En
octubre de 2017, la revista Latin
American Literature Today publicó una entrevista de Denise Kripper con Sarah
Booker, a propósito de la traducción realizada por esta última de La cresta ilíaca, de la autora mexicana Cristina Rivera Garza.
Para mayores
datos, esta última es una escritora, traductora y crítica literaria, dos veces
ganadora con el Premio Internacional Sor Juana Inés de la Cruz (2001 y 2009). Sus
obras, escritas en castellano han sido traducidas al inglés, francés, italiano,
portugués y corean, entre otras lenguas. Nacida en México en 1964, ha vivido en
los Estados Unidos desde 1989. Es profesora distinguida en estudios hispanos y
directora del doctorado en escritura creativa en castellano de la Universidad
de Houston.
Respecto
de Denise Kripper (Buenos Aires, 1985) es
traductora literaria por el I.E.S en Lenguas Vivas “Juan Ramón Fernández” y
doctora en literatura y estudios culturales por la Georgetown University. Asimismo,
es editora de traducción para la revista Latin American Literature Today y editora de
reseñas para la publicación de la Routledge University Translation Studies. Vive en Chicago, donde enseña en Lake Forest College y es
miembro de Third Coast Translators Collective.
Por su parte, Sarah Booker es estudiante de doctorado en UNC
Chapel Hill. Ha traducido a Ricardo Piglia, Amparo Dávila y Cristina Rivera
Garza, entre otros, y su trabajo ha aparecido en Translation Review, Literal
Magazine y Sprachbund.
Traducir es como "tratar de recordar
un sueño"
Desde Sevilla, donde está
trabajando como profesora invitada en el departamento de literatura inglesa y
norteamericana, Sarah Booker nos cuenta sobre su nuevo proyecto de
traducción, La cresta de Ilión, de la escritora
mexicana Cristina Rivera Garza, que saldrá este mes publicado por Feminist
Press. Una historia sobre la locura, el género, el lenguaje, la memoria, y las
fronteras que allí se entrecruzan, Sarah define la escritura de Rivera Garza
como “tratar de recordar un sueño del que acabas de despertarte,” lo que volvió
interesante y estimulante el proceso de traducción.
–Denise Kripper: Voy a dejar que
Elena Poniatowska haga la primera pregunta. En el epílogo a la edición en
inglés de La cresta de Ilión, se
pregunta: ¿Es Cristina Rivera Garza un fenómeno cultural, la Mujer Maravilla, o
una joven escritora trabajadora? ¿Qué piensas?
–Sarah Booker: No estoy segura
de que me guste la idea de un escritor como un fenómeno cultural porque le
resta agencia al escritor, sugiere que hubo fuerzas externas o algún tipo de
influencia que ayudaron a crear al individuo. Sin embargo, sí creo que Rivera
Garza es una escritora muy dedicada, profunda y creativa, en especial por la
forma en la que percibe e interpreta su contexto cultural. ¿Quizás eso la
convierta en una mujer maravilla?
–DK: Has traducido otros
relatos de Rivera Garza (ver LALT Vol. 1 Num. 3). ¿Qué tuvo de diferente este
texto?
–SB: Creo que la ambigüedad y
la sensación de extrañeza que es tan inherente a La
cresta de Ilión y el constante cruce de fronteras —literales y
metafóricas—son elementos que persisten en mucha de la escritura de Rivera
Garza. En ese sentido, esta novela fue bastante similar a otros de sus
escritos. Pero la atención obsesiva en Amparo Dávila que impulsó gran parte de
las opciones léxicas y que incluso requirió que tradujera las palabras de otra
escritora —las historias de Dávila están inmersas en la novela— implicó estar
también muy consciente todo el tiempo de este elemento. La longitud de la
novela también cambió la experiencia de traducir sus cuentos porque noté
que la extensión narrativa le dejaba al texto desarrollar su propio vocabulario
e imágenes recurrentes. Pienso en especial en el término “retroceder,” que
traduje al inglés como “to turn back” o las imágenes de la carretera que
aparecen por toda la novela. Haber traducido los cuentos de Rivera Garza
primero fue una oportunidad muy valiosa para poder acostumbrarme a su escritura
y sus vericuetos.
