El poeta, ensayista y traductor Jorge Aulicino, que fue Georges Aulicino y que ahora, en este artículo desea firmar Poder Ser Aulicino, no ceja en su doble empeño de educar al soberano: lucha contra los anglicismos y los galicismos del castellano y, a la vez, profundiza cada vez más en la Divina Comedia, obra que, como todo lector avisado sabe, tradujo, corrigió y volvió a corregir en repetidas oportunidades.
Mi constante lucha al interior del lenguaje
¡A Beatrice por el doble infinitivo!
Anoche me pasó algo que no me sucedía desde la adolescencia cuando leía El jorobado de Notre Dame o El hombre de la máscara de hierro o La Isla del Tesoro: leí un texto traducido como si estuviera leyendo el original. Eso agrió por un momento mi relación con el autor del texto original, el erudito Giuseppe Ledda, quien participó de la obra ciclópea La Edad Media, coordinada en su momento –primera década del milenio– por el extinto Umberto Eco.
A pesar de que las ideas sobre la obra de Dante Alighieri, desarrolladas por Ledda a partir de la página 361 del tomo III, coinciden –aunque más ordenadas y agudas– con las que expuse a veces sobre la Comedia, me fastidió encontrar de entrada, en el apartado dedicado al poema magistral, un doble infinitivo seguido a los pocos renglones de un “al interior” que terminó de crisparme y casi me impidió seguir leyendo a un tipo inteligente como Ledda. Por suerte recordé que estaba leyendo en castellano a un autor italiano. Pensé, por lo tanto, que era muy difícil que hubiese escrito prima di arrivare a trovare donde el traductor escribió “antes de llegar a encontrar” nada menos que “a Beatriz en el Paraíso”, porque no es una construcción sintáctica habitual en italiano –y en italiano el hábito pesa mucho más que aquí en castellano–. En cuanto al “al interior”, el buen Ledda habrá escrito correctamente en su idioma all'interno, pero con ese tic de los traductores de francés –a quienes se les “pega” el à l'intérieur– y ahora del italiano, puesto –creo yo– exprofeso como marca de traducción, saludo masón, el buen traductor tradujo “al interior” aquí y en otras partes del texto del tomo III.
Voy a los créditos y veo que la versión al castellano de los tomos III y IV de esta obra fue realizada por José Andrés Ancona, y ¡oh sorpresa! la obra del FCE fue editada, y se supone que traducida, en México, de donde pienso que Ancona es mexicano y que el doble infinitivo y el alinteriorismo también cursan allá, ¡la patria de Alfonso Reyes! Qué digo, la tierra de Octavio Paz, de Gerardo Deniz, Carlos Monsiváis, de mis amigos, grandes e infatigables traductores, Fabio Morábito, Pedro Serrano, Carlos López Beltrán, José María Espinaza, y otros notables traductores como Pura López Colomé, Francisco Segovia, Margo Glantz, Gerardo Beltrán y Abel Murcia, Aurelio Asiain, José Emilio Pacheco, Hernán Bravo Varela, el propio Paz...
Pero lo importante es el ser, no el parecer, dice el sentido común, a lo que el César ya había dicho: “La romana debe ser y parecer”... Pero, en fin, como lo importante se supone es "la idea principal", he aquí la idea una idea de Ledda –según Ancona– que bien vale una misa:
“Aunque esté fundado sobre una continua mezcla de los estilos, el poema toma el nombre [Commedia] del estilo humilde, con el propósito de afirmar ideológicamente la humildad del texto, haciendo una opción radical en la cultura retórica cristiana. Pero la ‘comedia’ será definida luego en Paraíso ‘sacrado poema’ [sic] y ‘poema sacro’: es justamente gracias a la elección humilde de ser una ‘comedia’ que la obra puede convertirse en ‘poema sacro’. En la cultura cristiana la humildad es la virtud que permite elevarse auténticamente.”
(...)
“También en el plano lingüístico la voluntad de representar la totalidad de lo real conduce a movilizar todos y cada uno de los recursos. El florentino es la base, pero se le añaden arcaísmos, tecnicismos, regionalismos, provenzalismos y galicismos, latinismos de todo tipo, además de los neologismos, necesarios para una realidad que jamás ha sido representada.”
Nota al pie:
Se atribuye a Boccaccio el agregado del adjetivo “divina” al sustantivo Comedia. Si fue así, quizá Boccaccio se lo anexó para que el título se entendiera en sentido literal: una comedia que trata de las cosas divinas. Comedia –como aclaró Dante– en sentido clásico, porque tenía buen final, no porque fuera cómica. Por otra parte, también es posible que Alighieri llamara a su poema “sacro” en virtud de que trata de las cosas sagradas, y no de que esté sacralizado. La misión que se atribuye a sí mismo es anotar en su mente y luego escribir todo lo que ve en el más allá, para que la cristiandad retome el camino de la fe. En este sentido la Comedia se puede calificar –como lo hace Ledda– de profética. En cuanto al estilo humilde, Dante lo menciona en una famosa carta a su protector en Verona, Cangrande della Scala, y puede relacionarse sin mucho esfuerzo, en el plano político o mundano, con su denuncia de la corrupción y el fasto de la Iglesia, y con su evidente adhesión a las órdenes de los dominicos y los franciscanos, doctrinarios los primeros y pobres por elección los segundos.
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