La nota se publicó en la revista Ñ el 22 de abril pasado. Se trata de una entrevista realizada por Horacio Bilbao con el comerciante español Juan González de la Cámara (foto), director de Grammata, firma que comercializa el e-reader. Con ese aplomo que tienen aquellos que compran una modernidad mal aprendida y piensan que se trata del non plus ultra de lo que sea, el sujeto en cuestión –que no proviene del mundo del libro, sino del de la tecnología– se anima a decir: "Yo sigo pensando que el papel desaparecerá. Por eso hago lo que hago. Los discos de vinilo, los CD, las películas en DVD… con el papel pasará lo mismo".
A pesar de lo que sostiene de la Cámara, los discos de vinilo, los CD y las películas en DVD no desaparecieron. De hecho, son soportes que se siguen privilegiando a otros inmateriales –como el MP3, por ejemplo– por su mejor calidad, sin hablar de la diversidad que permiten y que excede las apetencias del mercado, un dios menor y gordinflón al que muchos adoran. En fin...
El lector siempre gana
Sucedió en Frankfurt y luego en Guadalajara. Ahora es el turno de la Feria del libro de Buenos Aires. Definitivamente, la revolución tecnológica sacude el mundo editorial. Y si la política o la campaña electoral ya coparon debates y foros literarios, en la Rural , en silencio, ganan metros cuadrados el e-book, las tabletas y la tinta electrónica. ¿El medio es el mensaje? ¿Tiene algo que ver esto con las preocupaciones literarias? Minimizado por unos, amplificado por otros, es innegable el cambio de paradigma. Un escenario en el que los gurús tecnológicos entran de lleno en el negocio editorial. “No deberíamos repetir los errores de las discográficas”, dice el español Juan González de la Cámara , director de Grammata. La firma, que comercializa el e-reader Papyre, ya tiene un stand en la feria porteña, a la que su titular llegará para hablar de El fin de la era Gutenberg. “Yo vendo un soporte”, dice González, pero el suyo también es un negocio que funciona como librería y que puede convertirse en editorial. Tecnologías sin límite, legislaciones que no acusan recibo de los nuevos tiempos, expectativa frente a lo que suceda con el futuro del libro y nubarrones oscuros para una industria aferrada al copyright como única defensa.
–Usted no viene del mundo editorial, sí de las tecnológicas, ¿que vio en el Papyre?
–Siempre estoy buscando ideas. En 2006 descubrí la tinta electrónica y pensé que era tan útil como el papel. Entonces creé el Papyre, fue así de simple. Un cambio de soporte, no más. Del papel al Papyre. Un cambio de paradigma para el negocio editorial.
–Una industria editorial que no recibe con los brazos abiertos el cambio de paradigma…
–Bueno, habrá que ver…
–En Frankfurt, la Asociación de Editores Alemanes abrió la feria con una cita de
Umberto Eco referida al invento del libro que, “como la cuchara o la rueda, jamás se podrá mejorar…” Es obvia la resistencia…
–Llevo cuatro años en una travesía por el desierto del mundo editorial. Visité editoriales y bibliotecas con un estudio sobre lo que le pasó a la industria de la música. Es así de simple, tenemos una experiencia para no repetir. Yo creo en la propiedad intelectual, pero por desgracia se están cometiendo los mismos errores.
–La célebre historia de Napster…
–Es exactamente lo mismo, Napster, los mp3, el DRM (Digital Rights Management: son tecnologías de control de acceso usadas por editoriales y titulares de derechos de autor). Todo se está repitiendo.
–Una muestra de cómo las discográficas fueron barridas del negocio por las tecnológicas…
–Es exactamente así. Primero niegan la mayor. Luego dicen que esto es un juguetito. Más tarde explican que el mercado es distinto y que no les va a pasar. Luego le ponen DRM a los libros e inventan más y más trabas para los usuarios, empezando por los precios. Hay que cambiar el concepto de vender un objeto por el de vender un servicio. Y eso les suena a ciencia ficción.
–Incluso en ese cambio de modelo ya vimos varios ejemplos de software privativo, DRM y de contratos caníbales que niegan la autodeterminación de los usuarios, como el Kindle...
