viernes, 31 de diciembre de 2021
El Club de Traductores Literarios de Buenos Aires les desea a todos sus lectores que se cumplan sus deseos y que tengan un muy buen 2022
jueves, 30 de diciembre de 2021
Los miembros de la RAE y de la Fundéu emulan cada año su imbecilidad del año anterior
miércoles, 29 de diciembre de 2021
Un virus tan hinchapelotas como las academias
“Covid”, en
masculino y sin mayúscula: Le Petit
Robert mojó antes
La Academie Française quiso imponer el término “Covid”, como femenino. Para Le Petit Robert, el uso es la regla: los franceses dicen “el covid”, y así es como el diccionario escribe la palabra en su edición de 2022.
¿Deberíamos decir “la Covid” o “el Covid”? Esta es una pregunta que nunca nos hubiéramos hecho antes de marzo de 2020. Pero en 2021, el tema se debate. El 7 de mayo de 2020, la Academie Française decidió que, debido a la etimología del nombre del virus, era necesario decir “la Covid”, poniendo una letra mayúscula en el nombre.
Le Petit Robert no está de acuerdo. El diccionario ha optado por añadir este virus en las páginas de su edición 2022, pero escribe “el covid”: un nombre masculino, y sin mayúsculas. Sus autores justifican su elección en la página de presentación de la obra explicando “es el uso el que rige”. Si el femenino se adopta en el Canadá francófono, el masculino es por el momento mayoría en Francia, donde la opinión de la Academie Française llegó tarde, mientras que el masculino ya estaba bien establecido.
Sin embargo, el famoso diccionario hace una distinción entre el término genérico “covid” (como en el ejemplo “covid sospechoso”) y el nombre específico Covid-19, que lleva una letra mayúscula. Por tanto, encontramos el virus definido de la siguiente manera: “Enfermedad infecciosa y contagiosa provocada por un coronavirus”.
Su competidor, el Larousse, también desveló las novedades de su edición 2022 unos días antes. Sin embargo, el diccionario siempre escribe con mayúscula Covid y juzga que la forma correcta es la femenina.
France Info también revela que la edición 2022 de Le Petit Robert contiene muchas palabras que surgieron con la pandemia: “desconfinamiento”, “distanciamiento”, “contacto cercano”, y otras más raras, como “aerosolización” (“aire de difusión de partículas finas por aerosol”) o “saturómetro” (“dispositivo que mide la saturación de la sangre con oxígeno”).
martes, 28 de diciembre de 2021
Sobre la importancia de los archivos editoriales
Una imagen del IMEC |
lunes, 27 de diciembre de 2021
Los traductores y la hora de los buenos deseos
Esto, bajado a la realidad del comercio, implica, enumerar los logros y anunciar los objetivos, lo que en el mundo editorial se traduce en hacer mención de los libros publicados en el período y anunciar los que vendrán. Hay incluso algunas editoriales que separan lo escrito en la lengua nativa de las traducciones.
Nombrar a los autores es obligatorio y, mal que les pese a los editores, su principal argumento de venta.
Nadie, en esas publicidades disfrazadas de buenos deseos, nombra a los traductores. O sea, los libros traducidos se tradujeron solos. Y acá no se trata de reclamar dinero, sino del reconocimiento debido. Pero, el nombre del traductor, ese mismo que suelen olvidar los periodistas culturales, también lo olvida la gran mayoría de los editores, que, como todo el mundo sabe, son unos grandes humanistas.
Jorge Fondebrider
viernes, 24 de diciembre de 2021
jueves, 23 de diciembre de 2021
A ver si "todos y todas" por una vez somos "todos y todas" y no sólo los del club de siempre
miércoles, 22 de diciembre de 2021
Pobres los periodistas culturales que sólo leen narrativa y creen que eso es toda la literatura
¿Sorprendo a alguien si señalo que entre toda esta gente que ofreció un total de 192 opiniones apenas hubo mención a 6 libros de poesía?
¿Me creerían si añado que en el caso de los libros escritos en otros idiomas no hubo ni una sola mención de traductor, como si los libros se hubiesen traducido solos, sin que nadie mediara para que quienes no saben leer en otros idiomas, pudiesen leer en castellano?
