero no está ocurriendo así. ¿Surgirán nuevos procedimientos de recomendación, basados en los preexistentes, o radicalmente nuevos, que puedan orientar a los lectores hispanohablantes del futuro en la selva nutrida de los libros en su lengua? Todos, de una y otra orilla, deberíamos luchar porque eso ocurra.

Coda: un Quijote bruselense
La situación en que una brillante producción intelectual en lengua española es explotada por editores extranjeros ya la hemos vivido, en los siglos XVI y XVII, cuando editores de diversas ciudades europeas imprimían en español libros que luego exportaban a España, y en latín obras de autores españoles para el comercio europeo. En 1607, solo dos años después de la publicación de la primera parte del Quijote, ya aparecía impresa en Bruselas, y por cierto, por primera vez ilustrada, una edición en español de la obra.

En el fondo (podríamos pensar) poco importa quiénes dominen el comercio editorial –físico o digital– de los países hispanohablantes, siempre y cuando presten un buen servicio a sus ciudadanos. Pero en la actualidad ya tenemos suficientes indicios del tipo de sesgos y censuras que pueden ejercer los grandes operadores. Todo monopolio es perjudicial: para los lectores que buscan libros y para los editores que deben depender de él.

Seguirá habiendo libros en papel, pero estos permanecerán confinados a los límites locales, a menos que sean suministrados por el operador más poderoso. Pero mientras tanto ¿es posible que aparezca un auténtico mercado común digital del libro en español, y que pueda estar en nuestras manos? Tal vez sea demasiado tarde para ello, y solo nos quede la oportunidad de ocupar nuevos nichos: por ejemplo, una alianza digital de los editores independientes de un lado y otro del Atlántico.

En este mundo globalizado se han desdibujado notablemente los límites entre las naciones; las empresas son multinacionales o transnacionales, y surgen nuevos actores. Puede que los más estratégicos sean compañías de telefonía y operadores de internet en vez de distribuidores o transportistas. Pero la gestión de los intereses culturales que articulan los libros debería seguir estando en manos de los países hispanohablantes... o eso queremos creer. ~


Agradezco su ayuda a Edgardo Dobry, Nora Catelli, Manuel Gil, Julieta Lionetti, Luis Íñigo Madrigal, Paz Vásquez y Pura Fernández.
En la edición en línea pueden consultarse
las referencias digitales de los textos
que cita el autor.


Notas:
37 “Como motos”, en el blog antinomiaslibro.wordpress.com, 13 de octubre del 2014.
38 La única librería americana presente en España es la mexicana Fondo de Cultura Económica.
39 Fernando Díaz de Quijano, “Lara: ‘No me sale rentable que el Planeta lo gane un autor consagrado’”, El Cultural, 14 de octubre del 2013: 
40 Elena Enríquez Fuentes, El comercio de libros entre España y América Latina: disonancia en la reciprocidad, Alianza Internacional de Editores Independientes, diciembre del 2008, p. 16.
43 Observatorio de la Lectura y el Libro, El sector del libro en España 2012-2014, Secretaria de Estado de Cultura, 2014, p. 48.
45 Julieta Lionetti, “Resaca ebook. Un cuento de Navidad”, en Libros en la nube, 28 de diciembre del 2013.
46 Fernando Zapata, entrevistado por Camila Moraes, “Internet pode revolucionar distribuição de livros na América Latina, diz diretor do Cerlalc”, en Opera Mundi, 11 de febrero del 2014 (traducción mía).
47 “Este año México ha vendido tantas descargas como España”: Pilar Reyes, de Alfaguara, en “El libro, entre la Red y la cuerda floja”, Javier Rodríguez Marcos, El País, 12 de octubre del 2013.




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