Después de las vacaciones –para algunos bajo la nieve, para otros sufriendo las tormentas subtropicales–, el blog del Club de Traductores Literarios de Buenos Aires vuelve a ponerse en movimiento y lo hace reproduciendo la nota que, con firma de Germán Cano, publicó el 13 de enero pasado La Razón, de España, a propósito de la entrada al dominio público de la obra de Sigmund Freud en casi todos los países del mundo, menos en España, que fue donde primero se tradujo.
¿Diez años más para España?
Es el destino de cualquier verdad, decía Schopenhauer, el que primero se manifieste como ofensa, incluso como una paradoja, para luego convertirse en una trivialidad. A primera vista, algo parecido ha sucedido con las en otros tiempos revolucionarias tesis freudianas.
Por un lado, a la vista de la total integración del psicoanálisis en nuestro lenguaje, suena muy lejana la descarnada aseveración de Freud a Jung antes de desembarcar en Estados Unidos: “No saben que les traemos la peste”. Repárese, por ejemplo, en la utilización cotidiana de términos como “inconsciente”, “lapsus”, “complejo de Edipo” o “reprimido”.
Por otro, esta vulgarización de la doctrina convive con un reciente y feroz revisionismo que no tiene escrúpulos en profanar sus restos intelectuales hasta la extenuación. De los tres “maestros de la sospecha”, el cadáver de Freud parece curiosamente más descompuesto en el establishment intelectual que los de Marx y Nietzsche. Malos tiempos, en efecto, para el psicoanálisis, en una época obsesionada por gozar y consumir. Y eso a pesar de que el padre del psicoanálisis siga dando de qué hablar. Recientemente, muchos medios internacionales se hicieron eco de esta noticia: desde 2010 –en 2009 hizo 70 años de su fallecimiento– la obra de Freud pasa a convertirse en un bien de “dominio público”, esto es, libre de derechos, por lo que cualquiera puede publicarla sin pagar arancel alguno.
En España, hasta 2019
¿En todos los países? Curiosamente, no en España, donde la editorial Biblioteca Nueva conserva sus derechos de explotación hasta 2019 en virtud de la hasta ahora vigente Ley de Propiedad Intelectual. A causa de una disposición transitoria de la misma, los derechos de obras de autores fallecidos antes del 7 de diciembre de 1987 “tendrán la duración prevista en la Ley de 10 de enero de 1879” o, lo que es lo mismo, de 80 años desde la muerte del autor.
Si bien las obras de Freud han sido traducidas a una treintena de lenguas, el establecimiento sistemático de una edición completa, organizada de manera coherente y en orden cronológico, sólo se ha efectuado en cinco: el alemán, el inglés, el castellano, el italiano y el japonés. En la historia de este esfuerzo editorial la labor de Biblioteca Nueva merece un puesto de honor muy destacado.
Fue nada menos que Ortega y Gasset, muy escéptico, sin embargo, respecto a toda perspectiva “psicológica” en general, quien tuvo el indudable acierto de promover la primera traducción íntegra de la obra freudiana, incluso aun cuando ésta no estaba todavía completa. A pesar de sus profundos recelos frente a Freud, Ortega no dudó en recomendar a José Ruiz-Castillo, el editor de Biblioteca Nueva, en 1917, la traducción de toda la obra, llegando a presentar el primero de sus volúmenes.
En este prólogo, Ortega afirma que “[…] las ideas de Freud son la creación más original y sugestiva que en los últimos veinte años ha cruzado el horizonte de la psiquiatría […] Otras parecen un poco excesivas y, sobre todo, un bastante caprichosas. Pero todas son de sin par agudeza y originalidad. Lo más problemático en la obra de Freud es, a la vez, lo más provechoso. Me refiero a la atención central que dedica a los fenómenos de la sexualidad”.
La lectura de Dalí
Tal vez por este motivo no fueron los pensadores, sino los artistas, los primeros que se atrevieron a reconocer el valor que podía tener el psicoanálisis en el terreno creativo. No es extraño que en 1922, recién llegado Salvador Dalí a la Residencia de Estudiantes, gozara del enorme privilegio por aquel entonces de leer la edición española de La interpretación de los sueños, obra a la cual siempre atribuyó una influencia decisiva en su vida. Según se cuenta, era habitual ver a Dalí haciendo proselitismo entre sus compañeros con estas a la sazón perturbadoras ideas. Por mucho que el carácter de Dalí sufriera intensas metamorfosis, esta obsesión por Freud se mantuvo inalterable durante toda su existencia.
