“Katarzyna Kobylarczyk publica un libro donde recoge historias de las fosas comunes de la Guerra Civil y la represión franquista. Aunque en un principio estaba pensado para público polaco, su alta calidad y profundidad de enfoque ha hecho que sea traducido al español y a ucraniano.” Eso dice la bajada de la nota publicada por Laura Ruiz, el pasado 4 de julio, en la publicación española El Salto.
Las ‘costras’ de la memoria española que hurga una periodista polaca
En Polonia saben de polarización. Saben lo que es vivir divididos en dos bloques. En el pasado, con la invasión nazi y con el régimen estalinista. Y en la actualidad, con el giro a la derecha que ha dejado sin derechos básicos a las mujeres, penando el aborto incluso en caso de malformaciones o cuando la vida de la madre corre peligro. Incluso cuando quienes necesitan esta prestación sanitaria son refugiadas ucranianas violadas por las tropas rusas o las milicias nazis. Un país que no acepta la diversidad sexual. En este contexto, ¿por qué una periodista se interesaría en la exhumación de las fosas de la Guerra Civil española? “En Polonia y, creo, en otros países, se está utilizando la memoria histórica en política. Muchos partidos usan su versión para imponerse y ganar al rival. Siempre nos dicen que los polacos somos inocentes, heroicos, pero cuando quieres hablar sobre crímenes cometidos por polacos te dicen que no eres patriota, que no amas a tu patria. Esa es nuestra realidad”.
Así explica, desde Cracovia, Katarzyna Kobylarczyk su interés en escribir Costras. España hurga en sus heridas (Crítica, 2022), un libro de historias de las heridas mal cicatrizadas o aún abiertas en la sociedad española tras el golpe militar de 1936. Ella reconoce que aunque poco se sabe del franquismo en Polonia, una cierta idealización sobre la dictadura está habiendo. “Después de tantos años de régimen comunista —explica la autora—, a la sociedad polaca le gustó el movimiento de derechas por contraste. Ahora mismo incluso hay muchos polacos, dirigentes polacos, a los que les gusta la figura de Franco. Incluso hay un libro que habla de ‘la política de reconciliación’ de Franco. Eso ocurre porque no saben. Por eso hice este libro, para decirles a los polacos qué puede pasar creyendo en unas ideas como las franquistas”.
Pero, ¿cómo llega ella a conocer las historias y escribir este libro que recorre desde las fosas más anónimas de los represaliados republicanos, al Valle de los Caídos pasando por la beatificación de algunos mártires? Kobylarczyk estaba viviendo en Cartagena junto a su marido cuando leyendo la prensa se encuentra que va a comenzar la exhumación de la fosa de Milagros (Burgos). “Pensé que sería de las últimas fosas por abrir en España, pero la visita cambió por completo mi imagen del tema”, explica la periodista que contactó de inmediato con Emilio Silva, presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) y que al visitar el mapa del Gobierno sobre las fosas no dio crédito a las que ni siquiera estaban intervenidas. Aunque la idea inicial era escribir un reportaje para la prensa polaca, no llegó a proponerlo. “No podía escribir bien qué estaba pasando porque tenía más preguntas que respuestas”, explica y continúa: “La más sorprendente para mi era comprender por qué no se exhumaba las fosas comunes cuando todos saben que están ahí. No era un misterio. No podía explicar que al saber aún así no se hacía”. Por eso, en lugar de escribir una pieza suelto, siguió hurgando.
Katarzyna Kobylarczyk explica que le sorprendió el ambiente de las exhumaciones, a diferencias de otras que conocía como las fosas comunes en los Balcanes. “Tenía mucho miedo de lo que me encontraría, porque en Bosnia los cuerpos están recientes, muy deteriorados y es una experiencia muy fuerte. Pero en España es totalmente diferente. Fue muy chocante, en parte porque no lo hace el gobierno ni la administración, lo hace la gente”, cuenta la periodista. Ella esperaba encontrarse en un lugar cerrado, donde para acceder tendría que estar acreditada. Pero fue lo contrario: “Cuando fui a Milagros era un lugar abierto, podía hacer fotos, hablar con quien quisiera. Se da la bienvenida a todos, hay personas dedicadas a explicar a quien se acerque qué están haciendo. Hay tranquilidad y cariño en todo momento”.
Otra de las diferencias para Kobylarczyk entre el caso español y otros más recientes es que los familiares que buscan no son la viuda o el hijo, si no muchas veces nietos o sobrinos que nunca conocieron en vida a la víctima. “Cuando llegan los familiares, ellos cuentan su historia, que es dolorosa pero lo hacen con la esperanza de encontrar sus cuerpos y poder enterrarlos junto a los suyos”, concluye.
