miércoles, 31 de julio de 2024

Edgardo Scott, escritor y traductor argentino radicado en Francia, visitó en julio el Club de Traductores Literarios de Buenos Aires

El 22 de julio pasado, nuestro invitado fue Edgardo Scott, quien habló sobre sus traducciones para Argentina y España, y también sobre su condición de traducido.

Quienes deseen enterarse, éste es el link: https://youtu.be/atv8guC9e0s



martes, 30 de julio de 2024

"Los peores regímenes políticos, los totalitarios, los más antipopulares, se asentaron siempre en lenguajes desvirtuados, degradados"


El pasado 24 de julio, el escritor y crítico Mario Goloboff publicó en el diario Página 12 la siguiente columna de opinión, a propósito del estado actual de nuestra lengua, que vale para todas las lenguas en general.

El maltrato de la lengua

Un reconocido lingüista irlandés, David Crystal, anunciaba hace poco, para el siglo presente, la pérdida de más o menos la mitad de las seis mil lenguas que todavía se hablan en el mundo. Ahora, la Secretaría General Iberoamericana (Segib), que trabaja en 22 países, le suma y puntualiza que el 38,4 por ciento (poco menos que la mitad) de las 556 lenguas indígenas de América latina y el Caribe están en riesgo de desaparición. “Todas las lenguas indígenas --sostiene-- son consideradas vulnerables”. Es de imaginar lo que todo esto representa como angostamiento cultural, científico, humano para la especie. Seremos infinitamente más pobres, y ello de una manera insensible y, sobre todo, irresponsable.

Dentro de tan pavoroso panorama (y dentro de los retrocesos económicos, sociales y culturales que hoy vive la Argentina), puede parecer menor el problema respecto de nosotros, aunque también, como en otros planos, se trata de una forma de autodestrucción, en este caso de una lengua y, quizás, a largo plazo, anunciador de pérdidas no menos importantes. Me refiero, específicamente, no a la evolución espontánea de la lengua o de las hablas populares, sino a la deformación provocada, manipulada por los medios, fundamentalmente audiovisuales y en menor medida escritos.

Es común leer y escuchar a comentaristas y a así denominados “formadores de opinión” hablar con un lenguaje descuidado, irrespetuoso, voluntaria y rebuscadamente soez. La mayoría de ellos se dicen modernos, actualizados, y parecen pensar que es más democrático o más popular dirigirse a sus lectores o auditorios con palabras que suponen ser del pueblo.

En primer lugar, se trata de un error de hecho: cualquiera puede comprobar que la gente del pueblo quiere, todavía, hablar y escribir bien. Cuando se le ofrece un micrófono o un medio de prensa escrita a un trabajador, éste se esmera por exponer sus ideas de un modo que considera culto y bien formulado, y que traduce el sentimiento popular de lo que en otras épocas fue una actitud casi reverencial ante la palabra pública o escrita.

Luego, considerar que determinado sector de población, por ocupar los lugares más bajos de la escala económica y social los ocupa también en la escala cultural (y que por eso hay que dirigir el mensaje hacia abajo), es, lejos de una pretendida estimación, esencialmente reaccionario, e implica confundir progresismo con populismo de derecha, es decir, la variante aristocrática, de señores (“propia de libertos romanos”, escribía Cesare Pavese), que aceptan tratar con clases más bajas, y para ello intentan reducir las que (calculan) son distancias verbales.

Pero una lengua, como advierte George Steiner, no es solamente un modo de comunicarse en y con el mundo, es asimismo una visión del mundo. ¿Qué visión del país, de nosotros, de los otros, habremos de tener con un lenguaje degradado? Es cierto que el fenómeno parece universal o, por lo menos, occidental: en algunos países se advierte una verdadera restricción de la competencia lingüística, una reducción del vocabulario a límites cada vez más estrechos. Y también se verifica que los lenguajes cotidianos suman a esa restricción la incorporación de vocablos antes prohibidos u ocultados, lo que nuestros mayores llamaban "las malas palabras" o, con buena figura, “de boca sucia”, que son hoy de uso permanente, casi abrumador y hasta de uso oficial. Este hecho, aparte de rozar el terreno de la inmoralidad y de la falta de respeto al otro, refuerza la impresión de una escasez, de una estrechez de voces.

A estos elementos habría aún que agregar otro, que tiene que ver con ellos en el mal uso o en la sintomatología, pero que reviste características específicas: los errores, las deformaciones, los malos empleos, las malas conjugaciones, los “dequeísmos” y los “queísmos”, el género y el número usados como venga, pleonasmos, solecismos, barbarismos a granel; en suma, las frases de discursos que ya son moneda corriente en nuestros medios y que de ahí pasan, insensiblemente, a nuestra habla cotidiana. Los ejemplos vienen desde arriba: funcionarios, ministros (inclusive, en el pasado, alguno de Educación), dirigentes políticos e institucionales, voceros presidenciales que no diferenciaban (y decían no diferenciar) un sustantivo de un adjetivo, y hasta presidentes (entre los últimos, un entusiasta partidario del “vuelvo a reiterar” y del “hace dos años atrás”, así como el actual, que abunda, y hasta Carlos Melconian lo critica, en el insulto, lo soez y lo escatológico. (Ya, de lo escatológico, la letra que faltaba: la palabra feliz y reposada de cierta autoridad sobre ”la panza de los animales”...).

Todo esto daría lugar a otro conjunto de reflexiones. Por una parte, puede pensarse qué relación guardan estos hechos con el aumento de la desconfianza popular, cada vez más difundida, en la voz pública. En efecto, si ésta no respeta ni valoriza la propia palabra, el propio discurso ¿por qué concederle tanta atención? Y lo que tal vez sea más grave: ¿cómo creer en las palabras si éstas no tienen ninguna jerarquía, ningún valor? Si quienes debieran jerarquizarlas las trivializan, las confunden, las corrompen...

En segundo término, qué otro tipo de vinculación puede tener el tema con nuestra historia reciente, es decir, hasta dónde esa degradación acompañó (cuando no originó) otras declinaciones. Solo un ejemplo: ¿a qué se debe esta generalización de un lenguaje de cuartel?

Los peores regímenes políticos, los totalitarios, los más antipopulares, se asentaron siempre en lenguajes desvirtuados, degradados. Basta releer algunas consideraciones de Thomas Mann sobre el alemán, o las del mismo Steiner, para comprender hasta qué punto la relación es estrecha, y cuánto hay de causal y de recíproco entre unos y otros. Defender, por el contrario, la riqueza y cierta jerarquía de la lengua, fue siempre patrimonio de gente preocupada por la defensa y el verdadero bienestar de sus comunidades, algo que uno de los bellos epigramas de Ernesto Cardenal resume sabiamente: “Le saquean al pueblo su lenguaje. /Y falsifican las palabras del pueblo. / (Exactamente como el dinero del pueblo.) / Por eso los poetas pulimos tanto un poema. / Y por eso son importantes mis poemas de amor”.

lunes, 29 de julio de 2024

Eduardo Berti y su pasión por las palabras

"Otras palabras. Jugar y crear con diccionarios es el último libro publicado por Eduardo Berti. Se trata de un recorrido apasionante por los que él llama "antidiccionarios" desde Flaubert a Adolfo Bioy Casares y muchos otros autores menos conocidos. Erudito y divertido." Tal es la bajada de la entrevista que Mónica López Ocón mantuvo con Eduardo Berti, puiblicada por Tiempo Argentino, el pasado 27 de julio.

"Como las leyes, los diccionarios también cambian"

«Acento»: el humo de la pronunciación (Le Carnaval du dictionaire, Pierre Véron). «Golf»: juego para ratones que se han vuelto ricos, (Gregerías, de Ramón Gómez de la Serna.) «Amirante»: parte de un buque de guerra que se encarga de hablar, mientras el mascarón de proa se encarga de pensar. (Diccionario del Diablo, Ambrose Bierce)

Estas tres definiciones corresponden a lo que Eduardo Berti llama diccionarios alternativos, personales y también antidiccionarios. A estos diccionarios sui generis está dedicado su último libro: Otras palabras. Jugar y crear con diccionarios (Adriana Hidalgo)

En él Berti muestra una apabullante erudición que no está puesta al servicio de la rigidez académica, sino del juego y la diversión. Es muy poco probable, por no decir imposible, que exista otro libro como este, verdadero gabinete de curiosidades del lenguaje.

