martes, 31 de octubre de 2023

Tres traductoras responden una encuesta

Luego del "Manifiesto por la supervivencia de la traducción editorial en España", lanzado por ACE Traductores (ver entrada de ayer), el 27de octubre pasado, Contexto y Acción (ctxt), España, realizó una encuesta que respondieron las traductoras españolas Rita da Costa, Julia Osuna e Inga Pellisa. A continuación sus respuestas.

La supervivencia de la traducción, en juego

Al hilo del reciente manifiesto de la ACE Traductores reclamando una actualización de las tarifas para garantizar la supervivencia del colectivo enviamos un cuestionario a tres reconocidas autoras para que nos contasen de cerca el estado de la cuestión.

¿Cómo es un día de su jornada laboral?

Rita da Costa: Me levanto poco antes de las siete, desayuno, me ducho y me siento a traducir o revisar hasta media mañana, cuando por lo general hago una pausa para ejercitar el cuerpo, llenar la nevera o atender otras obligaciones. Luego vuelvo a sentarme delante de la pantalla hasta la hora de preparar el almuerzo. Después de comer, vuelta al tajo hasta las ocho o, más habitualmente, las nueve de la noche. En total, suelo hacer una jornada de ocho horas reales de trabajo.

Julia Osuna: Desde fuera (una tía sentada delante de un ordenador las horas que le deja la conciliación), podrían parecer todas iguales, pero depende de la fase de la traducción en la que esté: si escribiendo la primera versión, reescribiendo, leyendo en pantalla ya sin el original, leyendo en papel bajo el sol (por eso de hacer la fotosíntesis una vez cada dos meses). Mucho teclear, mucho investigar y mucho leer, más todo lo que conlleva ser autónoma: contacto con editoriales, valorar proyectos que llegan, algún «bolo» para apoyar a la asociación y algún taller para apoyar la economía del hogar, intentos de autobombo (puaj) por eso de conseguir más trabajo… Me he dedicado en exclusiva a la traducción literaria en los últimos 17 años, pero ya llevo dos años dándome cuenta de que, con la subida de TODO, quizá tenga que abandonar el barco. Y no soy solo yo; hay una quemazón generacional, especialmente en el sector cultural y, en concreto, el editorial.

Inga Pellisa: Como todas las autónomas, en particular si tienen hijos, es posible que la frase que más haya oído sea: “Qué suerte, tú, que te lo puedes montar”. “Te lo puedes montar” acostumbra a equivaler a que nada impide que te exprimas a ti misma en jornadas maratonianas. ¿Que un día tienes que dedicar unas horas a papeleos, alguna reunión o reinstalar el sistema operativo? Trabajas más horas. ¿Que necesitas ahorrar por algún motivo, te has pillado los dedos con un libro complicado o has tenido que aceptar una tarifa baja? Trabajas de noche, el fin de semana. ¿Que te pones enferma, o tienes que cuidar de alguien? Pues trabajas enferma, en los resquicios que deje la fiebre; trabajas el doble en cuanto te recuperes. Muchas, cuando empezamos, íbamos llegando a acuerdos con esa tramposa libertad, pero con los años, y con el estancamiento de tarifas, ha terminado convirtiéndose en una especie de pluriempleo autoimpuesto.

¿Incluye su trabajo actividades que no son propiamente pasar de un idioma a otro?

Rita da Costa: Sí, si contemplamos las tareas de documentación, revisión y gestión. La primera puede consumir muchas horas, dependiendo del libro, pero siempre hay que buscar terminología específica de los campos más variopintos y visitar lugares (físicos y virtuales) que darían para varias crónicas de sucesos. La segunda tarea es la revisión, que en mi caso supone por lo menos dos lecturas a fondo y una tercera en papel (que, como el algodón, no engaña). Eso es tiempo que se añade a los cálculos de plazos y retribución. Sumémosle las horas dedicadas a la contabilidad, a reclamar contratos y liquidaciones, a actualizar conocimientos…

Julia Osuna: Casi te diría que eso es lo de menos… A ver, no es así, claro, pero para mí mi actividad principal, si la tengo que explicar, es comprender un texto hasta el tuétano y escribir otro igual. Suena un poco entomológico, pero siempre me ha parecido que hay algo de laboratorio científico cuando estás metida en el estudio ensayando con palabras. Un ejercicio químico de prueba y error y reprueba que es difícil de explicar. Se necesitan unas habilidades mentales que hay que entrenar desde joven y seguir entrenando con el oficio diario. Y no hablo de inteligencia en la más vulgar de sus acepciones, hablo del ejercicio de una ingeniería artesanal.

Inga Pellisa: Esto es algo que, cuando eres novata, acostumbras a pasar por alto, pero muchísimas de las horas que vas a pasar sentada delante del ordenador se van a ir en actividades no facturables. Desde buscar clientes, enviar un presupuesto o revisar las correcciones de las traducciones entregadas, hasta presentar declaraciones o responder a un requerimiento de Hacienda. No idealizo el trabajo asalariado porque estuve ahí diez años, pero lo cierto es que formar parte de un engranaje te soluciona ciertas cosas. Las autónomas tenemos que ser nuestro propio departamento de recursos humanos, jurídico, informático, marketing, contable, sindical, y limpieza.

¿Cuál es la importancia de su trabajo?

Rita da Costa: Parafraseando a Eco, podría decirse que la traducción es la lengua de la literatura universal, que no existiría sin ese constante trasvase. Últimamente oigo decir que las editoriales españolas contratan más originales en castellano que en otras lenguas para ahorrar costes. Es muy posible que durante las últimas décadas se publicaran más traducciones de las que es capaz de absorber un país como España, y el mercado editorial anglosajón, aliado a la febril dinámica capitalista, genera una avalancha de títulos en los que no siempre prima la calidad (bien lo sabemos quienes, más que traducir, tenemos a veces que reescribir libros de muy discutible valor literario), pero que nadie se llame a engaño: la traducción es vital para la supervivencia de la literatura tal como la concebimos hoy (sin olvidar que de los libros se nutre buena parte de la ficción audiovisual que tantos ingresos genera).

Julia Osuna: La importancia de mi trabajo está en contribuir a la cultura como medio de que la vida sea soportable, así lo veo yo. Si se piensa que la cultura y en concreto la literatura es solo ocio, se podría tachar este trabajo de superfluo, pero los que no entendemos la vida sin las expresiones artísticas de los demás, que nos reflejan y nos hacen comprendernos a nosotros mismos, sabemos que con nuestro oficio estamos contribuyendo a mantenerlas vivas y a que no nos coman los monstruos de la sinrazón y el dinero, no somos un «capricho». Las traducciones en el ecosistema literario de un país van a marcar en buena medida la futura creación en ese país, y de nuestras decisiones dependerá el signo de esas creaciones… Si somos más conservadoras o menos, más provocadoras, más subversivas… Eso, con el tiempo, se notará en la obra de nuestras autoras, que leen nuestras traducciones. Y por eso deberíamos estar protegidas como las especies en extinción. O si no, volveremos a que solo traduzcan los privilegiados que se puedan permitir cobrar poco, que no son necesariamente los que tienen más oficio.

Inga Pellisa: Podría perderme aquí en una reivindicación sobre el valor de la cultura, pero ya lo han hecho estupendamente bien mis compañeras. Para mí, este trabajo también tiene una importancia que va mucho más allá de lo laboral –por eso hacemos tantas cosas por, literalmente, amor al arte–, pero a alguien que hable en dinerés no lo voy a convencer de nada. Sus valores y placeres me resultan tan ajenos como los míos a él, supongo. Si lo llevo a un terreno más práctico, mi trabajo va a tener la importancia que los lectores le den al hecho de contar con la traducción de alguien que es, tal vez, la persona que mejor y más a fondo ha leído ese libro. Espero que sigan siendo muchos.

¿Cómo se accede a trabajar como traductor?

Rita da Costa: Hay quienes llegan al oficio después de pasar por una facultad de traducción e interpretación, como es mi caso, hay quienes llegan desde los campos más diversos del saber. Yo empecé a traducir para editoriales en los años noventa, cuando había mucho trabajo y era relativamente fácil conseguir un primer encargo. Me consta que ahora es más complicado, y algunos traductores en ciernes envían propuestas de libros a las editoriales, acompañadas de una breve presentación del autor, reseñas e incluso una muestra de traducción (es decir, ejerciendo de scouts literarios, pero sin cobrar nada por ese trabajo adicional). Con suerte, el esfuerzo les valdrá ese primer encargo que les abrirá las puertas de la profesión.

