“El camino que han seguido las lenguas indígenas, desde la tradición oral, para llegar a la escritura y de ahí a la literatura, ha sido arduo y complicado. Este artículo explora y documenta las fases principales de dicho recorrido, los trabajos de la etnografía, la antropología, la lingüística y los muchos esfuerzos editoriales que se han realizado para hacer frente a ‘la amenaza de muerte de muchas lenguas’.” Esto dice la bajada de la pormenorizada nota firmada por el escritor mexicano Hermann Bellinghausen, publicada el domingo 20 de marzo pasado, en La Jornada Semanal, de México.
jueves, 31 de marzo de 2022
"Una literatura indígena en sus propios términos"
miércoles, 30 de marzo de 2022
Para los amantes de la bibliodiversidad el cuerno de la abundancia parece venir sólo de España
Importación de libros: denuncian nuevas trabas y la falta de políticas públicas claras
El 2 de febrero, cuando Jorge Waldhuter intentó subir una SIMI, no pudo: “Quedé bloqueado por incapacidad económica”. Hace 28 años, creó la Distribuidora Waldhuter que hoy lleva adelante junto a su familia y es una de las más importantes del país en lo que a libros respecta. Todos se preparan para el gran regreso del “acontecimiento cultural mas importante del año”, la Feria del Libro: del 28 de abril al 16 de mayo en La Rural, que no se pudo realizar los dos últimos años por la pandemia. Con el objetivo de ampliar su oferta, realizó el pedido para importar libros, pero el CEF (Capacidad Económica Financiera) se lo impidió. “La AFIP dice que nosotros no tenemos dinero ni para importar ni para pagar”, explica.
El mes pasado la AFIP introdujo nuevos parámetros y realizó ajustes. Ante la confusión, muchas empresas de distintos rubros se quejaron. Un mes atrás, en diálogo con Infobae, el presidente de la Cámara Argentina de Comercio Natalio Grinman dijo que “esta situación es especialmente gravosa para las nuevas empresas sin historial de pagos al exterior ni operaciones de comercio internacional” y pidió una mayor trazabilidad y mecanismos más flexibles para la conformación del CEF. El objetivo del Gobierno, se entiende, es controlar las divisas y que, ante la falta de reservas, los dólares se queden acá.
“Hay que pagar royalties (regalías por derechos) a los editores españoles y para ese tipo de pagos también estamos siendo bloqueados”, explica Jorge Waldhuter y agrega que finalmente sólo van a poder contar con el 20% de lo que pensaban importar para vender en la Feria del Libro. “Va a ser la Feria con menos contenido importado que se haya visto”, dice y explica: “Nosotros apostamos a la bibliodiversidad, traemos una enorme cantidad de libros pero no más de 10, 20, 30 ejemplares por título”. Si bien hay nuevas reglas, todos señalan que hay una política que viene desde hace tiempo. “La medida es una traba que se suma a las que ya venían desde 2012″, sostiene Waldhuter.
A las editoriales también les afecta en el pago de regalías y anticipos a autores extranjeros. Entre los sellos que consultó Infobae Cultura, algunos comentaron que tuvieron problemas con el SIME de febrero, pero ya para el de marzo no. La explicación no la tienen. “En enero inventaron el CEF, la capacidad para enfrentar una nueva importación. La AFIP te pone un valor tan bajo que complica importaciones que son mínimas y ciertos pagos”, dice Martín Gremmelspacher, presidente de la Cámara Argentina del Libro. “Son pocos ejemplares de cada libro y el objetivo es acompañar la bibliodiversidad. El problema es que ponen en la misma bolsa a los que importan por mil dólares, por 30 mil, que los que lo hacen con millones. Es un filtro difícil de pasar porque se renueva cada un mes. Es todo muy engorroso”, agrega.
“Cada libro tiene su propio registro de propiedad intelectual, con lo cual el derecho de autor está registrado. Lo que quiero decir con esto es que si uno no importa ese libro, ese libro no aparece. La CAL (Cámara Argentina del Libro) entiende el flujo de importaciones y exportaciones, abogar porque el libro argentino esté en todos lados, pero también entiende que hay un sector que necesita importar libros, eso acompaña la bibliodiversidad, es una necesidad, un complemento”, sostiene Gremmelspacher y asegura que han intentando hablar con las autoridades y que está abierto el diálogo, pero que “hasta ahora: cero respuesta”.
