El 12 de abril de este año, la poeta y periodista Valeria Tentoni entrevistó a la
traductora Amalia Sato para el blog
de Eterna Cadencia. El resultado de esa charla se reproduce a continuación.
“El placer y la disciplina al leer
marcan la probidad de una traducción”
Premio Konex por su labor en traducción, Amalia Sato
se graduó como Profesora en Letras y, entre otras cosas, editó la revista
literaria Tokonoma y participó en la creación del Club Argentino de Kamishibai,
que difunde el arte del teatro de papel nipón. Suya es, por caso, la ineludible
traducción de El Libro de la Almohada (Adriana
Hidalgo) y ha trabajado obras de autores
como Mori Ogai y Natsume Soseki, oriundos de las tierras de sus ancestros, pero
también de otros que trajo del portugués: Haroldo de Campos, Clarice
Lispector y Jorge Amado entre ellos. Entre
sus últimas traducciones se cuenta Bailarinas (Emecé),
de un autor al que ha abordado en reiteradas oportunidades: Yasunari
Kawabata. Y es que suyas son también las versiones que circulan en Argentina de El Maestro de Go, Relatos en la palma de la mano,
El sonido de la montaña y En el lago.
–Viajaste pocas veces a Japón y sin embargo
sos capaz de traducir y compartir ese universo de modo muy pregnante. ¿Qué
podés decirnos del poder de tus lecturas para llevarte hasta un lugar?
–Viaje solo una vez a Japón en 2009. Japón es algo
lejano para mí, no solo en el espacio sino tambien en el tiempo. Mis abuelos
llegaron a principios de 1900, todavía era Meiji. Será por eso que Soseki, Ogai
o Higuchi Ichiyo, autores claves de ese momento, despertaron mi interés. Claro
que la experiencia de un viaje es siempre increíble y, si uno va con un bagaje
de lectura y estudios previos, los tiempos largos de la historia se despliegan
nitidos.
–¿De dónde proviene tu interés por la
traducción?
–De
mi interés por las lenguas. Confieso que el japonés es la más ingrata, por
la enorme dificultad con los ideogramas (por eso los Cuentos japoneses para niños, que editamos bilingües con mi hijo
Nicolas Prior que los ilustró, llevan la lectura fonetica que habilita lectura
de los kanji, siempre difíciles de
dominar), y porque siendo descendiente de japoneses, en mi caso tercera
generación, nuestra mentalidad percibe la gran distancia con los modos de una
lengua con tantos recovecos feudales, de género y alusiones a retóricas
clásicas. Pero sí, me confieso fan de estudiar idiomas. Me libera, me
ilusiona. Me reinvento. El portugués (que estudié en el Centro de Estudos
Brasileiros) también me abrió las puertas de una cultura fascinante. Y el
italiano se ha convertido en estos ultimos años en mi lengua favorita. Música,
ante todo, de la que podemos apropiarnos teatralmente para vagar por nuevos
mundos. Pero volviendo a tu pregunta creo que fue la maravillosa formación
que me dio la carrera de Letras de la Universidad de Buenos Aires, con sus
niveles de latín y griego, con sus cursos de lengua previos a las literaturas
extranjeras, lo que me dio las bases para indagar, proponer y lanzarme con
enorme esfuerzo, a fuerza de diccionario y preguntas, a dedicar tantísimo
tiempo a la traducción. El placer y la disciplina al leer marcan la probidad de
una traducción. Si no se logra provocar placer literario en la lectura,
seguirán perdiéndose generaciones de lectores.
–¿Y qué estaciones hubo en tu recorrido
personal por la traducción?
–Las
clases de español a japoneses, los cursos de lengua, las horas pasadas en la
biblioteca del Centro cultural de la Embajada de Japón en la calle Paraguay,
casi Cerrito, la biblioteca magnífica que mi papa nos brindó, los años en la
Seccion de Asia y Africa de la Universidad de Buenos Aires, los veinte años
dedicados a editar la revista Tokonoma, el aliento y la amistad de personas
generosas como Atsuko Tanabe o Haroldo de Campos, la admiración por la tarea
excelsa de Kazuya Sakai, el pionero de los estudios y traducciones sobre Japón.
Toda esta trama y mas alimentó mis incursiones, la larga lista de autores que
traduje.
–¿Cómo llegaste a El libro de la almohada de Sei Shonagon y cómo decidiste
emprender su traducción?