Julia Osuna: Es un oficio al que se llega por muchas vías, normalmente porque los libros han estado muy presentes en tu vida; también hay quienes llegan porque son personas biculturales con querencia por las lenguas. Yo soy de una generación que ha salido de la universidad y que se ha podido hacer un hueco y una carrera en exclusiva en la traducción editorial, cosa que no era nada habitual, hablamos de solo un 13,4 por ciento de los que nos dedicamos. Pero eso de la exclusividad está dejando de ser posible por lo estancadas que están las tarifas. Y es una pena porque somos gente que a lo mejor llevamos casi 200 libros traducidos y tenemos acumulada una experiencia enorme que nos hace poder aportar cada vez más, vamos mejorando a cada libro, las editoras están muy contentas con nosotras, pero ahora todo esto se va a echar a perder porque seguimos siendo el eslabón más débil en la cadena de producción. Yo me imagino que, puestos a regatear, mejor conmigo, autónoma desamparada en su casa, que con un comité de empresa. Hay que conseguir que tengamos acceso a la negociación colectiva, que es lo que está pidiendo ACE Traductores a través de los (lentos, morosos) canales de la Unión Europea. Yo no tengo ningún interés en ser autónoma, ojalá me contrataran en una editorial y me dijeran toma, traduce lo que puedas en un mes y no te preocupes, que ya te pagamos nosotros la seguridad social e incluso las vacaciones. Que es como estaban antes maquetadores y correctoras, por ejemplo, y ahora todos estamos en nuestra casa, atomizados y separados, vaya a ser que nos juntemos y exijamos algún tipo de prestación por nuestro trabajo diario. Me contaba la compañera Pellisa que a una amiga suya montadora de cine la contratan las empresas por sus trabajos de dos o tres meses, como los nuestros. Trabajamos en exclusiva para una sola empresa durante el tiempo que hacemos un libro, entonces ¿por qué, durante esos meses, soy menos trabajadora que la editora o la de prensa, por ejemplo?

Inga Pellisa: Leyendo, leyendo bien, buscando, enviando propuestas, ofreciéndote como lectora o correctora si tienes los conocimientos necesarios, asociándote y conociendo a otras traductoras, siendo paciente, humilde y desconfiando de ti, siempre.

¿Cómo cobra un traductor?

Rita da Costa: Un traductor –traductora las más de las veces (que éste sea un sector muy feminizado no es ajeno a su precarización)– cobra por página traducida según la tarifa “acordada” con la editorial (un trágala en toda regla, a efectos prácticos) y según un sistema de cómputo heredado de los tiempos previos a la incorporación de herramientas informáticas. Hoy tal vez sería más lógico cobrar por palabras, como se hace en la traducción técnica y comercial, lo que de paso permitiría sacar a relucir el agravio comparativo que supone cobrar la mitad por traducir a un premio Nobel que las instrucciones de un juguete. Luego, si hay (mucha) suerte y el libro se vende como churros (hablamos de más de 10.000 ejemplares), cobrará derechos de autor (entre el 0,5 y el 1% sobre el precio de venta de los ejemplares) una vez cancelada la cantidad que cobró en concepto de anticipo. Pero la mayoría de los traductores rara vez llegan a ver ese unicornio alado que son los derechos (según el Libro Blanco de la Traducción Editorial en España, “más del 70% de los traductores declara que las liquidaciones anuales que recibe no son nunca positivas o lo son pocas veces”).

Julia Osuna: Puede sonar algo enrevesado (lo es), pero digamos que cobramos un anticipo en concepto de derechos de autor y que ese anticipo se calcula sobre una tarifa por 2.100 caracteres de texto traducido. Luego, cuando se cubre ese anticipo (prácticamente nunca), te correspondería un 1 por ciento (en muchos casos, solo el 0,5) sobre el precio de venta de los ejemplares. En la práctica: te pagan ese anticipo y nunca más vuelves a ver un duro (mi ejemplo, 250 euros de derechos en 17 años). Antes sí era más normal percibir derechos, y todavía en LIJ es más corriente porque hay más ventas, pero cuando aducen que tenemos esas regalías para compensar las tarifas, no es algo real en la mayoría de los casos. Por eso es tan importante que se vinculen las tarifas a la subida del IPC anual o que haya otro tipo de ayudas que nos permitan sobrevivir, tanto del Estado (una protección a las trabajadoras culturales), como de las propias editoriales, que hay que reajustar el reparto para que el ecosistema sea habitable para todos. Yo lo que no entiendo es que muchas veces en las editoriales nos vean como un mal necesario y no como una inversión: al fin y al cabo nos revisan y nos corrigen, mejoramos los textos entre todas, aprendemos y nos hacemos mejores, y eso lo cosechan las editoriales, como tiene que ser. Si después las editoras de mesa se pelean por conseguir hueco en nuestro calendario del año, pues, vida mía, asegúratelo pagándome como tiene que ser. Invierte, alma de cántaro.

Inga Pellisa: Las de mi generación les debemos mucho a las pioneras de ACE Traductores, porque fueron ellas las que consiguieron que nos reconocieran como autoras de obra derivada, que percibiéramos derechos de autor y nuestro nombre constara por ley en los créditos. Pero hay que decir que ahí nos hicieron un dos por uno que ha traído muchas complicaciones. El primero que me sacó el tema, debo decir, fue Unai Velasco, y yo había caído tan de lleno que al principio ni siquiera lo entendí. Me explico: las traductoras cobramos a peso –tantos caracteres de texto, tantos euros–, pero ese importe es un adelanto a cuenta de los derechos de autor que genere el libro. Solo cuando se venden suficientes ejemplares para cubrir el adelanto empezamos a cobrar royalties. Y eso ocurre prácticamente nunca; solo cuando el libro vende muchos miles de ejemplares. Así que podríamos decir que nuestros ingresos salen casi en exclusiva de la tarifa que consigamos para cada libro. ¿Por qué los músicos, los guionistas y los traductores audiovisuales cobran royalties desde el primer visionado o escucha y nosotros no? Pues ni idea, pero es una anomalía que solo encontramos en el mundo editorial.

¿Cuál es la relación de sus ingresos con el coste de la vida?

Rita da Costa: Inversamente proporcional, si tenemos en cuenta que las tarifas bajaron con la crisis de 2008 (y eso que ya entonces era difícil vivir de la traducción editorial) y en términos generales apenas se han movido, desde luego no de forma equiparable al coste de la vida, que en los últimos 20 años y en Cataluña (donde resido), ha subido un 57,5% según el INE. Tengo en mis manos un contrato de traducción del año 2003, y constato que entonces cobré 13 euros la página (tarifa que muchas editoriales siguen ofreciendo hoy sin ruborizarse) por traducir una novela para un gran grupo editorial. Hoy, después de 25 años de oficio y constante batallar –y gracias en buena medida al esfuerzo colectivo de asociaciones como ACE Traductores–, me muevo en una horquilla de entre 15 y 16,75 euros por página, de las más altas del sector. Sin embargo, eso supone de media un aumento del 23% en veinte años, frente al 57% que ha subido IPC. En ese mismo período, el salario medio en España creció en torno al 46%. Recordemos, además, que los traductores editoriales somos trabajadores autónomos y, a diferencia de otros sectores más regulados, no podemos negociar colectivamente nuestras condiciones laborales, sino que, en virtud (es un decir) de la ley de la competencia, que nos trata a efectos prácticos como empresarios, sólo podemos negociar a título individual con poderosas multinacionales.

Julia Osuna: Mi relación es que en los 17 años que llevo trabajando he subido algo las tarifas, pidiéndolo con esta boquita una y otra vez, no porque me las hayan subido motu proprio a pesar de trabajar años con las mismas empresas y cumplir siempre, y también porque he ido buscando yo otras editoriales que pagaran más. Pero la realidad es que lo que haya podido subir se lo ha comido las subidas del IPC y mi poder adquisitivo se ha ido a la mierda, a pesar de que ahora puedo aportar mucho más como traductora. Para que os hagáis una idea, hace poco le pedí un aumento a un editor porque iba a cobrar la misma tarifa que cobré en 2016 por hacer a la misma autora y me subió un total de medio euro por página, lo que en un libro de 400 páginas y casi tres meses de trabajo (porque además es difícil) supone 200 euros. Cuidao, vaya a comprar leche ecológica…

