jueves, 31 de octubre de 2013

De controles y controladores

Editor de www.elcastellano.org y autor de La fascinante historia de las palabras, el uruguayo Ricardo Soca publicó en la edición de Ñ, del 18 de octubre pasado, el siguiente artículo sobre las academias de la lengua americanas y su vergonzosa dependencia de España.

Academias americanas: un inquilino en Madrid

La Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE) no es sino un departamento de la Real Academia Española, por cuya iniciativa y a cuya imagen y semejanza fue creada. Por la distribución notoriamente asimétrica del poder entre el socio mayor y el resto de sus miembros, determinada estatutariamente, ASALE es una entidad ficticia, que funciona al compás de los designios de su artífice y rectora.

La asociación actúa bajo un férreo control de Madrid, al servicio, pues, de los intereses comerciales y diplomáticos del reino de España, que no necesariamente habrán de coincidir con los de los otros veintiún países representados por las academias “hermanas”.

La idea de crear sucursales en América fue concebida en el siglo XIX en Madrid, con miras a rescatar algo del imperio colonial perdido que ya no se podía reconquistar por las armas. El académico Alfonso Zamora Vicente lo explicó con sorprendente transparencia en su libro La Real Academia Española (1999) al narrar hechos de la segunda mitad del siglo XIX: [...] la Academia acuerda crear Academias de la lengua castellana o española, como correspondientes suyas y a su imagen organizadas. Con tal relación, la Academia Española se propone realizar fácilmente lo que para las armas y la diplomacia ya es imposible hacer: reanudar los vínculos violentamente rotos [...].

En los años siguientes, por todas partes surgieron academias correspondientes, algunas de ellas llevadas de la mano por Madrid; otras, como la argentina y la uruguaya, por iniciativa de sus respectivos gobiernos y con carácter de “asociadas”, que no de “correspondientes”.

En 1951, se creó la ASALE, cuyo carácter subalterno se admitía sin ambages en los primeros estatutos: Art. 2. Las Academias correspondientes de la Real Academia Española reconocen que esta es, por derecho propio, la llamada a dirigir esta labor colectiva de defensa y promoción del idioma castellano.

No se explica cuál sería la fuente de ese “derecho propio” ni de qué molinos de viento debería ser “defendido” el idioma castellano; se pretende que tales afirmaciones sean aceptadas a priori, sin necesidad de discusión, tal como se aceptan las leyes naturales o las creencias religiosas.

Entre las metas de ASALE, figuraba en 1951 la muy subalterna de “colaborar con la Real Academia Española, según las instrucciones de esta, en la redacción de Gramática y Diccionario y especialmente en la recolección de los regionalismos de su respectiva área lingüística”.

Este esfuerzo por el control lingüístico de las antiguas colonias avanzó con lentitud hasta los años 90, cuando se presentó una nueva realidad: la globalización de la economía ofreció a España la posibilidad de explotar con sus empresas el suculento mercado de más de 400 millones de hispanohablantes. La vieja ideología nacionalista fue entonces reformulada con el discurso llamado “panhispánico”, que nació arropado con ideologemas apropiados a las nuevas circunstancias: el español como “lengua total”, “lengua de encuentro”, “activo estratégico” y “lengua mestiza”, como señaló José del Valle en La patria, ¿lengua común? (2007).

Hacia los años 90, una alicaída ASALE fue reflotada para servir como estandarte del panhispanismo, para reabrir el camino de las Indias a las empresas españolas y en 1997 se inauguró con fanfarria el I Congreso Internacional de la Lengua Española, como expresión del nuevo papel de la Academia y sus “hermanas”.

En 2007 se aprobaron nuevos estatutos de ASALE en los que se consolidó el poder omnímodo de la casa tricentenaria. En ellos se establece sin tapujos que el “presidente nato” de la Asociación de Academias será el director de la Real Academia Española (art. 15) y su tesorero, un miembro de la institución madrileña, nombrado por la Junta de Gobierno (art. 17).

El secretario general de la asociación, cuyas tareas son colaborar con el presidente, llevar las actas, cuidar los archivos y figurar como presentador de ASALE, puede ser un miembro de cualquier academia excepto la española (art. 16). Este cargo lo ejerce desde hace diecinueve años el lingüista cubano Humberto López Morales, radicado en Madrid.

El desbalance de poder en el seno de ASALE queda aun más claro en la composición de su órgano rector, la Comisión Permanente, que en la práctica funciona la mayor parte del tiempo en Madrid con su presidente, su secretario y su tesorero, es decir con tres miembros, dos de los cuales serán siempre de la RAE (art. 23), según muestra Silvia Senz en El dardo en la Academia (2011).

Además del férreo control establecido en los estatutos, la Academia Española impone la presencia del rey de España en todos sus Congresos como símbolo solemne de su poder incontestable. En un ritual que contradice la tradición republicana de las excolonias, el monarca es quien inaugura y preside cada Congreso, junto con el primer mandatario del país anfitrión. La intención de esta liturgia dieciochesca es la misma que dio lugar en el siglo XIX al hispanoamericanismo: fortalecer la noción de que “la cultura hispánica posee una jerarquía interna en la que España ocupa una posición hegemónica”, como demuestran José del Valle y Gabriel Stheeman en Nacionalismo, hispanismo y cultura monoglósica (2004).

El papel avasallante del socio español queda de manifiesto también en las obras académicas, cuya autoría es atribuida a la RAE y a la ASALE, como si la primera no formara parte de la segunda. El papel de primus –aunque no inter pares− de la corporación madrileña se hace evidente asimismo en los prólogos de las obras académicas, en los que son habituales menciones como “la Real Academia Española y las demás academias hermanas”.

Según datos públicos ofrecidos en Internet, la web de ASALE está albergada en el servidor rae.es y tiene como administradora la gerente de la Academia Española, Montserrat Sendagorta Gomendio.

La Asociación de Academias es una entidad de mentirillas; por la distribución de poder en su seno –fuertemente concentrado en académicos de la casa madrileña– por su historia, por su funcionamiento y por sus estatutos, ASALE tiene una existencia meramente ficcional: funciona como un departamento de la RAE, de cuyo vientre fue parida, y actúa de acuerdo con los intereses de esta que, en última instancia, son los del Estado español.


miércoles, 30 de octubre de 2013

¿Existe o no la diferencia?

Una columna del traductor chileno Adán Kovacsics (foto) publicada el 18 de octubre pasado en El Trujamán. Allí se vincula la traducción al acto de escritura, una de esas posibles polémicas a la que nos tiene acostumbrados la profesión.


