Carlos
Olivares Baró es
columnista fundador de La Razón, de México. Ha
publicado la novela La orfandad del esplendor
y el libro de textos periodísticos Un sintagma
por aquí, un estribillo por allá.
Profesor universitario y conferencista de música y literatura en varias
instituciones culturales de México. Sus textos han aparecido en publicaciones
de España, Cuba, Puerto Rico y México. Publica en este diario semanalmente las
columnas de reseñas y comentarios de discos y libros, El Convite y Las Claves.
Con esos antecedentes, Olivares Baró entrevistó a Jan De Jager (foto), poeta y traductor argentino, autor de la reciente
versión de los Cantos, de Ezra Pound, en la editorial en la
editorial Sexto Piso. Ésta es la charla, publicada en la edición de La Razón del 19 de abril pasado.
Publican la versión más completa
de la obra cúspide de Ezra Pound
Circula en librerías Cantos (Sexto Piso, 2019),
el magno poema épico de Ezra Pound (Idaho, 1885 – Venecia, 1972), traducido por
Jan De Jager (Buenos Aires, 1959). Se trata de la versión más completa al
castellano del compendio de historias, leyendas, mitos, canciones y oralidades
en que trabajó il miglior fabbro estadounidense durante más de
50 años. Cántico que es summa alegórica de todos los gestos de
la misericordia humana, desde las
más bajas desventuras hasta la cresta de
lo sublime. Pound en un legado de vasta y compasiva sabiduría.
La Razón conversó con Jan De Jager,
escritor y traductor de latín y griego clásico amén de diversas lenguas
modernas (neerlandés, afrikáans, inglés…), sobre esta titánica faena de volcar
a nuestra lengua ese maremoto lingüístico: los Cantos de
Ezra Pound.
–Desafío traducir Cantos,
de Ezra Pound. ¿Cómo lo afrontó usted?
–Después de muchos años de lectura y relectura, tanto de
los Cantos como de otras obras de Pound y obras de críticos,
biógrafos e historiadores, me dije que ya iba siendo hora de intentar una nueva
traducción de los Cantos. Lo fui haciendo después del trabajo, sin
prisa pero sin pausa, primero una versión manuscrita anotando ‘a vuelapluma’ lo
que el sentido y el ritmo del original me dictaban, sin parar para buscar un
término ni nada. Y luego, al pasar esas notas en limpio, completaba las
lagunas, consultando todo tipo de fuentes. A continuación corregir, corregir y
pulir. Además usé dos métodos de triangulación: parte de los Cantos son
traducciones y adaptaciones de otros textos, que yo consulté. Y también
consulté las versiones de otros traductores de los Cantos. Y
después fue cuestión de conseguir un editor. Y consensuar la versión con el
editor y sus correctores, eso sólo llevó buena parte de un año y medio.
–Inglés
de variantes que van del siglo XIII al XX y asimismo empalmes de otras lenguas.
¿Qué hizo ante monumental collage lingüístico?
–Los textos en inglés de los Cantos, que son la
mayoría, claro, están en diversas variantes regionales y de diferentes épocas,
y también diferentes niveles de formalidad: coloquial, solemne, burlas de
acentos extranjeros, etc. En general procuré que la traducción castellana
reflejara esa variedad. De lo contrario, la riqueza del original se hubiese
“aplanado” o incluso “aplastado”. Los textos en otras lenguas los dejé tal
cual. Hay dos Cantos que están íntegramente en italiano. Estos
figuran en un apéndice, en la versión del traductor invitado, Jorge
Aulicino.
–Muchos
fragmentos de Cantos son
a su vez traducciones de Pound de otras lenguas. ¿Se vio obligado usted a
realizar una traslación múltiple?
–Lo que yo hice, que llamo “triangulación”, como si fuese una
técnica de agrimensor, fue mirar el texto de Pound pero también de qué manera
él a su vez traducía o adaptaba el original con el que había trabajado. Y eso,
o sea lo que hizo Pound con su original, lo tuve siempre en cuenta a la hora de
dar la versión castellana. Muchas veces los Cantos parecen un
inventario de novedosas y arriesgadas técnicas de traducción. Yo a mi vez
procuro imitar esas técnicas.
–¿Qué
hizo con los versos en castellano del original y asimismo, con las
imprecisiones históricas?