Inga Pellisa: La relación es… problemática. Cuando trabajaba como editora, hará quince años, uno podía entrar en la página de ACE Traductores y encontrar unas tarifas mínimas de referencia para cada par de lenguas. Era una simple guía, pero ahora no tenemos permitido ni eso. Tampoco mencionar cifras en nuestros manifiestos: nada que se pueda entender mínimamente como una recomendación. Alguna asociación, de hecho, ha tenido que hacer frente a multas porque sus socios habían compartido información sobre tarifas y eso, por lo visto, violaba la ley de defensa de la competencia. Estamos en una situación de vulnerabilidad total, obligadas a hacer frente a una inflación tremenda cada una por sus propios medios, sin la posibilidad de fundar un sindicato ni acogernos a un convenio colectivo y renegociando nuestras condiciones encargo tras encargo. Es posible que mucha gente tenga una visión glamurizada de nuestra labor y que, cuando reivindicamos una mejora de las tarifas, no entienda la situación tan precaria en la que nos encontramos. Como decía Carlota Gurt en un artículo reciente, en los últimos años las tarifas están atrapadas en la barrera de los 13-15 euros. Ya he dicho antes que no todo el tiempo que pasamos sentadas en el ordenador lo dedicamos a teclear, así que para alcanzar con tarifas como esas un sueldo equivalente al SMI y pagar la cuota de autónomos, es decir, para facturar un bruto anual de 20.000 euros, que es lo que percibe entre nóminas y cotizaciones a la Seguridad Social un asalariado, tenemos que traducir a un ritmo de aproximadamente 15.000 caracteres al día, todos los días laborables del año que dediquemos exclusivamente a traducir, empalmando un encargo con otro, sin parones voluntarios o involuntarios. Si queremos cosas tan burguesas como disfrutar de vacaciones, pillar algún que otro festivo, ahorrar un poco para no pasar nervios cuando tardan medio año en abonarnos una factura, pagar el coste de calefactor en invierno, de un ordenador nuevo cuando el nuestro dice basta, o de un gestor que nos haga la declaración de la renta (la Agencia Tributaria no da cita a los autónomos); esto es, lo mismo que un asalariado SMI, pero asumiendo los gastos mínimos de nuestra actividad y sin derecho real a prestaciones de desempleo, podemos plantarnos perfectamente en los 20.000 caracteres al día, unas 11 o 12 páginas, que, dependiendo del libro, empieza a ser complicado o directamente inasumible. No creo que mis compañeras, Julia, Rita (y Victoria Alonso), todas ellas nominadas al premio Esther Benítez de este año, hayan traducido los libros finalistas a ese ritmo. Y también cabría preguntarse por qué escoger para estos cálculos el SMI y no el sueldo que tienen en el convenio colectivo estatal de editoriales puestos como el de redactor o técnico editorial. La categoría más baja, que es la de auxiliar técnico editorial, tiene un sueldo bruto más cotizaciones de, si no me equivoco, unos 25.000 euros. ¿Traduciendo solo libros con jornadas racionales? Un unicornio.

Entonces, ¿cómo conseguimos ir tirando? Pues, como decía antes, haciéndonos trampas al solitario: trabajando todos los días, demasiadas horas, fines de semana incluidos, llevándonos el portátil de «vacaciones», cotizando por la base mínima que nos permitan, futura miseria para nuestra jubilación, y todo eso solo para llegar a igualar las condiciones de un trabajador con el SMI, sin posibilidades de ir mejorando año tras año más que mínimamente y a costa de muchos tira y afloja. Creo que no hace falta decir que, con tantos condicionantes, son muchas las traductoras que no llegan a tener siquiera estas condiciones, en particular si topan con editoriales que ofrecen tarifas todavía más bajas.

¿Cómo han ido evolucionando sus tarifas?

Rita da Costa: A los datos anteriores me remito. Aun cobrando tarifas superiores a la media, ya no puedo vivir exclusivamente de traducir libros, sino que debo complementar esos ingresos con otro tipo de traducciones mejor remuneradas (si las encuentro), a menudo a costa de trabajar los fines de semana y hacer largas jornadas, porque otro de los rasgos de la actual dinámica editorial es que los plazos son cada vez más cortos e inamovibles, por lo que se hace difícil compaginar la traducción de libros con otras más rentables. A esto hay que añadir que, cuanto más cobra un traductor, por lo general, más difíciles son los encargos que le llegan, y la dificultad de un libro se refleja en horas de trabajo, con lo cual, a la larga, puede salir más a cuenta traducir libros «fáciles» por una tarifa baja que libros «difíciles» por una tarifa alta.

Pero traduzcamos (nunca mejor dicho) todo esto a cifras concretas, para que los lectores se hagan una idea: una novela de 300 páginas y dificultad media puede suponerme fácilmente dos meses y medio de trabajo. Supongamos que me pagan una de las tarifas más altas del sector, 16,00 € la página. Una vez deducido el IRPF y las cuotas de autónomos correspondientes, me quedará un sueldo neto de 1.325,60 € mensuales (no es una estimación hipotética, tengo delante un Excel que seguramente me valdría para convalidar primero de Contabilidad), y eso cobrando una de las mejores tarifas del mercado. Ah, y nada de pagas extra ni vacaciones pagadas, salvo que vayas apartando una parte de ese magro sueldo todos los meses para compensar los períodos de inactividad voluntaria o impuesta.

Inga Pellisa: Solo trabajo con una editorial que actualice las tarifas anualmente; en el resto, es posible que la subida en los últimos diez años haya sido, de media, de un diez por ciento total. Pero, ojo, hablo de mis tarifas, no de las tarifas que se ofrecen en general, que están absolutamente estancadas. He conseguido compensar una ínfima parte de la inflación, sin dejar de trabajar (y me doy con un canto en los dientes), en una franja de edad en la que supuestamente debería haberme hecho definitivamente adulta. Sé que no estoy sola; se supone que mi generación es la última que ha conocido alguna clase de bonanza, pero yo, la verdad, ya no me acuerdo. Creo que nos hemos comido las mismas crisis a una edad que nos deja cada vez menos margen de mejora, como les pasó a nuestros padres, fantasías piso-coche-trabajofijo aparte.

¿Considera una recompensa ver su nombre escrito en la portada de un libro?

Rita da Costa: En absoluto. Lo considero de justicia. Igual que espero ver el nombre del intérprete en la portada si compro un disco de los conciertos de Rachmaninov.

Julia Osuna: No, ahí es donde tiene que estar, como autora que soy y para que los lectores tengan todos los datos de quien ha escrito el libro sin tener que irse a la página de créditos. Antes me hacía ilusión, más que nada por mi gente, porque me vieran ahí, pero los sinsabores del oficio hacen que pierda la gracia, le quita el brilli-brilli, una lástima… Ya estoy curada de entusiasmo, gracias, Remedios Zafra.

Inga Pellisa: Sí, y también cuando se nos menciona en las reseñas. Ahí ha ayudado mucho la campaña #citaaltraductor, por ejemplo. No es casualidad que tengan esa iniciativa editoriales y críticos que tienden a valorar especialmente nuestro trabajo. Siempre habrá alguien que se suba al carro para hacer un poco de social washing, pero qué le vamos a hacer.

¿Cómo calificaría su relación con el resto de los desempeños editoriales: autores, editores, correctores?

Rita da Costa: En el caso de los autores, siempre que les he escrito para resolver alguna duda o los he conocido en persona, he tenido con ellos una relación cordial y respetuosa. En el caso de los editores en general y en particular los editores de mesa –editoras, en su mayoría–, suele haber una gran complicidad: son quizá quienes más y mejor aprecian el valor del traductor editorial en la cadena del libro. En cuanto a los correctores, he tenido experiencias que van de la indignación máxima a la gratitud eterna. La precarización a la que se ven sometidos es comparable a la nuestra o incluso peor, y eso se nota en el grado de preparación de quienes revisan las traducciones. Pero justo es reconocer que un buen corrector –de nuevo, correctoras en su mayoría– es una bendición: pilla al vuelo cosas que el traductor no puede porque está demasiado pegado al original. Son un eslabón fundamental de la cadena de producción editorial.

Julia Osuna: De pobre porque me encantaría tener una relación mucho más cercana y humana. Es verdad que el teletrabajo no ayuda en eso, pero también he procurado siempre poner cara y cuerpo a la gente con la que trabajo en el día a día, hace que todo sea mucho más flexible y empático. Con los autores tenemos cada vez menos relación por culpa de tanto intermediario, tantas agencias. Y luego me llevo muy bien con las editoras de mesa y las revisoras, en general, porque somos las que nos adentramos juntas en el barro de los textos y somos igual de friquis y nos gusta discutir sobre una palabra y otra. Es muy satisfactorio ese intercambio y es una pena que cada vez haya menos tiempo para eso porque, claro, libros, libros, más libros, parafraseando a Cortocircuito, o a los Hermanos Marx si me apuras…

Inga Pellisa: Cuando no hablamos de dinero, estupenda. Trabajo con editores pequeñitos para los que cada proyecto es una apuesta personal importantísima, y también con editores de mesa de grandes grupos que le ponen muchísimo amor a su trabajo, y debo decir que son muy pocos los casos en los que no me haya sentido bien tratada. Al final, los traductores siempre tratamos con la gente que trabaja a pie de texto, y esa suele ser buena gente.

