miércoles, 30 de noviembre de 2022

El espíritu colonizado de las editoriales latinoamericanas "independientes"

Se sabe que, con alguna frecuencia, los genios de la Real Academia española (RAE) deciden cambios, ya sea para justificar que trabajan, o para ganarse el favor del público mediante alguna maniobra demagógica.

Se sabe también que la mayoría de las academias hispanoamericanas, que conforme la ASALE (Asociación de Academias de la Lengua Española), suelen no contradecir a sus pares ibéricos porque, entre otras cosas, reciben distintas "ayudas" (fondos) para cumplir las urgentes tareas que los gobiernos de la región no consideran importantes.

Un caso interesante es el de las "tildes diacríticas".

Según la propia definición de la RAE, "se llama tilde diacrítica al acento gráfico que permite distinguir palabras de idéntica forma, pero que pertenecen a categorías gramaticales diferentes". No es descabellado entonces pensar que los pronombres demostrativos son distintos cuando cumplen funciones sustantivas o adjetivas. 

Sin embargo, la RAE decidió que "este", "ese" y "aquel" no deben diferenciarse mediante la tilde diacrítica. Así, la eliminación de esta marca, considerara redundante por la RAE, es frecuente fuente de confusiones tal como lo manifiestan... algunos de los integrantes de la RAE.

Otro tanto ocurre con la tilde diacrítica que diferencia "sólo" en función adverbial y "solo" en función adjetiva. Al eliminárselo, las confusiones pueden ser todavía mayores.

Ahora bien, la RAE no considera un error que las tildes diacríticas sigan utilizándose e, imposibilitada de ejercer un control total, se justifica diciendo que se trata apenas de una sugerencia.

En España, la mayoría de los diarios y las editoriales adoptaron de inmediato la normativa (que no es tal) y es dable suponer que tanto los diarios, asesorados por la FUNDEU (Fundación del Español Urgente, una verruga que le salió a la RAE, la agencia española EFE y Telefónica de España), como las filiales latinoamericanas de los dos grandes grupos españoles (Penguin Random House y Planeta), que tienen más del 60% del mercado de la lengua, hayan obligado a sus editores a seguir esas ¿reglas?

Pero lo que no se entiende y demuestra una total falta de independencia y criterio por parte de las editoriales que se dicen "independientes" es haber acatado sin chistar esos consejos, como si se tratara de una orden. 

Tal vez sería hora de que los independientes se dejaran de cacarear su supuesta independencia y admitieran que son unos colonizados, incapaces de criterio propio por más ferias y simposios que organicen.

Jorge Fondebrider


martes, 29 de noviembre de 2022

A los 52 años murió Valentina Rebasa


Con enorme tristeza, el Club de Traductores Literarios de Buenos Aires despide a la querida Valentina Rebasa, co-fundadora de la editorial Bajo la luna, editora, ilustradora, diseñadora y fotógrafa, que a fuerza de talento y, sobre todo, de ser buena gente se granjeó el cariño de escritores, traductores, editores.  

lunes, 28 de noviembre de 2022

En la muerte de Hans Magnus Enzensberger

El pasado 25 de noviembre, sin mención de autor, la agencia TELAM difundió la noticia de la muerte del escritor y traductor Hans Magnus Enzensberger. Suponemos que se trata de un cable sin corregir, procedente de alguna agencia europeas, ya que en su redacción, quien redactó, habla de “nuestr continente” y, al menos que sepamos, el autor no era americano, sino europeo.

Murió el escritor alemán Hans Magnus Enzensberger

El escritor y traductor alemán Hans Magnus Enzensberger, Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades 2002, murió en Múnich a los 93 años, informó este viernes la editorial Suhrkamp.

“Como poeta, ensayista, biógrafo, editor y traductor, fue uno de los intelectuales alemanes más influyentes y reconocidos mundialmente”, se lee apenas se ingresa a la web de la editorial, donde comunicaron el fallecimiento del escritor ocurrido el jueves.

Nacido en 1929 en el Allgau bávaro, Enzensberger estudió literatura, idiomas y filosofía en Friburgo y París, entre otros lugares.

En 1955 se doctoró en la poética del escritor alemán del romanticismo Clemens Brentano y dos años más tarde publicó su primer libro, un poemario titulado Defensa de los lobos.

A partir de 1965, Enzensberger publicó la revista Kursbuch, que cofundó y desde entonces, la editorial Suhrkamp Verlag ha publicado numerosos títulos, incluido el volumen Mausoleum (1978), que habla de las contradicciones del “progreso” en 37 baladas, o ¡Ach Europa! (1989), en el que Enzensberger mira a nuestro continente desde los bordes.

A lo largo de su vida, recibió los premios Hugo Jacobi en 1956, el de la Crítica en 1962, el Georg Büchner en 1963, el Etna Taormina en 1967, el Pasolini en 1982 y el Heinrich Boll, en 1985. Más recientemente, había recibido el Premio Frank Schirrmacher, en 2015.

Es autor de varias obras, entre las que destacan Política y delito, El interrogatorio de La Habana: autorretrato de la contrarrevolución, Detalles, Poesías para los que no leen poesías, El corto verano de la anarquía, Migajas políticas, El misántropo y Europa. Europa.

En 1998 publicó El corto verano de la anarquía, una biografía novelada del español Buenaventura Durruti, y realizó una nueva traducción de la obra de Federico García Lorca La casa de Bernarda Alba.

“No hay un tema sociopolítico que Hans Magnus Enzensberger no haya tratado, ningún género literario en el que no haya estado activo”, “No conocemos a nadie con quien preferiríamos darle sentido a este mundo”, “Fue uno de los poquísimos pensadores con autoridad pública que advirtió contra los 'hombres del terror' del fundamentalismo religioso”, escribieron destacados medios locales para despedirlo, tal como se hace eco la editorial.

En febrero de 1989, fue uno de los 22 periodistas de Alemania occidental que pidió al Gobierno de Bonn medidas de presión económica contra Irán, con el fin de que este país retirara las amenazas de muerte contra Salman Rushdie, autor de la novela Versos satánicos.

En mayo de 2002, Enzensberger fue galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades. Como poeta, ensayista, biógrafo, editor y traductor, fue uno de los intelectuales alemanes más influyentes y reconocidos mundialmente.

viernes, 25 de noviembre de 2022

"Muy padre poder narrar en náhuatl"

El pasado 23 de noviembre, sin firma, Milenio, de México publicó la siguiente nota sobre la narración de los partidos del mundial en lenguas originarias de ese país.

En lenguas indígenas, narran partidos de la Selección Mexicana

¡Ko'one'ex Mexico!” (¡vamos México!), alentó Adolfo en maya durante una transmisión radial en lenguas indígenas del partido entre la Selección Mexicana y Polonia, disputado el pasado martes en Qatar, una apuesta para poner la pelota en el campo de la unidad.

Sonriente, con audífonos y concentrado en su monitor, Adolfo Haas narró parte del encuentro que terminó empatado 0-0, alternándose con colegas que lo hicieron en náhuatl, zapoteco, mixe, chatino, mixteco, pero también en español.

“Esperamos que México anote por lo menos dos goles”, exclamó el locutor y profesor de maya, de 31 años, en la transmisión de Televisa Radio, que se originó en una cabina en Plaza Revolución, en Ciudad de México, y enlazó 47 estaciones.

Confiado en que lo estuvieran escuchando en su natal Nunkiní (estado de Campeche, este), Adolfo, quien tradujo algunos comentarios al castellano, lamentaba luego el gol que falló Héctor Moreno al cabecear por encima de la portería, al minuto 12.

