Dada
la época extremadamente polarizada en que vivimos, resulta indispensable
recordar en esta columna que, en sus diez años de existencia y con independencia de cuál haya
sido el color partidario del gobierno, este blog ha dado cuenta de todo aquello
que, según nuestro modesto punto de vista, ha sido bien hecho en materia de
cultura y políticas culturales, y de todo aquello que no. Si los lectores
recorren cuidadosamente las distintas entradas, podrán comprobar que quien lo
administra, así como la inmensa mayoría de los colaboradores no han asumido una
postura a favor de tal o cual partido político. Dicho de otro modo, poco
importa si se ha tratado de los gobiernos del matrimonio Kirchner o de Macri,
siempre hemos destacado lo que nos pareció bien y también aquello con lo que no
concordamos. Así, resultaría por lo menos mendaz imaginar que el número de
entradas referidas a la gestión de Pablo Avelluto, el ex ministro de cultura de
esta gestión, ahora degradado a secretario puede situarse fuera de la órbita de
otras críticas que en su momento hemos hecho a otros funcionarios culturales de
los diversos gobiernos de la década.
Con
letras catástrofes, el diario Clarín
del 4 de septiembre pasado, publicó una nota, cuyo título reza: “Pablo
Avelluto comparó a Macri y Peña con Tom & Jerry y tuvo que salir a
aclararlo”. De acuerdo con la nota sin firma, “El ahora secretario de Cultura de
la Nación, Pablo Avelluto, estableció una comparación poco feliz respecto a la
fuerte relación que existe entre el Presidente y su jefe de Gabinete,
muy cuestionado en medio de la crisis: ‘Pensar a Macri sin Peña es
como pensar a Tom sin Jerry’, afirmó el funcionario en una entrevista en La Nación, sin tener en cuenta que en su
analogía entre el mandatario y la célebre caricatura de Hanna &
Barbera se estaba refiriendo a Macri como el ‘gato’ y a Peña como el ‘ratón’ ”.
Es
posible que, a la luz de sus políticas de gobierno, esto habría podido
leerse como una nueva frivolidad de parte del ex ministro, el mismo que presentó como un triunfo el enorme gasto realizado por el Estado en la Feria Internacional del Libro de Bogotá para satisfacer su poca imaginación, para mencionar apenas uno de los papelones de los que ya nos hemos ocupado. Sin embargo,
continúa Clarín, “el funcionario salió a aclarar sus dichos: ‘Tal vez
tendría que haber hablado de Batman y Robin, o de Simon &
Garfunkel. Tenemos duplas inolvidables como Bochini
y Bertoni’, afirmó entre risas durante un reportaje con FM Radio Con Vos”.
Qué mucha gente que no simpatiza con Macri le diga “Macri
gato” ya es algo que Avelluto debería haber tenido en cuenta. Del mismo modo, habría
resultado prudente no tildar al cuestionado Peña de ratón. Ahora bien, considerando
el tipo de relación que se les atribuye a Batman y a Robin, ¿la comparación habría sido más
afortunada? Y en el caso de Simon y Garfunkel, es sabido que el compositor,
arreglador e ideólogo del grupo siempre fue Paul Simon, reservándole a Arthur
Garfunkel el exclusivo papel de cantante, pero no en todas las ocasiones, de
primera voz.
Está claro que todo esto es bastante ridículo, pero aparentemente
este es el único tipo de imaginario que Avelluto logra desplegar. Luego, como
otros funcionarios de gobierno, diluyó su torpeza en la idea del “equipo”, como
si las cagadas que se manda uno fueran a ser las de todos. A esta altura, uno
bien podría preguntarse cómo le habrá caído al "equipo" lo de Tom y Jerry, Batman y
Robin y Simon & Garfunkel.
Pero hay algo más. Avelluto dijo en la misma entrevista que
el presidente y el jefe de gabinete “"Son dos partes de lo mismo y es muy difícil saber dónde termina Macri y donde empieza Marcos”. Él debería saber a esta altura de su moderada
carrera política, que nunca el jefe de gabinete puede estar a la misma altura que
el presidente, porque, llegado el caso, el jefe de gabinete bien puede ser el fusible
que salte para que el presidente siga gobernando. Pensarlo de otra manera, llevaría
a suponer que Avelluto no sólo tiene más afinidad con el jefe de gabinete –quien, como muchos creen, es el que lo sostiene en el puesto– que con el que realmente manda, que, por otra parte, no lee. ¿Será así?
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