El siguiente fragmento, corresponde a una entrevista más larga, para el diario La Nación, que Diana Fernández Irusta realizó con el poeta Luis García Montero, durante su breve paso por Buenos Aires.
–¿Cómo trabaja el Cervantes en relación con la diversidad?
–La mejor manera de respetar la diversidad del español es decir que se habla tan bien en el Río de la Plata como en Bogotá, o tan bien en Salamanca como en Sevilla; en cada sitio se enseña según se habla. Acabamos de publicar un libro titulado Lo uno y lo diverso, que recuerda los ensayos de Ángel Rosenblat, que fue un señor que nació en Polonia, se vino a trabajar exiliado a Buenos Aires, y aquí trabajó con Amado Alonso. Hablaba de la unidad y la diferencia; está publicado en Espasa Calpe. Es un libro donde distintos escritores hablan de la variedad de nuestra lengua. Una lengua como el español, que tiene más de 500 millones de hablantes, solo puede mantener su unidad y su sentido si respeta los matices de la diversidad. La gran apuesta es mantener la unidad respetando la diferencia. Eso quien lo tuvo muy claro fue Andrés Bello, el escritor y filólogo latinoamericano, que era un gran defensor de las guerras de independencia, porque era un liberal y fue un militante independentista. Una vez conseguidas las independencias latinoamericanas, escribió una gramática para uso de americanos, en la que decía, bueno, ahora defendamos la gran riqueza cultural que supone compartir un idioma que es uno de los grandes idiomas del mundo.
–En la Argentina, y en España también, el lenguaje inclusivo viene generando un debate muy ríspido. ¿En qué zona de la discusión se ubica usted?
–Como director del Instituto Cervantes, lo tengo muy fácil: los dueños del idioma son los hablantes, yo no tengo nada que decir. Y que cada uno hable como considere mejor. Otra cosa será la Academia de la Lengua Argentina, o la Academia de la Lengua Española, pero yo, como director del Cervantes, me limito a escuchar cómo habla la gente. En ese sentido, creo que el idioma está unido a la sociedad y que la transformación de la sociedad va transformando al idioma. Pero como viejo militante, estoy muy acostumbrado a que muchos discursos que son nuestras virtudes acaben convirtiéndose en nuestros peores defectos. Yo empecé a militar contra el franquismo en el partido comunista –y que no se olvide que el partido comunista desarrolló una lucha contra el franquismo que tuvo mucho que ver con la conquista de la democracia–. Ahora, visité por primera vez los países del Este a principios de los 80, y vi que la virtud de luchar por una sociedad justa puede acabar en un disparate tiránico. Sigo defendiendo mis ideas socialistas, pero me niego a que deriven hacia la falta de libertad. Pues mira, en este tema creo que la lengua es un espacio público y me interesa defender los espacios públicos frente a las sectas y la voluntad apropiadora, de privatización, de los espacios públicos. ¿Qué tiene que ver esto con lo que me has preguntado? Bueno, yo discuto con los míos, que son los feministas y las feministas; creo en los discursos de igualdad, creo que el lenguaje debe ser inclusivo para recoger los avances de la sociedad. Digo “amigos y amigas” porque hay gente que no se siente incluida de otra manera. Me encanta que se diga “presidenta”. Busco la manera de no decir “los derechos del hombre” porque es más fácil decir “derechos humanos”. Todo eso lo defiendo y lo practico. Como me vas a preguntar si yo creo en la palabra “amigues”, pues te digo que me parece una cosa donde los míos se están equivocando. Lo mismo que hubo gente que se convirtió en secta defendiendo el socialismo que yo defendía, creo que se están equivocando. Con respeto absoluto, porque entiendo su lucha. Sobre todo creo que es una ocurrencia de una elite que corre el peligro de fragmentar ese bien público y común que es la lengua. Pero insisto: es una discusión que mantengo más con los míos que con los machistas. A los machistas, ni agua.
qué boluda la frase final
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarLo dice el director del Cervantes.
ResponderEliminar¿Debo impresionarme?
EliminarPor supuesto que no.
ResponderEliminar