¿Conoce casos de colegas que trabajan en peores condiciones que las suyas?

Rita da Costa: Por supuesto, y no sólo traductores jóvenes. Sé de excelentes colegas con experiencia y oficio que han abandonado la profesión porque se han cansado de vivir en una situación de perpetua y creciente precariedad. Por eso es tan importante ir hacia fórmulas que hagan posible la negociación colectiva, ya sea luchando por una exención de la ley de competencia (algo que se ha logrado en Alemania, por ejemplo) o a través de la sindicalización de las asociaciones de traductores. Como reivindica el manifiesto de ACE Traductores, urge compensar nuestra endémica pérdida de poder adquisitivo subiendo las tarifas en proporción al coste de la vida y actualizándolas anualmente en función del IPC. También habría que darle un repasito a la LPI, que 36 años después empieza a tirar de las sisas, para reformular aspectos patrimoniales y la más que previsible irrupción de la IA en el sector editorial (que daría para otra entrevista).

Julia Osuna: Siempre hay colegas que cobran menos, pero la triste realidad es que el intervalo de tarifas por las que nos movemos es muy pequeño y que esa diferencia no supone tanto en el cómputo total. Con esto quiero decir que sí, hay tarifas por las que no llegas a mileuristas, pero quizá con las tarifas más altas llegas por los pelos a milquinientourista o dosmileurista (traduciendo libros de géneros más fáciles), pero quítale luego el autónomos y quítale tu irpf del 7 o del 15… Y otro factor importante es que muchas veces puedes tener una tarifa «buena», pero que el libro sea un infierno (AKA “literario”) y acabes cobrando por debajo del mileurismo. Y es triste que esos libros “infierno” sean los libros que te dan un supuesto prestigio, muy una de cal y otra de arena y nada en la nevera, vaya…

Inga Pellisa: Sí, claro, a montones. Principiantes a los que ofrecen tarifas de risa, o que aún no tienen un flujo de trabajo continuo. Gente que se ha ganado el título de traductora prestigiosa y no le dan más que clásicos o futuros premios Nobel con una tarifa que no compensa la dificultad. Traductoras veteranas que no perciben derechos de autor porque sus contratos se firmaron en otra época. Siempre digo que se puede vivir bien si una no tiene que pagar vivienda, o muy poco; si no tiene a nadie que dependa económicamente de ella, y si puede compartir gastos con otra/s persona/s con ingresos serios y estables. Yo no tengo ni una casilla marcada: me he agarrado con uñas y dientes a Barcelona, tengo hijos y mi pareja también es traductor literario. Y, claro, no vivo bien.

¿Alguna vez ha pensado al ver imágenes de fiestas, premios y celebraciones editoriales: alguna de estas copas las estoy pagando yo?

Rita da Costa: Bah, ¿qué sería del mundillo literario sin un poco de glamour y oropel? Pero sí he sentido el impulso de abordar a los lectores en una librería para explicarles qué proporción de esos dieciséis o veinte euros que cuesta un libro va a parar a manos de quienes lo han hecho posible en primera instancia. Es a ellos –libreros y lectores– a quienes apelo: de ellos depende que nuestro trabajo se visibilice y dignifique.

Julia Osuna: A mí me encantaría que fuésemos todos de fiesta y venga premios y venga celebraciones porque la gente lee como loca, porque España ha subido mil puntos en los índices de lectura y se pudiera vivir mejor de la cultura y no simplemente sobrevivir. Pero entonces oigo como unas uñas por una pizarra y la fantasía de la fiesta se diluye y me viene a la cabeza que, cuando me niegan un aumento después de años de trabajo con la misma editorial, ni siquiera se paran a pensar que me están negando doscientos euros de diferencia en un trabajo especializado de casi tres meses… Y entonces ya no está una para farolillos, por decirlo fina y popularmente…

Inga Pellisa: Nosotras somos muy realistas. Sabemos perfectamente cómo funciona una empresa y cómo de bien tiene que ir todo para que nos llegue alguna migaja a nosotros, que somos el último mono. También te digo que nos gustan mucho los saraos, ¡y que a veces hasta nos invitan! Pero creo que no se entiende que la situación es tan urgente como para que muchas nos estemos planteando si podremos seguir trabajando de esto, y que la inversión necesaria para mejorarla es asumible para muchos editores que llevan años contando con esa partida congelada en sus escandallos para compensar los incrementos en las demás. #notallpublishers, lo sabemos, y creo que somos muchas las traductoras que apoyamos los proyectos que empiezan, pero sí muchos.

lunes, 30 de octubre de 2023

Manifiesto por la supervivencia de la traducción editorial en España

El pasado 5 de octubre, ACEtt, la organización que nuclea desde 1983 a los traductores españoles, dentro del seno de la Asociación Colegial de Escritores, publicó un manifiesto referido a las condiciones de trabajo del gremio en España. Lo reproducimos a continuación. 

Manifiesto por la supervivencia de la traducción editorial en España

El sector editorial es hoy uno de los más pujantes de la economía española, incluso en un contexto de pandemia y pospandemia mundial. De hecho, en 2021 el mercado experimentó un espectacular crecimiento que se tradujo en «el mayor incremento de facturación en lo que llevamos de siglo», según el último Informe sobre el sector editorial español publicado por la Federación de Gremios de Editores de España. Lejos de revertirse, la tendencia se ha visto confirmada después de la pandemia. En este sentido, Daniel Fernández, presidente de la FGEE, manifestó el pasado 26 de septiembre, con motivo de la presentación de la 41.ª edición de la feria Liber, que «el sector del libro mantiene un comportamiento «no sólo bueno, sino muy bueno», de tal forma que tiene previsto cerrar el año con un crecimiento de al menos el 5 %», lo que supone elevar el volumen de facturación por encima de los 1100 millones de euros, el montante más elevado de la última década.

Buenas noticias, sin duda. Sin embargo, los traductores de libros no participan de esta pujanza económica. Un dato basta para resumir e ilustrar la situación de extrema precariedad a la que nos enfrentamos: según el Instituto Nacional de Estadística, desde el año 2013 el IPC ha aumentado un 17,7 % a escala nacional, pero en todo este tiempo apenas se han tocado nuestras tarifas, que en algunos casos han bajado incluso respecto a las de hace diez años, si tenemos en cuenta el último Libro Blanco de la Traducción en España publicado por ACE Traductores. Cabe señalar, además, que en 2013 veníamos de sufrir un recorte generalizado de tarifas derivado de la crisis de 2008, por lo que, en la práctica, la inmensa mayoría de los traductores editoriales en España está cobrando hoy prácticamente lo mismo que hace veinte años. Más aún: hubo un tiempo, no hace tanto, en el que la filial española de un gran grupo editorial actualizaba las tarifas cada año en función del IPC. Luego vino la crisis, y eso que en otros sectores más regulados ni siquiera sería objeto de discusión se abolió de un plumazo.

Duele comprobar que en dos décadas apenas han mejorado las condiciones económicas de un grupo de profesionales que contribuye de manera nada desdeñable a engrosar los beneficios del sector editorial. Así lo corrobora el muy elocuente Informe del valor económico de la traducción editorial publicado por ACE Traductores en 2017 y que no ha perdido un ápice de vigencia: «Los traductores aportamos a las editoriales el 35 % de su facturación anual y, a pesar de ello, debido a la bajada de las tarifas, acumulamos una enorme pérdida de poder adquisitivo».

La pasada primavera sindicatos y patronal alcanzaron un acuerdo para implantar una subida salarial del 10 % a lo largo de los próximos tres años, acuerdo que servirá de base para la firma de los convenios colectivos en los distintos sectores económicos, pero ¿qué ocurre con los traductores editoriales, trabajadores autónomos en su práctica totalidad? ¿Hasta cuándo soportaremos esta imparable pérdida de poder adquisitivo mientras la facturación anual del sector crece sin cesar?

Cabe señalar, además, que la interpretación en España de la Ley de Defensa de Competencia impide en la práctica el derecho a la negociación colectiva de los traductores editoriales, por lo que nos vemos obligados a negociar a título individual con multinacionales en un sector cada vez más concentrado, en el que es muy difícil subsistir al margen de las condiciones impuestas por los grandes grupos editoriales.

Harían bien los editores en reconocer la contribución de los traductores al sector, subiendo las tarifas como mínimo —y según establece la Ley de Propiedad Intelectual— de forma proporcional al vigoroso crecimiento experimentado por el sector en los últimos años y comprometiéndose a actualizarlas anualmente en función del IPC.