Escribir-traducir

En una extraordinaria y deleitosa conferencia que John Rutherford pronunció hace más o menos año y medio en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona en el marco del encuentro «El Ojo de Polisemo», el traductor del El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha al inglés se refirió a las dificultades con que se había topado en su carrera cuando se trataba de valorar la labor del traductor, tanto en general como en particular. Contó como botón de muestra que, en un proyectado prólogo para su versión inglesa del Quijote, señalaba que él había «escrito la traducción» siguiendo estos y aquellos criterios. Envió su texto preliminar a la editorial, y su editora le respondió comunicándole que una traducción «no se escribía». A lo cual Rutherford le preguntó qué verbo había de utilizar si una traducción no se escribía (ni se cantaba, ni se susurraba, ni se inventaba, ni se volcaba). Si mal no recuerdo, la editora propuso entonces algo así como «producir», que fue la palabra que finalmente apareció en el prólogo. No sé si reflejo exactamente el hilo del relato del traductor de Cervantes, pero así se me ha quedado grabado en la memoria.

Sea como fuere, Rutherford no se encuentra solo al relacionar el «traducir» con el «escribir». Son varios los traductores y también los teóricos para los cuales no existe, o apenas existe, diferencia entre la escritura y la traducción. De tal manera, esta queda entrelazada, como debe ser, en el vasto tejido de la literatura, de la que forma parte intrínseca como un género literario más.

Sin embargo, no conviene empecinarse en esta equiparación, que podría acabar desdibujando ciertas especificidades de la traducción, su particular relación con las lenguas y con el lenguaje en general, el hecho de que requiera el conocimiento de como mínimo dos idiomas, adentrarse en ellos y palpar por esta vía el núcleo de las palabras.

Precisamente en el foco, en el abismal punto medio entre las dos lenguas se toca el logos, el orden del universo que se manifiesta en el lenguaje. La palabra «casi» existe en los idiomas porque existe un «casi» en el mundo, lo mismo que «ayer» y «crepúsculo» y «tensión» y «vértigo». Y la forma de ese «casi» que está en el mundo es lingüística, la forma de los hechos es lenguaje. Y esto es precisamente lo que hace posible la traducción, la cual de lo contrario ni siquiera podría existir, se convertiría en una vacua traslación de signos sin fondo, de señales que no señalan (lo cual, por cierto, en muchas ocasiones ocurre).

Se podría argumentar, eso sí, que cuanto acabo de sugerir rige en general para la escritura y que también en esta se manifiesta el orden del mundo que expresan las palabras. Pues sí... Y, ojo, puede que al final acabe siendo el escritor un traductor. De todas formas, es en la traducción, precisamente porque esta se mueve entre lenguas, donde el logos se atisba de manera más clara, incomparable e inquietante.

martes, 29 de octubre de 2013

Cómo se ordena una biblioteca/discoteca (VI)

Luego de Eduardo Stupía, Luis Chitarroni, Sergio Renán, Diego Fischerman y Diana Maffía, el jueves 31 de octubre, a las 19 hs, en la sexta reunión del ciclo "Cómo se ordena una biblioteca/discoteca", el invitado es Luis Borrero.

Luis Borrero es uno de los más destacados arqueólogos argentinos. Licenciado en Antropología y Doctor en Filosofía y Letras, su área de trabajo la constituyen los alrededores del estrecho de Magallanes, tanto del lado chileno como argentino, en el continente así como en la isla de Tierra del Fuego. Profesor de la Universidad de Buenos Aires, trabaja como Investigador Superior en el CONICET.

CCEBA - Florida 943
Entrada libre y gratuita

lunes, 28 de octubre de 2013

El martes, SPET

Silvina Slepoy
En el próximo encuentro del SPET, que tendrá lugar el martes 29 de octubre a las 18:30 en el Salón de Conferencias del IES en Lenguas Vivas (Carlos Pellegrini 1515), el equipo de investigación dirigido por la Prof.Silvina Slepoy presentará su proyecto "Investigación institucional sobre la interrogación directa: sintaxis, pragmática, traducción y estudio contrastivo francés - español"

El equipo está integrado por:
Silvina Laura Slepoy (directora). Profesora en francés, master en Ciencias del Lenguaje de la Universidad Nancy2, Francia. Profesora de Gramática francesa I y II y de Estructuras Comparadas en el IES en Lenguas Vivas “Juan R. Fernández” y de Gramática francesa I en el ISP “Dr. Joaquín V. González”. Jefa de carrera del Traductorado en francés del IES en Lenguas Vivas “Juan R. Fernández”. 

Beatriz Emilce Cagnolati (codirectora). Doctora en Letras de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación  (UNLP). Profesora de Traducción especializada y de Gramática Contrastiva francés/castellano. Directora de proyectos de investigación y coordinadora del Área de Investigación en Traductología (AIT) de la UNLP.

Sabrina Bevilacqua. Profesora de Francés en lecto-comprensión (Facultad de Ciencias Sociales, UBA). Responsable de las cátedras de Introducción a las Ciencias del Lenguaje y Análisis lingüístico de textos (Profesorado y Traductorado en francés respectivamente) en el IES Lenguas Vivas “Juan R. Fernández”

Lucía Dorin. Profesora de Francés en lecto-comprensión (Facultad de Ciencias Sociales y Facultad de Psicología, UBA). Responsable de las cátedras de Lingüística y Gramática francesa I (Traductorado en francés) en el IES Lenguas Vivas “Juan R. Fernández”

Ana María Gentile. Doctora en Ciencias del Lenguaje (Universidad de Ruán, Francia, 2007) y docente de traducción en la Universidad Nacional de La Plata. Directora de proyecto en el Área de Investigación en Traductología (AIT/IdHICS, UNLP) y miembro de su comité asesor.

Patricia C. Hernández. Doctora en Ciencias del Lenguaje y miembro de equipo de investigación en el Instituto de Lingüística de la UBA, investigadora extranjera asociada a los laboratorios LLL (Univ. de Orleáns) y DySoLa (Univ. de Ruán). Ha sido profesora invitada por las universidades francesas de Orleáns y Ruán (2008) y ha dictado seminarios de posgrado en la UBA (2011) y la UNLP (2012). 

Lecturas sugeridas
- Hernández, P. y Gentile, A. M. (2013). “Correspondencia pragmática y rupturas de relación isomórfica en la traducción español-francés y francés-español. El caso de los enunciados interrogativos”. Desafíos de la glotodiversidad en el siglo XXI. Universidad de La Pampa.
- Coveney, A. (2011) : « L’interrogation directe », Travaux de linguistique N° 63, pp. 112-145. 

- Slepoy, S. (2011). « Comment nos élèves posent-ils des questions? », Actas del XI° Congreso Nacional de Profesores de Francés, Puerto Madryn, Chubut.


