miércoles, 18 de junio de 2025

Una entrevista con la traductora Pilar Ramírez Tello

"Pilar Ramírez Tello, traductora de la saga de libros Los juegos del hambre habló para este chat de su interés en la traducción editorial, su experiencia con los libros de Suzanne Collins y el recibimiento que ha tenido su más reciente publicación: Amanecer en la cosecha”. Tal es la bajada de la nota publicada en El Espectador por Pablo Marín J., el pasado 19 de abril

Detrás de la traducción de “Los juegos del hambre”

¿Cómo eligió dedicarse a la traducción literaria?
De pequeña lo único que me gustaba hacer era leer y escribir. Mi sueño era ser escritora, pero como era una niña muy práctica, decía: “Tengo que buscar algo que me dé dinero para vivir”. En ese momento no sabía que existía la carrera de Traducción, pero mis padres me compraron un libro en el que venían todas las carreras que se podían hacer en ese momento en España. Miré y descubrí que existía Traducción e Interpretación. Se me daba bien el inglés y eso ayudaba en el proceso, entonces probé por ahí.

¿Qué la llevó a elegir la literatura juvenil y de género?
Porque era lo que me gustaba leer. Tuve suerte porque a la primera editorial a la que le envíe mi currículum se dedicaba a esos géneros y me eligieron. Empecé a trabajar con ellos a partir de ahí. En este mundo, en cuanto uno empieza a trabajar en un tema, te sigue llegando más trabajo en ese mismo campo. Antes, cuando tenía más tiempo libre, leía el libro entero, fijándome en las cosas que me iban a dar problemas, o sea palabras inventadas o algo que no me quedara claro al principio, pero que luego se aclarara. Ahora me pongo a traducir directamente. Los plazos son muy cortos, las tarifas son bajas y tienes que traducir deprisa. Llega el texto y empiezas, buscando esos detalles sobre la marcha.

¿Cómo aborda los neologismos en estos libros?
En fantasía o en cualquier tipo de ficción puede salir terminología de cualquier ámbito. Los traductores no sabemos de todo, entonces lo primero es saber si esa palabra que no conoces existe o no, porque a veces parece una cosa muy rara, que no te suena, pero pueden ser cosas de plantas o animales. En el caso de que no exista, intentas seguir el mismo camino que tomó la persona que lo creó. Normalmente, no son cosas sin sentido, sino que a lo mejor se parece a otra palabra en su idioma original o una mezcla de dos palabras. La idea es que se tenga más o menos la misma experiencia que la persona que lo lee en otro idioma.

Usted acuñó los términos “sinsajo” y “rastrevíspula” para Los juegos del hambre, ¿hubo versiones previas para estas palabras?
Sí, siempre las hubo. Son muchas combinaciones, de hecho yo me imagino que cada persona que tradujera “mockingjay” o “tracker jacker” daría con un término diferente, le daría una solución dicharlajo” (jabberjay) proviene de “jabber” que significa charlar atropelladamente, entre otras cosas. Fue una búsqueda de sinónimos y de combinaciones para ver qué sonaba mejor y que parecía más como nombre de pájaro. Consultaba con otro compañero para ver cuál era la que sonaba más natural y así llegamos a estos nombres.

La traducción entonces es un trabajo colectivo...
En parte sí. Tú estás sola con tus libros, pero siempre puedes contar con expertos a los que preguntarles si hay alguna duda sobre la terminología. Tienes colegas que sabes que son de fiar, auién es traductora, así que en ocasiones, cuando me estanco, le pregunto si se le ocurre otra forma de decirlo. No es un trabajo entero de colaboración, pero tienes apoyos puntuales.

¿Cómo mantiene el tono narrativo en la traducción?
El libro te lo va pidiendo. En los primeros capítulos estás todavía intentando conocer al autor, entonces se traduce, pero sabes que tienes que volver sobre tus palabras porque no le has captado el ritmo, el estilo y su forma de narrar. Si lo entiendes bien, si tienes un nivel bueno de traducción y en el idioma en el que lo haces, es fácil meterse en el lenguaje del autor. Hay autores que les gustan mucho las frases cortas, la lectura se siente como a golpe seco, y luego hay otros como Suzanne Collins, que les gustan hacer frases más elaboradas, entonces se siente más pausado. Algunos también usan un lenguaje mucho más juvenil, o algunos tienen un registro más coloquial o más elevado.