Porque traducir libros no es un pasatiempo ni una tarea mecánica, sino un oficio creativo, multidisciplinar y especializado que merece una remuneración acorde a su complejidad y al peso que tiene en una de las principales industrias culturales de este país.

viernes, 27 de octubre de 2023

El "Infierno", en traducción colombiana

Permanentemente, hay nuevas traducciones al castellano de la Divina Comedia, lo cual habla no sólo de su vigencia, sino del sostenido interés de los lectores. Sin ir más lejos, quien indague en la columna de la derecha de este blog en el nombre "Dante Alighieri" verá desfilar ante sí una catarata de entradas sobre la creación del poeta florentino. También comprobará cómo, en los últimos años, tanto Argentina como España han sido pródigas en versiones, algunas de las cuales (como la publicada por Jorge Aulicino para el sello LOM, de Chile) ya son clásicas. Hubo asimismo traducciones parciales, generalmente del Infierno, acaso la parte más entretenida del libro. Hace dos años, Colombia sumó otra traducción parcial (se trata, por ahora, sólo del Infierno), emprendida por Jerónimo Pizarro, Norman Valencia y Humberto Ballesteros. Lamentablemente, no llegó a la Argentina y, sólo ahora, tenemos noticia de ella. De esto habla el siguiente artículo, publicado por Camilo Hoyos, en la revista Arcadia y republicada por La Semana, de Bogotá, el 27 de junio de 2019.

Un Dante amable y cercano

El valor de los clásicos no reside únicamente en su edición original, sino en gran medida en las traducciones y ediciones que permiten recortar distancias respecto a ella. Para muchos lectores resulta más sencilla la relación con un clásico escrito en una lengua que no sea el español, porque es más factible que podamos de alguna manera actualizar el estilo de Shakespeare, por mencionar alguno, que el del Cantar del Mío Cid. Sea en lengua original o traducida, siempre ocurre lo mismo: nos entendemos desde hace cientos de años, y encontramos cuando los visitamos algo así como la semilla de lo que ahora somos como cultura.

De ahí que la empresa que emprendió la editorial independiente Milserifas y que presentó durante la última FILBO es a todas luces un regalo, pero también un desafío: una nueva traducción de la primera cántica del La divina comedia, del poeta florentino Dante Alighieri, con un aparato crítico dirigido a los lectores infrecuentes que quieran atravesar esa frontera invisible que los separa de los clásicos por el imaginario de que son ilegibles o se han desactualizado. Humberto Ballesteros, finalista en 2018 del IV Premio Biblioteca de Narrativa Colombiana con la novela Juego de memoria, quien además es especialista en Dante y profesor de italiano y español en el Centro Hostos de Educación Superior de la Universidad de Nueva York y miembro de la Dante Society of America, se encarga de introducir cada canto de tal manera que el lector pueda disfrutar más y mejor del contexto y de las fórmulas poéticas.

Por el otro lado, Jerónimo Pizarro, profesor asociado de la Universidad de los Andes y titular de la Cátedra de Estudios Portugueses del Instituto Camões en Colombia, y Norman Valencia, profesor asociado de español y portugués en Claremont McKenna College, estuvieron a cargo de hacer la nueva traducción desde el toscano, con notas al pie que pretenden acercar tanto a los especialistas como a aquellos que se quieran dar la oportunidad de bajar a Dante del pedestal, donde nunca ha debido estar.

En el segundo semestre de 1998, el Departamento de Literatura de la Universidad de los Andes ofreció un seminario sobre el “Infierno” de La Divina Comedia, a cargo del profesor Jorge Yui. La traducción, que entonces no se culminó, fue retomada por los tres autores que han caminado junto a Dante durante más de veinte años para demostrarnos ahora que los clásicos no son monstruos inamovibles que a lo largo del tiempo pierden su vigencia y nos hablan únicamente desde el pasado. El clásico, como ya lo hemos visto tantas veces, logra hablarnos desde el presente de una manera que lo inmediato no logra captar. La historia de la Comedia es aquella del viaje de Dante a través de un mundo imaginado que nunca ha existido y nunca existirá, pero que si lo hiciera existiría como lo describió Dante. No solo es un desplazamiento geográfico, también es un viaje a la naturaleza humana. Y le resultará sorprendente al lector reconocer que esos pecadores que Dante visitó no distan mucho de los actuales, permitiéndonos así encontrar su longevidad conceptual, y su íntimo conocimiento de la naturaleza humana.

Este libro es la manera más amable y cálida de acercarnos a Dante. A muchos nos dará la oportunidad de sentirnos dantistas. Y, además, es un precioso objeto cuyo diseño y diagramación, a cargo de Camila Cardeñosa, permitirá que su frescura sea balsámica ahora y en veinte años. Esta edición es la muestra del amor de tres investigadores por un autor, que se traduce en el más loable de los deseos como lectores: que lo conozcan más personas. No se pierda esta dulce invitación.

jueves, 26 de octubre de 2023

Los "Cuentos de amor, de locura y de muerte", traducidos al inglés por Diego Jourdan Pereira

"En febrero de 2024 llegará a las librerías británicas y estadounidenses Tales of Love, Madness & Death, en versión del escritor y dibujante uruguayo Diego Jourdan Pereira". Tal es la bajada de la nota publicada por Daniel Gigena, en el diario La Nación, de Buenos Aires, el pasado 21 de octubre.


“Espeluznantes”: se lanza una nueva traducción al inglés de los clásicos cuentos de Horacio Quiroga

En febrero, el “mes de los enamorados”, los clásicos Cuentos de amor de locura y de muerte del uruguayo Horacio Quiroga (1878-1937) llegarán al inglés en una nueva traducción. La editorial londinense Renard Press lanzará Tales of Love, Madness & Death en versión del escritor y dibujante uruguayo residente en Chile, Diego Jourdan Pereira (Montevideo, 1977). Esta será la única traducción al inglés disponible en librerías; además de los emblemáticos cuentos, se incluye el “Decálogo del perfecto cuentista”.

“Siempre me pareció una gran injusticia que un autor como Quiroga, que supo conjugar tan bien lo popular con lo estético (’intuitivo’, lo llamó Alfonsina Storni en la revista Babel) no haya logrado ‘romper el hielo’ del mundo anglo más allá del ámbito académico -dice Jourdan Pereira a La Nación-. La editorial Renard Press tiene como meta democratizar la lectura de gemas literarias a través de formatos y precios accesibles para el bolsillo del lector casual”.

El proyecto surgió de una “conversación casual” con el fundador del sello, Will Dady, interesado en explorar otras voces de la ficción gótica. La venta anticipada del libro se promociona con una frase del escritor estadounidense John Updike: “Los cuentos de Quiroga están, como los de Poe, llenos de shocks psicológicos y efectos espeluznantes, y son rotunda y despiadadamente realistas”.

Muchos de los cuentos del libro, de 1917, habían sido publicados en revistas de tirada masiva, como Caras y Caretas. Quiroga es un maestro indiscutido del género y, como admirador de Edgar Allan Poe, precursor de la literatura de terror en lengua española.

A Pereira, su fervor por Quiroga le abrió puertas. “Tratándose de un área profesional que comencé a explorar como alternativa laboral durante la pandemia, principalmente traduciendo novelas gráficas contemporáneas para IDW en Estados Unidos, no tenía gran experiencia en las lides de la prosa -revela-. Sin embargo, mi propio trabajo profesional como escritor en idioma inglés, sumado a mi pasión por la obra de Quiroga, jugó a mi favor. Como uruguayo, el entendimiento nato del sustrato rioplatense y una obsesión propia con la cultura finisecular fueron de gran ayuda para entender a Quiroga, o al menos al Quiroga urbano, ese que viajó de joven a París, que disfrutaba un vermú en el pabellón El Águila y que leía las historietas de Frederick Burr Opper”.

“El desafío fue entender al Quiroga ‘salvaje’, enamorado de Misiones y el alto Paraná, que mecha con soltura argot agrícola con yopará, y a veces quiebra sus oraciones como quien atraviesa el monte a machetazos -concluye-. Llevar todo ese bagaje al inglés británico moderno fue en sí mismo otro desafío”.

Si bien esta edición de Tales of Love, Madness & Death no es la primera traducción al inglés, es la primera que estará en librerías británicas en un formato y precio accesibles, y en un catálogo que incluye libros de Oscar Wilde, Willa Cather, Saki, George Orwell y el “gótico” Bram Stoker.

miércoles, 25 de octubre de 2023

Entrega de los premios "M'Illumino d'Immenso"

Fabio Morabito en la premiación

El pasado viernes 20 de octubre, a las 19.00 horas, en el Instituto Italiano de Cultura de la Ciudad de México, en el marco de la XXIII Semana de la Lengua Italiana en el Mundo, se celebró la ceremonia de premiación de "M’illumino d’immenso", Premio Internacional de Traducción de Poesía del italiano al español y viceversa.

