Ancira y Rivas (foto: Omar Portilla Palacios |
“El traductor debe saber escuchar lo que el autor le sopla al oído”
Uno de los aprendizajes más importantes para el traductor literario es escuchar lo que le sopla el autor al oído”, expresó la traductora mexicana Selma Ancira, al compartir sus vivencias, experiencias y motivaciones dentro de esta profesión poco reconocida y valorada, según su punto de vista.
A invitación de la Dirección Editorial y de las Facultades de Letras Españolas e Idiomas de la Universidad Veracruzana (UV), Selma Ancira participó en la charla “El jardín exótico del traductor literario”, al lado de José Luis Rivas, escritor y poeta veracruzano.
En el Salón Azul de la Unidad de Humanidades, y ante un nutrido público conformado por estudiantes y docentes, señaló que la labor del traductor consiste en trasladar de un idioma a otro, y de una parte del mundo a otra, a sus autores más queridos.
A propósito del tema de la charla, Selma Ancira hizo una comparación metafórica al exponer que el traductor tiene alma de jardinero por su deambular por los jardines, vergeles y huertos de las literaturas extranjeras en las que se mueve con soltura.
De pronto, encuentra y descubre nuevos brotes, flores y árboles ya crecidos y ajenos a su cultura.
“Si con algunos de esos retoños el alma del traductor vibra, lo que se apodera de él son las ganas de traducirlos, de traerlo y que llegue a formar parte de la cultura en la que nació y habita.”
Manifestó que los traductores gustan de compartir la belleza y los hallazgos, son personas con una necesidad profunda de dar a conocer lo que por azares de la vida les tocó vivir.
Sin saber que algún día llegaría a ser traductora, precisamente, por azares de la vida es hablante del idioma ruso y griego, y ahora disfruta traer a los autores de esas culturas al español.
“Yo trasplanto y desarraigo esa planta exótica, la traigo y la siembro en este idioma que es el nuestro, pero no me tengo que conformar con trasplantarla, después tengo que cultivarla porque de lo contrario se muere.”
Por tanto, consideró que una parte muy importante del trabajo del traductor es cultivar lo que ha trasladado, propiciar que de esa pequeña planta devenga un árbol grande, frondoso, y pueda expandirse en el espacio lingüístico del traductor.
“Son varias las plantas exóticas que florecen en el jardín, producto de décadas, de paseos por mis huertos preferidos, el huerto de la literatura rusa y griega.”
Sin embargo, compartió con los estudiantes universitarios que se mantuvieron atentos a la charla, que hay dos plantas exóticas que no existían en el idioma español y que por azar las descubrió: Marina Tsvietáieva y María Iordanidu, escritora rusa y novelista griega, respectivamente.
Marina Tsvietáieva es su pasión, a ella le debe su vocación, le despertó sus ganas de traducir, compartir y darla a conocer. “Sin ella no sería lo que soy, quizá sería antropóloga o camarógrafa, otra de mis pasiones junto con el cine”.
Recuerda que un día, durante su época de estudiante en la Universidad Estatal de Moscú, a petición de su padre, quien es actor, acudió a la agencia de derechos de autor donde le entregarían una obra de teatro en idioma ruso.
Siendo amiga de unos colaboradores del lugar, éste le dio un paquete cerrado con la encomienda de no abrirlo hasta su llegada a la residencia estudiantil donde vivía y regresarlo al lunes siguiente.
Cuando llegó, de inmediato abrió el paquete y se encontró con unas cartas que Marina Tsvietáieva escribió con dedicatoria a Rainer Maria Rilke, poeta y novelista austriaco.
Sorprendida por el hallazgo y motivada por la profundidad de las palabras, gracias a eso sintió la necesidad de traducirlas y trasladarlas a su lengua. Al momento de hacerlo, la traducción literaria se volvió una práctica cotidiana y su razón de ser.
Pero su aprendizaje apenas comenzaba, dijo, había sentido el milagro de ver las imágenes que la conmovieron en una lengua extranjera, y tejerlas en español con los elementos y herramientas que le dio su propio idioma.
Poco a poco entendió que cada autor pide ser traducido de una forma distinta. Otro de los aprendizajes es saber leer lo que cada libro pide que leas.
En la charla moderada por Juan Pablo Rojas Texon, director de la Facultad, también estuvo el escritor José Luis Rivas, originario de Tuxpan, Veracruz, escritor de Un navío de amor y de Pájaros.
Es traductor de los poemas completos de Arthur Rimbaud y T.S. Eliot; autor de la versión y traslado al español de títulos medulares de las obras poéticas de William Shakespeare, Saint-John Perse, Jules Supervielle, Derek Walcott, Aimé Césaire, Joseph Brodsky, Georges Schéhadé, entre otros.
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