La escritora y traductora española María José Furió publicó este artículo, en tres partes, en El Trujamán, en septiembre de 2016. Aprovechando que nos lo envía, lo publicamos para ir calentando los motores para el año que viene que Proust compartirá con Joyce, Eliot y Vallejo, en cuanto a efemérides se refiere.
Traducir
los Pastiches de Proust
En busca del tiempo perdido, la obra maestra de Marcel Proust, ha oscurecido con razón su obra breve, Pastiches et Mélanges [Pastiches y misceláneas], publicada en 1919. En España, sus textos menores se han traducido habitualmente por separado de la obra magna. Merece rescatarse, por lo ameno de su lectura y exhibición de genio de Proust, la colección de Pastiches dedicados al conocido como L’affaire Lemoine, un divertidísimo enredo protagonizado en 1905 por Henri Lemoine, un técnico electricista que aseguraba haber inventado el modo de fabricar diamantes a partir de carbón e intentó vender su invento nada menos que al director de la mayor sociedad de explotación de minas de diamantes, la De Beer’s. Descubierta la audaz estafa, que calculaba la caída en Bolsa de las acciones diamantíferas y el enriquecimiento del rufián una vez comprara los valores rebajados –perjudicando de paso al propio Proust, que poseía acciones de este negocio–, en 1908 se convirtió en la comidilla del tout–Paris cuando la prensa aireó los detalles y el nombre de los implicados.
Según relata el biógrafo de Proust, Georges Painter, el escritor vio la ocasión de sacarle punta al escándalo a través de unos pastiches que remedarían la manera de algunos de los escritores más conocidos de la época: “El ‘Caso de los diamantes’ le parecía, tal como había dicho Madame Straus con respecto al affaire Dreyfus, un fragmento de Balzac. En realidad, parecía un fragmento de Flaubert, de Michelet, del Journal de los Goncourt, o de casi cualquier escritor”.
Su intención era a la vez divertirse y divertir a sus lectores y hacer lo que llamó “crítica en acción”, pues la exageración requerida por la parodia pondría de relieve los vicios de estilo de los autores imitados, mientras el humor amortiguaría el daño sin ocultar su afecto y admiración por escritores como Balzac. Atribuía al pastiche una virtud purgativa: «es preciso que hagamos una parodia a plena conciencia, para evitar malgastar el resto de nuestras vidas escribiendo parodias involuntarias». En definitiva, los ejercicios de estilo le preparaban para la obra maestra por la que sería recordado. Los pastiches se publicaron, con enorme éxito, primero en el Suplemento literario de Le Figaro y luego en volumen en 1919.
En
España existen un par de traducciones recientes, publicadas por Funambulista (El
asunto Lemoine; Ascensión Cuesta, 2013) y por Ático de los Libros (El
escándalo Lemoine, Laura Naranjo y Carmen Torres, 2010), que no he
consultado para ocuparme de mi versión. Deduzco por las reseñas leídas en
google –positivas— que son ediciones sin notas∞. No sé qué
repercusión han tenido, aunque este tipo de títulos son, cuando la edición es
buena, como el fondo de armario para un adicto a la moda, un imprescindible que
tarde o temprano verá la calle.
Sin embargo,
creo que el interés de un librito
con los pastiches proustianos no se justifica exclusivamente por la gracia de
la anécdota y el humorismo que practica el genial escritor. ¿La
prueba? Goodreads recoge los comentarios de los lectores de los miles de
títulos registrados en su página. En Estados Unidos se hizo una edición popular
–The Lemoine Affair, Charlotte Mandell–, entiendo que “a cuerpo gentil”,
sin presentación o tan somera que lectores que pensaban entrar así en el
universo proustiano no pudieron disfrutar plenamente por falta de referencias
históricas, literarias, culturales, etc. La frustración de estos lectores es
comprensible. La pregunta (que supongo deben compartir y responder editor y
traductor en cada país) es qué cantidad de información suplementaria conviene
integrar en la traducción, en forma de prólogo y/o notas, para que el lector
disfrute de este genial tour de force humorístico.
