Jorge Aulicino |
lunes, 31 de mayo de 2021
Entre sombras y pipa en ristre, G. R. Aulicino speaks
viernes, 28 de mayo de 2021
Un curso sobre poesía irlandesa contemporánea
Organizado por la Asociación de Amigos del Museo Fernández Blanco, el curso por Zoom comienza el 10 de junio. Los informes y la inscripción se hacen a través del mail que figura en el extremo inferior izquierdo del flyer.
El programa incluye un recorrido completo por los momentos más significativos de la poesía irlandesa contemporánea, comenzando por la obra de William Butler Yeats, con un gran número de referencias a las circunstancias históricas y culturales de Irlanda.
jueves, 27 de mayo de 2021
Un Quijote traducido del chino
Lin Shu |
“La falta de conocimiento del idioma español no fue un impedimento para que el reconocido letrado chino Lin Shu se abocara a la monumental tarea de traducir la obra a la lengua china”. Esto dice la bajada de la nota sin firma de BBC Mundo, republicada por el diario La Nación, de Argentina, el pasado 23 de mayo
La extraordinaria historia de la primera traducción al mandarín de Don
Quijote
La falta de conocimiento del idioma español —así como de cualquier otra lengua occidental— no fue un impedimento para que el reconocido letrado chino Lin Shu se abocara a la monumental tarea de traducir El ingenioso hildago don Quijote de la Mancha a la lengua china.
Con la ayuda de su amigo Chen Jialin, quien había leído un ya distorsionado texto en inglés y se lo relataba pacientemente en baihua, el mandarín coloquial, Lin Shu se puso manos a la obra.
Y así, en 1922, nació la primera traducción al chino de la obra de Miguel de Cervantes Saavedra.
Encerrado junto a su colaborador en su estudio, el activo septuagenario escribía en una mesa mientras pintaba en otra, dando rienda suelta en simultáneo a sus dos grandes pasiones.
Su objetivo era dar a conocer las grandes obras de la literatura de Occidente, que hasta principios del siglo XX solo eran accesibles para las élites intelectuales que tenían conocimientos de otras lenguas y la posibilidad de viajar al extranjero.
Publicado bajo el título Historia del caballero encantado, el libro fue inicialmente un éxito: en menos de 10 años la editorial llegó a imprimir otras dos ediciones.
Y hoy, en una nueva vuelta de tuerca, el libro de Lin Shu se tradujo al español y fue recientemente presentado por el Instituto Cervantes, el organismo público que tiene como objetivo la promoción y enseñanza de la lengua española y la difusión de la cultura de España y Latinoamérica.
De amo y criado a maestro y discípulo
Alicia Relinque, sinóloga Universidad de Granada, España, y autora de la traducción, recuerda que se llevó una sorpresa al encontrarse con el texto de Lin Shu.
“Lo que más me sorprendió es que se pareciera tanto al Quijote original”, le dice a BBC Mundo.
“Todos esperábamos que fuera muy diferente, que hubiera tomado sencillamente al personaje de don Quijote como excusa, que hubiera puesto alguna que otra cosa más, como lo de los molinos de viento, pero no que fuera tan fiel a lo que son las historias: todas las pequeñas subtramas a lo largo de la novela, todas están allí”.
Es en los detalles, las descripciones, el lenguaje, el carácter de los personajes y sus vínculos donde empiezan a asomarse las diferencias, y donde queda plasmada la idiosincrasia china.
“(En la versión china) Don Quijote es en ocasiones un personaje ridículo, como en el libro de Cervantes, pero es más digno”, señala la académica.
“Es un hombre vencido, melancólico pero no grotesco, inteligente, cultivado, generoso y muy apegado al pasado (algo muy reverenciado en China) que no sabe enfrentarse al mundo que tiene ante sí y por eso se deja llevar a esa especie de locura”.
De algún modo, “Lin shu es un poco menos cruel con don Quijote”, reflexiona Relinque.
