viernes, 22 de noviembre de 2024

Literaturas de España en la FIL de Guadalajara

La presente semana ha estado signada por muchos artículos que, desde distintas perspectivas, aluden a España. Por eso, tal vez sea interesante concluirla con este artículo del ensayista y crítico literario Nadal Sua, publicado en el diario El País, de Madrid, el pasado 20 de noviembre, que, con la excusa de la próxima Feria Internacional del Libro de Guadalajara, que tiene como país invitado a España, se ocupa de las literaturas ibéricas no castellanas. En su bajada se lee. "La relación de los lectores en lengua castellana con las otras literaturas españolas ha estado cortocircuitada por motivos ideológicos, pero la dinámica está cambiando: nuevos autores (especialmente autoras) han encontrado un público cómplice."

Letras catalanas, gallegas y vascas: audacia literaria en las lenguas minoritarias

Como ya saben, España es la invitada de honor en la Feria Internacional de Guadalajara. Y el año que viene será la ciudad de Barcelona. Una excelente noticia que permitirá al público conocer la cuarta o quinta mejor literatura en lengua castellana del mundo, y la octava o quizás novena en un hipotético ranquin europeo. Bien. El caso es que el mapa literario de nuestro país queda muy incompleto si no hacemos referencia a los otros idiomas que lo habitan, cuyas particularidades tienen que ver tanto con sus potencias expresivas como con las condiciones de producción y las estructuras que los rodean. El programa del Ministerio incluye una representación (equilibrada o no, siempre cabe discutirlo) de voces en catalán, vasco, gallego o asturiano, pero merece la pena insistir en su relevancia, que va mucho más allá de ser graciosos complementos a una lengua importante o de enriquecer nuestro patrimonio, signifique lo que signifique semejante cliché.

No son palabras vanas. Empezando por lo obvio, ya sabemos que toda lengua alumbra una literatura de características propias y condiciona la tarea de quienes la cantan o la escriben. Pero, además, cuando establecemos comparaciones entre una lengua poderosa como el castellano y otras en situación más precaria y menor, como por ejemplo el asturiano, las circunstancias sociopolíticas también cuentan. Sobre esto último, se ha escrito mucho y muy bien desde hace décadas, y más allá del contexto español. Pero, en fin, tampoco se trata de sacar a pasear bibliografía deleuziana por aquí. En vez de ponerme tan estupendos, déjenme hablar primero de la literatura catalana, que es tan mía como lo es la castellana y la que conozco bien.

Hace poco, Quadern de EL PAÍS acogía un cruce de artículos entre el profesor Jordi Llovet (padre y maestro mágico) y Jordi Gracia a propósito de la salud del paciente en cuestión. Llovet lamentaba el supuesto momento pésimo que atraviesa, mientras que Gracia defendía su vitalidad. A mí me sorprendió el simple hecho que se plantease el debate, porque yo daba por muy evidente que los autores nacidos entre los años setenta y los noventa (mi generación, la anterior y la posterior) están protagonizando un estallido directamente espléndido. La lista que ofrezco a continuación no es exhaustiva ni mucho menos, solo son algunos nombres que me vienen a la cabeza de golpe: Max Besora, Borja Bagunyà, Lucia Pietrelli, Llucia Ramis, Adrià Pujol, Andrea Genovart, Pol Guasch, Irene Solà, Raül Garrigasait, Albert Pijoan, Alicia Kopf… Juzgo bastante complicado exigirle mayor variedad o exigencia a una literatura demográficamente pequeña y sin estado propio (aunque sí, eso es cierto, con políticas públicas de respaldo intensivo).

Pero lo que me interesa no es publicitar cuán estupendos son los autores en catalán, sino señalar cómo se relacionan con la lengua. La suya una relación más conflictiva, inquisitiva y autorreflexiva que la que suelo advertir entre los autores españoles en castellano. Y es que, en cualquier lengua, toda decisión de estilo cuenta como gesto sociopolítico, pero en algunas se nota más que en otras. El debate literario catalán gira a menudo en torno al modelo de lengua que cada autor escoge, más académico o impuro, más canónico o periférico, más o menos protegido o expuesto a la calle, a la influencia española, a la retórica… Es verdad que en ocasiones estas discusiones públicas pueden alcanzar cotas neurotizantes, pero en general revelan un compromiso y una autoconsciencia acerca de lo que es el trabajo literario que deberían ser constantes en cualquier lengua, pero demasiadas veces se echan de menos en contextos más hegemónicos.

En cuanto a las otras lenguas, me encantaría ofrecer un diagnóstico detalladísimo sobre cada una de ellas. De hecho, estuve a punto de consultar a algunos amigos vascos, gallegos y asturianos, informantes de lujo que me habrían facilitado datos e impresiones de sobra con los que improvisarlos. Sin embargo, pienso que lo más honesto y revelador que puedo hacer es confesar las limitaciones de mi conocimiento. Aun con toda la curiosidad que siento por esas escenas literarias, mis lagunas abundan y me cuesta encontrar caminos para acortarlas. Al menos, esto me sirve de ejemplo práctico para introducir un asunto que siempre me ha interesado: la relación irregular que los lectores españoles en lengua castellana han mantenido con las otras literaturas de su país. No hace falta derrochar lucidez para intuir que esa relación cortocircuitada y en general precaria se explica desde claves ideológicas e identitarias, a pesar de que siempre hayan existido excepciones puntuales y sin olvidar que hubo épocas en las que las literaturas gallega y catalana fueron fundamentales para los escritores españoles. Pero cualquier editor que apostase por traducciones de esos mismos idiomas durante las dos últimas décadas certificará, cifras de ventas en mano, la dificultad del intercambio.

Ahora bien, los últimos años registran síntomas que nos permiten fantasear con un cambio de tendencia. De pronto, hay autoras (sí, sobre todo, autoras) cuyas traducciones encuentran un público cómplice, y públicos (sobre todo, femeninos) que se dejan influir decisivamente por ellas: si hablamos del catalán, Eva Baltasar, Pol Guasch e Irene Solà están teniendo un impacto que pinta perdurable en toda una generación de lectoras literarias españolas. Si acudimos al euskera, Eider Rodríguez, Katixa Agiirre y Uxue Alberdi (ojo a la editorial Consonni) calan hondo más allá de las fronteras de su lengua. En gallego, Brais Lamela ganó el premio Ojo Crítico 2023 con su fenomenal No queda nadie, y en un mundo justo la recién traducida Futuro imperfecto,de Xulia Alonso, también resonará lejos. La lengua asturiana es la que lo tiene más difícil en todos los sentidos y, aun así, Xaime Martínez ya es una referencia para muchos de nosotros. Todo esto, sin olvidar algo que sin duda será más fundamental para ellos, las traducciones internacionales también están llegando, y con buenas acogidas.

Por supuesto, este breve repaso de nombres no vale como cartografía; al contrario, la información más valiosa que ofrece es la dimensión de las ausencias. Con todo, les aseguro que leerlos les permitirá entrever la clase de complicidades que alimentan los nuevos vínculos entre obras y lectores; descubrir múltiples coincidencias con indagaciones estilísticas y temáticas recurrentes en corrientes literarias globales; o indagar en los condicionantes y también los estímulos que se derivan de escribir en lenguas cuya fragilidad estructural estimula paradójicamente la audacia.

Miren por dónde: vista así, al completo, de pronto pienso que la literatura producida en este país sí que podría alcanzar un puesto más alto que el noveno entre las europeas… Solo que la independencia de las distintas lenguas permanece, y especular con jerarquías no es más que un juego.

jueves, 21 de noviembre de 2024

¡Me cago en la leche! Éstas son las reflexiones de un tío cojonudo.

Traductor de fuste y cinéfilo empedernido, el poeta Jorge Aulicino reflexiona en el siguiente texto sobre el subtitulado de películas que se realiza en España y lo penoso que resulta padecerlo cuando se lo ve en Latinoamérica. 

"El problema sigue siendo un problema"

No sé si los españoles piensan que el español de España es el único que se habla en el mundo o si no se enteraron de que Carlos V ha muerto. Su imperio ya no es aquel en el que no se ponía nunca el sol. Ya no hay imperio. Los subtituleros de series y películas posiblemente oscilan entre estas dos formas de ignorancia. Y, lo que es peor, nunca se han planteado la cuestión acerca del modo de traducir un nivel de lengua familiar desde otra lengua a la lengua propia. Que implica la cuestión de las "marcas" locales.

Hay otra explicación a esta situación de ver a Bruce Willis diciendo "¡joder!", y es que quizá para los subtituleros –que me los imagino jóvenes y mal pagados– no "mola" mucho el trabajo agotador de poner en letras castellanas lo que unos personajes dicen en otro idioma durante hora y media, dos horas. También es posible que en un acto de revancha produzcan textos que no solo muestran la galanura de los personajes estadounidenses para hablar el castellano de España, sino en el castellano vulgar de España. O, para no ofender: nada de "vulgar": digamos popular y juvenil.