Horacio Brihet es contador, trabaja con empresas de distintos rubros y diversos calibres. Una de ellas es la Distribuidora del Futuro, que importa libros. “La AFIP determina la capacidad financiera, cuánto podés importar, y lo hace en base a una fórmula que es desconocida. En Del Futuro no hemos tenido problemas pero sabemos que se han equivocado con varias empresas; no sabemos si consciente o inconscientemente”, cuenta. Desde la Cámara Argentina de Publicaciones le dijeron a Infobae Cultura que las empresas que la integran no han tenido problemas con las importaciones.
“Lo que nos aprobaron para diciembre pasado no es lo que hubiéramos querido”, asegura Brihet, y agrega: “Siempre hay dificultades, pero van aprobando. Pese a las trabas de la burocracia, mal que mal las cosas salen, se pueden pagar, caminamos. Necesitaríamos más, pero funciona”. Para Jorge Waldhuter, sin embargo, hay que repensar todo el sistema: “Lo que vivimos desde 2012 no tiene nombre”, dice y enumera distintas trabas, como la Ley de Tintas, donde no se podía importar más de 499 ejemplares porque, si lo hacías, “tenías que someterte a hacerle un estudio al libro que demostrara que el volumen de plomo en tinta no era dañino a la salud: resultaba un insulto a la inteligencia”.
“Ahora, según la AFIP, carecemos de la capacidad de pagar. Cualquier gestión que quieras hacer en la AFIP es digital. Pedís un turno pero esto no está entre las opciones, o sea, no te atienden”, dice Waldhuter. Este inconveniente alumbra un problema estructural. Según pudo averiguar Infobae Cultura, muchas editoriales conformaron empresas de sociedad limitada en España o en Uruguay para operar sin dificultades. Hay distintos intereses en juego, pero todos los actores sostienen lo mismo: faltan políticas públicas en torno a la industria editorial, cada vez más castigada pese a su gran calidad y potencia.
martes, 29 de marzo de 2022
Murió el editor argentino Mario Muchnik
Murió a los 90 años Mario Muchnik, gran editor de una generación
irrepetible
De un tiempo a esta parte, una generación de irrepetibles gestores culturales se despide. Hoy en Madrid, murió a los 90 años Mario Muchnik, el hombre detrás de la publicación de grandes obras de grandes autores: de Julio Cortázar al Nobel Elias Canetti, Primo Levi, Amos Oz y su entrañable amigo Oliver Sacks, de quien fue el primer editor en castellano. El editor, escritor y fotógrafo había nacido en Buenos Aires (más precisamente, en Ramos Mejía) el 21 de junio de 1931 en el seno de una familia de origen ruso. Residía en España desde 1978. Su padre, Jacobo Muchnik, fue un importante publicitario y editor, a cargo del sello Fabril Editora. Gracias a las actividades paternas, Muchnik pudo conocer a Jorge Luis Borges y Ernesto Sabato y al español Rafael Alberti, entre otros destacados autores.
Su familia emigró a Nueva York a finales de los años 1940, y Muchnik estudió y se licenció en Ciencias Físicas por la Universidad de Columbia. Luego se doctoró en Roma y participó en el descubrimiento de la antipartícula barión sigma. En esa ciudad italiana dio clases en los años 1960 en el Instituto de Física Nuclear y conoció a su pareja, Nicole Muchnik. En París, participó de las revueltas (y dejó testimonio fotográfico) del Mayo Francés.
“Tenía padres sobreprotectores y el mío viajó a Nueva York para reunirse con el astrónomo Harlow Shapley, para preguntarle si era viable que estudiara ahí –recordó en un diálogo con La Nación–. Me recibí y me quedé hasta que no pude tolerar el macartismo”. Muchnik nunca regresó a la Argentina y, según declaró, sus recuerdos de Buenos Aires se remontan a la “era” preperonista.
