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jueves, 19 de noviembre de 2020

"Y es una pena, es una pena y es un asco"

El pasado 15 de noviembre, el escritor y periodista valencianoAlfonso Vila, en su revista digital Frontera d, publicó la siguiente columna, que vale la pena reproducir, a propósito de lo que es la editorial Pre-Textos, su editor Manuel Borrás y el comportamiento de Louise Glück y la Wylie Agency.

Algunas palabras en defensa de Pre-Textos

 Siempre he pensado que la poesía no servía para nada, pero ahora resulta que la poesía da dinero, y eso es lo peor que le podía pasar, porque eso la pone en las fauces de las fieras.

Siempre he pensado que la poesía era muy peligrosa, que tenía mucha razón el sensato padre de Gerald Brenan, cuando le prohibe leer poesía, ya que la considera uno de los principales culpables del extraño comportamiento de un hijo que ahora definiríamos como “jipi”. Porque la lectura de unos poemas habían incitado a su hijo a eludir sus responsabilidades de adulto y de echarse a andar por los caminos de Europa, buscando aventuras y buscando conocerse a sí mismo. Y si unos poemas podían hacer eso en un joven educado de clase alta, en un “señorito”, qué locas ideas podían meter en las cabezas de otras personas más indefensas. De manera que sí, la poesía es peligrosa, y la manera de que deje de ser peligrosa es que deje de ser poesía. ¿Pero y si matamos a dos pájaros de un tiro? Por un lado la descafeinamos todo lo que podemos, para que no altere a la juventud inconsciente, y por otro lado la ponemos de moda, y de paso nos sacamos un dinerillo que no viene nada mal…

Las grandes novelas ya no venden lo que vendían. Y con grandes novelas no me refiero a novelas de calidad, sino a novelas largas y largas y largas, y que cuentan su valor por el número de páginas, no por lo que está escrito en estas páginas. Las grandes novelas daban mucho dinero a las grandes editoriales, esas que también miden su valor por la cantidad de libros impresos, y no por la calidad de los mismos. Vale, eso es el negocio, y no tiene porqué ser malo. Pero tampoco es bueno, no es bueno si sus manos llegan a todas partes. Y todo tiene que ser como ellos dicen, porque si no es como ellos dicen entonces simplemente no existe. Malas hierbas que hay que arrancar, eso he llegado a pensar que son los libros que se escapan de sus manos. Como son las películas que se escapan de sus manos, como son los discos que se escapan de sus manos.

Hace años leí en una entrevista a Bruce Springsteen esta frase: “Hoy en día no podría haber hecho mis primeros discos. Porque mis primeros discos al principio no vendieron casi nada. No fueron un gran éxito en dos semanas”. Y ahí está la cosa, la clave terrible del asunto: el rápido beneficio económico por encima de todo. Tú puedes llegar a una montaña, talar los árboles, comerte la montaña a grandes mordiscos, contaminar los ríos y matar a los animales que rondan por ahí, pero luego te vas, cuando sacas el poco o mucho oro que hay bajo la tierra, te vas y buscas otro sitio para hacer lo mismo. ¿Y qué dejas detrás? Solo un gran solar, solo un gran desastre. Si hay suerte la naturaleza irá recuperándose con el tiempo. Pero para eso tiene que quedar algo en pie. El negocio es el negocio, pero no digas que vas a salvar a la poesía si estás arrasando la poesía. Ni digas que vas a salvar el cine si estás arrasando el cine. Sí, claro, esto es pedir demasiado… Ser hipócrita es parte de su trabajo. Pues bien, algunas cosas destapan la hipocresía. Te quitan la máscara. Y todo queda muy claro. La pasta es la pasta y lo demás no importa. Y si no importa no existe, o acabará por no existir.

Hace años, cuando ya tenía el contrato de una novela en mis manos, vi que la editora había cambiado el título por su cuenta. Y el titulo nuevo era un asco, una basura. Se lo dije y su respuesta fue: “Es un titulo muy comercial, está muy bien pensado, conectará con…”. No le respondí lo que pensaba. Simplemente le dije que el título no se cambiaba. Naturalmente su respuesta fue romper el contrato. Y me pareció muy bien, porque yo no quería saber nada de una persona que de entrada ya empieza por cambiarte el título de tu novela. ¿Qué iba a venir después? Sí, claro, así conectábamos con el público. ¿Con qué público? Con el que ella, la editora en toda su sabiduría, había decidido que debía dirigir mi novela. Pues bien, ahora los señores y señoras que están al volante, han decidido a quién tiene que ir dirigida la poesía, y han visto que ahí tienen un mercado por explotar. Y van a explotarlo. Y luego, cuando ya no dé más dinero, pues buscaran otra cosa y se irán… Y de paso, mientras, se habrán cargado unas cuantas pequeñas editoriales y habrán cerrado la puerta, tal vez definitivamente, a una serie de poetas que no se ajustaban a los que ellos querían vender. Daños colaterales. Pequeños muertos sin importancia. Y lo peor es que seguirán diciendo que lo suyo es lo bueno, que lo suyo es la literatura del futuro, que lo suyo es lo que hay que tener obligatoriamente en las estanterías.

Hace muchos muchos años, cuando yo tenía 20 añitos, Manuel Borrás me llamó por teléfono. Yo no conocía de nada a ese señor. Ni siquiera sabía quién era. En mi temeridad post-adolescente, había mandado un manuscrito a Pre-Textos, simplemente porque había comprado un libro suyo que me había gustado mucho. No esperaba esa llamada, desde luego. Manuel Borrás se presentó y fue muy directo: “He leído tu libro. No te voy a publicar porque estás muy verde. Pero me ha gustado. Sigue escribiendo y sigue mandándome cosas”. Eso fue más o menos lo que me dijo. ¿Cuántos editores hacen eso? Pocos, muy pocos. Luego nos llegamos a ver. Nos cruzamos muchas cartas. Después las cartas fueron emails. Cada vez que editaba un libro, en otras editoriales, yo se lo llevaba a la oficina y él se lo leía, por el puro placer de leer un libro, porque nadie le obligaba, y luego me comentaba lo que le parecía. Y si tenía que decir algo malo, pues lo decía. Y uno aprecia mejor los halagos cuando sabe que son tan sinceros como las críticas. Muchos años después de esa llamada, edité un libro de poesía con Pre-Textos. Para los que no estamos en los círculos oficiales, para los que andamos por los márgenes, es fundamental que existan editoriales como Pre-Textos, y editores como Manuel Borrás, que cuando reciben un manuscrito lo leen, y que lo valoran primero que nada por su calidad literaria (son humanos, por supuesto, se pueden equivocar, pero son sinceros y decentes, y eso ya es mucho), y luego ya ven si pueden editarlo o no, porque editar un libro es una apuesta de riesgo, y unas cuantas malas apuestas te pueden hundir. Lo que uno no espera es que luego, cuando te sale bien la apuesta, van a venir las carroñas a quitarle el pan de la boca. O no debería esperarlo…