Ahora bien, el problema sigue siendo un problema, lo resuelvan ellos o nosotros a la manera de cada uno. Primero: a mexicanos, argentinos, peruanos o chilenos –por nombrar unos pocos países en los que seguramente el streaming propala series y películas subtituladas en España– les causa gracia ver a villanos y héroes de Nueva York o Tennessee diciendo ya no solo "gilipollas", la marca local más difundida de España, sino "capullo" (entiendo que por tonto o fastidioso), "tirar" por ir ("tira p'allá"), "venga" por vamos, "cutre" por vulgar o de mala calidad, "curro" por trabajo"; y "chulo", "follón", estar "de coña", "flipar", "me la suda", "cotillear", "cagarse en la puta", "a toda leche", estar "sin blanca", "tienes un morro que te lo pisas", no ver "tres en un burro", "tía" y "tío", "maja" y "majo", etc. Etc. Segundo, el problema se agudiza porque al parecer los subtituleros, y probablemente los españoles en general, piensan que su jerga es el único castellano. Es decir: que el español que usan es el español.

Bien, en la Argentina existe también cierta difuminación de los límites entre lenguajes, antiguamente llamados “niveles de lengua”. Se dice boludo cada cinco minutos así en la calle como en una reunión familiar o social. Hablan argentino vulgar diputados, senadores, presidentes, como si fuera ese el único lenguaje argentino. Sin embargo, si pusiéramos a personajes de películas estadounidenses a hablar en argentino, nos plantearíamos, con seguridad, el problema -teórico al menos- de si es creíble un neoyorquino diciendo "chupame un huevo" o "andate a la concha de tu hermana", o –más suavemente– "se colgó", "embole", "laburo", "morfar", "ni en pedo", "le faltan algunos jugadores", "pochoclo", "pancho", "se dio una piña", "atorrante", "bardear", "flashear", "me recabe", "¡joya!", "zarpado", "chorro", "al palo", estar"en el horno", etc.

Probablemente solo pueda plantearse este problema un país con un gran complejo de inferioridad, o para decirlo en otras palabras, un país relativamente joven que nunca supo qué es gobernar medio mundo. En la traducción literaria es una cuestión que nos planteamos a menudo. Y le damos solución paso a paso, manteniendo la temperatura media o popular de la lengua de partida pero sin entrar en el mundo de los infinitos e inverosímiles localismos. Esto quiere decir que un estadounidense hablando como un adolescente en una cervecería no nos acercaría el personaje: nos lo haría ridículo. Menos mal que en las películas se oye al menos el sonido de la lengua original. Cuando no están dobladas en España...

miércoles, 20 de noviembre de 2024

La literatura de la ex República Demócratica de Alemania como asignatura pendiente

"La traductora almeriense Trinidad Plaza sostiene que 'existen pocas traducciones de la literatura de la antigua República Democrática Alemana (RDA) porque no se demandan'.” Tal es la bajada de la nota publicada por Rubén García Felices, en El Diario de Almería, España, el pasado 17 de noviembre.

“Se lee poca literatura de la RDA, apenas hay traducciones”

El pasado 9 de noviembre se cumplieron 35 años de la caída del Muro de Berlín, motivo por el cual he querido conmemorar este acontecimiento histórico mundial que posibilitó la reunificación de Alemania simbolizando con ello, el fin de la Guerra Fría entre el Este y el Oeste. Y qué mejor para ello que hablar con la traductora y escritora Trinidad Plaza García (nacida en Almería en 1956) sobre la literatura alemana después de la caída de este muro (1989).

Para empezar, cuéntame por qué se decidió construir el Muro de Berlín y qué provocó su posterior caída.
–Brevemente. Al quedar dividida Alemania en dos zonas: la occidental (República Federal Alemana (RFA) capitalista) y la oriental (República Democrática Alemana (RDA) comunista), los ciudadanos de ambas zonas podían pasar de una a otra con permisos especiales. Los habitantes del Este se veían atraídos por el mayor nivel económico del Oeste (gracias a la ayuda económica de EE. UU.) y por las libertades de que disfrutaban sus vecinos. Se producían migraciones masivas desde el Este hacia el Oeste. El gobierno de la RDA quiso cortar de forma tajante esta migración, levantando de la noche a la mañana el Muro (13 de agosto de 1961), Muro de la “vergüenza” para unos y de “defensa de las influencias fascistas” para otros. El Muro representaba y supuso, además, la separación dolorosa de una ciudad, de un país, de Europa y del mundo. El 9 de noviembre de 1989 cayó el Muro ante la mirada perpleja del mundo por lo inesperado del hecho. Los berlineses comenzaron a derribarlo a martillazos y con piquetes, poniendo fin a la separación que había sufrido el pueblo alemán, que, al estar incomunicado, se había convertido en dos países diferentes (distintas costumbres, educación, mentalidad, etc.). Las causas de la caída fueron fundamentalmente la crisis política de la antigua URSS, la política aperturista de Mijaíl Gorbachov y las manifestaciones masivas de los ciudadanos clamando libertad, sobre todo en Leipzig y en Berlín.

¿Qué significó la caída del Muro de Berlín para la literatura de posguerra?
Su caída significó el fin de la RDA y la victoria de las democracias sobre los totalitarismos. Recién acabada la guerra aparece en Alemania la Trümmerliteratur (“la literatura de los escombros”), esta se caracterizaba por tratar temas que se derivaban de la guerra. Se escribía sobre la sociedad destrozada: mutilados de guerra, soldados que regresaban y se encontraban sin hogar… y, en definitiva, historias de guerra, paro y penuria económica. Surgió el llamado Grupo 47, un grupo de escritores que quisieron contarle al mundo los horrores de la guerra, Heinrich Böll fue el que tuvo una mayor proyección fuera de su país, pero después de varias décadas la literatura alemana quedó algo parada, sin aparecer grandes obras. Con la caída del Muro hubo un resurgimiento de la actividad literaria, había mucho que escribir y buenos motivos para hacerlo; se activó la producción literaria tanto por autores del Este como por los del Oeste. La caída del Muro produjo una euforia en el mundo literario: los escritores, sobre todo los de la RDA se vieron sin cortapisas para hablar con libertad de todo aquello que pensaban. Aparecieron grandes escritores tanto en la RFA como en la ya extinguida RDA.

¿Qué es lo que caracteriza esta literatura surgida a partir de la caída del muro y qué autores son los más representativos?
Desde la caída del Muro hasta nuestros días ha habido y hay una gran proliferación de obras literarias hay un abanico muy amplio de escritores y, por tanto, de visiones e interpretaciones de lo que fue la antigua RDA, la RFA, del hecho de la Reunificación (aplaudido por muchos y visto con recelo por otros), de las consecuencias que tuvo esta reunificación, expectativas, decepciones, etc. El Muro cayó, pero no se olvidó fácilmente (ni se olvida) el que fue el símbolo más representativo de la Guerra Fría. Tampoco lo hicieron los escritores. Desde las dos antiguas zonas de Alemania se tuvo mucho que decir, sobre todo los procedentes del Este que se vieron con la oportunidad de hablar sin censura ni represión. La literatura alemana que surgió a partir de 1989 y hasta nuestros días es muy rica. Toda una generación de escritores jóvenes, pero que habían vivido su adolescencia y su primera juventud en la desaparecida RDA escribieron abundantes obras, unas eran nostálgicas de lo anteriormente vivido, otras eran recuerdos dolorosos, otras veces cuentan con humor aquel pasado de ese país que se vino abajo. Muchos de estos autores no encajaron bien en el Oeste y tuvieron problemas para sintonizar bien en la Alemania reunificada, pues entre otras cosas, se encontraron con un mundo distinto al suyo donde había muchos productos que consumir y mucha libertad, pero también personas que estaban en paro y problemas con la vivienda..., y la abundancia de productos y la libertad sin dinero, ¿para qué? No era lo que ellos imaginaban. Autores procedentes del Este: Thomas Brussig, Ingo Schulze, Uwe Tellkamp, Eugen Ruge, Thomas Hettche, Lutz Seiler,.. fueron muchos y con visiones distintas y casi todos nacidos en la década de los sesenta.