¿Cómo se ha sentido con la traducción de los libros de Los juegos del hambre?
Al principio lo tomé como cualquier otra traducción, porque no se sabía que iba a tener tanto éxito. Con el segundo libro estaba un poco más nerviosa, porque ya se veía que era mucha gente leyendo ese libro y en el tercero, “Sinsajo”, me sentía histérica, porque tuve veinte días para trarlo entero. Tenía que salir a la vez que el libro en inglés y tenía mucho secretismo. El último capítulo me lo dieron unos días antes de entregar porque no querían que nadie supiera cómo acababa. Fue un proceso con muchos nervios, casi no me dio tiempo de ponerme a pensar en lo que la gente iba a leer. Cuando llegué a “Balada de pájaros cantores y serpientes” fue muy bonito porque lo traduje con mi pareja, aunque también fue interesante porque teníamos entregas parciales; es decir, cada capítulo teníamos que entregarlo a la editorial. Nos revisábamos entre los dos y poníamos todo en común. A “Amanecer en la cosecha” lo recibí con mucha alegría porque pensé que Suzanne Collins no iba a publicar más libros de “Los juegos del hambre”, volver fue muy bonito, el libro me ha gustado mucho. Es muy parecido a la trilogía original, se lee muy deprisa, es muy triste y muy duro.

Con el lanzamiento de Amanecer en la cosecha, el más reciente libro de Suzanne Collins, la han reconocido como parte de la experiencia colectiva de estas obras, ¿qué ha sentido?
Mucha ilusión, porque normalmente solo se acuerdan de nosotros cuando cometemos errores, porque, como todo el mundo, los cometemos. Pero cuando no hay muchos, la gente dice “pues que bien escribe ese autor o autora”, por lo que no suelen mencionarnos mucho. Entonces que de repente se acuerden de ti y te den las gracias es muy bonito. Me siento muy afortunada de haber formado parte de la vida de tantas personas.

martes, 17 de junio de 2025

Aurelio Asiain y un libro singular

"En Muy diversas versiones, el poeta y traductor mexicano convierte el acto de traducir en una conversación lúdica y erudita con autores de todos los tiempos." Esto dice la bajada de la nota publicada por Armando Gonzàlez Torres, en Milenio, de México, el pasado 13 de junio, a propósito de un nuevo volumen de traducciones de Aurelio Asiain.

Aurelio Asiain y la traducción como tertulia poética

La traducción es una de las formas más venturosas de la conversación que busca trascender las fronteras de opacidad e indeterminación entre las lenguas. Como la conversación, la traducción es una empresa colectiva en la que participan, al menos, el traductor y el autor, así como los lectores. Muy diversas versiones de Aurelio Asiain (Grano de sal, 2025) es un libro de traducciones, directas e indirectas, así como de anotaciones y varia reflexión sobre el oficio de traducir, el arte de la poesía y los conceptos de creación y autoría.

El elenco tan variado de textos traducidos, desde el Rig Veda y Ovidio hasta los poetas ucranianos de hoy, muestra el carácter lúdico y placentero del trabajo del traductor y su renuncia a la adscripción a un solo idioma, una época o una tendencia. A diferencia del profesional que traduce sistemáticamente y por encargo, este traductor selecciona por amor o capricho y emprende una dichosa errancia.

En este convite poético convergen invitados de Oriente y Occidente (aunque resaltan las y los poetas japoneses), célebres y desconocidos, ascetas y libertinos, antiguos y contemporáneos. Sus tópicos van desde los más frecuentes y solemnes (la brevedad de la vida, la ilusoria realidad, la dualidad amor y odio) hasta los más ligeros (poemas sobre el pene u odas a la degustación de ostras y almejas) o los más inusitados y entrañables (el elogio del amor conyugal de viejos o la elegía a un bastón). Además del ramillete de versiones, este libro ofrece un conjunto de disquisiciones sobre temas y formas poéticas paradigmáticas en las diversas tradiciones o sobre distintas modalidades de traducción.