Y encima, como uno tiene muy buena memoria (por desgracia), recuerda bien lo que le dijo el editor cuando, hablando de Elias Canetti en una entrevista para la revista Jot Down, reconoció la importancia que había tenido el hecho de estar publicando a un autor al que le acaban de conceder el premio Nobel. Y es una pena, es una pena y es un asco, porque demuestra que las cosas van a peor, a mucho peor, comprobar cómo este nuevo premio Nobel que publica, que ha publicado durante más de una década Pre-Textos (y con unas ventas muy escasas de sus libros, más que escasas, casi ridículas…), no trae ninguna buena noticia, sino todo lo contrario, porque muy poco ha tardado su agente en quitarle los derechos a sus antiguos editores; y no contento con semejante bajeza, encima pretender que se destruyan los libros que la editorial ha ido publicando con tanto esmero y con tan poco beneficio. Tirar por tierra el trabajo de muchos años, y sin dar la cara, por la espalda y con alevosía. ¡Qué buenos tiempos nos tocan vivir…!

https://www.fronterad.com/algunas-palabras-en-defensa-de-pre-textos/


jueves, 12 de diciembre de 2019

Proponemos se prohiba el uso del la expresión "realismo mágico" para cualquier obra escrita y publicada después de 1975

El pasado 10 de octubre, la agencia EFE, de España, hizo circular una entrevista con Abel Murcia, el traductor al castellano de Olga Tokarczuk, reciente Premio Nobel de Literatura. Ésta fue publicada por el diario Milenio, de Ciudad de México y se ofrece a continuación. .

 

Olga Tokarczuk, la mejor representante

del realismo mágico polaco

 

La ganadora del premio Nobel de Literatura 2018, la polaca Olga Tokarczuk, es “la mejor representante del realismo mágico polaco”, afirma Abel Murcia, el traductor al español de uno de sus libros (sólo dos han sido traducidos), quien dice de esta autora “poliédrica” que “domina como nadie el relato corto”.

“Hay una parte de Tokarczuk que se puede catalogar sin dudas como realismo mágico, por ejemplo en En un lugar llamado antaño (1996), un realismo mágico eslavo, centroeuropeo, polaco, que bebería directamente de las fuentes de Cien años de soledad”, de García Márquez, aseguró Murcia, que es director del Instituto Cervantes de Varsovia.

Murcia es el traductor de la novela Ara a través de los huesos de los difuntos, publicada en España por Siruela en 2015 y llevada al cine por la directora polaca Agnieszka Holland en 2017. Dentro de En un lugar llamado antaño se crea un universo similar al de García Márquez, con una historia que se desarrolla en una aldea mítica supuestamente ubicada en el centro de Polonia, un microcosmos en el que, en menor escala, se pueden observar las leyes que rigen el universo.

En otro de los grandes éxitos de Tokarczuk, Los corredores (2017), Premio Nike y el Premio Internacional Booker (2018), “la construcción tiene mucho que ver con El Quijote”, subraya Murcia, quien destaca cómo la autora “es capaz de unir múltiples géneros e historias, todo un mundo que puede parecer deslavazado pero que acaba adquiriendo verdadera coherencia”.


“Olga Tokarczuk es una maestra en esto, además domina como nadie la técnica del relato corto” y, de hecho, Los corredores nace de una serie de múltiples historias.

“Es un premio totalmente justificado”, afirma Murcia, quien es también el traductor al español de otra polaca galardonada con el premio Nobel de Literatura (1996), Wislawa Szymborska.

Esta novela es junto con En un lugar llamado antaño la única traducida al español, aunque Agata Orzeszek, traductora de los libros del mítico periodista polaco Ryszard Kapuscinski, está actualmente trabajando en la traducción de varios trabajos de Tokarczuk, según adelanta Murcia.

Ara a través de los huesos de los difuntos, que recibió críticas por su ecologismo radical, es una muestra “de uno de los grandes rasgos de Tokarczuk, una persona preocupada por los principales problemas actuales y por todo lo que tiene que ver con el ser humano”, afirma el director del Cervantes en Varsovia.

“En su obra queda patente lo mucho que ella se interesa por cuestiones como el cambio climático, la defensa del medio ambiente y del ser humano en ese ambiente, con una absoluta apertura de brazos a todo lo que es la naturaleza humana”, añade su traductor.

Tokarczuk nunca ha escondido sus comienzos humildes, como limpiadora en un hotel de Londres, algo puede ser la causa de ese carácter cercano y próximo que suele exhibir, “muy familiar con todo el mundo, con una empatía natural que demuestra en cada encuentro con sus lectores”, recuerda Murcia.

martes, 15 de octubre de 2019

Algo más sobre los dos recientes premios Nobel

Sede de la Fondazione Santa Maddalena, en Toscana
El traductor cubano José Aníbal Campos, residente en Viena desde hace años, viene siendo un activo difusor de las literaturas en lengua alemana. Conocedor como pocos de la obra de muchos de los escritores que la ignorancia del mundo español y latinoamericano no conoce, reflexiona en el siguiente texto sobre Olga Tokarczuk y Peter Handke, los flamantes premios Nobel de Literatura 2018 y 2019, respectivamente.

Dos escritores

En 2014 recibí la sorprendente noticia de que la viuda del autor que me ocupaba por entonces, Gregor von Rezzori, al que dedicaba (y sigo dedicando) todo mi entusiasmo como traductor y divulgador, me invitaba a la residencia para artistas y escritores que, con el nombre de Fondazione Santa Maddalena, Beatrice Monti de la Corte-Rezzori fundó junto a su marido poco antes de que este muriera en 1998. A partir de ese momento, me convertí –sin hacer nada extra para ello salvo ser quien soy y asumirme como soy–, en un huésped asiduo de aquella casa, en la que no solo traduje buena parte de las obras del gran autor de la Bucovina, sino en la cual investigué muchísimo más sobre su vida y su obra, frecuentando a mucha gente que lo conoció y que me aportó una información de mucho valor sobre el escritor. 


