viernes, 31 de diciembre de 2021

jueves, 30 de diciembre de 2021

Los miembros de la RAE y de la Fundéu emulan cada año su imbecilidad del año anterior


Hay momentos en que la imbecilidad de los miembros de la Real Academia y sus brazos armados (léase la Fundéu) logran sorprendernos. Una de esas instancias es la elección, todos los años, de la “palabra del año”. De veras sorprende que esos tipos puedan mirarse en el espejo sin sentir vergüenza. Es lo que se desprende de la lectura de la siguiente nota, publicada en el sitio de la agencia TELAM en el día de ayer.

Vacuna, la palabra del año según la RAE

Mientras la pandemia no da respiro acelerada por la velocidad de propagación de su más novedosa variante –Ómicron–, el término vacuna cierra este 2021 convertido en la palabra más pronunciada y escrita del año, según la decisión que acaba de tomar la Fundación del Español Urgente (Fundéu RAE) tras dejar en el camino otras opciones como criptomoneda o negacionista.

Sin duda, las palabras marcan el pulso de una época. Así como en como correlato de un tiempo de incertidumbre en el aislamiento en los hogares pareció ser la estrategia global para desacelerar al nuevo virus, la aparición de la vacuna tuvo su impacto en el habla cotidiana y dio lugar a una centralidad que justifica su flamante elección como “la palabra del año”.

La asociación en la que confluyen la Real Academia Española (RAE) y la agencia de noticias EFE escogió este vocablo tan presente en todos los debates de corte social, político, científico y económico por sobre otros 11 que habían llegado a la instancia final anunciada el pasado 20 de diciembre, entre los que también estaban otras voces relacionadas con la pandemia, como negacionista y variante, así como criptomoneda, megavatio y talibán, y otras más raras, como carbononeutralidad o ecoansiedad.

Según Fundéu, se trata de una palabra que ha motivado incluso la aparición de neologismos, nuevos conceptos como vacunódromo (formado con la base culta -dromo, que se refiere a un espacio de grandes dimensiones destinado a fines determinados), entre otros.

Vacuna resultó elegida “por su interés lingüístico”, ya que como fundamentan desde Fundéu, tanto esta voz y sus derivados, como vacunación o vacunado, dieron vueltas en todo el mundo hispanohablante.

“El concepto de vacuna surgió en el siglo XVIII a raíz del descubrimiento del médico inglés Edward Jenner de que los infectados por la viruela vacuna o bovina quedaban protegidos frente a la viruela humana”, indica la institución en su comunicado. En español, se utilizó durante un tiempo “vaccina” (creada a partir del latín “vaccinus”, es decir, “de la vaca”), pero terminó imponiéndose vacuna, que apareció por primera vez en el Diccionario de la RAE en 1803, aunque no con su significado actual, que se incluyó en 1914.

También otras voces relacionadas han generado recomendaciones y consultas este año, como tripanofobia (“miedo irracional a las inyecciones”) o inmunidad de rebaño (para referirse a la teoría de que, si la mayor parte de una población se inmuniza frente a un virus, este grupo proporcionará protección indirecta a los no vacunados). Además, Fundéu le ha dedicado numerosas recomendaciones, varias de ellas enfocadas a su confusión con otros términos, como suero, antídoto o inmunización.

En paralelo, la utilización masiva de la palabra ha provocado dudas en su uso con ciertos verbos (inocular es un término genérico para referirse a administrar una vacuna, mientras que inyectar se refiere a una forma concreta de hacerlo).

Esta es la novena ocasión en que Fundéu, escoge su palabra del año desde que en 2013 iniciara esta tradición con escrache, a la que siguieron selfi (2014), refugiado (2015), populismo (2016), aporofobia (2017), microplástico (2018), los emojis (2019) y confinamiento (2020).

Esa acepción de vacuna, la más popular hoy, es la sexta del término: “Preparado de antígenos que, aplicado a un organismo, provoca en él una respuesta de defensa”. Y la definición incluye más detalles, como que el antígeno es “la sustancia que, introducida en un organismo animal, da lugar a reacciones de defensa, tales como la formación de anticuerpos”.

“En esta ocasión estaba muy claro, hubo un acuerdo general porque vacuna está a todas horas en nuestras conversaciones”, destacó la escritora Soledad Puértolas, miembro del comité de la RAE que participó de las deliberaciones del equipo de expertos.

miércoles, 29 de diciembre de 2021

Un virus tan hinchapelotas como las academias


Son muchos los temas a los que las academias de la lengua llegan después que los usuarios. Es así y no hay otro remedio, porque los lingüistas, filólogos y lexicógrafos siempre corren detrás de lo que la gente hace con el idioma. El conflicto surge cuando no es la academia la que propone el diccionario, sino la competencia. Es lo que pasó en Francia, según la noticia publicada por el sitio Sortir à Paris, el 10 de mayo de este año.

“Covid”, en masculino y sin mayúscula: Le Petit Robert mojó antes

La Academie Française quiso imponer el término “Covid”, como femenino. Para Le Petit Robert, el uso es la regla: los franceses dicen “el covid”, y así es como el diccionario escribe la palabra en su edición de 2022.

¿Deberíamos decir “la Covid” o “el Covid”? Esta es una pregunta que nunca nos hubiéramos hecho antes de marzo de 2020. Pero en 2021, el tema se debate. El 7 de mayo de 2020, la Academie Française decidió que, debido a la etimología del nombre del virus, era necesario decir “la Covid”, poniendo una letra mayúscula en el nombre.

Le Petit Robert no está de acuerdo. El diccionario ha optado por añadir este virus en las páginas de su edición 2022, pero escribe “el covid”: un nombre masculino, y sin mayúsculas. Sus autores justifican su elección en la página de presentación de la obra explicando “es el uso el que rige”. Si el femenino se adopta en el Canadá francófono, el masculino es por el momento mayoría en Francia, donde la opinión de la Academie Française llegó tarde, mientras que el masculino ya estaba bien establecido.

Sin embargo, el famoso diccionario hace una distinción entre el término genérico “covid” (como en el ejemplo “covid sospechoso”) y el nombre específico Covid-19, que lleva una letra mayúscula. Por tanto, encontramos el virus definido de la siguiente manera: “Enfermedad infecciosa y contagiosa provocada por un coronavirus”.

Su competidor, el Larousse, también desveló las novedades de su edición 2022 unos días antes. Sin embargo, el diccionario siempre escribe con mayúscula Covid y juzga que la forma correcta es la femenina.

France Info también revela que la edición 2022 de Le Petit Robert contiene muchas palabras que surgieron con la pandemia: “desconfinamiento”, “distanciamiento”, “contacto cercano”, y otras más raras, como “aerosolización” (“aire de difusión de partículas finas por aerosol”) o “saturómetro” (“dispositivo que mide la saturación de la sangre con oxígeno”).

martes, 28 de diciembre de 2021

Sobre la importancia de los archivos editoriales

Una imagen del IMEC
Entre las distintas formas del atraso editorial español respecto de otros lugares de Europa, se debe considerar la ausencia de archivos fiables referidos al acervo propio. De acuerdo con la bajada de este artículo, publicado en ABC Cultural, de Madrid, el pasado 19 de diciembre, con firma de Karina Sainz Borgo, “A diferencia de Alemania, Italia o Francia, no existen en España instituciones volcadas en proteger el patrimonio cultural editorial”.

A la búsqueda de la memoria histórica editorial en español

En su Historia universal de la destrucción de los libros Fernando Baez propuso a los lectores un itinerario que abarcaba desde el saqueo de las bibliotecas de Bagdad o los papiros quemados de Herculano hasta el incendio de la biblioteca de El Escorial. La desaparición y destrucción de códices, manuscritos o correspondencia muestran la fragilidad de un patrimonio cultural cuya existencia confiere contexto y pertenencia.