–Yo soy pro Linux, no creo en el DRM. Pero sí creo que debería existir una ley que me permita entrar en el negocio. Cualquier libro privativo puede crackearse . ¿Vale la pena tener el DRM? Quiero tener derecho a vender libros, nada más. Me gustaría que fuera ilegal bajar un libro, como en los EE.UU. Y luego poder venderlo yo sin DRM. Me gustaría decidir si le pongo copyright o copyleft.
–Pero en Papyre hay libros con DRM…
–Papyre soporta libros con DRM, porque las editoriales nos lo piden. Pero si podemos no hacerlo, mejor. Nunca haríamos lo que sí hizo Amazon cuando borró 1984 del Kindle de sus usuarios.
–Las discográficas, los medios, las editoriales, ¿para usted siguen el mismo camino?
–Yo sigo pensando que el papel desaparecerá. Por eso hago lo que hago. Los discos de vinilo, los CD, las películas en DVD… con el papel pasará lo mismo.
–En todos esos ejemplos los mercados se achicaron, pero en el negocio editorial la venta de libros digitales no llega al 8 por ciento en Europa…
–Ese es el problema. El mercado analógico cae, y esperamos poder recuperarlo por el digital. No es seguro, pero sabemos que en los próximos años el mercado del libro caerá un 10 por ciento anual.
–En la industria musical el discurso fue ambivalente. Sony protesta por la piratería pero saca a la venta reproductores mp3. Algunas editoriales hacen lo mismo...
–Es la travesía por el desierto. Hace tres años, ni me oían; hace dos, me decían qué lindo juguete; y aunque ahora me reciben, sigo pensando que dan un paso adelante y dos atrás. No se juegan del todo.
–No es su modelo de negocios…
–Y claro, apostar por el digital significa comerse el negocio actual, que es el papel, imprimir. Es el ejemplo de las discográficas. ¿Habrá algún Amazon? No lo sé, aquí existe Libranda un gran distribuidor de libros en digital, pero en cuanto les proponemos algo, no reaccionan. Me gustaría vender servicios, no libros.
–Vemos como Amazon, Barnes & Noble, y luego APP Store, Android Market tomaron la delantera… ¿Es posible competir con estos monstruos tecnológicos desde las editoriales?
–Está la barrera idiomática. Pero nosotros estamos luchando por un Android Market, siempre dependiendo de que las editoriales se sumen a esto. Ellos tienen los derechos. Y podemos hacer una tecnología muy linda, pero necesitamos libros.
–¿Se sumarán finalmente?
–Yo creo que sí, pero a pesar suyo. El mercado les hará sumarse. En tres años se perderá el 40 por ciento del mercado papel.
–¿Cómo afecta todo esto a la lectura?
–En España ya hay unos 200 mil e-readers, de los cuales nosotros vendimos 100 mil. Y vemos que la gente joven, con esta tecnología, lee más. Estamos sumando.
–¿Y aquellos que sentimos apego al papel, nostalgia anticipada, cambiaremos el hábito?
–Y sí. Será como el mp3. Algunos apelaban al ruido del surco del LP… Pasen media hora con un Papyre y luego hablemos.
–Los que no acusan recibo de este cambio son los precios. Sin impresión, sin distribución, los libros valen casi lo mismo.
–Ese es el modelo de negocios de las editoriales. Quieren mantener esos precios. Nosotros tenemos que aceptarlo. El que entiende de esto es Amazon, ese es el camino, pero ya lo sabemos, quien tiene los derechos, decide el precio.
–Pero no da resultado, tampoco endurecer el copyright.
–Pues si no cambian, se pierden el mercado.
–¿Cuánto costará un Papyre en los próximos años?
–Había una sola compañía en el mundo que hacía la pantalla de tinta electrónica. A partir del año pasado, tenemos dos. Eso hizo que el precio cayera de los 300 euros. Y en un par de años estaremos en 100 euros.
–Pero si el precio del libro digital no baja…
–Van a estar accesibles en Internet. Digo accesibles para que cada uno lo interprete como quiera.
–Y allí aparece Google, el gran monstruo que es a la vez biblioteca, librería y editorial. Abonando el temor de los editores ante la posibilidad de que todo el saber del mundo esté en manos de esa empresa…
–La tecnología de Google me gusta, pero es un riesgo muy grande, yo querría ver dos o tres Google más. Es miedo al monstruo que tiende a acaparar todo. Y esto es evidente en caso de los e-books donde dejan ver el claro objetivo de convertirse en una súper editorial.