Pero quien sí saltó de la silla fue su compañera Lin Pavón, cuando el muy criticado Guillermo “Memo” Ochoa atajó a los 58 minutos un penal a Robert Lewandowski, entre los máximos goleadores del mundo.

“¡Ochoa es el personaje del partido!”, declaró a la AFP una jubilosa Lin, quien ahora viajará a Qatar para relatar el sábado el compromiso entre México y Argentina, que buscará sacarse la espina tras su sorpresiva derrota 2-1 ante Arabia Saudita en el Grupo C.

“Nos espera un partido muy reñido, pero creo que México ganará 2-0”, expresó en náhuatl –que hablan 1.5 millones de mexicanos– y español la locutora y fotógrafa de 32 años. Según datos oficiales, 7.3 millones de mexicanos (6.1 por ciento de la población) hablan alguna lengua indígena.

Gol también se dice “gol”

La narración de los duelos mundialistas de México en esos idiomas se produce por iniciativa de uno de los patrocinadores del FIFA Fan Festival, que este martes reunió a miles de hinchas en Plaza Revolución para ver el debut del equipo nacional en pantallas gigantes.

“Es una experiencia muy padre poder narrar en náhuatl, pero también que se lo haga en otras lenguas indígenas”, señaló Lin tras el partido, que dejó un sabor agridulce entre los aficionados por las múltiples oportunidades que desperdició México en el partido.

Esta propuesta de integración cultural se inició en el clasificatorio a Qatar de la Concacaf, cuando Adolfo y otros colegas narraron por primera vez un compromiso de la selección mexicana en lenguas ancestrales desde el estadio Azteca. Fue en un partido contra Estados Unidos.

Entonces “sentía mucho miedo porque atrás escuchaba el Cielito Lindo (que se canta tradicionalmente en los juegos del seleccionado) y a un, costado la gente gritando”, recuerda Adolfo, que este martes vistió un xokbichuuy negro (camisa bordada) y lució un collar con un colmillo de hueso.

Desde entonces, empezó a difundir palabras y expresiones mayas como ko’one’ex ojtik gol (gritemos gol), ko'ochaj tu p'íich (tiro de esquina) o tu jo'usai le k'aan tarjeta'o' (tarjeta amarilla). Y claro, la de este martes, paklan bíin ma'alob ti'ob (empate).

La palabra gol marca un punto aparte, pues, al menos en maya, su traducción es extensa y Adolfo prefiere pronunciarla igual. “Podemos interpretarlo, pero quedaría muy largo. Si lo hago, se pierde la emoción”. Ko’one’ex ojtik gol (gritemos gol).

En México, la lengua tiene un fuerte peso en la identidad, al punto que es el principal criterio para definir si una persona es indígena, aunque también está consagrado el auto reconocimiento de identificarse como perteneciente a una de ellas.

Trascendente

Para Lin, llevar el náhuatl a Qatar es un hito. “Hemos podido ver la discriminación en muchas áreas, y esta es una oportunidad de trascender con las lenguas maternas”, sostiene. Además, lo ve como un logro más de las mexicanas que “han venido picando piedra en muchas áreas”.

Adolfo, en tanto, cumple la promesa que le hizo a su madre en el lecho de muerte. “Llevar a todo lugar” la lengua que ella le enseño para honrar su memoria.

Y está ansioso de proclamar que Mexico Yíik le k’aaso’ (rompió el maleficio), en alusión a los siete mundiales consecutivos que acumula el equipo sin clasificar a la tercerea fase de la Copa del Mundo, popularmente conocida como el ansiado 'quinto partido'.

jueves, 24 de noviembre de 2022

"Los precios de los libros nuevos son prohibitivos"

Foto: Florencia Downes

El pasado 21 de noviembre, en el sitio de la agencia Telam, Milena Heinrich publicó un artículo cuya bajada dice: “En plazas, librerías o de modo virtual vendedores y lectores intercambian primeras ediciones, libros agotados o títulos cuyo precio de venta es mucho menor que el de una novedad editorial.” De ese mundo particular trata lo que sigue.

Libros usados, esa tradición de libreros y lectores al acecho de lo inesperado

De las tradicionales librerías de Parque Centenario, Rivadavia o Plaza Italia, a las de calle Corrientes, de las que atesoran ejemplares únicos hasta lectores que ponen en venta sus libros después de una vida acumulados y crecen con proyectos propios, el mapa de libros usados combina lo económico, lo inesperado y lo romántico y se reconquista con el empujón del espacio virtual: ¿creció la tendencia a consumir estos libros? ¿Cuánto del costoso acceso a la novedad inclina a lectores?

Al aire libre, en las principales avenidas, en calles de barrio escondidas, sobre una manta en una céntrica peatonal porteña, en ferias, como la reciente FLU (Feria del Libro Usado), los libros en la Ciudad de Buenos Aires están a la vista, al punto de que en 2011 la Unesco la declaró capital mundial del libro, mientras que antes de la pandemia el Foro Mundial de Ciudades Culturales la ubicó como una de la ciudades con más librerías. El cimbronazo de la pandemia condujo al cierre de locales de libros y obligó a multiplicar los canales de venta incorporando lo digital como una plataforma más, pero los libros siguen.

En el universo de librerías hay novedades, saldos, raros y también usados, esos títulos de segunda mano que son codiciados porque permiten acceder a títulos que ya no se editan, son más baratos, no se encuentran en todos lados o tienen una originalidad que los vuelve únicos, como primeras ediciones, subrayados, dedicatorias que cuentan historias. Como contracara, coleccionistas, buscadores de joyitas, aquellos que revuelven hasta dar con alguna sorpresa, lectores y lectoras que hacen frente a la situación financiera sin resignar el placer de una lectura.

Para Fernando De Luchi, fundador de Sudeste, librería ubicada en plena calle Corrientes, “en estos tiempos un lector regular casi no tiene otro camino que volcarse al libro usado, cuando una novedad puede significar nada menos que un 10 por ciento de su sueldo. Al margen de eso, hay también una cuestión romántica porque siempre hubo en un público con cierta seducción por el libro viejo, por la historia que traslada, por encontrar títulos que no se reeditan, con encontrarse con un ejemplar dedicado por una abuela a su nieto, por contener anotaciones pintorescas”.

Desde el año 2006 Sudeste vende usados, saldos y novedades en un local que es un oasis en el torbellino sonoro de la “calle que nunca duerme”, aunque su historia arrancó un tiempo antes en las vísperas del 2001 y como ocurre en este oficio llevó su pasión hasta la obsesión. “Las formas de acceder a los libros usados son muy variadas y algunas se fueron transformando con el paso de los años. Desde recorrer paños de gente que vendía todo lo que le sobraba en los parques en aquella víspera de la crisis 2001, a poner avisos en el diario anunciando que compramos libros. También la librería es una boca de recepción: mucha gente de acerca allí a vender sus libros”, cuenta.

El público de Sudeste es diverso y “fluctúa con los horarios y los días. El dólar alto trae turistas de toda la región, al mediodía está el público ‘oficinista’  que la recorre en su hora de almuerzo, los sábados la visita gente que va al teatro y ‘hace tiempo’ revisando bateas o chusmeando las oportunidades de las mesas de ofertas”. Para el librero, además, aunque “en menor medida que décadas pasadas están los coleccionistas, aquellos que les falta un ejemplar para tener la revista Sur o El Gráfico completas. O el buscador de tesoros, con su afán de encontrar perdida alguna ‘joyita’”, cuenta el librero.