Lo primero habla a las claras de que son muy pocos los periodistas culturales que leen poesía o que siquiera la consideran literatura (lo de la literatura dramática ya es tan terrible, que se entiende perfectamente el desprecio de los dramaturgos por los suplementos culturales).
Lo segundo, en cambio, es indicativo de la torpeza de los editores a quienes probablemente no se les cruzó por la cabeza que quienes traducen son también escritores, aun cuando la Ley Noble, todavía vigente a falta de otra mejor, así los considera.
El fenómeno, claro, no es privativo de Argentina. Jonio González, un querido amigo que trabajó toda su vida en el mundo editorial, pero que además es poeta y traductor, publicó en su Facebook lo que sigue, a propósito de la misma encuesta de fin de año, esta vez realizada por el diario español La Vanguardia, de Barcelona: “El prestigioso diario La Vanguardia ha encargado a varios ‘expertos’ [sic] una selección de los mejores libros del año 2021 (véase la edición de hoy, págs. 28 y 29). Las categorías: Narrativa (en catalán y en castellano), Narrativa Traducida, Ensayo, Memorias, Crónica y ‘Libros de pandemia’ [sic]. Por supuesto, los nombres de los traductores ni se mencionan, lo que no debería sorprender, como tampoco, a estas alturas, el que no exista una categoría denominada Poesía, y ello a pesar de que este año han aparecido, por mencionar tres, Tiempo sin claves, de Ida Vitale, la Poesía esencial de Mircea Cartarescu (en traducción de Marián Ochoa), o (y perdón por el autobombo, pero es que la poeta se lo merece) Esperando mi vida, de Linda Pastan (traducida por primera vez al castellano en versiones de Rosa Lentini y un servidor). Me aburre, a estas alturas de mi vida, hacer análisis sobre algo que cada vez le importa a menos gente. Creo, o quiero creer, que los lectores de poesía no esperan los suplementos literarios (esa suerte de catálogos de supermercado de la ‘cultura’) para saber qué leer; sencillamente van a las librerías y exploran, hurgan, escarban, remueven y manosean, hasta que encuentran lo que ni sabían que buscaban, una puerta que da a otra puerta, que da a otra puerta, que da a otra puerta”.
Considerado uno de los más grandes escritores argentinos del siglo XX, Juan José Saer (me gusta recordarlo) solía decir que los narradores que no leen poesía son semi analfabetos. ¿Cómo habría juzgado a los periodistas culturales?
martes, 21 de diciembre de 2021
Tranquilos, retardados: todavía están a tiempo
lunes, 20 de diciembre de 2021
Annemarie Schwarzenbach traducida en Córdoba
viernes, 17 de diciembre de 2021
¿Qué es lo que realmente le pasa a Bouvard?
Toda frase, por sencilla que parezca, presenta sus vericuetos. Mi ejemplo, que proviene del capítulo X de Bouvard et Pécuchet, es éste: Bouvard, accidentalmente, llega a la que fuera su granja, cedida a Madame Bordin por una renta vitalicia. Allí la encuentra colgando ropa. Hace mucho no la ve porque, luego de un intento fallido de romance, terminaron peleados. En un momento dado, ella se sienta a descansar un instante y él experimenta esto:
Le parfum du gazon se mêlait à la bonne odeur de sa chair solide; et Bouvard eut un revif de tempérament, que le combla de joie.
La frase es bastante clara, pero, por prudencia, hecha mi propia traducción, quise ver lo que habían resuelto otros traductores.
En una de las traducciones que consulté dice:
El perfume del césped se mezclaba al buen olor de su carne sólida, y Bouvard sintió un renacer de su temperamento, que le colmó de alegría.
En otra se lee:
Jorge Fondebrider
jueves, 16 de diciembre de 2021
Sobre las particularidades lingüísticas chilenas
miércoles, 15 de diciembre de 2021
De cómo la estupidez parece que enseña, pero no
En de la revista mexicana Letras Libres, correspondiente a diciembre de 2021, Jane C. Hu (foto), periodista científica que trabaja en Seattle, publicó el siguiente artículo en cuya bajada se lee: “Las frases absurdas que Duolingo utiliza son un fenómeno en Internet. Pero más allá de su gracia, tienen utilidad en la enseñanza de idiomas”.
