Séptima entrada de la encuesta sobre género y traducción.
1) ¿Existe algún rasgo genérico en la traducción?
–No creo en la neutralidad, que muchas veces se ha confundido con una masculinidad falsamente declarada universal. Uno respira, vive, lee et escribe con todo lo que es, con su género entre otros elementos identitarios. Todo eso está en juego todo el tiempo, en la mente y el cuerpo, aunque se nos escapen por buena parte las modalidades y las formas precisas. No lo puedo probar, pero tengo la convicción íntima de que es así.
2) Si así fuera, ¿podría comentar brevemente en qué consiste?
–Las afinidades de género, declaradas o no, se manifiestan a menudo en la selección de las obras que traducimos. Hay personas que eligen traducir sola o prioritariamente a mujeres, o a personas negras, o a personas trans, por razones a la vez literarias y políticas, y las entiendo. (También hay hombres blancos que traducen solamente a hombres blancos, pero eso no suele llamarse compromiso político, sino amor a la gran literatura universal.) Lectora y traductora ecléctica, he traducido libros muy diversos escritos por personas que también lo eran. Del español al francés, trabajo sola; del inglés al francés, he traducido más de 120 libros en colaboración con Paul Gagné. Las diferencias entre su manera de contemplar y ejercer el oficio y la mía tienen más que ver con nuestras personalidades respectivas, creo yo, que con el género. Tampoco he notado, en las entrevistas a traductores y traductoras, diferencias de género nítidas en su discurso sobre su arte. En cambio, veo que cuando los periodistas dan protagonismo a algún traductor, casi siempre se trata de un hombre. En la prensa francesa, es muy notable. Y se puede preguntar si la traducción es infravalorada porque está vinculada con lo femenino o si las mujeres son mayoritarias en el oficio en muchos países porque ya es infravalorado.
Otro asunto: ¿ a quién se traduce, a quién no? Aquí sí hay una diferencia de género notable. ¿ A cuántas escritoras latinoamericanas se tradujo durante el llamado Boom? A ninguna, o casi ninguna. Según fuentes norteamericanas, se traduce más, incluso hoy en día, a los hombres que a las mujeres. Estamos en un micromomento en el que las editoriales van buscando textos de mujeres, por razones de diversidad o porque creen de repente que se van a vender, pero es muy temprano para saber si se trata de una transformación profunda, como es de esperar, o de algún oportunismo pasajero.
3) ¿Se topó alguna vez con algún texto que no haya podido traducir por esa circunstancia?
–¿Hay textos que podría traducir pero que rechazaría, por alergia al machismo literario, por ejemplo. Simplemente, no tengo ganas de dedicar mis días a palabras de menosprecio u odio. Dicho eso, he traducido con placer a muchos hombres y a muchas mujeres; a la hora de aceptar contratos, más la calidad literaria y las afinidades cuentan más en el género en sí. Sin embargo, me da una alegría particular contribuir al reconocimiento de alguna escritora desconocida o poco considerada.
Alejandro González (traductor argentino residente en Buenos Aires, Argentina)
1) ¿Existe algún rasgo genérico en la traducción?
2) Si así fuera, ¿podría comentar brevemente en qué consiste?
3) ¿Se topó alguna vez con algún texto que no haya podido traducir por esa circunstancia?
–No. Por la sencilla razón de que un traductor no traduce autores, sino textos. ¿Cuántas obras literarias hay en las que una mujer narra desde una primera persona masculina? ¿O a la inversa? Si no supiéramos que Niétockha Niezvánova la escribió Dostoievski ni nos daríamos cuenta de que el autor es un hombre. Lo mismo podríamos decir para Memorias de Adriano y Yourcenar. ¿Un hombre tendría problemas para traducir Bonjour tristesse? Vuelvo a la primera frase: sería deseable que los traductores enfatizáramos esto de que traducimos textos y no autores (el "traductor de Baudelaire", "la traductora de Hesse"). A mi ver, esa ingenuidad deja un resquicio por donde se nos introduce la "metafísica moderna" de la idea de autor (aquí no puedo agregar nada a lo que ya planteó Foucault en 1969). ¿A ver si los traductores somos más antiguos que los autores? (Bueno, lo somos: la función traductor es más antigua que la función autor). Que desde hace unos años la cuestión de género (en este caso, del autor) ocupe tanto el pensamiento, no es algo que me concierna como traductor. Va de suyo que la traducción de textos filosóficos y de ciencias sociales no animan siquiera estas preguntas.
Katherine Silver (traductora estadounidense residente en Berkeley, California, Estados Unidos)
1) ¿Existe algún rasgo genérico en la traducción?
2) Si así fuera, ¿podría comentar brevemente en qué consiste?
3) ¿Se topó alguna vez con algún texto que no haya podido traducir por esa circunstancia?
2) Si así fuera, ¿podría comentar brevemente en qué consiste?
3) ¿Se topó alguna vez con algún texto que no haya podido traducir por esa circunstancia?
–¿Estás preguntando si la circunstancia de que soy mujer ha hecho imposible traducir algún texto? Diría que no. ¿O si el hecho de que soy mujer influye mis traducciones? Diría que todo lo que soy y he experimentado (judia, de cierta edad, de California, de una familia de izquierda, lectora de ciertos libros, etc ad infinitum) influye. Disculpa, pero no estoy muy al tanto del discurso ése..
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