A una cuadra de Sudeste está Edipo, librería fundada en 1978 que también combina novedades, saldos y usados. Uno de sus libreros, que trabaja hace más de treinta años, cuenta que la circulación cambió mucho después de la pandemia, por lo que debieron potenciar la venta a través de Internet. Aunque traccionan a sus seguidores de siempre, esos lectores que conocen y confían en los hallazgos de la librería y sus elecciones, el fuerte también se ubica los fines de semana cuando la gente va al teatro y se acerca “por el precio”. La ecuación  es sencilla: una novela que pasó por otras manos se puede conseguir por 1.000, una recién salida de imprenta vale 5.000.

Daniel Zachariah es inglés, vive en Buenos Aires hace más de una década y tiene una librería sobre la calle Reconquista, The Book Cellar & Henschel, a la que ahora sumó un pequeño local a metros nomás para guardar todos los libros que va comprando y ya no entran en el espacio. “Cuando era chico y pasaba por la librería de usados en Londres tenía miedo entrar, como si fuera un lugar al que tenés que ir con cierto conocimiento porque no es como las librerías de nuevos donde la gente va por autores, categorías o por sus atractivas tapas. Entonces, el trabajo más grande que tenemos que hacer como libreros de usados, antiguos, raros, es seguir introduciendo a la gente para que se sorprenda y encuentre lo que no sabía que estaba buscando”, dice.

Capítulo aparte es el detrás de escena de todos esos montones de volúmenes a la venta: el circuito es fascinante. Los libros ya leídos, ya comprados, tienen circuitos de accesos muy variados para libreros. Van del boca en boca, visitas a domicilios, avisos en diarios, gente que se acerca a vender lo que tiene y bibliotecas que necesitan despojar su volumen por traslados, muertes, anticuarios con sus tesoros, limpiezas domésticas y también hallazgos de recicladores urbanos. ¿Cómo se fija precio? ¿Cómo se define cuando sí y cuando no? Oficio de librero: arte, intuición y riesgo.

Zachariah lo define como “un fenómeno de movimiento constante” y da como ejemplo Cesar Aira que “siempre fue muy seguido pero ahora la gente se vuelve loca por sus primeras ediciones, lo mismo con otros escritores de culto de los 80 y 90”. Pero lo cierto es que nadie tiene la bola de cristal:”Todo el tiempo me piden libros de Mariana Enriquez y van bien, pero lo que no sabemos es si en 20 años ella va a ser coleccionable, si se van a pedir sus primeras ediciones, los libros firmados. Es parte de la diversión también”. Los libros usado bajan y suben en función de demandas, tendencias, decisiones editoriales.

Como trasfondo de ese oficio una “obsesión” como se define el librero, que participó de las tres ferias de libros que tomaron la agenda editorial de la ciudad en este mes (la del usado, la del raro y la del antiguo): “Cuando descubrís que puede ser un hobby, que te encantan los libros, te encanta leer y puedes vivir de eso, es un placer. Yo empecé con libros en inglés pero aprendí de todo, de arquitectura, de filosofía”, cuenta.

¿Se vende o no se vende? Zachariah dice que no tiene quejas “en este contexto”: “Hay alta y bajas, como todos los años”. En su caso, los feriados complican porque ajustan el mes y los bolsillos pero a diferencia de lo esperado fin de mes puede ser una buena oportunidad porque “hay gente que ve que le sobró un poco de plata que no se justifica ahorrar y entonces la vuelca a los libros usados. Por el mismo precio que una novedad se puede llevar hasta cinco más”.

Juan Pablo Correa está detrás de Librería Mastronardi, “librería de viejo”, como se define en su Instagram que atiende de manera virtual. Gestor y conocedor del mundo editorial, entusiasta lector, Correa define a la ciudad de Buenos Aires como “un paraíso para quienes aman los libros”. Él mismo, desde su 15 años, compró tantos libros que “cada tanto hago pequeñas ferias, regalo o canjeo. Hace unos años empecé a vender en Mercado Libre, pero se volvieron despóticos y dejé de hacerlo a través de ellos”. Para Correa, ese comercio sirve a comercios pero no a libreros amateurs, como él que “en cierto modo vendo para comprar”.

“Con los años -dice- he aprendido a ser desprendido, prefiero hablar de juego no de marketing. Me gusta que uses la palabra curaduría, yo que me he pasado la vida riéndome de los curadores, ahora me he vuelto curador curatorial. Y lo que pongo a la venta es lo que he leído y me gusta. A veces me cambió el gusto y ya no me gusta más, pero puedo hablar de  la impresión que me produjo en su momento Nabokov, por ejemplo. Ahora no me gusta pero cuando lo leía me hacía vibrar”.

Esa vibración probablemente lo aleja de pensar al libro en función de su fin monetario: “Me resisto a pensar en el libro como valor económico, valen por el placer que te dan. Tener una biblioteca es una felicidad, recorrés los anaqueles buscando alguno y te encontrás con otro que te estaba esperando y tenía algo importante para decirte”.

Libros Pampa es un emprendimiento librero de venta online que surgió en 2008, encabezado por madre e hijo, Andrea y Agustín. La sinergia entre quienes compran y quienes venden se sostiene en las referencias y en el vínculo, por lo que intentan ofrecer textos que consideran de interés para sus clientes. “Nos contactan personas con interés en vender sus libros por diversos motivos, mudanzas, sucesiones, problemas de espacio, donaciones, entre otros motivos”, cuenta Agustín sobre el circuito que da forma a su catálogo.

Sobre el interés en usado plantea que no están “viendo un aumento en ventas,  observamos un gran estancamiento hace unos años a esta parte.  Para los lectores los precios de los libros nuevos actualmente son prohibitivos y eso puede que esté haciendo que haya un cierto interés en el libro usado. No obstante, vemos que tanto para el libro nuevo como usado el mercado se ha achicado enormemente producto del estancamiento económico”

En su opinión interviene otro factor “cultural”: “la gente lee poco o directamente no lee libros, y ello incide fuertemente en toda la industria. Asimismo, esta problemática representa también un desafío para los libreros que tendemos a leer mucho y querer entusiasmar a los lectores con libros fuera de catálogo, rarezas o de autores todavía desconocidos o que se leyeron mucho en su momento y que deben ser recuperados”, dice.

Libros y medio ambiente ¿sustentabilidad gana novedad?

Libros Pampa se presenta como una forma de “lectura más ecológica y sustentable”. Explica Agustín, también abogado y politólogo, que “está claro que la reedición de cualquier obra implica en términos de sustentabilidad, un gasto en papel que proviene del procesamiento de la pulpa de celulosa de origen vegetal. El libro usado permite esa circularidad y reutilización de una obra ya impresa”. Eso, dice, potencia también la bibliodiversidad con la recuperación de obras que ya no se reeditan.

La propuesta de Libros Pampa con una perspectiva eco entra en diálogo con la tendencia a la circularidad que están proponiendo otras industrias como la moda. Para Zachariah si el motivo de inclinarse al usado fuera ecológico no le pedirían bolsitas de plástico para cargar los libros que compran en su librería. Y De Luchi en está línea aporta: “Me encantaría pensar que fuera por una inquietud ecológica, pero me inclino a que responde a una cuestión económica”.

A esa cruzada de crisis que conjuga situación económica y el precio de las novedades, Juan Pablo Correa agrega otra: “Una crisis de la industria editorial mainstream, publican libros que no tienen nada que ver con la literatura y salvo en algunas librerías no encontrás novelas que no sean novedades”.

 

 

miércoles, 23 de noviembre de 2022

"Ovidio es el poeta canónico de la violencia sexual"

Especializada en la traducción de autores greco-latinos –ella misma traductora de Horacio– Stephanie McCarter publicó el siguiente artículo en The Washington Post el siguiente artículo –traducido y publicado por Leamos, de InfoBAE, el pasado 21 de noviembre–, en cuya bajada se dice: “Metamorfosis, una larga epopeya escrita por Ovidio, es la demostración de que las violaciones son parte del canon de la literatura. A lo largo de los siglos, las adaptaciones a otros idiomas suavizaron esas escenas y eliminaron cualquier debate posible”.

