viernes, 26 de julio de 2024

Convocatoria para el premio M'Illumino/D'Immenso 2024

 

Otra vez la traductora y gestora cultural Barbara Bertoni nos envía las bases para la versión de este año del premio M'Illumino/ D'Immenso.

Como el año pasado, hay una convocatoria para la traducción de dos poemas del italiano al español:


y otra para la traducción de dos poemas del español al italiano:


El premio es de 1000 euros. Las convocatorias se cierran el 20 de agosto.

Este año, además, hay también un premio para las traducciones del italiano al portugués:

https://iicrio.esteri.it/wp-content/uploads/2024/05/Bando-MIDI-portoghese-2024-in-portoghese.pdf

El premio es de 1000 euros.

jueves, 25 de julio de 2024

Leonardo Loscertales, director de la editorial española Turner, emula a Hernán Cortez

"Turner es una editorial de ensayo, arte y fotografía. Además, ofrecemos servicios editoriales de alta calidad, realizando proyectos para terceros con distribución global tanto en español como en inglés. Tenemos implantación en España y México. Buscamos el enriquecimiento intelectual a través de la búsqueda de nuevos enfoques, que plasmamos en formatos atractivos e innovadores, que promovemos activamente." Tal es la curiosa presentación de la editorial española Turner, cuya presencia en México parece llegar a su fin de manera escandalosa. Es lo que se desprende de la nota publicada por Yanet Aguilar Sosa, el pasado 17 de julio, en El Universal, de México, que se reproduce a continuación.


Turner México, en debacle: incumple contratos y adeuda a varios escritores

Por lo menos desde hace año y medio, aunque en realidad marcan el principio de la debacle a finales de 2021, la editorial española Turner, con medio siglo de historia (se fundó en 1973), y con 15 años establecida en México (marzo de 2009), ha incumplido el pago de adelantos por contratación de libros y pago de regalías por títulos publicados de 2021 a la fecha, han denunciado, a través de redes sociales, autores mexicanos como Brenda Ríos y Mauricio Montiel Figueiras, a cuyas voces se suman otros autores como Diego Olavarría, Eduardo Huchín y Gabriel Bernal Granados, quienes dan cuentan de la situación de esta editorial emblemática por su apuesta por el ensayo y textos de no ficción, a través de su sello Noema.

El pasado miércoles, en Facebook, la escritora Brenda Ríos, quien tiene publicados con Turner dos libros, Raras. Ensayos sobre el amor, lo femenino, la voluntad creadora y Hombres de verdad, y que incluso fue editora de Turner medio año, denunció el incumplimiento de su contrato por parte de la editorial que dirige el administrador español Leonardo Loscertales, así como el cierre de la oficina que la editorial tiene en México. Una situación que ha hecho visible la crisis económica por la que atraviesa desde hace varios años, pero también la falta de ética y desprecio con la que trata a los escritores que, como apunta Mauricio Montiel, son el primer eslabón en la cadena editorial: “sin autores no hay editores”.

Ríos, quien conoció “el caos” desde adentro, asegura que desde que al editor Ricardo Cayuela ya no le renovaron su contrato como director editorial Turner España, “ya no hubo dinero en Turner México y entonces Turner México se congela desde hace año y medio y los libros se distribuyen por inercia”.

Montiel, autor de Un perro rabioso: Noticias desde la depresión, publicado en 2021, dice que es “la historia de una debacle editorial brutal”, que apunta a que está editorial que era celebrada por hacer libros muy cuidados, se va a quedar sólo como Turner España, pero con este modelo de servicios editoriales y hacer Coffe Table Books. “Al parecer desde que llegó Santiago Fernández de Caleya (el anterior dueño) a la editorial, fue como la crónica de una muerte anunciada, entonces nos quedamos un montón de autores publicados aquí en México específicamente, sin mucho”, dice y agrega: “hasta donde sé, vi que acaban de estar en un stand en la Feria del Libro de Madrid con firmas de autores españoles, pero no sé cómo estará el tema de los derechos de todos los autores españoles, los autores traducidos y de los propios los traductores”.

Ríos y Montiel son parte de un grupo de autores que publicaron con Turner, en su sello Noema, en tiempos de Ricardo Cayuela, quien apostó por abrir los horizontes del catálogo con autores mexicanos como Pablo Soler Frost, Fernando Fernández, Diego Olavarría, Gabriel Bernal Granados y Eduardo Huchín, entre otros, que hoy siguen viendo sus libros a la venta en librerías físicas y en plataformas digitales, pero no han recibido pagos con sus regalías por ejemplares vendidos ni les han pagado adelanto.

