Hoy se inauguró la 46 Feria Internacional del Libro de Buenos Aires y hubo los discursos de rigor: Ariel Granica, presidente de la Fundación el Libro, de Enrique Avogadro, Ministro de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires, Tristán Bauer, Ministro de Cultura de la Nación y de la señora que presidía la delegación de escritores de La Habana, ciudad invitada en la ocasión. Fueron discursos protocolares, donde se presentaron los problemas del sector y cada cual alabó su propia gestión comentando todo lo que hizo por nosotros durante la pandemia. Después habló Guillermo Saccomano, escritor a cargo del discurso de fondo, que reproducimos tal cual como se publicó en el diario Página 12 (faltan algunas perlas, que Saccomano improvisó sobre la marcha, como las menciones a Guillermo Cabrera Infante y Reynaldo Arenas, escritores cubanos omitidos en el discurso de la “compañera” jefa de la delegación extranjera).
viernes, 29 de abril de 2022
Guillermo Saccomano inauguró la Feria del Libro
Hoy se inauguró la 46 Feria Internacional del Libro de Buenos Aires y hubo los discursos de rigor: Ariel Granica, presidente de la Fundación el Libro, de Enrique Avogadro, Ministro de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires, Tristán Bauer, Ministro de Cultura de la Nación y de la señora que presidía la delegación de escritores de La Habana, ciudad invitada en la ocasión. Fueron discursos protocolares, donde se presentaron los problemas del sector y cada cual alabó su propia gestión comentando todo lo que hizo por nosotros durante la pandemia. Después habló Guillermo Saccomano, escritor a cargo del discurso de fondo, que reproducimos tal cual como se publicó en el diario Página 12 (faltan algunas perlas, que Saccomano improvisó sobre la marcha, como las menciones a Guillermo Cabrera Infante y Reynaldo Arenas, escritores cubanos omitidos en el discurso de la “compañera” jefa de la delegación extranjera).
jueves, 28 de abril de 2022
Los derechos de los traductores mexicanos
Desde siempre, Argentina y México han sido los dos países latinoamericanos con mayores industrias editoriales de Hispanoamérica. Sin embargo, ambos mercados son muy distintos. El mercado argentino es fundamentalmente privado y sólo recibe ayuda del Estado a través de las compras que realizan distintos organismos gubernamentales pero siempre discrecionalmente. El mexicano, en cambio, depende del poder omnipresente del Estado, que produce el 70% de lo que se edita y que vende, mayoritariamente a ese mismo Estado, que, hasta ahora, fijaba sus propias políticas respecto de los derechos de traducción sin fiscalizar en absoluto lo que hacía el sector privado. Dicho de otra forma, a pesar de que la situaciones de los traductores argentinos está lejos de ser buena, la existencia de la Ley Noble, desde la década de 1930, ha moderado –no eliminado– algunos de los los excesos y de las injusticias derivados de la actuación de las editoriales. En el caso de los traductores literarios mexicanos, hasta hace poco estaban librados a su propia suerte. Pero ahora eso parece haber cambiado. La noticia publicada por Silvia Arellano, el pasado 9 de febrero de 2022 –y que, fuerza es decirlo, se nos había escapado–, habla de un paso fundamental en relación con los derechos de los traductores. En la bajada se lee: “Susana Harp explicó que se trata de regular los contratos de traducción literaria desde la perspectiva de la creación, como una herramienta vital para la difusión de la cultura y el conocimiento.
miércoles, 27 de abril de 2022
De cómo EE.UU ahora es un país bananero
martes, 26 de abril de 2022
Desde hace décadas hay un monopolio con el papel, pero parece que tanto el Estado como las editoriales sólo ahora se enteran
“A una semana del regreso del gran encuentro anual, los editores medianos y chicos protestan por los aumentos en el costo del principal insumo para imprimir; peligran proyectos editoriales independientes por la falta de rentabilidad.” Esto dice la bajada de la nota que Daniel Gigena publicó en el diario La Nación, de Buenos, el pasado 21 de abril.