¿Cómo era la vida en la antigua República Democrática Alemana?
Cuando Alemania quedó dividida en las dos zonas, no hubo comunicación entre los habitantes de ellas, se convirtieron en dos pueblos distintos con costumbres y gustos diferentes. En la RDA todo estaba dirigido por el gobierno: radio, televisión y la cultura en general. Se castigaba muy duro la crítica al régimen. La policía política (la Stasi) se encargaba de vigilar y de controlar a los ciudadanos sospechosos y obligaban a los ciudadanos a delatar a los enemigos o críticos del régimen. Los acoplados al régimen vivían tranquilos, los que eran críticos vivían con temor. Los jóvenes “rebeldes” eran enviados a “residencias” para la educación donde recibían una disciplina dura, a veces era maltrato (Bernhard Schlink en su novela La Nieta lo describe muy bien). Por otra parte, todos los ciudadanos tenían las necesidades importantes cubiertas, alimento, vivienda, trabajo, sanidad, educación... todos tenían las mismas oportunidades, pero les faltaba libertad de expresión y la abundancia y variedad de los artículos que ofrecía occidente. Miraban de reojo a occidente como un lugar deseado y muchos deseaban huir hacia allí. Hoy se pueden visitar en muchas ciudades alemanas museos donde se exhiben objetos y utensilios que se usaban de la RDA. También museos que dan a conocer las tremendas tácticas que utilizaban para hacer hablar a los disidentes, el horror que practicaba la Stasi en las cárceles, de los métodos de tortura que utilizaban... Se pueden ver también las tentativas que los ciudadanos hacían para huir a la zona occidental, metidos en maletas, maleteros de coches, etc... Se pueden ver fotos y películas de escenas cotidianas. La vida de los otros y Goodby Lenin tratan de mostrar cómo era la vida en la RDA.

Bertolt Brecht y Anna Seghers fueron dos de los escritores que sufrieron aquel régimen oscuro ¿qué podrías decirme sobre sus obras y su influencia en la literatura de la época?
Cuando Hitler subió al poder y ganó las elecciones en 1933, llevó a cabo una persecución implacable de judíos y comunistas, cualquier persona que disintiera algo del nacionalsocialismo era sospechoso de comunista, encarcelado y hasta asesinado. Muchos intelectuales salieron en masa del país refugiándose en diversas ciudades europeas y en América (EE. UU, Brasil, México,...) Ese fue el caso de estos dos escritores. Bertolt Brecht huyó a EE. UU y Anna Seghers a México. Tanto Brecht como Anna Seghers pertenecieron al grupo de escritores que tuvieron que huir de la Alemania nazi. Brecht fue un innovador en el campo del teatro. Creó el “teatro épico”: una nueva forma de entender este género literario. Introdujo la “narración” en la representación de la obra para establecer así una distancia entre el espectador y la obra, de tal manera que este no se identificara con el drama; la narración tenía la misión de distanciar al espectador del drama para que este fuera entendido como una situación histórica. Según Brecht la concienciación del momento histórico era una condición necesaria para que los espectadores se dieran cuenta de las injusticias sociales de las que era víctima el hombre y para poder cambiar el mundo. Y esta era una de las funciones del teatro: cambiar el mundo. Cuando terminó la guerra, Brecht volvió a Alemania, y junto con Helen Weige, su compañera y esposa, y fundó la compañía de teatro Berliner Ensamble (todavía en pie junto al río Spree) y vivió en Berlín Este hasta su muerte. Sus obras más conocidas son La vida de Galileo Galilei, La madre coraje y sus hijos y La ópera de los tres centavos. La que fuera su casa esta convertida en la actualidad en un museo, La casa museo Brecht-Weige. Es una casa de dos plantas, en la primera vivía Brecht y en la segunda Helen Weige. Esa casa colinda con uno de los tantos cementerios de Berlín, con el de Oranienburgerstrasse. Allí están enterrados muchos alemanes ilustres, entre ellos Hegel y Fichte. Se dice que Brecht se sentaba en una de sus habitaciones de trabajo que daban al cementerio desde donde veía la tumba de Hegel y pasaba horas mirando en esa dirección. En vida compró su tumba cerca a la de Hegel para “seguir hablando” con él después de su muerte. Brecht fue mirado con lupa en la RDA porque, aunque de ideas marxistas, no era miembro del partido comunista. Anna Seghers, al igual que Brecht, huyó de Alemania. Fue doblemente perseguida por su condición de judía y de comunista. Estuvo en la cárcel temporalmente y sus libros fueron quemados. Se refugió en México donde vivió hasta que por fin acabó la guerra y volvió a Alemania del Este para colaborar con la creación del proyecto socialista en el nuevo estado de la RDA. Fue una mujer muy activa. En México escribió sus dos mejores novelas La séptima cruz y Tránsito, apoyó la revista Alemania libre y fue presidenta del “Club Heinrich Heine”. Este club era un centro cultural formado por intelectuales antifascistas de lengua alemana que habían inmigrado allí huyendo de la barbarie nazi. El nombre lo pusieron en honor del poeta Heinrich Heine que tiempos atrás también había estado exiliado en Francia. En este club los escritores leían fragmentos de sus obras y apoyaban a los que llegaban exiliados. Anna Seghers, lo mismo que Brecht, quería aportar ideas para cambiar el mundo, quería que sus obras fueran educativas. Luchó sin descanso contra el fascismo.

¿Y Uwe Tellkamp? ¿Qué nos cuenta en su novela La Torre?
Uwe Tellkamp fue uno de los escritores alemanes del Este al que le sorprendió la caída del Muro cuando era muy joven, tenía veintiún años. Nació en Dresde en 1968. Su adolescencia y los primeros años de su juventud coincidieron con la decadencia de la RDA. Perteneció a la generación de los escritores más jóvenes que vivieron en directo los últimos años de la RDA y los primeros de la reunificación de Alemania. Y es significativo porque en su novela La Torre cuenta como los habitantes de la Torre, un barrio residencial de Dresde, situado en la ladera del río Elba, y en especial una familia no quieren darse cuenta de la decadencia que sufre el país y se refugian en las artes, en la pintura, en la música y en la poesía. Tellkamp en su novela denuncia como el estado ponía una serie de condiciones a los ciudadanos para que estos pudieran conseguir sus proyectos. El protagonista de La Torre quiere llegar a ser un médico famoso, pero el estado le obliga a hacer un “voluntariado” (obligado) en el ejército que lo entorpece, le hace perder el tiempo, habla de la Stasi, de los mecanismos que utilizaba para conseguir información. También, es verdad, en este libro se desmienten algunos juicios mal hechos de la RDA. Esta obra significa una visión crítica del país desaparecido, pero también habla con nostalgia del paisaje y de su historia, y de las personas que dejaron su vida luchando por los derechos humanos y denuncia el sinsentido y las incongruencias de los sistemas totalitarios. Este libro es uno de los que más información nos da sobre las costumbres y la vida en la RDA.

¿Y qué me puedes decir de la novela de Lutz Seiler, Kruso?
Kruso es una de las novelas que más me gustan. A través de las circunstancias de los personajes, se dan a conocer las consecuencias del gobierno de la Alemania Democrática. Deja traslucir la amargura que supone la pérdida de seres queridos que tratan de huir de un régimen político y social donde no soportan vivir y están dispuestos a huir a donde sea y como sea, en barco o a nado (a Dinamarca) aun a sabiendas de que podían perder la vida, como les pasó a muchos de ellos. Esto se cuenta de una forma poética y con una gran belleza. Deja entrever la solidaridad que en situaciones de necesidad se despliega entre los hombres, como ocurre en esa comunidad de “medio hippies” que reside en una isla del mar Báltico, en la isla Hiddensee, lugar de recreo y de vacaciones para los ciudadanos de la RDA, y donde también se acogen a todos los disidentes del régimen comunista que llegan allí con la intención de huir del país, personas idealistas que vivían semiocultas en la isla. La acción se sitúa en 1989, año de la caída del Muro, y hay elementos autobiográficos, el autor trabajó también de temporero en la isla. En la novela Ed (Edgar), el protagonista, se encuentra allí en la isla con Kruso, Alexander Krusowitsch, un personaje enigmático de gran carisma, líder de los marginados que se ganan la vida como trabajadores temporeros. Se introduce en su círculo. Aquí se plantean cuestiones tan esenciales en el ser humano como la solidaridad, la amistad auténtica, sus límites, la búsqueda de la libertad. Uno de los mensajes que se da en la novela es que la auténtica libertad reside en nosotros mismos, se trata de una libertad interior, no se consigue huyendo a Møn (isla danesa, meta de muchos fugitivos de la RDA que llegaban a la isla Hiddensee como primer paso para irse luego a la isla danesa). Es una obra muy interesante. Es un canto a la utopía, a la amistad y a la libertad escrita con un gran lirismo.

