El año que viene va a haber un nuevo Congreso de la
Lengua. La Argentina será sede, por segunda vez, y tendremos el consabido
desfile de personajones, a jetones de toda laya y a los notables locales de la
ciudad de Córdoba, llenándose la boca con el supuesto logro, por el cual el
país deberá desenbolsar una importante cantidad de dinero. Según señala Silvia
Friera en su crónica para el diario Página 12 del 23 de septiembre pasado, “En
un acto quizá demasiado solemne, funcionarios argentinos y españoles
presentaron en el Museo Nacional de Arte Decorativo la octava edición, a
realizarse del 27 al 30 de marzo de 2019”.
Encuentro en Córdoba
La
lengua que hablan más de 500 millones de personas en el mundo será la gran
protagonista. El largo camino al VIII Congreso Internacional de la Lengua
Española (CILE), del 27 al 30 de marzo de 2019 en Córdoba, comenzó con una
presentación demasiado solemne en el Museo Nacional de Arte Decorativo. “Un
bodrio”, se atrevió a definir alguien. Siempre hay un incorrecto –o un
provocador de perfil bajo– agazapado entre especialistas con cabelleras
postizas. El lema de la próxima edición, que convocará a escritores,
académicos, expertos y profesionales de todo el mundo, será “América y el
futuro del español. Cultura y educación, tecnología y emprendimiento”. La
promesa de que habrá un especial énfasis de la presencia de la “calle” quedó
flotando como un deseo que tendrá que sortear varios obstáculos. “El CILE es un
gran festival de la lengua”, dijo Darío Villanueva, director de la Real
Academia Española, acompañado por el director del Instituto Cervantes, Juan
Manuel Bonet.
El VIII Congreso –que contará con la presencia de los reyes de España en
la inauguración– continuará la línea de los celebrados en Zacatecas (México,
1997), Valladolid (España, 2001), Rosario (2004), Cartagena de Indias
(Colombia, 2007), el “virtual” Valparaíso (Chile, 2010, que no se efectuó in
situ por el terremoto), Ciudad de Panamá (2013) y San Juan (Puerto Rico, 2016).
“Los congresos no son de especialistas, sino que está presente la calle”,
afirmó Bonet y agregó que les importa subrayar en cada encuentro el diálogo del
territorio con España. Las figuras que lo permitieron en la pasada edición
fueron los poetas Juan Ramón Jiménez y Luis Salinas, que estuvieron exiliados
en Puerto Rico. El titular del Cervantes precisó que a pocos kilómetros de
Córdoba vivió el músico Manuel de Falla (1876–1946), quien formará parte del
programa del CILE 2019 con “una gran evocación musical”; y otro exiliado
español al que se le rendirá tributo es Juan Larrea, poeta de la “Generación
del 27” que murió en Córdoba en 1980. Bonet recordó la situación minoritaria de
los hablantes nacidos en España: “Los españoles somos el 10 por ciento de los
hispanoblantes”.
“Tengo la sensación de que debo ser solemne y al mismo
tiempo informal”, confesó Pablo Avelluto, ministro de Cultura de la Nación. A
confesión de parte, relevo de prueba. “La magnitud del Congreso para los
millones de hispanohablantes es de una trascendencia imposible de medir”,
aseguró el ministro de Cultura y subrayó que es “un honor” que el país sea sede
de este encuentro por segunda vez. “La lengua nos une y nos da una de las pocas
identidades globales que tenemos. El verdadero tesoro no está en el Banco
Central; está en nuestra lengua”, concluyó Avelluto. José Luis Moure,
presidente de la Academia Argentina de Letras, afirmó que el CILE permitirá
“poner en vidriera la realidad de una provincia y de un país” y aclaró que
nuestra lengua es “un patrimonio vivo compartido por 23 naciones”. El ministro
de Turismo de la Nación, Gustavo Santos, de inconfundible acento cordobés, fue
la excepción a la regla de la solemnidad. “No puedo olvidarme que en Córdoba
nació el primer poeta argentino, Luis José de Tejeda, aquel que allá por
finales del siglo XVII tuvo que huir a La Calera, perseguido por casi todos los
maridos de la época”, comentó, en alusión a la vida amorosa “tormentosa” del
poeta, y mencionó también al escritor cordobés Arturo Capdevila (1889-1967); a
Juan Larrea, exiliado español que editó la revista Aula Vallejo; el paso por su
provincia natal de Pablo Neruda y Rafael Alberti; y la Córdoba de la revista
Hortensia, donde apareció Roberto Fontanarrosa, “que deslumbró en el Congreso
de Rosario” con su elogio de las malas palabras. El ministro de Turismo terminó
parafraseando un breve poema del chileno Gonzalo Rojas: “Que la palabra sea un
aire, un aire, un aire, no para respirarlo sino para vivirlo”. Elena Pérez,
decana de la Facultad de Letras de la Universidad Nacional de Córdoba, señaló
que en el libro ¿Qué significa hablar? Pierre Bourdieu dice que los rituales
“nos ponen en los umbrales de iniciación de los caminos”. “Parados en esos
umbrales, podemos ver, si levantamos la mirada, lo que vendrá. Esperamos estar
a la altura de las circunstancias”, concluyó la decana.
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