Hoy, cuando muchos se preguntan quién es Olga Tokarczuk, he evocado aquella primera visita de 2014, cuando la autora polaca hoy galardonada con el Nobel visitó también por primera vez esa acogedora casona de la Toscana, perdida en un camino que discurre por una de las costillas de los Apeninos, esos barrancos que acaban clavados en el valle del Arno. Nunca llegué a verla en persona, pero allí estaban sus libros (en varios idiomas menos en castellano), allí estaban las nutritivas conversaciones en torno a su figura.

En ese país envilecido que es Hispania Paellae (lugar con ínfulas que solo sirve, si acaso, para ir a comer. Y no en todos los sitios, que hay muchas trampas para incautos turistas) apenas nadie sabe nada de esta magnífica autora. De Handke, en cambio, un mimado del gremio literario, que ahora un periódico como La Razón celebra como “rebelde” (en un juego manipulador del lenguaje que intenta degradar la hermosa voz “rebeldía” a lo que no ha sido más, en muchos momentos, que un desfasado, mimético y epigonal “epater le bourgeois”), correrán en los días siguientes ríos de tinta. Handke puede incluso darse el lujo de rechazar el importe del premio, porque, como mimado que sigue siendo, como constructo de una editorial (Suhrkamp) y de un mundillo literario muchas veces envilecido, ganará el doble vendiendo los derechos de cualquier cosa que escriba a partir de ahora, incluidas sus veleidades de divo.

Su premio es merecido, no lo discuto, existe una obra sólida detrás, y existe un momento de su carrera que fue importante, pero ello no debe hacernos olvidar en ningún caso todo lo que hay de criticable en esa pose de “poeta” que el autor de Carintia siempre ha sabido adoptar con maestría mimética. Me gusta la singularidad del Premio este 2019: por un lado, la Academia premia un modelo desfasado de escritor, el de la pose del “genio”, el del escritor en su torre de marfil que no se ocupa de los asuntos de este mundo, que se huele sus propias pestecillas y solo se mira el ombligo o los sucios espacios entre los dedos de los pies. Y el de una narradora con una fuerza extraordinaria, joven, activa en el mundo que la rodea, una escritora que es también CIUDADANA (independientemente de las ideas que defienda). 

Ojalá que el premio no la envilezca, convirtiéndola en una diva más. Yo, por mi parte, seguiré evocando aquella imagen de la narradora y mujer extraordinaria de la que tanto me nutrí en mi primera estancia en Santa Maddalena.

viernes, 11 de octubre de 2019

¿No es una pavada rezongar por el Premio Nobel?

No leí a la polaca Olga Tokarczuck, pero, como en el caso de su compatriota Wisława Szymborska (Premio Nobel de Literatura 1996), a quien antes del premio tampoco había leído, espero sea buena. Y sí leí al austríaco Peter Handke, sin duda un escritor mayor, autor de no pocos libros memorables. Una y otro acaban de ganar los Premios Nobel de Literatura correspondientes a 2018 y 2019, respectivamente.

Sin embargo, hoy, desde temprano, hubo que asistir, una vez más, a los reclamos de periodistas del universo de la lengua castellana desairados por esta nueva elección del Premio Nobel de Literatura que no se avino a sus deseos. Deseos, que hay que agregar, en la mayor parte de los casos son directamente proporcionales a una educación más bien ramplona, a un nivel de información limitado y a una agenda marcada por los grandes grupos editoriales en lugar de por la literatura misma.

Por caso, ese tipo del pésimo noticiero de Canal 13, al que llaman "Dexter", reclamó airadamente porque el jurado del Nobel había desoído algo así como el mandato popular (como si el Nobel alguna vez se hubiera guiado por ese criterio), dedicándose a rescatar a escritores ignotos (al menos para él). ¿Nadie le dijo que el Premio Nobel no sigue las reglas de los reality shows pedorros, de esos que inundan las pantallas de nuestros televisores?

Pero, dejando de lado a toda esa sufriente cáfila que ya en su momento se rasgó las vestiduras porque, en 2016, los del Nobel premiaron a la extraordinaria escritora bielorrusa Svetlana Alexievich (una cronista hasta entonces ignota en castellano), o porque en 2017, le concedieron el premio al estadounidense Bob Dylan (las reacciones de españoles y latinoamericanos contrastaron notablemente con la de los anglosajones, que celebraron la justicia de ese premio), lo que habría que preguntarse es si ganar el Nobel de Literatura, más allá del enorme beneficio que le trae al premiado en plata, en difusión de su obra y en traducciones, tiene alguna importancia.

¿Quién podría sentirse orgulloso por entrar a una lista que incluye, entre otros a los españoles Jacinto Benavente o Camilo José Cela, al indio Rabindranath Tagore o al inglés Winston ChurchillA esa luz, tengo la impresión de que atribuirle tanta autoridad y sapiencia a un grupo de suecos, y discutir si su opinión es infalible o no es un tanto exagerado y que el fallo anual de ese premio no debería ser motivo alguno de queja. 

¿No sería en todo caso mejor estar en esa otra lista donde también están James JoyceEzra PoundMarcel ProustFernando PessoaFrancis Scott FitzgeraldFrancis PongeJorge Luis BorgesJuan RulfoTomas Bernhardt, Enrique Lihn, o Juan José Saer; o sea, los que nunca ganaron el Nobel?

Entonces, ¿cuál sería el problema de que, no un jurado internacional que lo haya leído todo, sino un grupo de suecos que leyó lo que se tradujo al sueco ese año, determine cuál es el escritor o escritora más importante en ese momento dado del calendario?

Todos los premios suelen seguir lógicas caprichosas. Por caso, ahí está el Cervantes, que un año se le concede a un español y otro a un latinoamericano, como si el número de escritores españoles merecedores de ese premio fuera equivalente al de grandes escritores latinoamericanos. Todos sabemos que no es así, empezando por los mismos españoles, pero todos aceptamos esa falsa medición sin chistar. Es algo así como una tradición que ya entró en el folklore (con k y no con c). Porque si uno se lo piensa en serio, es un disparate.

Lo que nos lleva a un último punto: los premios literarios suelen ser asunto del mercado y carne de suplemento literario o página cultural, pero nada más. Luego, en el caso específico de la Argentina y el Nobel, si Borges no lo ganó (y si tampoco lo ganaron otros grandes escritores argentinos, como Silvina OcampoAdolfo Bioy Casares, José BiancoJulio Cortázar o Juan José Saer), ¿cuál sería la justicia de que lo ganara, por ejemplo y sin desmerecer sus méritos, César Aira?

En síntesis, ¿qué importancia tiene todo esto? ¿De qué manera cambian nuestras vidas esas cíclicas elecciones un tanto grotescas?