–¿Cuál es la salida?
–Me gustaría rediseñar el concepto de libro. En lugar de vender un objeto, puedo vender el acceso a un canal. Al canal de novela histórica, best-séller o ciencia ficción. Se trata de experimentar con este tipo de cosas.
–No todos los lectores buscan experimentar, y a diferencia de la música, veneran al libro objeto.
–Sí, pero hay que verlo sólo como un cambio de soporte, uno más en la historia de la lectura. De la piedra al papiro, del papiro al pergamino, del pergamino al papel y del papel al Papyre. A los e-readers. Y en esa historia el lector siempre ha salido ganando.
A mí me parece muy razonable lo que dice "el sujeto en cuestión". También yo soy un hombre que trabaja en la tecnología, que está inmerso en el mundo Linux y conoce muy bien sus principios, que ha seguido con atención las luchas por copyright y las diversas reacciones a la piratería, de parte de usuarios y compañías. Por otro lado, también yo soy un amante de los libros, no tengo ningún dispositivo para leer libros electrónicos, pero sí tengo una colección de libros electrónicos que no pude conseguir en papel de otra manera, y que están a la espera de que yo tenga alguna manera de leerlos. Sin embargo, soy prudente y estoy observando cómo evoluciona el campo. También he hecho trabajos de traducción literarios, algunos se han publicado, algunos están a la espera de editoriales que los quieran, de manera que opino con una patita en cada lado. El mejor futuro que podemos esperar del libro electrónico es el que plantea el hombre: que las editoriales entiendan el cambio de paradigma, y la venta de servicios es la mejor opción. Clarísima la comparación que hace con lo que pasó en el ámbito de la música: las discográficas nunca se abajaron a pensar otra perspectiva, y el resultado es que la inmensa mayoría de la música que se escucha hoy no proviene de la venta de MP3. Si esta ceguera se traslada al libro, el libro electrónico, con todas sus ventajas, terminará en el mismo desastre. Nadie quiere el modelo de Amazon, criticado por de la Cámara, donde la empresa tiene el control del lector. Lo dice claramente: si una empresa se empeña en obstruir, el usuario buscará otras soluciones, utilizará el Papyre y los libros estarán "accesibles en Internet", es decir, serán pirateados. La venta de canales es mejor que la venta de libros, y la existencia de incontables libros electrónicos es mejor que un puñado de libros impresos en la librería local. Es probable que el libro en papel no desaparezca del todo, que el objeto libro, como el objeto vinilo, siga siendo causa de culto por algunos fervientes conocedores, pero sería necio no abrir el juego a un caudal incesante de libros que de otra manera jamás leeríamos por ser inaccesibles, por estar fuera de nuestro alcance geográfico, por estar fuera del alcance de nuestro bolsillo tercermundista, porque ya están agotados en impreso, porque ni siquiera sospechamos su existencia. Todo esto sin siquiera empezar a hablar de las ventajas de tener una biblioteca portable. Siempre pienso que mis hijos pensarán en cuántos árboles se han talado para que mi vanidad llenara mi biblioteca. En fin...
ResponderEliminarEstimado Leandro:
ResponderEliminarLo primero, felicitaciones por su blog, que es realmente muy bueno.
Lo segundo, es una falacia pensar que al mercado le interesa la diversidad. Al mercado le interesa el dinero y el dinero está en el montón, no en aquellos productos que, por minoritarios, no producen ganancias sustanciosas.
El ejemplo de la música es bien claro: lo que se consigue para bajar de Internet, legal o ilegalmente, es lo que buscan las mayorías, pero existen cientos de miles de registros musicales que no están disponibles, justamente porque al mercado no le interesan por el número de demandas que existen a propósito de ellos.
¿Qué le hace pensar que con los libros será diferente? Y acá no se discute el soporte en sí, sino la supuesta oferta que hacen los comerciantes apelando a una libertad que, de hecho, ya hemos visto que no existe.
