La batalla por el control de la lengua: la RAE y la Fundéu, diez años de lucha entre academicismo y progresismo
La Fundéu y la RAE comenzaron su relación bajo términos de amistad y de común protección sobre la lengua española. Todo comenzó en buenos términos que a principios del 2010 ya empezaron a tambalearse: disidencias ocurridas a medida que la creciente importancia sobre el género, el protagonismo que se le otorgaba a la Fundéu y una crisis económica se pusieron por medio.
La RAE, fundada en 1713 bajo la protección del Rey Felipe V es, evidentemente, mucho más antigua –y por tanto, debería ser más prestigiosa– que la Fundéu, cuyo origen se 'remonta' al año 2005, cuando el Departamento de Español Urgente de la Agencia EFE acordó su creación junto al BBVA.
Entonces se consideró que la Fundéu se ocuparía de dudas banales, más urgentes, mientras que la RAE seguiría siendo la gran institución que se encargaría de las normas oficiales, alegando que a esta última no le daba tiempo a estar pendiente de todo lo referente a la lengua española.
En esta tesitura, la RAE vio con buenos ojos a su nuevo colaborador, incluso algunos miembros decidieron pasar a formar parte de su consejo asesor y Víctor García de la Concha, el director de la Academia , fue nombrado presidente de su Patronato, al igual que lo serían sus sucesores.
¿Aclamados por el pueblo?
Tan pronto como en el 2009, ambas instituciones comenzaron a dividirse pues la RAE apoyaba un lenguaje más conservador, mientras que la Fundéu quería dar apertura a las nuevas terminaciones en femenino, algo que no gustó a los académicos de la RAE, especialmente a los menos conservadores, un grupo diferenciado de los miembros algo más 'mediáticos'.
La Fundéu iba ganando fama, especialmente gracias a sus redes sociales, creadas antes que las de la RAE. «Los choques por las palabras escondían los celos de la RAE por nuestro éxito mediático», comentan antiguos empleados de la Fundéu. Con esto, los de la fundación aseguran que fue surgiendo dentro de la conciencia popular, que la Fundéu era lo moderno, lo arriesgado, mientras que la RAE se quedaba atrás.
A medida que fueron pasando los años, la desconsideración de la RAE por la Fundéu iba en aumento, algo que no ayudaban a paliar los empleados de la fundación, que mediante desaires públicos intentaban provocar a la RAE. Por ejemplo, en el 2018, cuando el conflicto estaba ya muy avanzado, la Fundéu eligió como palabra del año 'microplásticos', la cual no estaba incluida en el diccionario oficial de la RAE.
Las peleas radican en que, varios de los miembros, no consideraban igual de válidas las declaraciones de la Fundéu, al estar compuesta de periodistas y otros escritores mientras que la RAE defendía la primacía de sus académicos. Por otra parte, la Fundéu tildaba hacia un lado del espectro ideológico, el de la izquierda, algo que la academia consideraba contrario a su función absuelta de política y como guardiana imparcial de la lengua española.
Todo acaba asimilándose al jefe
Las declaraciones de varios exempleados de la Fundéu giran en torno al poder opresivo que ejercía la RAE, que se consideraba como la indiscutible fuente de poder lingüístico. Ante esto un odio recíproco se iba fraguando cada vez más, un odio que, naturalmente, no era compartido por todos los miembros de ambas instituciones.
La situación de la Fundéu, más y más alejada de la RAE, se vio influida por el carácter de los directores de la academia. Desde su fundación en el año 2005 hasta la cesión de su cargo en el 2010, Víctor García de la Concha, conservó las buenas relaciones –incluso las personas que ya sentían cierto rechazo no se atrevían a pronunciar palabra–, José Manuel Blecua (2010 – 2015) no supo mantener la paz, ni tampoco Darío Villanueva Prieto (2015 – 2019). Así, la tensión no pudo ser apaciguada: los académicos de la RAE y los miembros de la Fundéu no lograban reconciliarse, más bien todo lo contrario.
Ambas entidades, al mismo tiempo que acervaban sus diferencias, debían hacer frente a una crisis económica: sus ayudas se vieron reducidas en gran medida, las de la Fundéu terminaron por ser inexistentes –el BBVA cambió de política de financiación–: los 600 mil euros se redujeron a la mitad, eso durante tres años, después absolutamente nada. Aquello fue un golpe devastador para la Fundéu, por no mencionar que la desconfianza hacia la RAE, cuyo director, entonces Villanueva, se había reunido con el presidente del BBVA, Francisco González, en secreto. Con esto, la Fundéu decidió crear una nueva presidencia autónoma, dejando la presidencia honoraria para la RAE.
La Real Academia, que también se encontraba en plena crisis (había pasado de sus 3,8 millones de euros de ayudas públicas a 1,6 millones en tan solo tres años), ya ni siquiera podía contar con las remuneraciones por ventas en papel, pues estas habían caído un 60 % entre el 2007 y el 2018, una situación económica que José Manuel Blecua calificó de «dramática».
Mano dura
El cambio de presidente en el 2018 supuso el golpe definitivo para la Fundéu. El nuevo presidente, Santiago Muñoz Machado, gracias a sus contactos madrileños, especialmente con el gobierno de Pedro Sánchez, consiguió una subvención de nada menos que de quince millones de euros.
Por otra lado la Fundéu, desesperada, buscó el apoyo que encontró en la Fundación Telefónica. Pero este acuerdo no llegó a nada, ¿el causante? La RAE. Antes de que el contrato se cerrara, Santiago Muñoz Machado quiso dejar claro a Telefónica que si asistían a la Fundéu, esto les crearía problemas con la RAE. «Fundéu se está apropiando del español», «la RAE y la Fundéu son incompatibles», dijo el director a la compañía.
«Telefónica no fue la única empresa del IBEX en echarse para atrás, no sabemos qué pasó en los otros casos, pero parecía perseguirnos una mano negra», cuentan fuentes antiguas de la Fundéu.
Así, tras meses de miseria, la Fundéu fue absorbida por la RAE mediante un acuerdo entre esta y EFE, sin que los cargos de la Fundéu tuvieran algo que decir. En junio de 2020, la Fundéu pasó a ser la FundéuRAE y la directora de comunicación de la RAE, Olivia Piquero, se convirtió en la nueva directora de la Fundéu. De esta manera, la RAE lo tendría todo bajo control –incluidos a sus académicos descontentos–, frenando los intentos de expansión ideológica del lenguaje, aunque quién sabe si a la RAE no le acabará sucediendo lo mismo.
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