Porque la traducción requiere conocimiento de al menos otro idioma, pero, sobre todo, intuición, imaginación y arrojo. De ahí la admiración del autor por aquella estirpe de traductores que, sin miedo a la traición, buscan, más que ilusión de la literalidad estricta, la coincidencia feliz entre dos lenguas. Se trata de reconstruir el impulso y el efecto milagroso de la poesía en otro idioma, mediante los procedimientos más heterogéneos.

Asiain acecha sus poemas y se los apropia con respeto pero con audacia, dialoga con antiguos traductores o con las versiones intermediarias, rastrea parentescos lejanos y analogías sorprendentes, recrea los contextos, esboza figuras y anécdotas memorables y, a menudo, incurre en gozosos paréntesis y divagaciones. El texto traducido es un pretexto para abrir la conversación y el resultado son varias cosas: declaraciones de afinidad con un autor, desafíos técnicos e intelectuales y, sobre todo, una sabrosísima tertulia literaria.

Por lo demás, esta actividad de traducción y reflexión se convierte de manera espontánea en una preceptiva para la lectura de poesía y enseña a practicar desde la actitud simultánea de alerta y relajación de los sentidos que requiere el acercamiento al texto poético hasta la apreciación de la factura técnica o el alegre abandono a los placeres del oído.







lunes, 16 de junio de 2025

"No controla el lenguaje, solo recoge los significados, como quien cosecha"

En su columna del pasado 15 de junio, en el diario Perfil, de Buenos Aires, el escritor y traductor Guillermo Piro (foto) reflexiona sobre un problema que suelen traer los diccionarios, pero en el cual el de la Real Academia es campeón

De judíos, suecos y borrachos

Un borracho busca un manojo de llaves bajo la luz de un farol en la calle. Un transeúnte se acerca para ayudarlo y lo acompaña en la pesquisa, pero al no dar con las llaves le pregunta al borracho: “¿Está seguro de que las perdió acá?”, y el borracho responde: “No las perdí acá, las perdí en la otra cuadra, pero busco aquí porque hay más luz”. El chiste no resultaría tan amargo si no fuera porque hay gente que se comporta igual que el borracho, buscando soluciones donde las soluciones no están.


En septiembre de 2024 un juez argentino hizo un pedido insólito a la RAE (Real Academia Española): suprimir del Diccionario de la lengua española la definición de la palabra “judío” como “persona avariciosa y usurera”, alegando que tal definición configura “un discurso de odio que incita a la discriminación por motivos religiosos” y ofende a la dignidad humana. El pedido del juez roza la extravagancia o la estupidez, depende de cómo se lo mire, como puede resultar extravagante o estúpido el borracho que busca las llaves no donde las perdió, sino donde hay más luz. El diccionario (cualquier diccionario) no hace más que dar cuenta de las distintas acepciones que una palabra puede tener. El diccionario no opina: es como el agua, no tiene opiniones. No controla el lenguaje, solo recoge los significados, como quien cosecha. Arturo Pérez-Reverte, miembro de la RAE, define bien su labor: “El Diccionario de la RAE no es la policía normativa del lenguaje, sino el notario que levanta acta de cómo se utilizó y cómo se utiliza ahora el lenguaje”. En resumen: la RAE está después del lenguaje, no antes. No establece los significados, simplemente hace acopio de ellos.

Emulando al juez argentino, la embajada de Suecia en España acaba de lanzar una campaña tendiente a cambiar el significado a la expresión “hacerse el sueco”, expresión que alude a fingir que no se entiende o no se sabe para evitar responsabilidad o compromiso, y que probablemente tiene su origen en los marineros suecos que visitaban la península y no entendían una palabra de los que se les decía. Bien mirado, alguien que simula no entender lo que se le dice de algún modo imita a esos marineros (la expresión está emparentada con “hacer oídos de mercader”, cuyo significado sería el mismo que la expresión “hacerse el sueco”).