En 1973, con su pareja fundó Muchnik Editores (el primer libro publicado
fue Y otros poemas, del español Jorge Guillén); mientras, trabajaba
para la dirección de colecciones literarias del editor francés Robert Laffont,
donde impulsó la publicación de escritores latinoamericanos. Llegó a Barcelona
en 1978. Entre 1982 y 1983 se desempeñó como director literario de Ariel-Seix
Barral y fue vicepresidente hasta 2012 de Difusora Internacional, la editorial
fundada por su padre y Víctor y Joan Seix. De 1991 a 1997 trabajó en el sello
Anaya-Mario Muchnik, especializado en obras de narrativa extranjera y
contemporánea, nuevos escritores españoles y ensayo histórico. En 1998 creó el
sello madrileño Taller de Mario Muchnik, donde se publicaron varios libros
suyos, como A propósito: del recuerdo a la memoria, 1931-2005 y De
cielo en cielo; otros de su padre, de Blas Matamoro, Carlos Sampayo y
Héctor Yánover, y de autores extranjeros.
Muchnik fue editor de grandes autores del siglo XX, como Miguel Ángel Asturias, Italo Calvino, el Nobel de Literatura 1981 Elias Canetti (entre otros, Masa y poder y La lengua absuelta), Julio Cortázar (su Nicaragua tan violentamente dulce), Gilles Deleuze, Amos Oz, Carlos Fuentes, Ismail Kadaré, Primo Levi (del que publicó la trilogía Si esto es un hombre), André Malraux, Henry Miller, Augusto Monterroso, Juan Carlos Onetti, León Poliakov, Augusto Roa Bastos, Susan Sontag (el genial Estilos radicales), George Steiner y Gore Vidal. También tradujo obras de Calvino, Sontag y Canetti, de Guy Davenport y Arthur Miller. También publicó obras de Marcelo Cohen.
Descubridor de Oliver Sacks, su relación con el neurólogo y escritor, que murió en 2015, fue de una entrañable amistad. Muchnik editó, entre otros best sellers, Despertares, Veo una voz, Con una sola pierna y El hombre que confundió a su mujer con un sombrero.
Como se titula su libro de conversaciones con el periodista español Juan Cruz, Muchnik fue “un editor para toda la vida”. “Para leer una novela importante como Madame Bovary o los ensayos de Montaigne yo necesito el papel -afirmó-. Debe ser que crecí con el papel. Que mi padre me llevara a conocer la imprenta y tratara de descifrar mi nombre al revés fue algo que me quedó para toda la vida. Después, como editor, siempre me gustó ir a la imprenta”.
En 2021, el Ayuntamiento de Valladolid y el Instituto Castellano y Leonés de la Lengua realizaron la exposición Mario Muchnik, el fotógrafo, con las imágenes en blanco y negro que el editor y fotógrafo tomó durante más de medio siglo a escritores e intelectuales de todo el mundo.
“Cuando me metí con Nicole acababa de salir Rayuela y pensamos hacer algo que es imposible: unir fuerzas para traducirla al francés -contó-. Julio nos escuchaba con respeto. Luego nos hicimos muy amigos. En 1973, con el golpe de Estado en Chile, todos militábamos. Había setenta personas en casa y Julio estaba ahí. Su misión era hacer fotocopias. Luego conocí a Carol Dunlop [pareja de Cortázar y coautora de Los autonautas de la cosmopista, editada por Muchnik]. Estaba con Julio en un café y se empezaron a besar en plena luz del día. Eran tan tiernos”.
Como autor publicó varios libros, entre ellos Mundo judío. Crónica personal, Un bárbaro en París, Para mis amigos libreros, Banco de pruebas. Memorias de trabajo 1949-1999, Lo peor no son los autores: autobiografía editorial 1966-1997, El otro día: una infancia en Buenos Aires, 1931-1945 y Volverte a ver: Argentina, 1971. Además de textos autobiográficos, escribió manuales de edición, maquetación, tipografía y corrección de estilo. También dio a conocer fotolibros, como Miguel Ángel de cerca y Mayo 68: prohibido prohibir. Imágenes de mayo del 68.