Una diferencia sustancial, que posiblemente se deriva de un error de traducción, radica en el vínculo entre don Quijote y Sancho Panza.
Las traducciones inglesas utilizan la palabra master, que en ese idioma puede ser amo pero también maestro.
“Eso inmediatamente lo llevaron al terreno de maestro-discípulo, algo muy confuciano, propio de la tradición china, y así Sancho se convierte en un discípulo que quiere aprender de su maestro” (a diferencia del rol de criado que asume en la versión original de Cervantes), apunta la traductora.
Ni cura ni Dios
Otra diferencia importante ligada a un error de traducción es que uno de los amigos del caballero andante, que en la novela española es un cura, en la china se transforma en médico.
“Una de las versiones inglesas traduce cura como curate y el amigo de Lin Shu lo interpretó como ‘alguien que curaba’, y entonces desde un principio llaman al personaje ‘el médico’”, comenta la sinóloga.
“La posición de superioridad moral del cura en el Quijote de Lin Shu ya no es superioridad moral, sino que proviene de un médico, que se supone que es un intelectual, un ser más racional”.
El resto no son tanto errores como omisiones (desaparece el prefacio así como la palabra Dios y toda referencia a la religión), transformaciones sutiles (Rocinante se convierte en un caballo veloz), inclusiones de neologismos (como la palabra revolución, tomada del japonés) y comentarios de cosecha propia que acercan la historia a la cultura china (las mujeres huelen a flor de loto, hay versos populares —pero que se acercan al sentido original de la propuesta de Cervantes— así como expresiones típicas de la cortesía china).
“Es una forma de domesticar la historia que sigue siendo la del Quijote, y que nos permite entender la China de ese momento”, asegura Relinque.
“Fábrica de escritura”
Aunque en la actualidad pueda parecernos una aberración que una persona, por más culta y letrada que sea, traduzca una obra escrita en una lengua que desconoce, esta modalidad de trabajo era habitual en la China de fines del siglo XIX y principios del XX.
“Eran muy pocos los que podían traducir directamente de una lengua extranjera y luego escribir en buen chino”, le explica a BBC Mundo Michael Gibbs Hill, director de estudios chinos del College of William and Mary, en Virginia, Estados Unidos, y autor de Lin Shu, Inc.: Translation and the Making of Modern Chinese Culture (Lin Shu, inc.: la traducción y la creación de la cultura moderna china).
Por ello, Lin Shu adoptó una práctica muy utilizada por muchos traductores de la época que consistía en colaborar con al menos una persona entrenada en la lengua en cuestión”, dice.
Este modelo de producción demostró ser muy eficiente.
“Él operaba lo que sus colegas y contemporáneos llamaban ‘fábrica de escritura’, ya que en un período de 20 años Lin Shu publicó cerca de 180 libros en lengua extranjera con 20 colaboradores diferentes”, señala Gibbs Hill.
Esto significa que, en algunos años, produjo hasta 20 libros. Aunque es posible que no los tradujera todos de cero sino que hubiera trabajado sobre borradores previamente producidos por sus colaboradores, corrigiéndolos.
Gracias a su labor, autores como Dickens, Tolstoi o Beecher Stowe (autora de “La cabaña del tío Tom”), llegaron a manos de los lectores chinos.
Mientras que algunos de estos libros son traducciones relativamente fieles como la del Quijote, otras contienen cambios son más deliberados.
En su popular traducción de Oliver Twitst, de Charles Dickens, por ejemplo, Lin shu “enfatiza la parte que ofrece un panorama muy negativo de Inglaterra”, dice el académico.
“No porque quisiera que sus lectores pensaran mal de Inglaterra, sino porque quería mostrar que la literatura puede cambiar la sociedad revelando sus fallas”.
“Archiconservador”
Si bien muchos intelectuales jóvenes leyeron las traducciones de Lin Shu, muchos más tarde se volvieron en su contra.
Lo consideraban un autor demasiado comercial (él trabajó en textos publicitarios, además de literarios), y despreciaban que utilizara en el lenguaje clásico en sus traducciones.