II
El género pastiche puede entenderse como género derivado de otro: es la parodia de un texto o de un autor preexistente, la gracia para el lector no existe si no conoce la referencia de base. Afortunadamente, la mayoría de los autores imitados por Proust han sido traducidos al español, al menos sus obras principales –Balzac, Flaubert, Saint-Simon, los Goncourt y hasta Ernest Renan–; por lo tanto, si no es posible acceder a los originales franceses, ahí encontraremos pistas de sus argumentos, estilo, ideología, inflexiones, motivos recurrentes, etc. El éxito de la imitación deriva de la agudeza con que Proust detecta y destaca los rasgos de cada autor donde se concentran las cualidades y vicios de su estilo. Siendo como son simultáneamente una crítica y un homenaje, conforme el lector moderno va leyendo los sucesivos pastiches descubre que tiene en sus manos una Historia Exagerada de la Literatura francesa y, seguro, una obra distintiva de Proust. Así, en los Pastiches el diamante es, además de la piedra preciosa, una figura estilística que hemos visto ampliamente explotada a lo largo de los siglos en todos los estilos literarios, sobre todo en el Renacimiento y el Barroco, sin desaparecer nunca y por eso aquí es la sonrisa radiante de una mujer y las gotas de agua al chispear de una fuente; su brillo equivale a la mirada ardiente de una bella, la gota de rocío o… un rastro de moco en la solapa.
Henri de Regnier: De son nex qu’il oubliait de moucher, un peu de morve avait tombé sur le rabat et sur l’habit. Son noyau visqueux et tiede avait glissé sur le linge de l’un, mais avait adhére au drap de l’autre et tenait en suspens au-dessus du vide la frange argentée et fluente qui en dégouttait.
“De su nariz, que olvidaba sonarse, un poco de moco había caído en la solapa y en el traje. Su núcleo viscoso y tibio había patinado por el paño de uno, pero se había adherido a la tela del otro y mantenía en suspenso sobre el vacío el fleco argénteo y fluido que de él goteaba.”
Renan: L’éternel mirage de ces belles eaux que le soleil a midi vient vraiment diamanter.
“El eterno espejismo de estas aguas preciosas que el sol a mediodía viene verdaderamente a diamantar”.
La traducción plantea problemas de distinto orden. Empiezo preguntándome si la versión de Balzac debe mantenerse fiel también a las versiones españolas, especialmente en el tratamiento de los personajes, en los títulos entre paréntesis que insertaba el autor de La Comedia Humana en su obra, remitiendo constantemente a sus lectores a novelas suyas, un detalle que al acumularse en la brevedad del pastiche resulta muy cómico. Lo mismo sobre los nombres de los personajes de la nobleza. ¿Estos apellidos, Négrepelisse, Béauseant y Grandlieu, no parecen pedir a gritos ser dichos en español? Pero el de Sérisy apenas es una modificación del Sérizy y Lucien va a ser siempre Lucien.
Hay alusiones que no se entienden de ningún modo sin nota –salvo si el lector es profesor de francés y entonces qué estamos haciendo–, como lo del «tigre del finado Beaudenord” tomado del original Los secretos de la princesa de Cadignan. Hay referencias históricas en el pastiche que retoman las que Balzac hace en la Comedia, es el caso del mariscal de Montcornet, que aparece en Los decadentes y en Los campesinos y la gracia es reproducir la tendencia de Balzac a llenar de figuras ilustres sus novelas. Con la parodia de Proust, el pastiche de Balzac parece el camarote de los hermanos Marx pero rebosando de nobles y celebridades de la época. En una edición digital, la nota podría sustituirse por un enlace a los nombres, expresiones o referencias que pueden suscitar dudas, curiosidad o confusión.
III
Delante
de determinados detalles de información técnica conviene ser prudentes antes de
lanzarnos como locos a escribir la nota correspondiente, si no queremos
ganarnos el odio eterno del lector. ¿Hay que explicar qué es el second
brévet d’imprimeur, la segunda patente de impresor? ¿le contamos qué es una
mazagranera y cómo se usaba? A fin de cuentas, he tenido que buscar la
información y le regalo la nota gratis, pero imagino al enfurruñado lector
pensando: «podría vivir el resto de mi vida sin este precioso dato».
Pronto empiezo a ver fantasmas, en concreto el de Gustave Flaubert, que como fantasma no es peccata minuta. En el inicio de su pastiche encuentro esta frase: Il était veiux, avec un visage de pitre, une robe trop étroite pour sa corpulence, des prétentions a l’esprit.
Cuando llegue al final, las dudas, las certezas, los errores y los logros deberían alcanzar la dosis justa en mi reinvención de un estilo neoproustiano que seguramente será un pastiche de posibilidades.
[1] “Purificación mediante la parodia”, en Marcel
Proust, Biografía, Barcelona, Lumen 1989, pp. 457-472.
∞ –
La traducción de Ascensión Cuesta en Funambulista sí se acompaña de un breve
número de notas.
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