lunes, 28 de marzo de 2022
"Nada que remita a la distancia y la extranjería"
A modo de
coda
Simplemente para agregar complejidad a algo ya de por sí complejo: si, en términos generales y con algunos matices, quienes hemos intervenido en este intercambio estamos de acuerdo respecto de las causas y los efectos estéticos del (no) uso del voseo y el tuteo en la literatura y el cine (con doblaje o subtítulos), no debemos perder de vista lo que sucede en el arte de al lado: el teatro. Según relevé en 2017 entre varios destacados y no tan destacados directores teatrales argentinos, en los escenarios de Buenos Aires hace mucho ya que los actores vosean cuando actúan piezas extranjeras. Mi sondeo fue parcial, de modo que ignoro cuán representativo sea. Como fuere, me parece un fenómeno notable: el espectador que el jueves no perdonaría el uso del “vos” en una película polacadoblada, ni el viernes en una serie coreanasubtitulada que sigue por Netflix; el lector que el sábado se incomoda por el uso del voseo en unos cuentos húngaros de principios del siglo XX; ambos, el domingo, se entregan gustosos al voseo en una representación teatral de una obra francesa en el centro de la ciudad. Acaso ni siquiera se den cuenta. ¿Será la dimensión performática del teatro, ese aquí y ahora, esa inigualable inmediatez que lo define? Después de todo, si estamos en Buenos Aires, los espectadores y los actores somos argentinos y nos hemos convocado aquí, no hay imágenes ni sonidos que remitan a la distancia y la extranjería (mujeres perfectamente blondas, multitudes de ojos rasgados, paisajes nevados, articulaciones imposibles, calles limpias y desconocidas),¿por qué no usaríamos el voseo?
Ahora bien: es muy probable —casi seguro— que la traducción del texto que el director lleva a escena sí haya utilizado el tuteo y no el voseo. Así pues, cuando el director adapta la pieza, no solo toma decisiones composicionales, sino también lingüísticas: una obra traducida aun castellano “ecuménico” (como piden los editores), si quiere ser creíble, deberá ser intervenida y sonar distinto (la voz la obliga) en los escenarios de Lima, Santiago, Bogotá, Barcelona, México, Málaga, Asunción.(Por suerte, los directores teatrales se toman todas las libertades del caso y descomprimen la tarea del traductor, tornando obsoletas las tribulaciones de este acerca de evitar cacofonías, tener en cuenta que lo que escribe será pronunciado en voz alta, etc.).
¿Será una localización per se del teatro la que explique este fenómeno? Si así fuera, ¿dónde orbitan el cine y la literatura?
viernes, 25 de marzo de 2022
"Hay una tendencia creciente a localizar las traducciones"
Escritor y traductor, Jan de Jager es argentino, de familia holandesa y vive en Bruselas. Traduce del neerlandés, el afrikaner y el inglés. También él establece contextos a la hora de emplear "tú" o "vos". Esto es lo que dice al respecto.
"Toda esta variedad puede presentar problemas, o bien puede ofrecer una riqueza de recursos"
Como decía Jack el Destripador: vamos por partes. En el mundo de habla hispana, el tema del uso de tú y vos está relacionado en primer lugar con los otros usos de la segunda persona: usted, ustedes, vosotros. Hablando en términos geográficos, podemos decir que vosotros en el uso cotidiano se circunscribe a la Península ibérica, y se utiliza para el trato informal y familiar. En América latina el uso de vosotros es arcaico, y en todo caso se utiliza en contextos litúrgicos o ceremoniales, sin referencia alguna al trato informal. En la mayor parte de América latina el pronombre de 2ª persona plural es normalmente ustedes. Y en el uso “traductoril” ha sido muy anterior el uso generalizado de ustedes, a la manera latinoamericana, en desmedro del vosotros/ustedes peninsular.
Ahora, el uso de tú y vos tiene una distribución diferente, tanto en lo geográfico como en lo social. Tú es mayoritario en España, México, Venezuela, y Perú. En el resto del mundo hispanohablante, coexisten ambas formas, siendo el voseo parte de la norma culta en el área del Río de la Plata: gran parte de Uruguay y gran parte de la Argentina. En cambio en el Paraguay, Bolivia, Colombia y América Central hay diferencias en la distribución geográfica, pero también en la distribución social del voseo: la norma culta tiende a preferir el uso de tú, y solo muy recientemente está perdiendo el voseo el estigma de ser considerado lengua popular o aun vulgar. En el castellano rioplatense, el voseo está presente en el uso literario desde hace más de un siglo. En cambio en otras áreas donde el voseo existe, la primera novela que yo haya leído en la cual vos no solo se utiliza para caracterizar a personajes populares, sino que está presente a todo nivel, es El país de las mujeres de la escritora nicaragüense Gioconda Belli, de 2010. (Probablemente haya algunas anteriores, pero no las conozco).