La poesía clásica está llena de violencia sexual pero los traductores prefieren los eufemismos

Las historias de violaciones ocupan un lugar incómodo en el canon literario, y ninguna obra canónica incluye más relatos de este tipo que las Metamorfosis de Ovidio. Apolo, atravesado por la flecha de Cupido, persigue a la ninfa Dafne, que se convierte en árbol para escapar de él. Júpiter, rey de los dioses, ataca violentamente a Io, a la que convierte en vaca. La ninfa Calisto sufre violencia sexual a manos de Júpiter, y luego violencia física a manos de Juno, su reina, que la convierte en un oso. En la epopeya aparecen casi 50 actos de violación o intento de violación, y muchos de ellos han inspirado a su vez importantes obras de arte y literatura, como Apolo y Dafne de Bernini, El rapto de Europa de Tiziano y Tito Andrónico de Shakespeare.

 

Por muy familiares que sean, estas historias suponen un reto para los traductores: ¿cómo traducir actos que a menudo son grotescamente violentos en el latín original de Ovidio? Durante décadas, muchos se han limitado a eludir la cuestión, ocultando las violaciones con eufemismos románticos o incluso sugiriendo, mediante sutiles giros de la frase, que las mujeres de los cuentos de Ovidio consentían la agresión.

 

Como clasicista, uno de mis principales objetivos cuando me dispuse a preparar mi propia traducción del poema épico de Ovidio fue la representación clara y precisa de estas escenas de violación. Pensé que era fundamental tratar la violencia sexual en las Metamorfosis con la misma franqueza con la que lo hace el propio Ovidio.

 

Estas cuestiones eran fundamentales para mí, en parte porque enseño regularmente las Metamorfosis, y la presencia de la violencia sexual en ellas ha hecho que su lugar en las aulas sea tenso. En 2015, un artículo de opinión redactado por estudiantes de la Universidad de Columbia se hizo viral por su crítica a un profesor que se centraba en “la belleza del lenguaje y el esplendor de las imágenes” de la epopeya sin abordar adecuadamente la presencia de la violación.


El artículo inició un extenso debate sobre las “advertencias de activación” que dio lugar a una serie de artículos de opinión, algunos de los cuales simpatizaban con las preocupaciones de los estudiantes y otros denigraban a los estudiantes como “copos de nieve” que no podían manejar los aspectos difíciles de la gran literatura.

Me pareció que había un malentendido fundamental en el centro de este debate. Los estudiantes de Columbia no trataban de censurar el material relacionado con la violación, sino que simplemente pedían que esa violencia se enmarcara y se examinara como tal. Lo que les preocupaba era la estetización desconsiderada, la premisa implícita de que se trataba de una obra de belleza intachable que sólo podía elevar sin hacer nunca daño. Y esto es cierto más allá de Columbia.

La idea de que los estudiantes excesivamente sensibles buscan en masa la censura de este material va en contra de mis dos décadas de enseñanza en las aulas universitarias. Nunca he tenido un estudiante que se oponga a la discusión franca de la violación en el texto. En todo caso, los estudiantes contemporáneos están mucho más preparados para discutir este difícil aspecto de la literatura que muchos de mi propia generación.Lo que no están preparados es para aceptarlo acríticamente.

Los lectores necesitan ediciones de la epopeya que faciliten ese análisis. Cabe destacar que el papel del traductor en la comunicación de la violación no se examinó en el debate más amplio sobre la advertencia de activación que siguió al artículo de opinión de Columbia, a pesar de que la mayoría de los que leen el texto de Ovidio lo hacen en traducción.

Era el inglés de David Raeburn de principios del siglo XXI, no el latín de Ovidio, lo que leían los estudiantes de Columbia. Las traducciones que eufemizan la violación corren el riesgo de dar a los lectores la impresión de que Ovidio era inequívocamente frívolo con la violencia sexual, cuando en realidad subraya el trauma psicológico y físico que produce.

En el caso de Apolo y Dafne, uno de los cuentos citados por los estudiantes de Columbia, Raeburn añade detalles que simplemente no están presentes en el latín de Ovidio y que amplían el poder de la mirada masculina. Cuando Apolo recorre con sus ojos el cuerpo de Dafne, por ejemplo, Ovidio nos dice simplemente que mira sus “labios”, “dedos” y “brazos”, pero Raeburn va más allá. En su interpretación, los labios de Dafne son “tentadores”, sus dedos “delicados” y sus brazos “bien formados”.

Cuando “la dura corteza” sube por el suave torso de Dafne, “mollia praecordia”, Raeburn hace que rodee su “suave pecho blanco”. La acumulación de estas alteraciones distorsiona la presentación que hace Ovidio del cuerpo de Dafne, atrayendo a los lectores al papel de voyeur y haciendo que parezca que el narrador se deleita en su objetivación de formas que el latín no justifica. En Raeburn, es como si su cuerpo simplemente invitara al asalto de Apolo.

Al traducir las escenas de violación de Ovidio, tuve cuidado de utilizar palabras inglesas que reflejaran su propio lenguaje de la violencia, que vincula la violación con el tema más amplio de la epopeya del poder abusivo. La palabra latina más común que utiliza Ovidio para referirse a la violación es “vis” o “fuerza”. Se trata de un término legal para designar la violación en Roma, aunque también se aplicaba a otros actos violentos, como la insurrección armada o el uso de armas dentro de los límites de la ciudad, actos que socavaban las expectativas de seguridad y autonomía corporal del ciudadano romano.

Los castigos por la violación de “vis” iban desde las represalias personales hasta la pérdida de la ciudadanía e incluso la muerte. Si juzgamos las violaciones de la epopeya según los estándares de los romanos, son crímenes atroces.

Cuando la “vis” aparece en la epopeya, ya sea en el contexto de la violación o no, utilizo sistemáticamente la palabra “fuerza” para que los lectores puedan relacionar los distintos tipos de violencia. Ovidio empareja con frecuencia la palabra “vis” con la palabra “pati”, “sufrir”, que puede denotar ser la pareja penetrada en un acto sexual.

La frase “vim pati” (“sufrir la fuerza”) se convierte en Ovidio en un término casi técnico para referirse a la violación, como en la violación de Dryope por parte de Apolo, que traduzco, con la franqueza propia de Ovidio, como que “había sufrido / una violación con fuerza”. En Ovidio, un agresor también puede “ejercer la fuerza” contra otro, como cuando utiliza la frase “vim tulit” para describir la violación del dios del río Cefiso a Liriope o cuando Leucothoe acusa al dios del sol de violarla.

Aunque los traductores utilizan ocasionalmente la palabra “violación”, son muy incoherentes, y con más frecuencia diluyen el lenguaje de fuerza de Ovidio, convirtiendo “vis” en “cortejo ardiente” o “avances” o simplemente desapareciendo por completo. En Stanley Lombardo (2010), por ejemplo, Dryope “perdió su virginidad” con Apolo. En Allen Mandelbaum (1993), Cefiso “se salió con la suya” con Liriope. Y en Horace Gregory (1958), Leucothoe dice que el dios del sol la “deslumbró”.

A veces es necesario desviarse ligeramente de la estricta fidelidad a la verborrea exacta de Ovidio para captar lo que las palabras del poeta habrían significado para su público original. El otro término latino principal de Ovidio para denotar la violencia sexual es “rapio”, del que deriva el término inglés “rape”.