“Era archiconservador para el los jóvenes”, señala Gibbs Hill.
Las críticas sin embargo le dieron publicidad a su traducción del Quijote, que se leyó mucho.
Luego fueron apareciendo otras traducciones que completaron el trabajo de Lin Shu (él solo tradujo la primera parte de los dos tomos que escribió Cervantes) que se consideraron mejores, dice Relinque, quien sostiene que la versión de Lin Shu sigue siendo muy valiosa.
“Aunque no tiene ni punto de comparación con el original, me parece que Lin shu escribía muy bien. Me gusta mucho su estilo, en chino clásico”.
“Su prosa clásica era muy elegante”, reconoce Gibbs Hill.
Para quien le interese la literatura comparada, la lingüística, y el proceso de traducción, la obra, la última de las grandes que Lin Shu tradujo antes de morir, “es un verdadero tesoro”, concluye Relinque.
miércoles, 26 de mayo de 2021
Ni por vieja ni por vista pierde vigencia
martes, 25 de mayo de 2021
"En otras cosas peores se podía ocupar el hombre"
Hoy, accidentalmente,
buscando materiales para este blog, el Administrador se topó con la siguiente frase: “Con todo
esto, me parece que el traductor de una lengua en otra, como no sea de las
reinas de las lenguas griega y latina, es como quien mira los tapices flamencos
por el revés, que aunque se ven las figuras, son llenas de hilos que las
escurecen, y no se ven con la lisura y tez de la haz; y el traducir de lenguas
fáciles, ni arguye ingenio ni elocución, como no le arguye el que traslada, ni
el que copia un papel de otro papel: y no por esto quiero inferir que no sea
loable este ejercicio del traducir, porque en otras cosas peores se podía
ocupar el hombre y que menos provecho le trujesen”.
El editor era el muy
porteño José Luis Mangieri (foto, 1924-2008), en diferentes épocas, director de La Rosa Blindada,
Ediciones Caldén y Libros de Tierra Firme.
El autor de la frase
del segundo párrafo es Miguel de Cervantes Saavedra (1547-1616) y la cita es de Don Quijote, II, cap. 62.
Sospechamos que, acaso, con varios siglos de diferencia, hablaban de lo mismo.
lunes, 24 de mayo de 2021
Enseñar entre lenguas: academia y literaturas extranjeras
Viernes 28 de mayo, 18hs:
Viernes 25 de junio, 18hs:
Viernes 30 de julio, 18hs:
Organizan el Centro de Estudios de Literatura Comparada Maiorana (CELC Maiorana) y la Facultad de Filosfía y Letras de la U.C.A.
viernes, 21 de mayo de 2021
Miguel Wald y el pronóstico del tiempo dicen que mañana va a llover
Miguel Wald, además de traductor, es un apasionado de las palabras, o acaso por ser un apasionado de las palabras, es traductor. Fue el alma mater detrás de la recordada revista Idiomanía. Y en la actualidad tiene un blog muy recomendable, donde sube textos como el que sigue.Ver: http://algundiavuatenerunblo.blogspot.com/
jueves, 20 de mayo de 2021
José María Espinasa reflexiona desde México sobre la poesía de Bernard Noel
El pasado 16 de mayo, en la Jornada Semanal, de México, el poeta y crítico José María Espinasa publicó el siguiente artículo a propósito de Bernard Noel, uno de los más influyentes poetas franceses de la segunda mitad del siglo XX. Pese a haber sido traducido en diversos países de lengua castellana –en la Argentina, fundamentalmente por Sara Cohen, una de sus más frecuentes traductoras– sigue siendo, en buena medida, un autor que poco ha circulado entre los lectores.
miércoles, 19 de mayo de 2021
Según el Ministerio de Educación francés, conviene proscribir la escritura inclusiva
El siguiente artículo, firmado por Luisa Corradini, fue publicado por el diario La Nación, de Buenos Aires, el pasado 13 de mayo. Trata sobre la polémica alrededor de la escritura inclusiva en Francia, país donde hay tolerancia cero respecto de esta cuestión.