Aparte, usted a su vez se utiliza normalmente como tratamiento formal, pero en muchas regiones y en ciertos estamentos sociales también es utilizado para indicar cercanía e intimidad.
Para los traductores, toda esta variedad puede presentar problemas, o bien puede ofrecer una riqueza de recursos. Lo tradicional ha sido que se considerara el tuteo la opción natural, como formando parte de un famoso pero inexistente español neutro. Las películas, las series televisivas han sido tradicionalmente dobladas usando el pronombre tú, y todo el sistema verbal que lo acompaña. En Buenos Aires no es inusual oír a niños, que todos normalmente usan la forma de vos, pasar a usar la forma de tú y sus formas verbales cuando juegan a los superhéroes u otros personajes televisivos: vaqueros, animé, etc. “Ven, amigo, sígueme”.Esa misma diglosia es quizás la que hace que muchos traductores rioplatenses que son a su vez escritores con obra propia, utilicen vos en esa obra, y tú cuando traducen.
Sin embargo hay una tendencia creciente a localizar las traducciones. Esto depende de varios factores: a qué país está destinada la traducción, y si estuviera destinada a varios países, si la cantidad de ejemplares que se espera vender justifica la producción (y el gasto) de dos o más traducciones. El primer libro que fue publicado en dos versiones (una para España y otra para América Latina) fue Harry Potter. Pero en ninguna de las dos versiones se utilizaba el voseo. Las diferencias eran a nivel léxico y en el uso del par vosotros/ustedes en España, versus el uso exclusivo de ustedes en la versión para América latina.
Por otra parte, en la traducción de poesía y otros textos breves de publicación instantánea en medios sociales, se observa una tendencia cada vez mayor a las versiones “hiperlocalizadas”, incluyendo en esto un uso cada vez mayor del voseo.
Como traductor, en general uso el tú en las traducciones que están destinadas al mundo hispano en general. En traducciones que son estrictamente para el Río de la Plata, puedo usar con toda tranquilidad el vos. En algunos casos, para marcar un texto o un hablante de lengua “no estándar” muchos traductores usan el voseo. Esto tiene por supuesto el peligro de perpetuar la idea del uso de vos como algo inculto, vulgar. Pero también se puede tomar simplemente como un recurso estilístico más. Yo lo usé en las traducciones de algunos poemas de Cummings, donde el original está escrito en una jerga gangsteril propia del cine negro. Opté por reflejar esta jerga con el uso no sólo de voseo sino de términos lunfardescos propios del ámbito equivalente en Buenos Aires. Es obvio que esto no procura ser un trasvasamiento literal “slang de N. York y Chicago equivale a lunfardo rioplatense”, sino que en todo caso le señaliza al lector inteligente que hay un registro lingüístico diferente en el texto original.
Curiosamente, en el mundo de habla neerlandesa, geográficamente mucho más acotado, hay una diferenciación de la segunda persona singular informal que es bastante paralela a la de vos y tú. Se trata del uso de jij en los Países Bajos, y gij en Flandes. Jij es la forma más difundida y se considera la norma culta, y gij es percibido como regional o arcaizante. Ambos pronombres tienen a su vez una forma verbal diferente. Una hipotética novela donde hubiese personajes holandeses y flamencos, unos usando jij y los otros usando gij quizás podría traducirse, si se quiere, lúdicamente, usando tú y vos, respectivamente…
jueves, 24 de marzo de 2022
"En el idioma de las traducciones y los doblajes"
miércoles, 23 de marzo de 2022
"Me parece casi lógico que el diablo hable de vos"
La escritora y traductora Inés Garland, que está al principio de la serie de entradas que diversos traductores argentinos escribieron sobre el uso de los pronombres tú o vos en sus traducciones, también opina. Lo hace en la columna que sigue.
Estamos en problemas
En el año 1989, hace una vida ya, conseguí un trabajo en una productora de contenidos para televisión, y mi trabajo consistía en revisar los guiones de la tira diaria “El árbol azul” para convertir los diálogos al género neutro. El proyecto era vender las latas de la tira a todo el mundo de habla hispana (no sé si consiguieron venderlo a TODO el mundo de habla hispana, pero circuló bastante). Acepté de puro kamikaze joven o joven kamikaze, un dúo de cualidades que ayuda mucho a hacer desastres con gran alegría. También acepté porque pensé que era posible.