Aunque el significado principal de “rapio” es “arrebatar” o “robar”, Ovidio lo utiliza repetidamente en los relatos de agresión sexual. La muchacha Mestra, por ejemplo, identifica al dios Neptuno como su violador diciendo que posee la “raptae praemia virginitatis”, “el premio de su virginidad robada”. En estos pasajes, utilizo simplemente la palabra “violación”. En mi traducción, Mestra dice: “Tú que me violaste - robaste mi preciada virginidad”. La traducción más exacta no siempre es la más literal.

La violación de Io por parte de Júpiter también exige más precisión que literalidad. Ovidio utiliza aquí sólo dos palabras para narrar la violación: “rapuit pudorem”, literalmente “le robó la castidad”, que yo traduzco como “la violó, ya no es casta”. Traducir esta frase demasiado literalmente embota su violencia, haciéndola sonar anticuada o eufemística cuando el lenguaje de Ovidio no es ninguna de las dos cosas. Más adelante, Procne utiliza una frase similar cuando amenaza con castrar a Tereo, el violador de su hermana, cortándole el órgano que le “robó” la “castidad”. La violencia de ese robo se corresponde con la violencia de su amenaza.

Los traductores, por supuesto, han encontrado formas de oscurecer y diluir ese lenguaje. En la traducción de Charles Martin de 2004, por ejemplo, Júpiter se limita a “deshonrar” a Io, un acto que no deja claro el delito concreto. Más allá del eufemismo, Gregory reescribe la escena como consentida en su traducción. En lugar de “robar la castidad de Io”, su Júpiter “superó sus escrúpulos”, una frase que sugiere seducción en lugar de violación.

 

En su versión de 1986, A.D. Melville utiliza el eufemismo “embelesar”, una palabra que los traductores emplean repetidamente en las escenas de violación de Ovidio. Como explica el Oxford English Dictionary, se trata de un término arcaico para referirse a la violación que implica más comúnmente “deleite extático” o “placer sensual”. Aparece con frecuencia en los títulos de las novelas románticas.

 

Incluso las historias más horribles de “vis” han sido eufemizadas en la traducción. En un episodio especialmente brutal, tanto Apolo como Mercurio violan a una niña de 14 años llamada Chione. Mercurio la hace dormir con su varita y luego la viola. En mi traducción: “Inconsciente por su poderoso toque, sufre / la violación forzada del dios”. Otros traductores ocultan la violación o dan a Chione la capacidad de actuar de la que carece. En la versión de Mandelbaum, ella “se somete / en el sueño profundo, a su violencia divina”. No está claro cómo puede Chione “someterse” a la violencia en su sueño. La traducción de Rolfe Humphries de 1955 reformula la “vis” de Mercurio como “poder”: “Bajo su toque ella se acostó, y sintió su poder”. La muchacha parece aquí intimidada hasta la sumisión, más que doblegada a la voluntad de Mercurio por la fuerza.

 

Si queremos que los lectores consideren la brutalidad presente en la gran literatura, debemos darles las herramientas para hacerlo. Y con un escritor como Ovidio, un texto bien traducido es la primera de esas herramientas. Podría decirse que Ovidio es el poeta canónico de la violencia sexual, y como tal ofrece un rico espacio para considerar cómo pensamos, hablamos y escribimos sobre ese trauma. Tenemos que utilizar y normalizar las palabras “violación” y “fuerza”. Cuando los traductores se niegan a retroceder ante ese lenguaje, pueden tratar la violencia sexual como violencia, permitiendo a los lectores decir su nombre, escudriñarla, reflexionar sobre su funcionamiento y reconocer cómo sigue transformando a demasiados de nosotros.

martes, 22 de noviembre de 2022

¡Volvé orsai, te perdonamos!


El fútbol, como se sabe, nació en Inglaterra y, a medida que fue propagándose por el mundo entero, tuvo que adaptar la terminología al habla de cada lugar. Así, por ejemplo, un goal en inglés fue but en francés y una yellow card pasó a ser un cartellino giallo en italiano o una gelbe Karte en alemán. 

En otros casos, la adaptación fue más simple: goal, en castellano pasó a ser gol. Vale decir, hubo traducciones, adaptaciones y todo lo que se puede imaginar en el medio. De hecho, en el ámbito de una misma lengua, existen diversas expresiones para explicar funciones y alternativas del juego; por ejemplo, goal keeper pasó a ser portero en España y arquero en Argentina. 

Sin embargo, hay instancias para las que nadie está preparado. Nos referimos al léxico de los periodistas deportivos que, en su afán por mantener la atención del telespectador o el oyente incurren en todo tipo de excesos. Hoy, por caso, durante la transmisión de Inglaterra-Irán, un desperfecto del servidor me obligó a ver el partido en Direct TV, cadena en la que jamás incurro, con locutores y comentaristas caribeños. De ese modo, escuché que “Inglaterra tiene una gran facilidad para gestionar el esférico”. También, que, por un choque fortuito,  “se lesionó el cuidapalos”. Y cuando McGuire salió de la cancha, “se fue camino al camerino”. Podría seguir dando ejemplos de estas barbaridades por un rato largo. Lo comenté en Instagram. Y fue ahí cuando, no sin cierta melancolía, me enteré de que en la transmisión que se hacía en Canal 7, la Televisión Pública de Argentina, el locutor hablaba del Mundial como de un “evento ecuménico”.

En síntesis, el problema no es la traducción de la terminología técnica del deporte, sino la imbecilidad de los locutores venidos a periodistas.

lunes, 21 de noviembre de 2022

El SPET se despide hasta el año que viene

En el último encuentro del año, que tendrá lugar el miércoles 23 de noviembre a las 18:30 en el aula 400 del IES en Lenguas Vivas “Juan R. Fernández”, Carlos Pellegrini 1515 (edificio nuevo), nuestra invitada Andrea Pagni expondrá sobre "Postmonolingüismo y traducción en Los ingrávidos de Valeria Luiselli y sus traducciones al inglés y al alemán"

Andrea Pagni es profesora emérita de literatura y cultura latinoamericanas en la Universidad de Erlangen-Nürnberg. Sobre temas vinculados a la historia de la traducción en América Latina ha publicado América Latina, espacio de traducciones (ed. 2004 y 2005), Traducciones y traductores en la historia cultural de América Latina (ed. con Gertrudis Payàs y Patricia Willson, 2011), Refracciones/Réfractions: Traducción y género en las literaturas románicas/Traduction et genre dans les littératures romanes (ed. con Annette Keilhauer, 2017). Sobre diversos aspectos de las relaciones culturales transatlánticas en los siglos xix y xx escribió Post/Koloniale Reisen (1999) y editó El exilio republicano español en México y Argentina (2011). También ha traducido al castellano obras de E.T.A. Hoffmann, Franz Kafka, Heinrich von Kleist y Rainer Maria Rilke.

Lecturas sugeridas

Logie, Ilse (2020). "¿Escritos en la traducción y para la traducción? Dos ejemplos: Valeria Luiselli y Mario Bellatin". En: Gustavo Guerrero, Jorge J. Locane, Benjamin Loy, Gesine Müller (eds.) Literatura latinoamericana mundial: Dispositivos y disidencias. Boston: De Gruyter, 2020, pp. 207-222. Disponible en: https://www.degruyter.com/document/doi/10.1515/9783110673678-012/html

Luiselli, Valeria (2013). “Una lengua para Pretoria”. En: Revista Dossier, 23, 124-129. Disponible en: https://revistadossier.udp.cl/dossier/una-lengua-para-pretoria/ y https://revistadossier.udp.cl/cms/wp-content/uploads/2020/01/UDP_Dossier_23.pdf

Aviso

La sesión será presencial (les pedimos que confirmen la asistencia).