El embajador sueco en España, Per-Arne Hjelmborn opina que “hacerse el sueco” debería significar “sumarse a la transformación global necesaria para crear un futuro mejor para todos”. Un poco en broma, un poco en serio, han lanzado una campaña, apoyada por empresas suecas conocidas como Ikea, Ericsson, Scania y Volvo, para cambiar el significado de la expresión, como si las expresiones pudieran cambiarse así, simplemente pidiéndolo, o exigiéndolo, como en el caso del juez argentino.

Per-Arne Hjelmborn lanzó una petición a la RAE, como si la RAE pudiera falsear el significado de una expresión. Una propuesta que recuerda un poco al Humphrey Borgart de No somos ángeles, que al descubrir que los libros contables de un tendero no dan los resultados esperables se frota las manos y comienza a intervenirlos para hacer que tengan un aspecto más conveniente. Desconozco cuál sería el mecanismo para cambiar el significado de una palabra, pero sé que la solución no es pedírselo a la RAE. Con suerte, disponiendo de los suficientes satélites esparcidos por España que enarbolen el nuevo significado deseado, dentro de trescientos o cuatrocientos años los suecos se saldrán con la suya. Aunque tal vez hagan falta mil años.

Nunca está de más recordar el “Nocturno” de Rafael Aberti, que comienza diciendo: “Cuando tanto se sufre sin sueño y por la sangre/ se escucha que transita solamente la rabia,/ que en los tuétanos tiembla despabilando el odio/ y en las médulas arde continua la venganza,/ las palabras entonces no sirven: son palabras.”

viernes, 13 de junio de 2025

Literatura argentina traducida al georgiano

 

Nino Pipia es la agregada cultural de la embajada de Georgia en la Argentina. Pero también, la traductora de Borges, Bioy Casares y Sábato al georgiano. Por eso, el próximo lunes 16 de junio va a ser la invitada a una nueva reunión del Club de Traductores Literarios de Buenos Aires, que tendrá lugar en la librería El Jaúl (Gascón 1355, casi esquina con Honduras, C.A.B.A.) para contar su experiencia y hablar de su trabajo. 

jueves, 12 de junio de 2025

El peso de las decisiones de los traductores


El siguiente artículo fue publicado en El Día, de Gualeguaychú, el pasado 10 de mayo. Lo firma la traductora Leila Chesini Diaz. En la bajada se lee: "El reciente éxito de El Eternauta en Netflix no sólo trajo reconocimiento a la historieta argentina, sino que puso en primer plano una labor tan invisible como esencial: la traducción. La decisión de subtitular 'Malvinas Islands' en lugar del término británico desató reflexiones, orgullo y debates en torno al poder simbólico del lenguaje en los productos culturales".

Cuando una traducción revindica la historia, interpreta la cultura y defiende la identidad 

Lo que sucede con la traducción de El Eternauta es furor en las redes sociales y convirtió la epifanía en realidad: el traductor invisible hoy es más visible que nunca.

Aunque no nos vean, los traductores siempre estamos ahí: desde un libro escolar hasta un prospecto de medicamento, pasando por tu serie o videojuego favorito. Pero poco se conoce el trabajo integral que hay detrás.

Hace poco más de una semana se estrenó la primera temporada de El Eternauta en Netflix, una de las plataformas de streaming más populares. Esta serie nacional es una adaptación de la historieta de ciencia ficción argentina homónima escrita por Héctor Oesterheld e ilustrada por Francisco Solano López a mediados de la década de los cincuenta. La producción audiovisual arrasó a nivel mundial y obtuvo gran aclamación del público. La historia detrás de este cómic cuenta con una carga simbólica importante y, por ende, también su traducción.

Daiana Estefanía Díaz fue la traductora encargada de subtitular la serie al inglés y logró que este trabajo se convierta en tema de conversación. Ella compartió en LinkedIn una decisión de traducción clave. Ante la disyuntiva de traducir “Islas Malvinas” no dudó un segundo en elegir “Malvinas Islands” en lugar de “Falkland Islands” (Islas Falkland), como las llaman los británicos. La traductora expresó en sus redes: “Era la única opción viable, no tuve la menor duda. No sólo porque jamás se me ocurriría usar en ese contexto y en una producción argentina un nombre que no sea Malvinas, sino además porque sé que ningún argentino, sea real o ficcional, las llamaría de otro modo”.