En lugar de “¿querés un café?” yo decía cosas como “¿querrías un café?” o, no sé cuál es peor, “¿te gustaría tomar un café?”, obviando, entre otras, esa cuestión de la economía del lenguaje de la que aún no había oído hablar en mi más bien breve paso por la carrera de Letras (y si había oído hablar, ya lo había olvidado). También tenía que dejar de lado otros detalles como la naturalidad. Los guiones terminaron teniendoextraños diálogos tuteados acompañados de palabras como “policía” o “vereda” y ni se me ocurrió que eso podía ser un problema, aunque confieso que “policía” me ocupó un buen rato (¡¡rato!!, mi dios) porque sabía que en Chile se les decía “pacos” y sospeché de la inconsciencia de mi cometido. Cuento esto porque el mayor problema fue el tuteo vs el voseo y mi relación con los actores. Los actores eran niños. Y me odiaban. Yo era la que les hacía decir esas cosas que les costaba tanto aprender. Cuando iba al piso con el guion recién salido del horno, sentía las miradas resentidas (entre ellas las del ahora famoso conductor Guido Kaczka, con flequillito en ese entonces). Cada día, pasaba por lo de los guionistas y me llevaba a mi casa el tesoro de su creación para destrozarlo. El resultado era, en el piso de grabación, unos “vos, nene, querría un café”.
El voseo y el tuteo siguen siendo un problema para mí y las decisiones cargan con el recuerdo del resentimiento de los niños, como si cada vez yo viera la punta de un iceberg con complicaciones afectivas mucho mayores esperándome bajo el agua.
A veces cuando escribo y desde ya cuando traduzco, el voseo se me hace por momentos chabacano y hasta violento. Pero con el tú siento de repente que me convierto en Gustavo Adolfo y tampoco me convence, así que ahí estoy.
Me parece casi lógico que el diablo hable de vos, como propone Alejandro González, si será violento ese muchacho (el diablo, no González), y el diablo no es ruso, o sí, también, pero no puedo leer ese voseo con naturalidad en una novela de Dostoievsky. Me da por pensar que el que está hablando es Goyeneche.
Mi última traducción es de una memoir de Bette Howland que cuenta su experiencia en W3 (Ward 3), el pabellón psiquiátrico de un hospital universitario en (posiblemente) Chicago. Los diálogos entre los pacientes, la singularidad de las expresiones, eso que los escritores tan bien sabemos: que la manera de hablar es una de las maneras fundamentales con las que se construye un personaje, me gritaban por una temperatura que el “tú” enfriaba como un témpano. Y encima la mayoría de los pacientes eran negros (no, no lo traduje como personas de color —¿de qué color?, como dice Natalia Ginsburg—además, la memoir es de principios de los ’70).
Ahora que lo pienso bien, no
quiero hablar del tema porque me acuerdo del quebradero de cabeza y de haber
llegado a un punto en el que probaba el voseo y el tuteo para tratar de medir
el impacto que tenían las bestialidades que se dicen, las ternuras que se
dicen, el dolor que cuentan, la desolación. Supongo que ahí está el tema.
Debajo de las apariencias del voseo, el tuteo y la nacionalidad del diablo está
el artilugio de que leamos y nos sintamos parte de algo más grande que nosotros
mismos. Si esa pertenencia se rompe por un voseo o un tuteo, estamos en
problemas. Tal vez esa sea la conclusión, que estamos en problemas porque nos
la pasamos tratando de demostrar que nuestra manera es mejor que la ajena.
Pd: No recuerdo la discusión inconcluyente con Aulicino de la misma manera en que la recuerda él. Yo lo que le dije fue que starling, una palabra que mezcla pájaros con estrellas, era más bella que “estornino”, que mezcla pájaros con tornillos. Jamás metería un pájaro local (ni un río, ni una ciudad ni ninguna otra cosa) en una traducción donde aparece un pájaro desconocido en estas latitudes Y confieso que uso la palabra niños en las traducciones y hasta, a veces, en el habla cotidiana, como si niños fueran pequeños y chicos los de doce para arriba. Si seremos arbitrarios.
martes, 22 de marzo de 2022
"Algo que experimento prácticamente como sumisión"
Mariana Windingland es traductora del noruego al castellano. Sus problemas, no obstante, son comunes a lo que vienen expresando los diversos traductores que opinaron hasta ahora sobre el uso del tú y del vos en la traducción al castellano. Vale la pena leerla.
lunes, 21 de marzo de 2022
"Aprovechar los intersticios donde el vos y el tú se confunden, se mezclan"
Metimos a Matías Battistón en la cuestión, si se nos perdona la rima, y él también tuvo cosas que decir sobre el problema del tuteo y el voseo. Son éstas.