También este año “M’illumino d’immenso” atrajo la atención de traductores de muchos países diferentes: En esta sexta edición participaron 159 concursantes, de edades comprendidas entre los 13 y los 83 años, procedentes de 26 países diferentes (Alemania, Argentina, Bolivia, Brasil, Bulgaria, Camerún, Canadá, Chile, Colombia, Cuba, Ecuador, El Salvador, España, Estados Unidos, Francia, Guatemala, Italia, México, Montenegro, Países Bajos, Perú, Portugal, Reino Unido, República Dominicana, Uruguay y Venezuela).

En la primera edición de «M’illumino d’immenso», Premio Internacional de Traducción de Poesía del español al italiano, participaron 223 concursantes, de edades comprendidas entre los 16 y los 85 años, procedentes de 20 países diferentes (Alemania, Argentina, Bélgica, Brasil, Bulgaria, Chile, Colombia, España, Francia, Guatemala, Italia, México, Montenegro, Países Bajos, Perú, Portugal, Reino Unido, Suiza, Uruguay y Venezuela).

En total, 382 traductores de 28 países distinto tradujeron los poemas propuestos por los organizadores: «’82. Scirea» del poeta italiano Roberto Mussapi y «È un turbine che stritola» de la poeta suiza de lengua italiana Prisca Agustoni, y para la VI edición del premio hacia el español; «Canción del burócrata» de Eduardo Lizalde (México) e «Ypacaraí» de Daniel Samoilovich (Argentina), para la I edición del premio hacia el italiano.

Este premio ítalo-suizo, que lleva por nombre el texto de "Mattina", el célebre poema de Giuseppe Ungaretti (1888-1970), tiene como objetivo poner en valor la traducción poética y promover la traducción de la poesía italiana y suiza en lengua italiana en los países hispanohablantes y de la poesía en lengua española en Italia y Suiza. Está organizado por los poetas Vanni Bianconi (Suiza) y Fabio Morábito (México), y por la traductora Barbara Bertoni (Italia), con el apoyo del Instituto Italiano de la Ciudad de México y de la Embajada de Suiza en México, y con el patrocinio de diversas instituciones (Ametli, Embajada de México en Italia, Biblioteche di Roma, Fondo de Cultura Económica, IILA, ​​Dipartimento de Italianística de la Universidad de Basilea) y diversas revistas: Biblit. Idee Risorse per Traduttori (Italia), La otra (México), Luvina (Universidad de Guadalajara, México), Periódico de Poesía (UNAM, México), Specimen. The Babel Review of Translations (Suiza) y Vasos Comunicantes (España).

El Premio Internacional de Traducción de Poesía “M’illumino d’immenso”, que nació en México en 2018, al principio preveía sólo la traducción del italiano al español. Se han creado ediciones para otros idiomas de llegada (árabe, checo, alemán). Por primera vez este año se ha organizado también una edición del Premio viceversa, que prevé la traducción del español al italiano.

A diferencia de otros premios de traducción, este concurso no premia obras ya traducidas y publicadas, sino que anima a los participantes a intentar traducir textos poéticos en lengua española que nunca han sido traducidos al italiano y textos epoéticos en italiano que nunca han sido traducidos al español.

El jurado es internacional y está compuesto por poetas y traductores: Jorge Aulicino (Argentina), Barbara Bertoni (Italia), Vanni Bianconi (Suiza), Valerio Magrelli (Italia) y Fabio Morábito (México).

El ganador de "M'illumino d'immenso" del español al italiano es Gabriele Mancini (Pomezia, Italia). Mención de honor a Michele Morella (Zurich, Suiza).

El ganador de "M'illumino d'immenso" del italiano al español es Jorge Yglesias (Cuba).
Mención honorífica a Carlos Mayor (España) y Marco Perilli (México).

Los ganadores se hacen acreedores 1000 euros y la publicación de sus traducciones.

Las Actas del fallo del jurado se pueden consultar en:
https://iicmessico.esteri.it/es/lingua-e-cultura/premi-alla-traduzione/millumino-dimmenso/

https://www.facebook.com/laboratoriotraduxit

La ceremonia de entrega de los premios tuvo lugarviernes 20 de octubre de 2023 a las 19:00 horas en el Instituto Italiano de Cultura de Ciudad de México, en el marco de la XXIII Semana de la Lengua Italiana en el Mundo, irá precedida de un diálogo sobre traducción y poesía entre Fabio Morábito, María del Mar Gámiz y Shadi Rohana.

martes, 24 de octubre de 2023

Fervur rumantscha! Atelier online de traducción poética 2024

Destinado a poetas, traductoras y traductores de poesía hablantes de español y/o portugués que quieran adentrarse en la traducción de poesía suiza en lengua romanche (no se requieren conocimientos previos).

Seis encuentros online entre finales de febrero y comienzos de abril de 2024. Participación gratuita con selección previa.

Recepción de postulaciones hasta el 21 de noviembre de 2023.

lunes, 23 de octubre de 2023

Presentación de una investigación realizada en el SPET curricular y muestra de libros de la biblioteca del SPET

El próximo encuentro del SPET será el viernes 27 de octubre a las 19 (hora argentina) en el aula 400 del IES en Lenguas Vivas “Juan R. Fernández”, Carlos Pellegrini 1515. También se podrá participar por videoconferencia.

Nuestra invitada Magalí del Hoyo expondrá su investigación realizada en el SPET curricular: "El rol de la puesta en escena de un texto teatral extranjero: Eva Perón de Copi en el Teatro Nacional Cervantes"

Con esta modalidad de reunión, estrenada en la sesión del 7/08/2019, ofrecemos nuestro espacio para que lxs estudiantes y graduadxs recientes muestren sus investigaciones a la comunidad académica. Pretendemos además facilitar el contacto entre lxs estudiantes que todavía no cursaron el SPET curricular y aquellxs que ya lo hicieron y pueden comunicar sus experiencias y los resultados obtenidos.

Magalí del Hoyo es traductora literaria y técnico-científica en Francés por el IES en Lenguas Vivas “Juan R. Fernández”. Se desempeña como traductora independiente en el ámbito de la traducción científica y periodística. Además, es docente e intérprete de danza contemporánea. Desde el año 2011 forma parte de la Compañía Nacional de Danza Contemporánea.

Lecturas sugeridas

Brisset, Annie (1990): "Introduction". En Sociocritique de la traduction. Longueil: Les Éditions du Préambule, pp. 23-36. [Traducido del francés por Marcela Kujaruk en el marco de la Residencia de Traducción del Traductorado en Francés del I.E.S.L.V. “J. R. Fernández”].

Di Fonzo Bo, Marcial (2017): En Díaz Sande, José: “El homosexual. Eva Perón. Entrevista”. Disponible en https://madridteatro.eu/?option=com_content&view=article&id=4770:el-homosexual-eva-peron-entrevista-&catid=314:entrevistas&Itemid=286.

Monteleone, Jorge (2000): "Nota sobre la traducción". En Copi: Eva Perón. Traducción de Jorge Monteleone. Buenos Aires: Adriana Hidalgo. Disponible en https://edisciplinas.usp.br/mod/resource/view.php?id=146613.

Tantanian, Alejandro (2017a): “Misión”. En Carpeta de Programación 2017. Ministerio de Cultura de la Nación. Teatro Nacional Argentino-Teatro Cervantes. Disponible en https://www.teatrocervantes.gob.ar/16084-2/.

Además, realizaremos una muestra de libros de la biblioteca especializada del seminario.

No es necesario inscribirse previamente, pero les agradecemos que confirmen asistencia.

viernes, 20 de octubre de 2023

El editor Alberto Burnichon, recobrado

En la página del Archivo Provincial de la Memoria, de Córdoba, en la entrada correspondiente a Alberto Burnichon (1917-1976), se lee esto: "A partir de los primeros años de 1950 comenzó a trabajar como editor. Su primera edición fueron poemas de Manuel Castilla, desde "La Carpa ediciones". Luego en 1952 publicó un primer ensayo político de Ezequiel Martínez Estrada. Por su trabajo y activismo cultural fue amigo ,entre tantos otros, de Héctor Oesterheld, Juan Gelman, Eduardo Galeano, siendo uno de los primeros editores en publicar trabajos de escritores como Manuel J. Castilla, Daniel Moyano, Alfredo Veiravé, Enrique Wernicke, Jacobo Regen, Miguel Ángel Pérez, Armando Tejada Gómez, Juan Gelman, Héctor Tizón y artistas plásticos como Carlos Alonso, Cristóbal Reynoso (Crist), Remo Bianchedi, Luis Saavedra, Roberto Fontanarrosa, Hermenegildo Sabat o Antonio Seguí. 