Si no fuera el enorme escritor que es, seguramente Berti sería mago, inventor de objetos imposibles o creador de juguetes que jamás se le ocurrieron a nadie. También podría dedicarse a hacer tutoriales que enseñaran a realizar objetos de origami plegando palabras, a convertir todos los acentos de un libro en un aguacero y a transformar los paréntesis en sonrisas.

Consejo para el lector: si llega a sus manos un ejemplar de Otras palabras, no lo preste porque no se lo van a devolver. El consejo puede parecer egoísta pero está dictado por el sentido práctico. El libro de Berti se lee de un tirón, pero la lectura no se agota allí. Como las enciclopedias y los diccionarios, es un libro de consulta, de esos que uno saca de la biblioteca y lee nuevamente cuando se quedó con una inquietud sobre un tema específico o, sencillamente, cuando siente deseos de deslumbrarse otra vez.

Diccionarios según Berti
Me cuesta entender cómo hiciste un libro que tiene un trabajo enorme, que pone en evidencia una gran erudición y que, a la vez, tiene una escritura tan atrapante.
–Para mí esto último era un propósito, que resultara entretenido de leer, de modo que me alegra que lo digas. 

A la vez, Otras palabras me obligó a cuestionarme conceptos. Por ejemplo que el diccionario no es un libro objetivo, sino que tiene una carga de subjetividad y que los conceptos que aparecen en él están profundamente ligados con la época. Vos das el ejemplo de un diccionario que le otorga a la palabra ocio apenas unas líneas y muchas a la palabra trabajo. Eso ya te dice algo.
–El diccionario no es objetivo porque es una creación humana que está vinculada a una cultura, a una época. Hay un grupo que decide qué palabras son las que van y cómo se definen. Es inevitable que los diccionarios tengan un componente subjetivo, pese a que el propósito es que sean lo menos arbitrarios posible. Además, las lenguas cambian, entonces resulta imposible fijarlas. Si las sociedades cambian, cómo no van a cambiar los diccionarios. Sería algo contradictorio, sería casi utópico pensar que los diccionarios no cambian. Esto no implica que sean inútiles, sino que, como las leyes, también cambian.

–¿Los antidiccionarios cuestionan la supuesta objetividad de los diccionarios?
–Creo que sí. El origen de Otras palabras fue mi pasión y mi gusto por los antidiccionarios, como yo los llamo para generalizar, o por los “otros” diccionarios. El libro se llama Otras palabras, pero se podría llamar "Otros diccionarios" u "Otras formas de hacer y usar los diccionarios". El libro comenzó por mi pasión por esta otra tradición de los diccionarios. Interesarme por esto me llevó inevitablemente a preguntarme si estos otros diccionarios son una alternativa a los diccionarios con D mayúscula. Imposible no preguntarse por los diccionarios oficiales, si uno se va a interesar por los otros. Creo que los antidiccionarios, si bien son muy distintos entre sí, todos desconfían de ciertas ideas que uno puede tener alrededor de los diccionarios. Desconfían de ciertas virtudes que se les asignan a los diccionarios oficiales: no se equivocan nunca, son neutros. Los antidiccionarios sacuden los cimientos de estos conceptos de diversas maneras, muchos de ellos con humor, otros con definiciones más poéticas, con una mirada más absurda, con comentarios al pie. En algunos casos se trata de inventar otras definiciones y, en otros casos se hace de cuenta que se toman las definiciones al pie de la letra pero los que hacen temblar las convicciones son los ejemplos. También se inventan neologismos para mostrar lo arbitrario de una lengua: por qué en algunas culturas hay una palabra para un caballo de tal color, por qué no hay una palabra para una determinada acción. Las variantes son muchas.

Recordé un fragmento de José Pedroni que dice: “me interesaba el diccionario en tres o cuatro palabras”. Se refería a palabras relacionadas con lo sexual. Quizá ya no sea así, pero hace mucho los chicos buscaban en el diccionario un saber sexual. Aunque la solemnidad de los diccionarios parezca lo menos relacionado con el sexo.
–Sí, hay un montón de lecturas “subversivas” que se pueden hacer con los diccionarios, desde buscar palabras sexuales o guarangas, como decíamos cuando éramos chicos, hasta buscar malentendidos o contrasentidos. Además, como cuento en el primer capítulo, hay muchos juegos que se hacen a partir del diccionario. Esto, pese al gran trabajo que hacen las academias con los diccionarios, siempre hay un momento en que muestran sus pies de barro, sus aporías y contradicciones. Hay construcciones imperfectas en todas las obras humanas, entre ellas, la lengua.

–Además, una cosa es el diccionario y otra muy distinta el uso de la lengua.
–Exactamente. El uso es otra cosa. Y ahí entramos en el uso poético literario, en todos los usos que no son el uso práctico de la comunicación.

–En el libro decís que el siglo XIX es el siglo del diccionario y, en consecuencia, de los antidiccionarios porque hay una crisis del lenguaje. ¿Cuál sería esa crisis?
–En que se empieza a dar la conciencia cada vez mayor de lo que luego los lingüistas van a formalizar como la arbitrariedad del signo lingüístico y la arbitrariedad de las lenguas, pero sobre todo la idea de que las palabras no son tanto la imagen de las cosas, sino la imagen nuestra de las cosas, el carácter subjetivo del lenguaje. Esto se da en un momento en que en la Viena de fin de siglo aparecen una serie de escritores y de textos, desde ensayistas como Karl Kraus hasta la Carta de Lord Chandos que reflexionan sobre esto y que incluso instalan esa crisis. A partir de esta crisis se instala de una manera más amplia la desconfianza hacia la palabra.

–Como vos mencionaste antes, los antidiccionarios subvierten la palabra instituida. Me encantó una de las Greguerías de Ramón Gómez de la Serna que dice que un tornillo es un clavo peinado con raya al medio. Se trata de una desautomatización de la percepción que era el ideal del arte de los formalistas rusos.
–Exactamente, el extrañamiento. No creo que Gómez de la Serna quisiera hacer un diccionario con su suma de Greguerías, pero sí que gran parte de ellas responden de manera muy lúdica a la forma de la definición. Lo que creo que hace y en eso es un maestro, es mirar el mundo como si viera por primera vez, con un gran extrañamiento. Además, tiene un don para las analogías y comparaciones que es increíble. En él se conjugan muchas cosas: el humor surrealista, el extrañamiento de los rusos, la herencia de la poesía española… Y no me extraña encontrar ecos de él en escritores como Cortázar, por ejemplo cuando da consejos para subir una escalera. Ahí hay un extrañamiento pero puesto de una manera más narrativa, menos poética. Lo que tiene Gómez de la Serna es una síntesis increíble. Adoro las Greguerías y siempre vuelvo a ellas. Las llamo «Ramonerías» y me he animado humildemente a escribir algunas. En la reedición que se hizo en España de La vida imposible le agregué al final unas cuantas Ramonerias como si hubiera un mono imitando a Ramón (risas).

–Los diccionarios tienen algo lúdico que en algunas estéticas o movimientos se vuelve sustancial, por ejemplo, en la OULIPO (Talleres de Literatura Potencial, por su sigla en francés). Vos decís en el libro que para escribir una novela como La desaparición de George Perec, en que prescinde de la “e”, que es la letra más frecuente en francés, el diccionario es una herramienta muy útil precisamente porque tiene un potencial.
–Sí, de hecho la primera idea formal inventada por el grupo está íntimamente ligada con un diccionario. Es S+7 que en su versión original S era sustantivo y se trataba de remplazar cada sustantivo de un poema conocido porque esa era la gracia. Se trataba de subrayar todos los sustantivos y de reemplazarlos por el séptimo consecutivo de un diccionario. Es decir que el diccionario estuvo desde el arranque de OULIPO como herramienta, pero usado de una manera que no es la que estaba prevista cuando se hizo el diccionario. El uso de ese diccionario está ligado más bien a la idea de desvío. Lo que me resulta muy interesante es que un diccionario, que supuestamente sirve para fijar. El método está en franco retroceso porque ya casi no hay diccionarios en papel, por lo cual ya no es tan fácil saber cuál es la séptima palabra que viene.

viernes, 26 de julio de 2024

Convocatoria para el premio M'Illumino/D'Immenso 2024

 

Otra vez la traductora y gestora cultural Barbara Bertoni nos envía las bases para la versión de este año del premio M'Illumino/ D'Immenso.

Como el año pasado, hay una convocatoria para la traducción de dos poemas del italiano al español:


y otra para la traducción de dos poemas del español al italiano:


El premio es de 1000 euros. Las convocatorias se cierran el 20 de agosto.