Jorge Fondebrider 


jueves, 22 de marzo de 2018

Ariana Harwicz y la posibilidad de un premio


La escritora Ariana Harwicz (foto), radicada en Francia, acaba de entrar en la long list del Man Booker International. Es, sin duda, un logro. El desarrollo de esta información puede leerse en la nota escrita por Daniel Gigena y publicada en el diario La Nación, de Buenos Aires, el pasado 12 de marzo.

Otra vez, una escritora argentina compite
por el premio Man Booker International

Una vez más, una escritora argentina figura en la long list del premio Man Booker International. En esta ocasión, entre los libros de autores extranjeros traducidos al inglés, se encuentra Die, My Love, de Ariana Harwicz (Buenos Aires, 1977). El título original de la radical nouvelle de Harwicz es Matate, amor y fue publicada en la Argentina en 2012. Ahora integra el catálogo del sello Mardulce junto a otros dos libros de la autora, La débil mental y Precoz.

En 2017, Samanta Schweblin llegó a la short list del Man Booker con Fever Dream (Distancia de rescate, traducido al inglés por Megan McDowell y publicado por Oneworld). Finalmente, el premio lo ganó David Grossman con A Horse Walks into a Bar; en español, esa obra del escritor israelí se conoce como Gran Cabaret y está publicada por Lumen.

El Man Booker International premia también el trabajo de traducción al inglés de las obras extranjeras. En el caso de Harwicz, ese trabajo fue hecho en conjunto por Sarah Moses y Carolina Orloff, también de la Argentina y editora del sello de ficción latinoamericana radicado en Edimburgo, llamado Charco Press. El catálogo de la editorial incluye obras de los argentinos Gabriela Cabezón Cámara y Ricardo Romero, el peruano Renato Cisneros y el brasileño (de padres argentinos) Julián Fuks, entre otros.

La novela de Harwicz compite con algunos títulos conocidos por el público local: Vernon Subutex 1, de la francesa Virginie Despentes; La séptima función del lenguajethrillerintelectual del francés Laurent Binet; El impostor, del español Javier Cercas, y Como la sombra que se va, de Antonio Muñoz Molina, también de España. Gabriela Ybarra, nacida en Bilbao, es la tercera autora de España que integra la lista de libros elegidos con su novela debut El comensal.

Consultada por La Nación, la escritora argentina, que vive en París y en la campiña francesa con su hijo y su pareja (el escritor argentino Edgardo Scott), dijo que a la hora del anuncio estaba al teléfono con su editora y traductora. "Me parecía poco más que un delirio, que un sueño inocente creer que una primera novela, con una sola (ahora dos, en hebreo y en inglés) traducción, traducida por una argentina como Carolina Orloff y una canadiense radicada en Buenos Aires como Sarah Moses, podría entrar en la lista del premio más importante en el mundo anglosajón a la literatura traducida de otro idioma al inglés. Haber logrado esto a meses de haberse editado la novela y a un año de existencia de la editorial no tiene precedentes". Die, My Love se publicó en agosto de 2017. "Viendo además a los otros autores con recorridos tan impresionantes, se refuerza mi idea de que lo único que importa es la conquista de lo escrito, de un estilo" agregó Harwicz.

Por si fueran pocas emociones para la autora, el 23 de marzo se estrena la adaptación teatral de Matate, amor dirigida por Marilú Marini e interpretada por Érica Rivas. Las funciones serán viernes y sábados a las 20 en Santos 4040.

Los competidores

La escritora surcoreana Han Kang, ganadora del premio en 2016 con la traducción al inglés de La vegetariana, vuelve a competir en 2018 con The Book, también traducida, como en aquella oportunidad, por Deborah Smith.

Los otros autores seleccionados en 2018 son la escritora alemana Jenny Erpenbeck, conocida en la Argentina por El fin de los días; el escritor iraní Ahmed Saadawi y el húngaro Lazlo Krasznahorkai, que también ganó el premio en 2015. Presidido por la escritora Lisa Appignanesi, el jurado consideró 108 libros. En la long list quedaron trece de diferentes temáticas y estilos narrativos: ficciones documentales, novelas de terror y odiseas contemporáneas, como la escrita por el escritor taiwanés Wu Ming-Yi's. Los autores seleccionados compiten por £ 50.000.

"Debemos sacarnos el sombrero ante los editores independientes -dijo la presidenta del jurado-. Cuesta dinero traducir, es aún más difícil publicar y más difícil vender. Pero creo que el número de lectores de ficción extranjera está creciendo y creciendo, y eso es algo bueno".

La lista se completa con el austriaco Christoph Ransmayr y la escritora polaca Olga Tokarczuk. Hay diez idiomas representados en la selección y un mismo traductor, Frank Wynne, trabajó con los libros de Cercas y Despentes. El 12 de abril se anunciará la short list y el nombre del ganador o la ganadora se revelará el 22 de mayo. Crucemos los dedos por Ariana Harwicz.


martes, 20 de febrero de 2018

"Cambiemos-Pro no se lleva bien con la cultura"

“Los Premios Nacionales no fueron convocados desde la asunción de Macri, aunque el ministro de Cultura Pablo Avelluto ‘calcula’ que se anunciarán en la próxima Feria del Libro. Los Municipales llevan dos bienios sin fallos, pese a que se presentan las obras.” Así es la bajada del artículo que el 11 de enero pasado publicó Silvina Friera en el diario Página 12.

Cuando el estímulo a la creación 
deja de ser prioridad

En el engranaje kafkiano de Cambiemos siempre falta algo. Puede ser un papelito, una firma, o una revisión que se extiende por dos años y genera el temor de que los “desdibujados” Premios Nacionales –calificación de Enrique Avogadro cuando todavía no era ministro de Cultura de la Ciudad– estén más cerca de la suspensión definitiva que de su regreso. Los estímulos a la creación, los subsidios a los artistas –escritores, músicos, teatristas, artistas plásticos– están en la antípodas del “emprendedurismo” que propicia el gobierno. Hace dos años que no se convocan los Premios Nacionales; la última vez que se entregaron fue en diciembre de 2015, cuando la ministra de Cultura era Teresa Parodi. Entonces los primeros premios –Jorge Aulicino en poesía y Pilar Calveiro en ensayo político, entre otros– recibieron 50.000 pesos en efectivo y una pensión vitalicia al momento de jubilarse. El segundo premio obtuvo 30.000 pesos y el tercero, 17.000 pesos. Aunque se convocan y se presentan las obras, hace dos bienios que no se fallan los Premios Municipales. El ministro de Cultura de la Nación, Pablo Avelluto, “calcula” que se anunciará la convocatoria de los PN para la Feria del Libro, “con una modalidad nueva, con una simplificación de las categorías que las estamos terminando de definir”.