Quienes quieran asistir virtualmente pueden enviarnos un mail con el asunto SPET 151 hasta el 23/11 a las 13.00. La dirección de mail será utilizada para hacerles llegar el código de acceso.

viernes, 18 de noviembre de 2022

La lengua de los libros: un debate que nunca se da

Ayer, 17 de noviembre, en El Periódico, de España, Eduardo Hojman (foto), traductor argentino radicado en España, publicó un elaborado artículo sobre lo que ocurre con los libros traducidos en España cuando viajan a América y viceversa. Si bien harían falta muchas puntualizaciones para respaldar los dichos de los entrevistados, el título anticipa el contenido. 


Separados por el mismo idioma

Hay más de veinte países hispanohablantes en el mundo y, de ellos, España ocupa el cuarto lugar, precedida por México, Estados Unidos, Colombia y seguida muy de cerca por Argentina. Sin embargo, España centraliza la industria editorial en ese idioma y es aquí donde se produce la inmensa mayoría de las traducciones que leen las regiones restantes, que no siempre son del todo bien recibidas.

La concentración editorial exacerbó esa situación. Si en los años noventa editoriales como Emecé o Sudamericana, entonces independientes, podían adquirir títulos para sus propios territorios y ofrecer sus propias traducciones, a partir del cambio de siglo los grandes grupos españoles (y muchas editoriales medianas, siguiendo su ejemplo) compran derechos mundiales para la lengua.

Como señala Jorge Fondebrider, director del Club de Traductores Literarios de Buenos Aires, eso anula “la posibilidad de alternativas. Los lectores de los países que no son dueños de los derechos tienen que leer en la variante del país que los posee”. El problema de la nula coexistencia de traducciones españolas y americanas del mismo libro, según sentencia Fondebrider, es que “las traducciones españolas no funcionan en Argentina, y Anagrama es quizá el mejor ejemplo”, aunque acota que “los dos grandes grupos (Planeta y Penguin Random House, que imponen las traducciones ibéricas), hacen una corrección de estilo y una revisión”.

El periodista cultural argentino Daniel Gigena señala que “sigue habiendo quejas respecto de las traducciones españolas, en especial cuando hay jergas, idiolectos. Llegan al país muchos libros cedentes de los grandes grupos traducidos a la española y pocas veces se retocan, sea por costo o desinterés”, aunque reconoce que “a veces esas quejas me parecen un esnobismo. Obviamente hay libros mal traducidos, pero no solo en España y no solo por esas razones”.

Que Anagrama sea blanco de esas acusaciones se debe, muy probablemente, a que, gracias a su potente catálogo, representó una educación libresca sentimental para muchos lectores hispanoamericanos. “Somos muy sensibles a esos comentarios –dice su directora editorial, Silvia Sesé–, que se refieren a usos de otras épocas”. Marc García, del departamento de edición de la misma editorial, aclara que “el uso de las variantes del español en las traducciones es una cuestión compleja y cualquier decisión en favor de una variante nacional va a alienar inevitablemente a parte de nuestro público. Hemos optado por privilegiar la más natural para los lectores del país de origen de la editorial, pero intentando tener cada vez más cuidado en que resulte natural para los de otros países”.

Elena Ramírez, directora de Ficción Internacional de Planeta, grupo con sedes muy activas e importantes en América Latina, explica que la adaptación de sus traducciones a las distintas regiones “depende del tipo de libro. En los literarios no se hace ningún tipo de modificación, pero en libros más populares en ocasiones se ajustan cosas menores, y no lo hacemos nosotros, sino que el país que quiere adaptar alguna palabra o expresión hace la sugerencia”. Esos cambios, dice, no privilegian ninguna de las variantes del español latinoamericano a priori, sino que tienen que ver con qué país ha contratado el libro y se toman en cuenta las sugerencias de cada casa local.

Algo similar ocurre con Penguin Random House. Según Anna Prieto, directora de Edición Técnica de la División Literaria, la mayoría de los libros se traducen en España y las adaptaciones, si las hay, corren a cargo de sus sedes locales. “No hay un español latinoamericano que tenga preferencia, suelen hacerse versiones en argentino y en mexicano, y las demás casas deciden qué versión van a comercializar”. Julieta Obedman, directora literaria de la sede argentina, lo confirma. “Se adaptan sobre todo los libros destinados al público infantil y juvenil, por razones de expresiones idiomáticas propias de cada país”.

Poder económico
Para Jonio González, poeta, traductor y jefe del departamento de traducción de Ediciones B, es todo cuestión de mercado. “Se prioriza el castellano español porque en España se venden muchísimos más libros que en América. No sé si es colonialismo cultural pero no me cabe duda de que se trata de poder económico en un contexto de colonialismo económico”.

Ese panorama tiene su reverso en las escasas traducciones que en la actualidad llegan de América Latina a España. Leonora Djament de Eterna Cadencia, cuya presencia en España es cada vez mayor, asegura que no adaptan sus traducciones, aunque sí “traducimos contemplando a los lectores de toda la región hispanoparlante. El castellano neutro no existe o es un invento de los medios de comunicación. Pero pensamos en la legibilidad de nuestras traducciones en toda la región”.

Según Santiago Tobón, responsable de la sede española de Sexto Piso, el español prioritario “suele ser el lugar de mayor apuesta comercial o el de edición del libro”. Almadía, donde la mayoría de las traducciones son mexicanas, también intenta que sean lo más “neutras” posible. Para su editor, Guillermo Quijas Corzo, “es más fácil que en México los libreros acepten traducciones al castellano de España a que libreros españoles acepten traducciones al castellano de México”.

La editorial argentina Chai recurre a la barcelonesa Anna Ferrer Anechina para adaptar sus traducciones. “A veces –dice Ferrer–, siento que es una tarea un poco españocentrista y colonialista. Pero entiendo que un libro adaptado resulte más agradable de leer para alguien que lo haga por placer y/o no esté acostumbrado a otras variantes del idioma”.

Como señala el traductor y escritor Andy Ehrenhaus, refiriéndose a los traductores latinoamericanos que trabajan habitualmente en España, “las normas de estilo de las editoriales españolas alejan a los traductores de los peligros y tentaciones de lo que definen como americanismos”, trazando “una frontera clara entre lo que debe quedar dentro y fuera de la casa; el buen huésped debe tener al menos la delicadeza de no dejar entrar más bichos consigo, de sacudírselos en el felpudo”.

Este intento por eliminar las marcas de origen en las traducciones se entronca con otra gran discusión, la de legibilidad versus fidelidad. Un español “neutro” se arriesga inevitablemente a aplanar jergas y coloquialismos del texto original, igualando matices y estilos, y a veces daría la impresión de que al lector español quiere ocultársele, o intentar que olvide, que está leyendo una traducción, en tanto que en América Latina se tiene presente que se trata de una versión de un libro escrito en otro idioma, y esa marca de extranjería puede ser un valor añadido y enriquecer la lectura.

Recelos
Detrás de todo esto subyacen recelos antiguos. En Argentina se protesta que, mientras en España se traduce al español castizo, allí no se traduce al español rioplatense, aunque eso está cambiando. Jonio González matiza que “tampoco en Argentina ni en México, cuando eran potencias editoriales, se preocuparon por cómo los leerían en Ecuador o Perú”.

Jorge Luis Borges, firmante de una célebre traducción de Kafka, renegó del título de La metamorfosis, prefiriendo La transformación. Al parecer eso se debía a que su traducción se había españolizado al punto de quedar irreconocible. Y es célebre su ataque a la supuesta pureza del español de España en el ensayo “Las alarmas del doctor Américo Castro” (Otras inquisiciones, 1960).