Este año, además, hay también un premio para las traducciones del italiano al portugués:

https://iicrio.esteri.it/wp-content/uploads/2024/05/Bando-MIDI-portoghese-2024-in-portoghese.pdf

El premio es de 1000 euros.

jueves, 25 de julio de 2024

Leonardo Loscertales, director de la editorial española Turner, emula a Hernán Cortez

"Turner es una editorial de ensayo, arte y fotografía. Además, ofrecemos servicios editoriales de alta calidad, realizando proyectos para terceros con distribución global tanto en español como en inglés. Tenemos implantación en España y México. Buscamos el enriquecimiento intelectual a través de la búsqueda de nuevos enfoques, que plasmamos en formatos atractivos e innovadores, que promovemos activamente." Tal es la curiosa presentación de la editorial española Turner, cuya presencia en México parece llegar a su fin de manera escandalosa. Es lo que se desprende de la nota publicada por Yanet Aguilar Sosa, el pasado 17 de julio, en El Universal, de México, que se reproduce a continuación.


Turner México, en debacle: incumple contratos y adeuda a varios escritores

Por lo menos desde hace año y medio, aunque en realidad marcan el principio de la debacle a finales de 2021, la editorial española Turner, con medio siglo de historia (se fundó en 1973), y con 15 años establecida en México (marzo de 2009), ha incumplido el pago de adelantos por contratación de libros y pago de regalías por títulos publicados de 2021 a la fecha, han denunciado, a través de redes sociales, autores mexicanos como Brenda Ríos y Mauricio Montiel Figueiras, a cuyas voces se suman otros autores como Diego Olavarría, Eduardo Huchín y Gabriel Bernal Granados, quienes dan cuentan de la situación de esta editorial emblemática por su apuesta por el ensayo y textos de no ficción, a través de su sello Noema.

El pasado miércoles, en Facebook, la escritora Brenda Ríos, quien tiene publicados con Turner dos libros, Raras. Ensayos sobre el amor, lo femenino, la voluntad creadora y Hombres de verdad, y que incluso fue editora de Turner medio año, denunció el incumplimiento de su contrato por parte de la editorial que dirige el administrador español Leonardo Loscertales, así como el cierre de la oficina que la editorial tiene en México. Una situación que ha hecho visible la crisis económica por la que atraviesa desde hace varios años, pero también la falta de ética y desprecio con la que trata a los escritores que, como apunta Mauricio Montiel, son el primer eslabón en la cadena editorial: “sin autores no hay editores”.

Ríos, quien conoció “el caos” desde adentro, asegura que desde que al editor Ricardo Cayuela ya no le renovaron su contrato como director editorial Turner España, “ya no hubo dinero en Turner México y entonces Turner México se congela desde hace año y medio y los libros se distribuyen por inercia”.

Montiel, autor de Un perro rabioso: Noticias desde la depresión, publicado en 2021, dice que es “la historia de una debacle editorial brutal”, que apunta a que está editorial que era celebrada por hacer libros muy cuidados, se va a quedar sólo como Turner España, pero con este modelo de servicios editoriales y hacer Coffe Table Books. “Al parecer desde que llegó Santiago Fernández de Caleya (el anterior dueño) a la editorial, fue como la crónica de una muerte anunciada, entonces nos quedamos un montón de autores publicados aquí en México específicamente, sin mucho”, dice y agrega: “hasta donde sé, vi que acaban de estar en un stand en la Feria del Libro de Madrid con firmas de autores españoles, pero no sé cómo estará el tema de los derechos de todos los autores españoles, los autores traducidos y de los propios los traductores”.

Ríos y Montiel son parte de un grupo de autores que publicaron con Turner, en su sello Noema, en tiempos de Ricardo Cayuela, quien apostó por abrir los horizontes del catálogo con autores mexicanos como Pablo Soler Frost, Fernando Fernández, Diego Olavarría, Gabriel Bernal Granados y Eduardo Huchín, entre otros, que hoy siguen viendo sus libros a la venta en librerías físicas y en plataformas digitales, pero no han recibido pagos con sus regalías por ejemplares vendidos ni les han pagado adelanto.

El escritor, traductor y editor Gabriel Bernal Granados, quien publicó con Turner, en 2021, el libro Leonardo da Vinci. El regreso de los dioses paganos, califica esta actitud de la editorial con sus autores como un “penoso y triste asunto”. A él le contrataron el libro sin pago de adelanto por la situación de la editorial en la pandemia, pero se comprometieron a pagarle regalías de manera muy puntual e incluso antes de lo estipulado en los contratos ordinarios que se firman con los autores. “Pasa el tiempo, se publica el libro, y esto no sucede. No hay corte de regalías, las tuve que gestionar a través de una inconformidad que firmamos varios de los autores de Turner, donde se hablaba de las anomalías en cuanto a los cortes y a los pagos; sin embargo, los pagos nunca se produjeron, nunca me pagaron adelanto, nunca me pagaron regalías”.

En tanto, el cronista y ensayista Diego Olavarría, autor de Honduras o el canto del gallo, asegura que su contrato, firmado los primeros meses de 2022, estipulaba el pago de un adelanto, que no se efectuó. “El libro se fue a imprenta y el adelanto nunca llegó, cosa que ya es una práctica irregular… avanzamos con la publicación, con la promoción, seguí insistiendo en el tema y a la fecha no me lo han pagado, son más de dos años y medio y nada”.

Hace un año les mandaron desde Turner a varios autores acuerdos para “el pago de este adelanto, porque se lo deben a más de una persona, y quedamos con ellos en darles incluso flexibilidad para que fuera más sencillo para la editorial. Yo acepté un acuerdo de pago a meses, pero tampoco se materializó”.

Una acción deplorada por el escritor, editor y músico Eduardo Huchín Sosa, quien cuenta que, en su contrato, “Turner había prometido un adelanto, que nunca llegó. Cuando el libro, por fin salió al mercado, cumplí con mi parte: hice todas las presentaciones que me fueron solicitadas y ofrecí las entrevistas pactadas. La editorial, en cambio, no cumplió: no me dio las regalías que me correspondían. Es más, ni siquiera he recibido información respecto a la venta de mis libros”.

También cuenta que la contratación del libro, las gestiones de promoción y los primeros intentos por hacer que cumplieran el contrato se dio a través de su agente literario. “El año pasado hubo un acercamiento con la promesa de resolver el adeudo, pero esas pláticas no fructificaron cuando nos plantearon un plan de pagos totalmente injusto. A últimas fechas, yo quise seguir con las conversaciones, pero Turner en España sufrió muchos cambios y perdí comunicación con ellos”.

Todos los escritores coinciden en la pésima y penosa actitud con la que ha actuado la dirección general de la editorial a cargo de Leonardo Loscertales. Brenda Ríos y Mauricio Montiel, quien incluso fue el primero, en 2023, en denunciar el incumplimiento y adeudo por parte de Turner, cuentan que como respuesta les pidió rescindir los contratos y retirar sus libros de librerías y destruirlos.

El Universal solicitó entrevista con Loscertales, vía correo electrónico. Respondió que el problema es que él se acaba de incorporar a la editorial en marzo y que está “abordando varios asuntos muy importantes y pendientes que me han retenido de viajar a México hasta la fecha, apreciaría su paciencia y comprensión mientras resuelvo estos asuntos”. Y agrega: “Ni mucho menos se contempla el cierre de la filial mexicana. De hecho, nuestro plan es retomar la esencia de Turner en México, enfocándonos en los libros de arte e ilustrados con un enfoque mexicano y una distribución global”.

miércoles, 24 de julio de 2024

Toda la poesía de Eliot, traducida en México

El poeta y traductor mexicano José Luis Rivas (1950), en 1990, publicó Poesía completa de T. S. Eliot, trabajo que, en su momento, le valió el prestigioso Premio Xavier Villaurrutia. Pero, como suele suceder, no quedó satisfecho con su labor y treinta y cuatro años llevó a cabo una nueva traducción que, con el título T. S. Eliot. Poesía reunida / The Complete Poems (1909-1967), editó recientemente la Universidad Veracruzana y la Universidad Autónoma Metropolitana en versión bilingüe muy ambiciosa. El volumen se publicó con un excelente prólogo del poeta, traductor y científico Carlos López Beltrán. Por su extensión, y con la debida autorización, ofrecemos las partes referidas a la historia de la traducción de Eliot.

El shock del pasado. Un T. S. Eliot para el nuevo siglo.