Debate en Francia.
La escritura inclusiva, un “punto” con tolerancia cero para la patria de
Molière
El escándalo comenzó con un manual escolar, publicado por las ediciones Hatier en septiembre de 2017 y destinado a la escuela primaria francesa. El volumen practica la escritura inclusiva: los nombres de profesiones, grados, funciones y títulos se acuerdan con el género: “una autora”, “una alcaldesa”… uso impensable en Francia hasta hace poco tiempo. En plural, el masculino no prevalece sobre el femenino y, gracias a un punto mediano, ambos géneros quedan incluidos: “los agricultor.a.s”, “los elector.a.s”. Y cuando es posible, un adjetivo más universal substituye a las palabras “hombre” o “mujer”. Pero, lo que puede ser aceptable en otros países, cuando se trata de la lengua, la patria de Molière tiene tolerancia cero. Para comenzar, por la respetadísima y varias veces centenaria Academia Francesa quien, en una advertencia solemne, evocó el “peligro mortal” que amenaza al francés.
“En momentos en que la lucha contra las discriminaciones sexistas implica combates contra las violencias conyugales, las disparidades salariales y los fenómenos de acoso, la escritura inclusiva, si bien parece participar de ese movimiento, no solo es contraproducente para esa misma causa, sino nociva para la práctica y la inteligibilidad de la lengua francesa”, escribió Helène Carrère d’Encausse, secretaria perpetua de la institución.
El 5 de mayo, una circular del ministerio de Educación reavivó el debate. El titular de la cartera, Jean-Michel Blanquer, puso punto final a un método que criticó durante años: “Voy a vigilar para que solo haya una gramática (…) del mismo modo que solo hay una lengua y una República”, prometió en noviembre de 2017 cuando comenzó la polémica. Blanquer —que acepta en su misiva “el uso de la feminización de los oficios y funciones”— afirma, por el contrario, que “conviene proscribir la escritura llamada inclusiva”, atacando antes que nada ese famoso punto mediano, que en privado califica de “disparate”. Oficialmente, el ministro explica que ese punto mediano “constituye un obstáculo al acceso a la lengua a menores que afrontan determinadas discapacidades o trastornos de aprendizaje”. A su juicio, el punto mediano constituye un ejemplo no tanto de escritura inclusiva sino excluyente.
Y lo mismo —o mucho peor—, piensa la mayoría de los grandes escritores e intelectuales franceses.
“Antes que nada es inapropiado hablar de escritura cuando se trata de un banal código, que tampoco es inclusivo sino ostensiblemente ‘excluyente’: ‘escritura inclusiva’ es un artificio retórico, que constituye la misma indigencia teórica que sus militant.e.s”, dispara el escritor Alan Borer, uno de los mayores defensores del francés.
“La escritura inclusiva no sabe nada del idioma francés. Es fea, sorda, simplista, moralizante y además ilegible. Lo más grave es que esta disposición ideológica ha sido impuesta desde el exterior: maltrata el francés porque lo desconoce”, agrega. A su juicio, “las cuestiones de discriminación, como son formuladas principalmente en Estados Unidos, se ven replicadas en forma automática en otros idiomas: bajo una apariencia progresista, se trata de formas de autocolonización y signos profundos de aculturación”, concluye.
Laetitia Branciard es la vicepresidenta de la Féderation Française de Dys, organización que se ocupa de personas con trastornos de lenguaje y aprendizaje. “Cuando a un niño o niña que no ha automatizado la lectura de una palabra se le trastocan las referencias, leerá en dos tiempos. Serán para ellos dos palabras distintas. Este es el efecto del punto mediano”, afirmó al periódico El País.
