lunes, 17 de marzo de 2025

"La nueva 'basura' que trae la IA: contenidos de bajísima calidad generados con o sin intención de perjudicar"

La española Loreto Corredoira es profesora de Derecho de la Información de la Universidad Complutense. El pasado 14 de marzo, publicó el siguiente artículo en el diario digital El Confidencial, sobre otra de las fallas de la Inteligencia Artificial cuando se la emplea para traducir.

Los sesgos de traducción de las IA automáticas

Educar a las “máquinas” (si se puede decir así) con que tratamos y vivimos en nuestras casas y trabajos siempre ha sido necesario. Decirle al navegador o al Word lo que no queremos que nos haga, o establecer preferencias de uso de un programa es algo elemental. En el caso de las inteligencias artificiales que hacen traducciones automáticas (sin intervención humana) y que nos facilitan tanto la comunicación internacional y el acceso al conocimiento ocurre igual. Quizá es incluso más necesario estar atentos a sus “sesgos” (bias) de funcionamiento que crecen exponencialmente.

El sesgo indica prejuicios y discriminación de ideas, personas, conceptos, etc. algo que, en un mundo de servicios global, con subtitulados automáticos en videos o en muchas webs, no digamos periódicos online o pódcast, puede causar fallos tremendos. Lo mismo que ocurre con las IA generativas como ChatGPT, Gemini o Copilot, pues estas funcionan (simplificando) a base de “redes neuronales” que utilizan millones de datos y textos en las que se basan sus respuestas.

Comparto una experiencia que he tenido recientemente, editando una voz para la Enciclopedia Oxford de Comunicación sobre la "Comunicación como derecho humano" que acabo de entregar en colaboración con Ignacio Bel, en concreto con el traductor Deepl PRO y Deepl Write en la versión de pago, tanto de traducción como de mejora de la redacción -algo que a los no native speakers- nos viene de perlas-. En general el resultado es excelente, pero hay que estar muy atento a "cosas que escriben solas" y a algunos de sus sesgos, algunos muy pronunciados.

Se inventan cosas
He observado que añade citas a autores por su cuenta y riesgo, y curiosamente nunca a un español o latinoamericano -habrá que soplarles a sus entrenadores algunas cosas-. Este era el original de Bel y mío: “En febrero de 1671 se promulga también en Inglaterra la Bill of Rights/Declaración de Derechos, que se centra en la petición de los derechos de corte político, económico, social y religioso de los ciudadanos frente a las arbitrariedades de los reyes. Una característica de esta declaración, al igual que las señaladas anteriormente, es que no hay ninguna referencia a la libertad de expresión, ni por supuesto como es lógico a la información”

Y esta la atribución que hace de la idea a un tal Smith, hasta con el número de página. In February 1671, the Bill of Rights was also promulgated in England, which focused on the demand for the political, economic, social and religious rights of citizens in the face of the arbitrary actions of kings. One characteristic of this declaration, like those mentioned above, is that there is no reference to freedom of expression, nor, of course, to information (Smith, 1996, p. 99).

Curiosamente en esta línea de atribuir ideas a autores, también ha sustituido uno por otra. Decíamos nosotros: “Se culminaba en esa fecha de 1948 el proceso para establecer a nivel mundial un conjunto derechos y libertades que reflejasen, de la mejor manera posible, el afán de libertad propio del ser humano, independientemente de sus condiciones sociales, económicas, políticas o religiosas. Esa lucha es consecuencia directa de la “violencia ofensiva” según Rothbard (1998), en las relaciones interpersonales, en las cuales prevalece en muchas ocasiones la agresión de unos contra otros”.

Y en cambio atribuye la idea a Ayn Rand (1904), una filósofa rusa desconocida para nosotros: The establishment of a comprehensive set of rights and freedoms at a global level that would reflect, in the most optimal manner, the universal desire for freedom, irrespective of social, economic, political or religious conditions, reached its zenith in 1948. This struggle is a direct consequence of the 'offensive violence' (Ayn Rand, 1998) in interpersonal relationships, in which aggression often prevails. The concept of freedom endeavours to mitigate this violence by achieving the greatest possible independence from authoritative entities, which can be viewed as both political and economic in nature. These two domains have historically demonstrated the most significant resistance to the promotion of citizens' freedom.