Et vos, Brute?
Sobre el uso del voseo en traducción, como sobre muchos otros temas, tengo una opinión formada, pero yo no la comparto. Es decir, estoy de acuerdo, pero no conmigo mismo. Quizá esto se entienda más si vamos por partes. Para empezar, los argumentos a favor de traducir con voseo me parecen de lo más convincentes. ¿Por qué no vamos a usar nuestro registro coloquial para traducir el registro coloquial ajeno? ¿Por qué los millones de personas que hablan de vos en Argentina no justificarían una edición voseante? Por no hablar de las que viven en Costa Rica, Paraguay, Uruguay, Chile, Ecuador, Bolivia, Colombia, Venezuela, Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua… Es más, si el voseo efectivamente es minoritario dentro del mundo de habla castellana, ¿no valdría la pena defender a esa minoría que lo usa, y hacer lo posible para respaldar, fomentar y naturalizar esta variante en la traducción también?¿Por qué un inglés que habla como un argentino nos debería parecer menos verosímil que un canadiense que habla como un mexicano? Y en el caso de las obras que ya circulan traducidasde tú, ¿realmente no se justificaría que hubiera en paralelo traducciones nuevas con voseo, tanto de la literatura contemporánea como de los más sublimes y admirados bodrios de la literatura universal? En definitiva, traducir de vos me parece lógico, necesario.
Y sin embargo, en general no lo hago. Me pasa lo mismo cuando pienso en dejar de comer carne, en sacar la basura en un horariofijo o en contestar enseguida los mails. Los argumentos me convencen, pero no me influencian. En el caso de la traducción, se me ocurren al menos tres motivos de por qué esto es así. El primero y principal son las restricciones impuestas, porque casi siempre trabajo con editoriales que hacen del tuteo una política de la casa. El segundo es que comparto en gran medida lo que expresó de manera brillante Alejandro González, la idea de que usar el tú, más que una renuncia, también puede ser una dimensión adicional de nuestra idiosincrasia, una manera sutil y propia de marcar y acoger al mismo tiempo, lingüísticamente, la extranjería del otro, recursoanfibio típico y hasta cierto punto exclusivode las comunidades voseantes. Y el tercero, por último, es lo que me pide un texto o, para hacerme menos el sota, lo que yo siento o digo que me pide un texto. Por anacronismo, anatopismo o simple falta de costumbre, en los libros que me tocó o que elegí traducir, cuando hice la prueba de usar el vos, el resultado muchas veces no me convenció.
De más está decir que el resultado tampoco me convenció cuando usé el tú, claro. Pero era un fracaso menos confianzudo. Así y todo, creo más que posible que el día de mañana cambie y me convierta en un profeta del voseo, y prenda fuego a cualquier tibio traductor de tú que se me cruce por delante. Ganas no me faltan. Como dije más arriba, argumentos tampoco. Por el momento, hasta volverme Torquemada o bonzo, la solución que encontré, y que con frecuencia, sorprendentemente, funciona, es aprovechar los intersticios donde el vos y el tú se confunden, se mezclan y se vuelven no una sola cosa, sino dos cosas distintas para dos lectores distintos. Es decir, busco y prefiero, cuando el texto lo tolera y no hay forzamiento, las formas naturales que el lector voseante puede leer como voseo y el lector tuteante como tuteo, eso que en el campo de las ilusiones ópticas se llama percepción biestable, como en el cubo de Necker o la escalera de Schroeder. En lugar de “¿Qué piensas?”o “¿Qué pensás?”, optar por “¿Qué te parece?”. Es una forma de evasión, de escamoteo, de engaño, de paciencia y también, por qué no, de atletismo. “Traduzco novelas enteras esquivando la decisión entre el vos y el tú”, escribe Laura Wittner en su libro Se vive y se traduce. “Considero que es el único deporte en el que me destaco”.