Pero, ¿por qué fue tan violenta la reacción y tan grande el rechazo de la escritura inclusiva en Francia? “Porque para este país la lengua escrita es sagrada”, precisa Jean Prouvost, director editorial de las ediciones Honoré Champion. “Basta con pensar la crispación que provoca la simple propuesta de hacer desaparecer las dobles letras de algunas palabras, vestigios de viejas herencias”, añade.
Para Prouvost, por su dificultad a ser pronunciado, el código inclusivo viola ese principio esencial del francés: “La fluidez de una lengua que siempre colocó la dimensión estética por encima de la gramática. Por ejemplo, en francés agregamos una “t” a “y a-t-il” (¿hay?) para evitar un hiato y garantizar el equilibrio de las consonantes y las vocales: la escritura inclusive significa la pérdida de la relación de nuestra sociedad con la escritura y con la lectura, así como del cuidado estético”, asegura.
Los menos apasionados, consideran que el debate ha sido útil y vivificante. Afirman que dinamiza la reflexión sobre el francés y permite recordar que, basado en el uso que hacen de el millones de personas, el rio de la lengua corre con suficiente energía como para no incorporar aquello que afectaría su curso.
Para Alan Borer, “su único amo sigue siendo su amplia utilización dentro del mundo francófono, como el ministro de la Educación lo acaba de subrayar”.martes, 18 de mayo de 2021
El SPET en mayo viaja al Caribe (por Zoom, claro)
Lecturas sugeridas:
-Guzmán, María Constanza: “El Caribe se traduce: La traducción como praxis descolonial en las revistas Tropiques, Bim y Casa de las Américas”. En: Mutatis Mutandis. Revista latinoamericana de traductología, vol. 10, núm. 1 (2017): La traducción literaria en el Gran Caribe, pp. 167-181.
-Rodríguez, Jorge Emilio: El Caribe literario. Trazados de convivencia. La Habana: Editorial Arte y Literatura, 2011.
-Rodríguez-Carranza, Luz y Nadia Lie: “A Comparative Analysis of Caribbean Literary Magazines: 1960-1980”. En: Arnold, A. James (ed.): A History of Literature in the Caribbean (vol. 3). Amsterdam: John Benjamins, 1997, pp. 119-160.
-Rothe, Thomas: “Entre la agenda política y la política de traducción: el caso de The West Indian Review (1934-1940)”. En: Mutatis Mutandis. Revista latinoamericana de traducción, vol. 11.2 (2018): pp. 400-417.
-Salto, Graciela: “Lecturas de la literatura caribeña desde el Cono Sur (2015-2015)”. En: Cuadernos de Literatura, vol. 22, núm. 43 (2018), pp. 276-304.
Sarlo, Beatriz: “Intelectuales y revistas: razones de una práctica”. En: Cahiers du CRICCAL, 9-10 (1992), pp. 9-16.
-Stecher, Lucía: “Dos estallidos paralelos y un universo que se curva: encuentros y desencuentros entre el Caribe e Hispanoamérica”. En: Casa de las Américas, 277 (2014), pp. 120-130.
Aviso
lunes, 17 de mayo de 2021
Sobre la versión de "Corazón de las tinieblas" publicada por Eterna Cadencia
viernes, 14 de mayo de 2021
Por qué está mal pensada y no sirve la encuesta anónima que la AATI destina a los traductores
En estos días, está circulando una encuesta de la AATI que, supuestamente, tiene como objetivo conocer la situación de los traductores literarios argentinos. Por primera vez, la AATI abre el juego y la envía a una multiplicidad de traductores ajenos a la institución. Eso, claro, no nos autoriza a pensar que su apertura se relaciona con las críticas que se le hicieron en este mismo blog y que la AATI jamás respondió. Sin embargo, la nueva encuesta está vicidada por su naturaleza anónima y por la posibilidad de adulterar sus resultados con mucha facilidad. De esto trata la siguiente columna de Andrés Ehrenhaus.