Sesgos ideológicos: habíamos quedado que Dios no existe
Me ha parecido más preocupante la selección y censura de determinadas ideas. En varios intentos ha quitado la mención expresa a Dios nada menos que a Milton en la famosa cita del discurso Areopagítica pronunciado en el Parlamento inglés. Este era nuestro original: “It was in 1644 that Milton delivered his famous speech Areopagitica. In this passage, the author posits the notion that God endowed individuals with the faculties of reason, free will, and conscience, thereby empowering them to discern the merits of ideas independently, rather than relying on the approval of a licensing authority”.

Y esta la traducción que en las distintas versiones que ofrece (traducción académica, de negocios o normal) elimina a Dios (abajo) claramente:

In this seminal work, Milton advanced the notion that individuals possess inherent faculties, including reason, free will, and conscience, empowering them to discern and evaluate ideas autonomously, without external licensing constraints.

Otro ejemplo curioso y difícil de entender escribiendo en inglés, ha sido el relativo a la eliminación de algunos derechos humanos civiles y sociales que enunciábamos en el trabajo como derechos universales.

Enumerábamos en el original en español los principales derechos humanos informativos de la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948. Comenzábamos recordando por ejemplo en su artículo primero que “Todos los seres humanos nacen libres...”. Idea de libertad que se repite, con distinto enfoque, en los artículos dos (raza, sexo, religión..), tres (vida), trece (circulación), dieciséis (consentimiento matrimonial), dieciocho (pensamiento y conciencia) diecinueve (opinión y expresión), veinte (reunión), veintiuno (voto), veintitrés (trabajo), veintiséis (educación), veintisiete (cultura), veintiocho (orden social) y treinta (supresión de derechos).

Curiosamente en la traducción -se “come” estos seis derechos políticos y sociales que podría entenderse en una IA de China o Irán- señalados arriba en negrita (nada menos que el derecho de reunión, voto, educación o trabajo). In the paragraph preceding the enumeration of articles, the concept of 'respect for these rights and freedoms' is reiterated. Within the articles themselves, numerous references to freedom are evident. For instance, the first article asserts: 'All human beings are born free...'. The notion of freedom is reiterated, albeit with a shift in emphasis, in articles two (race, sex, religion...), three (life), thirteen (movement), sixteen (consent to marriage), eighteen (thought and conscience), nineteen (opinion and expression).

Sesgos de género
Finalmente, este asunto es más conocido y no es nuevo en internet. De hecho, hay investigaciones que salen al paso de estos sesgos también en Google o en Microsoft. En este caso he tenido que corregirle varias veces el uso del “man” por seres humanos, en neutro, persona o humanidad (le ha costado aprenderlo). “The raison d'être of human rights lies in the very existence of man”.

Ya en 2021 se denunciaba ese sesgo básico de género

Así que concluyo, al utilizar estupendas herramientas como esta, que son imparables y que van a reemplazar muchos trabajos hasta ahora humanos, hay que estar muy, muy atentos/as. A mí Deepl Pro, el Google Translator o las IA de mi Samsung, me han salvado de muchos apuros, pero no puede uno abandonar la confianza del todo.

Me preocupa su uso especialmente en obras que se ofrecen en línea ya traducidas sin supervisión humana, sin revisión mínimamente experta por el manejo del original, y me temo que esa es una práctica habitual en las traducciones en línea que hay de muchas obras. No quiero pensarlo en medios informativos “predeterminados” por una narrativa sesgada. Es la nueva “basura” que trae la IA: contenidos de bajísima calidad generados con o sin intención de perjudicar (acuñada en el término slop IA).

A nivel usuario se puede entrenar y ofrecer terminología alternativa, grabar en la web un glosario habitual, cosa recomendable, para lo que también hemos de dedicar un “tiempo” a esas nuevas herramientas, conocerlas y “hackearlas” para que hagan las cosas que les pedimos. A nivel de periódicos digitales como este que ustedes leen ahora mismo, hemos de seguir defendiendo hoy, como Milton en el siglo XVII, la palabra, la expresión y, más que nunca, la veracidad de la información.

viernes, 14 de marzo de 2025

"Tenderemos a leer como la máquina y, por tanto, tenderemos a escribir (y traducir) como la máquina"

Entre el 17 de febrero y el 4 de marzo pasados, a lo largo de doce entradas, el Club de Traductores Literarios de Buenos Aires entrevistó a traductores literarios de Argentina, Brasil, Chile, España y México, con el objeto de conocer qué sabían sobre la Inteligencia Artificial, si la empleaban en su labor y qué riesgos, desde su punto de vista, implicaba para la profesión. Terminada la encuesta, no hubo una conclusión, aunque, a lo largo del intercambio de mails, hubo opiniones y observaciones que luego no se reflejaron públicamente. En la siguiente entrada, Andrés Ehrenhaus, motivado por las respuestas de la encuesta, añade las siguientes reflexiones.