El escritor, traductor y editor Gabriel Bernal Granados, quien publicó con Turner, en 2021, el libro Leonardo da Vinci. El regreso de los dioses paganos, califica esta actitud de la editorial con sus autores como un “penoso y triste asunto”. A él le contrataron el libro sin pago de adelanto por la situación de la editorial en la pandemia, pero se comprometieron a pagarle regalías de manera muy puntual e incluso antes de lo estipulado en los contratos ordinarios que se firman con los autores. “Pasa el tiempo, se publica el libro, y esto no sucede. No hay corte de regalías, las tuve que gestionar a través de una inconformidad que firmamos varios de los autores de Turner, donde se hablaba de las anomalías en cuanto a los cortes y a los pagos; sin embargo, los pagos nunca se produjeron, nunca me pagaron adelanto, nunca me pagaron regalías”.

En tanto, el cronista y ensayista Diego Olavarría, autor de Honduras o el canto del gallo, asegura que su contrato, firmado los primeros meses de 2022, estipulaba el pago de un adelanto, que no se efectuó. “El libro se fue a imprenta y el adelanto nunca llegó, cosa que ya es una práctica irregular… avanzamos con la publicación, con la promoción, seguí insistiendo en el tema y a la fecha no me lo han pagado, son más de dos años y medio y nada”.

Hace un año les mandaron desde Turner a varios autores acuerdos para “el pago de este adelanto, porque se lo deben a más de una persona, y quedamos con ellos en darles incluso flexibilidad para que fuera más sencillo para la editorial. Yo acepté un acuerdo de pago a meses, pero tampoco se materializó”.

Una acción deplorada por el escritor, editor y músico Eduardo Huchín Sosa, quien cuenta que, en su contrato, “Turner había prometido un adelanto, que nunca llegó. Cuando el libro, por fin salió al mercado, cumplí con mi parte: hice todas las presentaciones que me fueron solicitadas y ofrecí las entrevistas pactadas. La editorial, en cambio, no cumplió: no me dio las regalías que me correspondían. Es más, ni siquiera he recibido información respecto a la venta de mis libros”.

También cuenta que la contratación del libro, las gestiones de promoción y los primeros intentos por hacer que cumplieran el contrato se dio a través de su agente literario. “El año pasado hubo un acercamiento con la promesa de resolver el adeudo, pero esas pláticas no fructificaron cuando nos plantearon un plan de pagos totalmente injusto. A últimas fechas, yo quise seguir con las conversaciones, pero Turner en España sufrió muchos cambios y perdí comunicación con ellos”.

Todos los escritores coinciden en la pésima y penosa actitud con la que ha actuado la dirección general de la editorial a cargo de Leonardo Loscertales. Brenda Ríos y Mauricio Montiel, quien incluso fue el primero, en 2023, en denunciar el incumplimiento y adeudo por parte de Turner, cuentan que como respuesta les pidió rescindir los contratos y retirar sus libros de librerías y destruirlos.

El Universal solicitó entrevista con Loscertales, vía correo electrónico. Respondió que el problema es que él se acaba de incorporar a la editorial en marzo y que está “abordando varios asuntos muy importantes y pendientes que me han retenido de viajar a México hasta la fecha, apreciaría su paciencia y comprensión mientras resuelvo estos asuntos”. Y agrega: “Ni mucho menos se contempla el cierre de la filial mexicana. De hecho, nuestro plan es retomar la esencia de Turner en México, enfocándonos en los libros de arte e ilustrados con un enfoque mexicano y una distribución global”.

miércoles, 24 de julio de 2024

Toda la poesía de Eliot, traducida en México

El poeta y traductor mexicano José Luis Rivas (1950), en 1990, publicó Poesía completa de T. S. Eliot, trabajo que, en su momento, le valió el prestigioso Premio Xavier Villaurrutia. Pero, como suele suceder, no quedó satisfecho con su labor y treinta y cuatro años llevó a cabo una nueva traducción que, con el título T. S. Eliot. Poesía reunida / The Complete Poems (1909-1967), editó recientemente la Universidad Veracruzana y la Universidad Autónoma Metropolitana en versión bilingüe muy ambiciosa. El volumen se publicó con un excelente prólogo del poeta, traductor y científico Carlos López Beltrán. Por su extensión, y con la debida autorización, ofrecemos las partes referidas a la historia de la traducción de Eliot.

El shock del pasado. Un T. S. Eliot para el nuevo siglo.