Mahoma, la montaña y las encuestas anónimas
Días pasados me llegó al buzon de mail una invitación de AATI a cumplimentar una así llamada Encuesta anónima: Traducción Editorial en la Argentina 2021 que llevaba el subtítulo de “Panorama laboral actual de traductores y traductoras en el mercado editorial argentino” acompañado de la siguiente leyenda: “El objetivo de esta nueva encuesta anónima es elaborar un mapa nacional lo más amplio y exacto posible de la existencia de traductores y traductoras editoriales en actividad en el mercado local [las negritas no son mías] así como de la situación en la que trabajan para seguir defendiendo sus derechos y promover el reconocimiento de la profesión.Agradecemos de antemano responder a las siguientes preguntas, lo que no llevará más de diez minutos.”
Como algunas semanas antes se había discutido en
estas mismas páginas virtuales acerca de la necesidad de que las asociaciones
que como AATI se arrogan la representatividad de ese ámbito particular de la
traducción se replantearan la política de acercamiento a los profesionales que
lo componen y la elaboración de tarifarios, no pude por menos de relacionar un
hecho con el otro y entender que esta “encuesta” era, de algún modo, aunque
solo fuera de côté, una velada respuesta a ese reclamo. Puesto que hasta el
momento en que las críticas se formularon el sustento estadístico con que AATI
contaba para elaborar sus sugerencias tarifarias era exiguo por no decir
pobrísimo y que parte importante de las críticas se referían precisamente a ese
aspecto, no me pareció extravagante suponer que AATI estaba tratando de
solventar esa carencia mediante una consulta “más masiva”.
O sea que las críticas, al menos una parte de ellas,
no habían caído en saco roto. ¿O sí?
Repasemos muy brevemente esas críticas.
Una se refería al imaginario aatiense: acostumbrada
a la estructura colegial y arancelaria de las facetas no autorales de la
traducción, la asociación se aventuró a proponer para el sector autoral o
editorial una horquilla de tarifas sugeridas a partir de los datos derivados de
su pobrísima muestra de profesionales de esa modalidad, con la consecuencia de
que las editoriales aprovechan el mínimo sugerido como máximo, provocando una
baja aún mayor de las tarifas ofrecidas.
Otra se refería a la apropiación de valor simbólico:
atraída por el lustre y la repercusión intelectual aparentes de la traducción
literaria, de los que la traducción “especializada” o científico técnica en
carecería (cuestión que estaría por verse), AATI se planteó una política
creciente de apropiación por arriba, sin llegada real a las bases (o como se
las quiera llamar) de la modalidad y dedicada a apostar por la superestructura
y el relumbre en lugar de dar cabida y respuesta a esas bases ausentes.
La tercera era la consecuencia política de las
anteriores: la falta de relación real con ese sector supuestamente representado
había ahondado en el divorcio histórico de la asociación con unos traductores
profesionales que hasta hace bien poco tenían estatus de segunda y que, una vez
aceptados como potenciales miembros plenos, no habían (y siguen sin haber)
encontrado motivos válidos para engrosar sus filas y sentirse bajo un amparo,
si no firme, al menos coherente y promisorio. El corolario de este reclamo era
un contra argumento a la queja asociativa de que los traductores autorales son
muy reacios a asociarse, aglutinarse, confraternizar, solidarizarse: si la
montaña no va a Mahoma, será que Mahoma tiene que ir a la montaña. Si los
traductores literarios no se acercan a AATI, quizás sea porque AATI no ha
sabido nunca acercarse a ellos, ni siquiera en las doradas épocas ya lejanas,
hélàs, de los añorados y abandonados proyectos de ley…
Y ahora esta encuesta… anónima. No sé si en toda la ciencia estadística existe un oxímoron más flagrante. Si la hubieran llamado sondeo, vaya y pase, pero pretender darle valor vinculante de encuesta a una consulta anónima, dirigida a un universo infinito totalmente vago, disperso y, a la vez, manipulable (¿quién controla a quiénes les llega la encuesta y cómo?), es abundar justamente en los aspectos a los que aludían las críticas referidas. ¿Nos dicen que no contamos conuna muestra suficiente de traductores literarios? No problemo, abrimos una encuesta dirigida a la integridad del sector, sin restricciones de ningún tipo.¿Nos dicen que no sabemos acercarnos a la montaña? No problemo, el anonimato seguro que ayuda a que esa montaña se mueva. Etc. En todos los manuales de estadística básica se hace hincapié en la necesidad de que, cuando existen dificultades concretas para delimitar o acceder al universo de la consulta, se obtenga una muestra lo más representativa posible de ese universo o, en su defecto, que sea cualitativamente coherente y verificable. Pero ¿cómo va a ser verificable una encuesta anónima (en todos los sentidos: al encuestado no se le requiere ninguna identificación ni garantía de veracidad) en la que también son anónimos los agentes entrevistantes y difusores?
