La nota apareció el 26 de septiembre pasado en Clarín, con firma de José Luis Cutello, y por increíble que parezca refleja una discusión cierta acerca del uso de la letra cursiva. Según la bajada, "alumnos de colegios primarios y secundarios, y también docentes, cuestionan su uso porque 'es difícil', 'se pierde más tiempo' y genera 'desprolijidad'. Los pedagogos defienden sus beneficios".
En plena era digital, discuten en la escuela
el uso de la letra cursiva
La letra cursiva está en debate. Es común que alumnos de colegios primarios y secundarios cuestionen su uso porque “es difícil”, “se pierde más tiempo” y genera “mayor desprolijidad” sobre la hoja que la letra de imprenta. Algunos maestros se hacen eco de ese reclamo y creen que su empleo está ligado a la tradición escolar. Sin embargo, pedagogos y especialistas en lectoescritura le otorgan a la cursiva una importancia poco conocida en el desarrollo neurológico y motriz de los niños.
“Sabemos que en la escritura cursiva está presente, de algún modo, la personalidad del individuo. De ahí la importancia de los estudios grafológicos en las diferentes disciplinas que tienen que ver con la naturaleza humana”, reflexionó ante Clarín la profesora de Enseñanza Media y Superior en Lengua, Susana González, quien detalló que la cursiva “es una sucesión de rasgos ascendentes y descendentes, donde la mayor o menor soltura del trazo hace que la letra sea más redondeada o inclinada y por consiguiente deje impreso un estilo personal, que el niño va afianzando con su crecimiento y la práctica”.
La siguiente explicación es bien ilustrativa. El alumno que utiliza letra cursiva, aseguran los pedagogos, escribe con fluidez sus ideas y ve favorecida la percepción de palabras por la continuidad, mientras que las letras de imprenta, al estar separadas, interrumpen la secuencia de pensamiento.
Inclusive, el método creado por la profesora en Educación Especial, María Cristina Retondaro, para tratamientos de dislexia y disgrafía recomienda la utilización de letra cursiva porque facilita los procesos neurológicos que “sustentan el aprendizaje de la lectoescritura”.
Respecto a su dificultad, González indicó que la escritura “es una destreza psicomotriz” y como tal necesita adiestramiento. Lisa y llanamente, requiere de práctica. Sin embargo, ese ejercicio hoy se ve amenazado por la omnipresencia de la computadora, un objeto latente y al alcance de muchos chicos, que en la etapa inicial de aprendizaje, reemplaza al lápiz y a la cursiva por el teclado y la letra script: “Siendo por naturaleza grandes imitadores, las letras que visualizan los chicos con más frecuencia son las de imprenta que ven frente al monitor de la computadora y eso hace que tiendan a escribirlas con mucha más rapidez”, afirmó.
“La polémica tiene su historia”, contó a Clarín María Alejandra Iorio Gnisci, directora de la Escuela 154 del Barrio Parque Industrial de Neuquén: “Las maestras hemos atravesado diversos trayectos en cuanto a la enseñanza de lectoescritura. A la cursiva se le daba gran importancia cuando, enmarcadas en el conductismo, se ponía el eje en la unión de las letras y se asimilaba leer a decodificar y escribir a copiar. Cuando comenzamos a trabajar la lengua como sistema de representación, la letra que se utilizó fue la imprenta mayúscula por ser la que los niños encontraban más frecuentemente”.
De todos modos, Iorio consideró que “la cursiva debe enseñarse tanto como la imprenta”, aunque precisó que “lo fundamental” es que los maestros centren el eje de la enseñanza y del aprendizaje en formar jóvenes lectores y productores de todo tipo de textos.
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