Una forma absurda de ahorrar
El anuncio, sin demasiadas precisiones, no tranquiliza a los escritores y artistas afectados por estas dilaciones. ¿Por qué no se convocaron los Premios Nacionales durante dos años? ¿Por qué si se convocan los Premios Municipales no se fallan? “En el mejor de los casos, los premios se postergan porque se considera que no son una prioridad, como si se tratara de un lujo, cuando en realidad la erogación es insignificante dentro de los presupuestos nacionales y municipales –responde Tamara Kamenszain, Premio Municipal en 1999 en la categoría ensayo con La edad de la poesía–. En el peor de los casos, directamente se los ignora y se considera que no son un asunto de Estado y no se entiende para qué existen”. 

Ana María Shua dice que es una forma “un poco absurda” de ahorrarle dinero al Estado. “No hay que pagar a los jurados, no hay que pagar los premios, no hay que pagar los subsidios. Digo absurda porque los premiados son poquísimos, un minúsculo grupo de personas. Lo paradójico es que los Premios Nacionales en Plástica se han seguido entregando, a través del Palais de Glace. De todos modos, acaba de informar el ministro de Cultura que se anunciarían los nuevos Premios Nacionales en la Feria del Libro, con algunos cambios. Veremos cuáles son esos cambios. Los escritores tememos una reducción de los subsidios, que consisten en cinco jubilaciones mínimas a partir de los 60 años. Y qué, recordémoslo una vez más, se entregan a poquísimas personas: es un premio y no una jubilación de privilegio”, aclara Shua, ganadora de los dos premios.

Selva Almada precisa que el premio Municipal se viene convocando cada dos años puntualmente, pero hace dos bienios que no se falla. “Según nos explicó Daniel Couto, el funcionario a cargo, el presupuesto está desactualizado tanto para el premio en sí como para los jurados. De todos modos, el material fue recibido y allí está, en la dulce espera”, advierte Almada, integrante de la Unión de Escritoras y Escritores. “La jubilación que se otorga cuando los premiados alcanzan la edad jubilatoria es una ayuda económica muy importante para un oficio la mayoría de las veces mal pago –cuando se paga; hay una idea de que el trabajo del escritor no es un trabajo si no un lujo que nos damos unos pocos–, que se ejerce de manera informal, sacándole tiempo a trabajos formales. Pienso en (Alberto) Laiseca, a un año de su muerte: uno de los escritores más importantes de nuestro país tuvo que hacer malabares para poder pagar sus cuentas los últimos años de su vida. Muchos escritores y escritoras llegan a esa situación en la vejez y la posibilidad del Premio Nacional se presenta como una gran ayuda”, reconoce la autora de El viento que arrasa.

Mala costumbre
Desde Artistas Premiados Argentinos (APA), institución que nuclea a los ganadores de los Premios Municipales, su presidenta Nydia Sroulevich señala que la falta de convocatoria en término para los premios Municipales y Nacionales es una “mala costumbre” que perdura en el tiempo. “El hecho de dilatar las convocatorias, y a veces aunque estén convocados los concursos, no convalidar los resultados obtenidos a través de los jurados, hace que pasen largos períodos sin que se concrete el resultado de los mismos. No se abonan los premios ni, en caso que corresponda, los subsidios y no se pagan los honorarios de los jurados. En el caso de los primeros premios tanto municipales como los nacionales reciben un subsidio mensual vitalicio. Hubo períodos acumulados de hasta ocho bienios sin que se regularizaran. Entiendo que el motivo es la reasignación de las partidas que se destinan a esos rubros”, comenta Sroulevich.

“Si convenimos que la cultura para un país no es lujo sino una producción más que lo posiciona ante el resto de las naciones, incluso económicamente, las consecuencias de postergar los premios son graves”, subraya Kamenszain. “Cuando en la crisis de 2001 los premios Nacionales se suspendieron por unos años, quedaron en la estratósfera cientos de libros perdidos que no tuvieron la oportunidad de concursar. Le propongo a Marta Minujín que haga con esos libros otro Partenón, ya que haberles quitado la posibilidad de concursar puede entenderse como otro modo de censura”, agrega la poeta. Shua recuerda que los premios Municipales están sostenidos por una ley de la legislatura de la ciudad. “Tarde o temprano tendrán que darlos, porque la ley no se puede modificar retroactivamente. En cambio, no hay una ley de Premios Nacionales, con lo que no se trata de un atraso sino de una suspensión por tiempo indefinido –compara la autora de Los amores de Laurita–. La gente que produjo sus obras en esos años puede quedar en situación de no poder presentarlos nunca, como le pasó a muchísimos escritores durante los casi diez años a partir de la crisis del 2001. Quizás en el momento en que produjeron sus mejores obras, no pudieron presentarlas. Para muchos escritores, sobre todo para los que escriben una literatura prestigiosa pero poco comercial, ganar un premio con subsidio es, simplemente, la posibilidad de una supervivencia digna. La mayor parte de la gente no sabe que a los escritores nos toca solamente el 10 por ciento de lo que se paga por un libro”.

Sroulevich sostiene que los concursos son un medio para difundir la obra de los creadores. “El Estado debe mantener una política cultural de apoyo a toda manifestación artística, una decisión pública destinada a que el artista que ha demostrado sus talentos no resigne, por necesidad, su actividad creadora en beneficio de la comunidad a la que pertenece. Un Estado sabio valora el concepto de riesgo artístico, acepta la posibilidad de descubrir y apoyar nuevos talentos, y la necesidad de proporcionar una enseñanza artística de alta calidad. También acepta la posibilidad de premiar a sus artistas y a sus obras, y debe velar por el cumplimiento de la legislación vigente en materia de estímulos y premios a la creación”.

