jueves, 4 de diciembre de 2025
"Fomentar el reconocimiento y la visibilidad de los traductores como figuras esenciales en la circulación global de la literatura"
miércoles, 3 de diciembre de 2025
"Tomá el libro de Pessoa, traducilo"
martes, 2 de diciembre de 2025
"Pequeña vanagloria del argentino recalcitrante"
Damián Tabarovsky, en su columna del diario Perfil, del domingo 30 de noviembre, reflexionó sobre dos poemas e hizo el elogio de dos traductores, uno español y otro mexicano.
Dos poemas
Así comienza Un poema no escrito de W.H. Auden: “Mientras espero tu llegada mañana, me encuentro pensando Yo te amo: entonces me viene el pensamiento: Me gustaría escribir un poema que expresara exactamente lo que quiero decir cuando pienso estas palabras”. El poema es de 1960, un momento de transición en su obra. Auden ya no es el optimista militante de su primera época en Inglaterra, pero todavía no es el poeta que coquetea con cierta abstracción en su estadía en Estados Unidos, ni mucho menos el nuevamente crítico de su vuelta final a Inglaterra en su libro póstumo Gracias, niebla (“ningún sol estival logrará nunca/disipar la total oscuridad/vertida en los periódicos”). Transición es una palabra extraña, y si bien sus sinónimos son evolución, metamorfosis o conversión, para mí tiene más que ver con incerteza, incertidumbre, e incluso descubrimiento. Ese no saber se instala en el poema de Auden, poema en prosa, escrito en cincuenta párrafos, en el que en los cuarenta y nueve restantes se intenta vanamente dar respuesta a ese deseo loco de formular un pensamiento con exactitud. Pero expresar exactamente lo que se piensa es imposible. En el último párrafo Auden reconoce la derrota: “Así que ese poema quedará sin escribir”. Y luego, resignado, agrega: “Eso no tiene importancia. Mañana tu llegarás; si yo estuviera escribiendo una novela de la que ambos fuéramos personajes, sé exactamente cómo te saludaría en la estación: adoración en el ojo; en la lengua bromas y obscenidades. Pero ¿quién sabe exactamente cómo te saludaré? ¿La Dama Bondad? Vaya, es una idea. ¿No podría uno escribir un poema (algo desagradable, quizás) sobre ella?”
Cambiando de tema (¿pero venía hablando de algún tema?) la traducción del poema de Auden es de Javier Marías, publicada por la editorial española Pre-Textos. Es una traducción excelente. Un lugar común de la pavada nacional consiste en pensar que fuera de Argentina no se hacen buenas traducciones, que las traducciones hechas en España, Colombia o México son ilegibles. Pequeña vanagloria del argentino recalcitrante. Cualquiera que lea la traducción de Marías de Autorretrato en un espejo convexo, de John Asbhery, comprobará que es mucho mejor que las varias traducciones argentinas del mismo poema que circulan por ahí. Otro tanto ocurre con Briggflatts y otros poemas, de Basil Bunting, traducido por el mexicano Aurelio Major para la editorial Lumen. El libro es extraordinario, la traducción también. Habitualmente se asocia a Bunting con el objetivismo norteamericano, un poco como si fuera el único inglés de ese grupo de estadounidenses. Algo de eso es cierto, pero también es cierto que Bunting expresa una singularidad en ese grupo, una posición personal. Algo propio que podría enunciarse así: mientras que W.C. Willams piensa que “no hay ideas sino en las cosas”, Bunting vendría a expresar la inadecuación entre las ideas y las cosas. Y ese pequeño matiz es precisamente el que explora Major en su traducción. Major toma la decisión de profundizar esa inadecuación entre las cosas y el sentido de las cosas: “Construir para la mujer, los hijos,/los primos, los primos segundos/una casa para recibir invitados.//Alguien como yo no tiene sirvientes ni amigos/en el estado actual de la sociedad/¿Si no construyera para mí/para quién lo haría entonces?”
lunes, 1 de diciembre de 2025
viernes, 28 de noviembre de 2025
Chinos en Chile: un encuentro en Santiago
El pasado 26 de noviembre, la publicación china Xinhua Español dio cuenta de un encuentro entre escritores chinos y chilenos, en el marco de la Feria Internacional del Libro de Santiago de Chile. El texto se reproduce a continuación.
Un grupo de escritores chinos y chilenos intercambió experiencias y visiones en un conversatorio realizado el lunes en el marco de la 44ª Feria Internacional del Libro de Santiago (Filsa), que se lleva a cabo en la capital chilena hasta el 30 de noviembre.
La cita, titulada "Encuentro con Beijing: traducción al español de autores de Beijing", tuvo como objetivo profundizar en las lecturas, procesos de escritura y percepciones personales de literatos, académicos, traductores, editores y diplomáticos de ambos países.
El vicepresidente de la Federación de Círculos Literarios y Artísticos de Beijing, Lyu Qin, destacó en su intervención que la capital china "se mantiene a la vanguardia de esta era, desplegando creatividad en un choque entre lo tradicional y lo moderno, mostrando las transformaciones sociales de China al mundo".