Una topografía gruesa del tamaño y los alcances de la obra poética de T.S. Eliot no es difícil de imaginar. Podemos orientar la imaginación usando herramientas de búsqueda contemporáneas. El visor Ngram analiza la frecuencia de menciones de su nombre. Éstas crecen tímidamente entre 1915 y 1960, momento en el que se dispara una curva exponencial aceleradísima, casi vertical que llega a su cima en 1987. De ahí en adelante, la curva comienza descender despacio, con rebotes leves en 1998 y 2014. Actualmente esas menciones siguen altas, en los niveles de 1978, pero la tendencia sigue en descenso. Al parecer, los años entre 1960 y 1990 vieron el apogeo de la influencia mundial de Eliot. Una gran cantidad de ediciones y traducciones a decenas de idiomas se trajeron a la luz entonces. Y no se ha dejado de hacer, aunque con menos celeridad. El premio Nobel de 1948 otorgado a Eliot sin duda impulsó este fenómeno. Su principal dinamismo deriva sin embargo de la llegada a la madurez en todo el planeta de una generación de lectores y críticos de poesía ya completamente cultivada y adiestrada en la poética eliotiana. En ella se ubica José Luis Rivas, virtuoso traductor al español de este volumen. Además de a una industria académica eliotiana muy grande, que seguramente también tuvo su auge en las décadas mencionadas, la expansión de la influencia de Eliot surfeó sobre las olas de la actividad de poetas mismos. Y de los traductores. Muchas veces encarnados, como en este libro, poeta y traductor, en la misma persona. Eliot es con toda su potencia una nueva ortodoxia. Los lectores de Eliot hoy están en todas partes y, gracias a sus decenas de traductores, de varias generaciones ya, su obra y sus alcances sigue desdoblándose y consolidándose. Casi todas las lenguas de la Tierra han sentido el campo gravitatorio de Eliot. Podríamos explorar su presencia en la poesía de Rusia (donde influyó a Anna Akhmatova gracias a Boris Pasternak, y después notablemente a Joseph Brodsky). O en la poesía de la India. O la de Hungría. ¿Qué tal la de China?

A través de secuencias de traducciones, los lectores y los creadores de China, encuentran puentes bien construidos que conectan los dominios poéticos de ambas latitudes. ¿Porqué es Eliot tan importante para todos en el mundo actual? se pregunta -por ejemplo- Qiu Xiaolang, poeta, novelista y traductor. Y se contesta: “Mientras la lengua sea una barrera, la poesía en sí misma nos da una razón para superar esa barrera. Disfrutar de la poesía de otro idioma es disfrutar de la comprensión de los seres humanos que viven con esa lengua: se trata de un entendimiento que no se puede conseguir de ninguna otra manera. Pienso que con la poesía las personas de diferentes naciones e idiomas distintos consiguen un entendimiento mutuo que, no importa cuán parcial sea éste, será siempre esencial.” La no especificidad y la flexibilidad del lenguaje modernista, agrega Lioi T., otro traductor de Eliot, es altamente compatible con el idioma chino, y acerca la poesía Occidental al lenguaje y al pensamiento de China. Se ha dicho por otro lado que después de los aciertos y los equívocos de Pound, y de muchos otros traductores entre el chino y las lenguas europeas, influidos todos por las revoluciones estéticas modernistas, los poetas chinos posteriores a la revolución cultural, consiguieron abrir en China brechas de expresión poética inaccesibles a los censores que permitieron modernizar su expresión poética sin toparse con los muros o los golpes del Estado.

¿Y cómo le ha ido a T.S. Eliot en español? Algunas investigadoras han hecho el intento de llevar la cuenta de las traducciones de la obra de Eliot en el mundo hispanohablante. Nada más de La Tierra Baldía, Teresa Gibert cuenta hasta hace unos años cerca de 30 traductores, y como 50 ediciones. Con nombres diversos, como Yerma, Tierra yermaTierra desolada, Tierra inútil, y similares, esta obra destaca por el fuerte imán que ha sido para los traductores. Los dos primeros traductores al español de The Waste Land fueron un diplomático mexicano, Enrique Munguía, y un escritor puertorriqueño Ángel Flores. Ambos publicaron sus versiones en 1930 y tuvieron una ligera disputa de prioridad, ya que Flores le había pedido por correspondencia exclusividad a Eliot. Después de ellos, docenas de traductores, y unos cuantos poetas de primera línea (como Alberto Girri, León Felipe, José Coronel Urtecho, Ernesto Cardenal, Jaime Gil de Biedma, José Emilio Pacheco, José Luis Rivas) han trasladado a nuestra lengua obras diversas de Eliot. Los esfuerzos recientes con La Tierra Baldía de Jordi Doce en España y de Gabriel Granados Bernal y Hernán Bravo Varela en México me han parecido notables. Menos que aquella obra pero también de modo abundante se han traducido los Cuatro Cuartetos. Tengo predilección por la traducción comentada del gran Esteban Pujals Gesalí (1988) aún por sobre la exacta y pulida versión mexicana de José Emilio Pacheco (1989).

martes, 23 de julio de 2024

¡Hoy, la Argentina! ¡Mañana, el mundo!

Continuando la polémica desatada por la ignorancia del ministro Sturzenegger, el 19 de julio, en La NaciónDaniel Gigena publicó otra nota a propósito de la posible eliminación de precios únicos en el mundo del libro argentino, donde se recoge las opiniones de editores y libreros. Según la bajada, "El ministro de Desregulación y Transformación del Estado sostuvo que el Gobierno insistirá en derogar la ley que establece un precio fijo para los libros; 'En los países donde se quitó la ley, luego de un tiempo volvieron a subir', dijo el presidente de la Cámara Argentina del Libro".

Libreros y editores versus Sturzenegger: “Una ignorancia profunda”

Tras las declaraciones hechas a La Nación por el ministro de Desregulación y Transformación del Estado, Federico Sturzenegger, sobre la tentativa oficial de derogar la ley 25.542, promulgada en 2002 y conocida como “de defensa de la actividad librera”, que establece que los libros tengan un precio fijo en todo el país, entidades del sector librero y editorial manifestaron su preocupación e hicieron llegar sus respuestas.

“Es un tema que de una manera u otra vamos a abordar -dijo el ministro a este diario esta semana-. La prohibición de que los libros no puedan ser más baratos nos parece algo de una crueldad y de una actitud anticultural increíble. Hay amplia evidencia de que permitir los descuentos reducen el precio; es algo obvio. En Estados Unidos, la irrupción de Amazon hizo que los libros hoy salgan 40% menos que hace diez años”.

Si se derogara la norma que fija un precio de venta al público uniforme en todo el país, las cadenas de librerías, las grandes superficies como supermercados e hipermercados y la plataforma Mercado Libre podrían vender libros a precios más bajos que los sugeridos por las editoriales y afectar a librerías chicas e independientes, que tendrían dificultades para competir. Sturzenegger, que cree que la derogación de la ley hará bajar los precios de los libros, sugirió que estas “deberían reconvertirse”.

Las libreras Mónica Dinerstein y Cecilia Fanti, en representación de la Cámara Argentina de Librerías Independientes (CALI), enviaron una declaración. “Queremos remarcar un punto y es que el ministro Sturzenegger dice que la derogación de la ley de defensa de la actividad librera no está en la nueva ‘ley hojarasca’ así como no estuvo en la versión final de la ‘ley Bases’. Por lo tanto, el titular de la nota bien podría haber sido ‘Por el momento el gobierno no se propone modificar la ley del libro’. Sin embargo, sostiene que, en un futuro, el Poder Ejecutivo lo abordará. Tal y como están las cosas, la ley se mantiene y entendemos que el consenso del sector y el trabajo intersectorial que se ha realizado desde diciembre con las cámaras y legisladores de todos los frentes puso en relieve el valor y la importancia de que esta ley exista”, confían.

Las representantes de la CALI estiman que “instalar la idea de que la ley prohíbe que los libros sean más baratos proviene de una ignorancia profunda sobre el sector, la industria del libro y nuestras problemáticas”. “Lo venimos discutiendo de un tiempo a esta parte: uno de los grandes problemas del precio actual de los libros ha sido el alto costo del papel que representa más de la mitad del costo en la producción de un libro”, indican.