Háblame sobre la censura a la que estaban sometidas las obras literarias.
Cuando se formó la RDA, durante los primeros años se tuvo que integrar a todos los partidos políticos para hacer un programa de gobierno: socialdemócratas, partido liberal y partido comunista se unieron para poder controlar a todos aquellos que habían colaborado con los nazis (que fueron muchos). Es verdad que todo estaba tutelado por las potencias soviéticas. También es verdad, que cuando se consolidó el régimen político en la RDA, había una gran represión y censura en los medios de comunicación, prensa, cine y en los libros de historia. Sin embargo, En la RDA la novela gozaba de una mayor libertad que los otros tipos de expresión literaria. Justo aquí era donde se podía tratar más abiertamente los problemas sociales, de ahí que este género fuera muy rico y muy original. Se fomento la literatura en general, de hecho, hubo una gran actividad literaria, apoyada por becas, concursos y muchos tipos de ayudas. Una muestra de este interés por la literatura está en el apoyo que se dio por ejemplo a Heinrich Mann, que no era comunista, a Hans Maier y Ernst Bloch, que tampoco lo eran y ocuparon altos cargos en la universidad de Leipzig (que más tarde ellos mismos abandonaron), aunque sí querían acabar con la mentalidad nazi. También apoyaron a Bertolt Brecht que no pertenecía al partido comunista, y a Anna Seghers que sí pertenecía al partido y la llamaron para colaborar en la construcción del nuevo estado de la RDA, como a otros muchos. Hubo un intento de abolir la censura en 1956 (dada la contradicción que suponía que un estado, que pretendía ser liberador del hombre, fuera al mismo tiempo represivo), pero la revolución húngara en contra de la Unión Soviética y el establecimiento de un régimen prosoviético eliminó ese intento. La eliminación de la censura literaria se produjo en 1989, antes de caer el Muro, pero esta pasó desapercibida. Es verdad, que la Stasi trataba de averiguar lo que se gestaba en todos los ambientes y, por tanto, también en el literario, e interrogaba a escritores y a editoriales. Pero, en definitiva, las obras que se publicaban las negociaban los autores con sus editoriales.

Hubo un tiempo en que todo era gris y frío... En En tiempos de luz menguante Eugen Ruge cuenta la historia de una familia alemana del Este, pero también un trozo de historia de cada una de las familias que hubo en aquella época difícil y dramática. ¿Cómo definirías el estilo de este autor que retrató a su país y a sus habitantes de un modo no convencional?
En tiempos de luz menguante es una de las mejores novelas que se han escrito sobre la RDA. El autor hace que disfrutemos la narración haciéndola muy dinámica, saltando de una época a otra, presentando así el panorama que tuvo una saga familiar (la suya, aunque con elementos de ficción, pero autobiográfica), describiendo lo que fue la vida cotidiana en la RDA. Todo ello con cierto sentido de humor (a veces humor negro). Una novela muy ambiciosa. Trata de la historia de tres generaciones de una misma familia alemana que transcurre paralelamente junto a la historia de la RDA (desde los años 50, pasando por 1989 año de la caída del Muro). Los abuelos, comunistas acérrimos, regresan del exilio mexicano a la joven República Democrática para colaborar en su construcción, su hijo que plantea desavenencias al partido y es deportado a Siberia, y el nieto que, incómodo en el país comunista, huye al Oeste. Se observa cómo la utopía comunista se va eclipsando a lo largo de las tras generaciones. En 2011 recibió el Premio del Libro Alemán (Deutscher Buchpreis), el premio más prestigioso que se otorga a las letras alemanas.

¿Qué puedes decirme sobre el Grupo 47, conocido también como la generación escéptica?
Fue un grupo de escritores que se formó en 1946 alrededor de Hans Werner Richter. Se denominaron Grupo 47: un grupo informal de autores alemanes y austríacos cuyo objetivo era darle un impulso a la literatura. Querían además saldar cuentas con la historia y el mundo reconociendo el pasado nazi y las catástrofes derivadas de la guerra. No quisieron esconder su culpabilidad y confesaron los terribles acontecimientos que habían ocurrido en Alemania, atacaron a la hipocresía social que se vivía en esa época. El grupo se disolvió en 1977 debido a las diferencias que había entre sus miembros respecto al modo de entender la política y la literatura. Efectivamente le dieron a la literatura el impulso que se propusieron. Estaba representado por escritores del Este y del Oeste y manifestaban las diferencias políticas entre las dos zonas alemanas. Entre los autores más representativos de este grupo podemos hablar de Heinrich Böll que fue el escritor más conocido de Alemania Federal de esa época, cronista muy crítico del momento, sus personajes de la posguerra buscan encontrar nuevas posibilidades para comenzar de nuevo en un mundo destrozado material y moralmente, y trata de encontrarlas en la amistad y en el amor. Miembros importantes del grupo fueron también Günter Grass, Paul Celan, Hans Magnus Enzensberger, Uwe Johnson y Martin Walser.

Brigitte Riemann murió en 1973. Su obra monumental fue Franziska Linkerhand, publicada por la editorial Erratae Naturae en 2016. ¿Conoces esta novela de más de 600 páginas? ¿Qué destacarías de ella?
De ella destacaría la personalidad de la protagonista Franziska. una mujer joven, fuerte, vital, arquitecta de profesión, con muchas ganas de hacer y de crear, de dejar su huella en la vida por medio de su trabajo, a veces es contradictoria como todo ser humano, pero siempre comprometida con su trabajo y con la gente que le rodea. Esas ganas de llevar a cabo su trabajo Se encuentra con dos frentes que le hacen resistencia: una sociedad que no la comprende, llena de prejuicios, gentes de mentes cerradas y una economía planificada ya de antemano que no le permitía aunar en sus proyectos algo fundamental para ella como la necesidad y la belleza, y le ponía muchos límites en su querer “hacer cosas”. Ella, una mujer luchadora, quiere derribar prejuicios, aunque no siempre lo consigue. Es, en definitiva, una inadaptada dentro de un sistema que la asfixia, que la ahoga. También se ve inmersa en una historia de amor difícil, en una ciudad y en un tiempo en el que se reflejan las secuelas que la guerra había dejado las ciudades y en las personas, hay alcoholismo, suicidios y violencia de género. La obra se publicó en alemán por primera vez en 1974 pero con algunos fragmentos anulados por la censura; fue traducida al español por Ibón Zubiaur, y publicada en 2016 por la editorial Errata Naturae.

Háblame sobre la figura femenina en la RDA.
La primera constitución de la RDA dejó clara la igualdad hombre-mujer; en el campo laboral existía el mismo salario por igual trabajo. También había igualdad en otros aspectos de la vida. La mujer en la RDA creció de manera diferente a como lo hizo en el resto de la Europa occidental. Allí era normal que trabajara y que decidiera por ella misma. Decidía sobre su cuerpo si quería o no tener un hijo. El aborto se legalizó en 1972 y se abolió toda responsabilidad penal. En el Este las mujeres eran mucho más independientes que en el Oeste, tenían más ayuda estatal y para ellas era compatible la maternidad y el mundo laboral. La consecuencia fundamental que tuvo la integración de la mujer en el mundo laboral fue la de conseguir una independencia real, pues tenía ingresos y era autosuficiente. Se favorecía a las familias, pero las madres solteras no eran discriminadas ni sufrían desventajas, el estado las apoyaba con ayudas. No se esperaba de ellas que cumplieran con el rol de amas de casa, sino que tuvieran una proyección social. Esta igualdad entre hombre y mujer fue una idea fundamental en la RDA. Con la Reunificación de Alemania las primeras que se vieron perjudicadas fueron las mujeres.

Las protestas y movilizaciones más significativas que se desarrollaron en Alemania frente a la falta de libertad.
La vida en la RDA estuvo marcada por la falta de libertad de expresión y por la libertad de movimiento como ya hemos visto, y a lo largo de su existencia hubo protestas y resistencias contra el régimen de la SED (Partido Socialista Unificado Alemán). La dictadura del SED terminó en 1989. En la década de los 80 ya se hizo evidente la mala gestión del partido y la decadencia que sufría a todos los niveles. Hubo numerosas manifestaciones populares que protestaban contra el gobierno por la represión política, el totalitarismo y la crisis económica. Fueron famosas las manifestaciones que se sucedían todos los lunes en Leipzig. La gente se congregaba en la iglesia de S. Nicolás donde pedía a gritos la democratización del país. Al mes de ponerse esto en práctica, el 4 de septiembre de 1989 se concentraron unas 70.000 personas en los alrededores de la iglesia gritando “¡Wir sind das Volk!” (¡Somos el pueblo!). A la semana siguiente fueron más, y a la siguiente todavía más. Ya no había posibilidad de echar marcha atrás. Todo esto llevó a la caída del Muro. Su derrumbe ya era imparable. Por otra parte, en Berlín, una marcha convocada por artistas y escritores, y aprobada por los líderes del SED, llegaron hasta Alexanderplatz y allí diferentes voces clamaron la libertad gritando “¡Abajo el Muro!” abucheando a miembros del gobierno. Esa noche, por la mala interpretación de unas palabras que un miembro del gobierno (Günter Schabowski) dio en una conferencia de prensa internacional, la gente acudió masivamente a los pasos fronterizos y se abrieron las fronteras.