Es importante destacar que las decisiones de los traductores no son libradas al azar. Desde el primer momento que el profesional recibe un proyecto pone en marcha una investigación exhaustiva sobre el contexto histórico y sociocultural, analiza el público objetivo, considera el registro de la lengua, entre otras tantas aristas.

Daiana vio necesario que este elemento cultural sea trasladado a la traducción de otros idiomas y, por ese motivo, se contactó con los traductores y revisores de casi treinta idiomas para sugerir que “en los subtítulos de todos los idiomas se usara el nombre Malvinas, independientemente de si en esos países llaman así a nuestras islas o no”. En esa elección encontramos lucha, reconocimiento, resistencia a la opresión y un homenaje tanto a los combatientes caídos como a los sobrevivientes de la Guerra de Malvinas.

Además, Daiana se tomó el tiempo de explicarles a los demás profesionales “cómo se juega al truco y por qué hay que mostrar los tantos del envido antes de poner las cartas de nuevo en el mazo, señalar las similitudes y las diferencias entre la historia original y la serie, o aclarar qué significaba ‘número bajo’ cuando había servicio militar obligatorio”, entre otras referencias culturales clave para un mayor entendimiento del público internacional.

Desde la traducción, es necesario poder transmitir todos los matices y cuestiones locales que están relacionados con nuestra historia y cultura, estilo de vida y valores. Los traductores investigamos, revisamos, estamos en cada detalle, respetamos la identidad de los autores y de los personajes y transmitimos el mensaje con un gran compromiso profesional.

Este reconocimiento, impulsado por la repercusión del caso de El Eternauta, abrió una ventana para reflexionar sobre la labor esencial del traductor humano en un contexto donde la Inteligencia Artificial comienza a ganar terreno. Y aunque este sea un tema para ahondar mucho más profundo, la comunidad traductoril siente orgullo y celebra cada logro, cada mención en la tapa de un libro o en los créditos de un videojuego, serie o película.



miércoles, 11 de junio de 2025

"Esas lecturas que hacen dictaminadores profesionales y jurados son faro"


El pasado 6 de junio, sin firma, el diario Clarín, de Buenos Aires, reprodujo la siguiente nota generada por la agencia española EFE, donde una representante de la empresa multinacional Penguin Random House y una agente literaria radicada en Nueva York, hablan de lo que buscan a la hora de editar libros. Los responsables de Centroamérica Cuenta, el festival literario que se realiza en Guatelama, no tuvieron mejor idea que convocarlas, suponiendo que el criterio de autoridad de estas dos mujeres importa más que los que puedan decir los editores independientes, que son los que realmente aportan algo nuevo a las literaturas del mundo, arriesgando muchas veces lo que los grandes grupos editoriales no están dispuestos a arriesgar. El hecho de que Clarín publique esta nota sin el menor comentario propio ayuda a entender el grado de colonización mental de sus editores.

El camino de los nuevos autores: qué buscan las editoriales hoy

Para un escritor, las editoriales pueden parecer en ocasiones una fortaleza inexpugnable, incapaces de hacerles llegar los manuscritos, una situación que según expertas del mundo editorial se resuelve muchas veces conociendo las claves del mercado, sus necesidades y códigos.

La mexicana Mayra González, directora literaria en la multinacional Penguin Random House, y la colombiana radicada en Nueva York Andrea Montejo, fundadora en 2007 de la agencia literaria Indent, participaron esta semana en Guatemala en el festival Centroamérica Cuenta, y en dos entrevistas por separado revelaron cómo el mercado editorial localiza nuevos autores, el modo de aproximarse.

La búsqueda de nuevos escritores
Andrea Montejo explica que en su agencia literaria, a la hora de elegir qué escritores representar, hay una "mezcla" entre aquellos con un perfil más consolidado y otros noveles. El trabajar desde el inicio con un autor que está comenzando es lo que "más entusiasmo" le causa.