La documentación del proceso mediante el cual un texto se convierte en libro es una forma de memoria. Cuando Basilio Baltasar asumió la dirección literaria de Seix Barral, se propuso recuperar tanto el premio Biblioteca Breve como la Biblioteca Formentor. “Pedí el archivo histórico de todas las sesiones y actas de deliberación, pero el archivo había desaparecido. Fue una pena, porque era histórico. Tenía muchos documentos de la época de Carlos Barral”, dice Baltasar.

A pesar de su potente tradición literaria y de ser puente con América Latina, no existe en España ninguna institución vinculada directamente a los editores y cuya función sea conservar y divulgar sus archivos. Un texto no es un libro en sí mismo. La cadena de producción de un libro involucra a un autor, editor, un agente literario, un corrector, un traductor y un diseñador. Entraña un tejido y un patrimonio cultural cuyos documentos atestiguan un tiempo.

Los archivos y el español
Desde hace más de dos décadas, el seminario Medet Lat en Francia se dedica a la investigación sobre la literatura latinoamericana. Se trata de un grupo interuniversitario y multidisciplinario que reúne a las principales casas de estudio de Francia —la Sorbona, Nantes, París, entre otras— con el objetivo de analizar, desde el campo de la literatura comparada, la traducción y la mediación editorial, la relación entre América Latina y Francia. Ese flujo constante entre dos idiomas, el francés y el español, tiene en España uno de sus principales vínculos.

Este año Medet-Lat organizó junto con el Institut mémoires de l’édition contemporaine (IMEC) y la universidad de Caen, en Normandía, un coloquio internacional sobre la literatura latinoamericana. Se abordó la importancia de la traducción y de los archivos editoriales como una herramienta para la reconstrucción histórica de la relación literaria de Francia con los países hispanohablantes. “Una de las fuentes fundamentales que tenemos para estudiar ese proceso histórico entre América Latina y Francia son los archivos editoriales del IMEC. Todas las casas editoriales importantes han depositado sus archivos aquí. Hay documentación de autores y también de traductores, por ejemplo: el archivo de Claude Couffon, el traductor de Federico García Lorca”, explica Gustavo Guerrero, director del seminario y editor en Gallimard.

Además de los representantes de los principales archivos europeos, como el que tienen en Italia los sellos Einaudi y Mondadori o Gallimard en Francia, acudieron a este coloquio la editora de Anagrama, Silvia Sesé, junto a Susana Castaño, responsable del archivo de un sello cuyo catálogo reúne lo más importante de la literatura contemporánea internacional y en español. “Quisimos ver cómo se construye un archivo y completar nuestra experiencia de catalogación, además de compartirla. Llevamos años trabajando, con la voluntad de que el archivo es un patrimonio de la editorial”. Acudió también a las sesiones de trabajo María Lynch, agente literaria y socia de Casanovas & Lynch, la agencia que representa a autores como Javier Marías y que posee, también, un archivo potentísimo: contratos, correspondencia, informes de lectura.

Tras visitar los archivos del IMEC y Gallimard, tanto Sesé como Lynch llegaron a la conclusión de que era necesario un proceso de trabajo para que en el futuro, y con el apoyo de estas instituciones, se pueda liderar la posibilidad de crear un IMEC en España. «Es importante trabajar en ese proyecto, que haya otros archivos editoriales de autor», asegura Lynch. Por su parte, Sesé cree que es posible. “De momento, hemos pensado en organizar un festival literario y de reflexión editorial como primer paso para concienciar sobre la posibilidad de tener algo parecido en España”.

“Quisimos hacer un encuentro europeo con investigadores que han trabajado en archivos italianos, alemanes, franceses y de España, donde no hay instituciones de este tipo. La idea de invitar a editores españoles era para saber cuál es el estado de los archivos editoriales en España. Queremos que eso siente un precedente para que los editores españoles comiencen a tener un patrimonio”, asegura Gustavo Guerrero.

lunes, 27 de diciembre de 2021

Los traductores y la hora de los buenos deseos

Las fiestas de fin de año son una buena oportunidad para hacerles hacerles llegar los buenos deseos a aquéllos que nos importan. También, para llevar a cabo una suerte de inventario de lo realizado durante el año que pasó.

Esto, bajado a la realidad del comercio, implica, enumerar los logros y anunciar los objetivos, lo que en el mundo editorial se traduce en hacer mención de los libros publicados en el período y anunciar los que vendrán. Hay incluso algunas editoriales que separan lo escrito en la  lengua nativa de las traducciones. 

Nombrar a los autores es obligatorio y, mal que les pese a los editores, su principal argumento de venta. 

Nadie, en esas publicidades disfrazadas de buenos deseos, nombra a los traductores. O sea, los libros traducidos se tradujeron solos. Y acá no se trata de reclamar dinero, sino del reconocimiento debido. Pero, el nombre del traductor, ese mismo que suelen olvidar los periodistas culturales, también lo olvida la gran mayoría de los editores, que, como todo el mundo sabe, son unos grandes humanistas.

Jorge Fondebrider


jueves, 23 de diciembre de 2021

A ver si "todos y todas" por una vez somos "todos y todas" y no sólo los del club de siempre

Ana Clara Pérez Cotten, el 21 de diciembre pasado, publicó la crónica de un encuentro realizado en la Cancillería con el objeto de promover el libro argentino en el exterior. La nota, publicada por la agencia TELAM, se reproduce a continuación.

Lanzaron el plan Libro Argentino para apostar a la exportación y robustecer el mercado editorial

Con el objetivo de recuperar el espacio comercial del libro argentino en el mercado de la lengua española, pero también para representar a la cultura nacional en el mundo, se lanzó el "Plan de internacionalización Marca Libro Argentino", un programa de objetivos y lineamientos que apunta a que las distintas áreas del Estado coincidan, se articulen y sumen esfuerzos para que la industria editorial logre trascender las fronteras.

Bajo el sello protocolar del Salón Libertador del Palacio San Martín pero en un clima de encuentro típico de fin de año y con el mundo del libro como consigna y objetivo, coincidieron el canciller Santiago Cafiero, la directora de Asuntos Culturales, Paula Vázquez; la secretaria de Relaciones Económicas Internacionales, Cecilia Todesca Bocco; la secretaria de Gestión Cultural del Ministerio de Cultura, Lucrecia Cardoso y un grupo de escritores nutrido integrado por Martín Kohan, Cecilia Szperling, Claudia Piñeiro, María Negroni, Juan Sasturain, Enzo Maqueira y el ilustrador Diego Bianchi. Se sumaron, además, representantes de la Cámara Argentina del Libro y de la Fundación El Libro.

En vez de preguntarle a los escritores de donde viene su inspiración, indaguen en su condición material. Esto requiere de políticas públicas específicas", advirtió Martín Kohan, en representación de los escritores, para dar cuenta de la importancia de abordar desde el Estado la exportación de libros y de derechos de autor.

El plan de internacionalización del sector editorial, basado en lineamientos para una estrategia de comercialización de derechos de obras argentinas, busca robustecer herramientas ya probadas como el Programa SUR y el Argentina Key Titles.

"Estoy acá sosteniendo esta pila de libros como el gesto de una decisión política que apunta a jerarquizar el libro como objeto cultural pero también para garantizar su mercado", empezó Váquez mientras sostenía, con la ayuda del atril, ejemplares del poeta Ricardo Zelarayán, una primera edición de un poemario de Alejandra Pizarnik, la última novela de Claudia Piñeiro, un ensayo de Martín Kohan y una novela de Eduardo Berti, entre otros libros.

"Los traigo como amuleto para mostrar lo maravillosos que son los libros argentinos", aseguró la directora de Asuntos Culturales, en un claro intento de salir de la simple entelequia en el contexto de una acto institucional. "Me gustaría no volver a escuchar aquello de la época dorada de la edición argentina vinculada al pasado, quiero que la época dorada esté en el futuro", sostuvo e insistió en su compromiso para lograr que los libros nacionales oficien de bandera en el mundo.