Una topografía gruesa del tamaño y los alcances de la obra poética de T.S. Eliot no es difícil de imaginar. Podemos orientar la imaginación usando herramientas de búsqueda contemporáneas. El visor Ngram analiza la frecuencia de menciones de su nombre. Éstas crecen tímidamente entre 1915 y 1960, momento en el que se dispara una curva exponencial aceleradísima, casi vertical que llega a su cima en 1987. De ahí en adelante, la curva comienza descender despacio, con rebotes leves en 1998 y 2014. Actualmente esas menciones siguen altas, en los niveles de 1978, pero la tendencia sigue en descenso. Al parecer, los años entre 1960 y 1990 vieron el apogeo de la influencia mundial de Eliot. Una gran cantidad de ediciones y traducciones a decenas de idiomas se trajeron a la luz entonces. Y no se ha dejado de hacer, aunque con menos celeridad. El premio Nobel de 1948 otorgado a Eliot sin duda impulsó este fenómeno. Su principal dinamismo deriva sin embargo de la llegada a la madurez en todo el planeta de una generación de lectores y críticos de poesía ya completamente cultivada y adiestrada en la poética eliotiana. En ella se ubica José Luis Rivas, virtuoso traductor al español de este volumen. Además de a una industria académica eliotiana muy grande, que seguramente también tuvo su auge en las décadas mencionadas, la expansión de la influencia de Eliot surfeó sobre las olas de la actividad de poetas mismos. Y de los traductores. Muchas veces encarnados, como en este libro, poeta y traductor, en la misma persona. Eliot es con toda su potencia una nueva ortodoxia. Los lectores de Eliot hoy están en todas partes y, gracias a sus decenas de traductores, de varias generaciones ya, su obra y sus alcances sigue desdoblándose y consolidándose. Casi todas las lenguas de la Tierra han sentido el campo gravitatorio de Eliot. Podríamos explorar su presencia en la poesía de Rusia (donde influyó a Anna Akhmatova gracias a Boris Pasternak, y después notablemente a Joseph Brodsky). O en la poesía de la India. O la de Hungría. ¿Qué tal la de China?

A través de secuencias de traducciones, los lectores y los creadores de China, encuentran puentes bien construidos que conectan los dominios poéticos de ambas latitudes. ¿Porqué es Eliot tan importante para todos en el mundo actual? se pregunta -por ejemplo- Qiu Xiaolang, poeta, novelista y traductor. Y se contesta: “Mientras la lengua sea una barrera, la poesía en sí misma nos da una razón para superar esa barrera. Disfrutar de la poesía de otro idioma es disfrutar de la comprensión de los seres humanos que viven con esa lengua: se trata de un entendimiento que no se puede conseguir de ninguna otra manera. Pienso que con la poesía las personas de diferentes naciones e idiomas distintos consiguen un entendimiento mutuo que, no importa cuán parcial sea éste, será siempre esencial.” La no especificidad y la flexibilidad del lenguaje modernista, agrega Lioi T., otro traductor de Eliot, es altamente compatible con el idioma chino, y acerca la poesía Occidental al lenguaje y al pensamiento de China. Se ha dicho por otro lado que después de los aciertos y los equívocos de Pound, y de muchos otros traductores entre el chino y las lenguas europeas, influidos todos por las revoluciones estéticas modernistas, los poetas chinos posteriores a la revolución cultural, consiguieron abrir en China brechas de expresión poética inaccesibles a los censores que permitieron modernizar su expresión poética sin toparse con los muros o los golpes del Estado.

¿Y cómo le ha ido a T.S. Eliot en español? Algunas investigadoras han hecho el intento de llevar la cuenta de las traducciones de la obra de Eliot en el mundo hispanohablante. Nada más de La Tierra Baldía, Teresa Gibert cuenta hasta hace unos años cerca de 30 traductores, y como 50 ediciones. Con nombres diversos, como Yerma, Tierra yermaTierra desolada, Tierra inútil, y similares, esta obra destaca por el fuerte imán que ha sido para los traductores. Los dos primeros traductores al español de The Waste Land fueron un diplomático mexicano, Enrique Munguía, y un escritor puertorriqueño Ángel Flores. Ambos publicaron sus versiones en 1930 y tuvieron una ligera disputa de prioridad, ya que Flores le había pedido por correspondencia exclusividad a Eliot. Después de ellos, docenas de traductores, y unos cuantos poetas de primera línea (como Alberto Girri, León Felipe, José Coronel Urtecho, Ernesto Cardenal, Jaime Gil de Biedma, José Emilio Pacheco, José Luis Rivas) han trasladado a nuestra lengua obras diversas de Eliot. Los esfuerzos recientes con La Tierra Baldía de Jordi Doce en España y de Gabriel Granados Bernal y Hernán Bravo Varela en México me han parecido notables. Menos que aquella obra pero también de modo abundante se han traducido los Cuatro Cuartetos. Tengo predilección por la traducción comentada del gran Esteban Pujals Gesalí (1988) aún por sobre la exacta y pulida versión mexicana de José Emilio Pacheco (1989).

martes, 23 de julio de 2024

¡Hoy, la Argentina! ¡Mañana, el mundo!