–DK: En tu nota de traducción, de hecho,
señalas que lo que te llevó a traducir La
cresta de Ilión fue la ambigüedad literaria y la naturaleza
transgresiva de la escritura de Rivera Garza, su forma de reconocer las
fronteras en sus muchas formas. ¿Cuáles son algunas de las fronteras que se
cruzan en esta novela y en tu traducción?
–SB: Sí, creo que un rasgo
definitivo de Rivera Garza como escritora es su foco constante en la frontera y
su forma de cruzarla y subvertirla. Algo de esto, creo, viene de su propia
experiencia geográfica viviendo en la frontera entre los Estados Unidos y
México. Hay algo parecido a esa frontera geográfica en la novela, cuando los
personajes se alejan del hospital y viajan a las ciudades del norte y del sur
que hacen acordar a ciudades que uno podría encontrar en la frontera
estadounidense y mexicana. El binario de género es otra gran frontera que se
cruza en la novela y que puede leerse como un proceso de aceptación de la
fluidez de género. El marco del hospital para enfermos terminales da lugar a
otra frontera, entre los vivos y los muertos, y que el doctor protagonista
atraviesa cuando cuida a sus pacientes —aunque a regañadientes— y luego cuando
él mismo se enferma. La cuestión de los vivos y los muertos, los sanos y los
enfermos, también puede leerse como una frontera entre la lucidez y la locura.
Por último, creo que la cuestión del pasado y el presente en términos
literarios también es importante porque la novela usa la intertextualidad para
traer el pasado al presente de la novela. La traducción del libro además agrega
otro elemento más, pues trae el texto del español al inglés, cruzando al mismo
tiempo fronteras temporales.
–DK: Y la cuestión del pasado y el presente
también está muy conectada con la memoria, ¿no? En la novela, Amparo está
tratando de recuperar un manuscrito que está segura la ayudará a recordar, y el
narrador se pasa la novela entera tratando de recordar el nombre del hueso de
la cadera que lo tiene hipnotizado y que además da título a la novela. ¿Qué
está tratando de recuperar del pasado esta novela?
–SB: Creo que nombrar una sola
cosa que está tratando de recuperar sería casi como traicionar al libro.
Efectivamente, hay una búsqueda de herencia literaria, identidad profesional, y
salud (como sea que queramos definir el término), pero también creo que el
proceso mismo de tratar de recuperar el pasado es clave para la novela. La
recurrencia del verbo “retroceder,” que hace referencia a ese movimiento
ambiguo hacia el pasado, señala ese proceso mismo.
–DK: Una de las cosas que el libro de
Rivera Garza recupera es la escritura de Amparo Dávila, que aparece como un
personaje en la novela y cuya escritura aparece además inmersa en la narrativa,
como mencionaste antes. Los lectores de habla inglesa probablemente no la
reconozcan como una escritora mexicana real. ¿Fue una dificultad o una
preocupación eso para tu traducción?
–SB: Sí, claro que me
preocupaba que los lectores en inglés no reconocieran al personaje de Amparo
Dávila como una escritora real porque esos lectores van a perderse todos los
aspectos fundamentales de intertextualidad que hay en la novela. Si bien no
quería insertar nada en la traducción que le diera al lector una pista más
explícita, sí me pareció importante hablar de Dávila en mi nota de traducción.
Pese a que el personaje de Amparo Dávila no es necesariamente un reflejo de la
escritora misma, su resurrección literaria es importante tanto para la novela
misma como para su recepción. Me ha entusiasmado ver que Dávila está empezando
a aparecer más en traducción, además de las dos historias que yo traduje,
porque me hace pensar que su escritura empezará a conocerse más entre los
lectores de habla inglesa. El crédito total no puede llevárselo La cresta de Ilión solamente, pero creo
que ha tenido un papel importante.
–DK: ¿Y haber traducido a Dávila
(ver “The Square Patio” y “Griselda”) tuvo un papel importante en tu traducción
de Rivera Garza?
