jueves, 31 de diciembre de 2020
miércoles, 30 de diciembre de 2020
Mariana Windingland, traductora argentina de literatura noruega
Mariana Windingland nació en Pergamino, pero vive en el pueblo de Mendiolaza, situada en el departamento Colón, de la provincia de Córdoba, a 23 km de distancia de la capital provincial. Su padre topógrafo era noruego, pero, según ella admite, no le enseñó la lengua. Su madre fue bibliotecaria y le inculcó el amor a los libros. Según recuerda en una entrevista realizada por Stefanía Cañete para la revista La Unión, “Comencé con el inglés en plena pubertad, y en la adolescencia recibí una beca para estudiar en Suecia, y allí aprendí sueco y perfeccioné el inglés que había empezado a adquirir. Más tarde me vine a estudiar traducción de inglés a Córdoba, pero luego me fui a EE.UU. para dar clases de español. Luego estuve en Canadá un semestre y comencé mis estudios en francés. Volví a Buenos Aires y empecé a trabajar en el subtitulado, mi ingreso a este mundo de las lenguas y mi primer trabajo interesante. Mientras tanto tenía como sueño aprender noruego y tenerlo como meta profesional, asi que cambié mi vida por tercera o cuarta vez y me fui a Oslo, donde estuve radicada unos años”.
martes, 29 de diciembre de 2020
No todo el mundo puede permitirse el precio
El pasado 27 de diciembre, Guillermo Piro dedicó su habitual columna del diario Perfil a reflexionar sobre los traductores, como puede leerse a continuación.
Traducción y
libertad
Son cosas complicadas. El traductor está privado incluso del placer ejemplar del lector común, que consiste en avanzar en la lectura sin haber entendido un pasaje, una línea, una palabra. El traductor no puede, debe entenderlo absolutamente todo, hasta aquello que por definición no debería tener un sentido unívoco, como las metáforas. Él quiere entenderlo todo. De lo contrario se tara, o lo que para el traductor es lo mismo a una tara: se detiene, no puede avanzar más. O en realidad puede, pero volviendo una y otra vez sobre ese escollo que dejó flotando una, dos páginas atrás, y que es necesario aclarar prestamente.
Naturalmente no es la única actividad esclavizante, es algo que el traductor acepta desde el vamos, pero es probable que hasta el más esclavo esté más cerca de sentir de vez en cuando que lo que hace es perfecto, o prácticamente perfecto, como le gusta definirse a Vasco Rossi, un cantante italiano que lamentablemente goza de escasa fama entre nosotros y que siempre fue merecedor de algo de atención. En sus multitudinarios conciertos en vivo siempre hay alguien que suele extender una pancarta gigante con la escrita “Prácticamente perfecto”, título de una canción en una de cuyas estrofas dice “Canto para no enloquecer”, palabras que pueden aplicarse a mil y una actividades humanas, pero que pensando en la escritura en general y en la traducción en particular adquiere visos de verdad pertinentes, siempre a la cabeza en la escueta lista de expresiones sinónimas.
Y sin embargo el traductor goza, a pesar de todo eso, o de esas pocas cosas, de algo que lo vuelve en un sentido invencible (hablo del traductor profesional, por supuesto, no del que traduce un poema que le agrada y es capaz de traducir una vez por semana, sino del que debe traducir incluso lo que detesta, incluso lo que no sabe cómo traducir, incluso lo que no puede traducir): la traducción le otorga libertad.
Me explico. Ni el traductor más comprometido puede (hay excepciones) vivir solo de la traducción, de modo que ésta se convierte en una actividad subalterna, a la que dedica sus ratos libres, que son pocos pero intensos. Y sin embargo esa actividad que llamé subalterna, bajo cierta óptica se vuelve suprema: lo absorbe todo el tiempo, mientras mira una película tirado en la cama, mientras lee y encuentra de casualidad la palabra o la expresión que estaba buscando desde hace días. Puede no vivir de la traducción, pero vive para ella.