Hacia la Feria del Libro con
escasez de papel, alta inflación y aumentos en el precio de los ejemplares
Sin embargo, en un breve mensaje, el director de Celulosa
Argentina, José Urtubey, informó ayer a La
Nación que la producción de papel se había regularizado. “Estamos
fabricando, estamos bien”, dijo. En febrero,
había manifestado que el abastecimiento se normalizaría en un mes y negó que el
precio del papel estuviera “inflado”; también atribuyó la escasez del principal insumo
para producir libros al coronavirus: “Impactó en la producción y en la logística porque hace unas semanas tuvimos un 20 % del
personal afectado por coronavirus, ya sea por contagio o contacto estrecho”.
Urtubey no se manifestó sobre el aumento del precio del papel.
No obstante, distintos editores consultados por este diario sostuvieron que es casi imposible hallar algunos tipos de papel en el mercado local, como por ejemplo el papel ilustración de 300 gramos que se utiliza para las tapas. Al ser importado, el costo aumentó en dólares. Consultado por La Nación, el dueño de una imprenta porteña indicó que el cupo para la importación era igual en pesos al del año pasado. En consecuencia, dos aumentos bajan el volumen del cupo: por un lado, el costo del papel y por otro, el valor del dólar. Las distorsiones de una economía como la argentina se hacen sentir en todas las áreas. Es probable que las tapas de los libros por venir sean más flexibles, al ser hechas con papel de menor gramaje.
En el último año, el precio del papel duplicó la inflación estimada por el Indec para 2021, que fue de 50, 9 %. Por su parte, el precio de los libros acompañó este índice (de por sí alarmante) o se mantuvo apenas por debajo. Varios sellos informaron que ajustarán entre abril y mayo los precios de sus libros, en un promedio que ronda del 15 al 30 por ciento.
“Venden al contado y escasea”
El gerente de Eudeba, Luis Quevedo, afirma que es muy difícil conseguir papel. “Solo te venden al contado y escasea –cuenta a La Nación–. Falta bookcel de 120 gramos, que es el más usado para los interiores. En abril, el costo del papel aumentó otro 10%”. La inflación del mes pasado fue del 6,7%. Algunos libros de Eudeba tuvieron un aumento del 15%. “Las novedades de este año no, porque son precios determinados recientemente”, agrega Quevedo.
“Aún no se normalizó el abastecimiento de papel y la industria se ve muy golpeada por esta situación –confía la directora editorial de El Ateneo, Marcela Luza–. El precio aumenta mes a mes, más allá de que hay un desabastecimiento que castiga a las editoriales medianas y chicas que no pueden hacer acopio de papel. Durante la pandemia aumentó notablemente la fabricación de cajas de cartón corrugado y eso hace que las papeleras tengan menos materia prima para fabricar papel. Es difícil creer que esto vaya a cambiar porque, aunque los niveles de venta bajaron respecto de 2020, el comercio electrónico llegó para quedarse”.
Desde El Ateneo informan que no aumentarán los precios de los libros durante los meses en que se desarrolla la Feria del Libro, es decir, abril y mayo. “Lo que queremos es vender y todos tenemos conciencia de lo ajustados que están los bolsillos de los lectores con una inflación de más del 50% anual y salarios que no siguen el mismo ritmo –destaca Luza–. Esta es una feria muy especial después de dos años de pandemia. Todos los editores tenemos mucha expectativa e incertidumbre sobre la cantidad de gente que asistirá y, más que en aumentar precios, estamos pensando en generar actividades para convocar a públicos diversos”. En el stand de El Ateneo habrá más de cincuenta firmas de autores. “Presentamos a Alberto Santos, autor de Amantes de Buenos Aires y La profecía de Estambul, gracias a la ayuda de la embajada de Portugal y varios libros de autores nacionales. Queremos que sea una fiesta para celebrar el reencuentro después de esta pausa en la que autores, editores y lectores no pudimos compartir el amor por los libros”.