–SB: Sí, creo que la obra de
Dávila ha informado bastante esta novela. Traducir a un autor te fuerza a prestar
una mayor atención al texto, señalando cosas (al menos esto es lo que me pasa a
mí) que tal vez no habías visto antes, en una lectura más casual. Tener ya esos
detalles en mi cabeza fue muy útil cuando empecé a traducir. Rivera Garza a
menudo incluye fragmentos de la escritura de Dávila en su propia escritura (la
mayoría de los párrafos en itálica vienen de Dávila, aunque algunos tienen
otras fuentes), muchas veces usa términos como “retroceder,” y “se va a matar,”
que también aparecen en las historias de Dávila, y además toma mucho de los
personajes de Dávila también (los enfermeros Moisés y Gaspar del final de la
novela son los protagonistas de un cuento escrito por Dávila, por ejemplo).
–DK: El miedo y el peligro son muy
prominentes en la obra de Dávila, y hay mucho de eso en la novela de Rivera
Garza también. Pero frente a todas las distintas amenazas que aparecen en la
novela (desapariciones, epidemia, suicidio, locura), el lenguaje pareciera ser
clave. El idioma secreto que las dos invitadas comparten en la novela es casi
como un escudo frente a fuerzas externas, en contra de la invasión, y no saber
el idioma hace que el narrador se sienta como un exiliado, como “un marginado
en mi propia casa”. ¿Cuál es el rol de la hospitalidad en la relación entre anfitrión
y huésped?
–SB: No estoy segura de tener
una respuesta directa a la pregunta sobre la hospitalidad en la relación entre
el anfitrión y el huésped —aunque esos términos plantean todo tipo de preguntas
interesantes relacionadas al libro sobre la biología y la medicina, si se
piensa en el anfitrión como el cuerpo y al huésped como un virus, así como
también sobre la cuestión del hogar y a quién se deja entrar en un espacio tan
privado— pero me alegra que hayas mencionado el tema del lenguaje. Creo que el
lenguaje es central en la novela: hay un idioma inventado, un manuscrito
perdido, un revuelo causado por un uso particular del lenguaje y, entre otros
aspectos, la confusión del género a partir de la gramática. Y luego, el proceso
de traducción suma otra capa más al juego del lenguaje en la novela. Tal vez
este acto de manipulación del lenguaje esté relacionado con tu pregunta sobre
la relación entre el huésped y el anfitrión, pues crea un puente entre los
escritores y lectores en español y en inglés, los anfitriones y huéspedes de la
novela, si se quiere.
–DK: Y hablando de la confusión o el
desdibujado del género, en su nota de la autora, Rivera Garza dice que la
novela explora la naturaleza fluida de las des/identificaciones del género. Y,
de hecho, hay mucho sobre género en la historia. Es más: el título de la novela
alude al único hueso en el cuerpo humano capaz de revelar el sexo de una
persona. Además, la traducción es publicada por Feminist Press, y en la novela
hay un grupo de feministas que es central, las “emisarias del pasado.” ¿Dirías
que este es un libro feminista?
–SB: La fluidez y ambigüedad de
género tienen un papel muy importante en esto. Esa ambigüedad, en especial, es
donde más traté de enfocarme en mi traducción, al tiempo que exploraba las
distintas herramientas que el español y el inglés tienen para crearla. El mejor
ejemplo que se me ocurre es la cuestión del sujeto; mientras que el español le
permite al escritor mantener oculto al sujeto, negándole al lector saber si la
tercera persona es un hombre o una mujer, por ejemplo, el inglés permite
esconder esos marcadores de género en los adjetivos. Así que sí,
definitivamente diría que es un libro feminista en la forma en la que
deconstruye los binarios de género y revierte las posiciones de poder, pero
también creo que hay otros posibles lentes a través de los cuales leer la
novela –la enfermedad y la (in)sanidad tienen un papel importante, por ejemplo,
así como la cuestión de los cuerpos desaparecidos y la herencia literaria
mexicana.
–DK: En tu experiencia personal como
traductora, ¿has notado diferencias entre traducir a un autor o a una autora?