El libro argentino es uno de los pilares de la gestión para 2022-2023, junto con la representación argentina en la Bienal de Venecia y la difusión de la candidatura del museo Esma ante la Unesco como patrimonio de la humanidad. "Queremos trabajar desde Cancillería en conjunto con otros organismos del Estado para recuperar el espacio del libro argentino en la lengua española", explicó sobre la articulación que aspira a que se de en el Estado a la que se sumarán la Cámara argentina del libro y el Centro de Políticas Públicas del Libro de la Universidad de San Martín.

A su turno, la secretaria de Gestión Cultural del Ministerio de Cultura, Lucrecia Cardoso, resaltó la dimensión económica de la cultura, que "crece más que la media de la economía argentina". "Necesitamos divisas para resolver las restricciones externas. Y además, el sector editorial es un imponente generador de puestos de trabajo", resaltó.

El canciller Cafiero, durante su intervención, eligió destacar a "Marca Libro Argentino" como un "ordenador" para "potenciar y exportar una parte de nuestra identidad nacional": "Tiene valor agregado, pero fundamentalmente talento agregado. Les estamos agregando talento a nuestras exportaciones", dijo.

Kohan, en nombre de los escritores pero también con un conocimiento cabal de cómo funciona la dinámica del mundo editorial, llamó a no caer en lo que denominó la "trampa de la sacralización de la literatura": "La literatura, la lectura y la cultura tienen un prestigio extendido que roza la unanimidad y eso puede jugar en contra. La literatura, cuando se ve remitida a un olimpo trascendental, no hace sino alejarse de su condición material".

Kohan optó por interrogar a una metáfora trillada para dar cuenta del problema y del rol que debe asumir el Estado: "Se habla habitualmente de `la teta del Estado´. Me pregunto por qué `teta´y no `tetas´. No tengo idea. En definitiva, no es una cuestión de teta, sino de políticas públicas que vayan a contrapelo del abandono negligente que hemos sufrido".

"Los muchos hacedores de la literatura, la industria editorial, los libros, la interpelación de los lectores, requieren ni más ni menos que otras cosas, políticas específicas. De qué se habla sino cuando se habla de políticas culturales o de cultura y política", sostuvo el escritor al final de su intervención.

miércoles, 22 de diciembre de 2021

Pobres los periodistas culturales que sólo leen narrativa y creen que eso es toda la literatura


Todos los medios, todos los años, a esta altura de diciembre, suelen realizar una encuesta para ver cuáles fueron “los mejores libros del año”. La idea, no por repetida, carece de interés. El problema es la parcialidad. Me explico: se supone que hay distintos géneros literarios: la narrativa (que se divide en novela y cuento), el ensayo (que incluye muchos subgéneros, algunos de los cuales borran sus fronteras respecto de la narrativa: por ejemplo, la crónica), la literatura dramática y la poesía. De todos los mencionados los más cercanos a la idea de “mercado” son la narrativa y, en menor escala, el ensayo. Y todo indica que los periodistas culturales están cada día más cerca de lo que el mercado considera “literatura”, antes que de lo que debería interesarle a alguien preocupado por la cultura a secas.

Para ilustrar esta idea, bien podría considerarse la encuesta que acaba de llevar a cabo el pasado 19 de diciembre InfoBAE Cultura, que recurrió, de manera muy laxa, a las opiniones de periodistas culturales propios y de otros medios, incluyendo asimismo a colaboradores y amigos. En total, 64 personas que, con sus tres votos, dictaminaron cuáles fueron los libros de 2021.

¿Sorprendo a alguien si señalo que entre toda esta gente que ofreció un total de 192 opiniones apenas hubo mención a 6 libros de poesía?

¿Me creerían si añado que en el caso de los libros escritos en otros idiomas no hubo ni una sola mención de traductor, como si los libros se hubiesen traducido solos, sin que nadie mediara para que quienes no saben leer en otros idiomas, pudiesen leer en castellano?

Lo primero habla a las claras de que son muy pocos los periodistas culturales que leen poesía o que siquiera la consideran literatura (lo de la literatura dramática ya es tan terrible, que se entiende perfectamente el desprecio de los dramaturgos por los suplementos culturales).

Lo segundo, en cambio, es indicativo de la torpeza de los editores a quienes probablemente no se les cruzó por la cabeza que quienes traducen son también escritores, aun cuando la Ley Noble, todavía vigente a falta de otra mejor, así los considera.

El fenómeno, claro, no es privativo de Argentina. Jonio González, un querido amigo que trabajó toda su vida en el mundo editorial, pero que además es poeta y traductor, publicó en su Facebook lo que sigue, a propósito de la misma encuesta de fin de año, esta vez realizada por el diario español La Vanguardia, de Barcelona: “El prestigioso diario La Vanguardia ha encargado a varios ‘expertos’ [sic] una selección de los mejores libros del año 2021 (véase la edición de hoy, págs. 28 y 29). Las categorías: Narrativa (en catalán y en castellano), Narrativa Traducida, Ensayo, Memorias, Crónica y ‘Libros de pandemia’ [sic]. Por supuesto, los nombres de los traductores ni se mencionan, lo que no debería sorprender, como tampoco, a estas alturas, el que no exista una categoría denominada Poesía, y ello a pesar de que este año han aparecido, por mencionar tres, Tiempo sin claves, de Ida Vitale, la Poesía esencial de Mircea Cartarescu (en traducción de Marián Ochoa), o (y perdón por el autobombo, pero es que la poeta se lo merece) Esperando mi vida, de Linda Pastan (traducida por primera vez al castellano en versiones de Rosa Lentini y un servidor). Me aburre, a estas alturas de mi vida, hacer análisis sobre algo que cada vez le importa a menos gente. Creo, o quiero creer, que los lectores de poesía no esperan los suplementos literarios (esa suerte de catálogos de supermercado de la ‘cultura’) para saber qué leer; sencillamente van a las librerías y exploran, hurgan, escarban, remueven y manosean, hasta que encuentran lo que ni sabían que buscaban, una puerta que da a otra puerta, que da a otra puerta, que da a otra puerta”.

Considerado uno de los más grandes escritores argentinos del siglo XX, Juan José Saer (me gusta recordarlo) solía decir que los narradores que no leen poesía son semi analfabetos. ¿Cómo habría juzgado a los periodistas culturales?

martes, 21 de diciembre de 2021

Tranquilos, retardados: todavía están a tiempo


El mensaje llega a través de Mateo Schapire, encargado de la promoción y difusión del libro francés en el Institut français d’Argentine. Suponemos que la prórroga que se menciona será de interés para quienes no llegaban a tiempo a la fecha anterior.

Estimados/as,:

El Institut français d’Argentine informa la extensión del plazo de presentación al Programa de Ayuda a la Publicación Victoria Ocampo. Se recibirán proyectos hasta el viernes 7 de enero de 2022.

La totalidad de la documentación debe ser enviada progamavictoriaocampo@gmail.com.

Les recordamos que el programa está dirigido a editoriales argentinas que deseen traducir y publicar a autores franceses o de expresión francesa en Argentina. Los proyectos pueden pertenecer a diversos ámbitos literarios: ficción, ensayo, poesía, teatro, humanidades, ciencias sociales, historieta, libro juvenil, como también publicaciones académicas, científicas y artísticas.

Pueden descargar la totalidad de los documentos en esta dirección, en donde también encontrarán una explicación detallada del programa.