“Pero además, lo sostiene con un dato falso que es la caída de los precios en Estados Unidos con Amazon en el mercado -puntualizan Dinerstein y Fanti-. A eso lo llamamos dumping y básicamente es el trabajo que hacen los grandes jugadores para borrar a la competencia e instalarse como única alternativa. Esto es, los precios bajan en un principio, asfixian a la competencia y luego, como no tienen más competencia, los precios vuelven a subir. En el camino, quedan librerías y editoriales que no pueden sostenerse y, por lo tanto, la bibliodiversidad se reduce, los precios terminan subiendo y encima se pasa a leer solo lo que la plataforma y los grandes jugadores ofrecen y les resulta rentable. Hace menos de un año el gobierno de Estados Unidos demandó a Amazon por prácticas monopólicas. Hoy por hoy, toda la cadena del libro trabaja en el marco de esta ley. Y mientras las grandes cadenas o supermercados pueden tener ventajas competitivas por su tamaño y sus acuerdos con los distribuidores, las librerías pequeñas ya trabajamos con márgenes más pequeños y nos sostenemos definiendo nuestros perfiles, nuestra especificidad y el servicio y especialización que brindamos en nuestros locales”.

Al ser consultado por este diario sobre el dumping y la “uberización” del sector del libro, Sturzenegger sostuvo que Uber era “la cosa más maravillosa del mundo”. La Nación pudo saber que algunos ejecutivos de grandes grupos editoriales trasnacionales ven con buenos ojos la derogación de la ley 25.542. No obstante, el director general de Penguin Random House (PRH) para América Latina, Javier López Llovet, confirmó a este diario que PRH y el Grupo Planeta estaban “absolutamente en contra de la derogación de la ley”. “La experiencia obtenida en nuestras empresas editoriales de la gestión en diversos mercados, europeos, norteamericanos, asiáticos, etcétera, nos ilustra de la importancia de contar con una ley de estas características en nuestro país”, sostuvo.

Para las libreras agrupadas en la CALI, el Gobierno quiere desregular un mercado que funciona. “Y funciona bien -concluyen-. Si tanto les preocupan los lectores, sería hora de que pensaran políticas serias para fomentar el libro y la lectura, crear nuevos lectores y acompañar al sector; no romper un mercado y una industria que funciona, crece y viene profesionalizándose al nivel de ser modelo en todo América Latina desde hace más de dos décadas”.

La Cámara Argentina del Libro (CAL), que preside el editor Juan Manuel Pampín, también se expidió al respecto. Por un lado, recicló un comunicado de cuatro puntos, difundido a inicios de año, cuando la derogación de la ley 25.542 estaba incluida en la ley Bases (la iniciativa fue retirada durante el debate legislativo). Allí se destaca que la ley “es un acuerdo intrasectorial, propuesta por el propio ecosistema” y que “todos” entienden como beneficiosa; que, “para un Gobierno tan preocupado por el tema fiscal, esta ley cuesta cero pesos”; en tercer lugar, que “el precio único permite darle estabilidad al mercado, permitiendo un cálculo correcto de regalías para los autores y es una ayuda fundamental contra la piratería”, y, por último, que “la ley argentina está basada en la legislación francesa de 1970” y que la Argentina cuenta con una ley modelo “que países como Colombia, Chile o México quieren copiar”. Advierten que, en Inglaterra, cuando se quitó la ley de precio fijo, “en un período de cinco años se redujo un 30% la cantidad de librerías”.

“La Argentina tiene una población que en más del 50% está bajo la línea de pobreza -dice Pampín a La Nación-. El libro, como todo consumo cultural, lamentablemente no es prioritario y es obvio que una persona que no puede alimentarse bien, o no vive en un lugar digno, poco puede pensar en leer. Debemos pensar en agrandar la torta y no en achicar la porción. Quitar la ley, irá claramente en ese sentido”.

Sobre el precio de los libros, el presidente de la CAL remarca que “la porción del costo industrial más importante del libro es el papel, que hoy es, aproximadamente, el 55% cuando ese costo históricamente era del 30%”. También hizo referencia al dumping: “La evidencia marca que, en los países donde se quitó la ley, si bien en un inicio los precios bajaron, luego de un tiempo volvieron a subir”.

“Debemos entender que la Argentina tiene unas 1200 librerías y que la ‘tirada de moda’ de las novedades es de setecientos ejemplares, un 40% menor que en 2016 y un 25% menor de lo que se editaba en 2019 -detalla-. Con lo que hoy se produce no se puede entregar un ejemplar por librería”.

El secretario de la Federación Argentina de Librerías, Papelerías y Afines (Falpa), Carlos Morón, dio a conocer su punto de vista sobre los dichos del ministro. “Esta ley se basa en la ley Lang de Francia, creada para promover las librerías y garantizar un precio justo de los libros -dice-. Las librerías cumplen una doble función: comercial y cultural. En Francia, la derogación de esta ley debido al surgimiento de las cadenas FNAC ocasionó la desaparición del 15% de las librerías en el primer año y de otro 10% el año siguiente. Esto llevó al gobierno francés no solo a restablecer la ley, sino también a implementar medidas adicionales para asegurar la supervivencia de las librerías en todo el país. En Inglaterra, la derogación de una ley similar provocó un aumento promedio del 20% en los precios de los libros”.

“¿Es cierto que la derogación de la ley disminuye el precio de los libros? -se pregunta Morón-. Depende. Los libros más vendidos podrían ofrecerse a menor precio, pero los menos vendidos subirían significativamente de precio. Las pequeñas librerías, sin la venta de los libros más vendidos, no pueden subsistir y terminan cerrando. Los libros sólo se conseguirían mediante envío, al menos en pequeñas y medianas ciudades, encareciendo su costo entre un 20% y 30%, y reduciendo drásticamente la bibliodiversidad. El precio actual no es arbitrario. Lo fija la editorial y no hay competencia porque cada título es único. Es el resultado de un acuerdo entre todos los integrantes del sector, no una imposición, para asegurar la existencia del entramado de librerías en Argentina, un orgullo tanto para funcionarios como para cualquier argentino preocupado por la cultura”.

Por último, el secretario de Falpa sostiene que no se busca la intervención del Estado, “sino regular los precios dentro del sector, compuesto por quienes conocen el negocio”. “Queremos librerías con autores charlando, cuentacuentos promoviendo la lectura a los más chicos, talleres literarios y libreros que aconsejen a los lectores. No queremos depósitos llenos de electrodomésticos y herramientas con un pequeño sector de libros. Esperamos que los funcionarios y legisladores, que también escriben libros y se sienten orgullosos de verlos en las vidrieras, comprendan la importancia de preservar las librerías”.

lunes, 22 de julio de 2024

Cada vez se encienden más alarmas alrededor de los libros argentinos

El pasado 20 de julio, Omar Genovese publicó en la sección Cultura del diario Perfil, un artículo que continúa y amplía lo escrito por Daniel Gigena sobre la ley de precio único del libro. En la bajada se lee: "La ley que fuera sancionada en 2002 y que todos consideran beneficiosa corre el peligro de ser derogada. El nuevo ministro de Desregulación y Transformación del Estado, Federico Sturzenegger, se refirió a la posible anulación de la Ley 25.542, que beneficia tanto a grandes como a pequeñas editoriales, así como a grandes y pequeños libreros, y que varios países intentan replicar. Una revocación que solo puede provenir de quienes ignoran todo del mundo editorial."

La ley de precio único del libro, que existe desde 2002, puede ser derogada

El miércoles pasado, el periodista Daniel Gigena publicó en el diario La Nación un artículo titulado “Segundo round: el Gobierno insiste en derogar la ley de precio único de los libros”, en donde reproduce las palabras del nuevo ministro de Desregulación y Transformación del Estado, Federico Sturzenegger, respecto a la derogación de la Ley 25.542: “Es un tema que de una manera u otra vamos a abordar. La prohibición de que los libros no puedan ser más baratos nos parece algo de una crueldad y de una actitud anticultural increíble. Hay amplia evidencia de que permitir los descuentos reduce el precio; es algo obvio. En Estados Unidos, la irrupción de Amazon hizo que los libros hoy salgan 40% menos que hace diez años”. Y además: “No se puede pensar en nada más anticultura que no permitir que los libros lleguen baratos a la gente”.

Indagado respecto a cómo esto afectaría a distribuidoras y librerías de todo el país, agregó: “De lo que hablamos es de permitir la competencia para que los libros lleguen más baratos a la gente; si afectar significa que van a tener que cobrarlos más baratos, entonces sí las afectaría. Pero eso es bueno, ¿no? Tal vez deberían reinventarse”. Y para defender el proyecto de toda posible crítica o rechazo: “No sé realmente quién podría estar en contra de tener libros más baratos, excepto aquellos a quienes esta ley hoy les permite venderlos más caros. Es muy cruel, o muy cínico, que haya gente que critique esto en nombre de la cultura. ¿A quién vamos a defender? Al usuario”.