Por otra parte, si en Argentina siempre hay quejas sobre las traducciones españolas, muchos medios españoles no pierden oportunidad de criticar las americanas. “Malas traducciones hay en Argentina, en España y en todas partes –dice González–. En el fondo, es un tema de reivindicación histórica y de una profunda frustración”. Quizá lo mejor sería aceptar que los casi quinientos millones de hablantes del español son potencialmente capaces de entender todas sus variantes y, en lugar de intentar anular las diferencias, celebrarlas. Caso contrario, seguiremos separados por el mismo idioma.

jueves, 17 de noviembre de 2022

Los editores franceses, reunidos en el Sindicato Nacional de la Edición, se niegan a hacer un reparto más justo de sus ganancias con escritores y traductores

La siguiente declaración, amablemente traducida al castellano por la traductora española María-José Furió, fue emitida por la ATLF (Asociación de Traductores Literarios de Francia) que, junto con varias instituciones afines, está intentando discutir y cambiar las condiciones de información y remuneración de los escritores y traductores franceses dentro del mercado editorial. El texto francés del comunicado aquí traducido, se añade al final.


La remuneración de los autores: ¿tema tabú para los editores?

El colegio de autores  (integrado por la ATLF, la SCAM,  la SGDL y el SNAC, que representan el Consejo permanente de escritores, y la Liga de Autores Profesionales) ha considerado que no se daban aún las condiciones para que el acuerdo en 5 puntos, negociado durante los últimos meses con el Sindicato Nacional de la Edición, se firmase el lunes 24 de octubre de 2022.

Este acuerdo, centrado en una mayor transparencia de la información proporcionada a los autores, constituye solamente una primera etapa de negociaciones más amplias, que incluyen la cuestión de la remuneración. Una cuestión, según la carta de compromiso de abril de 2022 de la exministra de Cultura, Roselyne Bachelot, «incluida hoy en la agenda política» y que ningún responsable político puede ya ignorar.

En septiembre entregamos un documento de trabajo donde sintetizamos nuestras propuestas sobre la remuneración. La SNE decidió cortar en seco toda discusión sobre el reparto del valor y descartó nuestras demandas, calificándolas de peligrosas y desestabilizadoras para la economía del libro. Ha repetido estos mismos argumentos a través de la prensa, optando así por situarse sin advertencia previa fuera del marco de discusión de la misión.

El modelo económico actual le conviene a la SNE (como demuestra la cifra de negocios de la edición, en alza desde hace diez años). No hay razón para cambiar o para cuestionarlo; hablar del reparto del valor no tiene razón de ser: este es el mensaje que los editores han transmitido a los poderes públicos. A nosotros, sin embargo, este modelo nos resulta cada vez más desfavorable. La creciente precarización de los autores ya ha sido extensamente documentada. Es hora de pasar de las constataciones a la acción.

No podemos seguir permitiendo que nos arruinen con las condiciones contractuales cada vez más injustas y cada vez más desequilibradas que nos imponen los editores, condiciones que suponen un desvío importante de la Ley de la Propiedad Intelectual. La decisión del SNE vacía la misión de abril de 2022 de lo esencial de su contenido y rompe la dinámica de las negociaciones impulsada por los poderes públicos. El 30 de septiembre escribimos a la ministra de la Cultura para manifestarle nuestra perplejidad. Hoy esperamos que confirme si la cuestión de la remuneración de los autores continúa siendo una prioridad inscrita en la «agenda política» y, en caso afirmativo, cómo pretende abordarla el gobierno.


fuente original: https://atlf.org/la-remuneration-des-auteurs-un-sujet-tabou-pour-les-editeurs/


miércoles, 16 de noviembre de 2022

"El Pitoche Engrullón", disponible para todos

“El clásico de Antoine de Saint-Exupéry es el primer libro que se escribe por completo en gacería, un dialecto de Cantalejo (Segovia)”. Eso dice la bajada del artículo publicado el 23 de septiembre pasado, por Alba Camazón, en eldiario.es.


El Principito recupera dialectos casi olvidados de Segovia y Salamanca: “Nuestros abuelos no hablaban mal”

—Mi flor se puliría fetén gaza si atervara esto —se garleó el pitoche engrullón.La primera pregunta que se hace aquí toda persona mayor que se precie es ¿quién es El Pitoche Engrullón? Ni más ni menos que El Principito en gacería, un dialecto que garlean los cantalejanos. O como se llaman a sí mismos, los briqueros. El Principito ha sido traducido a más de 500 idiomas y dialectos. ¿El último? El idioma de los trilleros, que solo se habla en un pequeño pueblo de Segovia (3.000 habitantes) desde hace generaciones. El Pitoche Engrullón (2022, Desde Tuma) es el primer libro escrito en gacería de principio a fin.

“De niña, y de joven, pasaba el rato con mi abuelo y hablábamos y pensábamos en gacería. Jugábamos a hacer frases largas y siempre he sentido que si lo olvidaba, olvidaba los recuerdos de mis abuelos”. Ana Rosa Zamarro es quien ha traducido este clásico de Antoine de Saint-Exupéry a gacería.

“Los trilleros y tratantes de ganado pasaban meses fuera de casa y de esta manera se reconocían como gente del pueblo. Se advertían e informaban entre ellos para que otros no les entendieran si no querían”, explica Zamarro. Por ejemplo, si un tercero iba a comprarles un trillo, para que supieran que tenía dinero aunque llorara, y así poder negociar. Poco a poco, se fue practicando y cayó en gracia. Cantalejo llegó a ser el segundo productor de trillos más importante, solo por detrás de Soria, asevera.

Los talleres se llenaban de briqueros, ganaderos y jornaleros que pertenecían a distintos oficios, que fabricaban los trillos, que luego venderían en otros pueblos. “Necesitaban mucha mano de obra... piensa que unas 500 familias se sacaban un jornal con esto”, añade Ana Rosa Zamarro, que recuerda que, por ejemplo, su madre y sus abuelos maternos siempre iban a un pueblo de Lerma y su padre —con sus abuelos— marchaban a otro de Teruel. “A mi madre la escolarizaban en Villalmanzo —cerca de Lerma— y mantiene amistades allí”, cuenta.

En gacería, cadelo es perro y curda, borracho. 'La madre que te parió' se dice La sieva que te estafó; y 'el alcalde del pueblo', el engrullón del vilorio'. Por este motivo El Principito es El Pitoche Engrullón. “El engrullón es como el personaje más importante, entonces significa 'el pequeño personaje importante'”, explica Zamarro, que se muestra entusiasmada con su acogida en la zona: “Seguro que lo entienden, porque todos lo entendemos”.

Álvaro de Benito es el editor de este libro. Su objetivo es doble: conservar la variante lingüística y que también sirva como material escolar para los chicos de la zona. Servirá de herramienta para que las escuelas, que ya aprendían vocabulario en gacería, trabajen con el dialecto.

“Ahora ya con esto, la gacería no quedará en el olvido”, subraya la traductora del libro. Zamarro destaca la importancia de que así la gente vea “que se puede hacer contexto entero y no solo palabras sueltas. “Trabajar en este clásico ha sido como un sueño hecho realidad“, apunta. Para ella ha resultado difícil y emocionantea la vez. Algunas cosas me hacían sonreír porque me venían recuerdos a la mente”, se alegra.

El Pitoche Engrullón no es el primer principito en salir de esta editorial. El Chaval Principeras y El Principinu se editaron en cheli —sociolecto madrileño del siglo XVIII que explosionó en la década de 1980—y en la palra d'El Rebollal —un dialecto del astur leonés que se conserva en el sur de Salamanca—.