La Avenida del Sol escrita por Thomas Brussig, una novela imprescindible para comprender los cambios que se han producido en los últimos años en Alemania ¿Es esta una novela de esperanza, más que una novela trágica?
La Avenida del Sol (Sonnenallee) es el nombre de una calle muy larga de Berlín, y el Muro pasaba por ella dividiéndola en dos partes. Desde esta calle un grupo de amigos viven el final del régimen comunista. Brussig lo describe con gran agudeza y con humor. No dibuja la vida en la RDA tan triste ni tan gris como se nos ha transmitido: ese grupo de amigos se ríen, se inventan las formas de liberarse del servicio militar, de escuchar música prohibida (The Rolling Stones, Jimi Hendrix) para acercarse a lo que se oía en occidente. La acción se desarrolla en los años 70. Escenas de amigos en el barrio, en el instituto donde intentan inculcarles sin mucho éxito el ideario socialista, se ríen de los turistas de la RFA que aparecen por allí, el grupo de amigos compiten entre ellos para ligarse a la joven más guapa y atrevida del instituto… Brussig expresa todo esto con cariño y con cierta nostalgia, la famosa “Ostalgie” (nostalgia del Este) de muchos alemanes procedentes del Este. Es una novela divertida y ha sido llevada al cine.

¿Qué libros escritos recomendarías después de la caída del Muro de Berlín?
La literatura que surge a partir de la caída del Muro es muy extensa. Aparecieron muchos y muy buenos autores: el mencionado La Avenida del Sol (Thomas Brussig), La Nieta, El lector (Bernhard Schlink), En tiempos de luz menguante (Eugen Ruge), Es cuento largo (Günter Grass), La Torre (Uwe Tellkamp),… Casi todos estos lo hemos comentado ya. A mi juicio estos son los más significativos, pero hay muchísimos más.

¿Qué sabe tu generación (los nacidos en la década de los 50) de la literatura de la RDA?
Mi generación conoce bien poco de la literatura de la RDA. Ni la generación posterior tampoco, por la sencilla razón de que no hay traducciones de la literatura de ese extinto país. Y hubo muy buena literatura. Como afirma el traductor Ibón Zubiaur, gran traductor de alemán, la novela en la RDA fue el género menos censurado y que más ayuda tuvo por parte del estado. No existen traducciones al español de estos escritores. Desde hace varios años él (Ibón Zubiaur) está llevando a cabo una estupenda labor traduciendo a grandes escritores procedentes del Este. Y no se han traducido por dos motivos, antes por razones ideológicas, pues los 44 años de existencia de RDA coincidieron con años de dictadura franquista, donde todo lo que oliera a comunista estaba prohibido y en estas últimas décadas porque las editoriales no apuestan por esta literatura, pues en general, en España se lee más literatura inglesa y americana que alemana. Tal vez sea la pescadilla que se muerda la cola, no se lee literatura alemana porque no hay traducciones y no se fomenta la traducción en este idioma porque los lectores se inclinan por la literatura inglesa y americana. Se lee poca literatura de la RDA, apenas hay traducciones.

¿Te gustaría ver tu novela Reencuentro en el Wannsee (Kiros Ediciones, 2021) en el cine?
Sí, claro que me gustaría. Cuando escribí Reencuentro en el Wannsee mi intención fue dar a conocer la personalidad y la obra de Heinrich von Kleist, el mejor dramaturgo alemán del siglo XVIII, a un público que no lo conocía, y exponerlo por medio de la voz de Helena, una mujer ya madura, que decide cambiar la dirección de su vida, romper con la comodidad o el aburrimiento de su rutina y emprender un nuevo camino: para empezar, irá a Berlín al lago Wannsee donde el escritor, objeto de su estudio y al que había estado vinculada durante mucho tiempo, le dijo adiós al mundo; quiso despedirse de él, será un reencuentro con él, pero también lo será con ella misma, aclarará sus ideas. Le dará un nuevo giro a su existencia: será un “doble reencuentro” en el lago berlinés, en el lago Wannsee.

martes, 19 de noviembre de 2024

Che, parece que los españoles nos van a observar desde México

Nova Ciencia
es una publicación mensual sobre universidad, ciencia y empresa que se edita en España,
 en dos versiones: papel y digital. El siguiente artículo publicado el pasado 11 de noviembre, sin firma, trata sobre la creación, en México, de un Observatorio del Español, cuyos intereses abarcan toda Hispanoamérica. Se sugiere entonces la lectura con una ceja levantada.

El Cervantes creará en México, el primer país en hispanohablantes del planeta, un
Observatorio del Español para Hispanoamérica

El Instituto Cervantes y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) firmarán en diciembre un convenio en el marco de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) para la creación de un Observatorio del Español en México que abarcará a toda Hispanoamérica.

El director del Cervantes, Luis García Montero, ha avanzado este proyecto durante la presentación institucional del Observatorio Global del Español (OGE), el cual será el «coordinador» de una red que ya cuenta con el Observatorio de la Lengua Española y Culturas Hispánicas en Harvard y el de la difusión del español en Japón, que verá la luz próximamente.

Además, la institución continúa trabajando también para la puesta en marcha del Observatorio del Español en África, en Guinea Ecuatorial.

«Los vínculos de la cultura española y mexicana son muy sólidos, ahora más que nunca y al margen de cualquier coyuntura caprichosa», ha remarcado García Montero, quien además ha incidido en la importancia de crear una red de observatorios para «dar un paso largo y colectivo» en la situación del español en el mundo.

Este ha sido uno de los puntos abordados durante la reunión del pleno del Consejo del Observatorio Global del Español, que ha contado con la presencia de Luis García Montero, además de José Manuel Albares, ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación y Gonzalo Capellán de Miguel, presidente de la Comunidad Autónoma de La Rioja, además del resto de representantes de las instituciones que forman parte de este centro.

Además de la función coordinadora del Observatorio, en el pleno se ha avanzado la publicación de nuevos análisis de la situación del español en Marruecos y Brasil (donde no existen estudios actualizados desde 2014) y la importancia de prestar especial atención a Estados Unidos, donde la enseñanza de lenguas extranjeras está «decreciendo de manera alarmante», entre otros asuntos.

Dentro del plan de actuación trienal del OGE, se contempla que este centro consolide sus fines estratégicos y priorice la colaboración con la red mundial del Instituto Cervantes, la Dirección General del Español en el Mundo, la RAE y ASALE. Además, continuará con los estudios de demolingüística del español en Europa y, en cuanto a la Inteligencia Artificial, se creará un corpus de las industrias del español. También se celebrará el próximo año un Congreso de Lengua y Pensamiento, así como se buscará una colaboración más estrecha con los diversos centros de investigación sobre el español en el mundo.

«El Cervantes no solo ha puesto esfuerzo en este Observatorio, sino también mucha ilusión y es una fecha para recordar», ha explicado el director de la institución, resaltando asimismo la «cooperación institucional» que ha habido en este proyecto, algo «poco frecuente y que no es costumbre, pero aquí ha funcionado».

García Montero ha destacado algunos de los fines de este Observatorio, dirigido por Francisco Moreno y que cuenta con una sede institucional en La Rioja y otra operativa en la sede del Cervantes en Alcalá de Henares, como por ejemplo el análisis del español en el mundo, el fomento del conocimiento y prestigio de la lengua, el refuerzo de la entidad hispanohablante, asi como la dimensión económica de la lengua.

«Unidad» entre distintas instituciones
José Manuel Albares ha remarcado también la importancia de la actuación conjunta para la creación del OGE. «El que aquí participen distintas instituciones y niveles del Estado demuestra que, cuando actuamos unidos, conseguimos cosas muy bellas», ha apuntado el ministro, quien también ha defendido la importancia del español.

«La lengua y la cultura española son un instrumento fundamental para nuestra proyección en el mundo y cómo nos perciben los demás países. Es importante que las palabras se oigan en español con fuerza en todos los países, plataformas e instrumentos: entre todos tenemos que cuidar ese patrimonio», ha indicado Albares.

El presidente de La Rioja, Gonzalo Capellán, ha avanzado que su comunidad autónoma «seguirá apostando por el interés de este proyecto» en el que las administraciones han sabido «desde el primer momento aunar esfuerzos y trabajar por el valor» de la lengua, «un valioso tesoro, vivo, dinámico y con el que existe la obligación de seguir estudiando y analizando»

lunes, 18 de noviembre de 2024

"Nuestros nombres podrían ser marcas"

No estamos seguros de que esta columna de Guillermo Piro, publicada ayer, en el diario Perfil, de Buenos Aires, tenga alguna relación con el mundo de la traducción, el editorial o el estado de la lengua, que son los tópicos de los que se ocupa este blog. La publicamos de todos modos.

Mi nombre es mío

Desde hace algunos años, lo que corrientemente llamamos champagne no se llama champagne: ese nombre quedó reservado al vino espumante que se produce en la región de Champagne, en el noreste de Francia, más precisamente en los alrededores de las ciudades de Reims y Épernay. Todo lo demás, aunque esté realizado con la mezcla (coupage) de uvas chardonnay, meunier, pinot noir, etc., se llama espumante: el nombre champagne está protegido dentro de la Unión Europea como una denominación de origen. Algo similar ocurre con el queso rochefort, propio de Rochefort, en la provincia de Namur (en Valona, Bélgica). Eso explica que todos los demás quesos rochefort del mundo se llamen ahora “azules”. Hace unos años Tamara Di Tella registró el nombre “Pilates” como marca en la Argentina, algo tan absurdo como registrar el nombre “Yoga” o “Paracaidismo”. Y sin embargo cosas como esas ocurren.