–SB: Mh, buena pregunta. No
creo, pero en realidad esto tal vez sea porque no he traducido a muchos hombres
en los últimos años. Trato de aproximarme a cada autor de manera individual,
prestándole menos atención al género y más a una imagen más comprehensiva de su
biografía y su forma de escribir. Al mismo tiempo, sin embargo, trato de hacer
un esfuerzo mayor por encontrar más escritoras mujeres, en parte por el
desequilibrio bien documentado (¡gracias, Chad Post!) que hay entre la
traducción de escritores hombres y la de escritoras mujeres.
–DK: Hay bastante sobre la traducción
misma en la novela también, ¿no? Algunos de los personajes se llaman La
Traicionada/ La Traidora / La Impostora; también se habla de ser invisible o de
desaparecer, de ser infiel y de ser “la verdadera” o “la falsa,” que son
todos temas muy conectados a la teoría de la traducción. ¿Estás de acuerdo o
estoy leyendo demasiado entre líneas?
–SB: ¡Me encanta! Leo mucha
literatura sobre traducción por lo que la veo en todos lados, así que me pone
contenta hablar con alguien que también vea esos elementos en la novela. Como
señalas, también creo que hay elementos importantes de traducción. El juego
constante entre el objeto o la persona real y su copia, con la implicación de
una posible traición, es muy importante en la novela, creo. También está toda
la cuestión del idioma en el que las dos mujeres se hablan y su
impenetrabilidad para el doctor, hasta el final de la novela donde él/ella
finalmente puede usarlo, aunque sea brevemente.
–DK: La novela sin duda despertó un
resurgimiento en la lectura de una escritora ignorada o hasta olvidada en el
canon de la literatura mexicana, como es Amparo Dávila. ¿Qué piensas que pasará
con una audiencia de habla inglesa? ¿Junto a quiénes o en contra de cuáles
otros escritores estadounidenses crees que pueda leerse este libro?
–SB: Sí, claro, esta novela
definitivamente ha influido la lectura de Amparo Dávida en México. De hecho,
otra novela de Rivera Garza, La muerte
me da, ha provocado algo similar con la obra de Alejandra Pizarnik, quien
ha gozado de un resurgido interés en América Latina y en Estados Unidos. Mi
esperanza es que esta traducción genere interés en la escritura de Dávila. De
hecho, hay otros traductores trabajando en una recopilación de sus cuentos.
Publicaron una traducción fantástica de “Moses and Gaspar” en The Paris Review a principios de este
año. También creo que este libro puede leerse junto a una autora como Samantha
Hunt. Hay algunas referencias menores en el libro al Panopticon de
Steve McCaffery también, que provoca una lectura interesante en diálogo con La cresta de Ilión. Y si bien no son
autores estadounidenses, escritores como Yuri Herrera, Carmen Boullosa, o
Guadalupe Nettel son autores contemporáneos muy importantes para Rivera Garza.
–DK: Y, por último, ¿cómo suena Rivera
Garza en inglés?
–SB: Surreal, ambigua, y
poética son algunos de los términos que en seguida se me vienen a la cabeza
cuando pienso en Rivera Garza en inglés. Hay también una especie de extrañeza o
de inaccesibilidad en su escritura; la narración es escurridiza, como tratar de
recordar un sueño del que acabas de despertarte. ¡Por lo menos espero haber
traducido eso al inglés!
Sarah Booker está haciendo
su PhD en literatura hispánica en la Universidad de Carolina de Norte, donde se
enfoca en escritores latinoamericanos de habla española y portuguesa de los
siglos veinte y veintiuno que trabajan con la traducción de alguna forma. El verano
pasado asistió a la conferencia para traductores literarios de Bread Loaf donde
estuvo en un taller de traducción y conoció a muchos otros traductores
emergentes y expertos. Trata de participar en proyectos de traducción siempre
que puede, pues –confiesa- es un tema que está empezando a obsesionarle. ¡Por
más traducciones de Sarah pronto!
(traducción al castellano de Denise Kripper)
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