"Son proyectos que me llenan mucho porque me parece que es lindo armar una carrera desde cero y empezar a pensar y hagamos esto y lo otro y viéndolo crecer", explica la fundadora de la agencia literaria Indent.

Mayra González, que representa a un gran grupo editorial como Penguin Random House, entiende que desde fuera siga existiendo la percepción de que apuestan más por autores consagrados, "pero, en realidad, cada vez los catálogos suman a más y más autores y autoras con sus primeras novelas".

"Es algo que hemos comprendido muy bien las editoriales: el discurso literario se tiene que renovar continuamente; el nuevo intercambio intelectual y las conversaciones actuales tienen que formar parte de nuestros catálogos", explica González.

Y es "que los sellos literarios, muchos de ellos y de las grandes editoriales, tienen una importante oferta de autores consolidados, porque, al menos en el caso de los sellos literarios de Penguin Random House, lo que buscamos son carreras y proyectos, no novelas aisladas; pero también es cierto que el entusiasmo por sumar voces a la impronta personal de cada editor y editora nos motiva a buscar, leer, indagar", afirma la directora literaria.

Se trata "de encontrar a esas voces que serán las encargadas de continuar con la conversación libresca y que deberán entregar esta conversación a las otras generaciones que estén por venir", subraya.

Consejos a un autor novel
González explica que lo que siempre comenta a los autores noveles "es que no teman a los premios literarios ni a los talleres".

"Invito siempre a que participen en los premios literarios, porque, quizá no ganen (...), pero, para las editoriales, esas lecturas que hacen dictaminadores profesionales y jurados son faros que nos alumbran sobre, más allá del ganador o ganadora, qué otros textos les resultaron interesantes y, por ahí, se puede abrir una puerta", dice.

Por otro lado, en relación a los talleres literarios, son "impartidos por gente reconocida (...) que tiene credibilidad en el medio editorial y que pueden, lo han hecho conmigo, hacer recomendaciones (...) Puedo decir que yo, tanto a través de premios como de recomendaciones, he podido publicar primeras novelas y comenzar el acompañamiento de carreras a las que les veo mucho futuro", asegura.

Montejo tiene clara la vía más repetida a la hora de que le lleguen nuevos escritores: "Yo diría que la mayoría de las veces mi mejor fuente de nuevos talentos son mis mismos autores que nos conocen el gusto".

La vía clásica, de escribir directamente a la editorial o al agente literario, tiene menos posibilidades de éxito ante la avalancha de propuestas de manuscritos que les llegan, "como 10 diarios, sería 50 a la semana".

Entre ellos, a veces el descarte es rápido, porque "muchos, pero muchos muchos son personas que no se han leído la página web" y envían libros que no tienen nada que ver con su "enfoque", por lo que es "muy importante que los autores entiendan un poco el mundo editorial".

"Nunca jamás seré escritora porque me parece que es el trabajo más difícil del mundo (...), y cuando ya tienen un manuscrito salen a tocar puertas y se encuentran con este mundo que yo creo que desde afuera se debe de ver muy agresivo", por lo que en sus talleres muestran "qué es lo que está pasando tras bambalinas", dice.

También es clave aprender cómo presentarse ante un editor, si hay que ceñirse o no a las tendencias del mercado, cómo elegir la editorial que le "pega más y cuál no".

"No se trata de tirar a todos lados, sino ser muy selectivo en a quién busca uno, cómo llegarle a esas personas de la forma más agradable, no acosarlas, muy de cómo funciona esta industria y que no sea como un monstruo que parece impenetrable", afirma.

Además, está "la importancia de si quieres ser autor, pues ir y apoyar a otros autores, conocerlos, armar comunidad. Esas son las personas que te van a recomendar o que te van a leer", asegura.

Y pide que también se comprenda a los que están del otro lado, "esos editores que están recibiendo todas esas cartas o esos e-mails, están al mismo tiempo escogiendo la portada del libro que está publicando, lidiando con ese autor, corrigiendo el texto".

