El 13 de octubre pasado, La Prensa, de Buenos Aires, publicó un
artículo de Agustín de Beitía, subeditor del suplemento de cultura de ese diario, dedicado al cardenal John
Henry Newman (Londres, 1801 - Birmingham, 1890), quien ese mismo día fue proclamado santo
por los funcionarios de la iglesia católica. Reproducimos aquí, no la nota
central, sino la que la acompaña, donde De Beitía entrevista a monseñor Fernando María Cavaller, uno de los
traductores y difusores de Newman.
Las grandes obras están traducidas
En la Argentina no son pocas las obras que se consiguen
de Newman, según monseñor Fernando María Cavaller, quien matiza que ahora tal
vez cueste un poco más comprarlas porque los libros vienen de España y se
encarecieron.
“En
España –dice– se han traducido todas sus grandes obras menos una. Es decir, la
Vía media, que es un trabajo suyo de la época anglicana, las Conferencias sobre la justificación, la Gramática del asentimiento, el Ensayo sobre el desarrollo de la doctrina
cristiana y Apologia pro Vita sua.
Faltaría su extraordinario estudio Arrianos del siglo IV, que espero que se
traduzca pronto pero que no termina de salir porque hay una disputa entre dos
editoriales”.
“Allá
también se consiguen las dos novelas que escribió Newman. Y hay otro libro muy
importante traducido en España que se titula Carta al duque de Norfolk. La
mayor parte de las traducciones han sido hechas de su sermonario”.
“Aquí,
en Argentina, hubo una primera aparición de textos en 1945 en revistas, cuando
se cumplió el centenario de su conversión, y algún libro sobre el Movimiento de
Oxford. Después, poco más”, explica.
Hoy dice que “hay un libro en dos tomos, de la editorial Agape, con sermones escogidos de su época anglicana, uno de sermones de su época católica, otro volumen de semblanzas patrísticas, las meditaciones y devociones, y un devocionario magnífico de su época católica”.
“Pero
–acota– hemos sido nosotros los que renovamos el interés con la revista Newmaniana, que tiene una cantidad
enorme de sermones y artículos”.
En
la revista “hemos ido traduciendo también algunas de sus poesías, que son más
de un centenar. Y de las cartas vamos publicando algunas. Pero son 20.000. No
hay ni tiempo para verlas todas”, comenta riendo.
Entre
otros escritos que tradujeron para esa publicación menciona además “un ensayo
muy lindo sobre la Inmaculada Concepción”. Pero aclara que “no está editado
como libro”.
Y
entre las poesías que tradujeron para la revista, Cavaller destaca en especial
una que “es en realidad una oda extensa, y que Newman escribió cuando tenía 64
años, que se titula “Sueño de un anciano” (“The
Dream of Gerontius)”.
“Es
sobre una persona que agoniza, que recibe los sacramentos y tiene un juicio
particular. Aparecen ángeles y demonios, y termina en el Purgatorio. Es una
reflexión escatológica, de los novísimos, de las postrimerías”, explica.
“Esa
poesía es de una belleza tal –afirma– que Edward Elgar, el gran músico inglés
de fines del siglo XIX y principios del XX, que era católico, tomó el texto
hacia 1900 y escribió un oratorio que se titula precisamente The Dream of Gerontius.
Cavaller recuerda que
“Newman era músico también. Tocaba el violín
desde pequeño. Pero además los ejemplos que pone en sus obras así demuestran
ese conocimiento.
Siempre estuvo vinculado, no solo a la música litúrgica, sino
también a la clásica. Pero es que Newman sabía además de matemática, de física,
de química, de astronomía. Era un dotado”.
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