Esa es la razón por la que el traductor en su fuente principal de ingresos se mueve con aceitada agilidad, despreocupado, relajado; porque si éste llegara a escasear, o porque si directamente alguien decidiera prescindir de él para siempre, o temporalmente, él tal vez se deprimiría cinco o seis minutos, y luego se encaminaría a su casa a seguir traduciendo. Levantará los hombros, como hace la gente con la que hace falta talento para ponerla de mal humor, y volverá a encerrarse en sí mismo buscando soluciones a eso que no tiene solución. Le dicen traducir, pero también ser libre.
lunes, 28 de diciembre de 2020
Los mercaderes en caída libre
Tras el aislamiento, llegó la
reactivaión,
pero las ventas no crecen
La cuarentena del 2020 arrancó con un panorama ominoso para la industria editorial: las imprentas bajaron sus persianas, las librerías tuvieron que generar alternativas de distribución y venta online, las editoriales debieron suspender su plan de publicaciones, y trabajadores del sector perdieron sus trabajos o parte de sus ingresos.
El universo de los libros tiene sus complejidades, diversidades y distintas magnitudes ya que convive en paralelo con un mundo concreto y real que es el mercado, en definitiva una cadena comercial de escritores, editoriales, imprentas, distribuidoras, librerías y lectores, actores que con la crisis en el 2020 por un lado han sufrido un gran daño y por otro un reposicionamiento.
“Después de haber vivido el cierre total durante la cuarentena, las imprentas del país están pasando por un buen momento”, destaca el presidente de la Federación Argentina de la Industria Gráfica y Afines (FAIGA), Juan Carlos Sacco. Y en este contexto, la decisión del gobierno nacional de colocar nuevamente restricciones a la importación de libros fue una solución al problema que venían viviendo.
En esta dirección, han logrado firmar un acuerdo con la Cámara Argentina de Publicaciones (CAP) en el cual se garantiza que el 90% de los libros se imprimirán en Argentina. Y además desde el Ministerio de Educación se empezó a destinar dinero para impresión de libros, lo que volvió a reactivar la actividad gráfica.
La falta de circulación de peatones en las calles, y en particular en los centros turísticos, generó una crisis en los comercios. Como muestra solo basta leer el reciente cierre de la tradicional Librería de las Luces que desde 1960 estaba en la Avenida de Mayo del microcentro porteño. Las librerías viven la misma situación que la de cualquier comercio que venía de cuatro años de crisis y estaba esperanzado con la reactivación, aunque las más afectadas son las de zonas céntricas o de gran circulación.
Por otro lado, las editoriales pensaban que entre febrero y marzo tenían una posibilidad de reactivación, que se iba a poder vender bien en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires que se realiza en La Rural y además tenían programadas actividades en las provincias. Hasta que llegó la pandemia.
Carlos Benítez, dueño de la librería y editorial Punto de Encuentro, se convirtió en unos de los voceros de los libreros y relata a Télam la situación que debieron atravesar este año y en el punto crítico en el que se encuentran las librerías del microcentro de la ciudad de Buenos Aires: “Hasta que no se vuelva a la normalidad no a va a funcionar, es un páramo, no hay gente circulando y por lo tanto nosotros no tenemos potenciales compradores y la verdad es que venimos muy golpeados”.
Los libreros resaltan que el gobierno nacional tomó la decisión de suspender el programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción (ATP). Si bien algunos de los locales no les cobraron alquiler, y en diciembre están pagando solo el 30%, aseguran que no alcanza porque están facturando entre el 10 y el 20% de la facturación del 2019. En marzo tendrían que empezar a pagar los alquileres normales y no ven mejoras para esa época, menos si se suspende la Feria del Libro 2021 como se rumorea.
También corre peligro de cierre la librería de Ávila, la más antigua de Buenos Aires. Miguel Ávila, el dueño del negocio ubicado en Alsina al 500 y presidente de la Cámara de Libreros y Editores Independientes (Caledin) describe el mismo panorama que sus colegas: sin turismo y sin empleados públicos ese lugar emblemático e histórico del libro no funciona.
También suma la pérdida del ATP: “Ahora el gobierno está dando préstamo con una tasa de interés para poder pagar los sueldos, yo he intentado mantener a todo el personal, todo en blanco son seis personas y se me hace muy difícil, sumado el alquiler, los gastos fijos. La AFIP tampoco te perdona, te tratan como si estuviéramos en una época en un país normal”, se lamenta el dueño de la famosa librería.