El imprudente
Desde el 24 de marzo de 2017, muchos escritores están molestos con lo que declaró el actual ministro de Cultura de la Ciudad, Enrique Avogadro, entonces secretario de Cultura y Creatividad del ministerio de Cultura de la Nación. “En el escenario actual hay otros premios, como los del Fondo Nacional de las Artes o los de la Fundación Konex, con lo cual los nacionales quedan un poco desdibujados”, dijo al diario La Nación. PáginaI12 intentó comunicarse con Avogadro y desde el área de comunicación del ministerio de Cultura de la ciudad aseguraron que consideran “imprudente” que el ministro hable cuando lleva unas dos semanas hábiles al frente del ministerio. Almada dice que no entiende que le resulte “desdibujado” el premio Nacional frente a otros premios que nombra y que son del ámbito privado, como los Konex. “Creo que sí habría que lograr que el premio nacional se convierta en ley: eso aseguraría su continuidad más allá de los gobiernos y de las políticas culturales de turno”, propone Almada. “Me resulta incomprensible lo que quiso decir Avogadro”, admite Shua. “No, desdibujados, en este caso, significa ‘poco importantes’. El Premio de la Fundación Konex es un premio maravilloso para la Fundación Konex, prestigia y aporta a la Fundación Konex. A los premiados no se les da nada. Prensa y prestigio, pero ni un centavo. Yo recibí con mucha alegría y emoción el Konex de Platino, pero en el mismo acto tuve que pagar a la Fundación Konex por una botella de agua. Los premios del Fondo Nacional de las Artes son extraordinarios, sirven para descubrir nuevos talentos, son premios honestos, valiosos, importantes y hay que defenderlos a toda costa. Pero, salvo en el caso de los poetas, no son para premiar autores de trayectoria, sino para gente joven que quiere empezar a publicar”. Para Kamenszain, “la afirmación del ministro muestra no tanto un desinterés o un intento de dilación sino una verdadera ignorancia”. “¿Qué tendrán que ver los premios Konex, que no suponen ninguna erogación económica sino que son un estímulo simbólico, con los Nacionales? Sin desmerecer a los Konex en lo más mínimo, es como decir que el valor de consignar en un currículum vitae que se presenta al exterior que uno tiene un premio Nacional de un país o consignar que fue merecedor de un Konex es lo mismo, cuando en realidad el Konex es un premio que en el exterior no es significativo y tampoco pretende serlo. Los premios Nacionales de Literatura y Arte se dan en la mayor parte de los países del mundo y no necesitan traducción ni explicación; son un pasaporte contundente y universal”.

Vueltas y cálculos
El ministro de Cultura de la Nación, Pablo Avelluto, intenta justificar la demora de dos años para convocar los Premios Nacionales. “La sensación que teníamos es que debíamos revisar los premios porque había un montón de subcategorías en ensayo, filosófico, político, psicológico... Pero también queríamos discutir el modelo de los premios en relación con la pensión no contributiva que reciben los ganadores. Cuando uno estudia la historia de los Premios Nacionales, tiene que ver más con el apoyo a los creadores en su vejez. ¿Alcanza una obra para otorgar un Premio Nacional que implica una jubilación en el futuro para su autor? Me parece que es un tema que requiere una cierta reflexión. Estuvimos dando vueltas, discutiendo; primero el tema lo tuvo Enrique (Avogadro) y después lo tomé yo. Calculo que para la Feria del Libro los vamos a estar convocando para este año”, anuncia Avelluto.

–¿Por qué no se convocan los premios que están atrasados: 2016 y 2017?
–Cuando no hubo premios, no se convocó para atrás, hubo muchos años en los que no hubo premios y hubo muchos cambios de categorías a lo largo de la historia. No hay una obligación legal de llamar a los Premios Nacionales todos los años. Sí está reglamentado el tema de las pensiones que reciben los ganadores, pero no la obligatoriedad del llamado. No es que nosotros adeudamos premios de dos años. Eso no es así. Vamos a llamar a este año, seguramente con una modalidad nueva, con una simplificación de las categorías, que las estamos terminando de definir, para que sean convocados y otorgados en el transcurso de este año. Y así después todos los años.

–¿Cuál será el monto de los premios?
–Va a ser mayor del que había, pero todavía no lo podemos definir. Vamos a destinar una inversión para la organización, los premios y los jurados, de alrededor de 5.000.000 de pesos para este año, que es mucho más de lo que se había destinado en la última entrega.

Alpargatas y libros
Cambiemos-Pro no se lleva bien con la “cosa pública”, y prefiere que muchas funciones y acciones que son competencia del Estado queden en manos de los privados. ¿Cómo afecta esto a las escritoras y escritores? “Para mí, no tiene nada de malo que se busque la colaboración entre los privados y el Estado. Al contrario, es una muy buena tendencia, que las mejores democracias del bienestar llevan adelante. Habría que seguir estimulando el mecenazgo, por ejemplo”, sugiere Shua. “Yo diría que Cambiemos-Pro no se lleva bien con la cultura. Es curioso, la Cultura –o Kultura, como diría Cortázar–, que antes estaba en manos de las capas más altas de la sociedad, ahora ha quedado del lado del peronismo –plantea la escritora que ganó el Premio Nacional con el libro de cuentos Fenómenos de circo–. En ese sentido, creo que se ha producido una degradación de nuestra clase alta, que ahora parece tener más dinero que nunca pero mucho menos interés en la cultura. ¿Serán todos parvenues? Una parte muy importante de los intelectuales de nuestro país hoy son peronistas. Alpargatas sí y libros también.”


miércoles, 14 de febrero de 2018

"Se impone un respiro, un alivio a una realidad demasiado agobiante"

La bajada de la nota publicada por Silvina Friera el pasado 2 de enero en Página 12 lo dice todo: “La política oficial incidió en el deterioro del sector, ya de por sí complicado con el desplome del consumo de libros. Las compras estatales se redujeron significativamente, se incentivaron las importaciones y se suspendieron los premios nacionales”.

La odisea de publicar libros 
en medio de la crisis general

“Odio a los indiferentes. Creo que vivir quiere decir tomar partido. Quien verdaderamente vive, no puede dejar de ser ciudadano y partisano. La indiferencia y la abulia son parasitismo, son cobardía, no vida. Por eso odio a los indiferentes”, escribió Antonio Gramsci. Es imposible pensar lo que sucedió el año pasado sin tomar partido y poner los pies sobre la tierra de un mercado editorial cada vez más complicado, tras dos años consecutivos de desplomes más que significativos del consumo de libros: descensos en las ventas de un 40 por ciento (2016) y un 25 por ciento en 2017. Si hubiera que adaptar el título de una película, el balance podría llamarse 2017: Odisea editorial. De no cambiar el rumbo de las políticas económicas, la impresión es que el hundimiento será cada vez más profundo. El libro no es un artículo de primera necesidad. Si no se lo puede comprar hoy, se lo comprará dentro de dos o tres meses, o cuando se pueda. Si se lo compra… Un informe reciente del Cuica (Centro Universitario de las Industrias Culturales Argentinas) señala que la producción de ejemplares impresos disminuyó un 25 por ciento: de 83,5 millones en 2015 a 62,6 millones en 2016, más de veinte millones menos, según datos del ISBN (International Standard Book Number). Hasta noviembre del año pasado, según cifras suministradas por la Cámara Argentina del Libro, se imprimieron 47.819.525 millones de ejemplares. Si se compara con el 2014 –año del récord histórico de producción de ejemplares, con más de 128,9 millones de ejemplares impresos– el descenso es superior al 50 por ciento.

