Mostrando entradas con la etiqueta Olga Tokarczuk. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Olga Tokarczuk. Mostrar todas las entradas

jueves, 12 de diciembre de 2019

Proponemos se prohiba el uso del la expresión "realismo mágico" para cualquier obra escrita y publicada después de 1975

El pasado 10 de octubre, la agencia EFE, de España, hizo circular una entrevista con Abel Murcia, el traductor al castellano de Olga Tokarczuk, reciente Premio Nobel de Literatura. Ésta fue publicada por el diario Milenio, de Ciudad de México y se ofrece a continuación. .

 

Olga Tokarczuk, la mejor representante

del realismo mágico polaco

 

La ganadora del premio Nobel de Literatura 2018, la polaca Olga Tokarczuk, es “la mejor representante del realismo mágico polaco”, afirma Abel Murcia, el traductor al español de uno de sus libros (sólo dos han sido traducidos), quien dice de esta autora “poliédrica” que “domina como nadie el relato corto”.

“Hay una parte de Tokarczuk que se puede catalogar sin dudas como realismo mágico, por ejemplo en En un lugar llamado antaño (1996), un realismo mágico eslavo, centroeuropeo, polaco, que bebería directamente de las fuentes de Cien años de soledad”, de García Márquez, aseguró Murcia, que es director del Instituto Cervantes de Varsovia.

Murcia es el traductor de la novela Ara a través de los huesos de los difuntos, publicada en España por Siruela en 2015 y llevada al cine por la directora polaca Agnieszka Holland en 2017. Dentro de En un lugar llamado antaño se crea un universo similar al de García Márquez, con una historia que se desarrolla en una aldea mítica supuestamente ubicada en el centro de Polonia, un microcosmos en el que, en menor escala, se pueden observar las leyes que rigen el universo.

En otro de los grandes éxitos de Tokarczuk, Los corredores (2017), Premio Nike y el Premio Internacional Booker (2018), “la construcción tiene mucho que ver con El Quijote”, subraya Murcia, quien destaca cómo la autora “es capaz de unir múltiples géneros e historias, todo un mundo que puede parecer deslavazado pero que acaba adquiriendo verdadera coherencia”.


“Olga Tokarczuk es una maestra en esto, además domina como nadie la técnica del relato corto” y, de hecho, Los corredores nace de una serie de múltiples historias.

“Es un premio totalmente justificado”, afirma Murcia, quien es también el traductor al español de otra polaca galardonada con el premio Nobel de Literatura (1996), Wislawa Szymborska.

Esta novela es junto con En un lugar llamado antaño la única traducida al español, aunque Agata Orzeszek, traductora de los libros del mítico periodista polaco Ryszard Kapuscinski, está actualmente trabajando en la traducción de varios trabajos de Tokarczuk, según adelanta Murcia.

Ara a través de los huesos de los difuntos, que recibió críticas por su ecologismo radical, es una muestra “de uno de los grandes rasgos de Tokarczuk, una persona preocupada por los principales problemas actuales y por todo lo que tiene que ver con el ser humano”, afirma el director del Cervantes en Varsovia.

“En su obra queda patente lo mucho que ella se interesa por cuestiones como el cambio climático, la defensa del medio ambiente y del ser humano en ese ambiente, con una absoluta apertura de brazos a todo lo que es la naturaleza humana”, añade su traductor.

Tokarczuk nunca ha escondido sus comienzos humildes, como limpiadora en un hotel de Londres, algo puede ser la causa de ese carácter cercano y próximo que suele exhibir, “muy familiar con todo el mundo, con una empatía natural que demuestra en cada encuentro con sus lectores”, recuerda Murcia.

martes, 15 de octubre de 2019

Algo más sobre los dos recientes premios Nobel

Sede de la Fondazione Santa Maddalena, en Toscana
El traductor cubano José Aníbal Campos, residente en Viena desde hace años, viene siendo un activo difusor de las literaturas en lengua alemana. Conocedor como pocos de la obra de muchos de los escritores que la ignorancia del mundo español y latinoamericano no conoce, reflexiona en el siguiente texto sobre Olga Tokarczuk y Peter Handke, los flamantes premios Nobel de Literatura 2018 y 2019, respectivamente.

Dos escritores

En 2014 recibí la sorprendente noticia de que la viuda del autor que me ocupaba por entonces, Gregor von Rezzori, al que dedicaba (y sigo dedicando) todo mi entusiasmo como traductor y divulgador, me invitaba a la residencia para artistas y escritores que, con el nombre de Fondazione Santa Maddalena, Beatrice Monti de la Corte-Rezzori fundó junto a su marido poco antes de que este muriera en 1998. A partir de ese momento, me convertí –sin hacer nada extra para ello salvo ser quien soy y asumirme como soy–, en un huésped asiduo de aquella casa, en la que no solo traduje buena parte de las obras del gran autor de la Bucovina, sino en la cual investigué muchísimo más sobre su vida y su obra, frecuentando a mucha gente que lo conoció y que me aportó una información de mucho valor sobre el escritor. 


Hoy, cuando muchos se preguntan quién es Olga Tokarczuk, he evocado aquella primera visita de 2014, cuando la autora polaca hoy galardonada con el Nobel visitó también por primera vez esa acogedora casona de la Toscana, perdida en un camino que discurre por una de las costillas de los Apeninos, esos barrancos que acaban clavados en el valle del Arno. Nunca llegué a verla en persona, pero allí estaban sus libros (en varios idiomas menos en castellano), allí estaban las nutritivas conversaciones en torno a su figura.

En ese país envilecido que es Hispania Paellae (lugar con ínfulas que solo sirve, si acaso, para ir a comer. Y no en todos los sitios, que hay muchas trampas para incautos turistas) apenas nadie sabe nada de esta magnífica autora. De Handke, en cambio, un mimado del gremio literario, que ahora un periódico como La Razón celebra como “rebelde” (en un juego manipulador del lenguaje que intenta degradar la hermosa voz “rebeldía” a lo que no ha sido más, en muchos momentos, que un desfasado, mimético y epigonal “epater le bourgeois”), correrán en los días siguientes ríos de tinta. Handke puede incluso darse el lujo de rechazar el importe del premio, porque, como mimado que sigue siendo, como constructo de una editorial (Suhrkamp) y de un mundillo literario muchas veces envilecido, ganará el doble vendiendo los derechos de cualquier cosa que escriba a partir de ahora, incluidas sus veleidades de divo.

Su premio es merecido, no lo discuto, existe una obra sólida detrás, y existe un momento de su carrera que fue importante, pero ello no debe hacernos olvidar en ningún caso todo lo que hay de criticable en esa pose de “poeta” que el autor de Carintia siempre ha sabido adoptar con maestría mimética. Me gusta la singularidad del Premio este 2019: por un lado, la Academia premia un modelo desfasado de escritor, el de la pose del “genio”, el del escritor en su torre de marfil que no se ocupa de los asuntos de este mundo, que se huele sus propias pestecillas y solo se mira el ombligo o los sucios espacios entre los dedos de los pies. Y el de una narradora con una fuerza extraordinaria, joven, activa en el mundo que la rodea, una escritora que es también CIUDADANA (independientemente de las ideas que defienda). 

Ojalá que el premio no la envilezca, convirtiéndola en una diva más. Yo, por mi parte, seguiré evocando aquella imagen de la narradora y mujer extraordinaria de la que tanto me nutrí en mi primera estancia en Santa Maddalena.