Por su parte, el presidente de la Corporación Letras de Chile, Diego Muñoz Valenzuela, señaló que "buena parte de la literatura mundial se está escribiendo en China y, si sumamos el desarrollo económico de la gran nación, habría que amplificar aún más su relevancia".
El escritor chileno enfatizó la "enorme importancia que se le entrega en China al ámbito cultural, con políticas a largo plazo, apoyo del Estado y la empresa privada, con lo que el aporte a la literatura es mucho más importante".
El encuentro abordó la traducción de la obra literaria china directa al idioma español a lo largo de la historia, un asunto "restringido" en América Latina y el Caribe por la predominancia de los libros traducidos desde el inglés.
Los participantes comentaron que hasta 2010 se sabía poco en Chile sobre la literatura china reciente; sin embargo, el conocimiento y la posibilidad de acceder a libros chinos ha crecido junto con la cantidad de traductores que se dedican a este trabajo.
En esa línea, la escritora china Ge Jing, mencionó que el país austral fue pionero a nivel latinoamericano en el intercambio cultural con China.
"Un buen ejemplo de intercambio es la amistad entre el poeta chileno Pablo Neruda y el poeta chino Ai Qing, quienes lograron una amistad sin precedentes (...) El poeta chino viajó a Chile en 1954 al cumpleaños de Neruda, quien hoy en día es uno de los poetas extranjeros más populares y conocidos en China", dijo Ge.
Por su parte, la escritora china, Zhou Xiaofeng, aseguró que se ha inspirado leyendo las obras de los chilenos Pablo Neruda, Gabriela Mistral, Isabel Allende, Roberto Bolaño, Luis Sepúlveda y Benjamín Labatut.
"Soy una escritora nacida y crecida en Beijing, pero ahora me siento como un pájaro migratorio cruzando tanto espacio para llegar a Chile", señaló la autora.
En tanto, el escritor del género ciencia ficción, Xing He, expresó que le gustaría adentrarse en la literatura de ciencia ficción de esta región.
"Quiero tener más oportunidades de intercambio con autores de América Latina, porque en ciencia ficción los seres de diferentes galaxias se pueden comunicar e intercambiar, mientras que nosotros, tan cercanos, debemos tener más ocasiones para conocernos", comentó Xing.
Finalmente, el escritor chileno y profesor asociado de la Universidad de Chile, Roberto Aedo, afirmó que al leer la poesía clásica china quedó "maravillado".
"He pasado a ser parte de una tradición de poetas chilenos que han ido a China y han escrito desde el conocimiento directo. Estando allá me enamoré de China, la cultura, la literatura y escribí un libro de poemas sobre esa experiencia", aseveró.
Aedo dijo que enseña a sus alumnos universitarios sobre literatura china clásica y contemporánea, un campo aún desconocido en el país sudamericano.
Durante la cita, el embajador chino en Chile, Niu Qingbao, aseguró que "aunque China y Chile están separados por miles de kilómetros, la literatura nos ha unido durante mucho tiempo".
El diplomático destacó el Instituto Chileno Chino de Cultura, fundado en 1952 por artistas y políticos, como el entonces senador Salvador Allende, el poeta Pablo Neruda, el pintor José Venturelli, el arquitecto Abelardo Mella y los políticos Juan Martínez Camps y Clodomiro Almeyda, en apoyo a la naciente República Popular China.
Desde entonces, "hemos usado nuestras plumas como barcos para cruzar el océano Pacífico y llegar a las orillas del corazón de otros", a través de intercambios constantes de los círculos literarios y el diálogo frecuente entre escritores y editores, sostuvo.
jueves, 27 de noviembre de 2025
Vaso Roto, en Nueva York, es Broken Bowl Books
miércoles, 26 de noviembre de 2025
Nueva traducción inglesa de la narrativa temprana de Anton Chejov
Pocos escritores son tan universalmente admirados como Chéjov. Como lo expresó George Saunders, ganador del Booker: «Chéjov, ¿soy franco?, es el mejor cuentista de todos los tiempos». Novelistas desde Ann Patchett hasta Zadie Smith lo citan como inspiración. Sus obras La Gaviota, Tres Hermanas, El Tío Vania y El Jardín de los Cerezos siguen llenando teatros internacionales. Tan solo el año pasado, Andrew Scott cautivó al público con su unipersonal Vania para el Teatro Nacional de Londres y Cate Blanchett interpretó el papel de Arkadina en La Gaviota en el Barbican. Pero, ¿cuánto se conoce de su lado más bromista?
Anton Chekhov: Earliest Stories: Stories, Novellas, Humoresques, 1880–1882 ofrece la primera traducción completa al inglés de los cuentos, novelas cortas y humorísticas que el autor ruso escribió a principios de la década de 1880. Y es sumamente juvenil, en el mejor sentido de la palabra. La razón por la que muchos de estos relatos aparecen traducidos por primera vez es porque, según explica la editora Rosamund Bartlett, las editoriales comerciales nunca los han considerado dignos de la reputación de Chéjov. Resultan demasiado infantiles y cómicos. Durante el proceso de traducción, afirma, «nos partíamos de risa».