Pero la magnitud del desastre no se detiene ahí. Las compras estatales, que fueron tan importantes para muchas pequeñas y medianas editoriales, se redujeron tanto que basta con ver el número para comprobar que no hay exageración posible: de 1150 millones de pesos en 2015 pasó a sólo 100 millones de pesos en 2016, un descenso del 91,3 por ciento. “La política de compras del Estado nacional había tomado impulso a partir de la sanción, en 2006, de la Ley de Educación Nacional, donde los libros tenían como destino ser material de promoción de lectura en escuelas públicas de los niveles inicial, primario y secundario.

Esta política de adquisiciones fue suspendida en su totalidad y, pese al anuncio del lanzamiento de nuevas compras en 2017, estas quedaron restringidas, y en muy menor volumen, a un segmento de 10/12 sellos que se dedican a producir manuales escolares de grado, en la mayoría de los casos grandes empresas multinacionales con capacidad de lobby”, advierte Nicolás Sticotti, autor del informe del Cuica. El Ministerio de Educación compró en 2016 alrededor de 6,3 millones de ejemplares y en 2017 4,1 millones de ejemplares. Cuando la Cámara Argentina del Libro (CAL) presentó el informe editorial para el primer semestre de 2017, la gerenta de la CAL, Diana Segovia, subrayó que hay políticas de promoción de la lectura que son responsabilidad del Estado. “Cualquier país necesita una política continua de promoción de la lectura que acá no la vemos”, dijo Segovia.

A los pocos días de asumir el actual gobierno, se anunció que se levantarían algunas restricciones sobre la importación de servicios gráficos que había regido durante la gestión de la ex presidenta Cristina Fernández. El ministerio de Cultura de la Nación celebró esta decisión en las redes sociales a través del hashtag #libroslibres. Las importaciones de 2016 duplicaron las de 2015 pasando de 40,3 millones a 78, 5 millones de dólares. En el primer semestre de 2017 las importaciones alcanzaron los 51,4 millones de dólares. El déficit en la balanza comercial aumentó un 387 por ciento, de un rojo de 13,1 millones de dólares a 50,7 millones. Ni siquiera queda el “premio consuelo” de exportar el libro argentino, que resulta sumamente costoso para los países de la región. Luis Quevedo, vicepresidente segundo de la CAL, explicó por qué cuesta exportar. “Hay muchos factores como el tipo de cambio y los costos de producción interna. ¿Por qué se imprime en China un libro infantil de tapa dura? Porque es muchísimo más barato –planteaba Quevedo–. Otro tema es el IVA al papel. Nosotros pagamos IVA al papel como costo; pero los libros que vienen de afuera no pagan ningún tributo. Ahí hay una inequidad para la producción interna que hace todavía más caro producir. Nosotros estamos reclamando insistentemente la exención del IVA al papel.”

Llueve sobre mojado. Aunque no se trató “de apuro” en la cámara de Diputados el proyecto de Ley sobre Regulación de Proveedores de Servicios de Internet –presentado por los senadores Federico Pinedo (Pro) y Liliana Fellner (Frente para la Victoria)–, escritores, editores, músicos, artistas plásticos, cineastas y diversas instituciones de la industria cultural temen que insistan en convertirlo en ley cuando se abra el período de sesiones ordinarias, este año. La llamada Ley Pinedo-Fellner establece que los proveedores de Internet no son responsables por los contenidos generados por terceros, excepto cuando hayan sido notificados por una orden judicial que los intime a alguna acción en concreto para eliminar un enlace específico publicado. Este es el punto de confrontación entre las cámaras y entidades de gestión, que solicitan utilizar el sistema de notificación implementado en Estados Unidos bajo la Digital Millennium Copyright Act (DMCA) para sacar contenidos de la web, y aquellas instituciones como la Fundación Vía Libre, que defiende la libertad de expresión y circulación, o plataformas y empresas como Taringa, que están a favor de la intervención judicial. “Las grandes plataformas han encontrado un blindaje que las habilita para explotar los derechos de autor y la propiedad intelectual que no les pertenece”, alertó el librero Ecequiel Leder Kremer, vicepresidente de la Cámara Argentina de Papeleras, Librerías y Afines (Capla) durante una conferencia de prensa en la que participaron representantes de más de 25 sociedades de gestión que rechazan el proyecto. “Los mecanismos que se prevén para ejercer la defensa de la propiedad intelectual son absolutamente improcedentes. La velocidad a la cual se publican los contenidos es escalofriante. Los tiempos de la justicia son otros”, planteó Leder Kremer.

Se impone un respiro, un alivio a una realidad demasiado agobiante. En un año durísimo, marcado fuertemente por la muerte de dos grandísimos escritores, Ricardo Piglia y Abelardo Castillo, hubo un puñado de buenas noticias. La Feria de Editores tuvo su sexta edición con la participación de más de 140 editoriales de Argentina, Brasil, Chile, Ecuador, Uruguay y Venezuela. En el ámbito de los festivales literarios, el Filba Internacional, que celebrará diez años en 2018, y el Filba Nacional –con seis ediciones– vienen consolidando una propuesta que pone la literatura del mundo y del país en circulación. Otro hecho auspicioso fue la primera edición del festival de no ficción “Basado en  hechos reales”.

Los escritores argentinos tienen dos importantes razones para estar profundamente indignados: la suspensión de los premios nacionales –que desde que asumió Pablo Avelluto en la cartera cultural de la Nación no se han convocado–; y el retraso de tres bienios en los premios municipales. “No hay riesgo de que se suspendan (los premios nacionales), pero aún no podemos informar cómo serán –afirmó Enrique Avogadro, entonces secretario de Cultura y Creatividad, al diario La Nación, el 24 de marzo pasado–. Quisimos revisar el sentido de los premios hoy, en función de que hay una diferencia entre su origen y la actualidad. En el escenario actual hay otros premios, como los del Fondo Nacional de las Artes o los de la Fundación Konex, con lo cual los nacionales quedan un poco desdibujados”. ¿Desdibujados? Avogadro, actual ministro de Cultura de la Ciudad, confunde lo público con lo privado; confusión que está en el ideario político del macrismo. La Unión de Escritoras y Escritores –un nuevo colectivo de escritores integrado por Selva Almada, Clara Anich, Julián López, María Inés Krimer y Enzo Maqueira, entre otros– recordó en una nota que publicaron a fines de noviembre que Hebe Uhart recibió en Chile, nada menos que de manos de la presidenta Michelle Bachelet, el Premio Iberoamericano Manuel Rojas. “Que la Argentina discontinúe o directamente no tenga políticas decididas de apoyo y promoción de la cultura y que el Estado se retire o cuestione la validez histórica y social de un galardón porque existen iniciativas privadas –como los premios Konex a los que se refirió Avogadro– resulta incomprensible.”