Otras lecturas
- Escandell Vidal, M. V. (1999). “Los enunciados interrogativos. Aspectos semánticos y pragmáticos”. En Bosque, I., V. Demonte, dir. Gramática descriptiva de la lengua española (pp. 3929-3991). Madrid: Espasa Calpe.
- Toury, G. (2004). Los estudios descriptivos de traducción y más allá. Metodología de la investigación en estudios de traducción. Madrid: Cátedra

- Vlad, D. (2006): « Sur quelques marqueurs polyphoniques à valeur polémique », en F. Hrubaru, A. Velicu (éds.),Enonciation et syntaxe, Actes du XIIe Séminaire de Didactique Universitaire, Constanta 2005, Echinox, Cluj-Napoca, p. 205-222

Las lecturas sugeridas estarán disponibles en la fotocopiadora del Lenguas Vivas (en el subsuelo, junto a la Biblioteca central) a partir del miércoles 16 de octubre. A quienes confirmen su asistencia les mandaremos el material en formato PDF.  


domingo, 27 de octubre de 2013

Faltaron mujeres, faltaron jóvenes y, sin ánimo de ofender, claro, sobraron viejos pelotudos

"Termina el encuentro de académicos del español. Se discutió sobre el libro y hubo visiones pesimistas sobre lo digital. Se sintió la falta de jóvenes y de mujeres." Esto escribía en su crónica, publicada por Ñ digital el día 24 de octubre pasado, Guido Carelli Lynch.

Congreso de la Lengua
mucho ruido y veremos cuántas nueces

Es un lugar de encuentro. De eso se trata, ni más ni menos, el Congreso de la Lengua Española, cuya sexta edición concluyó ayer en Panamá. Esa condición alberga su potencial y también sus limitaciones. “Los congresos de la lengua nunca son importantes desde el punto de vista científico, es un congreso que reúne gente vinculada al idioma, instituciones, editoriales y como elemento para poner la lengua en el tapete sirve, pero no busques nada más”, explicaba José Luis Moure, presidente de la Academia Argentina de Letras y uno de los 220 invitados de 30 países a esta ceremonia.

No va a haber ni descubrimientos ni ponencias. No es ese el fuerte de los Congresos de la Lengua. “En este se puso mucho énfasis en el libro y en lo tecnológico, entonces el tema lingüístico y los problemas de la lengua se pierden un poco. Porque somos expertos, cuando somos, nada más que en lenguas”, dijo Moure en la antesala del acto de clausura. Un rato antes, Víctor García de la Concha –el director del Instituto Cervantes, que fue titular durante 12 años de la Real Academia Española (RAE)– había intentado convencerlo de la necesidad de firmar acuerdos de cooperación con la Argentina Para eso ha servido también este Congreso.

Dos centenares de –en su enorme mayoría– expertos en lengua española discutieron durante tres días sobre el libro y sus soportes, un tema en el que no son especialistas. En el encuentro que llevaba como lema El español en el libro y en el que se escucharon largas y ocurrentes exposiciones sobre derechos de autor, nadie mencionó los problemas de distribución que existen en el mercado del libro en español –que manejan multinacionales de origen español– y que impiden que estos países puedan compartir su literatura.

Faltaron en este congreso voces disonantes y grandes debates. Afuera sobran.

La mayoría de las veces sólo se escucharon argumentos a favor de la cultura de papel, que ojalá dure para siempre, pero casi nadie entregó visiones optimistas sobre los soportes digitales.

García de la Concha recordó ayer otra vez el legado de la edición de Rosario, donde “el pueblo tomó el Congreso”. Pues bien, aquí no hubo pueblo. Además de los participantes, los asistentes fueron casi exclusivamente los 1200 docentes panameños invitados. “Aquí hay una marca nueva: el maravilloso grupo de profesores. Nunca en ningún congreso los paneles estuvieron tan concurridos, con una asistencia fervorosa”, dijo el titular del Cervantes y por supuesto se ganó el aplauso de los maestros.

Se veían caras cansada. No sólo por la noche agitada, sino por la cantidad de paneles en 72 horas. “Nos equivocamos en hacerlo tan intenso. Todo el mundo se ha ido un poco con la lengua afuera. Habrá que volver al modelo de los congresos de Zacatecas o Rosario, de 6 días. Si no, es físicamente imposible”, reconocía el director de la RAE, José Manuel Blecua.

El Congreso sirvió también como corolario de los festejos por el tricentenario de la Real Academia Española. En palabras de Blecua, la RAE ha renacido de las cenizas como el Ave Fénix. “Tiene un espíritu tan juvenil que nadie diría que tiene 300 años”, decía. Juventud precisamente fue lo que le escaseó entre los asistentes. “Me trajeron para bajar el promedio de edad”, bromeaba el periodista y crítico mexicano Rafael Lemus, de 36 años.

La misma falta de juventud se siente entre los académicos de la RAE. ¿Faltan jóvenes? “Claro que sí, esperemos que se vayan incorporando y también mujeres especialistas, si no acabamos siendo todos vejestorios”, reconocía Blecua, de 74 años. La ausencia de mujeres es una de las mayores críticas que recibe la institución. Y otra está vinculada a que el director de la RAE es además –por estatuto– presidente de la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE), que reúne a 22 academias, de las cuales 20 son americanas y una de Filipinas. “Todos los estatutos se pueden cambiar, pero eso no le otorgaría ningún dinamismo en sí mismo a la ASALE.

Lo que cambiaría sería el sistema de financiación, porque ahora nos financia el Ministerio de Educación de España”, advertía Blecua. Ahora, que terminó el Congreso, comenzarán aquí las sesiones de la institución que agrupa a las veintidós academias iberoamericanas.

El Congreso tuvo gusto a poco, pero quizás sea sólo una cuestión de perspectiva. “Un congreso no trasciende en el momento que ocurre, sino después. Lo que se siembra aquí se va cosechando a lo largo de los 2 o 3 años”, afirma el escritor panameño Juan David Morgan. La esperanza es lo único que pierde.

sábado, 26 de octubre de 2013

¿Qué tú dices?

Mientras en el VI Congreso de la Lengua el escritor colombiano William Ospina señalaba que “"los más cordiales enemigos de la lectura son la academia y la industria editorial" y el filólogo argentino José Luis Moure abordaba el tema de la autonomía de la lengua citando a Juan Bautista Alberdi –“Una lengua es una facultad inherente a la personalidad de cada nación, y no puede haber identidad de lenguas, porque Dios no se plagia en la creación de las naciones –, Guido Carelli Lynch, enviado del diario Clarín a Panamá, se ocupaba de investigar qué ocurre con el castellano en los Estados Unidos. La bajada de su artículo del día 22 de octubre pasado reza: “En EE. UU. hay 46,3 millones de hablantes de castellano. ¿Están elaborando una variedad propia del idioma?”

Te llamo pa’trás:
el español que están creando los “hispanounidenses”

“Lengua mojada, clandestina y subversiva”: las palabras de Sergio Ramírez para referirse al castellano que se habla en los Estados Unidos de la mano de los inmigrantes retumbaron fuerte en la inauguración del VI Congreso de la Lengua que se realiza hasta el miércoles en Panamá. La definición del escritor nicaragüense puede ser más precisa que los números, que cada tanto no dicen la verdad. Se repite sin pensar que en el país del Norte viven 50,5 millones de hispanohablantes, cifra que lo convierte en la nación con más hispanohablantes después de México, pero el dato no es del todo cierto, porque no todos los hispanos hablan español.

