miércoles, 2 de abril de 2025
Más de bibliotecas: la obra de Christian Jacob
martes, 1 de abril de 2025
La casa-biblioteca de Bernardo Gómez-Pimienta
lunes, 31 de marzo de 2025
Francis Ponge revisitado
Damián Tabarovsky, en su columna del domingo 30 de marzo, en el diario Perfil, de Buenos Aires, retorna a una traducción que hizo del poeta francés Francis Ponge (foto) y la compara con otra, del mismo poema, realizada por el venezolano Alfredo Silva Estrada, lo cual le permite sacar interesantes conclusiones.
Volver sobre una traducción
Hace muchos años, de una pequeña revista de poesía me pidieron una traducción de un poema de Francis Ponge, llamado “La mariposa”, incluido en De parte de las cosas. Es una narración que describe a la mariposa vengando “su larga humillación amorfa de oruga”, bajo el modo de un destiempo levemente trágico (“y, además, llega muy tarde y no puede sino comprobar las flores abiertas”) y del elogio de la errancia (“minúsculo velero de los aires maltratado por el viento como pétalo redundante, vagabundea por el jardín”). Inmediatamente me surgió una primera duda: el poema ya había sido traducido al castellano, ¿debía leer esas versiones? Y mientras pensaba, me encontré ya leyendo una de esas traducciones, la publicada en la editorial Monte Ávila, por el poeta venezolano Alfredo Silva Estrada. Es una buena traducción, bien cercana al texto madre, pero a la vez con buen criterio para resolver con cierta libertad algunos pasajes complejos (de hecho, las frases que acabo de citar provienen de esa traducción). Me asaltó entonces una segunda duda, ¿valía la pena volver a traducirlo? Había quizás un solo momento de la traducción de Silva Estrada con la que tenía algunos reparos. Es una frase en la que Ponge escribe “Dés lors le papillon erratique ne se pose plus qu’au hasard de sa course, ou tout comme”; y que Silva Estrada tradujo como “Desde entonces la mariposa errática tan sólo se posa al azar de su carrera, o dando esta impresión”. Una doble diferencia aconteció frente a esa versión. Primero, el uso de “tan sólo”, que ralentiza la frase, la endurece innecesariamente. Y luego, sobre todo, el final, ese “dando esta impresión” que ancla demasiado el sentido, lo vuelve demasiado pedagógico. Ese es el momento clave del poema: Ponge, el poeta de la materialidad de las cosas, de las palabras minerales, arriesga un toque de liviandad oral, casi infantil: “ou tout comme”. Idea que transmite también una voluntad de dejar la frase inconclusa, o mejor dicho, imprecisa. Y si ese es el instante crucial, es porque ese “ou tout comme”, esa llamada a la vacilación, no responde plenamente al sistema de Ponge, no es un elemento que se encuentre a menudo en su obra. Y entonces, fatalmente, esa situación me interesó. Me importó tocar ese nudo, desatarlo (es decir: atenerse a lo inesperado), forzar la lengua para resaltar ese accidente. Propuse entonces esta modificación, que acentúa lo aleatorio: “desde entonces la mariposa errática sólo se posa al azar de su carrera, o casi”.
¿Es mejor mi traducción que la de Silva Estrada? Por supuesto que no. Por una sencilla razón: porque descreo de la idea de traducciones mejores o peores. No se puede evaluar una traducción por el “frase a frase” (más allá de que existe un talento casi artesanal para resolver los problemas de cada oración). Me interesa, en cambio, sobre todo la exigencia de plantear una estrategia general frente al sentido del texto, luego un conocimiento de la obra del poeta, del poema a traducir, y finalmente, ahora sí, de cada frase. Me interesó encontrar, hacer sobresalir la disrupción, lo inesperado de la sintaxis. Es una estrategia como las hay otras (como la de Silva Estrada, que decidió tomar más resguardos). Pero ocurre, lamentablemente, que cada vez son más las traducciones (sobre todo de narrativa) que ya no se plantean ninguna de estas preguntas.
viernes, 28 de marzo de 2025
La crisis desatada por el actual gobierno hunde a las librerías argentinas y muchas cierran
jueves, 27 de marzo de 2025
Otro trabajo brillante de Matías Battistón
Matías Battistón, ya fue dicho muchas veces, es un excelente traductor, pero también un tipo de genio. Para demostrarlo una vez más bastaría con leer su traducción de Belacqua, de Samuel Beckett, título impuesto por la editorial donde acaba de ser publicado More Pricks Than Kicks (1934), el primer libro del autor irlandés, que reúne una serie de cuentos sobre un singular personaje. A continuación se reproduce lo que Battistón escribió para justificar su traducción.