–A veces los versos en castellano del original presentan algún
pequeño error, por ejemplo: “poco religión”, en los casos en que estuve seguro
que no fuesen un juego de palabras de Pound, o la imitación de Pound del error
de un personaje, los corregí. En el “Canto 3”, además, hay un collage con textos
del Cantar del Cid. Yo ahí procedí libremente con original y
traducción, que están yuxtapuestos, consultando además, obviamente, el original
del Cantar del Cid.
–Se aprecia un cuidado en la conservación de la
prosodia poundiana. ¿Cómo lo logró?
–Por fortuna conozco muy bien la métrica de ambos idiomas, creo
que dejé (a la manera de un músico de jazz que se entrega a una improvisación)
que los dos sistemas métricos se amigaran o amalgamaran en el oído, para luego
bajar al papel la traducción provisional. Pound mismo decía “seguir el ritmo de
la frase musical, no el ritmo del metrónomo”. Creo que Pound hubiese aprobado
el método que utilicé. Me alegra que muchos lectores me “digan que mi
traducción suena a poesía “original”.
–¿Interés
por respetar la peculiaridad de Pound en su caprichosa puntuación?
–Creo que lo fragmentario, lo caprichoso, a veces lo desprolijo
(paréntesis o comillas que abren pero no cierran, abreviaturas idiosincráticas)
constituyen una doble marca histórica. Por un lado: Pound está dejando el texto
“en crudo”, como “fragmentos” o “reliquias”. Por otro lado, estas marcas son
también un testimonio de las condiciones a menudo caóticas o difíciles en que
Pound trabajó. Como nómade sin biblioteca, como preso en Pisa, como interno
(durante 13 años!) en un psiquiátrico… Un desafío especial fue a veces
decidir dónde poner el signo de pregunta o el de exclamación de apertura, que
el inglés no tiene. Había que dirimir dónde empezaba la pregunta o la
exclamación, para poner ahí el signo de apertura, dado que el resto de la
puntuación a veces no daba la pauta (como sí ocurre en cualquier texto de
prosa, digamos, “normal”).
–¿Referencias con las traducciones de los poetas nicaragüenses
Ernesto Cardenal y Coronel Urtecho?
–Miré muchas traducciones, la de Vázquez Amaral, por supuesto,
las de Cardenal y Coronel Urtecho, las portuguesas de los hermanos De Campos y
la de José-Lino Grunewald; la alemana de Eva Hesse, la italiana de la hija de
Pound, Mary de Rachewilz; y por supuesto, la francesa más reciente, de Yves di
Manno y su equipo. Siempre que me encontré con algún hallazgo, no dudé en
rapiñarlo para mi versión. Me importa más la calidad de la versión que la
originalidad.
–¿Cómo enfrentó una obra de mudanzas
desafiantes y en algunos pasajes hasta ininteligible?
–Pound es uno de los autores que ha producido más bibliografía
secundaria. Invita al comentario y la anotación. Hay publicaciones periódicas
enteras dedicadas a su obra. Para los pasajes más peliagudos fui a los
artículos que se escribieron sobre esos pasajes difíciles. Es increíble pero
casi todo en esas mil páginas de notable densidad poética está comentado y
discutido. Y también me dejé orientar por las decisiones traductoriles de
los colegas que hicieron las versiones a otros idiomas. Realmente no es esta
una traducción para hacer a las apuradas.
–Algunos lectores han
desdeñado que no sea una edición bilingüe y, asimismo, resienten la falta de
notas al pie de página. ¿Qué puede comentar sobre eso?
Hemos intentado recrear el acto de
lectura del original. El original no es bilingüe ni trae notas. Las notas, esto
ya lo dije en otros reportajes, llevan a una lectura ‘vertical’, el ojo baja a
las notas cada vez que tropieza con una alusión desconocida, cortando así el
flujo del discurso. Esta versión en cambio busca salvaguardar el ritmo y el
impulso del verso, sin interrupciones, en una lectura que por contraste
llamaríamos ‘horizontal’. El lector que busque bilingüe y con notas, siempre
puede acudir a la edición de Cátedra, pero lamentablemente esta edición se
encuentra incompleta, falta el cuarto volumen que representa casi un tercio de
la obra en su conjunto.
–¿Se siente satisfecho con
el resultado?
–Estoy contento con
el resultado, al releerlo ya impreso en papel, no me avergüenzo… Lo que sí, sin
duda, con base en las críticas y observaciones que sin duda surgirán a lo largo
de los próximos años, es probable que en algún momento sienta la necesidad de
revisar todo una vez más. Considero que esta traducción es una obra
abierta.