Según el último censo de los Estados Unidos, sólo 36,9 millones de los hispanos hablan el idioma de Cervantes, pero no tiene en cuenta a los 9,4 millones de inmigrantes ilegales latinoamericanos que estira la cifra hasta 46,3, lo que coloca a ese país en el tercer lugar, detrás de España. “Dada la baja tasa de natalidad en España será segundo, pero nunca superará a México”, pronostica Kim Potowski, profesora de Lingüística Hispánica de la Universidad de Illinois, Chicago.

Para esta especialista en la relación entre lengua e identidad, la imposibilidad de “alcanzar” a México radica en el “desplazamiento del español hacia el inglés”: muchos inmigrantes latinoamericanos dejan de hablar español para ser aceptados socialmente, para no ser diferentes, para pertenecer. “El español se mantiene como lengua muy viva por el flujo migratorio, pero el inglés de los hijos de los inmigrantes, que muchas veces nacen en Estados Unidos, supera a su español en tercer grado. Y los nietos de los que inmigraron muy pocas veces mantienen niveles productivos en español, aunque entienden”, señala Potowski. La falta de práctica y una fuerte presión hegemónica tienen la culpa. “La meta principal es que aprendan inglés”, agrega.

¿Pero qué clase de español hablan los hispanoudinenses? Potowski rechaza la idea del spanglish, porque es una forma de decirles a esas millones de personas que lo que hablan no es español, de frustrarlos y estigmatizarlos. “Si los puristas insisten demasiado acabarán perdiendo, porque un chico cuando se siente regañado deja de hablar el idioma”, explica.

El castellano, en contacto cotidiano con un vecino poderoso, cambia. Incorpora palabras del inglés como “voy a tomar un  break ”. O, a veces, una palabra toma nuevos significados como “he realizado”, usada para indicar que se ha comprendido, que viene del verbo to realize . Por último, a veces se traduce literalmente expresiones del inglés como “te llamo para atrás” ( I call you back ) o “correr para presidente” ( run for president ).

En esas formas híbridas no todos ven vitalidad. “Hay que estar muy alerta para no dejarse llevar por las sirénidas voces anglicadas, por no caer en burdas traducciones”, advierte Gerardo Piña-Rosales, andaluz y director de la Academia Norteamericana de la Lengua, la más joven de las 22 academias que participan del Congreso.

Todos los expertos coinciden en un punto: Estados Unidos es el verdadero laboratorio del español en el mundo. No por el contacto con el inglés, sino por las relaciones entre los expatriados de todos los países latinoamericanos. A pesar de que el 65 por ciento viene de México, no existe una norma de la lengua. “En Nueva York, los caribeños –que usan un 75 por ciento de las veces el pronombre antes del verbo (“yo como” en vez de simplemente “como”)– están bajando su uso, mientras los mexicanos (que los usan sólo un 30 por ciento), lo están aumentando.

Se van igualando, explica Francisco Moreno-Fernández, director del flamante Observatorio de la lengua en los Estados Unidos que el Instituto Cervantes acaba de inaugurar en Harvard. Para Potowski, es como un experimento de química: los dialectos se pueden desarrollar y afectar mutuamente. Los salvadoreños, que debilitan la ese al final y vosean, rodeados de mexicanos, abandonan sus modismos.

Mientras Moreno-Fernández cree que el español que se habla en Estados Unidos puede convertirse en una variedad dialectal más, la experta es tajante: “No hay un español estadounidense y nunca lo habrá”.


viernes, 25 de octubre de 2013

Panamá: se inicia el VI Congreso de la Lengua

Vargas Llosa, Blecua y el hijo del cazador de elefantes
Guido Carelli Lynch, de Ñ, viajó a Panamá a cubrir el VI Congreso de la Lengua. La bajada de la primera nota que envía, y que se publicó en el suplemento digital del 21 de octubre pasado, dice: “En la apertura, el escritor nicaragüense Sergio Ramírez arrancó aplausos con una mirada política sobre el idioma. Con la presencia de Vargas Llosa y el Príncipe Felipe de Borbón empezó el Congreso de la Lengua”.

“El español es la lengua que emigra,
clandestina, subversiva”

Imposible saber en qué pensaba el príncipe Felipe de Borbón, cuando el aplauso de casi tres mil asistentes interrumpió las palabras del escritor nicaragüense Sergio Ramírez. Lo único cierto es que el heredero de la corona española no acompañó el aplauso espontáneo más fuerte que se escuchó ayer en el centro de convenciones ATLAPA de la capital panameña. Es imposible también imaginar si Mario Vargas Llosa, que acababa de terminar su discurso, no sintió un cosquilleo al que no ha de estar acostumbrado: envidia. Es que en un acto regado de ministros y funcionarios de la lengua, el ex vicepresidente de Nicaragua, que ayudó a derrotar al dictador Anastasio Somoza, pronunció el discurso más político de la apertura del VI Congreso de la Lengua Española.

En vez de jactarse de los 50 millones de hispanohablantes que hay en Estados Unidos, Ramírez reflexionó sobre quiénes son, de dónde vienen, cómo viven y qué lengua hablan. “Es una lengua mojada, que viaja colgada en ese tren monstruoso, que traspasa el muro inteligente, burla los detectores infrarrojos, huye de los perros de presa, de los rancheros de Arizona armados de fusiles automáticos para detenerla”, explicó el autor de Sombras nada más cuando los aplausos se multiplicaron. “Es la lengua que emigra, clandestina y por eso subversiva, es la lengua de los pobres, masacrada por los Zetas, la miseria y el dolor (…) que crea neologismos. Es una invasión cultural”, insistió. Felipe de Borbón no aplaudió y nadie sabrá si él pensaba en los inmigrantes ilegales en España, sobre todo en aquellos que hablan su mismo idioma.

Pero las palabras del ex combatiente sandinista fueron nada más que un cachetazo despertador, porque el programa oficial ya lo advertía: “solemne inauguración”. Por eso, las aposiciones rimbombantes no faltaron: “Excelentísimo señor presidente”, “Su alteza real”, “Honorables señores y ministros”, “Nobel”. Sólo cuando un centenar de chicos de escuelas panameñas desplegaron un muestrario del folklore, la música, los colores, la riqueza cultural y –hay que decirlo– el estereotipo panameño, los tres mil asistentes pensaron que la formalidad podía quedar de lado. Pero al final –la lengua se trata de palabras– los organizadores cumplieron con la propia, solemnes.