Sobre la traducción
Beckett tenía un cuaderno. Es decir, cuadernos tenía varios. Pero uno en particular, el de apuntes para su novela Sueño con mujeres que ni fu ni fa, que por suerte sobrevivió, nos permite ver un poco el método que utilizaba para escribir a comienzos de la década de 1930. Ahí es donde iba anotando, disciplinadamente, las frases y giros que tomaba de sus lecturas, muchas veces recónditas, con la idea de usarla en sus propios textos. Cada vez que lograba meter alguna, la tachaba, como si fuera una lista de pendientes. Muchas de esas citas son casi imposibles de identificar para el lector común, o incluso el más curtido, y sin embargo en esos guiños se juega gran parte de la apuesta estilística de Beckett: es una especie de respuesta moderna, joyceana, al antiguo género de los centones. Uno lo lee con cierto suspenso, y con cierta frustración también, como si en cualquier momento hasta la maceta del rincón pudiera citar a Horacio sin que uno se dé cuenta.
Si bien para este libro Beckett en general decidió escribir de una manera más despojada, el método más o menos se mantuvo. Sobre todo, claro, en las partes que él tomó de Sueño con mujeres que ni fu ni fa y que aquí adaptó, en particular el cuento “Una noche húmeda”. Hay muchos pasajes que directamente se vuelven incomprensibles o injustificables si uno no detecta la referencia. Algo similar pasa con las alusiones a ciertos detalles de Dublín o a la propia vida de Beckett. Además, claro, del uso constante de expresiones o frases enteras en otras lenguas, que él ni amaga a traducir. Es como si, parafraseando al personaje de la Ottolenghi, él preguntara a cada rato: “¿Les parece que es absolutamente necesario traducir esto?”.
Nunca podría decirse que a Beckett lo desvelara ser transparente. En plena Segunda Guerra Mundial, una vez incluso lo retuvieron unos guardias fronterizos porque pensaban que el manuscrito de Watt estaba escrito en código. Verlo como un mensaje espía, encriptado, les parecía más verosímil que verlo como literatura. Pero son sobre todo los textos de juventud los que parecen llevar como divisa: “Que lea el que pueda”. Así y todo, aunque la opacidad sea adrede, y el libro quizá no pueda apreciarse como corresponde si no nos deja perplejos, me dio la impresión de que se justificaba el trabajo de aclarar las alusiones y dar una traducción de lo que estuviera en otras lenguas, todo en notas al pie[1], a veces extensas, para que el lector pueda hacer trampa dignamente. Desde luego, el que no las necesite, o prefiera el muy entendible placer de no entender, puede obviarlas. Sé que hay algunas que sobran. Espero que eso compense las que faltan.
El título merece una aclaración aparte. More Pricks than Kicks es un juego de palabras con varias vueltas, que como de costumbre tarda mucho más en explicarse que en captarse. Podríamos empezar señalando que es una alusión a la frase to kick against the pricks, tomada de Hechos 26, 14, donde se narra la conversión de Saulo de Tarso en el camino a Damasco: “Todos caímos al suelo, y yo escuché una voz que me decía en arameo: ‘Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Duro es dar coces contra el aguijón’”. Con esta metáfora agropecuaria, Jesús estaría tratando de ilustrarle a san Pablo lo inútil y hasta dañino que puede ser resistirse a una fuerza invencible, como el buey que da patadas contra el aguijón o la aguijada que los boyeros usan para picar a la yunta. Volviendo a Beckett, more pricks than kicks significaría, entonces, “más aguijones [o aguijonazos] que coces”: más tormentos o imposiciones, si se quiere, que intentos de rebelarse contra ellos.
Sin embargo, kick en inglés también puede referirse a una experiencia divertida, placentera, como en get a kick out of something (“divertirse con algo”). Así que more pricks than kicks podría leerse como “más aguijones que diversiones”, en el sentido de “más de algo malo que de algo bueno” (con algún eco de otra frase hecha, more kicks than half-pence, “más patadas que monedas”, usada en general para referirse a una actividad que se paga con maltrato más que con dinero). De hecho, kick también puede aludir al placer sexual, y prick, al órgano masculino; en otras palabras, more pricks than kicks puede leerse también como “más penes que orgasmos”, una triste estadística. Y la cosa no termina ahí, si uno recuerda que además prick puede aludir —al igual que “pene” en algunos dialectos del castellano— a una persona molesta, idiota, energúmena. More pricks than kicks, de nuevo, podría significar entonces “más idiotas que buenos momentos” (más forros que polvos, digamos). En fin, con todo esto el lector ya puede seguir combinando los sentidos y alusiones por su cuenta y entretenerse buscándole incluso más vueltas a la frase.
Ahora bien, ¿cómo traducirla? Quizá convenga imitar la admirable curiosidad del alumno que espía el examen del compañero y preguntarnos antes cómo la han traducido otros. Porque traducciones de este libro en otros países ya hay varias, todas con títulos muy distintos.