Ávila aprendió su oficio con los grandes libreros, en las grandes librerías de la época, cuando era el punto de reunión entre lectores, escritores y libreros “desde siempre el argentino, así como con el tango, la carne o el fútbol tiene una relación muy estrecha con el libro”, sostiene Ávila, quien no entiende porque “esto no se toma como una temática nacional”.
Las grandes editoriales debieron reducir su producción durante el año y en la apertura con el distanciamiento social pudieron volver a lanzar sus best sellers. Durante la pandemia el libro digital tomó un importante protagonismo. Así lo explicaba a Télam Juan Boido, el director editorial de Penguin Random House, quien señalaba que venían muy golpeados y que la pandemia fue otro duro golpe: “En la Argentina, la inmensa mayoría de los libros se venden en las librerías y dependen de ellas, durante la pandemia se vio un aumento en la venta de los formatos digitales, los cuales no son formatos instalados masivamente en el país, con lo cual es imposible que compense pronto la caída de los libros físicos”, explicó.
La contracara de la singular situación de este año la vivieron algunas editoriales independientes, las cuales se sintieron fortalecidas por la ausencia de los “grandes tanques” de novedades, y supieron buscar a tiempo alternativas de distribución y ventas on line durante la pandemia.
Víctor Malumián, de editorial Godot, explica que la cuarentena forzó a las editoriales a un proceso de digitalización, tanto a nivel catálogos como de comunicación en redes sociales, incluso a adaptarse a cuestiones más prácticas, como los sistemas de pagos. El editor resalta que “tanto las editoriales como las librerías, que generaron una comunidad online, las que alimentaron una conversación entre partes, son las que estuvieron mejor paradas para sobrellevar la pandemia”.
Una situación similar vivió el sello Chai. Su editor, Santiago La Rosa, sostiene que el año para su negocio fue positivo: “En un balance fue un buen año con muchísimos sobresaltos y me parece que la clave para atravesarlo estuvo en poder adaptarse a los distintos escenarios que se fueron planteando”.
Para Chai, al igual que para otras tantas editoriales independientes, fue un periodo que les permitió acercarse más estrechamente a los lectores. En este sentido, La Rosa manifiesta que durante los momentos más complejos de los primeros meses de la crisis y de la pandemia, las editoriales más grandes no sacaron novedades, no estuvieron en las librerías y “quedó un lugar vacante que nos permitió mucha más visibilidad y, sobre todo, tener un diálogo directo con los lectores, con los cuales nos escribimos por redes y tenemos una conversación bastante fluida”, dice.
Sin embargo, las editoriales independientes también tuvieron desafíos tanto a nivel de cobro de las ventas, como con los distintos aumentos del papel que alteraron mucho los cálculos y las formas de adaptarse.
El editor Pablo Campos, de Ediciones Lamás Médula, cuenta que las editoriales chicas y pequeñas tuvieron “más cintura y reacción a la pandemia, principalmente porque venimos de hace cuatro años en crisis y contamos con estructuras más pequeñas y flexibles” y además, como explica, con el cierre de las librerías al comienzo de la pandemia generaron un nexo directo con los lectores.
Sin embargo, una vez que la actividad librera retornó, las editoriales independientes tendieron alianzas con librerías bajo la consigna de que la salida es colectiva. En palabras de Cecilia Fanti, de Céspedes Libros en Colegiales: “Mi impresión de este año es que las editoriales independientes supieron comunicarse muy bien con las librerías. De las grandes, algunas lo hicieron muy bien y otras hicieron menos de lo que podrían haber hecho. Si la industria del libro cae en picada, quizás las librerías de barrio no somos el mejor ejemplo para dar cuenta de eso”
En días de balances, un tuit de la editorial Blatt & Ríos ilustra esa sinergia y los cambios que trajo el regreso a los comercios de cercanía: “Este fue el año de las librerías chicas. En la emergencia, resulta que eran un excelente canal de ventas y con gran capacidad de adaptación. También lo fue de las editoriales chicas: resulta que hacíamos muy buenos libros, muy bien editados”.
viernes, 25 de diciembre de 2020
jueves, 24 de diciembre de 2020
Juan Arabia: "Una constante formación poética"
El poeta chileno Ernesto González Barnert trabaja en la Fundación Pablo Neruda. Para su página, recientemente entrevistó al poeta y traductor argentino Juan Arabia, director de la editorial y revista Buenos Aires Poetry.