Este proyecto se encuentra en la conocida como Ley Hojarasca, que no proviene del título de la novela de García Márquez, sino que evoca el efecto de un viento, y que en el caso del ecosistema editorial podría convertirse en la Ley Vendaval: arrasaría con la mayoría de las editoriales, distribuidoras, librerías (existen 1.500 en todo el país), en un contexto económico de retracción de ventas, inflación, aumento de costos de producción, caída del consumo, donde el libro hace meses que se convirtió en un artículo de lujo para los lectores.

Durante el mes de febrero pasado, cuando la derogación de la mencionada ley estaba integrada a la ley Bases, los distintos sectores del libro argentino destacaron cuatro puntos claves para defender la norma vigente:

1. Esta ley es un acuerdo intrasectorial, propuesta por el propio ecosistema y fue sancionada en 2002 y que, 22 años después, todos entendemos beneficiosa –grandes editoriales y librerías, como las pequeñas– (Pengüin, Planeta, Siglo XXI, Corregidor, De la Flor, Eudeba, Fondo de Cultura Económica, Godot, Entropía); así como librerías grandes o pequeñas (Cúspide, Eterna Cadencia, Hernández, Casa del Sol, Estación Libro, Fedro, Emporio de Córdoba, o Libros de la Arena en Mar del Plata). Es un tema en el que no hay el menor desacuerdo.

2. En un gobierno tan preocupado por el tema fiscal, esta ley cuesta “0” pesos.

3. El precio único permite darle estabilidad al mercado, ofreciendo un cálculo correcto de regalías para los autores, y es una ayuda fundamental contra la piratería editorial.

4. La ley argentina es una ley inspirada en la legislación francesa, conocida como ley Jack Lang (dos veces ministro de Cultura de Francia, entre 1981 y 1996, y dos veces ministro de Educación Nacional, entre 1992 y 2000). En este aspecto se puede afirmar que la Argentina tiene una ley modelo, y que países como Colombia, Chile o México quieren aplicarla. En Inglaterra, cuando se quitó la ley, en un período de 5 años se redujo un 30% la cantidad de librerías.

Este último dato histórico es determinante. La crisis del sector editorial argentino es profunda y una modificación de las condiciones de circulación del libro de esta dimensión tendrá efectos catastróficos: afectará la bibliodiversidad y la presencia de la cultura impresa en todo el territorio nacional.

Si en el país “no hay plata”, el libro, que no es un artículo de primera necesidad, “no se vende”. De hecho, las librerías registran una caída de ventas promedio de entre el 40% y el 50%. Esto se refleja en la disminución en la cantidad de libros impresos por título, que hoy rondan una tirada de moda cercana a 750 ejemplares.

A esto corresponde una contracción de novedades en lo que va del año, es decir, se publican menos libros. PERFIL tuvo acceso a información al respecto. En el caso de ficción y temas afines, durante 2023 se publicaron 1.971 títulos, mientras que en el primer semestre de este año, 358; de persistir la tendencia, será una baja anual del 78%. En temáticas como infantiles, juveniles y didácticos: 2.059 el año pasado, 471 en lo que va del año, con baja proyectada del 54%.

El precio de tapa de un libro no obedece a la ley de oferta y demanda. Los costos fijos de producción (papel, impresión y encuadernación) sufrieron un aumento escalar, sumado al de combustibles, que elevan los costos de logística. Si las tiradas se reducen, cada libro aumenta su precio de tapa, ya que el costo se prorratea en menos ejemplares. De tal manera que un libro “barato” surge de un mercado con poder adquisitivo y capacidad de consumo, que obliga a mayores tiradas.

Existe una convocatoria de la Cámara Argentina del Libro para defender la Ley 25.542 que implica a la Cámara Argentina de Publicaciones (CAP), la Cámara Argentina de Librerías Independientes (CALI), la Federación Argentina de Librerías, Papelerías y Afines (Falpa) la Cámara de Librerías y papelerías de La Plata, la Cámara de Librerías y Papelerías (Capla), la Cámara de Librerías y Editoriales Independientes (Caledin).

Es que la supervivencia del libro argentino depende de un gran acuerdo al respecto.

viernes, 19 de julio de 2024

Una mezcla de cinismo, ignorancia y mala fe

En un esfuerzo más por hacer retroceder la industria del libro en la Argentina, el actual gobierno quiere derogar una norma que democratiza el valor de los libros, como en casi todos los países civilizados del mundo. En la bajada de artículo publicado por Daniel Gigena, en el diario La Nación, de Buenos Aires, el pasado 17 de julio, se lee: "Para el ministro Federico Sturzenegger (foto), la norma promulgada en 2002 impide que los libros sean más accesibles; 'La prohibición de que los libros no puedan ser más baratos nos parece algo de una crueldad y de una actitud anticultural increíble', dijo".

Segundo round: el Gobierno insiste en derogar la ley de precio único de los libros

Tras la publicación, este lunes, en el portal Parlamentario, de una información donde se insinuaba que en la “ley de hojarasca” promovida por el flamante ministro de Desregulación y Transformación del Estado Federico Sturzenegger (bautizada así porque es una norma que permitiría “barrer” con leyes y regulaciones “obsoletas”) estaba incluida la derogación de la ley 25.542 de precio uniforme de los libros, Sturzenegger dijo a La Nación que esa iniciativa no formaba parte del nuevo proyecto.

No obstante, confirmó que “de una manera u otra” la derogación de esa ley sería una cuestión a abordar por el Poder Ejecutivo. La meta, según dijo, es “beneficiar a los usuarios”, es decir, a los lectores, con una hipotética baja del precio de los libros.

La ley 25.542, conocida como “ley de defensa de la actividad librera”, se promulgó en 2002 y establece que los editores e importadores de libros deben fijar precios de venta al público uniformes en todo el país.

“Es un tema que de una manera u otra vamos a abordar -dijo el ministro a este diario-. La prohibición de que los libros no puedan ser más baratos nos parece algo de una crueldad y de una actitud anticultural increíble. Hay amplia evidencia de que permitir los descuentos reducen el precio; es algo obvio. En Estados Unidos, la irrupción de Amazon hizo que los libros hoy salgan 40% menos que hace diez años”.

“No se puede pensar en nada más anticultura que no permitir que los libros lleguen baratos a la gente”, dijo Sturzenegger.

Al ser consultado sobre si esta medida no afectaría a las librerías, en especial a las independientes, el ministro respondió que probablemente así fuera. “De lo que hablamos es de permitir la competencia para que los libros lleguen más baratos a la gente; si afectar significa que van a tener que cobrarlos más baratos, entonces sí las afectaría. Pero eso es bueno, ¿no? Tal vez deberían reinventarse”.

Cámaras del sector editorial y de librerías y entidades que representan a escritores no coinciden con el punto de vista del ministro. En las vidrieras de librerías porteñas, incluso las de la cadena Cúspide (del Grupo Clarín), se puede leer un cartel con la leyenda: “Las librerías no adherimos a la derogación de la ley 25.542″. Editores, libreros, autores y dibujantes, entre otros agentes del mercado editorial, se aprestan para un segundo round con el Gobierno. Los principales beneficiarios de la derogación serían las grandes superficies (supermercados e hipermercados) y plataformas como Mercado Libre.

“No sé realmente quién podría estar en contra de tener libros más baratos, excepto quienes esta ley hoy les permite venderlos más caros. Es muy cruel, o muy cínico, que haya gente que critique esto en nombre de la cultura. ¿A quién vamos a defender? Al usuario”, afirmó Sturzenegger. A pesar de ser un crítico del Gobierno de Javier Milei, el exministro de Cultura de Cambiemos, Pablo Avelluto, había apoyado la derogación de la norma.

“El proyecto estaba en la ‘ley Bases’ -concluyó Sturzenegger-. Así que tarde o temprano es un debate que tenemos que dar”. Durante los debates legislativos en torno a ese megaproyecto, la oposición había logrado que las normas vinculadas con la cultura fueran retiradas por el oficialismo.

jueves, 18 de julio de 2024

"Es fundamental que el nombre del traductor, que a veces intentan ocultar, sea visible"

El pasado 25 de junio, Miguel Ángel Artigas dio cuenta, en el Diario de Teruel, de España, de la participación del traductor Carlos Fortea en el 21º congreso de los escritores aragoneses, que tuvo lugar por esos días.
 