Continuando la polémica desatada por la ignorancia del ministro Sturzenegger, el 19 de julio, en La NaciónDaniel Gigena publicó otra nota a propósito de la posible eliminación de precios únicos en el mundo del libro argentino, donde se recoge las opiniones de editores y libreros. Según la bajada, "El ministro de Desregulación y Transformación del Estado sostuvo que el Gobierno insistirá en derogar la ley que establece un precio fijo para los libros; 'En los países donde se quitó la ley, luego de un tiempo volvieron a subir', dijo el presidente de la Cámara Argentina del Libro".

Libreros y editores versus Sturzenegger: “Una ignorancia profunda”

Tras las declaraciones hechas a La Nación por el ministro de Desregulación y Transformación del Estado, Federico Sturzenegger, sobre la tentativa oficial de derogar la ley 25.542, promulgada en 2002 y conocida como “de defensa de la actividad librera”, que establece que los libros tengan un precio fijo en todo el país, entidades del sector librero y editorial manifestaron su preocupación e hicieron llegar sus respuestas.

“Es un tema que de una manera u otra vamos a abordar -dijo el ministro a este diario esta semana-. La prohibición de que los libros no puedan ser más baratos nos parece algo de una crueldad y de una actitud anticultural increíble. Hay amplia evidencia de que permitir los descuentos reducen el precio; es algo obvio. En Estados Unidos, la irrupción de Amazon hizo que los libros hoy salgan 40% menos que hace diez años”.

Si se derogara la norma que fija un precio de venta al público uniforme en todo el país, las cadenas de librerías, las grandes superficies como supermercados e hipermercados y la plataforma Mercado Libre podrían vender libros a precios más bajos que los sugeridos por las editoriales y afectar a librerías chicas e independientes, que tendrían dificultades para competir. Sturzenegger, que cree que la derogación de la ley hará bajar los precios de los libros, sugirió que estas “deberían reconvertirse”.

Las libreras Mónica Dinerstein y Cecilia Fanti, en representación de la Cámara Argentina de Librerías Independientes (CALI), enviaron una declaración. “Queremos remarcar un punto y es que el ministro Sturzenegger dice que la derogación de la ley de defensa de la actividad librera no está en la nueva ‘ley hojarasca’ así como no estuvo en la versión final de la ‘ley Bases’. Por lo tanto, el titular de la nota bien podría haber sido ‘Por el momento el gobierno no se propone modificar la ley del libro’. Sin embargo, sostiene que, en un futuro, el Poder Ejecutivo lo abordará. Tal y como están las cosas, la ley se mantiene y entendemos que el consenso del sector y el trabajo intersectorial que se ha realizado desde diciembre con las cámaras y legisladores de todos los frentes puso en relieve el valor y la importancia de que esta ley exista”, confían.

Las representantes de la CALI estiman que “instalar la idea de que la ley prohíbe que los libros sean más baratos proviene de una ignorancia profunda sobre el sector, la industria del libro y nuestras problemáticas”. “Lo venimos discutiendo de un tiempo a esta parte: uno de los grandes problemas del precio actual de los libros ha sido el alto costo del papel que representa más de la mitad del costo en la producción de un libro”, indican.

“Pero además, lo sostiene con un dato falso que es la caída de los precios en Estados Unidos con Amazon en el mercado -puntualizan Dinerstein y Fanti-. A eso lo llamamos dumping y básicamente es el trabajo que hacen los grandes jugadores para borrar a la competencia e instalarse como única alternativa. Esto es, los precios bajan en un principio, asfixian a la competencia y luego, como no tienen más competencia, los precios vuelven a subir. En el camino, quedan librerías y editoriales que no pueden sostenerse y, por lo tanto, la bibliodiversidad se reduce, los precios terminan subiendo y encima se pasa a leer solo lo que la plataforma y los grandes jugadores ofrecen y les resulta rentable. Hace menos de un año el gobierno de Estados Unidos demandó a Amazon por prácticas monopólicas. Hoy por hoy, toda la cadena del libro trabaja en el marco de esta ley. Y mientras las grandes cadenas o supermercados pueden tener ventajas competitivas por su tamaño y sus acuerdos con los distribuidores, las librerías pequeñas ya trabajamos con márgenes más pequeños y nos sostenemos definiendo nuestros perfiles, nuestra especificidad y el servicio y especialización que brindamos en nuestros locales”.