"La valoración de nuevo material es como (que) no debería decir la última prioridad, pero es un lujo cuando hay tiempo. Y eso ayuda también a mitigar un poco las angustias del otro lado", explica Montejo.

martes, 10 de junio de 2025

Pelea italiana por un quítame esas pajas

El pasado domingo 8 de junio, Guillermo Piro, en su columna del diario Perfil, de Buenos Aires, dio cuenta de la polémica que se planteó recientemente en Italia por la nueva traducción una novela clásica de Philip Roth.




Problemas con un título

Amplio e interminable debate en Italia acerca del título que el sello Adelphi decidió asignarle a una conocida novela de Philip Roth. La novela se presentó en el Salón del Libro de Turín, pero el acalorado debate no se agotó allí y continúa.

La cosa es así: Portnoy’s Complaint es una de las novelas más conocidas de Philip Roth, escritor estadounidense de quien, lamentablemente, no se pudo contar con su opinión, porque falleció en 2018. La traducción literal del título, adoptada por el sello que hasta ahora había publicado las obras de Roth, Einaudi, pero también en español por los distintos sellos que a lo largo de los años la fueron publicando, obedeciendo a una versión literal, era El lamento de Portnoy (exceptuando Seix Barral, que en 2007 decidió llamarla El mal de Portnoy, pero eso no originó en el mundo hispanohablante debate alguno). El sello Adelphi decidió simplificarlo drásticamente, y llamar a la novela simplemente Portnoy (que es el apellido del protagonista, Alexander Portnoy). Roth es un escritor con demasiados apasionados esparcidos por el mundo, pero al parecer nadie imaginaba que tuviera tantos apasionados en Italia: y a ellos la decisión les pareció desastrosa.

Adelphi había anunciado el cambio de título en abril, pero lo que desató el debate fue una entrevista publicada en el suplemento La Lettura, del diario milanés Corriere della Sera, al traductor, Matteo Codignola, el responsable (en este caso, no siempre el traductor decide esas cosas) de la elección del nuevo título.

Codignola apela a la polisemia de la palabra inglesa complaint, que como cualquier palabra significa varias cosas: “una solemne lírica en honor a un amor no correspondido o perdido; cierto tipo de trastorno de personalidad; la citación a un juicio; y luego, sí, también el lamento del amigo a quien se invita con un whisky y cuenta cómo su mujer se obstina en serle obstinadamente infiel”. Según Codignola, el viejo título solo resaltaba este último significado, y por lo tanto terminaba por “meter el título en una camisa de fuerza”.

En esa entrevista, Codignola dice que el debate era previsible, pero al parecer es el único que lo predijo: como cualquier hombre de letras, conoce el comportamiento devocional que provocan ciertos autores, Roth especialmente, que hace que los lectores se sientan al mismo tiempos custodios del autor que aman.

Otro escritor, siempre en la nota de La Lettura, opina de otro modo: Emanuele Trevi critica la elección de Codignola, definiéndola como “insensata”. “Sería como traducir las Elegías de Duino, de Rainer Maria Rilke, y luego titularlas Duino: todo se puede hacer, ¿pero qué sentido tiene?”. Según Trevi, no citar la palabra “lamento” en el título no respetaría la elección del propio Roth, que tiene un significado esencial: de hecho, Portnoy no hace más que lamentarse en toda la novela.

Bajo la forma de una larga sesión psicoanalítica, Portnoy habla de su malestar existencial, refiriéndose a la frustración que siente respecto a su familia, la rigidez de su educación judía y las dificultadas ligadas a su sexualidad y sus deseos reprimidos. La tendencia a lamentarse es una característica esencial del personaje, algo de lo que, por otra parte, es plenamente consciente: “No hago más que lamentarme”, dice en un momento, “me repugna prácticamente todo”.

Naturalmente, el debate se extendió a las redes. Algunos tildan la decisión de Adelphi (es decir de Codignola) de una lisa y llana estupidez; otros, de un modo como cualquier otro de llamar la atención, volviendo a las nuevas traducciones de los libros de Roth fácilmente reconocibles.

Pero a pesar de todo ese ruido, el propio Trevi dijo maravillas de la traducción de Codignola, a la que calificó de “eficacísima”.