Por no haber, ni siquiera hay un filtro
cuantitativo: cualquiera puede responder la encuesta todas las veces que le de
la gana, desde ninguna hasta infinitas, modificando cada vez la índole de las
respuestas y, por consiguiente, la información aportada. Yo hice la prueba y no
hay impedimento alguno (a excepción del impedimento moral, que es mucho
suponerle a un universo muestra sin otros límites ni compromisos). Por ejemplo,
nada impide que un editor desaprensivo conteste la encuesta todas las veces que
quiera, suplantando las opiniones y, sobre todo, las respuestas sobre tarifas
de los supuestos traductores y manipulando así la interpretación de los datos a
su favor. No hace falta que sea muy alevosa su intervención, basta con que sea
sutil. Lo mejor que podría pasarle a esta “encuesta anónima” es que un troll la
violente, porque así saltarían a la luz y resultarían inocultables sus
carencias metodológicas; en cambio, si la intervención “maligna” fuera sutil,
verosímil, poco rastreable (con la intuición, porque pocos otros sistemas de
control pueden aplicársele), el daño sería mucho mayor, ya que alcanzarían la
fase hermenéutica una serie de datos irregulares, “sucios”, generadores de
verdades estadísticas falsas que, a la vez, llevarían a la toma de decisiones
políticas totalmente contraproducentes. Flaco favor le haría esto a la
profesión, que ya tiene que hacerse cargo de sus propias miserias.
Entonces ¿puede hacerse una encuesta fiable (o sea, una encuesta propiamente dicha) sobre tarifas de la traducción editorial en Argentina o no? Por supuesto que se puede. Pueden hacerse varias. Sólo es cuestión de tener claros los procedimientos y los condicionamientos deontológicos, y saber, claro está, interpretar rigurosa y coherentemente los resultados. Para empezar, necesitaremos un censo, por reducido que sea. Un censo de personas, de traductores, con cara y ojos, nombres y apellidos, localización, teléfono. Gente a la que se pueda contactar no únicamente por azar. No es imposible elaborar un censo de este tenor; mucho menos hoy en día, teniendo en cuenta la gran variedad de bases de datos que existen. Hará falta acceder a ellos, filtrarlos, comprobarlos, reordenarlos. Y no al revés, como se postula en el texto que acompaña a la “encuesta”: un mapa de la profesión librado al azar y la manipulación quizás pueda ser “más amplio” pero jamás “más exacto”. Y si lo que prima es la amplitud por encima de la precisión, en malas manos estamos. No es esa la manera de aproximarse y tratar de entender a la montaña. La montaña de la traducción está viva.
Y no es anónima.
Seguir adelante con esta chapuza metodológica es un
error político grave. Y más grave aún es que la avalen instituciones, ámbitos,
personas ligadas a la traducción editorial. No se le puede poner un techo
rutilante a lo que no tiene ni cimientos ni paredes que lo sustenten. Ese techo
brillará unos momentos para acabar cayendo sobre los mismos a los que pretendía
cobijar. Y los alejará aún más si cabe del ámbito asociativo, ahondando en un
divorcio histórico que, si de verdad se quisiera revertir, debería pasar más
por una profunda revisión de los errores que por un ofendidizo narcisismo
institucional.