miércoles, 5 de abril de 2017

Premios nacionales: una vergüenza recurrente

La noticia fue publicada en el diario La Nación, de Buenos Aires, el 24 de marzo pasado, con firma de Silvina Premat. Se trata, una vez más, del afán de un gobierno argentino por modificar el sentido de los premios nacionales y municipales, de los cuales dependen –es necesario recordar– muchos artistas para llegar a fin de mes.

Según se lee, el secretario de Cultura y Creatividad Enrique Avogadro, confunde el sentido del Premio Nacional con el que anualmente otorgan el Fondo Nacional de las Artes (cuya función es el estímulo) o la Fundación Konex (cuyo único sentido es la autopromoción de quien lo otorga ya que no ofrece ni dinero ni reconocimiento académico a quienes lo ganan).

Con todo, sería injusto achacarle la confusión sólo al actual gobierno. Por la desaparición del premio a la trayectoria –que previamente se otorgaba sin convocatoria y sólo en función de los méritos acumulados a lo largo de toda una vida–, y por la ausencia de premios entre 2000 y 2011 (gobiernos de Fernando de la Rúa, Adolfo Rodríguez Saa, Eduardo Duhalde, Néstor Kirchner y primera presidencia de Cristina Kirchner) hubo algo así como una malversación del sentido de los premios. Así, cuando fueron convocados nuevamente en 2012 competían en ellos jóvenes y viejos en igualdad de condiciones, lo cual, convengamos, no era justo ni para unos ni para otros y llevaba a absurdos y malentendidos. Dicho de otro modo, para compensar la falta de reconocimiento y remediar situaciones injustas, se incurría en la injusticia de premiar a artistas que no necesariamente mostraban lo mejor de sí en los años que abarcaba la convocatoria, en desmedro de otros más jóvenes quienes “podían esperar”. Sin embargo, lo dicho no implica llegar al punto muerto en el cual se encuentran actualmente los premios nacionales mientras las autoridades responsables se dedican a pensar, cobrando a fin de mes sus sueldos. Tampoco a la falta de pago en la que se encuentran los premios municipales, que la actual gestión de Rodríguez Larreta (en su momento, segundo de Macri), heredó impagos (a no olvidarlo) de la gestión del hoy presidente Macri.

Destino incierto para los premios nacionales:
entre la continuidad y la reforma

Los premios nacionales a la producción artística -que no fueron convocados el año pasado- podrían no seguir otorgándose tal como se venía haciendo hasta ahora. Los equipos del ministro de Cultura de la Nación, Pablo Avelluto , estudian el destino de los galardones que históricamente funcionan como estímulo a la creatividad artística.

"No hay riesgo de que se suspendan, pero aún no podemos informar cómo serán", respondió a La Nación Enrique Avogadro, secretario de Cultura y Creatividad.

El programa de los premios nacionales, que en el siglo que lleva de historia sufrió vaivenes políticos idénticos a los del país, no tiene tampoco un funcionario o empleado que los coordine. Apenas asumieron ese ministerio, los nuevos funcionarios evaluaron los programas culturales heredados de la gestión kirchnerista y decidieron continuar algunos, suspender otros y crear nuevos. Con los premios no se vio claro qué hacer y se suspendió su convocatoria, destinando la partida presupuestaria a otros programas.

"Quisimos revisar el sentido de los premios hoy, en función de que hay una diferencia entre su origen y la actualidad", dijo Avogadro. Y agregó: "En el escenario actual hay otros premios, como los del Fondo Nacional de las Artes o los de la Fundación Konex, con lo cual los nacionales quedan un poco desdibujados".

La norma que rige hasta hoy los premios nacionales es una resolución de 2013 que obliga al ministerio a realizar su convocatoria a partir del 1°de septiembre de cada año según un ordenamiento de las especialidades estipuladas de letras, artes escénicas, ensayo y música, que rotan cada cuatro años. Fija los tres primeros premios en $ 50.000, $ 30.000 y $ 17.000, respectivamente. Y los ganadores de los primeros premios -que fueron, entre otros, Bioy Casares, Andrés Rivera y Guillermo Saccomano- tienen derecho a solicitar un subsidio vitalicio que abona la Anses. El cobro de los premios y honorarios de jurados -a cargo de Cultura- fue motivo en los últimos años de reiterados reclamos de los ganadores de forma particular y/o representados por Artistas Argentinos Premiados. Ahora, según Avogadro, la Nación está al día. "Heredamos pagos pendientes de 2015, 2014 y 2013. Nos llevó un tiempo resolverlos, pero hoy no hay nada pendiente."

En la ciudad
También desde hace un siglo se convocan cada dos años los premios conocidos como "municipales" y ahora llamados concursos de la ciudad de Buenos Aires, en literatura, teatro y música (el premio a las artes plásticas corre por otra vía, la de la Dirección General de Museos, y se organiza en el Salón Manuel Belgrano, en el Museo Sívori). A éstos se suman premios especiales en literatura (Eduardo Mallea y Ricardo Rojas) y en teatro (Trinidad Guevara).

La nueva gestión de Pro con Horacio Rodríguez Larreta a la cabeza heredó de la del actual presidente de la Nación los premios impagos de los bienios 2012-2013 y 2014-15. "Ahora se está contratando a los jurados para resolver esos dos bienios en forma conjunta y se está lanzando la convocatoria 2016-17, que cierra a fin de año", dijeron en el ámbito de la Dirección de Promoción Cultural del gobierno porteño, de la que dependen los concursos.

En la ciudad hasta ahora se dan unos $ 10.000 a los primeros premios y un subsidio mensual vitalicio equiparado al escalafón porteño conocido como TBI, de unos $ 15.000.

Según Nydia Sroulevich, presidenta de Artistas Argentinos Premiados, se discute sobre la actualización de los premios, tanto nacionales como de la ciudad, desde hace 24 años. "Con todos los gobiernos es igual. Además, estuvimos congelados diez años", dijo al referirse al período 2000-2011, en el que no fueron convocados.