El presidente anfitrión, Ricardo Martinelli; el príncipe; el secretario general iberoamericano –el uruguayo Enrique Iglesias–; el director del Instituto Cervantes, Víctor García de la Concha; el director de la Real Academia Española y –por estatuto– director de la Asociación de Academias de la Lengua, José Manuel Blecua; el Nobel peruano; el citado Ramírez y el escritor panameño Juan David Morgan fueron los oradores. El objetivo formal era el mismo, pero cada intervención provocó diferentes ideas.

Por ejemplo Vargas Llosa, notable orador –fue el único que no leyó– sostuvo: “Necesitamos defender y cuidar nuestra lengua, no cerrándonos a lenguas extranjeras, sino abriendo nuestro idioma para enriquecernos de otros lenguajes, tal y como ellos lo hacen con nosotros. Pero debemos mantener la cohesión y protegerla para mantener la unidad y fecundidad del idioma”. El escritor es tal vez el tótem más acabado del panhispanismo, que es el espíritu o fantasma que impregna estos encuentros y que fue el centro de la política que García de la Concha implementó en sus doce años de mandato en la RAE y que ahora pretende llevar al Cervantes.

El Nobel, ciudadano peruano y español, recordó al Inca Garcilaso de la Vega, hijo de una princesa inca y un conquistador ibérico. En el Congreso de la Lengua de Valladolid, en 2001, también había hablado del autor de Los comentarios reales.

El príncipe se sumó a las loas al panhispanismo y entregó una visión de la historia y la conquista un tanto curiosa o pasteurizada. Al referirse a Ñúñez de Balboa, que llegó a estas costas hace quinientos años, dijo: “Tomó posesión, impulsando la primera globalización” e insistió con esa visión al recordar que a Carlos Fuentes le gustaba decir que “la conquista de las Indias fue a sangre y fuego, pero también a palabra y cruz”; toda una declaración de principios. Morgan recordó a que para no hablar de conquista, en el país se habla del “avistamiento” de Balboa, palabra que la Real Academia todavía no incluyó en su diccionario.

Para el presidente panameño, este congreso –como el de Jefes de Estado Iberoamericanos, que concluyó también ayer– representa la posibilidad de proyectar la imagen del país, que el año que viene deberá elegir a su sucesor. Por eso se hizo cargo de los  3,5 millones de dólares que costará oficialmente el encuentro, un detalle que quizás haya ayudado para que Blecua entregara ayer el Premio de la Asociación de Academias a la Red de Docentes de español de Panamá.

Para eso también sirve un Congreso de la Lengua.


jueves, 24 de octubre de 2013

Cuatro puntos de vista sobre la cosa

Las siguientes apostillas, acompañan la nota central de Guido Carelli Lynch publicada en Ñ el sábado 19 de octubre y reproducida en este blog en la entrada de ayer. Como podrá apreciarse, plantean diferentes visiones sobre el problema de la lengua y las pretensiones de supremacía sobre la misma. 













José Luis Moure: 
“Contra los fantasmas inducidos”

Es el nuevo presidente de la Academia Argentina de Letras (AAL), una institución que nació en 1931 “asociada” a la Real Academia Española, pero que a fines del siglo pasado cambió su estatus a “correspondiente”. José Luis Moure –de él se trata– no pierde las formas, pero tampoco es amigo de la corrección política. “El carácter de correspondiente parecería colocar a la academia (argentina) en cierta situación de mayor dependencia de la que tenía. Explícitamente nadie admite tal cosa, pero entonces ¿por qué y para qué se cambió la calificación? No tengo una respuesta clara para eso”, asegura en su despacho de la calle Bustamente, en la sede de la AAL.

–¿Son asimétricas la RAE y el resto de las academias americanas?
–En la corporación española ha habido un cambio en el sentido de admitir públicamente que todas las academias americanas de la lengua están con ella en un plano de igualdad. Objetivamente, me parece que los hechos no son así. La circunstancia histórica de que la Real Academia Española tenga 300 años explica algo de esto.

–Usted ha lamentado la dificultad para incorporar argentinismos al diccionario de la RAE.
–Se incorporan muy pocos y no encuentro razones para que no se incorporen todos, con la debida indicación del alcance y el registro al que corresponden. Si estamos hablando de un diccionario total empleado por la veintena de naciones que hablamos ese idioma, todo debería estar allí. Eso llevaría a un diccionario de proporciones gigantescas, porque lo mismo que uno puede pedir para la Argentina, lo podría reclamar cualquiera de los otros países, con lo cual construiríamos un diccionario que por su volumen resultaría casi inmanejable. Pero honestamente me parece una inconsecuencia que la RAE seleccione nuestro vocabulario e incluya en el Diccionario regionalismos peninsulares minúsculos y deja fuera términos empleados por millones de hablantes. Se trata de una discriminación que no está claramente explicada.

–En lo personal, ¿qué fantasmas lo preocupan con respecto al idioma?
–Absolutamente ninguno. Si un organismo vivo (como es la lengua), de acuerdo a lo que dice el propio Instituto Cervantes, está llegando a los 500 millones de hablantes y nos dicen que es el segundo en el número de hablantes nativos ¿de qué temor estamos hablando? Se habla también de la defensa del idioma, lo que me parece una contradicción difícilmente zanjable. ¿Cómo se puede hablar de la defensa de un idioma que tiene 500 millones de hablantes? Yo nunca he oído ese tipo de alarmas referido a un idioma como el inglés, que se habla en todo el mundo, en todas las variedades y registros, y que no tiene ninguna academia ni centro rector; y nunca he oído hablar de que corra peligro. Yo creo que ese sí es un fantasma inducido, con el propósito de que se puedan llevar adelante ciertos planes de unificación del idioma, que considero absolutamente ajenos a la lingüística.

–Esa es la política panhispánica: ¿a usted no le parece practicable?
–No soy enemigo del panhispanismo, simplemente creo que es una campaña que no va a ninguna parte. Tengo la impresión de que se trata de una empresa que se va a ir debilitando, porque no tiene qué cosa construir. Los hablantes en nuestros países van a seguir hablando sus modalidades y en la medida en que sean conscientes y deseen pertenecer a un mundo cultural común, lo que llamamos mundo hispanoamericano, la lengua va a tener la unidad que tuvo desde siempre. Cualquiera de nosotros tiene idea de que está hablando castellano, no lo pone en duda. Si hubiese algún peligro, se hablaría de esto hasta con un cierto temor.













Víctor García de la Concha
“No tratamos de hacer las Américas”

Doce años al frente de la Real Academia Española desgastan a cualquiera. Bajo su mandato se presentaron una nueva Gramática y una nueva Ortografía, dos trabajos conjuntos entre la Real Academia y las veintiún asociaciones de la Lengua Española, fruto –en sus palabras– de una política lingüística “panhispánica”. A sus 78 años, Víctor García de la Concha creyó que ya le había llegado la hora de descansar, pero Mariano Rajoy lo convocó para dirigir el bastión de diplomacia cultural más potente de habla hispana. “El gran proyecto por el que yo dirijo el Institituto Cervantes después de haber dirigido la Academia es para iberoamericanizarlo”, explica solícito por teléfono desde Madrid.