El martes pasado Visit Sweden, una agencia sueca que se ocupa de promover el turismo en ese país, pidió a la Oficina de Propiedad Intelectual de la Unión Europea (Euipo) que registre el nombre “Suecia” como marca. La propia agencia definió su iniciativa como un poco “audaz”, pero se justificó diciendo que serviría para proteger el nombre del país “de los muchos duplicados internacionales que podrían confundir a los turistas”.

En el mundo hay ocho localidades que se llaman Suecia: además del original, hay seis ciudades estadounidenses y un asentamiento en la India, y según Visit Sweden registrar la marca “garantizará que nadie haga las valijas para ver lagos y bosques suecos, pero luego encontrarse en una ciudad lejana que lleva el mismo nombre, pero sin el atractivo escandinavo”.

Como movida publicitaria es extraordinaria, tiene un lado sarcástico muy poco sueco; pero están hablando en serio. O tal vez no, conozco poco Suecia y conozco menos suecos. Ni siquiera he leído a tantos suecos, exceptuando a August Strindberg y a Ingmar Bergman, no conozco el humor sueco. En realidad no recuerdo haber visto a un sueco reír, aunque supongo que ríen. Tal vez es todo una broma, aunque da igual: con la Euipo no se jode, el pedido fue hecho, es algo serio.

Las estupideces avanzan así, tomándoselas en serio. Imaginemos lo que podría ocurrir si todas las ciudades del mundo exigieran su merecida exclusividad. En Estados Unidos solamente hay 23 ciudades que se llaman París y trece que se llaman Roma. Aquí mismo, en Buenos Aires, un barrio se llama Palermo, como la capital de Sicilia. Londres: hay ciudades del mismo nombre en Canadá, en Francia, en la República de Kiribati, en Arkansas, en California, en Minnesota, en Ohio, Wisconsin, Kentucky... Hay una Londres en Catamarca y hasta hay una isla en Tierra del Fuego que se llama así, Isla de Londres. Si alguna de esas ciudades se planteara seriamente la exclusividad, todos esos sitios deberían cambiar de nombre. No es imposible, podrían hacerlo: Suecia lo hizo.

En el mundo hay 22 ciudades llamadas Buenos Aires, en México (nueve), en Perú (cuatro), Honduras (tres), en Panamá (dos), una en Nicaragua, una en Costa Rica y una en Colombia.

Pero ampliemos el razonamiento. ¿Qué pasaría si, con buenas excusas, alguien llamado, por ejemplo, Aristóbulo, lograra convencer a un organismo influyente de que no debería existir otro Aristóbulo en el mundo que no fuese él? ¿Y si con mucha menos imaginación imagináramos que alguien llamado Carlos o Daniel decidiera que nadie más en el mundo debería llevar ese nombre? ¿Que es imposible? ¿De verdad creen eso? Un país llamado Suecia acaba de presentar un pedido para que el nombre del país sea una marca. Nuestros nombres podrían ser marcas. El mío podría serlo.

viernes, 15 de noviembre de 2024

Cuando ya no parecía posible, los idiotas de la Real Academia se superan en imbecilidad

El pasado 12 de noviembre, Marc Mestres publicó en La Vanguardia, de Barcelona, un breve suelto que sintetiza una vez más la capacidad ociosa y la imbecilidad de los miembros de la Real Academia. Se trata de algo tan pero tan pelotudo que ni ganas dan de anticipar el contenido. Lean y saquen sus conclusiones.

La razón detrás del cambio

La Real Academia Española (RAE) ha sorprendido a todos al anunciar un cambio en la manera correcta de expresar la risa escrita en español. Para muchos, el uso de “jajaja” es una forma habitual y directa de reírse en mensajes de texto y chats.

Sin embargo, la RAE ha establecido que esta expresión no es fiel a las normas de la lengua española y ha propuesto un nuevo estándar que los hablantes deberían adoptar.

La risa y la lengua española. 
Para la RAE, la representación correcta de la risa en  español debe ser “ja, ja, ja”, con comas entre cada “ja”. De acuerdo con la Academia, esta forma separada respeta las reglas de acentuación y evita la creación de una palabra compuesta.

Cuando escribimos “jajaja” en bloque, estamos generando una palabra llana que, según las normas, llevaría tilde, ya que cae en la penúltima sílaba. Al utilizar la forma con comas, la secuencia de “ja, ja, ja” no constituye una palabra independiente, sino una serie de expresiones individuales de risa, eliminando así la necesidad de acentuación.

El emoji de las lágrimas y la risa es el más usado en todo el mundo

La evolución de las onomatopeyas. 
La RAE, como autoridad en el uso correcto del español, tiene la misión de ajustarse a la evolución del lenguaje. Las onomatopeyas, como representaciones de sonidos, buscan reflejar con precisión el sonido al que hacen referencia. En este caso, “ja” es la forma más precisa de expresar la risa en español. La “h”, aunque presente en la risa escrita en inglés (“hahaha”) y en francés (“hahaha”), es muda en español y no representa ningún sonido.

Las variantes de la risa
La RAE también destaca que la risa escrita puede adoptar diferentes formas según el tono o la intención. Variaciones como “je, je, je” para risas irónicas, “ji, ji, ji” para una risa tímida o contenida, y “jo, jo, jo” para una risa más profunda o sarcástica ofrecen al hablante español maneras de matizar su risa en texto. Esto permite que cada tipo de risa tenga su propio matiz y significado, lo cual enriquece la comunicación escrita.

jueves, 14 de noviembre de 2024

"Otro dato importante: la población de países hispanohablantes: 488.215.319, mientras que España posee 48.692.804"

El pasado 9 de noviembre, Omar Genovese publicó en el diario Perfil, de Buenos Aires, la noticia que se copia a continuación. Su bajada dice: "La población de países hispanohablantes ascendió a 488.215.319, mientras que España posee 48.692.804. Los 600 millones de personas que hablan español convierten al idioma en la segunda lengua materna del planeta, por detrás del chino mandarín, y por encima del inglés, el hindi y el árabe. Sin embargo, el número de países en los que el español es oficial, vehicular o mayoritario, es menor que el de países hablantes de inglés, francés o árabe".

El español supera los 600 millones de hablantes y es la segunda lengua materna en el mundo

El 30 de octubre pasado trascendió el informe “El español en el mundo 2023”, del anuario que ha presentado el Instituto Cervantes en Madrid. Este indica que han superado por primera vez los 600 millones de personas en todo el mundo en 2024 (600.607.806 personas), con casi 500 millones de hablantes nativos, y continúa como segunda lengua materna en el mundo, tras el chino mandarín.

Para el director del Instituto, Luis García Montero: “Siguiendo las indicaciones de nuestros especialistas nos parece muy importante a la hora de evaluar unir la alta cultura con la cultura popular. Somos la lengua de Cervantes pero también la lengua de una parte muy notable de la oferta de música, series, películas y videojuegos”.

Otro dato importante: la población de países hispanohablantes: 488.215.319, mientras que España posee 48.692.804. Los 600 millones de personas que hablan español convierten al idioma en la segunda lengua materna del planeta, por detrás del chino mandarín, y por encima del inglés, el hindi y el árabe. Sin embargo, el número de países en los que el español es oficial, vehicular o mayoritario, es menor que el de países hablantes de inglés, francés o árabe. En este sentido, el índice de vehicularidad del español como segunda lengua es el más bajo de las lenguas oficiales de la ONU, mientras que el coeficiente de hablantes de español como primera lengua está entre los más altos.

El informe revela que los hablantes de español fuera de los países hispánicos se acercan a los 100 millones, principalmente por su trasfondo migratorio. En cuanto a los aprendices, el documento apunta que la mayoría de personas que aprenden español se concentran en Estados Unidos, la Unión Europea y Brasil, debido al peso de la lengua en los sistemas de enseñanza reglada. En 2024, ha habido más de 24 millones (24.208.813 personas) de personas que aprenden español.

Al respecto, el informe apunta que, durante los últimos diez años, el número de aprendices de español ha crecido a un ritmo medio del dos por ciento, impulsado por su dinamismo en países de la Unión Europea y África occidental y central.

En los países hispanohablantes, la proporción de hablantes con dominio nativo del español es del 93,63% de la población. Entre los países hispanohablantes, solamente Paraguay, Guatemala, Bolivia y Guinea Ecuatorial tienen una proporción de nativos de español inferior al 85%.