El éxito de la edición de Biblioteca Nueva fue tan grande que al año siguiente, en 1923, la Revista de Occidente comentaba la “avidez” con la que “se devoraba” a Freud. En 1922 ya habían salido dos tomos con Psicopatología de la vida cotidiana y Una teoría sexual y otros ensayos. Fue este segundo tomo el que más impactó a estos estudiantes, pues en él Freud rompía con el tabú de la inexistencia de la sexualidad infantil y hablaba con normalidad de “perversiones”. Como se sabe, Un perro andaluz nació en 1929 de esta fascinación por investigar la poesía del mundo onírico. Dalí le contó que había soñado con hormigas que pululaban en sus manos y Buñuel a su vez cómo una navaja seccionaba el ojo de alguien.
En el excepcional documento recientemente publicado Un perro andaluz, ochenta años después (La Fábrica, 2009) puede advertirse cuán profundo fue el impacto freudiano en la vanguardia española. De ahí que probablemente el surrealismo hispano gozara de cierta ventaja respecto al francés. Cabe recordar que es un poco más tarde, en 1924, cuando aparece el “Manifiesto surrealista” de André Breton, otro admirador de Freud, cuyo libro también fue «devorado» por los jóvenes artistas de la Residencia.
El encargado de traducir este bombón envenenado fue Luis López-Ballesteros y de Torres. Su trabajo no sólo fue pionero –su versión era la primera traducción a una lengua distinta del alemán de las Obras completas–; recibió además el elogio del siempre puntilloso padre del psicoanálisis, quien, por amor a Cervantes, se había embebido hacía muchos años en el estudio del español de forma autodidacta. “Siendo yo un joven estudiante –comenta Freud en la nota enviada a su traductor español fechada el 7 de mayo de 1923–, el deseo de leer el inmortal Quijote en el original cervantino me llevó a aprender, sin maestros, la bella lengua castellana. Gracias a esta afición juvenil puedo ahora –ya en edad avanzada– comprobar el acierto de su versión española de mis obras, cuya lectura me produce siempre un vivo agrado por la correctísima interpretación de mi pensamiento y la elegancia del estilo. Me admira, sobre todo, cómo no siendo usted médico ni psiquiatra de profesión ha podido alcanzar tan absoluto y preciso dominio de una materia harto intrincada y a veces oscura».
Truncado por la Guerra Civil
Hasta 1934 aparecieron diecisiete volúmenes de esta edición, un hecho inusitado que no puede sino seguir recibiendo nuestra admiración. Sólo la Guerra Civil truncó la implantación del psicoanálisis en España, por lo que el proyecto tuvo que ser continuado en Argentina. Con el beneplácito en 1942 de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), el proyecto se continuó con cinco volúmenes más de los ya traducidos por López Ballesteros. Esta nueva traducción de los cinco nuevos tomos le fue confiada a Ludovico Rosenthal, quien se había analizado en Viena con Heinz Hartmann. Y fue, por último, en 1975, Horacio Amorrortu el que emprendió desde Argentina la segunda versión en castellano de la obra completa, que confió a José Etcheverry, con la colaboración de Santiago Dubrovsky y Fernando Ulloa.
España, un «lapsus» freudiano
Como si fuera un “lapsus” freudiano, deberán pasar otros diez años para que la obra del padre del psicoanálisis sea de dominio público, precisamente en el país que emprendió la primera traducción de las obras completas de Freud en otra lengua. Mientras, en Francia tres sellos preparan nuevas ediciones: Seuil (La interpretación de los sueños), Flammarion (El malestar en la cultura) y Petit Bibliothèque Payot (Cinco lecciones sobre el psicoanálisis). La ley de 1987 amplía a 80 años los derechos de autor. No así con los derechos del traductor, Luis López-Ballesteros. Antonio Roche, director de Biblioteca Nueva, explica que el traductor de Freud en España –o sus herederos en este caso– no tienen derechos sobre su versión, ya que por ley se reconoce que el traductor puede recibir una cantidad de dinero que valía por todo el trabajo. Así se hizo cuando en 1917 López-Ballesteros empezó con esta tarea. Los derechos de la obra de Freud se gestionan desde una fundación con sede en Londres, al frente de la que están sus dos hijos, Anna –que es madre del pintor Lucian Freud– y Martin (ambos en la imagen con su padre). En España, la gestión de los derechos los tiene la agencia International Editors, que dirige Isabel Monteagudo.