–¿Qué significa iberoamericanizar el Instituto Cervantes?
–El Cervantes nació como un impulso del gobierno de España y de todos los partidos políticos pues echábamos en falta un centro, una entidad, una institución que se encargara de la promoción, de la difusión, del estudio del español y de las culturas hispánicas. En un momento el Cervantes se extendió por Europa, el norte de Africa, Estados Unidos y Brasil, pero ahora quiere que todos los países iberoamericanos lo sientan como una cosa suya. Y por tanto –en pie de igualdad, como hemos hecho con las academias– tratamos que las instituciones de los distintos países participen en los grandes objetivos del Instituto Cervantes. Y la presentación de este proyecto también será objeto de tratamiento en el Congreso de Panamá.

–Se ha criticado en el pasado la pretensión del Cervantes de estandarizar a su favor los exámenes de español como lengua extranjera.
–Bastante más de la mitad de la cultura que se proyecta – música, teatro, cine– en los ochenta y siete Cervantes que hay en los cuarenta y cuatro países del mundo en estos momentos, es latinoamericana. Desde hace años, no desde que soy director. Evidentemente en cada país hispanohablante se enseñará la variedad del español que allí se habla y se escribe, que se habla porque en escritura las diferencias son tanto menores. Cada uno va a seguir haciendo lo que está haciendo. Si nos ponemos de acuerdo en cuáles son los parámetros que debe tener, sabremos qué diploma tiene valor.

–La política panhispánica es vista desde América como una nueva estrategia de expansión española.
–No tratamos con ello de ir a América o de hacer las Américas. Hemos firmado con el gobierno de México un acuerdo mediante el cual les cedemos todos los centros Cervantes para que proyecten en ellos la cultura mexicana y el gobierno mexicano nos cede a su vez sus centros en todo el mundo para lo mismo. Además, en los 14 centros mexicanos en Estados Unidos vamos a realizar actividades conjuntas, para enseñar la cultura y la lengua española con todas sus variedades. Del mismo modo, en el Cervantes de Madrid hay un centro de estudios mexicanos que naturalmente va a proyectar toda su cultura. Hemos firmado acuerdos lingüísticos y estamos negociando con Colombia, Chile y Perú. De tal manera que en el edificio de Cervantes en Madrid todas estas variedades americanas buscan su propio espacio físico de expansión.

–Cómo juzgó la carta “Por la soberanía idiomática” que firmaron escritores y académicos argentinos?
–No me sorprende porque conozco al núcleo que lo impulsa. Es una actitud respetable pero es contradictorio desde el título, porque nosotros desde España no estamos reclamando ninguna soberanía idiomática. Si alguien la reclama, es su línea programática y su responsabilidad. Lo que sí hay es una inteligencia poco rigurosa.


Fernando Vallejo: “Nosotros somos el idioma”

Las diferencias entre el español de América y el de España se aumentan cada día. Cada día estamos más alejados nosotros de ellos. En general son diferencias de vocabulario y pronunciación. Como nosotros somos 21 países y ellos uno solo, diré que el español es el hispanoamericano y no el peninsular. España es una provincia anómala del idioma, de la que podemos olvidarnos, a ver si consumamos así nuestra independencia de ellos, que nunca ha sido completa.

La Real Academia y las asociaciones de la lengua de cada país no cuentan para nada, podrían no existir.En cuanto al Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, que va para la vigésima segunda edición, es acientífico, católico, monárquico, mezquino. Es un diccionario casi siempre equivocado de lo que es propio de los países hispanoamericanos. La palabra "americanismo" debe desaparecer porque nosotros somos el idioma. La que tenemos que introducir entonces es "españolismo" para designar lo que es propio de España, o sea lo anómalo.


Sergio Ramírez: “En lo anómalo está la creatividad”

Las academias lo que hacen es certificar que las palabras y los giros del lenguaje son moneda corriente en la calle, o en la literatura. No se trata de una policía del idioma, sino de una entidad que “limpia, fija y da esplendor”. La lengua es algo vivo, que se mueve sin permiso de nadie, muta, inventa, traspasa fronteras, y se nutre de otras lenguas.

Las nuevas reglas ortográficas no se impusieron a nadie, simplemente han buscado la economía en la expresión, y la gente las ha aceptado porque tienen sentido, aunque a mí se me dificulte el cambio, pero la fuerza de la costumbre es muy poderosa. Si algo hemos ganado es que el español que se habla en la península y en América tienen ahora pie de igualdad.

Antes, frente a la Real Academia en tiempos del franquismo, había una categoría bastarda de americanismos, y lo legítimo era lo “castizo”. Eso se acabó. Hoy hay “peninsularismos” y todas las maneras de hablar el español son legítimas. Todos nuestros países son provincias anómalas del idioma, y en lo anómalo está la creatividad.




miércoles, 23 de octubre de 2013

¿De quién es el castellano? (2da. parte)

Dos años después del número especial preparado por el Administrador de este blog y publicado en el mes de septiembre de 2011, la revista Ñ nuevamente se ocupa de dilucidar de quién es el castellano. Ahora, en vísperas del actual Congreso de la Lengua, publica una vez más una serie de reflexiones sobre la cuestión. El encargado en la oportunidad es Guido Carelli Lynch, quien firma la nota de tapa del número correspondiente al sábado 19 de octubre de este año. En la bajada de éste se lee: “VI Congreso de la Lengua.  En la víspera del encuentro más importante del español, voces de uno y otro lado del Atlántico discuten cuál es el valor, el poder y los intereses reales de las academias”.

La conquista del idioma

“Desde el Cantar de Mío Cid, España es un país de vasallos arrodillados al zángano de turno que tengan de rey y un país de lameculos de cura y de torturadores de animales. España no vale la pena. Me alegro de que esté en bancarrota, económica, política, moral... Ojalá que la deriva continental que descubrió Wegener nos acabe de separar de ellos. Que el mar se ensanche”, contesta, vomita y dispara vía mail el escritor colombiano Fernando Vallejo. La pregunta es simple y un poco tramposa, quizás porque invita a una respuesta: “¿Cree que España todavía ejerce dominación a través de la normativa del idioma?”.

Con ánimos mucho menos encendidos que los del autor de La virgen de los sicarios, no son pocos quienes creen que la relación con Madrid es asimétrica y que desde la capital española todavía pretenden regir la norma de la lengua, controlar su expansión y sus beneficios.

En España se apuran en negarlo; Víctor García de la Concha –ex director de la Real Academia y actual mandamás del Instituto Cervantes– a la cabeza. La voluntad cooperativista de la academia española –aseguran, palabras más, palabras menos– está a la vista desde el lema: “unidad en la diversidad”. (El anterior “limpia, fija y da esplendor”, aunque más estricto, parecía el eslogan de una marca de champú, pero eso ya no importa). “La norma del español es pluricéntrica”, insisten en cambio. Sin embargo, la mayoría de los errores que se marcan en el Diccionario Panhispánico de Dudas responde a malos usos de americanismos.