“¿Por qué iban los lectores a querer una novela escrita o traducida por IA?”

El madrileño Carlos Fortea, Premio Nacional de Traducción 2023 y profesor de la Universidad Complutense (UCM), asegura que “la traducción es un género literario, porque lo que le llega al lector es otra versión de la novela, cuya autoría es del traductor. Un libro traducido es un segundo original”. Fortea fue uno de los invitados de lujo de la 21ª edición del Congreso de la Asociación Aragonesa de Escritores, que se celebró este fin de semana en Tarazona.

La temática del congreso este año fue la traducción literaria, y no en vano Tarazona acoge la Casa del Traductor, una institución dedicada al fomento de la traducción literaria y la reflexión sobre ella.

En una conversación con el escritor Alejandro Corral, Carlos Fortea, una de las referencia de la traducción al alemán en España -es el traductor de Günter Grass y Kafka, entre otros autores de 150 obras en total-, ahondó en la necesidad de “visibilizar” y “dignificar” el oficio de traductor, en un sector editorial “que a veces es muy poco profesional con la traducción literaria”. “Es fundamental que el nombre del traductor, que a veces intentan ocultar, sea visible y en portada mejor que en portadilla interior”, explicó.

Según un estudio de la Asociación de Traductores, el pago de las traducciones, que se realizan por página (2.100 caracteres por página, es decir 30 líneas por 70 espacios) oscilan entre los 7 y los 17 euros la página, y los derechos de autor son generalmente el 1% del precio del libro”.

Respecto a la irrupción de la inteligencia artificial en el mundo de la literatura, considera que “puede que sirva para traducir textos comerciales, pero nunca para la traducción literaria, porque estas máquinas, de inteligencia, nada; son súper copionas ciegas. Nos estamos adentrando en un mundo absurdo y distópico. ¿Por qué vamos a querer que una máquina escriba una novela? ¿Qué sabe del ser humano? ¿Quieren los lectores una novela escrita por la IA? Lo que escriba la IA nunca va a ser original, porque se basa en textos ya hechos. Nunca hará lo que solo puede hacer un ser humano”.

miércoles, 17 de julio de 2024

“Empecé a traducir porque quería entender y no entendí nada, porque Vallejo escribe en Vallejo"

"'No existe la poesía sin traducción', bajo esta premisa Katherine Hedeen, traductora estadounidense, inició el conversatorio “La poesía como traducción”, en el marco del Festival de Los Confines". Tal es la bajada de la nota publicada por Samaí Torres, en El Heraldo, de Honduras, el pasado 26 de mayo.

La traducción, pieza fundamental para universalizar la literatura

La traducción fue una de las grandes protagonistas del VIII Festival Internacional de Poesía Los Confines, porque no había otro camino, no podemos acercar la literatura universal a Honduras sin la traducción.

Sin la traducción no se habría publicado en Honduras el libro de Robert Pinsky, tampoco el de Tyehimba Jess, mucho menos los de Adrian Grima, Zoë Skoulding, Christos Koukis y James Byrne, y muchos otros poetas de otras lenguas.

La traducción es la que acerca, en este caso, al español, la obra de miles de autores de todas las latitudes para que puedan ser disfrutadas y comprendidas.

Y dada la relevancia de la traducción en la literatura, y en este caso particular la poesía, el VIII Festival de Los Confines abrió espacios para el diálogo en torno a este oficio tan importante.

Y fue de la mano de la traductora, ensayista y profesora universitaria estadounidense Katherine Hedeen, que se abrió una conversación bajo el título “La poesía como traducción”, y que tuvo como premisa que: “No existe la poesía sin traducción”.

Desde la propia experiencia de la traductora en este mundo literario que a veces se pone intrincado, el público reunido en la sede de la Universidad Pedagógica Nacional Francisco Morazán (UPNFM) en Gracias, comprendió un poco más sobre la importancia de la traducción literaria.

Hedeen partió de la pregunta: ¿Por qué soy traductora de la poesía hispanoamericana?, y contó la estadounidense que fue cuando tenía 13 años que comenzó a estudiar español, que inicia una relación con nuestro idioma que la llevó a un interés que luego sería una pasión: traducir poesía, especialmente la hispana.

“Para mí la poesía es una manera de vivir y experimentar el mundo, cuando descubrí la poesía descubrí que podía ver el mundo de otra manera (...) Esa idea de la poesía no la descubrí a través de la poesía en inglés, yo descubrí esa magia a través de la poesía en español”, compartió.

“Al leer a Antonio Machado (España) descubrí que la poesía en lengua española me ofrecía algo que no había encontrado en la poesía en inglés, era ese calorcito, inmediatamente me dediqué a su estudio”, rememoró, y fue así que el primer libro que intentó traducir fue del peruano César Vallejo.

“Empecé a traducir porque quería entender y no entendí nada, porque Vallejo escribe en Vallejo, no en español. Yo quería apreciar el texto de una manera más profunda”.

Y es aquí donde uno comprende que la traducción no se trata de literalidad, entonces es aquí donde uno también comprende la complejidad de este oficio... Realmente la traducción es un universo total.

“Me siento atraída por los desafíos de la poesía que me ofrecen la posibilidad de ser poeta yo misma”: he aquí una controversia. Katherine Hedeen nunca ha publicado un poemario de su autoría.

Pero ella misma lo dice con la seguridad que le da la apropiación de su trabajo: “Mis traducciones son mis poemas”.

Y una aclaración: “Esto no quiere decir que no sea fiel al texto original o que traicione al lector, al consolidar mi obra de esa manera honro al poema y al poeta”.

Y sí, claro que Hedeen es poeta, porque si tradujera literalmente un poema, es simple, no se entendería.

Para comprender un texto traducido el traductor debe acoplar ese lenguaje a otro lenguaje, que lleva implícitas otras interpretaciones dentro de un contexto culturalmente diferente.

La traducción no es sinónimo de literalidad, aunque en el proceso de traducir la operación inicial más sencilla es la traducción literal, para luego continuar con el proceso más complejo: darle sentido, preservar una estética.
Una obsesión con la originalidad

¿Es entonces una traducción una poesía original en sí misma? Ante la pregunta Hedeen responde que “la obsesión con la originalidad me parece un error”.

Por qué, porque “todo poema es producto de una traducción. Todo lo que pensamos es un proceso de traducción. Todo son actos de traducción. El poeta traduce lo que ve”.

Es por esta razón que la estadounidense se considera una “activista de la traducción”, porque existe una idea de desprecio por la traducción, por esta idea de que la originalidad es lo máximo y la traducción una copia.

“Trato de conversar con las personas sobre el valor intrínseco y artístico de la traducción, que es un acto literario”.

Sobre si hay límites en la traducción, Hedeen señala que es importante que el traductor clarifique sus intenciones, que sepa con qué dialoga, porque el arte no existe en un vacío.

Ningún escritor ve un árbol o un pájaro y esa es inspiración suficiente para escribir un poema, “me interesa rechazar la idea de la inspiración que ocurre en un vacío, las ideas no nacen de la nada, viven de muchas otras ideas, aunque exista la creencia de que todo eso pasa como si fuese arte de magia. La traducción hace evidente que las cosas no suceden de esa manera”.

Katherine Hedeen ha traducido al inglés la obra de Juan Gelman, Marco Antonio Campos, Antonio Gamoneda, José Emilio Pacheco, Hugo Mujica, Luis García Montero, Víctor Rodríguez Núñez, Juan Bañuelos, entre muchos otros.


martes, 16 de julio de 2024

A 120 años de la muere de Anton Chejov

El 15 de julio, Daniel Gigena publicó en La Nación, de Buenos Aires, una extensa nota a propósito de los 120 años de la muerte de Anton Chejov. Allí, diversas personas opinan sobre los diferentes aspectos que conforman la escritura de uno de los más influyentes escritores de todas las épocas. Ofrecemos a continuación la opinión de Alejandro González, uno de sus traductores al castellano.