El director editorial de Manantial, Carlos De Santos, confirma que la oferta de papel para interiores es escasa. “Hay que trabajar con las medidas que se encuentren, aunque resulten no eficientes –señala–. Y en papel y cartulina para tapas lo mismo; se compra lo que haya en formato y gramaje. Sobre precios ya perdí la secuencia de aumentos. Además con la falta que hay, nadie mira el precio a días de la Feria. Es muy complicado trabajar así”. Los libros de Manantial llegarán a La Rural con un aumento aproximado del 20% (el anterior aumento tuvo lugar en diciembre de 2021). Una de las novedades de este sello es El sexo de los Modernos. Pensamiento de lo Neutro y teoría del género, del ensayista francés Éric Marty (que fue editor de Roland Barthes), donde confronta con autores como la estadounidense Judith Butler y teóricos franceses, de Jacques Derrida a Gilles Deleuze.
El director editorial de Edhasa, Fernando Fagnani, coincide con sus colegas. “La provisión de papel no está totalmente normalizada, pero sí mejor que en los últimos meses –dice–. Es irregular, aunque continua. Antes simplemente no había durante semanas. En cuanto a los precios de los libros, no es que aumenten para la Feria; se van aumentando y actualizando al ritmo de la inflación”. Y su par de Libros del Zorzal, Leopoldo Kulesz, anticipó que deberán aumentar los precios de los libros en mayo. “El aumento del costo del papel de los últimos meses fue delirante”, sintetiza.
La encargada de prensa de Ediciones Urano, Georgina Dritsos, recuerda que desde finales del año pasado en el mundo se produjo una merma en el suministro de papel. “Existen diversas causas que han provocado esta situación –remarca–. Todas las estimaciones hablan de que habrá una regularización progresiva del suministro hacia el segundo semestre del año, en el que se supone que la dificultad estará superada. El proceso ya está iniciado, y el abastecimiento de papel se está normalizando paulatinamente”. Atribuye el aumento del precio de los libros a los “fuertes incrementos” en los costos de producción e insumos. “Se producen por un proceso inflacionario que, al igual que a otros rubros, afecta también a las actividades gráficas y editoriales”, concluye. Algunas de las apuestas de Urano en la Feria son Empesares. Que el amor nos oriente, de Jess Brown; Érase una vez un corazón roto, de Stephanie Garber (que se presentará el 7 de mayo en La Rural junto con otra best seller de literatura juvenil, Shelby Mahurin) y Gallant, el nuevo libro de Victoria Schwab.
El editor Cristóbal Thayer, de La Cebra, alerta que los aumentos en el precio del papel atentan contra los proyectos editoriales autogestivos. “Hicimos un aumento de precios en enero y otro nuevo en abril, entre un 15 y un 35 %, ambos impulsados por los aumentos irreales en los costos de producción, impulsados a su vez por los aumentos desmedidos del costo del papel por parte del oligopolio que lo controla, y que si bien hace años son sistemáticos en la Argentina, en los últimos seis meses esta suba ha sido insoportable –protesta–. La incidencia del costo del papel es cada vez mayor en los costos totales de la producción de un libro y nos enfrentamos a un grado cero del margen para los libros que entregamos a distribución, que son la mitad de los que imprimimos. Los aumentos de nuestros precios llegan siempre tarde. Hay que considerar que nosotros cobramos de un libro que se vende en librerías el 40% del precio comercial cinco meses después. Si ese fuera nuestro único ingreso, nuestro proyecto estaría económicamente destruido hace rato”.