Bartlett, autora de aclamadas biografías de Chéjov y Tolstói, y su coeditora Elena Michajlowska, cineasta rusa residente en el Reino Unido, dirigen la Fundación Antón Chéjov, una organización benéfica cuyos mecenas incluyen a Ralph Fiennes, Tom Stoppard y Kenneth Branagh. La fundación se creó originalmente para preservar la Dacha Blanca de Chéjov en Yalta. Cuando Rusia anexó Crimea en 2014, esta labor ya no fue posible, así que se les ocurrió la «idea loca e idealista» de contratar a 80 traductores voluntarios de todo el mundo, desde estudiantes hasta académicos jubilados, para traducir estos relatos inéditos.
Escritos por Chéjov entre los 20 y los 22 años, están llenos de juegos de palabras experimentales, nombres sin sentido e idioteces onomatopéyicas, desde el pueblo de Panqueques Comidos ("Bliny-S'edeny") en el relato inicial, "Carta a un vecino Ilustre", hasta las estaciones de tren llamadas Crash, Bang, Wallop, Run for Your Life y Swindler Town en "En el Tren", y un personaje llamado Subteniente Zyumbumbunchikov en "Antes de la Boda" (no significa nada, pero si uno lo pronuncia en voz alta, es genial).
Estos 58 relatos, escritos bajo numerosos seudónimos, son poco conocidos, incluso entre los expertos, afirma Bartlett. "Chéjov es más conocido como escritor de cuentos en Rusia que de obras de teatro, y estos relatos nos recuerdan que empezó como humorista", añade. No todos son graciosos, ni siquiera pretenden hacernos reír, pero muchos son totalmente frívolos, como cabría esperar de un estudiante de medicina de 20 años que sólo intenta ganar unos kopeks escribiendo para revistas cómicas.
El padre de Chéjov se había declarado recientemente en bancarrota, por lo que pagaba su educación a la vez que mantenía al resto de su familia. Quería conservar su nombre real para publicar en revistas científicas de prestigio. Sin embargo, al cabo de unos años, se hizo evidente que, le gustara o no, era escritor y que su obra merecía ser tomada en serio. A mediados de la década de 1880, formuló la ahora legendaria idea de que la medicina sería su "legítima esposa" y la escritura su amante. ("Cuando me canse de una, puedo irme a pasar la noche con la otra").
Chéjov nunca fue un gran aficionado a su propia obra, ya fuera narrativa o teatral. Fue modesto incluso con sus cuentos más famosos y queridos, "La dama del perrito" (sobre una historia de amor en Yalta), "Sala n.º 6" (sobre un médico harto de su profesión) y "El querido" (sobre una mujer ridículamente codependiente, mucho antes de que se inventara el término). Tras una desastrosa primera presentación de La gaviota en 1896, se sintió tan mortificado que abandonó el teatro: «Nunca escribiré obras de teatro ni las haré representar». (La obra fue puesta en escena por Konstantin Stanislavski en 1898 con gran éxito). En 1888, escribió a su editor que dudaba que alguno de sus cuentos «sobreviviera en la memoria de la gente ni siquiera una década». Sus dudas nunca lo hicieron menos prolífico. Solo en 1884, año en que se graduó como médico, publicó más de 100 cuentos. Para cuando murió de tuberculosis en 1904 a los 44 años, esa cifra había ascendido a más de 500.
Esta colección se publica en un momento cultural delicado. Escritores ucranianos como Oksana Zabuzhko, Olesya Khromeychuk y Oleksandr Mykhed han abogado por una reevaluación crítica de la literatura rusa y por un mayor espacio para las voces y la cultura ucranianas. "La repulsión que muchos ucranianos sienten ahora por la literatura rusa debido a la guerra es comprensible", afirma Bartlett. "Pero incluso quienes la repudian a menudo hacen una excepción con Chéjov, y con razón".
Crucialmente, Chéjov no pertenece a la Rusia de Putin, afirma. "Nunca fue imperialista, no soportaba el patriotismo de un escritor como Dostoievski, y el país no está plagado de estatuas suyas. Chéjov era un cuarto de ucraniano y creció en Taganrog, una ciudad históricamente parte del Reino Unido".
Durante su infancia, él y sus hermanos solían representar obras de teatro en ucraniano, un idioma que le pertenecía por derecho de nacimiento. Chéjov ocasionalmente usaba dichos ucranianos, y los hemos destacado y explicado su significado en las anotaciones.
Bartlett sugiere que no debería ser cuestión de leer "o esto o aquello": "Aumentar nuestra familiaridad con los escritores ucranianos no debería excluir la posibilidad de descubrir nuevas obras de Chéjov. Necesitamos seguir leyendo, y leer más". "Zyumbumbunchikov" no puede ser un mal punto de partida.