Al ser consultado por este diario sobre el dumping y la “uberización” del sector del libro, Sturzenegger sostuvo que Uber era “la cosa más maravillosa del mundo”. La Nación pudo saber que algunos ejecutivos de grandes grupos editoriales trasnacionales ven con buenos ojos la derogación de la ley 25.542. No obstante, el director general de Penguin Random House (PRH) para América Latina, Javier López Llovet, confirmó a este diario que PRH y el Grupo Planeta estaban “absolutamente en contra de la derogación de la ley”. “La experiencia obtenida en nuestras empresas editoriales de la gestión en diversos mercados, europeos, norteamericanos, asiáticos, etcétera, nos ilustra de la importancia de contar con una ley de estas características en nuestro país”, sostuvo.

Para las libreras agrupadas en la CALI, el Gobierno quiere desregular un mercado que funciona. “Y funciona bien -concluyen-. Si tanto les preocupan los lectores, sería hora de que pensaran políticas serias para fomentar el libro y la lectura, crear nuevos lectores y acompañar al sector; no romper un mercado y una industria que funciona, crece y viene profesionalizándose al nivel de ser modelo en todo América Latina desde hace más de dos décadas”.

La Cámara Argentina del Libro (CAL), que preside el editor Juan Manuel Pampín, también se expidió al respecto. Por un lado, recicló un comunicado de cuatro puntos, difundido a inicios de año, cuando la derogación de la ley 25.542 estaba incluida en la ley Bases (la iniciativa fue retirada durante el debate legislativo). Allí se destaca que la ley “es un acuerdo intrasectorial, propuesta por el propio ecosistema” y que “todos” entienden como beneficiosa; que, “para un Gobierno tan preocupado por el tema fiscal, esta ley cuesta cero pesos”; en tercer lugar, que “el precio único permite darle estabilidad al mercado, permitiendo un cálculo correcto de regalías para los autores y es una ayuda fundamental contra la piratería”, y, por último, que “la ley argentina está basada en la legislación francesa de 1970” y que la Argentina cuenta con una ley modelo “que países como Colombia, Chile o México quieren copiar”. Advierten que, en Inglaterra, cuando se quitó la ley de precio fijo, “en un período de cinco años se redujo un 30% la cantidad de librerías”.

“La Argentina tiene una población que en más del 50% está bajo la línea de pobreza -dice Pampín a La Nación-. El libro, como todo consumo cultural, lamentablemente no es prioritario y es obvio que una persona que no puede alimentarse bien, o no vive en un lugar digno, poco puede pensar en leer. Debemos pensar en agrandar la torta y no en achicar la porción. Quitar la ley, irá claramente en ese sentido”.

Sobre el precio de los libros, el presidente de la CAL remarca que “la porción del costo industrial más importante del libro es el papel, que hoy es, aproximadamente, el 55% cuando ese costo históricamente era del 30%”. También hizo referencia al dumping: “La evidencia marca que, en los países donde se quitó la ley, si bien en un inicio los precios bajaron, luego de un tiempo volvieron a subir”.

“Debemos entender que la Argentina tiene unas 1200 librerías y que la ‘tirada de moda’ de las novedades es de setecientos ejemplares, un 40% menor que en 2016 y un 25% menor de lo que se editaba en 2019 -detalla-. Con lo que hoy se produce no se puede entregar un ejemplar por librería”.

El secretario de la Federación Argentina de Librerías, Papelerías y Afines (Falpa), Carlos Morón, dio a conocer su punto de vista sobre los dichos del ministro. “Esta ley se basa en la ley Lang de Francia, creada para promover las librerías y garantizar un precio justo de los libros -dice-. Las librerías cumplen una doble función: comercial y cultural. En Francia, la derogación de esta ley debido al surgimiento de las cadenas FNAC ocasionó la desaparición del 15% de las librerías en el primer año y de otro 10% el año siguiente. Esto llevó al gobierno francés no solo a restablecer la ley, sino también a implementar medidas adicionales para asegurar la supervivencia de las librerías en todo el país. En Inglaterra, la derogación de una ley similar provocó un aumento promedio del 20% en los precios de los libros”.