La rentabilidad de los sellos chicos y medianos peligra. Thayer agrega que los ejemplares que se venden en librerías del país casi no les reportan ganancias. “Dejan un margen igual a cero o menos que cero –resume–. Nuestro proyecto sobrevive simbólicamente; económicamente, lo hace en otro lado: la venta en Chile, Uruguay y España; la venta en nuestro sitio web y en ferias; la venta de los libros electrónicos en nuestra página web; la gestión de subsidios para las traducciones; los convenios con instituciones que apoyan la publicación de algunos libros”. Su colega Vanesa Hernández, directora editorial de La Crujía, es bien gráfica: “Nos están matando las imprentas con el precio y seguramente tengamos que vender los libros a un precio mucho más económico, con lo cual no sabemos cuánto vamos a recuperar”. El próximo episodio de este enigma de la industria editorial se desarrollará entre el jueves 28 y el 16 de mayo, en La Rural.
lunes, 25 de abril de 2022
¿Qué pasa con la industria editorial colombiana?
El pasado 21 de abril, sin firma, el diario El Tiempo, de Bogotá, publicó una nota a propósito de la recuperación de la industria editorial colombiana. La reproducimos a continuación.
FILBo: primera carta de recuperación que se juega la industria editorial
Podría decirse que dos hechos sirvieron de ‘salvavidas’ para la industria editorial colombiana y, en general, para toda la cadena del libro durante la interminable crisis de la pandemia: su capacidad de resiliencia y sobre todo la lectura, ese refugio maravilloso con el que miles de personas paliaron las eternas cuarentenas.
Este extraño momento de la humanidad obligó a muchos
negocios a echar mano de toda su creatividad para sobrevivir. Y como
dice el dicho: “no hay mal que por bien no venga”. Por ejemplo, muchas
librerías independientes debieron dar el salto obligado al mundo digital.
El caso de la librería Tanta Tinta, ubicada en El Retiro, una pequeña población del oriente antioqueño, a 40 minutos de Medellín, que se ha convertido en un colorido destino turístico, resulta ejemplar. Su librera, Catalina Pérez, cuenta que cuando llegó el encierro, la decisión era “o cambiamos o nos morimos”. O aprendían a vender a través de otros medios o les tocaba cerrar. A duras penas sabían usar el WhatsApp y, en ese momento, apenas algunas librerías habían abierto tímidamente sus cuentas en Instagram.
A pesar de que entrar en el mundo del e-commerce
era como “abrir un negocio paralelo”, Pérez destaca que la mayor ventaja que
dejó esta experiencia, que contó con el apoyo de la Cámara Colombiana del Libro (CCL)
y del Ministerio de Cultura, entre otras entidades, fue la unión del sector.
“Más allá de la ayuda económica, el apoyo más importante es que unieron al sector de las librerías. Pudimos trabajar con los inventarios de todas, para entregar libros. Fue un asunto de solidaridad y casi que fue el aprendizaje mayúsculo que dejó la pandemia. Algunas editoriales también nos capacitaron en e-commerce con cursos virtuales. Pero lo más bonito fue que por primera vez estuvimos unidos. Nos quedó un gran grupo de WhatsApp por el que incluso se han creado clubes de lectura para libreros”, comenta Pérez.
“Durante el confinamiento, y luego con las
restricciones de movilidad, estimamos que hubo un incremento de la lectura y
sobre todo de libros impresos”, complementa el
economista Emiro Aristizábal, presidente Ejecutivo de la CCL. De todas maneras, esta tendencia solo la podrán ratificar
los estudios sobre lectura que se planean realizar en los próximos meses, como
el Estudio Nacional de Lectura y Escritura (Enlec), que realiza el Dane.
Pero lo más probable es que sí haya habido un incremento de estos indicadores, a juzgar por fenómenos como el de la librería digital Buscalibre.com, uno de los jugadores fuertes en este canal de ventas.
“La pandemia tuvo una influencia muy importante dentro del proceso de compra y lectura de los colombianos. Pudimos apreciar que las personas enfocaron su necesidad de entretenimiento en los libros y el canal que prevaleció para adquirir los libros fue el canal online. En Buscalibre pasamos de vender 270.000 ejemplares en 2019 a más de 800.000 en 2020, lo que representó un crecimiento cercano al 200 %”, comenta Juan José Daza, director Regional de Buscalibre para Latinoamérica. Pero el de ellos fue uno de los pocos casos que se vio beneficiado con el encierro.