Saludos cordiales.

lunes, 20 de diciembre de 2021

Annemarie Schwarzenbach traducida en Córdoba

La suiza Annemarie Schwarzenbach (1908-1942) fue doctora en Filosofía, arqueóloga, periodista, fotógrafa y, sobre todo, novelista y escritora especializada en viajes. Su vida, digna de una película –amiga de los hermanos Mann, adicta a la morfina, amante de Carson McCullers– terminó con un accidente: luego de un caerse de la bicicleta, se golpeó la cabeza con una piedra y apenas despertó días después, habiendo perdido la capacidad del habla y la movilidad. Al cabo de una breve agonía, murió el 15 de noviembre de ese año, a los 34 años.

A los ocho libros traducidos al castellano, de los catorce que escribió, se suma ahora Lyrische Novelle (Breve novela lírica) que, con traducción de Sebastián Artero –abajo entrevistado–, acaba de publicar la muy sofisticada editorial Vilnius, de Córdoba, cuyos libros sólo se consiguen en Buenos Aires en las librerías Eterna Cadencia y Norte.

“Las impresiones de una voz fatigada”

–¿Cómo conociste a Annemarie Schwarzenbach?
–Hará unos quince años, di por primera vez con su nombre en algún blog, ya inexistente, que reunía textos de autores que me interesaban y me interesan: Thomas Bernhard, Hermann Ungar, Herta Müller, Bruno Schulz...

–¿Por qué decidiste traducirla?
–Trato de estar atento a la literatura en alemán escrita por autoras y autores cuyas obras han pasado al dominio público. El período que va desde fines del siglo XIX hasta los años 30 o 40 del siglo pasado me interesa especialmente; en esos años de mutación y descomposición se escribió mucha literatura que nos interpela en forma directa. Tal es el caso de la obra de Annemarie Schwarzenbach. A todo esto, cabe agregar que aquellos de sus trabajos que han sido traducidos al castellano en años recientes no están muy difundidos en nuestro país (y lo que se consigue resulta muy costoso para nuestros bolsillos), lo cual hace que poner una obra suya a disposición sea particularmente gratificante. Es así que, allá por el 2018, hice un esbozo de traducción de los dos o tres primeros capítulos, tarea que abandoné pronto y que retomé a fines del 2020, por puro gusto y deseo de verla terminada.

–¿Cuáles son los principales problemas de traducción que plantea?
–El carácter quebrado del relato, que recoge de manera fragmentaria las impresiones actuales o recordadas de una voz fatigada y convaleciente tras un enamoramiento obsesivo y no correspondido. Poco y nada sabemos de los personajes que entran y salen de escena, el contexto que se brinda es mínimo, y la tarea de traducción requiere rellenar imaginativamente ciertos huecos narrativos para dar con la comprensión y las palabras que permitan avanzar. Por lo demás, y como la misma autora observó alguna vez, el subtexto de la narración contiene una historia de amor lésbico, lo que muy posiblemente esté en el origen de ciertos pasajes algo enigmáticos. Una obra posterior de Schwarzenbach, El valle feliz, marcada por esta misma circunstancia, ha sido vertida al castellano declinando la voz narrativa en femenino, procedimiento muy atendible, si se lo justifica debidamente, que, sin embargo, yo no me atreví a seguir, puesto que en la gramática del texto, en su superficie visible, el protagonista es, sin más, un muchacho.

–¿Cómo decidieron con Julieta Canedo, su inclusión en el catálogo de Vilnius?
–De manera más o menos automática, aquello que nos ponemos a traducir (Julieta traduce del inglés y del italiano, yo solamente del alemán) suele encontrar su lugar natural entre nuestros libritos o en el catálogo de alguna editorial amiga (como el de la editorial más arriesgada y potente de Córdoba, el Taller Perronautas, de nuestro amigo Alejandro Titivillus Reynoso). Simplemente, el catálogo refleja nuestras inclinaciones, de manera que hay una continuidad básica entre la tarea de traducción y el resto de las tareas ligadas a la publicación.

viernes, 17 de diciembre de 2021

¿Qué es lo que realmente le pasa a Bouvard?

Toda frase, por sencilla que parezca, presenta sus vericuetos. Mi ejemplo, que proviene del capítulo X de Bouvard et Pécuchet, es éste: Bouvard, accidentalmente, llega a la que fuera su granja, cedida a Madame Bordin por una renta vitalicia. Allí la encuentra colgando ropa. Hace mucho no la ve porque, luego de un intento fallido de romance, terminaron peleados. En un momento dado, ella se sienta a descansar un instante y él experimenta esto:

Le parfum du gazon se mêlait à la bonne odeur de sa chair solide; et Bouvard eut un revif de tempérament, que le combla de joie.

La frase es bastante clara, pero, por prudencia, hecha mi propia traducción, quise ver lo que habían resuelto otros traductores.

En una de las traducciones que consulté dice:

El perfume del césped  se mezclaba al buen olor de su carne sólida, y Bouvard sintió un renacer de su temperamento, que le colmó de alegría.

En otra se lee:

 El olor de la hierba se mezclaba con el perfume de su carne sólida y Bouvard sintió revivir su temperamento de una manera que lo colmó de alegría.

 Y hay otra más donde se dice:

 El perfume de la hierba se mezclaba con el perfume de su carne firme; y Bouvard sintió un retorno del deseo que le colmó de alegría.

 Mi propia traducción es así:

 El perfume del pasto se mezclaba con el buen olor de su carne sólida; y Bouvard sintió una marea de deseo que lo colmó de alegría.

 Entiendo que hay dos problemas a considerar.

 El primero es la palabra revif, término náutico, que suele definirse como “anticipo de la marea”. Littré ofrece dos acepciones, que son las que también adopta el diccionario del CNRTL. La primera, indica que se trata del “momento en que la marea se vuelve cada vez más fuerte”. La segunda, mucho más general, se refiere al “estado de lo que vuelve a estar vivo”; vale decir, al renacimiento. En este sentido, todas las traducciones aluden a lo mismo y elegir una u otra depende de la subjetividad de cada traductor.

 La segunda palabra, creo, plantea una mayor complejidad porque tempérament, sin otra precisión, se traduce por “temperamento”, que los diccionarios de sinónimos del castellano equiparan a “carácter”, “manera de ser”, “personalidad”, “naturaleza”, “índole”, “idiosincrasia”, lo cual, no se atiene exactamente a lo que significa esa palabra en francés.

 En los foros de traducción franceses se discute por la impronta psicológica que conlleva el término y las observaciones en este sentido resultan pertinentes. Por su parte, Littré, propone otras varias acepciones. Algunas de ellas: 1) “Método de composición y mezcla”, 2) “Constitución física del cuerpo humano o, en lenguaje técnico, resultado general, para el organismo, del predominio de la acción de un órgano o sistema”, 3) “Carácter”, 4) Manera de moderar, de regular, de liderar, y 5) “Medida, moderación”. A esas acepciones correspondientes al siglo XIX, el diccionario del CNRTL suma otras; por ejemplo: “Parte de la psique relacionada con la estructura corporal, con la constitución del organismo a través de modificaciones humorales y reacciones del sistema neurovegetativo”; o “Conjunto de rasgos innatos que caracterizan a una persona psicológica y fisiológicamente”, y también “Estado de ánimo, disposición particular de una persona”, o “Personalidad fuerte”. Pero hay una que en francés resulta totalmente evidente y que resulta muy difícil de plasmar en castellano: “Naturaleza amorosa; apetito sexual de una persona”.

 Entiendo que todas las traducciones dan cuenta relativa de este último aspecto, que es el que aquí más interesa. Sin embargo, aquéllas que eligen “temperamento”, en cierto sentido, anulan la naturaleza sexual de lo que experimenta Bouvard. Entonces, traducir tempérament por “deseo” me parece más justo. Resta decidir si uno siente que lo que le ocurre a Bouvard es un retorno del deseo o si se ve asaltado de una marea de deseo. Supongo que la decisión es personal.