En noviembre de 2020, la humedad del otoño se había instalado en Seattle. Con la pandemia en su pico más alto y las reuniones al aire libre que resultaban menos atractivas, mi vida social cayó en picada. Para llenar mis tardes, decidí dedicarme a esas cosas que siempre dije que haría si tuviera más tiempo, como practicar chino. Aunque crecí hablando mandarín, nunca había dominado la lectura o la escritura de caracteres, así que abrí mi cuenta de Duolingo, que llevaba mucho tiempo olvidada, y me comprometí a tomar al menos una lección al día.
Para averiguarlo, fui directamente a la fuente. Cindy Blanco, científica del aprendizaje en Duolingo, me explicó que el contenido de la empresa es generado por equipos de idiomas específicos, cada uno de los cuales tiene sus propias peculiaridades. Las lecciones de noruego y sueco, por ejemplo, suelen incluir referencias a la música grunge de los 90. A algunos equipos siempre les ha gustado agregar frases raras o divertidas, y con el paso del tiempo los creadores de los cursos tomaron la decisión explícita de incluirlas, bajo la teoría de que las frases raras tienen el potencial de impulsar el aprendizaje. Pregunté cómo funciona eso, y Blanco me explicó que la gente suele aprender mejor cuando hay diferencia entre lo que espera y lo que realmente encuentra. “Cuando hay un conflicto entre las expectativas y la realidad, se desencadenan respuestas en el cerebro”, dijo Blanco. “Te obliga a prestar más atención a lo que estás viendo”. Por ejemplo, cuando ves una frase como “La novia es una mujer y el novio es un…”, es probable que tu cerebro la rellene con la palabra “hombre”, por lo que la palabra “erizo” que utiliza Duolingo resulta una sorpresa. Y así, voilà, te has visto obligada a prestar más atención.
El artículo de Verguts estudió lo que los investigadores llaman “errores de predicción de recompensa”, es decir, el concepto de que el aprendizaje se produce cuando te encuentras con un resultado inesperado. (Una vez más, piensa en erizo en lugar de novio). Hay muchas evidencias de que la sorpresa ayuda a las ratas o a los primates a aprender de forma pasiva cosas como obtener una golosina, pero Verguts y sus colegas querían ver si los errores de predicción de recompensa podían mejorar la capacidad de los humanos para aprender algo de manera intencional, como nuevo vocabulario. Para ello, los investigadores le enseñaron vocabulario en suajili a un grupo de hablantes de neerlandés, con un método que los usuarios de Duolingo podrían reconocer: un programa informático mostraba una palabra en neerlandés y luego proporcionaba una, dos o cuatro palabras en suajili para que el usuario las seleccionara como traducción correcta. Como estos hablantes de neerlandés no sabían suajili, cada selección era esencialmente una suposición, y después de cada suposición el participante recibía retroalimentación sobre si había adivinado correctamente. Una vez que los participantes habían pasado por el programa, se les evaluaba para ver si recordaban las palabras correctas.
Resultó que las personas a las que se les habían dado cuatro opciones obtuvieron mejores resultados en la prueba final. Verguts llegó a la conclusión de que esto se debía a que cuando esas personas adivinaban la respuesta correcta entre cuatro opciones, se sorprendían más que las que elegían entre dos opciones. (Los participantes que tenían nada más una opción no se sorprendían en lo absoluto.) “Solo se puede aprender haciendo una predicción”, dice Verguts, y cuando se dan cuatro opciones, es más inesperado elegir la correcta. Ese resultado inesperado –es decir, un error de predicción de recompensa– es más sorprendente, y podría servir como un tipo de recompensa que impulsa un mayor aprendizaje.