Mientras tanto, el español crece. La oficina del Censo de los Estados Unidos prevé que en 2030 el 7,5 por ciento de la población mundial será hispanohablante. Si la tendencia se mantiene, en tres o cuatro generaciones, una de cada diez personas sobre la faz de la Tierra tendrá como lengua nativa la misma que Borges y Cervantes. Pero no es por curiosidad ni filantropía que Washington toma nota: en 2050 Estados Unidos será el país donde más se hable español incluso por encima de México. Hoy más de 450 millones de personas lo hablan en todos los rincones del planeta y más de 50 millones lo estudian. Esa discusión subterránea y algunas más incómodas difícilmente se cuelen en los pasillos del VI Congreso de la Lengua, que tiene lugar por estos días en Panamá. “El gran debate debería ser la necesidad de una lengua común, sin vacas sagradas y sin autoridades centrales. Una lengua cuyos congresos no sean presididos por el monarca de la antigua potencia colonial y de los que se supriman anacrónicos rituales dieciochescos. El gran debate, que las academias nacionales no se están planteando, es una norma en la que se respeten las variedades nacionales, que no sea discursivamente pluricéntrica y en los hechos, centralista y autoritaria”, dispara el periodista y lingüista uruguayo, Ricardo Soca, administrador del popular sitio www.elcastellano.org que ya lleva libradas varias batallas contra la Real Academia.

Para Pedro Luis Barcia, presidente de la Academia Nacional de Educación, trescientos años de vida, malcrían a cualquiera. “Para los españoles, habituados a ser el eje de la lengua por tres siglos, se les ha hecho difícil el cambio de postura. Pero lo van logrando con inteligencia y comprensión. Pero, por las dudas, debemos dormir como Argos, con 50 ojos abiertos, para evitar los avances, las más de las veces inqueridos, hijos de una tendencia natural y secular, de España sobre el resto de los países de la comunidad idiomática”, explica el también ex presidente de la Academia Argentina de Letras. La historia de la academia nacional representa en buena medida algunas de las tensiones latentes. El decreto de su fundación en 1931 lleva la firma del golpista y nacionalista José Felix Uriburu, quien atendió un reclamo de larga data que excedía su voluntad de poder: crear una institución independiente a los designios de la Real Academia Española (RAE). Su antecesora, la Academia Argentina de la Lengua Castellana, era correspondiente por lo que se ganó el mote de “la sucursal”. La discusión se mantuvo siempre en el seno de la academia, sin embargo la nueva institución fue –junto a su par uruguaya– la única academia asociada a la RAE. En 1999 aceptó el pedido de Madrid y se convirtió en correspondiente.

El ejemplo más brutal entre las asimetrías lo constituye –además de los recursos económicos– el hecho de que la Asociación de Academias de la Lengua Española que agrupa a las veintidós academias que la integran funciona en la mismísima sede de la RAE y, para peor, que –por estatuto– su director es el mismo que la tricentenaria institución. Precisamente, tres siglos de vida, como apuntaba Barcia, y el respeto que inspira la obra lexicográfica y normativa de la RAE y su reflejo en el imaginario colectivo, explican cierta actitud de veneración hacia la entidad española.

Disparen contra el panhispanismo Mientras promueve una política panhispánica, colaborativa y pluricéntrica, la RAE baja línea y advierte que quórum se escribe con “c” y no con “q”. Meses atrás, por ejemplo, recomendó no insistir con algunos sintagmas que emergieron al calor de la última década como “argentinos y argentinas” y “todos y todas”. En el informe “Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer”, de Ignacio Bosque y aprobado por la academia, se concluye que con esas expresiones se está forzando al castellano en pos de no ser sexista. “No deja de resultar inquietante que, desde dependencias oficiales (...) se sugiera la conveniencia de extender un conjunto de variantes lingüísticas que anulan distinciones sintácticas y léxicas conocidas”, explica Bosque.

Ese tipo de actitudes unilaterales son las que más perturban por lo bajo a los habitantes que representan a los 21 países americanos donde viven, por cierto, el noventa por ciento de los hablantes nativos. Pero las críticas también se escuchan entre los lingüistas españoles. Para Juan Carlos Moreno Cabrera, profesor de lingüística general en la Universidad Autónoma de Madrid, los nacionalismos también pesan a la hora de los debates. “A pesar de sus pomposas y altisonantes declaraciones de panhispanismo, la política de la RAE consiste en asegurar un lugar privilegiado y rector a la variedad europea del español dentro de las demás variedades lingüísticas, lo que supone también un papel dirigente indiscutible para la propia RAE, que representa esa variedad. La actual ortografía española, basada en la variedad castellana, es un reflejo directo de este lugar privilegiado. Por eso esa ortografía ha sido y es intocable e indiscutible”, explica Moreno Cabrera.

La representatividad de las academias también es objeto de debates, porque la discusión no se da entre los estados. Y el mentado panhispanismo no tiene la aprobación de ningún país. “Ese carácter paraestatal es un rasgo interesante porque define una estrategia de recuperación neocolonial que pudo ser compartida por gobiernos españoles de diferente signo. Se trata de una idea predemocrática y antirepublicana porque desplaza a los ciudadanos del orden de lo legal, de lo público, al universo de la lengua española cuyos destinos rige un rey y la RAE”, le explica a Ñ Ana María Gargatagli, doctora en filología hispánica.

No todos piensan igual, Gerardo Piña Rosales –nacido en Andalucía– es el director de la Academia Norteamericana de la Lengua Española, la más joven de las asociaciones americanas, y sostiene que si bien España solía mirar con ojos displicentes a las demás academias, se dieron cuenta de que el futuro de la lengua no estaba en España sino en América. Piña Rosales va más allá, para él, el futuro del idioma reside en Estados Unidos. “Ahora bien, ¿quién duda que nos avala el prestigio de la RAE? ¿Es como si tuviéramos que avergonzarnos por pertenecer a una institución que tanto ha hecho por ese bien común que es la lengua española?” se contesta a pesar de que las academias no “pertenecen” a la RAE.

Pero todo debe ser dicho. Y fue un latinoamericano, el director de la academia chilena Alfredo Matos, el primero que propuso hablar de panhispanismo. Por otra parte, a pesar de las acusaciones silenciosas de algunas academias americanas, el aporte económico y profesional de España para favorecer el desarrollo de las entidades de los países más pobres de la región ha sido determinante.

