sábado, 19 de septiembre de 2009

Una síntesis peruana


Publicado en la revista virtual peruana El hablador (nº 16), el siguiente artículo de María Isabel Gómez Velarde ofrece un panorama de la traducción en Perú.

María Isabel Gómez Velarde es traductora e intérprete de alemán y del inglés. Actualmente es profesora de Traducción en el Área de Alemán de la Facultad de Humanidades y Lenguas Modernas en la Universidad Ricardo Palma. Asimismo, es Bachiller en Literatura por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y ha hecho traducciones literarias tanto del alemán como del inglés.

La traducción literaria en Perú

La traducción en el Perú es una carrera que poco a poco ha ido haciéndose campo y renombre en nuestro medio. Es un tanto difícil de creer que este oficio, el cual es tal vez uno de los más antiguos desde que el hombre vio la necesidad de comunicarse con otros, tenga un Colegio de Traductores que recién esté cumpliendo doce años en el Perú.

Es así como esta opción laboral está cobrando cada vez más adeptos. Actualmente en el Perú existen solo dos universidades que ofrecen la carrera de traducción, la Universidad Ricardo Palma y la UNIFÉ, donde los idiomas con que se trabaja son el inglés, francés y alemán (éste último solo en la primera casa de estudios). A pesar de ello, es grato poder encontrar trabajos de traducciones literarias "made in Peru" en otras lenguas tan ajenas a la nuestra como lo son el latín, sánscrito, griego, chino, entre otras más.

Para comprender mejor el tema de la traducción literaria en el Perú es necesario comenzar por partes. En primer lugar, es preciso entender que la traducción no es una mera cuestión de mecanografía para ordenar las ideas de una lengua ajena para un público meta. La traducción va mucho más allá del estudio de la gramática de una lengua: es un sistema de comunicación en el que se involucra la historia, la idiosincrasia, la realidad de un pueblo que la usa; es decir, la cultura. La lengua va desarrollándose por medio de todos los individuos que la empleen, y decimos desarrollando pues mientras exista un pueblo que la hable, la lengua nunca dejará de cambiar. En los estudios de la carrera de traducción que existen en la Universidad Ricardo Palma se ofrecen cursos de humanidades para sensibilizar al alumno en relación a la lengua que ha escogido, como por ejemplo Vida y Cultura Inglesa/Alemana/Francesa o Literatura en las lenguas mencionadas. De esta forma podemos entender que la traducción es el acto de reverbalizar el mensaje de una lengua de partida a una lengua de llegada, teniendo en cuenta el gran trasfondo cultural, histórico, etc. que ello implique. Si bien esto ya no resulta tan simple como aparentaba, el reto se vuelve aún mucho más grande cuando a traducción literaria se refiere. En la traducción literaria el traductor ya no solo se enfrenta al acto de reverbalizar el mensaje, pues ahora debe tratar ser lo más fiel al estilo del escritor o poeta y así respetar su obra. Para ello es necesario estar familiarizado con el estilo, comprender a cabalidad el texto literario, qué es lo que denota y connota el texto, para luego “lanzarse” a la tarea de traducir el texto literario. Aunque no suene tan complicado, la tarea es sumamente ardua, pues el traductor tiene la responsabilidad de ser lo más fiel posible, y así poder contradecir esa infame frase italiana que reza «Traduttore, traditore» (Traductor, traidor). Todo buen traductor no se conformará con el primer término encontrado, ya que dará vueltas al significado hasta encontrar el término idóneo. Entonces, estaríamos hablando de una especie de forma de volver a escribir el texto literario, y para ello se necesita una gran habilidad y manejo tanto de la lengua de origen como de la lengua de llegada.

Si bien es cierto este artículo trata sobre la traducción literaria en el Perú, resulta pertinente hacer una brevísima descripción de la labor del traductor, pues muchos piensan que su labor es comparable a la de estudiantes de idiomas. Este desconocimiento de la profesión hace que la traducción aún no se valore como es debido en nuestro país, y más aún en el caso de la traducción literaria.