Jorge Fondebrider

jueves, 16 de diciembre de 2021

Sobre las particularidades lingüísticas chilenas

El pasado 30 de noviembre, en El Mundo, de España, Luis Alemany publicó el siguiente artículo. En su bajada se lee: “Los conflictos de clase, generacionales y políticos, el aislamiento geográfico, el activismo feminista y LGTBI y hasta la música urbana cambian la lengua del país andino a una velocidad nunca vista”.

El español de Chile: la gran olla a presión del idioma

Las redes sociales, los intercambios académicos transatlánticos, el éxito del pop latino, La casa de papel y la serie de Luis Miguel, los tutoriales de Youtube... El mundo globalizado ha logrado que los hablantes del idioma español convivan más estrechamente que nunca, que se familiaricen con los matices de cada idioma español. Un andaluz o un catalán medianamente conectados saben hoy diferenciar el habla de un colombiano del de un venezolano y a la inversa probablemente pase igual. En medio de ese redescubrimiento, un caso llama la atención: el del español que se habla en Chile, el más difícil de clasificar, el más reconocible por su melodía, por sus modismos y por lo que tiene de disruptivo. “Muchos lingüistas concordamos en que el español de Chile y el de Honduras son los que están variando más rápido en el mundo hispano”, dice Ricardo Martínez, lingüista y profesor de la Universidad de Chile. “Llevo cinco años viviendo fuera de mi país y pienso en eso a diario, sobre todo porque mi hijo me pregunta”, añade el novelista santiaguino Alejandro Zambra.

¿Qué quiere decir “lo que tiene de disruptivo el español de Chile”? Son criterios difíciles de medir con datos objetivos pero fáciles de percibir: la velocidad con la que cambian el lenguaje oral y escrito, el léxico y también la morfología y la fonética, la manera en que los códigos sociolingüísticos caen y son sustituidos por otras claves, la relación cada vez más laxa que los hablantes tienen con la norma... “No existe ningún estudio que mida eso. Por ahora es solo una intuición, una impresión que podría no ir mal encaminada si se tiene en cuenta que la velocidad de los cambios lingüísticos se relaciona con los tipos de estructuración social”, explica Darío Rojas, profesor en la Universidad de Chile y miembro de la Academia Chilena de la Lengua.

Algunos ejemplos: “Para mí, la gran novedad es que los nacidos de mediados de los 70 en adelante han empezado a usar el espectro coloquial dentro del espectro formal. Se da en la política, se da en la vida académica... Ojo, es la población formada, la que pasa por la universidad, la que ha llevado la coloquialidad a la formalidad”, cuenta Soledad Chávez Fajardo, profesora de la Universidad de Chile, miembro de número de la Academia Chilena de la Lengua. “Hay muchísima informalidad en el lenguaje actual”.

“Un ejemplo concreto muy interesante es la modificación de la pronunciación”, añade Ricardo Martínez. “Hay rasgos como la forma de pronunciar la ch, que estaba muy estratificada por grupos sociales. El habla de prestigio pronunciaba Chile; el habla de las clases bajas decía Shile. Esa diferencia se ha aplanado porque los grupos sociales han empezado a interactuar mucho más de lo que hacían antes, sobre todo en la educación superior. Ya no hay tanto aislamiento y, por eso, el habla es más homogéneo, al margen de que haya grupos radicalizados en su búsqueda de la identidad. El español chileno estaba dividido por estratos sociales más que por territorios; era muy fácil identificar de qué clase venía otra persona por su habla. Ahora no lo es tanto”.

¿Y lo de la morfología? El uso del sufijo -e como marca del género neutro se dio a conocer al mundo hispano en las protestas de Santiago de Chile de 2019. Ese año, los carteles, los discursos y las pintadas apelaban a los chilenos, las chilenas y les chilenes. Hoy, Martínez y Fajardo coinciden en que su uso está perfectamente normalizado en las aulas. “Yo doy clase en la Universidad de Chile, que es pública, y en la Diego Portales, que es una privada más o menos asimilada a la pública. En las dos está muy presente esa -e. Si empiezo una clase en Zoom, saludo 'Hola a todos, todas y todes'. Y los alumnos, las alumnas y les alumnes responden igual”, explica Martínez.

Darío Rojas matiza esa idea: “La -e es una forma de acción política contestataria frente a la ideología dominante y al patriarcado. Si se normalizara, dejaría de ser disruptiva. No creo que lo que las activistas deseen sea alcanzar una hegemonía para le -e”. En su correo, Rojas emplea sistemática y conscientemente el género femenino (“las antropólogas”, “las jóvenes”, “las activistas”) como la forma que engloba a hombres, mujeres y personas no binarias.

En el fondo, los tres ejemplos parecen dar vueltas sobre una misma idea: la aceleración del español de Chile es el reflejo de las grietas sociales de un país que era considerado un caso de éxito económico, político y social pero que escondía desequilibrios, agravios y descontentos crónicos. ¿Cómo no relacionar los cambios del lenguaje de Chile con las protestas de 2019?

Algunos datos previos: el español de Chile siempre fue diferente, desde la época de la colonia. “En el siglo XVI, cuando empezó la koinización del idioma, el proceso estandarizador del español, llegaron a América la imprenta, las universidades y muchos españoles que venían de la corte y traían la variedad centro-norteña del idioma en España, que ha sido siempre la prestigiosa, a diferencia del habla de Andalucía predominante en la conquista. Pero llegaron a las zonas de virreinato: a México, Perú, Colombia y, más tarde, a la zona de La Plata. A Chile no porque Chile sólo era una capitanía, una zona alejada y aislada por la cordillera y el desierto”, explica Chávez Fajardo. “En dialectología, siempre se pone un mapa del español de América que diferencia la zona andina, la guaranítica, la mesoamericana, la rioplatense... Y la de Chile, como un país solitario”.

¿Significa eso que el español de Chile se parece más al español andaluz de hace 500 años que otras variantes americanas del idioma, igual que el hispano-judío remite al castellano del año 1492? “Esa es la antigua postura. Digamos, mejor, que la base del español de Chile tiene muchos elementos del español andaluz unidos a muchas otras innovaciones posteriores”, explica Chávez Fajardo. Otras particularidades: en Chile no se dio nunca la resistencia a los anglicismos que se ha dado en otros países latinoamericanos, según Ricardo Martínez, que habla de los “anglochilenismos” de las ciudades portuarias. Y, por supuesto, está la influencia de las lenguas indígenas de la zona y de los otros idiomas de la inmigración europea: alemán, croata, italiano...

Pero ni el aislamiento geográfico ni el histórico ni el contacto con el idioma mapuche explican el cambio que vive el español de Chile. “Chile es una sociedad fuertemente marcada por conflictos de clase, y eso se manifiesta en la identidad lingüística y en la ideologías lingüísticas de las hablantes de castellano chileno”, explica Darío Rojas. Su teoría es que todo lo que ha pasado en Chile estos años con el idioma empieza a ocurrir en los demás países de habla hispana en los que las clases sociales condicionan la convivencia. Y eso hace el caso chileno aún más interesante.

Hablemos de España por un segundo. ¿Alguien se ha fijado en que españoles de la clase media universitaria como C. Tangana o Íñigo Errejón hacen suyo y estetizan el viejo habla de la clase trabajadora urbana, eso que en Madrid se llamaba cheli? ¿En que ese uso tiene un matiz político e identitario, que es una manera de simbolizar su inconformismo...? ¿Les suena familiar ese uso del lenguaje a los chilenos?

“En los últimos años estamos viendo variedades muy ideologizadas del habla. Lo que ustedes llaman cheli aquí se llama flaite. Y hay muchos grupos de personas en la universidad que no pertenecen por origen a esa cultura pero que están validando su lenguaje. Creo que el reguetón y el trap también influyen en ese fenómeno y por eso creo que está pasando lo mismo en otros países de América Latina”, explica Ricardo Martínez.