Su nieto Iván recuerda: "sus conocidos hablan de él como un personaje entrañable, que llevaba un portafolio cargado de libros y encendía diálogos en las redacciones de diarios, librerías y bares. Lugares que visitaba con frecuencia. Más allá de eso, hacía largos viajes al interior provincial y a otras provincias en busca de autores inéditos. Conduciendo su citroneta, desempolvó la quietud de los caminos del interior sin prisa ni pausa. Es recordado como un hombre que hizo un culto de la amistad. Su esposa, María Saleme, dijo alguna vez que era "un excelente buceador y un amigo que ofreció su amistad sin reclamar el vuelto". 

Fue secuestrado en los primeros minutos del 24 de marzo de 1976 de su casa, en barrio Villa Rivera Indarte, junto a su esposa, sus hijos David y Soledad, su nuera Beatriz Montenegro y dos nietos de Alberto. La vivienda fue saqueada y luego incendiada. María, Soledad, Beatriz y los dos niños de tres y dos años, fueron liberados en la vía pública. Alberto y su hijo David permanecieron cautivos en el Centro Clandestino de Detención, Tortura y Exterminio "Campo de La Ribera". David permaneció cautivo en el Centro Clandestino de Detención, Tortura y Exterminio "La Perla" y luego fue liberado. Existen relatos de sobrevivientes que indican que Alberto también permaneció cautivo en el Centro Clandestino de Detención, Tortura y Exterminio "La Perla". Fue asesinado, su cuerpo fue arrojado a un aljibe en la localidad de Mendiolaza el 27 de marzo de 1976 y fue hallado con siete heridas de bala en la garganta. Su familia pudo recuperar sus restos.

De ahí la importancia de la reedición ampliada de Alberto Burnichon: el delito de editar, un trabajo publicado en 2013 y ahora vuelto a publicar en coedición de la editorial la Babel y A capela. Por cortesía de esta última se puede descargar la versión digital gratuitamente pidiéndola en edicionesacapela@gmail.com
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jueves, 19 de octubre de 2023

"Ahora se valora más la calidad de su escritura"

El pasado 18 de octubre, Pablo León publicó en El País, de Madrid, una nota en la que la traductora española Itziar Hernández Rodilla (foto) habla de Virginia Woolf, a quien tradujo, y de su aparente renacimiento en España.

Sexualidad, ironía y clase social: por qué una inteligencia artificial no soportaría a una Virgina Woolf

La vida de la traductora Itziar Hernández Rodilla (Bilbao, 1976) se cruzó con la de Virginia Woolf en 2017. “Fue un encargo de la editorial Akal. Había trabajado con ellos en otros proyectos y me llamaron para traducir toda la obra de Virginia Woolf”, recuerda la también profesora de la Universidad Complutense de Madrid. Allí, imparte traducción general del alemán; literaria del inglés; y jurídica del italiano. Esas son las tres lenguas con las que trabaja, aunque también maneja el francés y algo de griego moderno. Recientemente, Hernández Rodilla ha quedado finalista en unos premios pioneros de traducción de cómics, convocados por Huescómic, con la novela gráfica Girlsplanning de Katja Klengel (Roca).

-Virginia Woolf escribió nueve novelas; decenas de relatos; cientos de ensayos y un voluminoso diario. ¿Cuántos ha traducido?
-Por el momento, cuatro novelas, un relato y dos ensayos. Acabo de terminar los cuentos de la señora Dalloway [La señora Dalloway recibe para Cátedra] y, además de Las Olas [para Akal], estoy trabajando en una colección de ensayos que he seleccionado en torno a la figura de la escritora.

-¿Es difícil traducirla?
-Sí, es una mujer que escoge las palabras con precisión y aplica un ritmo endemoniado. Tras mucho leerla y documentarme, se hace un poco más fácil; esa sensación a veces me preocupa por si se me escapa algo. Entonces, reviso de nuevo. Aunque he hecho camino con la señora, no me termino de fiar.

-Casi forma parte del Círculo de Bloomsbury.
-Del círculo no, pero sí de la Virginia Woolf Society de Gran Bretaña [que cumple cuarto de siglo este año]. Es curioso lo que ocurre con Woolf: todo el mundo siempre ha sabido quién es, pero se ha tenido una imagen de ella algo anticuada, casi decimonónica ―cuando era una mujer avanzada a su tiempo, una moderna―. En los setenta se convirtió en icono del feminismo con Un cuarto propio y parecía que no había nada más.

¿La considera feminista?
Aunque ella no era activista sufragista, colaboró con el movimiento, que en ese momento no demandaba el voto universal, sino para las mujeres de cierta clase. Por otro lado, es consciente de que cuando habla de mujeres, piensa en las que tienen dinero. Se implica en la educación de las proletarias, pero enseguida se centra en editar y escribir. Podríamos decir que es feminista y clasista.

Sin embargo, también habla sobre mujeres pobres.
Sí, reflexiona sobre qué habrían hecho esas mujeres si hubiesen tenido recursos: ella es adinerada, pero se esfuerza por salir de ese marco. Aunque no siempre le sale bien: en Al faro narra los días de limpieza de una casa y celebra el mérito de las limpiadoras que mantienen la propiedad viva. A la vez, se pregunta cómo no se aburren de cotillear, de trabajar o de pensar en qué hacer de comida. Tiene esa ambigüedad. Quiere ser buena, pero le cuesta.

¿Asistimos a un reboot de Woolf?
Aunque siempre ha formado parte de la alta literatura, ahora se valora más la calidad de su escritura. Es una excelente ensayista. Además, la novela contemporánea se basa mucho en algo que ella ejecutó de manera ejemplar: la novela psicológica. En el siglo XIX, una novela contaba lo que hacían o decían los personajes, pero no lo que pensaban. Ella ―el Círculo― empezó a hacerlo.

Tuvo que ser muy rompedor.
Sin duda. Pero no solo eso: también la autoficción se relaciona con Virginia Woolf. E incluso hay críticos que la vinculan con el boom latinoamericano. En "El Aleph", de Borges, hay un pasaje, que es claramente Orlando. Ella pone una semilla que germina más tarde. Actualmente, hay cierto aire de redescubrimiento que comienza con la novela de Michael Cunningham ―y después la película― Las horas. También ha ayudado que sus derechos de autora prescribieran en 2021 y que no haya que pagar a sus herederos. A ello se ha sumado la censura: el reciente veto a la representación de Orlando [cancelada por el Ayuntamiento del pueblo madrileño de Valdemorillo, gobernado por PP y Vox, al considerarla una obra LGTBI].

¿Cree que Orlando es LGTBI?
Para mí, es la más feminista de todas sus obras: Orlando demuestra que no hay diferencias ―de pensamiento, miedos, inquietudes…― entre hombres y mujeres más allá de la ropa; es decir, de lo superficial, lo social. No es más que la historia de una mujer que quiere hacer lo que le dé la gana y vestirse como le dé la gana. Entiendo el simbolismo y la complicidad con el colectivo LGTBI con esta historia, pues la autora prescinde del género para referirse a las personas. Sería una obra no binaria, ¡ves cómo es moderna!

¿Y lesbiana o bisexual?
Esto es aventurarse: si tuviera que decir algo, diría que ella y su marido eran más asexuales que otra cosa. En ese matrimonio había, desde muy pronto, un acuerdo para no acostarse. Su íntima amiga Vita [Sackville-West] contó que habían tenido relaciones en dos ocasiones. Leyendo la correspondencia entre ellas, nunca he encontrado nada más allá de una relación muy estrecha y cercana. ¿Se acostaron? No lo sé. Creo que Virginia Woolf tenía problemas para tener relaciones sexuales completas.

Uno de los usos masivos de las inteligencias artificiales es para traducir, ¿qué se pierde ahí?
Lo primero, derechos de autor. No me gusta llamarlo inteligencia artificial porque es más bien un tipo de plagio. La IA funciona con textos que ya existen, que tienen derechos y que no están pagando. Además, se pierde la sensibilidad humana. Una IA no capta la ironía ni es capaz de seguir el ritmo, por lo que no podría traducir a Virginia Woolf; no la soportaría.

miércoles, 18 de octubre de 2023

La grabación de una hermosa noche

Esta es la grabación de la presentación de Bouvard y Pécuchet, en la Biblioteca de la Alianza Francesa de Buenos Aires, con la participación de Magdalena Cámpora, Daniel Guebel y Marcelo Lombardero, el pasado 11 de octubre.