miércoles, 23 de diciembre de 2020
Clarice Lispector, en su centenario, desde México
El 9 de diciembre de este año, Juan Carlos Talavera publicó la siguiente nota en el diario mexicano Excelsior. Allí, junto con Rodolfo Mata, Regina Crespo y Paula Parisot, traductores y escritores de México, revisa la obra de la narradora brasileña Clarice Lispector, de quien se ha cumplido un siglo de su nacimiento.
martes, 22 de diciembre de 2020
Latinoamérica vuelve a perjudicar a España
El pasado 21 de diciembre, Magi Camps publicó el siguiente artículo en el diario La Vanguardia, de Barcelona, donde el presidente del Gremio de los Editores de Cataluña revisa la situación del libro español. Su puntos de vista contrastan con los de sus pares de Latinoamérica que, sin los subsidios españoles y con la exportación prácticamente cerrada, se las arreglan como puede.
lunes, 21 de diciembre de 2020
"Estamos a minutos de tener lista sobre la mesa la prepizza cultural globalizada"
En su habitual columna del diario Perfil, Rafael Spregelburd reflexiona sobre la globalización y sus efectos en la cultura. Lo hace con inteligencia, apoyándose en un texto del escritor japonés Yunichiro Tanizaki.
Alejo de los Reyes, el mejor guitarrista que conozco, postea una cita de Elogio de la sombra, de Yunichiro Tanizaki, quien ya en 1933 se preguntaba qué hubiera sucedido si la física y la química, en vez de ser universales, se hubiesen moldeado con los patrones culturales de cada pueblo. “Supongamos que el inventor de la estilográfica hubiera sido un japonés o un chino de otra época. No habría dotado a su punta de una plumilla metálica sino de un pincel. Y lo que habría intentado que bajara del depósito hasta las cerdas del pincel no sería tinta azul sino algún tipo de líquido parecido a la tinta china. Por lo tanto, como los papeles de tipo occidental no sirven para el uso del pincel, (…) se tendría que producir una cantidad industrial de papel análogo al papel japonés, una especie de hanshi mejorado, y si el papel, la tinta china y el pincel hubieran seguido este desarrollo, la pluma metálica y la tinta occidental nunca habrían conocido su auge actual, los partidarios de los caracteres latinos no habrían tenido ningún eco y los ideogramas o los kana habrían gozado de un unánime y poderoso favor. Pero esto no es todo: nuestro pensamiento y nuestra propia literatura no habrían imitado tan servilmente a Occidente y, ¿quién sabe?, probablemente nos habríamos encaminado hacia un mundo nuevo completamente original.” Tanizaki quiso mostrar que la forma de un instrumento insignificante puede tener repercusiones infinitas y encuentro esta idea poco menos que inquietante. Al no saber nada del Lejano Oriente (siempre he preferido dejar que el Japón cuajara como una cantera a la cual iban a parar criaturas fantásticas y atrocidades lingüísticas) me sorprende mucho constatar que ya en 1933 Oriente da por perdida su soberanía cultural, un término cada vez más en boga. De este lado de Greenwich solemos imaginar que el mundo se orientaliza; que el destino del capitalismo extraccionista yanqui sigue el camino de China postcomunista o que la explotación productiva autogestionada tienen al Japón de zanahoria, donde, según el mito, se protesta trabajando horas extra y no con huelgas. Será porque el excedente de mercancía es lo que más afecta al precio de la multinacional y no porque al nipón se le dé por trabajar de más. Como fuere: ellos creen que nosotros ganamos la batalla global, nosotros creemos que fueron ellos y que Suiza es un invento de Heidi dibujado en Japón pero que a su vez este triunfo se narra en inglés globalizado.
“Los propios principios de la física y de la química (…) habrían tenido aspectos muy diferentes a los que hoy en día se nos enseña en lo que respecta, por ejemplo, a la naturaleza y las propiedades de la luz, de la electricidad o del átomo. Y si hubiéramos inventado nosotros el fonógrafo o la radio es probable que hubieran sido concebidos para destacar las cualidades de nuestra voz y de nuestra música (…) caracterizada por cierta contención, por la importancia que concede al ambiente, de manera que grabada, y luego amplificada por los altavoces, pierde la mitad de su encanto. En el arte de la oratoria evitamos los gritos, cultivamos la elipsis y, sobre todo, damos una extrema importancia a las pausa (…). Por haber acogido esos aparatos hemos tenido que desnaturalizar nuestro arte”.
