Silvina Friera firma
la siguiente nota, publicada en el diario Página
12 el 15 de mayo pasado, donde se recogen los ecos del repudio que
escritores, traductores, correctores, editores, docentes e investigadores
manifiestan con el acuerdo entre la
U.B .A. y el consorcio liderado por el Instituto Cervantes. La
nota conexa, escrita por el Administrador de este blog, se publicará mañana.
Con la soberanía lingüística en riesgo
La soberanía
lingüística está en peligro por la maquinaria de negocios que implica
certificar el “correcto” dominio de la lengua castellana. Escritores,
traductores, docentes universitarios, editores y artistas como los mexicanos
Juan Villoro y Fabio Morabito, más los argentinos Noé Jitrik, María Teresa
Andruetto, Tamara Kamenszain, Alberto Szpunberg, Luis Chitarroni, Tununa
Mercado, Horacio González, Daniel Link, Leonora Djament, Gabriela Adamo, Elsa
Drucaroff, Carlos Gamerro, Jorge Fondebrider (ver aparte), Betina González,
María Pía López, Fabián Casas, Ingrid Pelicori, Rafael Spregelburd y Emilio
García Wehbi, entre tantos otros, repudian el “Memorándum de Entendimiento”, un
conjunto breve de artículos por el cual la Universidad de Buenos
Aires (UBA) se integra al convenio firmado entre el Instituto Cervantes, la Universidad Nacional
Autónoma de México (UNAM) y la
Universidad de Salamanca, que pretende otorgarle al Servicio
Internacional de Evaluación de la Lengua Española (SIELE) valor universal y hegemónico.
“Se trata de una grave intromisión en la independencia lingüística de América
latina, así como de un perjuicio a los intereses políticos y comerciales de la
región”, alertan en una carta que suma cada vez más adhesiones en todo el
mundo.
¿La estrategia del Instituto
Cervantes de España es una nueva forma de imperialismo lingüístico? El escritor
Américo Cristófalo, vicedecano de la facultad de Filosofía y Letras de la UBA , plantea que sería
equivalente, pero habría que hacer una “traducción” al período neoliberal.
“Este tipo de instituciones de la lengua, como la Alianza Francesa ,
la asociación Dante Alighieri o el Instituto Goethe, son muy propias del
período de expansión imperialista clásica de algunos países centrales europeos.
El instituto Cervantes se fundó en los años 90 con el ingreso de España a la
comunidad Europea y parece pertenecer más a las políticas de la globalización;
representaría la expansión de la lengua en un período en que no queda
comprometida la cuestión territorial en sí misma, sino que apunta a la
hegemonía de las grandes corporaciones. Las empresas que avalan y sostienen al
Cervantes son Repsol, YPF, Telefónica, Iberia; empresas que tuvieron un rol muy
activo en los procesos de privatización de América latina. Los imperios siempre
supieron que la lengua era un motivo fundamental de estabilidad política en las
zonas de expansión”, recuerda el escritor a Página/12.
Lo que parece estar en juego es el
campo inmediato de un examen de acreditación universal del español, cuyo costo
ascendería a 150 euros. Se puede hacer un cálculo aproximado mediante una cifra
que aporta Cristófalo: 60.000 personas en todo el mundo rindieron el DELE
(Diploma del Español como Lengua Extranjera), el examen anterior al SIELE. Si
se toma esa cifra y se la multiplica por 150 euros, arroja un total de
9.000.000 millones de euros. Como son cuatro las instituciones que intervienen
–el Instituto Cervantes más tres universidades– quedarían unos 2.250.000
millones de euros para cada una. La
UBA recibiría unos 38.250.000 millones de pesos, una cifra
insignificante o menor si se la compara con el presupuesto general de la
universidad: 8 mil millones de pesos. ¿Por dónde pasa el negocio? “Una vez que
firmaron el acuerdo, lo primero que hicieron fue ver a quién le daban la
plataforma digital para hacer el examen –cuenta Cristófalo–. ¿A quién se la
dieron? A Telefónica de España. ¿Por qué se la otorgaron a la Telefónica en vez de
alguna facultad de Ingeniería de la
UNAM o la UBA ?
Telefónica es la avanzada del conjunto de negocios españoles vinculados a la
comunicación en América latina. La tajada grande del negocio no está en el
examen mismo”.
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