El pasado 23 de marzo, Juan Carlos Talavera publicó en el diario mexicano Excelsior la Sandra Cisneros, poeta y narradora estadounidense de origen mexicano, a propósito de La casa en Mango Street, novela que acaba de ser traducida al castellano por Fernanda Melchor.
Sandra Cisneros convierte en luz la violencia de un barrio migrante
“Mango Street es cada barrio y cada pueblo del mundo, es el hogar que se incendia y del que queremos rescatar a nuestros seres queridos” frente a un mundo incierto y violento, dice a Excélsior la poeta y narradora Sandra Cisneros (Chicago, 1954), a propósito de la recuperación de su novela La casa en Mango Street, convertida en clásico y publicada por Penguin Random House con una nueva traducción de Fernanda Melchor.
Además, la autora mexicoestadunidense, que hace nueve años vive en San Miguel de Allende, adelanta que trabaja con el compositor Derek Bermel en la adaptación de esta novela para llevarla a la ópera en diciembre próximo; y que en septiembre lanzará en Estados Unidos su nuevo poemario, titulado Mujer sin vergüenza.
Descendiente de migrantes mexicanos, Cisneros le ha dado forma a una voz literaria que respira bajo la piel de dos idiomas. “Puedo decir que bajo las piedras del inglés están los vestigios de las pirámides del español”, expresa la también autora de Caramelo, que ha recibido premios como el American Book de la Fundación Before Columbus (1985) y la Medalla Nacional de las Artes otorgada por el presidente Barack Obama (2015).
¿Por qué le interesó explorar el problema del lenguaje y de las fronteras en su libro?, se le pregunta a la ganadora del Premio el PEN/Nabokov por Trayectoria en Literatura Internacional (2019). “Es una historia que habla sobre mujeres (migrantes) en las comunidades humildes. Cuando lo escribí fue una reacción en contra de la literatura chicana de los años 90, cuando los hombres describían al barrio de otra forma, sin criticarlo, quizá para crear algo orgulloso y así levantar su autoestima. El libro (publicado en 1994, en EU), lo empecé como memoria, pero en esos años aprendí mucho de la comunidad, porque fui maestra de secundaria y me impactó la vida de mis alumnos, que era más fuerte que la mía. Me sentí muy inútil y empecé a tejer sus historias en ese barrio de mis recuerdos y así nació la novela”, donde Esperanza Cordero cuenta su adolescencia en los arrabales de un barrio que podría ser Chicago.
Y reconoce que la trama nació de la frustración y del amor. “Yo no escribí La casa en Mango Street para ganar premios, sino como una respuesta a la angustia que me invadía. Cada noche, me sentía tan destruida y me iba a dormir con esas historias, pero empecé a escribirlas sin involucrar ningún tipo de ego”.
Lo que ella intentó, dice, fue transformar aquel dolor en luz. “Viviendo en México vemos cosas fuertes y al revisar las noticias te das cuenta de lo que viven los inmigrantes en todo el mundo o de la violencia en cualquier barrio. Todo eso me provoca insomnio y lo escribí para transformarlo en luz. Tenemos que transformar nuestros demonios porque si no, éstos nos transforman a nosotros y nos hacen actuar con violencia, nos provocan frustración y nos hacen sentir enfermos. Para mí, el arte es la medicina y me siento bien cuando transformo esas experiencias en palabras; me dan ánimo, aunque sea por un día más”, afirma.
¿Cómo nació su voz literaria? “Me crie en un hogar con dos idiomas, con el inglés de mi mamá –hija de migrantes de Guanajuato–, y el español chilango de mi papá, quien era tapicero y llegó a EU durante la Segunda Guerra Mundial.
Y agrega: “Mi papá siempre me hablaba en su lengua y eso le dio un sazón mexicano al inglés que escribo. Yo tengo una conexión tierna con el español, porque gracias a mi padre, que fue un hombre tierno y cariñoso, encontré el idioma del amor; mi mamá daba órdenes, como general, era muy fuerte y seca, y aunque era mexicoamericana hablaba en inglés como primer idioma”.
¿Cómo observa el tema migratorio en el mundo? “Las situaciones que escribí en la novela aún son problemas actuales en EU y en México. Sin embargo, el libro lo que intenta es despertar la conciencia de cualquier persona que se siente impotente por ser humilde y por ser mujer”, concluye.
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