No obstante, otros agentes también están implicados en la poca ayuda, difusión o desarrollo de la traducción literaria en el país. Aquí son escasas las casas editoriales que hacen publicaciones con traducciones literarias peruanas. Ellos prefieren utilizar las traducciones de otros, o simplemente, no hacerlo, ya que ello implica mayores gastos. Esto tiene su razón en que además de los honorarios del traductor existen otros gastos aparte, como correctores de estilo (o de traducción), diseñadores y diagramadores. Asimismo, son pocas las entidades culturales que apoyan esta actividad. En España, en cambio, el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte desarrolla diversos programas que buscan fomentar la traducción literaria como el Premio Nacional de Traducción y el Premio Nacional a la Mejor Traducción. De este modo el gobierno se involucra en el fomento de la profesión y su actividad para así ayudar a la formación de futuros traductores.
No obstante, y a pesar de los baches a los que los traductores literarios deben enfrentarse en nuestro país, cabe resaltar que existen aquellos que por amor al arte deciden coger un libro y traducirlo para poder compartirlo con otros lectores más. Es así que traductores, escritores y poetas decidieron dar la espalda a los negativos pronósticos y enrumbarse en una odisea traductora. Ya desde tiempos lejanos existieron traductores literarios en nuestro país, los cuales surgieron por la necesidad de evangelizar a los indios, como fue el caso de las varias traducciones de la Biblia en tiempos coloniales, o como la traducción del castellano al quechua de algunos evangelios de San Lucas, San Juan o San Mateo por Clorinda Matto de Turner en el siglo XIX. Pero mucho tiempo ha transcurrido desde aquellas épocas, y es grato poder mencionar que muchos traductores literarios peruanos ya han dejado y están dejando huella en este territorio que tiene mucho por trabajar. Es necesario recalcar que traducciones literarias del quechua al español y viceversa son abundantes en nuestro país por razones obvias. Como escritor bilingüe de quechua y castellano, José María Arguedas realizó la tarea de traducción de textos en estos idiomas fue perfecta para él, y es por eso que le debemos textos de la lengua indígena al español como Katatay y Cantos y Cuentos Quechuas. No obstante, además de nuestra lengua vernácula, los peruanos también hemos incursionado en el desafío de traducir otras lenguas, tal es el caso de Dora Bazán, investigadora, ensayista y profesora universitaria, quien tradujo los poemas de Catulo del latín al español. Por su parte, el poeta arequipeño Mariano Melgar también se interesó en la madre de todas las lenguas, y tradujo El Arte de Olvidar de Ovidio y fragmentos del Libro IV de las Geórgicas de Virgilio.

Por otro lado, el profesor y además traductor Ricardo Silva-Santisteban también ha hecho grandes aportaciones a la traducción literaria peruana, con traducciones de Stéphane Mallarmé ("La siesta de un fauno") del francés al español, Últimos poemas de nuestro compatriota César Moro del francés al español, así como traducciones de lenguas que distan mucho de nuestra lengua materna, como la obra en persa Rubaiyat de Ornar Jayyam y el poemario El bosque de las plumas en chino del famoso poeta de la dinastía Tang, Li Tai Po.

De esta manera, no resulta extraño que los literatos, quienes conocen mejor que nadie el lenguaje poético y literario, también decidan traducir a poetas o escritores. Es necesario poseer una sensibilidad para poder reverbalizar este tipo de textos para que todo el mensaje poético no se pierda ni se desvíe en el canal de comunicación. Así tenemos al poeta Javier Sologuren, quien también tradujo poemas del francés al español de Apollinaire, Saint-John Perse, Henri Michaux, Breton, entre otros más; al igual que César Vallejo, también tradujo a nuestra lengua a los escritores franceses Marcel Aymé y Henri Barbusse.

Es obvio que no se han mencionado a todos los traductores literarios peruanos en esta pequeña muestra, pero existe un considerable número de traductores literarios en nuestro medio, y el nombrarlos a todos y cada una de sus obras resultaría una tarea sumamente ardua. Es así que a pesar de la situación no tan favorable, no faltan aquellos quienes deciden traducir un poema, novela o cuento sin tomar en cuenta los posibles beneficios económicos. Como en otros países, los traductores literarios se acercan al texto literario impulsados por un interés personal, casi un gusto, y es de esta forma que se obtienen las mejores traducciones literarias: cuando uno se aproxima al texto porque le interesa, y no por una obligación, algo muy habitual en el Perú.

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