miércoles, 5 de agosto de 2015

Aventuras de un editor en China

Ayer, Guillermo Bravo vino al Club de Traductores Literarios de Buenos Aires para contar su experiencia como editor y consejero editorial en China, donde reside desde hace tres años. Se refirió a la forma en que funcionan las editoriales chinas, sus distintos tipos, lo que publican y habló extensamente sobre la censura y otras dificultades que hay que sortear a la hora de emprender esa actividad. El suyo fue un informe ameno, que concluyó con una ronda de preguntas por parte del público.

Una parte de su exposición consistió en la lectura de un texto, que se reproduce más abajo.

Quien desee ver el video registrado, puede hacerlo acá:
http://www.ustream.tv/recorded/70055331

Guillermo Bravo es un escritor y editor argentino, co-fundador de la editorial la Guepe Cartonniere y de la revista de traducción Alba.Actualmente reside en Beijing desde dónde colabora con medios como La NaciónÑPágina 12. Trabaja como profesor en la Universidad Capital de Beijing y es editor en Cathay Publishers.


Algunos datos sobre la edición en China 

En 2014 se publicaron en China, de manera oficial, según un informe de la Academia China de Prensa y Publicaciones, 448,000 títulos diferentes. A eso hay que sumarle las publicaciones Minjian, que aunque de circulación restringida tamién se venden  en internet y pasan de mano en mano. 

Según otro informe del mismo organismo los chinos leen, sin contar las versiones digitales, un promedio de 4,39 libros al año, mientras que los surcoreanos leen 11 libros al año, los estadounidenses 7 y los japoneses y franceses unos 8,5,  México 2,9 libros al año, Colombia (2,2) , Brasil 4. 

Según  Open Book’s 2013 China Book Retail Market Report, publicado por la agencia Open Book, el volumen de venta de libros en papel en China alcanzó ese año los 50.000 millones de yuanes  (8.000 millones de dólares). La mayor parte de esas ventas, que supusieron un crecimiento de un 10% con respecto al año anterior vienen de librerías tradicionales, que es el sector que más ha crecido, con un 30%. 

Paralelo al crecimiento de las ventas en librerías tradicionales y sin excluirlo, más bien lo contrario, se da el crecimiento de las ventas online que se hacen mayormente desde el teléfono. Como anotación lateral puede señalarse que este tipo de ventas, no solamente de libros sino de todo tipo de productos y servicios ha convertido a China en el mayor mercado online del mundo. 

El 64% de los lectores chinos compran libros de papel online en donde suelen ofrecer un descuento  de un 30 o 40%   respecto a las librerías tradicionales.

Según el citado informe de la Academia China de Prensa y Publicaciones, el gusto de los lectores chinos en cuanto a literatura está, desde hace varios años, bien definido: la lista de los autores más vendidos la encabezan los autores locales y contemporáneos. 

A pesar de eso se realizan muchas traducciones, especialmente desde el inglés y el japonés. Los editores y los lectores acuerdan en que las traducciones son siempre un problema en China y que es difícil encontrar una de calidad: las traducciones suelen hacerse en tiempos acotados y con equipos de varios traductores para un sólo libro. 

Las editoriales extranjeras se encuentran frecuentemente enfrentadas al dilema de no encontrar traductor para su libro o de encontrarlo tener que esperarlo hasta que libere un espacio en su apretada agenda. 

Pero hay que decir que a pesar del crecimiento económico y del tamaño de su mercado, China sigue siendo relativamente inaccesible para las editoriales extranjeras. Problemas relacionados con la piratería, la estructura de la industria, el comportamiento particular del mercado local y la censura siguen impidiendo, para bien o para mal, que las editoriales extranjeras puedan implantarse en China. 

Como en otros sectores, el mercado está dominado principalmente por actores chinos mientras que las empresas extranjeras intentan incertarse colaborando con socios locales. 

Todos los editores, locales o extranjeros, coinciden en que la mayor oportunidad que ofrece el mercado chino es su volumen y las mayores dificultades son la distribución y la censura. 

Con respecto al primer punto la escala del mercado y el hecho de que la mayoría de las librerías respondan al estado o a grandes empresas de distribución ya establecidas no facilitan la tarea de las nuevas editoriales. Pero estas no son las únicas dificultades. Las librerías hacen un pedido cuando el libro está por ser publicado o acaba de ser publicado luego, una vez por año, cada octubre para ser más específico, se hace el balance y los editores pueden saber cuántos ejemplares se han vendido. Las librerías devuelven los libros que no se que les han quedado en stock y pagan el resto. 

Este sistema hace que cada año, cada octubre, miles de libros, toneladas de libros, inunden los locales de las editoriales para ser enviados rápidamente a centros de procesado para ser transformados en pasta de papel. 

Pasando al segundo punto, la censura, en muchos casos, en la mayoría de los casos, se ejerce por parte de los editores, conocedores de las reglas locales, una autocensura que hace que la condena directa sea menos visible. 