"Una de las dos grandes corrientes del cuento moderno"

El traductor y especialista en literatura rusa Alejandro Ariel González tradujo del ruso al español noventa cuentos de Chéjov para la editorial Losada. “Si bien corresponden a distintos períodos, en su mayoría son de su primera etapa, en la que se destaca la nota cómica -dice González a este diario-. Varios de los cuentos de esa época son casi chistes, anécdotas, pero ya se percibe a un escritor consciente de la dificultad de escribir después de Tolstoi y Dostoievski. Su poética no estará centrada en la revelación de grandes misterios, en el abordaje de cuestiones últimas como Dios, el destino de Rusia, de Europa, de la humanidad, sino en pequeñas escenas naturalistas donde los humanos se muestran con todas sus flaquezas y debilidades. Una literatura no ambiciosa desde lo programático que produce la sensación de que en sus cuentos no ocurre nada. En rigor, sí ocurre, solo que el narrador ya no lo dice, apenas lo sugiere, y es el lector quien repone el vacío de información. Eso lo llevó a crear una de las dos grandes corrientes del cuento moderno. En una prevalece el hecho excepcional, sensacional, descabellado, al estilo de Poe; en otra, el hecho cotidiano, común, pero que la literatura es capaz de transfigurar en algo significativo”.

lunes, 15 de julio de 2024

Fieles a su reputación de abusivos y esclavistas, los japoneses eliminan a los traductores de los créditos de los videojuegos que producen


El pasado 12 de julio, Víctor Rosas escribió en Yahoo Finanzas sobre las políticas abusivas de la empresa japonesa Nintendo para con sus traductores. Las políticas negreras parecen ser el leit motiv de la compañía.

Acusan a Nintendo por no dar crédito a traductores de videojuegos aclamados

Nintendo está de nueva cuenta en la mira por una polémica relacionada con sus políticas internas a nivel laboral y el manejo de sus acuerdos con empresas de terceros que son contratadas para sus procesos de desarrollo. Recientemente, traductores que han participado en títulos aclamados de Nintendo Switch en años recientes revelaron que la compañía japonesa no les dio crédito por su trabajo, alimentando una cadena que beneficia en presente al empleado, pero lo compromete a futuro.

Traductores aseguran que Nintendo no da crédito a empleados externos
Un reporte de Game Developer citó diversas entrevistas realizadas a traductores (que optaron por el anonimato) que en algunos casos fueron parte de Nintendo y en otros independientes que trabajaron en proyectos de la compañía japonesa como The Legend of Zelda: Tears of the Kingdom y Animal Crossing: New Horizons. El problema en cuestión es que Nintendo no da crédito a los traductores cuando son contratados a través de agencias, algo cada vez más común pues es más barato y accesible para las empresas en vez de tener áreas y personal especializado internamente.

Al respecto, se menciona el posible origen de esta decisión por un problema interno que surgió en Nintendo: "recuerdo un proyecto en el que la empresa decidió no incluir a los probadores internos en los créditos. Este fue uno de los juegos de Professor Layton de Level-5. Nintendo of Europe se encargó de la localización y publicación de la serie Layton en ese momento. Los traductores de ese proyecto protestaron enérgicamente contra esta decisión, pero al final no se les dio crédito por este proyecto. No sé si desde entonces esto se ha convertido en una política".

Nintendo prohíbe que traductores hablen de su trabajo en la compañía por 10 años
Asimismo, se citan testimonios de traductores independientes que trabajaron en grandes y exitosos títulos de Nintendo mediante agencias como Localsoft y Keywords. En su caso, se les mencionó la ausencia del crédito correspondiente como parte de su contratación, aunque señalan que es algo que afecta al gremio a mediano y largo plazo: "acepté como parte del negocio, pero eso no significa que sea justo o correcto. El hecho de que estas empresas no sean capaces de dar ninguna explicación razonable para omitir a los traductores externos (e incluso a los desarrolladores) de sus créditos es una prueba de ello. Profesionalmente, es difícil decir cuánto me ha impactado esto. Es muy posible que más agencias de traducción se hubieran acercado a mí si mi nombre hubiera aparecido en todos estos grandes juegos de Nintendo".

Al respecto, otros traductores señalaron que se enteraron de esta situación cuando la compañía japonesa los invitó a firmar un documento de confidencialidad en que se comprometen a no hacer público que trabajaron en tal o cual juego, ni detalles, durante los próximos 10 años. Algunos trabajadores criticaron esta política y señalan lo difícil que es ver los elogios, premios y reconocimientos que se llevan títulos como Zelda: tears of the Kingdom y ellos no pueden revelar que trabajaron en ellos, por ende, sus CV no pueden incluir dicha labor, lo cual va en detrimento de sus posibilidades de contratación en proyectos importantes.

Finalmente, algunos empleados entrevistados declararon que se trata de un acto normalizado entre Nintendo y las agencias con el temor constante de caer en una "lista negra" en caso de protestar: "sentí que me beneficiaría de poder afirmar que trabajé en el título al ofrecer mis servicios a nuevos clientes. Sin mencionar que en realidad pasé una buena cantidad de tiempo trabajando casi exclusivamente para ellos. Cuando todo el proyecto estuvo terminado, me llevó meses volver a poner en marcha un trabajo estable, ya que no había estado disponible durante mucho tiempo. Así que, lógicamente, me sentí robado, pero de una manera demasiado familiar, lo que dice mucho de esta línea de trabajo".

viernes, 12 de julio de 2024

"En otras cosas peores se podría ocupar el hombre"

Jorge Luis Borges frecuentemente escribió contra el estilo de Miguel de Cervantes porque –no se la iba a perder–, eso era lo que reivindicaban los comentaristas españoles del Quijote. 
Para el autor de "Pierre Menard, autor del Quijote", lo que realmente importaba era el personaje y la historia de su amistad con Sancho Panza. Más allá de quién tenga razón (si es que alguno la tiene), acá, para recibir el fin de semana, vamos a reivindicar algo de lo que Cervantes escribió sobre la traducción. Más explícitamente, en el capítulo LXII. Allí, al llegar a Barcelona, visita una imprenta, donde encuentra al autor de una traducción con el que mantiene el diálogo que sigue.

"El traducir de una lengua en otra (...) es como quien mira los tapices flamencos por el revés"

Llegábase Don Quijote a un cajón, y preguntaba qué era aquello que allí se hacía; dábanle cuenta los oficiales; admirábase, y pasaba adelante. Llegó en otros a uno, y preguntole qué era lo que hacía. El oficial le respondió:
Señor, este caballero que aquí está (y enseñole un hombre de muy buen talle y parecer y de alguna gravedad) ha traducido un libro toscano en nuestra lengua castellana, y estoile yo componiendo, para darle a la estampa.
¿Qué título tiene el libro?, preguntó Don Quijote.
A lo que el autor respondió:
Señor, el libro, en toscano, se llama «Le bagatelle».
¿Y qué responde «Le bagatelle» en nuestro castellano?, preguntó Don Quijote.
«Le bagatelle», dijo el autor es como si en castellano dijésemos los juguetes; y aunque este libro es en el nombre humilde, contiene y encierra en sí cosas muy buenas y sustanciales.
Yo, dijo Don Quijote sé algún tanto de el toscano, y me precio de cantar algunas estancias del Ariosto. Pero dígame vuesa merced, señor mío (y no digo esto porque quiero examinar el ingenio de vuesa merced, sino por curiosidad no más): ¿ha hallado en su escritura alguna vez nombrar «pignata»?
Sí, muchas veces, respondió el autor. Y ¿cómo la traduce vuesa merced en castellano? preguntó Don Quijote.
¿Cómo la había de traducir, replicó el autor sino diciendo olla?
¡Cuerpo de tal!, dijo Don Quijote, y qué adelante está vuesa merced en el toscano idioma! Yo apostaré una buena apuesta que adonde diga en el toscano «piace», dice vuesa merced en el castellano place, y adonde diga «più», dice más, y el «su» declara con arriba, y el «giù» con abajo.
Sí declaro, por cierto, dijo el autor, porque ésas son sus propias correspondencias.
Osaré yo jurar, dijo Don Quijote que no es vuesa merced conocido en el mundo, enemigo siempre de premiar los floridos ingenios ni los loables trabajos. ¡Qué de habilidades hay perdidas por ahí! ¡Qué de ingenios arrinconados! ¡Qué de virtudes menospreciadas! Pero con todo esto, me parece que el traducir de una lengua en otra, como no sea de las reinas de las lenguas, griega y latina, es como quien mira los tapices flamencos por el revés; que aunque se veen las figuras, son llenas de hilos que las escurecen, y no se veen con la lisura y tez de la haz; y el traducir de lenguas fáciles, ni arguye ingenio ni elocución, como no le arguye el que traslada, ni el que copia un papel de otro papel; y no por esto quiero inferir que no sea loable este ejercicio del traducir, porque en otras cosas peores se podría ocupar el hombre, y que menos provecho le trujesen.