Para no hablar de la remuneración de todas las personas implicadas en la factura de los libros, comenzando por los autores, traductores (cuando así se requieran), editores, correctores, diseñadores, etc. Volvemos a una nueva falacia, ésa misma que en su momento preconizaron los bancos haciendo luego que nosotros mismos hagamos los trámites que antes se ofrecían como servicio gratuito, con la consiguiente disminución de puestos de trabajo y la molestia que implica lidiar con máquinas contra las cuales no hay protesta que valga.
Cordialmente.
Jorge, creo que coincido en algunos de tus puntos y no en otros. Por un lado, no es verdad que falte diversidad. En el caso de la música, hoy en internet, ilegalmente, se puede conseguir virtualmente cualquier cosa, infinitamente más que lo que se conseguía antes de internet, si uno conoce los canales. Debido a los precios injustificables de la bajada de MP3 legales (menor calidad, menores costos, no hay distribución ni manufactura física, pero el precio es el mismo) y debido también a la cultura de una generación que aprendió que todo de alguna manera se consigue gratis, la música en formato digital como sistema legal nunca despegó del todo, pero si lo hubiera hecho tendríamos tanta o más diversidad hoy como la hay en registros en CD, ¿qué lo impediría? ¿O la popularidad de Britney Spears boicoteó la edición en lujosos CDs remasterizados de los registros de Pablo Casals? ¿Impidió la cultura del pochoclo que eventualmente hasta los cortos de Greenaway tuvieran su edición en DVD?
ResponderEliminarEsto lleva al otro punto: estoy de acuerdo con vos en que las empresas (editoriales, discográficas, tanto da) sólo buscan ganar dinero, a como sea. El caso de las discográficas, que es el que mejor conozco, es esclarecedor: magras cuotas de lo que ganan es para el artista, el ingeniero de sonido (el equivalente al traductor) o el empleado de una disquera, independientemente del soporte (vinilo, cassette, CD, MP3). La tecnología digital reduce costos, recorta empleados, y los empresarios pretenden ganar lo mismo o más, siempre fue claro. Pero las ventajas de la tecnología digital son insoslayables, inevitables. Me gustaría que el libro digital sea más ubicuo, pero también yo tengo mucho miedo a qué suceda con el libro si una compañía (Amazon, Google) toma el control del lector: si me impide prestar un libro, si registra cada cosa que leo para saber mi perfil, si sabe cuánto tardé en leer una novela, si se la recomendé a alguien más, si me impide leer un libro que Fulano publicó en su página porque no lo vende la empresa. Pero la tecnología tiene la mala costumbre de ser urgente. Sabiendo que la ambición de renta de las editoriales es una constante, independientemente del libro digital, ¿cómo considerás que debería encararse este cambio de tecnología, cuál sería la mejor perspectiva?
Un saludo.
Leandro, también conozco cómo funciona el mercado digital de la música y te aseguro, como melómano empedernido, que lo que hay, ya no respecto de los CD, sino de las grabaciones analógicas, es una parte ínfima de lo que existe. Te asombrarías.
ResponderEliminarLa popularidad de Britney Spears no afectó a la edición de CD lujosos, como decís, pero el desinterés de las empresas discográficas hizo que la mayoría de los catálogos estuviera muy mal representada. Para darte un ejemplo que quizás aclare un poco más las cosas, muchas pequeñísimas empresas siguen sacando CD de grabaciones originales de jazz que nunca antes habían existido en formato digital, a pesar de que en algunos casos tienen hasta más de 70 años de realizadas. Si esto ocurre a casi treinta años de la invención del CD y en una proporción que se mide a cuentagotas, imaginate todo lo que falta y que, en la actualidad, no existe en ningún lado, salvo en la casa de algún coleccionista fanático.
¿Qué te hace pensar que con los libros no sería lo mismo o, dado el volumen existente, incluso peor?
Por último, no tengo idea de lo que me preguntás, por lo que no soy la persona adecuada para contestarte. Lo único que sé es que el mercado permanentemente está inventando necesidades que no tengo para venderme cosas nuevas, muchas veces peores que las que ya existían. Te remito al mundo de las computadoras. Aunque tu software ande bien, de acá a un tiempo vas a tener que cambiarlo porque, dados los chiches innecesarios que salen cada día, de pronto perdés conectividad y quedás aislado. El comercio vive de joder al prójimo.