Castellano Sociedad Anónima Cada vez son más los millones de hispanohablantes y cada vez son más también los millones de dólares que mueve la lengua. ¿Quién rige ese mercado? ¿Quién rige las normas? En una sociedad de mercado, ¿quién tiene el copyright del castellano? El español representa el 16 por ciento del Producto Bruto Interno de España, según estudios del Instituto Cervantes y de Fundación Teléfonica, dos bastiones de la Marca España. La colección de ensayos La economía del español , editado por Fundación Telefónica y Ariel desentraña las diferentes aristas del negocio (a veces un tanto exagerado) del idioma. Entre las conclusiones de ese libro –que incluye un capítulo dedicado a la experiencia argentina y su propio Certificado de Español como Lengua Extranjera– señala sin eufemismos que España debe decidir si quiere ser un actor cooperativo (y hasta dónde quiere serlo) o si quiere o puede ser un actor dominante imponiendo sus estándares.

Los autores consideran que, en el largo plazo, las actuaciones cooperativas serían más beneficiosas para el estatus internacional del español, aunque en el corto plazo España puede aprovechar su ventaja en determinados ámbitos, aunque esto genere reacciones en el resto de la comunidad hispanohablante. “La enseñanza del idioma es la más primigenia de las industrias del español , como lo son las industrias culturales, y de un modo indiscutible la industria editorial. Pero todas las ramas del sistema económico dependen de una u otra forma de la lengua, y cada una de ellas, además, tiene un peso distinto en el PBI de cada país”, señala el profesor José Luis García Delgado, director de la colección.

Lejos de la agresividad que mostró alguna vez el Instituto Cervantes, con presencia en 44 países y la voluntad de acordar un examen de español de certificación única, la Argentina pasó de recibir 10 mil estudiantes de español en 2004 a más de 25 mil en 2007. Los precios más competitivos ayudan y también la cercanía con Brasil.

“La lengua no es un negocio, pero a menudo se la trata como tal, y entre algunas corporaciones españolas, por ejemplo, cunde la metáfora de compararla con el petróleo. Los negocios vinculados a la lengua –traducciones, editoriales, comunicaciones, audiovisuales– constituyen alrededor del 15 % del PBI español. El Instituto Cervantes, como difusor de la cultura hispanohablante y la enseñanza del idioma, es un dispositivo central de esa configuración mercantil. Y la atribución de la capacidad normativa a la Real Academia española convierte a la variedad considerada estándar por la misma como norte para todas las industrias vinculadas a la lengua. Por ejemplo, cuando cualquier latinoamericano usa el procesador de textos Word y elige su variedad –español de Argentina–, el diccionario contra el cual confronta la corrección está producido por la RAE y no reconoce los usos habituales de la variedad argentina. Eso implica dos cuestiones: inseguridad lingüística del escritor local y cuantiosos convenios económicos entre la RAE y Microsoft”, ejemplifica María Pía López, directora del Museo de la Lengua y una de las promotoras del documento “Por una soberanía idiomática”, que firmaron medio centenar de lingüistas, escritores y académicos argentinos el 17 de septiembre en Página12. En él, proponen, entre otras medidas, la creación de un Instituto Borges (¿un Cervantes argentino?) -que sirva para plantear el discurso político de la lengua- y para más adelante la creación de una Asociación Latinoamericana de la Lengua.

Nacionalismos, colonialismo, paranoia e ideologemas anacrónicos: la discusión se actualiza con cada nueva edición del diccionario, con cada Nuevo Congreso. Si hay polémica, bienvenida.


martes, 22 de octubre de 2013

Qué lindo y empalogoso, ¿no?

Siempre hay gente a la que le gusta este tipo de cosas y que las considera "tiernas". Por eso, porque ellos también son seres humanos y, aunque compren postales para los cumpleaños y llamen excitados el día del amigo (o el del traductor...) tienen derechos, copiamos esta entrada, firmada por Ella Frances Sanders y publicada el 31/08/2013 en El Huff Post (http://www.huffingtonpost.es). Allí, a propósito de lo posteado se lee:  Este post se publicó originalmente en Maptia Blog

11 palabras intraducibles

La relación entre las palabras y su significado es fascinante, y los lingüistas han pasado innumerables años deconstruyéndolas, separándolas letra por letra, y tratando de averiguar por qué hay tantos sentimientos e ideas que no se pueden plasmar con palabras, y que nuestras lenguas no consiguen identificar.

Se ha escrito mucho sobre la idea de que las palabras no siempre pueden expresarlo todo. Como dijo Friedrich Nietzsche: "Las palabras son símbolos para la relación entre las cosas y entre estas y nosotros; en ningún lugar consiguen abarcar la verdad absoluta".  Sin duda, el mejor libro que hemos leído sobre este tema es Through The Language Glass, de Guy Deutscher, que examina y analiza estos resquicios, la brecha que implica que haya palabras sin traducción y conceptos que no pueden explicarse bien entre distintas culturas.

Reduciéndolo al mínimo, hemos ilustrado 11 de estas palabras maravillosas, intraducibles y ligeramente esquivas. Vamos a intentar incorporar unas cuantas en nuestras conversaciones diarias, y esperamos que disfrutes reconociendo uno o dos sentimientos de entre ellas.

1 | Alemán: Waldeinsamkeit
Un sentimiento de soledad, de estar solo en el bosque y conectado con la naturaleza. Ralph Waldo Emerson incluso escribió un poema sobre esto.


2 | Italiano: Culaccino
La marca que deja un vaso frío en una mesa. ¿Quién iba a decir que la condensación podría sonar tan poética?


3 | Esquimal: Iktsuarpok
La sensación de anticipación que te empuja a salir fuera y ver si viene alguien, y que probablemente indica impaciencia.


4 | Japonés: Komorebi
Esta es la palabra que los japoneses usan cuando los rayos de sol se filtran a través de los árboles; la interacción entre la luz y las hojas.


5 | Ruso: Pochemuchka
Alguien que pregunta mucho. De hecho, probablemente demasiadas preguntas. Todos conocemos a algunas personas así.


6 | Castellano: Sobremesa
Esta palabra describe el periodo de tiempo tras la comida en la que se conversa con la gente con la que has compartido la mesa.


7 | Indonesio: Jayus
Es una palabra coloquial que describe a alguien que cuenta un chiste tan mal, con tan poca gracia, que no puedes evitar reírte a carcajadas.


8 | Hawaiano: Pana Poʻo
¿Sabes cuando no te acuerdas de dónde has puesto las llaves y te rascas la cabeza porque de alguna forma eso parece que te ayuda a acordarte? Esta es la palabra para eso.


9 | Francés: Dépaysement
El sentimiento que sobreviene cuando uno no está en su país; sentirse extranjero, emigrante, o estar de alguna forma desplazado de su origen.


10 | Urdu: Goya
Urdu es el idioma oficial de Pakistán, pero también el idioma oficial de 5 de los estados de la India. Este vocablo en concreto expresa ese momento en que se deja de lado la distancia y uno percibe lo ficticio como real, lo que a menudo pasa con las buenas historias.


11 | Sueco: Mångata
Es la palabra para el surco luminoso, con forma de camino, que crea la luna sobre el agua.