Por otro, esta vulgarización de la doctrina convive con un reciente y feroz revisionismo que no tiene escrúpulos en profanar sus restos intelectuales hasta la extenuación. De los tres “maestros de la sospecha”, el cadáver de Freud parece curiosamente más descompuesto en el establishment intelectual que los de Marx y Nietzsche. Malos tiempos, en efecto, para el psicoanálisis, en una época obsesionada por gozar y consumir. Y eso a pesar de que el padre del psicoanálisis siga dando de qué hablar. Recientemente, muchos medios internacionales se hicieron eco de esta noticia: desde 2010 –en 2009 hizo 70 años de su fallecimiento– la obra de Freud pasa a convertirse en un bien de “dominio público”, esto es, libre de derechos, por lo que cualquiera puede publicarla sin pagar arancel alguno.
En España, hasta 2019
¿En todos los países? Curiosamente, no en España, donde la editorial Biblioteca Nueva conserva sus derechos de explotación hasta 2019 en virtud de la hasta ahora vigente Ley de Propiedad Intelectual. A causa de una disposición transitoria de la misma, los derechos de obras de autores fallecidos antes del 7 de diciembre de 1987 “tendrán la duración prevista en la Ley de 10 de enero de 1879” o, lo que es lo mismo, de 80 años desde la muerte del autor.
Si bien las obras de Freud han sido traducidas a una treintena de lenguas, el establecimiento sistemático de una edición completa, organizada de manera coherente y en orden cronológico, sólo se ha efectuado en cinco: el alemán, el inglés, el castellano, el italiano y el japonés. En la historia de este esfuerzo editorial la labor de Biblioteca Nueva merece un puesto de honor muy destacado.
Fue nada menos que Ortega y Gasset, muy escéptico, sin embargo, respecto a toda perspectiva “psicológica” en general, quien tuvo el indudable acierto de promover la primera traducción íntegra de la obra freudiana, incluso aun cuando ésta no estaba todavía completa. A pesar de sus profundos recelos frente a Freud, Ortega no dudó en recomendar a José Ruiz-Castillo, el editor de Biblioteca Nueva, en 1917, la traducción de toda la obra, llegando a presentar el primero de sus volúmenes.
En este prólogo, Ortega afirma que “[…] las ideas de Freud son la creación más original y sugestiva que en los últimos veinte años ha cruzado el horizonte de la psiquiatría […] Otras parecen un poco excesivas y, sobre todo, un bastante caprichosas. Pero todas son de sin par agudeza y originalidad. Lo más problemático en la obra de Freud es, a la vez, lo más provechoso. Me refiero a la atención central que dedica a los fenómenos de la sexualidad”.
La lectura de Dalí
Tal vez por este motivo no fueron los pensadores, sino los artistas, los primeros que se atrevieron a reconocer el valor que podía tener el psicoanálisis en el terreno creativo. No es extraño que en 1922, recién llegado Salvador Dalí a la Residencia de Estudiantes, gozara del enorme privilegio por aquel entonces de leer la edición española de La interpretación de los sueños, obra a la cual siempre atribuyó una influencia decisiva en su vida. Según se cuenta, era habitual ver a Dalí haciendo proselitismo entre sus compañeros con estas a la sazón perturbadoras ideas. Por mucho que el carácter de Dalí sufriera intensas metamorfosis, esta obsesión por Freud se mantuvo inalterable durante toda su existencia.
El éxito de la edición de Biblioteca Nueva fue tan grande que al año siguiente, en 1923, la Revista de Occidente comentaba la “avidez” con la que “se devoraba” a Freud. En 1922 ya habían salido dos tomos con Psicopatología de la vida cotidiana y Una teoría sexual y otros ensayos. Fue este segundo tomo el que más impactó a estos estudiantes, pues en él Freud rompía con el tabú de la inexistencia de la sexualidad infantil y hablaba con normalidad de “perversiones”. Como se sabe, Un perro andaluz nació en 1929 de esta fascinación por investigar la poesía del mundo onírico. Dalí le contó que había soñado con hormigas que pululaban en sus manos y Buñuel a su vez cómo una navaja seccionaba el ojo de alguien.