Un agradecimiento especial para Leonora Djament, Virginia Ruano y Yanina Catellani, de Eterna Cadencia; Mateo Schapire, del Instituto Francés de Argentina y María Concepción Sudato, de la Alianza Francesa de Buenos Aires. 

Aquí el link: https://www.youtube.com/watch?v=Sn7CDublIoA




martes, 17 de octubre de 2023

Un sello también es un timbre de goma

El pasado 11 de octubre, Maxi Kronenberg publicó el siguiente artículo en el diario Clarín, de Buenos Aires, donde se refiere al festejo de los ochenta y cinco años de la Editorial Losada. La lectura de la nota, permitirá a los lectores hacerse una idea de la distancia que media entre Gonzalo Losada, el fundador de la casa, y José Juan Fernández Reguera, su actual dueño, apenas un hombre de negocios. Queda pendiente, para los traductores, un informe por parte de quienes trabajaron para Losada sobre sus formas de pago y prácticas comerciales. Por último, obsérvese el sitio elegido para festejar el aniversario de ¿una editorial argentina?

La editorial Losada celebró sus 85 años y va por más

Algunas editoriales fueron desapareciendo con paso del tiempo. Mientras, otras se reinventan o salen a la luz nuevos sellos impresos.

Sin embargo, hay una que resiste a todo: a la crisis económica, a las dictaduras, a distintos gobiernos (argentinos y extranjeros), a la pandemia, al cepo cambiario, a la escasez del papel, al auge del e-book, a la “híper” de los ‘90, a la crisis de 2001 y hasta un dólar a mil pesos.

La editorial Losada festejó hace unos días el 85° aniversario de su nacimiento. La editorial argentina fundada en 1938 por un grupo de exiliados españoles, una de las más prestigiosas de la industria nacional, estuvo de fiesta nada menos que en la Embajada de España, siendo la única en hacerlo en este lugar.

“Hace diez años festejamos los 75 años en el Hotel Alvear. Ahora dije 'lo vamos a festejar aunque no sea un momento oportuno. Algo hay que hacer'”, reconoció José Juan Fernández Reguera, presidente de editorial Losada desde 1990 hasta la actualidad.

A lo largo de estos 85 años, editorial Losada atravesó una infinidad de situaciones: desde las más exitosas como conservar un frondoso catálogo de 1.200 títulos vivos con célebres autores, cotizar en Bolsa durante 51 años y poder salir de los mercados, atravesar una feroz crisis que lo dejó al borde de la ruina, volver a resurgir con una librería-teatro que lleva su nombre sobre la avenida Corrientes 1551, y la adquisición de otro sello editorial.

“Fuimos creciendo de a poco. En 1996, pusimos una librería de 700 metros cuadrados en la avenida Santa Fe. Después nos mudamos a la calle Corrientes, donde estaba el cine Lorraine. Es el primer cine de arte y ensayo de América Latina. Ese lugar era más conveniente para el perfil de la editorial: la calle Corrientes, donde están las principales librerías de la ciudad. También pudimos salir de la Bolsa”, recordó este asturiano de pura cepa.

“Soy asturiano, loco, vano y mal cristiano”, así se define Fernández Reguera, como dice el refrán.

Autores consagrados como Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares, Ezequiel Martínez Estrada, Roberto Arlt, Carl G. Jung, Kafka, William Faulkner, Federico García Lorca, Antonio Machado, Albert Camus, William Shakespeare, Jean-Paul Sartre, Kenzaburo Oé y Harold Pinter, entre otros, forman parte del enriquecedor catálogo de Losada.

Además de contar con este tesoro de célebres autores, también publica obras de cuatro premios Nobel de Literatura: Miguel Ángel Asturias, Pablo Neruda, Juan Ramón Jiménez y Vicente Aleixandre.

¿El secreto? Reeditar las obras de los grandes escritores de habla hispana y mantenerlos en su catálogo. “Nunca perdimos a ningún autor. Además, tengo reediciones continuamente”, reveló Fernández Reguera.

“A lo mejor no tengo tantas novedades ¿Para qué me voy a jugar con las novedades si sé que vendo menos? Si yo sé que vendo mucho, prefiero hacer lo que vendo mucho y no arriesgarme a lo que a lo mejor andá a saber qué puede pasar”, reconoció el actual propietario.

Ocho décadas de historia
En 1928, Gonzalo José Bernardo Juan Losada Benítez (o bien Gonzalo Losada) llegó al país y fundó la sucursal de Espasa Calpe en Argentina. Tiempo después, sufrió la censura del franquismo cuando intentaron proscribirle la publicación de obras de autores argentinos y latinoamericanos.

Como no estaba de acuerdo con las imposiciones de tipo político que le imponían desde la península, Don Gonzalo vendió su coche e hipotecó su casa para crear la editorial Losada con sus compatriotas Guillermo de Torre y Atilio Rossi, también exiliados.

“Ser exiliado debe ser muy triste. El exilio es quizá igualable como la muerte porque a uno lo separan de todo lo que uno quiere”, comentó Fernández Reguera durante los festejos por los 85 años de la editorial Losada en la Embajada de España. Este 12 de Octubre es una jornada festiva en aquel país, dado que se celebra el Día de la Hispanidad, también conocido como el Día de la Fiesta Nacional.

“Tuvieron que venir aquí escapándose de la guerra. De alguna forma ellos inventaron lo que es la cultura del libro, del teatro, de actores, de músicos, todo debido al exilio”, añadió Fernández Reguera.

María Jesús Alonso, embajadora de España en Buenos Aires, también se refirió a la editorial como un bastión de la resistencia, de los derechos humanos y la independencia a lo largo de sus 85 años de historia, manteniendo su estrecho vínculo con la cultura hispanoamericana.

“La editorial Losada también ha sido un referente de la lucha por la libertad porque acogió a muchos intelectuales del exilio español. El equipo además lo integraron nombres como Rosa Chacel, María Teresa León, Rafael Alberti... Son grandes referentes de nuestra cultura”, remarcó la embajadora.

En 1938, junto con un grupo de compatriotas y editores, Losada también creó la Cámara Argentina del Libro, que tiene 85 años como la editorial que ha creado.

En 1943, Don Gonzalo y sus un grupo de españoles organizaron la primera Feria del Libro Argentino en la 9 de Julio. Alrededor de dos millones de personas asistieron a esta feria a cielo abierto.

En 1948, debido a su crecimiento por su imponente catálogo de autores consagrados, Losada pasó a tener sucursales en Uruguay, Perú, Colombia y Chile y una oficina en París. Además, comenzó a cotizar en Bolsa. Don Gonzalo llegó a tener el 49% de las acciones de la editorial.

Pero en 1990, la editorial sintió con fuerza el impacto de la hiperinflación y quedó al borde de la quiebra. Es más: fue auditada por dos importantes editoriales, quienes pensaron que era imposible reflotarla.

Entonces, un hombre de la editorial se contactó con el asturiano José Juan Fernández Reguera, un hombre corajudo que jamás da el brazo a torcer si de situaciones límite se trata.

“La situación era muy mala: en 1990 tuvimos el 3.000% de inflación. Eso me puso muy contento: ¿si pudimos salir en esa época del 3.000% de inflación, cómo no vamos a salir ahora con un simple 180%? Tendríamos que estar todos muy contentos, y yo también”, bromeó Fernández Reguera ante los presentes.

De a poco, la editorial Losada comenzó a salir a flote con su nuevo propietario, siempre siguiendo las directrices de la editorial que había marcado Don Gonzalo Losada, sin cambiar nada.

En 1996, abrió una librería de 700 metros cuadrados en avenida Santa Fe. En 2000, la editorial se mudó a la avenida Corrientes. Una librería-teatro donde antes se encontraba el teatro Lorraine.

“Nos mudamos a la avenida Corrientes porque el perfil de la editorial era más de la calle Corrientes que la de Santa Fe”, admitió Fernández Reguera.

En esa época, el presidente de Losada logró sacar a la editorial después de 51 años en la Bolsa porteña. Hicimos una OPA y con mis hijos nos quedamos con el 100% de las acciones de la editorial´”, contó el actual propietario.

Desde 2013, cuando se produjo la última gran celebración por el 75 aniversario, la editorial Losada volvió a posicionarse fuerte en el mercado editorial argentino con su librería-teatro en la calle Corrientes y con la adquisición de Aike, el sello francés que buscaba salir del país en aquel momento.

Ahora, Losada tiene como objetivo hacer traducciones nuevas como fuente de inversión: del alemán al español, o del francés al español, y también del inglés al español, con los clásicos de siempre.

“Por eso celebramos el 85 aniversario en la Embajada de España. Para mí tiene un significado especial, porque estoy en mi casa. Soy español y asturiano, entonces estoy en mi casa, en la casa de todos los españoles”.