Ecuador, Venezuela y Guatemala son los países hispanohablantes con los registros más bajos en cuanto al dominio del español entre su población indígena, con más de un 20% de personas que no hablan esta lengua (en el caso de Ecuador, el porcentaje alcanza un 34,2% de población indígena).

Por otro lado, el informe destaca que el español se ha consolidado como una de las opciones principales para usuarios de plataformas, como Netflix o Spotify, y también para consumidores de videojuegos.

Así, España es el quinto productor de series entre las cien más vistas de Netflix en el mundo. Y es, junto con Reino Unido, el mayor productor de series de ficción en Europa. En 2024, La Sociedad de la nieve, de Juan Antonio Bayona, se sitúa en el segundo puesto de películas de habla no inglesa más vista en la historia de Netflix, con 94,4 millones de visionados. El tercer puesto es para otra película española, Nowhere, de Albert Pintó, con 85,7 millones de visualizaciones.

Veremos cómo, en los próximos años, sus países ibéricos saldrán a competirle en este y otros rubros (cine, software, música, traducción, etc.). Teniendo en cuenta que los primeros 6 países de habla hispana casi triplican en tamaño demográfico, PBI y flujo de capitales propios.

Los 600 millones de personas que hablan español convierten al idioma en la segunda lengua materna del planeta, por detrás del chino mandarín, y por encima del inglés, el hindi y el árabe. Sin embargo, el número de países en los que el español es oficial, vehicular o mayoritario, es menor que el de países hablantes de inglés, francés o árabe. En este sentido, el índice de vehicularidad del español como segunda lengua es el más bajo de las lenguas oficiales de la ONU, mientras que el coeficiente de hablantes de español como primera lengua está entre los más altos.

El informe revela que los hablantes de español fuera de los países hispánicos se acerca a los 100 millones, principalmente por su trasfondo migratorio. En cuanto a los aprendices, el documento apunta que la mayoría de personas que aprenden español se concentran en Estados Unidos, la Unión Europea y Brasil, debido al peso de la lengua en los sistemas de enseñanza reglada. En 2024, ha habido más de 24 millones (24.208.813 personas) de personas que aprenden español.

Al respecto, el informe apunta que, durante los últimos diez años, el número de aprendices de español ha crecido a un ritmo medio del 2%, impulsado por su dinamismo en países de la Unión Europea y África occidental y central.

Precisamente, el profesor en la Universidad de Oviedo Eduardo Viñuela, encargado del informe “El español se canta más que nunca”, ha asegurado que el momento actual es “muy bueno” para la música en español, que va creciendo de forma “ininterrumpida”. Así, ha destacado el “boom latino” de los años 2000 con exponentes como Shakira, Luis Fonsi o Daddy Yankee.

Después, en la era de TikTok, la música en español ha continuado con gran presencia en redes sociales, generalizándose las creaciones amateur, que han disparado los datos de consumo con hitos como el caso del artista Bad Bunny o Karol G, que han llegado al primer puesto en la lista de Billboard con música en español, algo que no era lo “común”.

En el ámbito de la traducción, la lengua española se encuentra en el 6º lugar entre los idiomas traducidos, pero 

En el ámbito de la traducción, la lengua española se encuentra en el 6º lugar entre los idiomas traducidos, pero entre los cincuenta autores más traducidos a escala mundial tan solo aparece un escritor hispanohablante, Gabriel García Márquez, en el puesto 49 con 1.382 traducciones. La autora más traducida es Agatha Christie con 7.236 traducciones.

miércoles, 13 de noviembre de 2024

"Los modelos de IA son máquinas de detección de patrones que priorizan la fluidez en el producto final. Si un editor siente la necesidad de consultar a traductores o editores humanos para ajustar el resultado, está reconociendo los fallos de este enfoque"

El pasado 8 de noviembre, Daniel Gigena publicó la siguiente nota sobre traducción e Inteligencia Artificial, en el diario La Nación, de Buenos Aires. Aquí se ofrece en forma parcial, sin la opinión de los "especialistas" argentinos. En su bajada se lee: "Se probará con libros de algunos autores; en el Reino Unido, un tercio de los traductores han perdido su trabajo por la IA y en la Argentina se teme que la herramienta precarice aún más el sector".

Las editoriales empiezan a usar la inteligencia artificial para traducir

Una de las editoriales más importantes de los Países Bajos, Veen Bosch & Keuning (VBK), adquirida por el grupo Simon & Schuster a comienzos de año, confirmó que utilizará inteligencia artificial (IA) para traducir algunos de sus libros al inglés, según reveló en exclusiva la publicación británica The Bookseller. Un portavoz de VBK sostuvo que estaban trabajando en un experimento limitado con algunos autores holandeses, para que sus libros se traduzcan al inglés con programas de IA generativa. “No estamos creando libros con IA, todo empieza y termina con la acción humana. Las traducciones aún no se han lanzado”, dijo. Ya hay programas de IA generativa orientados a la traducción.

El traductor británico Ian Giles, presidente de la Asociación de Traductores de la Sociedad de Autores (SoA) del Reino Unido, sostuvo que era una noticia preocupante. “A principios de este año, la SoA descubrió que un tercio de los traductores literarios ya están perdiendo trabajo a causa de la IA. Cuando no se pierde trabajo en sí, los traductores luchan por aumentar sus precios frente al desafío de la IA. Esta presión sobre los ingresos de los traductores pone en peligro nuestra capacidad de mantenernos en lo que es una industria muy precaria”.

“Si los autores no dejan que la IA escriba sus propios trabajos, ¿desearían que la IA los tradujera? -razonó Giles-. Los modelos de IA son máquinas de detección de patrones que priorizan la fluidez en el producto final. Si un editor siente la necesidad de consultar a traductores o editores humanos para ajustar el resultado, está reconociendo los fallos de este enfoque. Una traducción de baja calidad, incluso después de la posedición, tergiversará o, en el peor de los casos, afectará negativamente la obra original del autor sin que este lo sepa”.

En la Argentina, varias editoriales consideran la posibilidad de traducir cierta clase de libros con IA. No obstante, en sus contratos varios autores y herederos prohíben explícitamente que se use IA para traducir obras.

En su visita al país este año, el pensador francés Éric Sadin había augurado que los traductores estarían entre los más afectados por los avances y usos de la IA, si no tomaban medidas gremiales. Pero el sector editorial argentino no está sindicalizado y pocas entidades defienden los intereses de los trabajadores de dicha “industria creativa”. Tampoco queda claro el modo en que las editoriales deberían consignar en la página de legales que una traducción fue hecha por IA y, en ese caso, a quién deberían pagarle los honorarios.

Asociaciones profesionales de traductores han declarado los riesgos que corre su profesión con el avance de la IA y su inclusión en el mercado editorial. Los traductores son uno de los eslabones más débiles en la cadena de producción de libros y, si bien la IA no hace por ahora traducciones literarias, el ahorro que las editoriales hacen al utilizar estas herramientas precarizaría aún más el sector. El precio de la traducción puede alcanzar el 20% del costo de producción de un libro.

Consultada por La Nación, Magdalena Iraizoz, directora ejecutiva de Centro de Administración de Derechos Reprográficos (Cadra), dijo que desde la institución velan por “la protección del derecho de autor y consideramos que la IA es una herramienta que, bajo ciertas consideraciones, resulta útil para la realización de contenidos, incluso en el ámbito literario”.

“Sin perjuicio de esto, cabe destacar que siempre tiene que haber una intervención humana que evalúe el trabajo realizado por la IA, muy especialmente cuando se trata de traducciones -agrega-. Es indispensable que un traductor o una traductora corrijan, validen, modifiquen, revisen técnicamente y mejoren ese texto y garanticen la fidelidad con la obra original. En conclusión, desde nuestro lugar, aconsejamos que, si se desea utilizar la IA como herramienta, se debe hacer de manera responsable, con revisión humana y transparencia. Siempre garantizando el derecho de los creadores”.

martes, 12 de noviembre de 2024

Un muy justo recuerdo de una traductora ejemplar

El pasado 2 de noviembre, Laura Ferrer publicó el NouDiari.es el siguiente artículo sobre la traductora argentina Matilde Horne, mal conocida por los lectores de lengua castellana, aunque de presencia permanente en sus vidas. 

Matilde Horne, la traductora de ‘El Señor de los Anillos’ que vivió 30 años en Ibiza y casi muere en la indigencia

Millones de lectoras y lectores han disfrutado en castellano de la trilogía de El Señor de los Anillos de J. R. R. Tolkien gracias a una traductora argentina que, a pesar del éxito de ventas de la saga, pasó sus últimos años en Ibiza con una raquítica pensión y estuvo a punto de fallecer prácticamente en la indigencia. Una negociación con la editorial in extremis puso las cosas en su sitio.

