Publicado
el 27 de septiembre pasado en el diario La
Nación, el siguiente artículo de Daniel
Gigena da cuenta del funcionamiento de la célebre plataforma de ventas
argentina. Según la bajada, “En un escenario de caída de las ventas,
libreros y editores aumentaron su facturación gracias a la plataforma; las
diferencias con Amazon”.
Mercado Libre, un aliado estratégico para las librerías en tiempos de crisis
Consagrada desde hace años como una herramienta de venta y difusión para el ecosistema del libro en la Argentina, Mercado Libre es hasta ahora un aliado de librerías y editoriales. El mes pasado, en la sede de la Cámara Argentina del Libro (CAL), representantes de esa empresa de comercio electrónico se reunieron con más de ciento veinte editores y libreros para sumar catálogos a la base de datos de Mercado Libre. “Cada vez son más las personas que confían en el comercio electrónico para comprar sus libros –dice Hernán Pérez Stoisa, director de Marketplace de Mercado Libre Argentina–. Los consumidores valoran las herramientas que les ofrece nuestro canal a la hora de buscar, comprar y pagar sus productos en cualquier momento del día y desde cualquier lugar del país.” Destaca además la amplia oferta de la categoría Libros, Revistas y Cómics de Mercado Libre, que aumenta sin parar. “Tanto es así que durante los primeros meses de 2017, el volumen de facturación creció un 60% y la cantidad de publicaciones, un 120% comparado con el mismo período de 2016.” Aun durante un prolongado lapso de caída en ventas en librerías, como ocurrió durante todo 2016 y varios meses de este año y que rozó el 35%, las compras por Mercado Libre se mantuvieron constantes.
“La integración con Mercado Libre
permite que altas y bajas de títulos se reflejen en la base de datos”, comenta
Ecequiel Leder Kremer, responsable de la librería Hernández. En el último
tiempo, Mercado Libre ha incorporado como “tiendas oficiales” a grandes
librerías y editoriales referentes de la industria, como Tematika, Cúspide,
Distal Libros y Grupo Planeta. A cambio de una comisión del 11% por cada
transacción, ofrece a libreros y editores una visibilidad importante de los
libros, además de facilidades para que realicen envíos por Correo Argentino. La
logística encarece las compras. Si un cliente adquiere un libro de 300 pesos,
deberá añadir un gasto de envío no menor a otros 100. “Si el costo de logística
no fuera tan elevado, las ventas serían mucho más altas”, indican varios
editores.
“La mayoría de libreros y
editores dice que aumentó sus ventas gracias a Mercado Libre”, indica Diana
Segovia, gerenta de la CAL. Esa plataforma de comercio electrónico es una
referencia para los nuevos consumidores, que optan por efectuar
transacciones online. En Hernández, las ventas por medio de ese
canal representan el 6% del total. Segovia y Leder Kremer coinciden en que
Mercado Libre acerca a las librerías un universo de clientes que no suelen
frecuentar esos espacios. “Vemos cada vez con mayor frecuencia editoriales que
eligen Mercado Libre como un socio estratégico para publicar y vender a través
del e–commerce a todo el país –apunta Pérez Stoisa–. Las
librerías y editoriales incorporan este nuevo canal que complementa su
estrategia de ventas y, al mismo tiempo, brinda a los clientes los beneficios
del ecosistema de Mercado Libre.”
Socios contra la piratería
¿Cuál es entonces el riesgo ante
un panorama tan grato? “El que señaló Roger Chartier hace varios años: que las
librerías se conviertan en depósitos de libros”, responde Leder Kremer. Por
ahora, la realidad parece contradecir al intelectual francés, debido a que
muchos de los clientes que pasan a retirar los libros por los puntos de venta
aprovechan la visita para recorrer las librerías y elegir algún otro título
para llevarse a casa.
Pero si un día la empresa
decidiera aumentar el costo por cada transacción (que no es bajo) o vender
libros en forma directa, como hace Amazon, la convivencia entre partes dejaría
quizá de ser idílica. Desde la empresa aportan cifras: “Según el relevamiento
de la Cámara Argentina de Comercio Electrónico, en la primera mitad del año los
sitios de comercio electrónico recibieron 1407 millones de visitas, un 14% más
que el mismo período de 2016 y un 55% del total del año pasado. Hay una gran
oportunidad para las librerías y editoriales de sumarse a esta tendencia que
día tras día se hace más evidente”.
“Aunque no me gustan las
concentraciones de poder, Mercado Libre no es, como Amazon, un depredador”,
dice Leder Kremer. La empresa argentina creada en 1999 no sólo respeta la ley
del precio fijo del libro, sino que además, en colaboración con la CAL, da
pelea contra la venta ilegal de libros digitales. “Por un convenio con la CAL,
en 48 horas Mercado Libre da de baja libros digitalizados de manera ilegal”,
destaca Segovia. Casi el 80% de los libros digitales que se ofrecen en esa
plataforma son ilegales e infringen derechos de autor. Una vez que las
editoriales realizan la denuncia, Mercado Libre los retira de la plataforma y
califica negativamente al vendedor.
Como se sabe, la “bibliodiversidad”
atiende en especial en ciudades como Buenos Aires, La Plata, Rosario, Córdoba y
Tucumán. En muchas regiones del país, las librerías son casi inexistentes. Allí
es donde entra en acción Mercado Libre, que provee a los lectores de un
catálogo de catálogos. Darío del Río, de la librería porteña Tres Deseos, que
vende libros usados, no titubea. “Mercado Libre no es un enemigo de las
librerías, de hecho es un gran amigo”.
“Con el objetivo de democratizar
el comercio electrónico y colaborar con los emprendedores argentinos, apoyamos
a las librerías que, si bien antes podían abastecer la demanda en la zona donde
se encontraba su comercio, ahora pueden llegar a un público mayor en todo el
territorio nacional”, dice Pérez Stoisa. Del Río también reconoce que los
gastos de envío de libros a las provincias encarecen el precio final de la
compra. Ese costo lo pagan los lectores.
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