lunes, 26 de abril de 2021

Una encuesta sobre género y traducción (5)

Segunda semana de la encuesta sobre género y taducción


Edgardo Scott
(traductor argentino residente en París, Francia)

1) ¿Existe algún rasgo genérico en la traducción
–Justo escucho en mi deriva diaria de Spotify “It´s different for girls”, de Joe Jackson (1979), una canción que ya entonces planteaba el cambio de roles entre “lo femenino” y “lo masculino”. Hace poco tanto Javier Marías como Claudio Magris comentaron el caso de Amanda Gorman, más conocida –o lamentablemente conocida– como la joven poeta estadounidense que leyó en la asunción de Biden, y el affaire posterior, cuando al ser traducida al holandés su agencia literaria habría pedido que la tradujera una activista afrodescendiente, “Una artista joven, mujer e inapelablemente negra, ya que para captar todos los matices de lo que significan esos poemas se tiene que ser negra, como negra es la americana.” He leído el poema de la asunción y he leído otros poemas de Amanda Gorman y me creo capaz de traducirlo aceptablemente sin ser “una artista joven, mujer e inapelablemente negra”, sino un hombre de mediana edad, nacido en un suburbio al sur de Buenos Aires, heterosexual y descendiente de irlandeses, españoles, vascos y algún otro elemento mestizo; es más, creo que cualquier traductor o escritor que tenga un inglés razonable podría traducirlos también aceptablemente, sobre todo porque los poemas de Gorman son tan terriblemente oficiales –en el sentido de que sólo se pueden sostener gracias al poder ideológico de su cultura oficial– como pueriles y maniqueos a nivel literario. Lamentablemente para la poesía estadounidense, Gorman no es la nueva Wanda Coleman, Elizabeth Bishop o John Ashbery.

2) Si así fuera, ¿podría comentar brevemente en qué consiste?
–El lenguaje es lo menos esencialista que existe. El lenguaje –y la poesía es el elemento nuclear, la operación fundante del lenguaje– es el que ha introducido los géneros, por ejemplo, pero como parte de un sistema de signos que, al menos desde Saussure para acá sabemos, es absolutamente arbitrario a los fines prácticos; es decir, la mesa se llama mesa solo porque todos la llamamos así. Si todos nos ponemos de acuerdo, puede llamarse silla. Y podemos empezar a decirle a la silla, mesa (si todos lo usamos de ese modo). Es un sistema a los fines de la comunicación más básica, más convencional o funcional. Por otro lado, no hay dudas de que la experiencia puede jugar un rol importante en la traducción, es decir, si hay un poeta que canta a las Highlands (un poeta escocés que me gustaría traducir, por ejemplo, que me gusta mucho, Thomas A. Clark, su libro Farme by the shore (Granja en la costa), y le da un lugar muy intenso a los elementos del paisaje, bueno, evidentemente, algo de poder recuperar ese paisaje de la realidad, ciertos detalles, puede ser importante a la hora de traducir. Pero no la identificación sexual de Thomas A. Clark o de qué modo ejerce su masculinidad o la ideología que a priori uno podría atribuirle.

3) ¿Se topó alguna vez con algún texto que no haya podido traducir por esa circunstancia?
–No que yo recuerde. Hay numerosos textos que no me he sentido en condiciones de traducir, pero no por una cuestión de género. Hace poco terminé un libro de Annie Ernaux, por ejemplo, y mientras leía –y obviamente traducía para mí en la lectura, no soy bilingüe al francés– había pasajes de una dureza, de una parquedad áspera que me recordaban el lenguaje de Andrés Rivera. Me parece que el problema es justamente ése, es un problema, podría decirse, imaginario, la imposibilidad o dificultad para poder cruzar los géneros sexuales en la literatura, sobre todo a nivel crítico; siempre se asocia a un escritor hombre con otro escritor hombre y a una escritora mujer con una escritora mujer, y a un escritor o escritora homosexual con otro escritor o escritora homosexual; ahí nos comportamos como si fuera una clase de educación física en un colegio católico hace cuarenta años. Con semejante ingenuidad e ignorancia. Yo leo a Felisberto Hernández y pienso en Hebe Uhart; es más, me parece que Hebe ha sido lo más parecido a Felisberto después de Felisberto. O que Felisberto es un precursor natural de Hebe Uhart. Una vez le hicieron una entrevista a Gerard Depardieu con Catherine Deneuve. Y él dijo, “me gustaría ser un hombre como ella”. Porque claro, hay una virilidad –un control, un orden–, podría decirse, en Catherine Deneuve, que se entiende el chiste de Depardieu. Se trata de eso. La traducción es también un acto de travestismo, pero a todo nivel.


Verónica Zondek
(traductora chilena residente en Valdivia, Chile)

1)¿Existe algún rasgo genérico en la traducción?
–Supongo que lo que preguntas, es si acaso existe traza del género del traductor en lo traducido. Yo creo que lo que uno es naturalmente aparece de una u otra manera en lo que uno hace, y eso incluye también, a la traducción. No creo que sea posible traducir desde un lugar que omita las experiencias y la sustancia que nos hacen ser quienes somos. Entonces, el género, como otras tantas particularidades, no puede sino influir en el modo de percibir la realidad. Cuando hablamos de traducción literaria, son justamente esas particularidades, las que diferencian la contribución de uno u otro traductor.

2) Si así fuera, ¿podría comentar brevemente en qué consiste?
–Creo que de algún modo ya contesté esto, pero para agregar un punto más, me parece que esa es la razón principal del por qué se equivocan las editoriales cuando piensan que debe haber sólo una traducción hegemónica, la que ellos manejan. Creo que, con esa disposición, se le hace un flaco favor al libro en cuestión, ya que el género, el conocimiento, las lecturas, el territorio y otros asuntosque suelen ser parte de la identidad de una traductora o traductor, aportannuevas maneras de leer una misma obra. A fin de cuentas, para alguien que se aproxima a un autor o autorade otra lengua, estas traducciones, si son buenas, pueden resultar complementarias.

3)¿Se topó alguna vez con algún texto que no haya podido traducir por esa circunstancia?
–No, no creo que la circunstancia de ser mujer me signifique un impedimentoa la hora de traducir un texto. Cada uno traduce desde la honestidad de ser quien es.


Claudia Cabrera
(traductora mexicana residente en Ciudad de México, México)

1) ¿Existe algún rasgo genérico en la traducción?
2) Si así fuera, ¿podría comentar brevemente en qué consiste?
3) ¿Se topó alguna vez con algún texto que no haya podido traducir por esa circunstancia?

–No sé si ha sido cuestión de suerte, pero a mí, en realidad, el género nunca me ha afectado. Resulta que la mayor parte de los libros que he traducido han sido de autores hombres, quizá el 90 por ciento. Y nadie, nunca, me ha dicho que no debería o que no podría hacerlo. Curiosamente, sí me dieron una vez esa respuesta cuando propuse retraducir (al español de México, por primera vez) las obras del exilio de Anna Seghers. Ahí la objeción fue que la primera traducción la hizo una pareja de refugiados españoles, es decir, gente de la generación de la autora que había padecido en carne propia la experiencia. Y yo no. Y bueno... A otra editorial, por suerte, sí le gustó el proyecto y me lo aceptó. El hecho de que haya traducido sobre todo a hombres se debe a que ésos eran los encargos que me hacían las editoriales. En los últimos tiempos he podido proponer yo algunos títulos, y estoy tratando de traducir a más mujeres.




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