Un espacio para abrir el debate y
la crítica
La
heterogeneidad del español peligra cuando determinados Estados o instituciones,
como el Instituto Cervantes y la Real Academia Española (RAE), “buscan
entronizar una lengua (o variedad de lengua) con un estatus simbólico superior,
política que genera la creencia naturalizada en su superioridad (o carácter
hegemónico), y cuyo efecto inmediato es el desplazamiento de otras lenguas y
variedades al nivel de lo dependiente, lo ilegítimo, lo desautorizado”, se lee
en el Manifiesto del I Encuentro Internacional: Derechos Lingüísticos como
Derechos Humanos, organizado por la Facultad de Filosofía y Humanidades de la
Universidad Nacional de Córdoba (UNC) junto al colectivo de artistas “Malas
lenguas”, que abre el debate a la par que se posiciona como un espacio crítico
y de disidencia al VIII Congreso Internacional de la Lengua Española (CILE). La
apertura de este primer Encuentro será el próximo martes 26, en el pabellón
Venezuela de la Ciudad Universitaria, con Juan Pablo Abratte, decano de la
Facultad de Filosofía y Humanidades de la UNC, una conferencia de la doctora en
Lingüística Elvira Narvaja de Arnoux (Universidad de Buenos Aires); y un
homenaje a Osvaldo Bayer, en el que participarán María Teresa Andrueto, Flavia
Dezzutto y Diego Tatián.
El I Encuentro Internacional:
Derechos Lingüísticos como Derechos Humanos, en el que también estarán Daniel
Link, Horacio González, María Moreno, Mempo Giardinelli, Graciela Bialet,
Florencia Garramuño, Américo Cristófalo y Liliana Herrero, entre otros, propone
“una reflexión y una práctica que registren la heterogeneidad, las tensiones,
los conflictos, los sometimientos de lenguas y formas de hablar disidentes o
minoritarias, y a la vez invita a un desborde inventivo de la manera en la que
hablamos mayoritariamente”, cuenta el filósofo Diego Tatián a PáginaI12. “El cuidado del castellano no
es ortodoxia ni purismo sino un diálogo con la tradición que libera la
imaginación y las prácticas de los vivientes que hablamos en esa lengua. Como
dice el Manifiesto del Encuentro, se asume un posicionamiento contra toda
celebración del multilingüismo y el multiculturalismo que obture la comprensión
de las violencias y las desigualdades que están en su base; contra una
celebración de la alteridad funcionalizada a mecanismos que en realidad afectan
derechos y empobrecen los mundos lingüísticos”, agrega el autor de La cautela del salvaje, La conjura de los justos y Lo impropio, entre otros libros.
–Este año es el año internacional
de las lenguas indígenas. ¿Qué espacio ocuparán estas lenguas en el
debate?
–Efectivamente, las lenguas
originarias están en el centro de la discusión que propone el Encuentro;
también el lenguaje de los sordos, las lenguas contaminadas de los migrantes,
para pensar y promover formas efectivas de bilingüismo y generar una
hospitalidad universitaria a las diversas estrategias de resistencia indígena
contra la glotofagia y los genocidios lingüísticos. Fueron invitados
especialmente representantes de esas comunidades para pensar en interlocución
viva, cultural y política, el destino de lenguas como el guaraní, el quechua,
el mapudungún, el wichí.
–¿Cómo impacta la revolución de
las mujeres en la lengua? ¿Hasta qué punto el lenguaje inclusivo llegó para
quedarse o es una moda pasajera?
–Las intervenciones contra el
sexismo de la lengua –oral y escrita– condenadas por la RAE han producido sin
duda una contribución muy importante, un estado de reflexión y de discusión
imprescindible. Pero su destino, en mi opinión, es aún incierto. No disponemos
–no enteramente, al menos– del modo en el que las lenguas habrán de
transformarse, y nunca podemos estar seguros de cuáles revoluciones persistirán
en el porvenir y cuáles caerán en el desvanecimiento. Sin embargo, el
castellano actualmente “salido de quicio” es afectado por luchas políticas
concretas que, lejos de cerrarlo, lo abre y produce pensamiento.
–Hay un discurso aparentemente
“democrático” y “plural” de las instituciones de la lengua que organizan el
CILE, como el Instituto Cervantes y la RAE. Sin embargo, la impresión es que la
proclamada pluralidad no tiene sustento material y concreto en las normas
lingüísticas de una lengua que sigue siendo “gobernada” como si España fuera un
imperio. ¿Qué consecuencias tienen estos discursos de corrección política que
no se verifican en las políticas lingüísticas?
–El centralismo español en la
decisión de la normativa y las políticas de la lengua castellana es muy grande
y afectado de una cierta obsolescencia. La perspectiva no es “democrática” ni
“pluralista” sino globalizadora: una lengua para el mercado regulada de manera
monárquica. Puede reconocerse una clara política lingüística por parte de la
Corona Española, la RAE y el Instituto Cervantes que, junto a empresas
multinacionales de capitales españoles –Banco Santander, Telefónica, Iberia,
BBVA, Repsol, RTV, Agencia EFE, CNN en español–, promueven la ampliación del
capital simbólico del español académico y mediático, comola horrible pretensión
de un “castellano neutro” como facilidad comunicativa. Eso no está exento de
violencia en la vida lingüística del mundo hablante en castellano ni ajeno a un
aprovechamiento de la lengua como oportunidad de negocios: la propagación de
institutos de enseñanza de la lengua española, con su amplio mercado editorial
y venta de títulos habilitantes por parte de una institución monopólica como el
Instituto Cervantes. Los países de América latina debemos intervenir en la
discusión de cómo el castellano es enseñado en todo el mundo, por ejemplo a
través de la creación de institutos latinoamericanos de enseñanza del
castellano.
–¿Qué tensiones y conflictos
plantea la enorme diversidad en el habla de los países de América latina?
–En América latina habita el 90
por ciento de los hablantes del castellano, un total de casi 500 millones de personas.
La saludable insubordinación de la “marca” España que es necesario producir
debe evitar caer en una cultura del resentimiento, y activar en cambio una
potencia cultural inventiva política y culturalmente, capaz de contribuir a una
diversidad real, conflictiva, no chauvinista, capaz de pensar el mundo de otro
modo. La enorme riqueza de lenguas que atesora América latina establece una
encrucijada de invención y memoria que aloja una promesa para la humanidad: una
promesa de descolonización idiomática, impulsora de un habla diversa,
originaria, experimental, inventiva, disidente, vital, popular, poética y
política. Una promesa capaz de recuperarla de las finanzas trasnacionales, de
las corporaciones comunicativas, de la destrucción cultural macrista, del
capitalismo cognitivo, del neoliberalismo académico, de los mandarinatos, de
las realezas.
Si tenemos que hablar en la jerga del Manifiesto de este encuentro, me quedo con el castellano de la RAE
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