Reconciliación, venganza, dos bandos
Desde que se interesó por el tema la primera vez hasta que finalizó el libro, la periodista reconoce que ha avanzado mucho su propia reflexión. “Cuando empecé, pensaba que las tareas de conciliación ya estaban hechas, pero empiezas a hablar con personas que buscan a algún familiar y sigue habiendo un dolor tremendo. Veo que hay iniciativas, como leyes de Memoria Histórica, documentos, celebraciones que vienen de la política, que son imprescindibles, pero creo que la reconciliación hay que hacerla a nivel individual, para que haya una reconciliación verdadera”, explica.
Un proceso que ella tuvo que vivir, al decidir si entrevistaba en su libro también a las víctimas de lo que el franquismo llamaría ‘el terror rojo’. “Al principio no quería hablar con ellos. Ellos ya tuvieron su oportunidad de luto, de celebración, de reparaciones, de tener tumbas monumentales. Pero una persona muy importante para mí me preguntó por las otras víctimas que no estaban investigando y así decidí incluirlas”. Así, la periodista polaca incluye en su libro no solo los hechos de Paracuellos, sino que tiene oportunidad de recordar figuras como la de Melchor Rodríguez García, director general de prisiones y militante de CNT conocido como ‘el ángel rojo’ al salvar a numerosos civiles del bando golpista o la beatificación de ciertas personas franquistas. Ella logró un hecho periodístico importante, que el responsable de las beatificaciones le explicara porqué se nombraba mártir a algunos y a otros no. “En Polonia, que es un país muy católico, es muy importante este tipo de nombramientos. Tenía que preguntar a ese cura cómo se beatífica y por qué no había nadie del bando republicano. Su respuesta, que si son católicos los que asesinan no se puede beatificar a las víctimas, me dejó sin palabras”, expresa.
Este libro, de historias y no de Historia, como le gusta a la aurora recalcar, también saca de las tinieblas a personas como Esperanza Pérez, que nada más morir Franco empezó a buscar a ocho hombres miembros de su familia asesinados en el golpe de estado. Lo hizo casi sin ayuda y ella sola, en el proceso, acabó encontrando a 150 personas más. Esta y otras historias, como que las exhumaciones empezaron en 1975 pero en la década de los 80 se frenaron, hacen que Costras no sea solo un libro para polacos. “Cuando me dijeron que se iba a traducir al español pregunté el por qué, habiendo muchos libros de españoles escribiendo sobre eso”, se muestra sorprendida la autora. Y no solo a español, Costras también está en ucraniano gracias a la iniciativa propia de una traductora. “Le pregunté por qué quiso hacerlo y ella me explicó que sería muy útil esta referencia una vez que se supiera lo que había pasado en el Donbás”, explica la autora, que puntualiza que esto fue antes de que Rusia atacara el país.
España, Polonia, Ucrania
Símiles entre España, Polonia, Ucrania que la autora no para de encontrar. Allí como aquí, la memoria histórica es una asignatura pendiente desde la escuela. “La historia reciente está en los libros de Secundaria, pero nunca llegamos. Durante toda mi educación no llegué a más que al estallido de la II Guerra Mundial y eso que hice el itinerario de Letras e Historia”, reconoce. “Me parece un tema universal. Estaba hablando de la propaganda franquista a mis amigos polacos y les sonaba la propaganda contemporánea polaca”. Para Kobylarczyk es importante que quien lea Costras tenga esta visión universal del conflicto, del silencio de los verdugos, de la memoria de las víctimas: “No quiero que nadie piense que escribo para decir ‘qué malos los españoles’, sino que esos temas pudieron surgir en muchos países. Basta con cambiar los nombres”.
Pese a que la autora asegura que la traducción al español de Xavier Farré de su texto original en polaco es muy fiel, hay una gran diferencia entre esa edición y la de la editorial Crítica. La portada. Mientras que una muestra una imagen directa de una exhumación, la española tiene una hoja que tapa una gran parte de la imagen de huesos del fondo. “Es un detalle que solo captan e interpretan los españoles”, responde curiosa, que explica que cuando le preguntó a la editorial le dijeron que la hoja no intentaba tapar, sino que demostraba desde una esquina que el ‘velo’ se está levantando. Por fin. “Mi reflexión es que no se puede dejar estas fosas cerradas. Hay muchas personas que dicen que abrirlas trae envidia, enfado, dolor, pero no se puede dejar atrás. Siempre hay un tiempo en el que acaban saliendo”, comenta la autora. Afirma que con este libro de historias ha sido galardonada con el premio Ryszard Kapuscinski de Reportaje literario 2020. Un hurgar en la Historia de España que le ha permitido aprender que la tierra tiene memoria, que el dolor se hereda y que “las fosas son de carne y hueso porque son las historias de los que sobrevivieron también”.
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