Hablamos de Matilde Horne, “una traductora singular de un tiempo singular, de cuando la traducción se militaba en el trabajo diario riguroso y solitario, alejada de toda pretensión de distinción personal”. Así la define otro traductor y escritor, también argentino y amigo de la familia, Andrés Ehrenhaus, que recuerda en conversación con Noudiari la historia de esta mujer, fallecida en 2008 en la residencia de Cas Serres de Ibiza, y de la que en este 2024 se cumplen 110 años de su nacimiento.

Matilde Zagalsky (Buenos Aires, 1914 – Ibiza, 2008), más conocida como Matilde Horne (adoptó el apellido de su marido para firmar sus trabajos) fue la traductora al castellano [con Lluís Domènech] de dos de los libros más vendidos de la historia: Las dos torres y El retorno del rey, de la saga de tres libros de El Señor de los Anillos—que precisamente este año cumple 70 años desde su lanzamiento en 1954—.

Además, tradujo en la isla decenas de obras, a lo largo de 30 años, entre novelas, ensayos, relatos y poemas. Desde Ursula K. LeGuin a Angela Carter pasando por Doris Lessing (Nobel de Literatura 2007), Ray Bradbury, Stanislav Lem, Brian Aldiss o Christopher Priest*.

Antes de su exilio a España en 1978, Matilde Horne ya tenía una brillante carrera como traductora y fue premiada incluso por el Fondo Nacional de las Artes argentino por su traducción de la obra Clea, de la tetralogía El cuarteto de Alejandría Lawrence Durrell.

Tras el exilio, se afincó en Santa Eulària desde 1978 hasta su muerte, a los 94 años. Trabajó nada menos que hasta los 86 años, cuando sus maltratados ojos no dieron más de sí (había desarrollado una ceguera progresiva). Una vida profesional larguísima y muy fértil que no tuvo una justa paga en su vejez: se quedó con una miserable pensión no contributiva de 300 euros mensuales.

Ehrenhaus conoce bien el caso. Aunque coincidió con Matilde Horne muy fugazmente, es amigo de sus hijos, Martín y Virginia, que son coetáneos. Y también conocía bien a Paco Porrúa, el editor de Minotauro, con el que Matilde Horne ya había empezado a traducir obras en Argentina antes de exiliarse a España en 1978. “Paco tenía una manera muy singular de relacionarse laboralmente con sus colaboradores [no solo con Horne sino con Carlos Peralta o Marcial Souto, también grandes traductores]” de modo que traducían «a cambio de una entrada más o menos fija y estable de dinero, pero nunca plantearon ninguna exigencia legal ni reclamaron derechos de autor o la firma de un contrato más o menos ajustado a la norma».

“Matilde era la humildad y la modestia en persona y siempre aceptó los términos heterodoxos de esa relación laboral, porque eran generosos a su manera (obviamente no ajustados a la ley, pero acordados entre ellos) y le garantizaban un sueldo regular”, describe Ehrenhaus.

Pero cuando Planeta compró Minotauro en 2001, Matilde Horne tan solo se llevó una pequeña cantidad casi simbólica a modo de indemnización y en su jubilación se quedó con una pensión de 300 euros. De modo que una de las traductoras más fértiles de aquellos tiempos, con un bestseller como El Señor de los Anillos en su catálogo, se enfrentaba a vivir sus últimos años en Ibiza en una situación rayana a la indigencia.

Negociación positiva con Planeta
Los hijos de Horne reaccionaron y contactaron con Ehrenhaus para contarle esta precaria realidad, porque entonces él formaba parte de la junta de la asociación ACE Traductores. “La visión interna y la del asesor legal era más bien pesimista y dudaban de que Planeta fuera a hacerse cargo de nada, así que decidí encargarme personalmente del litigio, en nombre de los hijos. Fui a Planeta, donde conocía a algunos de los que trabajaban en el área de derechos, y les planteé el problema en términos prácticos. Les pedí que calcularan cuánto podía estarle debiendo Planeta a Matilde en concepto de regalías desde que se habían hecho cargo de la explotación del fondo de Minotauro. Recordemos que eran años de exitosas ventas de Tolkien, sobre todo, a raíz de la saga cinematográfica del El Señor de los Anillos [de Peter Jackson]. Creo que nos entendimos rápidamente”, relata el traductor, que valora el apoyo que tuvieron también por parte de una periodista de El País, Virginia Collera, en 2007. Collera publicó una reveladora entrevista con Horne en la que explicaba que los contratos con su editorial original, Minotauro, siempre fueron verbales. Además, recordaba que el Grupo Planeta había comprado la editorial Minotauro a tan sólo nueve días del estreno de la primera entrega de las películas de El señor de los anillos. Horne había recibido un total de 6.000 euros en concepto de finiquito de Minotauro por 50 años de traducciones (no solo por esos dos libros, sino por el conjunto de todos).

Ese artículo ayudó, sobre todo, a valorar el trabajo de Matilde Horne y a poner de relieve la complicada situación que atraviesan muchos traductores por motivos similares; creadores que, además, no podían recibir derechos de autor al poner en riesgo por ello sus pensiones.

Finalmente, Planeta llegó a un acuerdo «bastante justo» con Horne, aunque la reparación nunca incluyó los años anteriores al traspaso de Minotauro. «Se acordó una cantidad justa por derechos previos y un compromiso de liquidación semestral de los beneficios derivados de la explotación de las obras a partir de la firma del acuerdo», recuerda Ehrenhaus.

De no ser por ese acuerdo, los últimos momentos de Matilde Horne habrían sido más penosos. «Además, recibió un reconocimiento en vida que nunca había soñado», valora el traductor.

Como traductora, Matilde era “delicada, muy atenta a no dejar una huella excesiva en las traducciones (como exigía Porrúa, por otra parte) y sé que trabajaba a destajo y traducía gozosamente, que no es detalle menor”, describe Ehrenhaus.

Matilde Horne podría haber sido perfectamente un personaje en una de las novelas que tradujo. Una mujer que viajaba en el espacio y en el tiempo pero sin moverse de su escritorio en su casa de Santa Eulària, concentrada bajo el flexo, con un bolígrafo en una mano y un cigarrillo en la otra.

Legado en forma de premio de traducción
Pórtico, la Asociación Española de Fantasía, Ciencia Ficción y Terror, organiza desde 2022, junto con ACE Traductores, el Premio Matilde Horne a la Mejor Traducción de Género Fantástico, en honor a la traductora Matilde Zagalsky.

Al premio optan novelas, novelas cortas, antologías de un mismo traductor o grupos de traductores, relatos y en general obras literarias. En 2022 lo ganó David Tejera Expósito por Gideon La Novena, de Tamsyn Muir. En 2023 se canceló, debido a que los votantes con propuestas válidas no superaron al menos el 10 % del censo. Este año sí que hay convocatoria y el ganador o ganadora se dará a conocer en la gala de entrega de los Ignotus, que este año se celebrará el próximo 9 de noviembre en San Fernando (Cádiz), en el marco de la Hispacón de la Isla. Los finalistas son Monje y robot, de Becky Chambers, publicada por Crononauta y traducida por Carla Bataller Estruch; Mi corazón es una motosierra, de Stephen Graham Jones, publicada por La biblioteca de Carfax y traducida por Manuel de los Reyes; Lanza, de Nicola Griffith, publicada por Duermevela y traducida por Arrate Hidalgo; Legado de jade, de Fonda Lee, publicada por Insólita y traducida por Antonio Rivas y Trenza del mar esmeralda, de Brandon Sanderson, publicada por Nova y traducida por Manu Viciano.

Traducción e Inteligencia Artificial
En un momento en el que la Inteligencia Artificial (IA) —que es precisamente uno de los temas de los libros de ciencia ficción que traducía Horne— amenaza con engullir la profesión de traductor, hay que valorar el trabajo de estas personas que son algo más que ‘transportadoras’ de palabras de uno a otro idioma.

No podíamos dejar pasar la oportunidad de preguntarle a Andrés Ehrenhaus sobre la competencia que supone la Inteligencia Artificial a los traductores: “Esto es todo un tema y da para varios artículos pero así, a bote pronto, diré que llamar inteligencia a una herramienta aún incipiente es un poco osado, sobre todo cuando compite con nuestra propia inteligencia (y falta de ella)”, bromea. Y añade: “Yo prefiero verla como eso, como herramienta: cada salto tecnológico plantea un reto de adaptación y aprovechamiento que requiere, aquí sí, de gran inteligencia pragmática por nuestra parte. Dudo que traducir, escribir, pintar, etc., en términos artísticos sea una prerrogativa de los instrumentos y sí, en cambio, de quienes los utilizan para crear honestamente, como siempre. Yo pertenezco a la generación de quienes traducíamos a máquina y con copia en papel carbónico. Y antes de eso, se traducía a mano. La calidad de unas y otras traducciones no está en la tecnología utilizada sino en la inteligencia y la sensibilidad con que cada cual supo vivir y crear en su época”, concluye.

*En este enlace se puede acceder a la impresionante lista de traducciones de Matilde Horne y co-traducciones: https://aesthethika.org/Obra-traducida