“¿Es cierto que la derogación de la ley disminuye el precio de los libros? -se pregunta Morón-. Depende. Los libros más vendidos podrían ofrecerse a menor precio, pero los menos vendidos subirían significativamente de precio. Las pequeñas librerías, sin la venta de los libros más vendidos, no pueden subsistir y terminan cerrando. Los libros sólo se conseguirían mediante envío, al menos en pequeñas y medianas ciudades, encareciendo su costo entre un 20% y 30%, y reduciendo drásticamente la bibliodiversidad. El precio actual no es arbitrario. Lo fija la editorial y no hay competencia porque cada título es único. Es el resultado de un acuerdo entre todos los integrantes del sector, no una imposición, para asegurar la existencia del entramado de librerías en Argentina, un orgullo tanto para funcionarios como para cualquier argentino preocupado por la cultura”.

Por último, el secretario de Falpa sostiene que no se busca la intervención del Estado, “sino regular los precios dentro del sector, compuesto por quienes conocen el negocio”. “Queremos librerías con autores charlando, cuentacuentos promoviendo la lectura a los más chicos, talleres literarios y libreros que aconsejen a los lectores. No queremos depósitos llenos de electrodomésticos y herramientas con un pequeño sector de libros. Esperamos que los funcionarios y legisladores, que también escriben libros y se sienten orgullosos de verlos en las vidrieras, comprendan la importancia de preservar las librerías”.

lunes, 22 de julio de 2024

Cada vez se encienden más alarmas alrededor de los libros argentinos

El pasado 20 de julio, Omar Genovese publicó en la sección Cultura del diario Perfil, un artículo que continúa y amplía lo escrito por Daniel Gigena sobre la ley de precio único del libro. En la bajada se lee: "La ley que fuera sancionada en 2002 y que todos consideran beneficiosa corre el peligro de ser derogada. El nuevo ministro de Desregulación y Transformación del Estado, Federico Sturzenegger, se refirió a la posible anulación de la Ley 25.542, que beneficia tanto a grandes como a pequeñas editoriales, así como a grandes y pequeños libreros, y que varios países intentan replicar. Una revocación que solo puede provenir de quienes ignoran todo del mundo editorial."

La ley de precio único del libro, que existe desde 2002, puede ser derogada

El miércoles pasado, el periodista Daniel Gigena publicó en el diario La Nación un artículo titulado “Segundo round: el Gobierno insiste en derogar la ley de precio único de los libros”, en donde reproduce las palabras del nuevo ministro de Desregulación y Transformación del Estado, Federico Sturzenegger, respecto a la derogación de la Ley 25.542: “Es un tema que de una manera u otra vamos a abordar. La prohibición de que los libros no puedan ser más baratos nos parece algo de una crueldad y de una actitud anticultural increíble. Hay amplia evidencia de que permitir los descuentos reduce el precio; es algo obvio. En Estados Unidos, la irrupción de Amazon hizo que los libros hoy salgan 40% menos que hace diez años”. Y además: “No se puede pensar en nada más anticultura que no permitir que los libros lleguen baratos a la gente”.

Indagado respecto a cómo esto afectaría a distribuidoras y librerías de todo el país, agregó: “De lo que hablamos es de permitir la competencia para que los libros lleguen más baratos a la gente; si afectar significa que van a tener que cobrarlos más baratos, entonces sí las afectaría. Pero eso es bueno, ¿no? Tal vez deberían reinventarse”. Y para defender el proyecto de toda posible crítica o rechazo: “No sé realmente quién podría estar en contra de tener libros más baratos, excepto aquellos a quienes esta ley hoy les permite venderlos más caros. Es muy cruel, o muy cínico, que haya gente que critique esto en nombre de la cultura. ¿A quién vamos a defender? Al usuario”.

Este proyecto se encuentra en la conocida como Ley Hojarasca, que no proviene del título de la novela de García Márquez, sino que evoca el efecto de un viento, y que en el caso del ecosistema editorial podría convertirse en la Ley Vendaval: arrasaría con la mayoría de las editoriales, distribuidoras, librerías (existen 1.500 en todo el país), en un contexto económico de retracción de ventas, inflación, aumento de costos de producción, caída del consumo, donde el libro hace meses que se convirtió en un artículo de lujo para los lectores.

Durante el mes de febrero pasado, cuando la derogación de la mencionada ley estaba integrada a la ley Bases, los distintos sectores del libro argentino destacaron cuatro puntos claves para defender la norma vigente:

1. Esta ley es un acuerdo intrasectorial, propuesta por el propio ecosistema y fue sancionada en 2002 y que, 22 años después, todos entendemos beneficiosa –grandes editoriales y librerías, como las pequeñas– (Pengüin, Planeta, Siglo XXI, Corregidor, De la Flor, Eudeba, Fondo de Cultura Económica, Godot, Entropía); así como librerías grandes o pequeñas (Cúspide, Eterna Cadencia, Hernández, Casa del Sol, Estación Libro, Fedro, Emporio de Córdoba, o Libros de la Arena en Mar del Plata). Es un tema en el que no hay el menor desacuerdo.