“En realidad, los cambios en el discurso político empezaron por la derecha”, continúa Chávez Fajardo. “La nueva derecha que se consolidó cuando llegó la democracia tuvo líderes jóvenes, políticos de clase media alta que adoptaban un lenguaje coloquial para generar cercanía”. En esos años de reinvención, ese español chileno informal era un gesto de optimismo liberal. Luego, cuando llegó el desencanto, se volvió todo lo contrario.

“Es la esencia de cualquier protesta, también la del estallido social de 2019. La protesta siempre significa inmediatez comunicativa: hay que comunicar corto, con ira, comunicar igualándose en vez de distinguiéndose... En 2019 ocurrió algo más: afloró el español de Chile. Los hablantes suelen tener una visión negativa de su habla, piensan que hablan mal, por más que en la Academia les intentemos persuadir de que no es así. No sólo ocurre en Chile”, dice Fajardo. “En 2019 hubo un cambio: palabras que pasaban por incorrectas y no ejemplares entraron en la discusión pública”.

Entonces, ¿queda espacio para el lenguaje normativo en Chile? “Pese a todo, pese al vértigo de las transformaciones sociales, ideológicas, valóricas, y la identidad de las personas, Chile sigue siendo un país muy institucionalizado, muy dirigido desde el Derecho. La Justicia, los medios tradicionales y el Gobierno, mantienen la norma llamada culta. No es lo mismo que ocurre en la universidad”, termina González.

Sólo nos queda hablar de la literatura. Así, de memoria: los libros de Jorge Edwards y José Donoso no sonaban muy chilenos, ¿verdad? ”No, pero porque el Boom adoptó un lenguaje casi neutro, un latinoaméricano sin marca. Fuentes y Vargas Llosa usaban ese mismo lenguaje. García Márquez fue la excepción”, explica Ricardo Martínez. 50 años después, los lectores no chilenos de Sudor, de Alberto Fuguet, tenían que armarse de paciencia para aprender decenas de formas del argot santiaguino. “A veces puede ser un agobio vivir en Chile (en estos días inciertos y angustiosos, donde se asoman las fauces de lo que el poeta Enrique Lihn tildó como “el horroroso Chile”), pero hablar en Chile siempre fascina, incluso tenemos una palabra propia para generar enredos en una conversación: el cahuín, y un verbo, cahuinear, para el chisme. A veces da risa. No es casual que digan que es un país de poetas. Todos, en rigor, usan el lenguaje a su manera. Oral, por escrito, y ahora de manera digital. Más que una suma de dialectos, Chile posee jergas sociales-etarias que lo hacen muy vivo. Usar el chileno te permite ser libre en un país que, en ocasiones, se torna autoritario”, responde Fuguet en unas líneas escritas para explicar a EL MUNDO su visión del hiperchileno.

miércoles, 15 de diciembre de 2021

De cómo la estupidez parece que enseña, pero no

En de la revista mexicana Letras Libres, correspondiente a diciembre de 2021, Jane C. Hu (foto), periodista científica que trabaja en Seattle, publicó el siguiente artículo en cuya bajada se lee: “Las frases absurdas que Duolingo utiliza son un fenómeno en Internet. Pero más allá de su gracia, tienen utilidad en la enseñanza de idiomas”.

¿Por qué las oraciones raras te ayudan a aprender idiomas?

En noviembre de 2020, la humedad del otoño se había instalado en Seattle. Con la pandemia en su pico más alto y las reuniones al aire libre que resultaban menos atractivas, mi vida social cayó en picada. Para llenar mis tardes, decidí dedicarme a esas cosas que siempre dije que haría si tuviera más tiempo, como practicar chino. Aunque crecí hablando mandarín, nunca había dominado la lectura o la escritura de caracteres, así que abrí mi cuenta de Duolingo, que llevaba mucho tiempo olvidada, y me comprometí a tomar al menos una lección al día.

 Ya sea que domines un idioma o seas un completo principiante, Duolingo no te enseña el lenguaje de la misma forma a como lo aprendiste en la escuela, con listas de vocabulario y conjugaciones verbales. En lugar de eso, te hace entrar de lleno y empezar a relacionar palabras con sus significados o traducir frases. Mis lecciones empezaron de forma sencilla, con nuevo vocabulario y frases para practicar la gramática. De vez en cuando había alguna que me hacía reír, como “Es guapo pero no es buena persona” o “Hay demasiada gente aquí”. Otras, en el contexto de la pandemia, me resultaron inesperadamente conmovedoras: “Este año no puedo celebrar el Año Nuevo chino con mi familia” y la simple pero aterradora pregunta: “¿Eres feliz?”. Pronto mis lecciones se desviaron hacia lo absurdo. Podía imaginarme escenarios muy concretos en los que necesitaría saber decir “Se bebió tres botellas de Baijiu y ahora está durmiendo” o “Tengo 1,500 fotos de gatos en mi teléfono”, pero no parecían el tipo de frases que necesitaría saber escribir.

 Una rápida búsqueda en Google me mostró que yo no era la única que sentía curiosidad por estas extrañas frases. Ningún fenómeno de Internet está completo si no hay cuentas de Tumblr y Twitter dedicadas a documentarlo. Los usuarios compartían frases sin sentido como “La novia es una mujer y el novio un erizo” o “El hombre come helado con mostaza“. Había otras llenas de angustia existencial, como “Estoy comiendo pan y llorando en el suelo” y “Hoy miraré a lo lejos y también lloraré”, ambas  nominadas por los usuarios de Duolingo como “las frases de 2020″. Era claro que esas frases tontas eran una especie de estrategia, pero ¿exactamente qué intenta Duolingo conseguir con ellas?

Para averiguarlo, fui directamente a la fuente. Cindy Blanco, científica del aprendizaje en Duolingo, me explicó que el contenido de la empresa es generado por equipos de idiomas específicos, cada uno de los cuales tiene sus propias peculiaridades. Las lecciones de noruego y sueco, por ejemplo, suelen incluir referencias a la música grunge de los 90. A algunos equipos siempre les ha gustado agregar frases raras o divertidas, y con el paso del tiempo los creadores de los cursos tomaron la decisión explícita de incluirlas, bajo la teoría de que las frases raras tienen el potencial de impulsar el aprendizaje. Pregunté cómo funciona eso, y Blanco me explicó que la gente suele aprender mejor cuando hay diferencia entre lo que espera y lo que realmente encuentra. “Cuando hay un conflicto entre las expectativas y la realidad, se desencadenan respuestas en el cerebro”, dijo Blanco. “Te obliga a prestar más atención a lo que estás viendo”. Por ejemplo, cuando ves una frase como “La novia es una mujer y el novio es un…”, es probable que tu cerebro la rellene con la palabra “hombre”, por lo que la palabra “erizo” que utiliza Duolingo resulta una sorpresa. Y así, voilà, te has visto obligada a prestar más atención.

 Sam Dalsimer, jefe global de comunicaciones de Duolingo, me dijo que este enfoque en parte se basa en la investigación de un equipo de psicólogos de la Universidad de Gante en Bélgica, publicado en PLOS en 2018. De modo que me puse en contacto con los autores del artículo. Tom Verguts, un profesor de psicología que dirige el laboratorio donde se llevó a cabo la investigación, me dijo que nunca había oído hablar de Duolingo y que no estaba al tanto de que los investigadores de allí estuvieran familiarizados con su trabajo. Sin embargo, pareció satisfecho de que su investigación hubiera servido de algo, y estuvo de acuerdo en que la “extrapolación” que Blanco y su equipo asumían podía ser válida.

