Andrés Ehrenhaus
Nacido en Buenos Aires, en 1955, pero residente en Barcelona desde 1976, Ehrenhaus podría catalogarse como una “fuerza de la naturaleza”. Narrador, ha publicado Subir arriba (1993), El futuro es esto (1999), Monogatari (2001), La seriedad (2001) y Tratar a Fang Lo (2006). Es profesor del Posgrado de Traducción Literaria de la Universidad Pompeu Fabra. Integró desde el 2001 hasta el 2010 la junta directiva de la Sección de Traductores de la Asociación Colegial de Escritores de España, de la que fue vicepresidente. Ha traducido numerosos obras del inglés, tanto clásicas como contemporáneas, que abarcan autores tan diversos como William Shakespeare, Edgar Alan Poe, Oscar Wilde, Jack Kerouac, Brian Aldiss, Maurice Dantec, Guy van Sant o William Sutcliffe. Entre sus traducciones más recientes se cuenta una edición bilingüe de los Sonetos de Shakespeare (Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores, 2009) . En 2011 fundó Knowhaus, la primera agencia de traducción literaria de España.. En 2011 fundó Knowhaus, la primera agencia de traducción literaria de España.
1) ¿En que se parecen la traducción y la escritura? ¿En qué se diferencian?
Se parecen en la metodología, con una salvedad: lo que para el autor original es inspiración, para el traductor es delicadeza. se diferencian en la materia prima: a falta de ladrillos, el traductor tendrá que levantar rascacielos con piedras.
2) ¿Debe notarse u ocultarse el hecho de que un texto sea traducción de un original?
Es imposible de ocultar, aunque hay traductores (y editores) que venderían su alma al diablo por lograrlo. querer ocultar que una traducción es una traducción es un modo inane y trabajoso de acabar con las traducciones y sus originales. escupir para arriba, vamos.
3 )¿Debe ser más visible el traductor que la traducción?
Jamás. el traductor es el traductor es el traductor. sin obra original no habría traducción y, sin ésta, no habría traductor. esto parte del error de creer que toda traducción es una exhibición de genio. los créditos de los libros deberían decir: una traducción de pepito, una traducción de fulanito. una: pudo haber hecho otras pero le salió ésa. del mismo modo, la obra siempre es más importante que el autor, que a fin de cuentas es un bicho con patas y muchas manías.
Inés Garland
Mientras escribía, la argentina Inés Garland trabajó como profesora de gimnasia, moza, niñera, mucama, recepcionista de un club nocturno y productora de televisión. Con el tiempo se empezó a enfocar más en trabajos relacionados con la escritura. Fue guionista, escritora por encargo, colaboradora free lance de diferentes publicaciones y editora de una revista. Su primera novela , El rey de los centauros, fue publicada en 2006. Varios cuentos de su libro Una reina perfecta recibieron premios en diferentes concursos y el libro fue premiado por el Fondo Nacional de las Artes. Su segunda novela, Piedra, papel o tijera, fue distinguida por ALIJA como mejor novela juvenil del año 2009 y fue traducida y publicada en Alemania en febrero de 2013. Su cuento “Las otras islas” forma parte de una antología con el mismo nombre. Acaba de terminar una novela para chicos y está escribiendo su cuarta novela. Tradujo, en colaboración con Ignacio Di Tullio, una antología de poemas de la norteamericana Sharon Olds que será publicada por la editorial Bajo la Luna, y está trabajando en la traducción de poemas del libro Kink and Particle, de la inglesa Tiffany Atkinson. Algunas de sus traducciones sueltas pueden leerse en el blog Otra iglesia es imposible.
1) ¿En que se parecen la traducción y la escritura? ¿En qué se diferencian?
Cuando escribo me dejo llevar por las palabras para decir lo que quiero decir. Después viene la instancia de la corrección en la que hago un trabajo de selección, reemplazo, muevo de acá para allá las frases hasta que me suenan bien. Cuando traduzco, la primera instancia, la de dejarme llevar, ya está hecha. Tal vez, entonces, de alguna manera, traducir sea para mí como empezar con una segunda versión de algo. ¿Qué criterios se juegan a la hora de corregir un texto? Más allá de que hay gramaticalmente maneras correctas e incorrectas de decir las cosas o de que existen los niveles de lenguaje y hay que cuidarse de mantener un mismo nivel (salvo que el autor original no lo haya hecho y eso daría para toda otra disquisición), hay otros criterios, más subjetivos, que también entran en la traducción. La belleza de un texto, la armonía, la musicalidad, el impacto de las palabras que usa un escritor responden a cierta subjetividad, y aunque haya bastante consenso, este está dado a veces por criterios de una época determinada (¿qué fue del amor por los gerundios que arrasaban los setenta?). Tal vez por eso prefiero traducir escritores que hacen elecciones que no me resultan ajenas.
2) ¿Debe notarse u ocultarse el hecho de que un texto sea traducción de un original?
No sé si se trata de ocultar el hecho de que sea una traducción, pero por lo menos no debería resultar extraña. Tengo con la literatura una relación mucho más emocional que mental, si una traducción tiene palabras muy rebuscadas que responden a otras que en la lengua original son más familiares, el efecto emocional que tiene el texto no es el mismo. Tal vez esté limitando las cosas con esta aseveración ya que estoy implicando que la respuesta emocional está ligada a la familiaridad con el lenguaje y es posible que esto sea algo personal, pero no puedo hablar de otra cosa que de mi propia experiencia. Un libro propone un Universo y la coherencia de ese Universo tiene que ver con el lenguaje. Si una traducción no tiene en cuenta eso, hay algo que falla. Y es en este punto donde, para mí, está la dificultad. Hay que conocer muy a fondo una lengua para entender sus niveles de lenguaje, sus maneras de decir, lo que es familiar y lo que es rebuscado. El traductor siempre conoce su lengua, pero ¿es capaz de identificar esos matices en la lengua que está traduciendo?
3) )¿Debe ser más visible el traductor que la traducción?
Creo que esto está ligado a lo que contesté en la primera pregunta. Cuando un traductor y el escritor que traduce son afines, la posibilidad de que el traductor sea más visible que la traducción disminuye. Cuando un traductor trabaja con un texto que le resulta ajeno, es posible que se vea más tentado a meter su criterio de elección, sus ritmos, sus maneras de decir. No creo que sea bueno que se vea más el traductor que la traducción. También me doy cuenta de que estas respuestas son de alguien que escribe y traduce. Tal vez a un traductor le resulte más fácil desaparecer detrás de un texto de otro, por más ajenas que sean las elecciones que ese otro hace. Sin embargo, hay quienes sostienen que es mejor que un traductor sea escritor. Pero ese es otro debate.
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