2. En un gobierno tan preocupado por el tema fiscal, esta ley cuesta “0” pesos.

3. El precio único permite darle estabilidad al mercado, ofreciendo un cálculo correcto de regalías para los autores, y es una ayuda fundamental contra la piratería editorial.

4. La ley argentina es una ley inspirada en la legislación francesa, conocida como ley Jack Lang (dos veces ministro de Cultura de Francia, entre 1981 y 1996, y dos veces ministro de Educación Nacional, entre 1992 y 2000). En este aspecto se puede afirmar que la Argentina tiene una ley modelo, y que países como Colombia, Chile o México quieren aplicarla. En Inglaterra, cuando se quitó la ley, en un período de 5 años se redujo un 30% la cantidad de librerías.

Este último dato histórico es determinante. La crisis del sector editorial argentino es profunda y una modificación de las condiciones de circulación del libro de esta dimensión tendrá efectos catastróficos: afectará la bibliodiversidad y la presencia de la cultura impresa en todo el territorio nacional.

Si en el país “no hay plata”, el libro, que no es un artículo de primera necesidad, “no se vende”. De hecho, las librerías registran una caída de ventas promedio de entre el 40% y el 50%. Esto se refleja en la disminución en la cantidad de libros impresos por título, que hoy rondan una tirada de moda cercana a 750 ejemplares.

A esto corresponde una contracción de novedades en lo que va del año, es decir, se publican menos libros. PERFIL tuvo acceso a información al respecto. En el caso de ficción y temas afines, durante 2023 se publicaron 1.971 títulos, mientras que en el primer semestre de este año, 358; de persistir la tendencia, será una baja anual del 78%. En temáticas como infantiles, juveniles y didácticos: 2.059 el año pasado, 471 en lo que va del año, con baja proyectada del 54%.

El precio de tapa de un libro no obedece a la ley de oferta y demanda. Los costos fijos de producción (papel, impresión y encuadernación) sufrieron un aumento escalar, sumado al de combustibles, que elevan los costos de logística. Si las tiradas se reducen, cada libro aumenta su precio de tapa, ya que el costo se prorratea en menos ejemplares. De tal manera que un libro “barato” surge de un mercado con poder adquisitivo y capacidad de consumo, que obliga a mayores tiradas.

Existe una convocatoria de la Cámara Argentina del Libro para defender la Ley 25.542 que implica a la Cámara Argentina de Publicaciones (CAP), la Cámara Argentina de Librerías Independientes (CALI), la Federación Argentina de Librerías, Papelerías y Afines (Falpa) la Cámara de Librerías y papelerías de La Plata, la Cámara de Librerías y Papelerías (Capla), la Cámara de Librerías y Editoriales Independientes (Caledin).

Es que la supervivencia del libro argentino depende de un gran acuerdo al respecto.

viernes, 19 de julio de 2024

Una mezcla de cinismo, ignorancia y mala fe

En un esfuerzo más por hacer retroceder la industria del libro en la Argentina, el actual gobierno quiere derogar una norma que democratiza el valor de los libros, como en casi todos los países civilizados del mundo. En la bajada de artículo publicado por Daniel Gigena, en el diario La Nación, de Buenos Aires, el pasado 17 de julio, se lee: "Para el ministro Federico Sturzenegger (foto), la norma promulgada en 2002 impide que los libros sean más accesibles; 'La prohibición de que los libros no puedan ser más baratos nos parece algo de una crueldad y de una actitud anticultural increíble', dijo".

Segundo round: el Gobierno insiste en derogar la ley de precio único de los libros

Tras la publicación, este lunes, en el portal Parlamentario, de una información donde se insinuaba que en la “ley de hojarasca” promovida por el flamante ministro de Desregulación y Transformación del Estado Federico Sturzenegger (bautizada así porque es una norma que permitiría “barrer” con leyes y regulaciones “obsoletas”) estaba incluida la derogación de la ley 25.542 de precio uniforme de los libros, Sturzenegger dijo a La Nación que esa iniciativa no formaba parte del nuevo proyecto.

No obstante, confirmó que “de una manera u otra” la derogación de esa ley sería una cuestión a abordar por el Poder Ejecutivo. La meta, según dijo, es “beneficiar a los usuarios”, es decir, a los lectores, con una hipotética baja del precio de los libros.

La ley 25.542, conocida como “ley de defensa de la actividad librera”, se promulgó en 2002 y establece que los editores e importadores de libros deben fijar precios de venta al público uniformes en todo el país.