Mercado golpeado
Sin embargo, a pesar de todos los esfuerzos que se hicieron por ‘sobreaguar’ este periodo de crisis, Aristizábal comenta que el sector sufrió los efectos del encierro, que se reflejó en una caída de sus ventas en 2020.
“El estudio sobre el comportamiento del libro en el país, que realiza anualmente la CCL, indica que esta reducción en las ventas fue de 16,1 %. Para el año 2021, donde aún estamos en el proceso de recolección de información para elaborar el respectivo estudio, se indica que inicialmente se presentó una recuperación de las ventas de libros, que se ha mantenido en los primeros meses del 2022, de acuerdo con sondeos que hemos realizado”, anota el directivo.
De allí que una de las cartas más
importantes que se juega el sector por estos días, en su proceso de
recuperación, sea la presencialidad en Feria Internacional del Libro de Bogotá
(FILBo), que reúne en Corferias a más del 90 % de la industria, después de dos ediciones virtuales.
En términos generales, el sector editorial ha venido mostrando un crecimiento interesante, con el surgimiento de nuevos participantes en el mercado. Según la CCL, en Colombia hay alrededor de 300 editoriales activas, en su gran mayoría pequeñas y medianas empresas, muchas de las cuales entraron en operación en los últimos años.
“El crecimiento es bueno en la medida en que se amplía la oferta editorial,
brinda nuevas posibilidades de publicaciones a los autores nacionales y también
puede ampliar la exportación de la edición nacional”, comenta el directivo.
Sin embargo, este es uno de los canales de ingresos que sigue muy golpeado por
crisis reciente. Aristizábal
anota que las exportaciones en el año 2020, “el último del que disponemos
estadísticas, fueron de 27.662 millones de pesos, equivalente al 4,17 % de la
facturación total del sector. Para ese año, se presentó una reducción de 43 %
frente a 2019, debido principalmente a la reducción de las exportaciones por la
pandemia”.)
Además de las ventas, otro de los
indicadores que puede arrojar indicios de la tímida recuperación es el número de
nuevos títulos publicados en Colombia, que se mide a través del registro de ISBN (International Standard Book Number). Estos son los
dígitos que se le asigna a todo libro impreso que se va a publicar.
“Para
el año 2021 se asignaron 20.365 registros. Eso quiere decir que en el país se entregó
esa cantidad de ISBN para la publicación de nuevos libros. Los números
asignados registran un crecimiento del 0,1 % con respecto a 2020 y 2,6 % en
comparación con 2019”, comenta Aristizábal.
En el caso de los libros digitales, se expidieron un total de 7.857 ISBN, en el 2021, representando un aumento de 304 títulos más frente a los registrados en 2020. Esto representa el 38,5 % del total de los registros asignados. “Lo anterior no quiere decir que este es el comportamiento de las ventas de los libros el año anterior, pero sí indica un crecimiento de la edición digital en los últimos años”, aclara el directivo del gremio.
Hay otros dos factores que afectan el
lento despegar de esta industria. La dura crisis mundial de las materias
primas, en especial el costo del papel, y la apuesta estatal por la compra de libros
escolares, que representa un porcentaje importante de las ventas del sector.
“Los libros en Colombia tienen los niveles de precios internacionales. No
obstante, en los últimos meses se han visto afectados por un gran aumento de
los precios internacionales del papel y buena parte de los insumos importados
para la impresión, debido a los efectos pospandemia en la producción y
transporte del papel. Además por la devaluación del peso frente a otras monedas
de transacción internacional”, explica Aristizábal.
Para enfrentar esta crisis del papel, las editoriales han acudido a varias
estrategias. Algunas han tenido que subir precios, otras han optado por
disminuir el gramaje del papel o racionalizar sus tirajes. Incluso, se ha
llegado a la decisión de posponer lanzamientos de novedades de gran tiraje.