En el excepcional documento recientemente publicado Un perro andaluz, ochenta años después (La Fábrica, 2009) puede advertirse cuán profundo fue el impacto freudiano en la vanguardia española. De ahí que probablemente el surrealismo hispano gozara de cierta ventaja respecto al francés. Cabe recordar que es un poco más tarde, en 1924, cuando aparece el “Manifiesto surrealista” de André Breton, otro admirador de Freud, cuyo libro también fue «devorado» por los jóvenes artistas de la Residencia.
El encargado de traducir este bombón envenenado fue Luis López-Ballesteros y de Torres. Su trabajo no sólo fue pionero –su versión era la primera traducción a una lengua distinta del alemán de las Obras completas–; recibió además el elogio del siempre puntilloso padre del psicoanálisis, quien, por amor a Cervantes, se había embebido hacía muchos años en el estudio del español de forma autodidacta. “Siendo yo un joven estudiante –comenta Freud en la nota enviada a su traductor español fechada el 7 de mayo de 1923–, el deseo de leer el inmortal Quijote en el original cervantino me llevó a aprender, sin maestros, la bella lengua castellana. Gracias a esta afición juvenil puedo ahora –ya en edad avanzada– comprobar el acierto de su versión española de mis obras, cuya lectura me produce siempre un vivo agrado por la correctísima interpretación de mi pensamiento y la elegancia del estilo. Me admira, sobre todo, cómo no siendo usted médico ni psiquiatra de profesión ha podido alcanzar tan absoluto y preciso dominio de una materia harto intrincada y a veces oscura».
Truncado por la Guerra Civil
Hasta 1934 aparecieron diecisiete volúmenes de esta edición, un hecho inusitado que no puede sino seguir recibiendo nuestra admiración. Sólo la Guerra Civil truncó la implantación del psicoanálisis en España, por lo que el proyecto tuvo que ser continuado en Argentina. Con el beneplácito en 1942 de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), el proyecto se continuó con cinco volúmenes más de los ya traducidos por López Ballesteros. Esta nueva traducción de los cinco nuevos tomos le fue confiada a Ludovico Rosenthal, quien se había analizado en Viena con Heinz Hartmann. Y fue, por último, en 1975, Horacio Amorrortu el que emprendió desde Argentina la segunda versión en castellano de la obra completa, que confió a José Etcheverry, con la colaboración de Santiago Dubrovsky y Fernando Ulloa.
España, un «lapsus» freudiano
Como si fuera un “lapsus” freudiano, deberán pasar otros diez años para que la obra del padre del psicoanálisis sea de dominio público, precisamente en el país que emprendió la primera traducción de las obras completas de Freud en otra lengua. Mientras, en Francia tres sellos preparan nuevas ediciones: Seuil (La interpretación de los sueños), Flammarion (El malestar en la cultura) y Petit Bibliothèque Payot (Cinco lecciones sobre el psicoanálisis). La ley de 1987 amplía a 80 años los derechos de autor. No así con los derechos del traductor, Luis López-Ballesteros. Antonio Roche, director de Biblioteca Nueva, explica que el traductor de Freud en España –o sus herederos en este caso– no tienen derechos sobre su versión, ya que por ley se reconoce que el traductor puede recibir una cantidad de dinero que valía por todo el trabajo. Así se hizo cuando en 1917 López-Ballesteros empezó con esta tarea. Los derechos de la obra de Freud se gestionan desde una fundación con sede en Londres, al frente de la que están sus dos hijos, Anna –que es madre del pintor Lucian Freud– y Martin (ambos en la imagen con su padre). En España, la gestión de los derechos los tiene la agencia International Editors, que dirige Isabel Monteagudo.
Qué buen blog. Gracias, Jorge.
ResponderEliminarIgnacio
¡Hola! Soy estudiante de traducción en el Lenguas Vivas y hace una hora que encontré este blog. Lo estuve "hojeando" y me encanta. Empecé a ver los videos y están muy buenos, muy graciosos e instructivos. Gracias por compartir todo esto. Seguiré entrando en forma asidua.
ResponderEliminarSaludos cordiales,
M. Laura
Gracias, Ignacio. Y gracias, M. Laura. La idea es que, además de poder compartir la información que tengamos, podamos discutir diversas cuestiones que hacen al oficio. Y si es posible, que no falte el humor.
ResponderEliminarCordialmente