martes, 18 de junio de 2013

Era evidente que iba a pasar

Facundo Gari publicó en el diario Página 12 del día de ayer el siguiente artículo a propósito del curioso emprendimiento de Kenneth Goldsmith. Dice la bajada: “Puede parecer un simple delirio, pero Goldsmith se lo tomó en serio: a través del sitio rintingtheinternet.tumblr.com convoca a los internautas a poner en papel todo el contenido de la web. El resultado de la convocatoria formará una muestra en México DF”.

La quimera de imprimir todo Internet

Algunos dicen que es una locura. Otros, que es poco serio. Los más, que es sencillamente imposible. Pero qué provocador no ha recibido desalientos de cara a un nuevo gran proyecto. Días atrás, Kenneth Goldsmith anunció que intentará, por primera vez en la historia, imprimir Internet. Claro que no a la red virtual sino a todo su contenido. Y que lo hará con ayuda de los internautas que se copen con la tinta y el envío postal. Las páginas reunidas mediante la convocatoria (printingtheinternet.tumblr.com) serán parte de una exhibición del 26 de julio al 30 de agosto en una galería de 500 metros cuadrados y techos a más de seis en México DF, especialmente alquilada para transformarse en un pedazo de aleph artesanal. La muestra está inspirada por y dedicada a la memoria de Aaron Swartz, hacktivista por la libre circulación de información que se suicidó en enero, a sus 26 años, acosado por el FBI por haber rescatado publicaciones académicas del MIT. “La cantidad (de datos) que liberó fue enorme. No podemos empezar a entender esa magnitud hasta que empecemos a materializarlos y actualizarlos. Este proyecto trata de conseguirlo”, explica su ideólogo.

Lo de “por primera vez en la historia” suena más pomposo de lo que es: la red tiene 23 años, aunque haya crecido con más velocidad que Messi bajo tratamiento hormonal. Worldwidewebsize.com, que cruza valores de Google, Bing, Yahoo! y Ask, estima en al menos 3,6 billones las páginas indexadas. Y la última medición de internetworldstats.com, de 2012, contabiliza más de siete mil millones de conectados en todo el mundo. Obviando que son cifras siempre ascendentes, para lograr la hazaña cada usuario debería mandar a Centroamérica las impresiones de más o menos 500 sitios enteros. Complicado. Para una idea de cuánto, el serbio Nikola Smolenski, colaborador de Wikipedia, calculó en 2007 las resmas necesarias para plasmar esa enciclopedia impalpable: sólo en inglés y sin incluir imágenes, 750 volúmenes de 25 centímetros de alto y cinco de espesor, con unas 400 páginas cada uno. Goldsmith concede que su iniciativa global parece una quimera, que sólo un ciberbocado impreso “colmaría cualquier espacio”. Pero le resta importancia porque está en línea con su afán por “materializar la información a nuestro alrededor”.

De ropa excéntrica y barba neurótica, Goldsmith es experto en coleccionismo, escritura no-creativa, derechos de autor y poesía conceptual, a razón de la que es uno de los más sobresalientes de la vanguardia yankee. En marzo, a sus 51, se convirtió en el primero de su clase en recibir los laureles del Museo de Arte Moderno de Nueva York, para el que organizó lecturas performáticas junto a 200 colegas. Su más reciente poemario, Seven american deaths and disasters (“Siete muertes y desastres americanos”), es el resultado de la transcripción de material audiovisual sobre los asesinatos de los Kennedy y John Lennon, la muerte de Michael Jackson, la tragedia del transbordador Challenger y la masacre de Columbine. Ya había usado ese sello warholiano en Soliloquy (“Soliloquio”, lo dicho en una semana), The weather (“El clima”, un año de reportes meteorológicos) y Day (“Día”, una edición de The New York Times). En 2004, en una conferencia en Los Angeles, convino: “Mis libros son imposibles de leer de una. Cada vez que tengo que chequearlos antes de enviarlos al editor, caigo dormido repetidamente. No necesitás leerlos para entender cómo son; sólo necesitás saber el concepto general”.

Goldsmith también imparte clases sobre poesía en la Universidad de Pennsylvania, en las que apoya y/o discute a referentes artísticos y teóricos como Andy Warhol, Walter Benjamin y Jorge Luis Borges, entre otros. En las aulas incentiva a plagiar e incluso utilizar identidades robadas, en sintonía con el movimiento de la cultura libre. Es además aclamado por haber fundado, en 1996, y continuar administrando UbuWeb (ubuweb.com), que funciona como centro de distribución gratuita de material literario, visual y sonoro avant-garde difícil de conseguir. “Como JStor (librería online del MIT), contiene vastas cantidades de información pero, a diferencia de aquélla, en UbuWeb está disponible de forma gratuita para todos, lo cual simpatiza mucho con el punto que Swartz buscaba dejar en claro. Como muchos, estaba trabajando para liberar información que debería ser de dominio público, gratuita y libre. Pero fue perseguido por un acto fruto de su generosidad. Es una lección que nos motiva a luchar aún más por el acceso libre a la información cultural vital. Me he comprometido con esa misma batalla”, alega en una entrevista reciente, otorgada a la revista mexicana Código.

Si bien dice que el intensivo pasaje de bytes a celulosa tiene más que ver con preguntas a pronunciar que respuestas a escuchar, Goldsmith hace su puesta en crisis: una de las problemáticas de la cultura digital no está en “la necesidad de escribir más” sino en “aprender a negociar con la vasta cantidad existente”, pues observa que los cibernautas son aceitados archivistas de “artefactos” con los que, posteriormente, poco o nada interactúan. “De qué modo me abro paso entre este matorral de información, cómo lo manejo, lo disecciono, lo organizo y lo distribuyo, es lo que distingue mi escritura de la tuya. Entonces, en cierto sentido, el acto de imprimir es un acto (no) creativo. El acto de ‘mover la información’ refiere a la acción de agitar o poner en movimiento el lenguaje, pero también a ser emocionalmente afectado por ese proceso. Y, por supuesto, coleccionarlo y recopilarlo.” Particular es, se habrá notado, su visión artística de la triple W. “Soy un poeta y siento que Internet, comprimido completamente en texto alfanumérico, es el mejor poema jamás escrito. Como usuarios de la web, estamos todos contribuyendo a este proyecto poético. Llamémoslo ‘el supremo poema colectivo’.”

Todas las utopías son caminos sin asfaltar: aunque Goldsmith haya prometido reciclar las torres de papel enviadas al concluir la exposición, en algunas redes sociales proliferan los 140 caracteres en oposición, sobre todo por el impacto ambiental en que deviene la producción de pulpa de celulosa. Hasta hay una petición al respecto en change.org, titulada “Por favor, no imprimas Internet”. “Mientras se aprecia que el señor Goldsmith planee reciclar el papel de su exhibición artística, la reducción del uso es más importante que el reciclaje”, pondera la misiva, que ya cuenta con más de 300 firmas. Desde su Tumblr, el artista posteó por respuesta: “Todo arte es espectáculo, todo espectáculo es material, todo material debe venir de algún lado. En comparación con el espectáculo de la Bienal de Venecia, con su huella global de carbono y sus espantosos yates y jets privados; o con las esculturas de aluminio de Jeff Koons de 35 millones de dólares, creadas por una persona para otra del uno por ciento de la población, mi proyecto, de una postura democrática ‘all-inclusive’, con nada a la venta y un final de reciclaje, se ve bastante bien”.

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