José Benito Mateos Pascual “Txebe” tradujo El Principito a la palra d'El Rebollal. “Había palabras sin una traducción exacta y tienes que buscar lo que más se aproxime, o una metáfora...luego le das vueltas, por si puedes traducirlo de otra forma y al final lo traduces cinco o seis veces para que quede bien”, explica, justo antes de bromear: “Menos mal que era El Principito y no El Señor de los Anillos”.

Este dialecto del leonés oriental pervive en cinco pueblos: Navasfrías, Peñaparda, El Payo, Robleda y Villasrubias. Las placas de las calles de Robleda están escritas en rebollanu y en castellano. “Las personas de más de 75 años hablan rebollanu, y aquellos que emigraron a mediados del siglo pasado a Francia también lo siguen hablando. Calculamos que lo hablamos unas 3.500 personas”, explica José Benito Mateos.

Este folklorista destaca la importancia de reconocer la palra d'El Rebollal como una lengua “tan válida como otras” y darle “ese prestigio” que se le quitaba en el pasado. “Es sacarle brillo. Nuestros abuelos no hablaban mal, hablaban un dialecto del leonés”, subraya.

El Principito, su rosa, la serpiente y el zorro viajarán también a Cantalejo o a la comarca de El Rebollal. Y desde allí también podrán ver con el corazón y reír mirando al cielo. Porque lo prencipal es invisibri a los ojus.

martes, 15 de noviembre de 2022

Genealogía argentina de los libros de bolsillo

Jorge Aulicino recuerda en este artículo las ediciones de la editorial TOR y las de Claridad, casas creadas emigrantes españoles a la Argentina, como antecedentes de los libros que luego publicarían Eudeba y el Centro Editor de América Latina.

Industria y literatura

Muchos de los libros que había en la biblioteca de mi casa eran libros de la editorial TOR. Los había comparado mi padre y yo leí a una edad temprana en esas páginas amarillentas, a dos columnas, los mamotretos de la serie de los Tres Mosqueteros, de Alejandro Dumas; Crimen y castigo, de Dostoievski, Nuestra Señora de París y Los miserables, de Victor Hugo. Eran libros que envejecían rápidamente, estaban hechos de papel de diario con tapas de papel satinado. Flojas, bastamente impresas, se cuarteaban y decoloraban. Tenían ilustraciones en tonos pastel o en colores contrastantes: rojo y negro, verde. Eran libros para bibliotecas perecederas, libros proletarios, costaban monedas. No eran libros de bolsillo, era libros no adecuados para leer en el colectivo. Querían, aun con materiales tan precarios, yacer en estantes, fundar el consumo de bienes culturales más durables que la novela por entregas, el folletín (suplemento de periódico) del que provenían, inventado por Le Press, de París hacia 1840: Dumas, Dostoievski, habían escrito sus novelas, ahora publicadas por TOR, precisamente para los periódicos. Aquellos editores lograron su objetivo, yo leí esas novelas con un aliciente extra: eran reliquias que habían resistido y llevaban el registro del tiempo en sus tapas y en sus páginas.

TOR fue creada por Juan Carlos Torrendell, nacido en Palma de Mallorca en 1895. La creó en 1916, en Buenos Aires, a los 21 años. La editorial de Torrendel convivió con el folletín, pero su ambición era otra: dar estatus de libro a la literatura popular; crear colecciones cuyas páginas no fueran aptas para envolver huevos. Meter el libro en los hogares del proletariado y de la clase media baja. Torrendel (de allí venía TOR y no del nombre del dios escandinavo, como alguna vez supuse) tuvo con divisa “Contra viento y marea”. Era un proyecto comercial con fines culturales precisos: debía satisfacer la sed de lectura de los sectores populares sobre los que se cruzaban las ideas progresistas de los 80 y las de los socialistas y anarquistas que profesaban veneración por la ilustración, a la que pretendían robar de entre las manos de la alta burguesía. Ese proyecto incluía, burlonamente quizá, la voluntad de romper precisamente el aura de la literatura. De hecho Torrendel vendió libros por kilos en sus locales del Centro de Buenos Aires.

La misma senda de TOR siguió la editorial Claridad, del catalán Antonio Zamora, fundada cinco años después, que publicó, además de libros, las revistas Claridad y Los Pensadores. A Claridad estuvieron unidos los escritores Elías Castelnuovo, Leónidas Barletta y Roberto Arlt, Manuel Gálvez. El libro de bolsillo aún no había nacido, pero ya clamaban por él el Buenos Aires de los tranway y del subterráneo. Se hizo cargo de ese reclamo Oliverio Girondo, quien publica Veinte poemas para ser leídos en el tranvía en 1922 casi simultáneamente con el nacimiento de Claridad. Girondo, sin ningún proyecto de formación cultural para las masas y como irónico tributo, más bien, a la nueva era, había puesto en la tapa de su libro: “Edición tranviaria a veinte centavos” y en los hechos había reemplazado el libro de cuarto de pliego por el de octavo; aquél era un libro de bolsillo.

En cierto sentido, el pocket, que comienza a producirse en los años veinte y treinta en Europa y los Estados Unidos, volvía el proceso a un paso intermedio entre el folletín y el libro popular. No era la novela en capítulos pero tampoco parecía aspirar al atril y la biblioteca. Efectivamente pensado para leer en los tranvías y los subtes, en el tren o en el trole, provocaba a considerarlo descartable. Se arrugaba en los bolsillos, se descuajeringaba, no estaba a la altura, ni siquiera mirado de lejos -como los de TOR y Claridad- de un libro comme il faut. Parecía un objeto transitorio.

Y sin embargo…

El formato terminó por hacerse habitual. Deberíamos contar cuántos libros de bolsillo hay en nuestras bibliotecas hoy. A treinta o más años de que los libros de TOR se acomodaran en la biblioteca de mi padre, se sumaron los de la Editorial Universitaria de Buenos Aires (Eudeba) que el rector Risiere Frondizi encargó a Boris Spivacow, siguiendo el ejemplo del Fondo de Cultura Económica, de México. Muchos de ellos eran libros de bolsillo. Cuando la Universidad fue desalojada por la dictadura de Onganía, a los bastonazos, en 1966, Spivacow creó el Centro Editor de América Latina. Historia de la literatura en fascículos coleccionables acompañados por libros de bolsillo. Entonces era yo el que los compraba. Muchos estuvieron cerca de los de TOR hasta que me mudé de la casa paterna hurtándome alguno.

Y con todo esto quiero decir que más allá de las castizas traducciones de TOR y Claridad, que llevaron a veces a los escritores sociales de Boedo a escribir como madrileños, hubo un proyecto, como se decía hasta hace poco, de literatura para la masa. Sería más apropiado decir “para el consumo popular”. Pero de literatura hecha y derecha. La primera traducción que leí de “El cuervo”, de Poe, fue la del venezolano Pérez Bonalde -aún se escribía en rebuscado español por acá., en un librito de poemas que casi se deshacía en las manos y llevaba impreso en la contratapa el precio popular. Pérez Bonalde usó la palabra “avechucho” para que rimara con “mucho”, pero fuera de estas fealdades, obligadas por la rima, el sonsonete me resultaba grato. Y hoy pienso que la “música” de Pérez Bonalde era de la misma familia que la del original en inglés. No hace falta aclarar que a mi juicio la “reproductividad” (el difícil término supongo que es una traducción discutible de un concepto de Walter Benjamin), inherente a la industria, no tiene nada de malo si trabaja con la literatura como materia, y no al revés. Esto es que la literatura trabaje para la industria.