–Fue
raro lo que pasó con ese clásico, y es increíble que siga sumando ediciones
desde Buenos Aires. Publiqué unos fragmentos en la revista Tokonoma y el olfato
de editor de Edgardo Russo hizo que saliera casi de inmediato por Adriana
Hidalgo. Estaba en el aire que era el libro esperado. El enlace con la pelicula
de Greenaway, Escrito en el cuerpo, que
usaba sus caligrafías como separadores, en fin... La calidad moderna de lo
fragmentario y las listas.
–Hay una escena con Jaime Rest, ¿verdad? ¿De
qué modo perduró en vos esa recomendación?
–Es
cierto que también entra Jaime Rest en la historia. Caminando un dia por
Barrancas de Belgrano en los 70, nos encontramos y lo saludé pues había sido mi
profesor de Literatura de la Edad Media, parte junto con Hector Ciocchini de
esa avanzada bahiense de la que disfrutamos en la efervescencia de esos años. Y
me dijo, a modo de "premonición": "Usted esta dotada
genéticamente para traducir un libro maravilloso, The
Pillow Book". Profecía cumplida tantos años mas tarde.
–¿Qué versiones tomaste como referencias y qué podés contarnos de ese
trabajo? ¿Qué disfrutes te trajo, qué dificultades?
–Lei
todas las versiones en inglés que tenía a mano y la versión en frances. Y
trabajé con el texto en japonés con muchas notas a pie de página. Recuerdo que
mi amiga Atsuko Tanabe me dijo: "Si lográs dar con el tono del primer
fragmento –el arranque donde habla de las estaciones–, tenés media batalla
ganada". Ahí esta la clave.
–Como explicás en el prólogo, el rol fundante
de las mujeres en la literatura japonesa es muy grande: ¿por qué creés que esa
cultura pudo darse el lujo de comenzar su literatura sin obviar a las mujeres?
–Para
contestar esta pregunta necesitaría explayarme mucho. Solo digo ahora que
gracias a que las mujeres contribuyeron a desarrollar caligráficamente la
escritura china y compartieron esto privadamente con los varones, surgió una
expresión literaria propia. Fueron cuatro siglos de pinceles mutando formas y
rozando lo ilegible.
–¿Cómo definirías “lo femenino” en la
literatura japonesa?
–Respondo
sólo que en el arte japonés, lo femenino no es solo mujer. Y este origen de
escritura fonética es fundante.
–Has traducido numerosas obras de Kawabata:
¿qué podrías decirnos de su literatura después de tantos libros? ¿Qué es lo que
te convoca de su universo?
–El
problema de ser Premio Nobel es que se ve a un autor (para peor monolítico) y
no obras. Kawabata tiene una faceta experimental (incursionó como guionista de
cine mudo, por ejemplo) y publicaba por entregas a periódicos o revistas. Es
cierto que traduje mucho de él. Y que siempre es distinto. Su percepción de la
moda, su visión casi animé de ciertos personajes puede desconcertar a quienes
busquen solo un erotismo decadente y nostálgico.
–También traducís del portugués,
¿cómo es con esa lengua en tu caso?
–Portugués
estudié porque amaba a mis veinte años la bossa nova y quería leer a Guimaraes
Rosa. Una de las experiencias más fuertes fue cotejar Doña Flor y sus dos maridos con la gloriosa
versión de Losada de Lorenzo Varela y sus mas de 40 ediciones y comprobar, como
decia Haroldo de Campos, que una traducción es lectura de época. Me emocionaron
las decisiones que asumió el traductor, marcado por la ideología de su tiempo.
Y justifiqué las mias. Fue una gran lección.
–¿Qué importancia tuvieron la revista Tokonoma
y el Club Argentino de Kamishibai como espacio de intercambio de lecturas?
–El
primer número de Tokonoma salió en 1994 y fue una empresa que sostuve por
tantos años... Un número por año. Para mí fue un lugar de concentración de amigos
talentosos. Tengo ganas de subir la colección completa a la red algún día. Y el
Club es una entusiasta red de amigos que van difundiendo al kamishibai con
generosidad. Un fenómeno propio donde se producen textos y láminas originales,
otra acción que viene de Japon y ya es parte del circuito de teatristas
argentinos. Porque Japón no es milenario ni está de moda, como suele decirse.
Japón forma parte de nuestra cultura desde hace siglos, y se vuelve atractivo
porque nos lo apropiamos.
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