Por un lado sólo los editores oficiales tienen derecho a obtener un isbn y las editoras independientes deben publicar a través de ellas. Así, el libro nunca pertenece del todo al editor independiente por lo que le será más difícil por no decir imposible, defenderlo. El libro, antes de ser publicado debe ser leído por un censor local, a costo del editor independiente y si su libro no es aprobado no sabrá nunca los motivos o de quien ha dependido la decisión final. 

Hasta aquí los datos se han referido a la publicación en papel, algunas palabras ahora sobre el libro electrónico en China.  En esto también  la industria local tiene caracteristícas específicas. En 2013 -últimos datos que hemos encontrado sobre el tema- las ventas en formato digital alcanzaron los  338.000 millones de yuanes, lo que representa el  17.0%  de los ingresos totales del mercado,  y un crecimiento de 3,1 con respecto al año anterior. 

La mayor parte de los usuarios chinos leen desde su teléfono y no desde sus kindle o tablets. Además la mayoría lee los contenidos  en línea o a través de aplicaciones, sin descargar el libro es por ello que se dice que el presente y el futuro del libro digital en China es en HTML y no en otros formatos como en Estados Unidos o Europa. 

China es, además, el mayor mercado de telefonos inteligentes del mundo: y es justamente en estos dispositivos en donde hoy se leen los libros de formato digital en el país. 42%  de los chinos se conecta a internet todos los días a través de su teléfono, es decir, 1.400 millones de personas ( 1.4 billion)

Así ha surgido algo que podríamos llamar una “literatura de teléfono” para leer en el metro o mientras se suben las escaleras mecanicas de un centro comercial: se tratan de folletines con elementos de ciencia ficción con capitulos breves que se actualizan cada día o cada semana.

Sin embargo, los best sellers, suelen ser, a fin de cuentas, los mismos que en todos lados: Harry Potter, Pablo Cohelo, etc, a los que se le suman los actores locales. Además, los géneros de libros más vendidos son los mismos que en casi todos los países y renegan la literatura para privilegiar las biografías de personajes famosos, locales o extranjeros, como David Beckham o la reina de Holanda, los libros de autoayuda, y sobre todo los libros de autoayuda dirigidos a futuros empresarios, tipo “diez claves para el éxito”, “tenga su modelo de negocio en media hora”, etc. 

Para terminar algunas constataciones que pueden ser útiles. La primera es que los libros son muy baratos, los libros en papel y mucho más aún los libros electrónicos. El precio típico de un libro electrónico en China es de 8 yuanes  ($1.30), mientras que el precio en papel ronda los cuarenta yuanes  ($ 6.5)De hecho, nadie da un libro como regalo, como hacemos nosotros, dado que el libro es considerado algo demasiado barato y que cada uno compra por sí mismo. 

Es por ello, y como siempre en China, que el negocio de los editores está en la cantidad, en el volumen de venta. 

La segunda constatación es que a diferencia de lo que pasa aquí y a pesar del precio del libro los escritores viven de su trabajo e incluso muchos de ellos muy bien. 

Según el ranking publicado por el equivalente al Forbes chino en su novena edición de diciembre 2014 los cincuenta escritores más ricos de China ganaron ese año, cada uno, más de un millón de yuanes por sus derechos de autor para libros en papel solamente. 

La lista de los escritores más ricos está liderada por  Zhang Jiajia un escritor de 34 años que se hizo famoso por sus libros para adolescentes quien ganó en 2014 19.5 millones de  yuanes ($3.1 million).  

Zhang Jiajia comenzó colocando sus historias breves en weibo, el equivalente chino de twitter donde se hizo conocido hasta que un editor lo descubrió y lo convirtió en un negocio rentable. Zhang Jiajia vendió en 2014 4 millones de copias y según él mismo ha declarado en entrevistas 4 millones más en “canales no autorisados”, lease piratería. 

Han han uno de los escritores más conocidos ganó ese año  15 millones de yuanes, Guo Jingming,  13 millones. El premio nobel Mo Yan se encuentra en la lista en el puesto 13, con 6.5 millones de yuanes ganados en 2014. 

La lista de los escritores más ricos está dividida según esta publicación en tres categorias: Escritores establecidos, escritores de literatura online, y autores para niños y adolescentes.

Esta lista, que se toma solamente teniendo en cuenta los datos arrojados por las ventas de libros en papel muestran que el mayor negocio está del lado de esta última categoría. 

Es por ello que es posible que el ámbito más próspero para la traducción en China sea este, el de los libros para jóvenes y para niños. Es en este sector en donde más se traduce y muchos editores ya se han dado cuenta que los libros traducidos desde el inglés ocupan al menos el 85 por ciento de lo que se publica en China como literatura infantil extranjera por lo que ven una oportunidad en otras, principalmente el español y el francés. 

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