Hasta ahora, la única traducción íntegra que había al castellano era la española de Víctor Pozanco para Lumen, publicada en 1990. Pozanco, calculo yo, habrá considerado intraducible el juego de palabras del título, porque lo descartó de plano y recurrió a una alternativa más explicativa y geográfica, Belacqua en Dublín. Es una solución que se aprecia mejor si captamos el guiño a Joyce: “Ulises en Dublín” era, justamente, el título de un cuento que se iba a incluir en Dublineses y que terminó convirtiéndose más tarde en la novela Ulises. Podemos imaginarnos a Pozanco descartando otras alternativas menos convincentes, como Retrato del Belacqua adolescente o Belacqueses, antes de llegar con alivio a esta.
Siempre es interesante ver cómo Beckett, que solía traducirse él mismo, cómo adaptaba sus propias obras al francés. Sin embargo, More Pricks than Kicks es uno de los pocos libros que él no llegó (o se negó) a traducir, aunque sí ponderó en su momento, sin mucho entusiasmo, un posible título, Ni bouche ni éperon. La expresión francesa n’avoir ni bouche ni éperon se usa para referirse a alguien tonto, insensible, como un caballo que no reacciona ni a la brida ni a las espuelas, así que esta alternativa mantendría cierto hálito cuadrúpedo en la imagen, al igual que la idea de insensibilidad o pasividad, aunque no la rima interna ni la aliteración. Tras la muerte de Beckett, varios propusieron otras alternativas (Plus de peur que de mâles, según Jean Jacques Mayoux; Plus de couilles que de coups, según Bruno Clément), hasta que Edith Fournier terminó traduciendo el libro para Éditions Minuit en 1994, todavía más libremente, como Bande et sarabande.
Por su parte, la traducción italiana de Alessandro Roffeni, publicada por primera vez por la editorial milanesa SugarCo en 1970, se decantó primero por eludir el problema, eligiendo un título seco y descriptivo, Novelle, y al reeditarse la obra cinco años después, por otro mucho más llamativo, Più pene che pane (que parece más bien el título de alguna película donde la Cicciolina tuviera que mantener a flote esforzadamente una panadería). Más cerca en el tiempo y el espacio, en 2021, Ana Helena Souza tradujo el libro al portugués para la editorial brasileña Biblioteca Azul, con el feliz título de Mais pontas que pés.
Al ver que ninguna de esas versiones se dejaba plagiar dócilmente, barajé opciones. Demasiadas, de hecho, que iban desde lo literal pero sin chiste (Más punzadas que patadas), al punto medio entre libertad y literalidad (tomando algún giro local, como “poner palos en la rueda” digamos, y adaptándolo: Más palos que ruedas), hasta otras del todo libres, que por ejemplo apuntaran a las connotaciones sexuales del original, cuando no al chiste verde (recordemos que Irlanda en su momento el título del libro en parte hizo que lo retiraran del mercado), tal vez incluso haciendo un guiño a la impotencia y al final infausto de Belacqua (Mal acaba). Así fui llenando páginas de tachones.
Mientras tanto, eché un último vistazo a otras latitudes y vi que, cuando Christian Enzensberger tradujo More Pricks than Kicks al alemán para Suhrkamp en 1989 como Mehr Prügel als Flügel, la crítica Ria Endres dedicó la mayor parte de su reseña en Der Spigel para explicar, no sin cierta crueldad, por qué el título estaba mal traducido; según ella, tendría que ser algo como Mehr Schwänze als Tänze. Se me ocurrió entonces que, para ahorrar tiempo y cortar por lo sano, yo directamente podría preguntarle a un reseñista impecable cómo traduciría el título en castellano él. La respuesta de Juan Comperatore, director de la revista El Diletante, fue Más coces que goces. Me pareció mucho mejor que todas las opciones que había garabateado yo, y más cercano al original que las otras que acabo de describir, así que lo adopté.
La editorial, sin embargo, después de escuchar todas las alternativas ya mencionadas, prefirió optar por la eufonía y simplicidad del nombre del protagonista, y decidió trocar traducción por bautismo: el libro pasaría a llamarse Belacqua. Yo acepté, claro. No patalear mucho me pareció, en cierto modo, otra forma de fidelidad al título en inglés.
[1] Todas
las notas al pie me pertenecen, salvo las notas del propio Beckett, indicadas
con “N. del A”. Una bibliografía pormenorizada de todas las fuentes que usé para
mis notas sería muy larga. Me limito a mencionar al académico John Pilling, que
hizo un gran trabajo rastreando las referencias de Sueño con mujeres que ni fu ni fa y estos cuentos, sobre todo en su
libro Samuel Beckett’s More Pricks than
Kicks: In a Strait of Two Wills (Londres, Continuum, 2011), sin el cual me
hubiera sido imposible desentrañar muchas partes del texto, y al que tantas
veces (no las suficientes) cito. Aprovecho también para señalar que Sueño con mujeres que ni fu ni fa es la
traducción de José Francisco Fernández de Dream
of Fair to Middling Women (Barcelona, Tusquets, 2011).