El artículo de Verguts estudió lo que los investigadores llaman “errores de predicción de recompensa”, es decir, el concepto de que el aprendizaje se produce cuando te encuentras con un resultado inesperado. (Una vez más, piensa en erizo en lugar de novio). Hay muchas evidencias de que la sorpresa ayuda a las ratas o a los primates a aprender de forma pasiva cosas como obtener una golosina, pero Verguts y sus colegas querían ver si los errores de predicción de recompensa podían mejorar la capacidad de los humanos para aprender algo de manera intencional, como nuevo vocabulario. Para ello, los investigadores le enseñaron vocabulario en suajili a un grupo de hablantes de neerlandés, con un método que los usuarios de Duolingo podrían reconocer: un programa informático mostraba una palabra en neerlandés y luego proporcionaba una, dos o cuatro palabras en suajili para que el usuario las seleccionara como traducción correcta. Como estos hablantes de neerlandés no sabían suajili, cada selección era esencialmente una suposición, y después de cada suposición el participante recibía retroalimentación sobre si había adivinado correctamente. Una vez que los participantes habían pasado por el programa, se les evaluaba para ver si recordaban las palabras correctas.

Resultó que las personas a las que se les habían dado cuatro opciones obtuvieron mejores resultados en la prueba final. Verguts llegó a la conclusión de que esto se debía a que cuando esas personas adivinaban la respuesta correcta entre cuatro opciones, se sorprendían más que las que elegían entre dos opciones. (Los participantes que tenían nada más una opción no se sorprendían en lo absoluto.) “Solo se puede aprender haciendo una predicción”, dice Verguts, y cuando se dan cuatro opciones, es más inesperado elegir la correcta. Ese resultado inesperado –es decir, un error de predicción de recompensa– es más sorprendente, y podría servir como un tipo de recompensa que impulsa un mayor aprendizaje.

Las frases tontas o divertidas son igual de inesperadas, y podrían desempeñar un papel similar en el aprendizaje de idiomas. “Mi interpretación es que el humor es un tipo de ‘error de predicción’”, dice Verguts. Las frases predecibles –por ejemplo, “La novia era una mujer y el novio era un hombre”– son habituales y poco llamativas. Las oraciones erráticas (lo que los lingüistas llamarían “oraciones semánticamente impredecibles”) suelen ser simplemente absurdas, como “La mesa atravesó la verdad azul”. Pero hay algo en medio, que es donde reside el humor, especula Vergut. “La novia es una mujer y el novio es un erizo” es un ejemplo perfecto de ese punto medio entre lo rutinario y lo disparatado.

Vergut no sabe de ningún estudio que analice directamente si el juego o el humor pueden impulsar el aprendizaje. La bibliografía que encontré eran informes –no estudios– de profesores de idiomas que trabajan en un aula, no en una aplicación. Le pregunté a Nicole Holliday, profesora asociada de lingüística en la Universidad de Pensilvania y presentadora del podcast de lingüística Spectacular Vernacular,de Slate, por qué los investigadores no han profundizado en la relación entre el aprendizaje y el humor. ¿Una razón? “Las cosas chistosas no son chistosas para todos”, comenta. Yo puedo reír a carcajadas si me encuentro la frase “Vendo refrigeradores, ¿entiendes?” en una clase, pero otros pueden no estar de acuerdo. Es muy difícil cuantificar el humor, y aun más difícil sería descifrar el papel que nuestra apreciación subjetiva del humor tiene en el aprendizaje, además de los muchos otros factores que intervienen en el aprendizaje de idiomas. “Los adultos no son pizarras en blanco”, dice Holliday. “Hay mucha variación en la capacidad natural de adquirir el lenguaje y en la motivación de las personas”.

Pese a la falta de estudios puntuales al respecto, Holliday afirma que el humor podría impulsar el aprendizaje simplemente porque aumenta la motivación de las personas para aprender. Es muy sencillo: si ves algo divertido en Duolingo, es más probable que disfrutes de la experiencia y que vuelvas a utilizar la aplicación. También es posible que vuelvas a una frase especialmente interesante más tarde; por ejemplo, Holliday dice que hace capturas de pantalla de frases divertidas o cuenta historias interesantes sobre los personajes de la aplicación. Eso refuerza su aprendizaje y hace que quiera seguir con sus lecciones. Esto es especialmente importante para una aplicación como Duolingo, que compite con la gran cantidad de otras aplicaciones adictivas de tu teléfono. “Nuestros usuarios pueden abrir TikTok”, dice Dalsimer. (Por cierto, si aún no has visto los videos y comentarios casi desquiciados de Duolingo en TikTok, vale la pena verlos).

Holliday también señala que las frases extrañas forman parte del aprendizaje del lenguaje. La belleza de los idiomas es su infinita capacidad para transmitir cualquier cosa que podamos experimentar o imaginar. La gente acaba utilizando combinaciones novedosas de palabras todo el tiempo; yo guardo una lista de frases en inglés con las que me encuentro y que sospecho que nunca antes se habían pronunciado en la historia del idioma. (Mis dos favoritas del último año son “Hot Pockets heiress” y “regime-occupied Safeway“). Y seamos realistas: dado el estado del planeta, podría valer la pena saber decir “estoy comiendo pan y llorando en el suelo” en varios idiomas.


Este artículo es publicado gracias a una colaboración de Letras Libres con Future Tense, un proyecto de SlateNew America, y Arizona State University.

 

martes, 14 de diciembre de 2021

Monique Wittig retraducida al rioplatense

El pasado 10 de diciembre, Sandra Aguilar publicó en el diario Página 12 un artículo sobre una nueva traducción de la escritora y  teórica feminista francesa Monique Wittig (1935-2003). En la bajada se lee: “Recientemente fue publicado y traducido al castellano rioplatense El Cuerpo Lesbiano, de Monique Wittig, por la editorial feminista Hekht. Conversamos con su traductora y editora Natalia Ortiz Maldonado acerca de este libro y la apuesta wittigiana de la editorial a mediano plazo, ya que próximamente contaremos con textos como Virgilio No y el Obrar Literario, ejemplares inéditos en nuestro idioma”.

Los oficios de las lenguas

–Podemos pensar la traducción como parte de un y intento crítico, de una apuesta cultural (que es decir política). En ese sentido ¿Qué las impulsó a vos y a Marilina Winik (coeditora) a volver a traducir la obra de Monique Wittig (Guerrilleras en 2019 y El Cuerpo Lesbiano en 2021)? ¿Por qué esa intervención cultural?
–El catálogo de una editorial es un dragón de papel donde cada libro es una escama y cada escama es una apuesta. Y cada libro, además, es un entrecruzamiento de fuerzas, de las fuerzas que habitan el discurso que porta, de las fuerzas que habitan en sus comunidades de lectura y también de las fuerzas de la industria cultural, que es un monstruo ambiguo y difícil. Cada texto que editamos en estos 8 años lleva todas esas tensiones consigo. Nuestra pequeña apuesta tiene que ver con escuchar y hacer circular voces inquietantes, que sean capaces de desestabilización, pero también de dar cobijo en un mundo que es un bosque en llamas.

Wittig es una revolucionaria y pagó caro el correrse de los discursos instituidos de su época, especialmente de los feministas y ortodoxos, masculinistas en su modo de escribir y de pensar. Decidimos editarla después de haber sido sacudidas por su rayo, cuando nos dimos cuenta de que las versiones disponibles estaban censuradas (el caso de Guerrilleras) y que era necesario leer toda su obra hoy, porque se había cancelado lo más cuir y emancipador de su planteo, también lo más poético o, como dice de ella Donna Haraway, “su imaginería política”. En ella encontramos un mundo subversivo, un mestizaje absoluto, la propuesta de la abolición de todos los géneros en todos los planos donde eso sea posible. Pero además, una de las cosas más inquietantes de Wittig, se produce durante la lectura de su obra literaria, porque es una creación que va realizando en sí misma la subversión, párrafo a párrafo. Entre su poética y su política no hay distinciones, como señala val flores. Wittig no nos dice qué hacer (la vieja estrategia masculinista), sino que nos muestra cómo lo hace ella, sin dejar de invitarnos en ningún renglón.
En una maravillosa ficción especulativa, Donna Haraway imagina un futuro donde una alianza interesepecies logra sanar y hacer florecer al planeta. En esas comunidades futuras existen algunxs que tienen una tarea muy importante: ser palabrerxs de lxs muertxs. Para sanar al mundo es necesario que no se olviden las quemas de brujas, las catástrofes ni a quienes vivieron y murieron antes que nosotrxs. Por eso también editamos a Wittig, para tender puentes de memoria entre generaciones, para ser un poco palabreras de lxs muertxs.

