miércoles, 17 de julio de 2024

“Empecé a traducir porque quería entender y no entendí nada, porque Vallejo escribe en Vallejo"

"'No existe la poesía sin traducción', bajo esta premisa Katherine Hedeen, traductora estadounidense, inició el conversatorio “La poesía como traducción”, en el marco del Festival de Los Confines". Tal es la bajada de la nota publicada por Samaí Torres, en El Heraldo, de Honduras, el pasado 26 de mayo.

La traducción, pieza fundamental para universalizar la literatura

La traducción fue una de las grandes protagonistas del VIII Festival Internacional de Poesía Los Confines, porque no había otro camino, no podemos acercar la literatura universal a Honduras sin la traducción.

Sin la traducción no se habría publicado en Honduras el libro de Robert Pinsky, tampoco el de Tyehimba Jess, mucho menos los de Adrian Grima, Zoë Skoulding, Christos Koukis y James Byrne, y muchos otros poetas de otras lenguas.

La traducción es la que acerca, en este caso, al español, la obra de miles de autores de todas las latitudes para que puedan ser disfrutadas y comprendidas.

Y dada la relevancia de la traducción en la literatura, y en este caso particular la poesía, el VIII Festival de Los Confines abrió espacios para el diálogo en torno a este oficio tan importante.

Y fue de la mano de la traductora, ensayista y profesora universitaria estadounidense Katherine Hedeen, que se abrió una conversación bajo el título “La poesía como traducción”, y que tuvo como premisa que: “No existe la poesía sin traducción”.

Desde la propia experiencia de la traductora en este mundo literario que a veces se pone intrincado, el público reunido en la sede de la Universidad Pedagógica Nacional Francisco Morazán (UPNFM) en Gracias, comprendió un poco más sobre la importancia de la traducción literaria.

Hedeen partió de la pregunta: ¿Por qué soy traductora de la poesía hispanoamericana?, y contó la estadounidense que fue cuando tenía 13 años que comenzó a estudiar español, que inicia una relación con nuestro idioma que la llevó a un interés que luego sería una pasión: traducir poesía, especialmente la hispana.

“Para mí la poesía es una manera de vivir y experimentar el mundo, cuando descubrí la poesía descubrí que podía ver el mundo de otra manera (...) Esa idea de la poesía no la descubrí a través de la poesía en inglés, yo descubrí esa magia a través de la poesía en español”, compartió.

“Al leer a Antonio Machado (España) descubrí que la poesía en lengua española me ofrecía algo que no había encontrado en la poesía en inglés, era ese calorcito, inmediatamente me dediqué a su estudio”, rememoró, y fue así que el primer libro que intentó traducir fue del peruano César Vallejo.

“Empecé a traducir porque quería entender y no entendí nada, porque Vallejo escribe en Vallejo, no en español. Yo quería apreciar el texto de una manera más profunda”.

Y es aquí donde uno comprende que la traducción no se trata de literalidad, entonces es aquí donde uno también comprende la complejidad de este oficio... Realmente la traducción es un universo total.

“Me siento atraída por los desafíos de la poesía que me ofrecen la posibilidad de ser poeta yo misma”: he aquí una controversia. Katherine Hedeen nunca ha publicado un poemario de su autoría.

Pero ella misma lo dice con la seguridad que le da la apropiación de su trabajo: “Mis traducciones son mis poemas”.

Y una aclaración: “Esto no quiere decir que no sea fiel al texto original o que traicione al lector, al consolidar mi obra de esa manera honro al poema y al poeta”.

Y sí, claro que Hedeen es poeta, porque si tradujera literalmente un poema, es simple, no se entendería.

Para comprender un texto traducido el traductor debe acoplar ese lenguaje a otro lenguaje, que lleva implícitas otras interpretaciones dentro de un contexto culturalmente diferente.

La traducción no es sinónimo de literalidad, aunque en el proceso de traducir la operación inicial más sencilla es la traducción literal, para luego continuar con el proceso más complejo: darle sentido, preservar una estética.
Una obsesión con la originalidad

¿Es entonces una traducción una poesía original en sí misma? Ante la pregunta Hedeen responde que “la obsesión con la originalidad me parece un error”.

Por qué, porque “todo poema es producto de una traducción. Todo lo que pensamos es un proceso de traducción. Todo son actos de traducción. El poeta traduce lo que ve”.

Es por esta razón que la estadounidense se considera una “activista de la traducción”, porque existe una idea de desprecio por la traducción, por esta idea de que la originalidad es lo máximo y la traducción una copia.

“Trato de conversar con las personas sobre el valor intrínseco y artístico de la traducción, que es un acto literario”.

Sobre si hay límites en la traducción, Hedeen señala que es importante que el traductor clarifique sus intenciones, que sepa con qué dialoga, porque el arte no existe en un vacío.

Ningún escritor ve un árbol o un pájaro y esa es inspiración suficiente para escribir un poema, “me interesa rechazar la idea de la inspiración que ocurre en un vacío, las ideas no nacen de la nada, viven de muchas otras ideas, aunque exista la creencia de que todo eso pasa como si fuese arte de magia. La traducción hace evidente que las cosas no suceden de esa manera”.

Katherine Hedeen ha traducido al inglés la obra de Juan Gelman, Marco Antonio Campos, Antonio Gamoneda, José Emilio Pacheco, Hugo Mujica, Luis García Montero, Víctor Rodríguez Núñez, Juan Bañuelos, entre muchos otros.


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