Hoy las grandes y pequeñas plataformas ofrecen películas (como las de Hayao Miyazaki) donde la lógica del bien y el mal explicada a los niños está muy lejos de la moral que conocemos y mucho más cerca –eso sí– de la naturaleza y el paisaje, que no son ni buenos ni malos, sino a lo sumo atroces y espontáneos. Los conflictos de Ponyo, Chihiro, Satsuki no se parecen a los de Pixar. No sólo el desarrollo tecnológico del mundo sería otro si voces japonesas, quechuas o maoríes susurraran lo suyo: habría otros relatos. Estamos a minutos de tener lista sobre la mesa la prepizza cultural globalizada y de darnos cuenta de que extrañaremos mucho las físicas, las químicas y las letras sepultadas bajo una norma que nadie parece haber elegido realmente. Es entropía dura: la cultura tiende también a un masacote gris, frío, estable y muerto.
¿Y qué fisicoquímica hubiera destilado la Argentina, si tal cosa comenzara a existir alguna vez?
viernes, 18 de diciembre de 2020
Dante Alighieri para terminar la semana
“El anuncio se da en el marco de los festejos que se vienen realizando en Italia pero también en la Argentina, para rendir homenaje al autor nacido en Florencia el 29 de mayo de 1265 y fallecido en Rávena el 14 de septiembre de 1321.” Eso dice la bajada de la noticia difundida el 16 de diciembre pasado por la agencia de noticias TELAM.
El anuncio de la creación del museo, con sede en lo que se conoce como el antiguo Monasterio Nuevo, dentro del céntrico complejo de Santa Maria Novella, se da en el marco de los festejos que se vienen realizando en Italia pero también en la Argentina para rendir homenaje al autor nacido en Florencia el 29 de mayo de 1265 y fallecido en Rávena el 14 de septiembre de 1321.
"Es la mejor manera de recordar a Dante", sostuvo el ministro de Cultura, Dario Franceschini, en la presentación junto al alcalde de la ciudad, Dario Nardella, en la que anunciaron que las obras para el museo comenzarán en 2021 y se extenderán por unos "500 o 600 días", según informó la agencia AFP.
“El Estado va a aportar 4,5 millones de euros (5,4 millones de dólares) para la construcción del primer museo de la lengua italiana”, explicó el ministro, mientras que la ciudad contribuye cediendo una parte del visitado complejo de Santa Maria Novella.
Según adelantaron, hace tiempo un comité está trabajando en la creación del museo, así como en la remodelación del edificio, para proponer "un museo proyectado hacia el futuro, con nuevas tecnologías, apto tanto para niños como para académicos".
El museo también tendrá fines pedagógicos para la docencia, salas de exposiciones y otros atractivos para narrar el origen y la evolución del idioma italiano.
Además de la vida y obra de Dante, el guión curatorial incluirá a escritores como Boccaccio, Petrarca, Ariosto, Galilei, Machiavelli, Leopardi, Manzoni, D'Annunzio, importantes autores de la literatura universal.
jueves, 17 de diciembre de 2020
Frank Zappa tiene razón: la sustancia básica que sostiene al universo no es el hidrógeno, sino la estupidez
En teoría, el affaire Glück/Pre-Textos quedó atrás. Ahora que la autora estadounidense va a ser publicada por la editorial Visor, integrando un catálogo en el que brillan grandes autores como Elvira Sastre y Joaquín Sabina, todo parece haber vuelto a la normalidad.
Consecuencias que vale la pena considerar
miércoles, 16 de diciembre de 2020
Lo que viene: opinan los mercaderes
El pasado 13 de diciembre, Gonzalo Santos publicó la siguiente nota en el diario Perfil, de Buenos Aires, donde se barajan algunas de las alternativas que adoptará el mundo del libro en los próximos tiempos. Según señala la bajada, “Con el e-commerce como respuesta y el print on demand como posibilidades tangibles, el futuro del mercado del libro empieza a perfilar algunas aristas que prometen cambiar las reglas de una industria zozobrante que, sin embargo, sigue dando la batalla. Opinan los especialistas”.