Las frases tontas o divertidas son igual de inesperadas, y podrían desempeñar un papel similar en el aprendizaje de idiomas. “Mi interpretación es que el humor es un tipo de ‘error de predicción’”, dice Verguts. Las frases predecibles –por ejemplo, “La novia era una mujer y el novio era un hombre”– son habituales y poco llamativas. Las oraciones erráticas (lo que los lingüistas llamarían “oraciones semánticamente impredecibles”) suelen ser simplemente absurdas, como “La mesa atravesó la verdad azul”. Pero hay algo en medio, que es donde reside el humor, especula Vergut. “La novia es una mujer y el novio es un erizo” es un ejemplo perfecto de ese punto medio entre lo rutinario y lo disparatado.
Vergut no sabe de ningún estudio que analice directamente si el juego o el humor pueden impulsar el aprendizaje. La bibliografía que encontré eran informes –no estudios– de profesores de idiomas que trabajan en un aula, no en una aplicación. Le pregunté a Nicole Holliday, profesora asociada de lingüística en la Universidad de Pensilvania y presentadora del podcast de lingüística Spectacular Vernacular,de Slate, por qué los investigadores no han profundizado en la relación entre el aprendizaje y el humor. ¿Una razón? “Las cosas chistosas no son chistosas para todos”, comenta. Yo puedo reír a carcajadas si me encuentro la frase “Vendo refrigeradores, ¿entiendes?” en una clase, pero otros pueden no estar de acuerdo. Es muy difícil cuantificar el humor, y aun más difícil sería descifrar el papel que nuestra apreciación subjetiva del humor tiene en el aprendizaje, además de los muchos otros factores que intervienen en el aprendizaje de idiomas. “Los adultos no son pizarras en blanco”, dice Holliday. “Hay mucha variación en la capacidad natural de adquirir el lenguaje y en la motivación de las personas”.
Pese a la falta de estudios puntuales al respecto, Holliday afirma que el humor podría impulsar el aprendizaje simplemente porque aumenta la motivación de las personas para aprender. Es muy sencillo: si ves algo divertido en Duolingo, es más probable que disfrutes de la experiencia y que vuelvas a utilizar la aplicación. También es posible que vuelvas a una frase especialmente interesante más tarde; por ejemplo, Holliday dice que hace capturas de pantalla de frases divertidas o cuenta historias interesantes sobre los personajes de la aplicación. Eso refuerza su aprendizaje y hace que quiera seguir con sus lecciones. Esto es especialmente importante para una aplicación como Duolingo, que compite con la gran cantidad de otras aplicaciones adictivas de tu teléfono. “Nuestros usuarios pueden abrir TikTok”, dice Dalsimer. (Por cierto, si aún no has visto los videos y comentarios casi desquiciados de Duolingo en TikTok, vale la pena verlos).
Holliday también señala que las frases extrañas forman parte del aprendizaje del lenguaje. La belleza de los idiomas es su infinita capacidad para transmitir cualquier cosa que podamos experimentar o imaginar. La gente acaba utilizando combinaciones novedosas de palabras todo el tiempo; yo guardo una lista de frases en inglés con las que me encuentro y que sospecho que nunca antes se habían pronunciado en la historia del idioma. (Mis dos favoritas del último año son “Hot Pockets heiress” y “regime-occupied Safeway“). Y seamos realistas: dado el estado del planeta, podría valer la pena saber decir “estoy comiendo pan y llorando en el suelo” en varios idiomas.
Este
artículo es publicado gracias a una colaboración de Letras Libres con Future
Tense, un proyecto de Slate, New America,
y Arizona
State University.
martes, 14 de diciembre de 2021
Monique Wittig retraducida al rioplatense
El pasado 10 de diciembre, Sandra Aguilar publicó en el diario Página 12 un artículo sobre una nueva traducción de la escritora y teórica feminista francesa Monique Wittig (1935-2003). En la bajada se lee: “Recientemente fue publicado y traducido al castellano rioplatense El Cuerpo Lesbiano, de Monique Wittig, por la editorial feminista Hekht. Conversamos con su traductora y editora Natalia Ortiz Maldonado acerca de este libro y la apuesta wittigiana de la editorial a mediano plazo, ya que próximamente contaremos con textos como Virgilio No y el Obrar Literario, ejemplares inéditos en nuestro idioma”.