“Es un tema que de una manera u otra vamos a abordar -dijo el ministro a este diario-. La prohibición de que los libros no puedan ser más baratos nos parece algo de una crueldad y de una actitud anticultural increíble. Hay amplia evidencia de que permitir los descuentos reducen el precio; es algo obvio. En Estados Unidos, la irrupción de Amazon hizo que los libros hoy salgan 40% menos que hace diez años”.

“No se puede pensar en nada más anticultura que no permitir que los libros lleguen baratos a la gente”, dijo Sturzenegger.

Al ser consultado sobre si esta medida no afectaría a las librerías, en especial a las independientes, el ministro respondió que probablemente así fuera. “De lo que hablamos es de permitir la competencia para que los libros lleguen más baratos a la gente; si afectar significa que van a tener que cobrarlos más baratos, entonces sí las afectaría. Pero eso es bueno, ¿no? Tal vez deberían reinventarse”.

Cámaras del sector editorial y de librerías y entidades que representan a escritores no coinciden con el punto de vista del ministro. En las vidrieras de librerías porteñas, incluso las de la cadena Cúspide (del Grupo Clarín), se puede leer un cartel con la leyenda: “Las librerías no adherimos a la derogación de la ley 25.542″. Editores, libreros, autores y dibujantes, entre otros agentes del mercado editorial, se aprestan para un segundo round con el Gobierno. Los principales beneficiarios de la derogación serían las grandes superficies (supermercados e hipermercados) y plataformas como Mercado Libre.

“No sé realmente quién podría estar en contra de tener libros más baratos, excepto quienes esta ley hoy les permite venderlos más caros. Es muy cruel, o muy cínico, que haya gente que critique esto en nombre de la cultura. ¿A quién vamos a defender? Al usuario”, afirmó Sturzenegger. A pesar de ser un crítico del Gobierno de Javier Milei, el exministro de Cultura de Cambiemos, Pablo Avelluto, había apoyado la derogación de la norma.

“El proyecto estaba en la ‘ley Bases’ -concluyó Sturzenegger-. Así que tarde o temprano es un debate que tenemos que dar”. Durante los debates legislativos en torno a ese megaproyecto, la oposición había logrado que las normas vinculadas con la cultura fueran retiradas por el oficialismo.

jueves, 18 de julio de 2024

"Es fundamental que el nombre del traductor, que a veces intentan ocultar, sea visible"

El pasado 25 de junio, Miguel Ángel Artigas dio cuenta, en el Diario de Teruel, de España, de la participación del traductor Carlos Fortea en el 21º congreso de los escritores aragoneses, que tuvo lugar por esos días.
 
“¿Por qué iban los lectores a querer una novela escrita o traducida por IA?”

El madrileño Carlos Fortea, Premio Nacional de Traducción 2023 y profesor de la Universidad Complutense (UCM), asegura que “la traducción es un género literario, porque lo que le llega al lector es otra versión de la novela, cuya autoría es del traductor. Un libro traducido es un segundo original”. Fortea fue uno de los invitados de lujo de la 21ª edición del Congreso de la Asociación Aragonesa de Escritores, que se celebró este fin de semana en Tarazona.

La temática del congreso este año fue la traducción literaria, y no en vano Tarazona acoge la Casa del Traductor, una institución dedicada al fomento de la traducción literaria y la reflexión sobre ella.

En una conversación con el escritor Alejandro Corral, Carlos Fortea, una de las referencia de la traducción al alemán en España -es el traductor de Günter Grass y Kafka, entre otros autores de 150 obras en total-, ahondó en la necesidad de “visibilizar” y “dignificar” el oficio de traductor, en un sector editorial “que a veces es muy poco profesional con la traducción literaria”. “Es fundamental que el nombre del traductor, que a veces intentan ocultar, sea visible y en portada mejor que en portadilla interior”, explicó.

Según un estudio de la Asociación de Traductores, el pago de las traducciones, que se realizan por página (2.100 caracteres por página, es decir 30 líneas por 70 espacios) oscilan entre los 7 y los 17 euros la página, y los derechos de autor son generalmente el 1% del precio del libro”.

Respecto a la irrupción de la inteligencia artificial en el mundo de la literatura, considera que “puede que sirva para traducir textos comerciales, pero nunca para la traducción literaria, porque estas máquinas, de inteligencia, nada; son súper copionas ciegas. Nos estamos adentrando en un mundo absurdo y distópico. ¿Por qué vamos a querer que una máquina escriba una novela? ¿Qué sabe del ser humano? ¿Quieren los lectores una novela escrita por la IA? Lo que escriba la IA nunca va a ser original, porque se basa en textos ya hechos. Nunca hará lo que solo puede hacer un ser humano”.