Traducir: el contacto de las lenguas
–Creo que en El Cuerpo Lesbiano lograste esa intensidad del lenguaje de la que habla Úrsula Le Guin en su traducción del Tao Te King, intensidad que por momentos nos perfora como un rayo de dolor o de placer, una onda expansiva que recorre cada una de las fibras que componen un cuerpo. Sobre el ejercicio de traducir en sí me gustaría saber cómo fue esa convivencia con la respiración de ella a medida que encontrabas las palabras en nuestro idioma.
–Cada lenguaje es infinito e inabarcable, cada palabra porta ecos, memorias y sensaciones de la comunidad que lo habla. Y también está, como dice Virginia Woolf, el hecho altamente misterioso de que las palabras no son entidades separadas sino que forman parte unas de otras, se pertenecen. Cada lenguaje es un cuerpo viviente. Traducir es poner en contacto dos lenguas, hacer que se toquen dos materialidades infinitas. Hay una traición ahí, una traición que se comete con deliberación, porque si no se traiciona, si se cree que solo se trata de pasar algo de un lugar a otro, herimos de muerte a los dos vivientes.
La poética, decía Úrsula Le Guin, busca la verdad persiguiendo cierta intensidad del lenguaje. Traducir el canto amoroso más extenso del siglo XX, El Cuerpo Lesbiano, fue una operación extremadamente corporal. No bastaba con realizar la operación técnica, que nunca es suficiente, donde una palabra encuentra otra más o menos equivalente. Fue necesario leer cada párrafo muchas veces, en voz alta, in-corporarlo, para sentir que se había logrado producir un animal narrativo singular, diferente del primero y, sin embargo, el único que parecía posible en castellano rioplatense.


Desertar: la transformación de los modos de vida
–Ya había advertido Teresa de Lauretis que la escritura de Wittig había abierto un espacio conceptual que fue cancelado en diferentes momentos históricos (80/90’s) por varios feminismos, en el presente pareciera reiterarse la operación política cancelatoria de su pensamiento. Por eso me gustaría que profundizaras esta idea de ¿qué es lesbiana para esta autora? y ¿Qué modo de la existencia propone en el Cuerpo Lesbiano y qué resonancias encontrás en la actualidad?
–Wittig es muy explícita en su crítica feroz tanto del biologicismo como del psicoanálisis y el marxismo tradicional, en la medida que sostienen la idea de una diferencia sexual esencial. Es por eso que revisita muchos de sus principales tópicos, el cuerpo pero también la falta, la raza, la clase y el yo. ¿Cómo sería un mundo que no se organizara según las diferencias sexuales y su sistema de jerarquización y violencia? ¿Cómo sería si creemos que la raza, el género y la clase son modulaciones de un mismo modo de poder? ¿Cómo sería si nadie fuese esencialmente nada en particular? ¿Qué políticas nos llevan hacia ese mundo?
El cuerpo lesbiano no es un cuerpo en sentido biológico, puede tener vulvas, penes o esporas, es una superficie extensa de límites difusos que puede devenir animales, diosas, vegetales, minerales. Pero tampoco es Un cuerpo, es un encuentro de cuerpos y sensibilidades.
Hay un modo de vida cisheteronormado, capitalista, que involucra cierta idea de la propiedad privada, de éxito, de competencia, el extractivismo de recursos corporales, emocionales, naturales y financieros. En ese modo de vida, ser una mujer es estar física y simbólicamente disponible para otrxs (para cuidar, ser deseada, sacrificarse, etc.) en relaciones profundamente asimétricas. La propuesta wittiguiana no es que las mujeres ocupen el lugar de los varones o lo compartan en partes iguales, sino hacer estallar todos los dispositivos de poder de ese tipo de sociedad. Nos propone dejar de ser mujeres.
Lesbianas son quienes desertan del lugar de subordinación, quienes dejan de organizar su deseo vital en relación con el par hombre/mujer, un cuerpo lesbiano puede ser también un cuerpo travesti, cuir, insumiso, a la manera de Susy Shock. Por eso tiene mucho sentido aquello que De Lauretis decía sobre Wittig: no se trata de pensar una identidad fija a partir de ciertas prácticas aisladas, sino de la infinita y difícil tarea de transformar las maneras en que vivimos, queremos, trabajamos, comemos, hablamos...
El cuerpo lesbiano no responde ni a la erotización ni a la afectividad capitalista, es un tropo imaginante distinto. No circunscribe el erotismo solo a ciertas zonas (pene, vagina, ano, senos), ni sigue el guion del cazador y la presa, el registro fijo de lo activo y lo pasivo, sino que habilita movimientos y potencias diferentes.
El yo capitalista es hipercompetitivo, un yo cazador-empresario que está en la vida social como una selva en la que debe ser vencer y ser reconocido como héroe (con likes, fama, dinero). El yo capitalista especula, mide sus actos según costos y beneficios, para él no se trata de amistad o amor sino de alianzas, acuerdos, estrategias, intereses. El y/o lesbiano es un y/o sin medida, abierto, capaz de entrega. Contrariamente a lo que podría suponerse, el yo capitalista es más frágil que el lesbiano, porque está agotado por la competencia, tiranizado por las imágenes, vergonzoso de su fragilidad, temeroso de sus pasiones.

–Quisiera retomar esta afirmación “El cuerpo lesbiano no responde ni a la erotización ni a la afectividad capitalista, es un tropo imaginante distinto”, además en el prólogo afirmás que es “un tratado sobre erótica, uno que desestabiliza el modo heteronormado de la sexualidad” me preguntaba entonces ¿Cómo es ese tropo? y ¿qué lugar habrá para la desmesura radical sensible, para el Y/o en la sociedad de redes? ¿Qué encuentros amorosos son posibles hoy en el modo de existencia neoliberal?
–El cuerpo lesbiano es un tropo, una imagen creante, un catalizador para la imaginación y el cuerpo político, donde el erotismo no se refiere a un intercambio calculado de placeres o afectos (te doy/me das), sino a una entrega festiva, regenerante y generosa. Las superficies corporales, los sentidos y las emociones dejan de organizarse según el código hegemónico, que performa “empresarixs de sí mismxs” que se miden y regulan como productos en un mercado (de likes, de trabajos, de reconocimiento).
Lo sabemos bien, en las sociedades de redes las comunidades devienen guetos en disputa, y las personas yoes individuales que compiten en mercados diversos, con lógicas de consumo veloces y crueles. Quizá sea por eso que este libro de Wittig hoy puede operar como una invitación a la deserción, que es un proceso infinito y no un acting para redes. Invitación a suspender la temporalidad veloz en los encuentros, a detenerse en lo que puede un contacto, a observar todo lo que ocurre cuando nos damos a un silencio, un espasmo, una cicatriz.
Si este libro se desmarca de los códigos heteronormados no es solo porque los cuerpos que en él se encuentran sean lesbianos, sino porque no es un catálogo de lo que se debe hacer, no es un protocolo ni una cartografía de lo sensible. Es el acá y ahora de una erótica del devenir otrxs con/en otrxs, que requiere una política y una lengua comunes, nuevas.