A esto se suma el pobre desempeño del
rubro de libros escolares, uno de los subsectores más importantes de la
industria editorial colombiana. “El sector público ha dejado de comprar textos y
otros materiales educativos para cerca de ocho millones de estudiantes de la
educación oficial”, agrega. En este punto, el directivo anota que entre los 200
mejores colegios de Colombia, según las pruebas Saber 2021, solo hay dos instituciones
públicas. Sobre este punto, EL TIEMPO contactó al Ministerio de Educación para
saber las cifras de compra de libros, pero al cierre de este informe no
se recibió respuesta de esa cartera.
“A pesar de lo anterior, y soportado básicamente
en los colegios privados, el sector de texto escolar participó con el 37,5 % de
las ventas de la industria editorial de 2020, con un decrecimiento del 6 % con
respecto a 2019, pero menor a la reducción que tuvo la industria del libro en
2020 con motivo de la pandemia”, explica Aristizábal.
De todas maneras, se muestra esperanzado de que en el futuro el Gobierno haga
una apuesta importante por la gratuidad del texto escolar para los ocho
millones de jóvenes de educación pública primaria y secundaria, el que
considera “un derecho de los estudiantes”.
“Esperemos que el próximo gobierno, atendiendo a
los programas que todos los candidatos presidenciales dicen tener para mejorar
la calidad de la educación pública en Colombia, vean que los textos escolares
son un medio muy importante para lograr cerrar la brecha que hoy existe en la
calidad de la educación en el país”, comenta.
En esta apuesta por la calidad educativa y la mejor comprensión y capacidad
lectora de los niños y jóvenes, otro de los factores claves en la cadena del
libro son las bibliotecas. Para él, las
más de 1.550 bibliotecas públicas de Colombia “hay que protegerlas como un gran
activo cultural”, manteniendo sus colecciones bibliográficas actualizadas.
“Para lo anterior e habían destinado unos recursos del impuesto a la telefonía
celular, pero en una reciente reforma tributaria estos recursos se redujeron
sustancialmente hasta el punto que las colecciones de la red de bibliotecas
públicas no se actualizan en la medida de las necesidades”, explica Aristizábal.
Los otros jugadores importantes de la cadena
editorial son las cerca de 200 librerías del país. “La CCL, en unión del Ministerio de Cultura e Idartes,
estableció un programa para la dotación de páginas web y comercio electrónico
de 56 librerías. Y podemos afirmar con satisfacción que por motivo de la
pandemia no se cerró ninguna librería en Colombia”, concluye.
viernes, 22 de abril de 2022
Lectura de poesía traducida por poetas en la Feria
En el marco del XV Festival Internacional de Poesía, que se desarrollará entre el 29 de abril y el 1 de mayo, con coordinación de Miguel Gaya, el sábado 30, a las 18 hs., en la Sala Victoria Ocampo, distintos poetas traductores leerán sus propias versiones de textos ajenos que hayan traducido.
Nacho Di Tulio e Inés Garland leerán a Sharon Olds.
Jorge Aulicino leerá poesía italiana.
Jorge Fondebrider leerá poesía irlandesa.
Jonio González leerá poesía estadounidense y catalana.
Silvia Camerotto leerá a William Carlos Williams.
jueves, 21 de abril de 2022
El SPET calienta motores y empieza 2022
miércoles, 20 de abril de 2022
Un libro sobre la cultura de la cancelación
En su documentado trabajo, Batalla viaja retrospectivamente a la Antigua Grecia para poner en perspectiva el fenómeno de la cancelación despojándolo de su condición presuntamente novedosa o disruptiva: no hay originalidad absoluta en esta práctica con la que se pretenden erradicar ideas o personas que parecen desafiar el arco de lo tolerable y que ha dado lugar a una generación de “ofendiditos”, un término que la ensayista Lucía Lijtmaer -nacida en Argentina y criada en Barcelona- acuña para aludir a personas que se molestan fácilmente “por cosas consideradas políticamente incorrectas”.