On second thought: IA, hacia un modelo de creación transgénico 

A rebufo de la encuesta publicada en el blog del CTLBA sobre las subjetividades que suscita la así dicha IA en el campo de la traducción literaria (v. entrada del 17 de febrero y días sucesivos), me quedó picando una oscura duda respecto de una potencialidad secundaria o indirecta de la herramienta que puede –y seguramente vaya a– convertirse en un paulatino, sigiloso y horrendo cambio de paradigma literario y, por consiguiente, en un incordio para la traducción honesta y cabal tal como la entendemos hoy en día, es decir, como creación autoral de un texto derivado de otro cuya originalidad le confiere autoridad per se. ¿Por qué? Porque la lenta deriva hacia la producción y edición (y eventual traducción) de textos literarios generados o intervenidos por IAs forzará en paralelo la imposición de una ética artificial de la escritura, una defloración de la energía subversiva que toda creación literaria lleva necesariamente implícita (ojo: digo subversiva pero no desde una perspectiva ideológica sino visceralmente política, es decir, rompedora, atrevida, brutal, desarbolante, indiscriminada). Las IAs, todas ellas, están sujetas a códigos morales y éticos de estricta corrección política que, por razones obvias, no se corresponden con las éticas particulares de quienes escriben y, no menos importante, quienes leen, ni con las retóricas (o formales) específicas que se derivan de esas miradas literarias particulares. En resumen: cederle espacios meta literarios o aledaños a la creación a las IAs con fines prácticos o por comodidad o pereza no creo que sea un acto inocente, irrelevante o fortuito: es una imperdonable irresponsabilidad. La IA es el Monsanto de la literatura (y, por extensión, de la creación artística).

Si la máquina fuera omnisciente y subjetiva, este peligro no existiría; sus amenazas serían otras. Pero no lo es. Las IAs o “modelos complejos de lenguaje”, como se autoperciben, son programas potentes pero muy limitados ética y cognitivamente que, a largo o mediano plazo, servirán sobre todo para verter en la red cloacal de las cabecitas humanas consumidoras de “cultura” una poderosa e imperceptible (in)conciencia censora capaz de ir cancelando avant la lettre (en el sentido literal) cualquier atisbo de imaginación transgresora y moralmente inquietante hasta alcanzar el paradigma plano de la creación literaria. ¿Cómo así? Pues acostumbrándonos a leer textos de grado cero, metaversos, narraciones llenas de efectos especiales y vacías de espíritu combativo. Si nos hemos resignado a tener drones reales dando vueltas sobre nuestra persona como buitres sin vísceras, ¿cómo no vamos a aceptar esa virtualidad literaria (i.e. artística) también eviscerada? 

En general, los colegas que respondieron a la encuesta se fueron alineando al abordar la tercera pregunta en dos grupos contrapuestos y en principio irreconciliables: o bien descartaban de plano cualquier atisbo de amenaza de las IAs para la especialidad literaria de la traducción frente a la garantía insustituible de la propia inteligencia o bien se alarmaban ante la inminencia de esa amenaza, que ya ha empezado, desde su perspectiva, a hacerse efectiva. Es cierto que la encuesta inducía a la especificidad laboral de la amenaza pero apenas hubo colegas cuyas respuestas excedieran ese marco inmediato para detenerse en las consecuencias más amplias de la aplicación de parámetros generados por IAs en la edición, traducción y creación literarias. Tanto quienes no vieron amenazado su espacio como quienes sí lo vieron dejaron significativamente de lado el impacto indirecto y largoplacista de la ética canceladora y transgénica en la predisposición lectora  y su efecto boomerang en el ámbito de la traducción. Mi percepción es que se producirá un gradual declive de la calidad artística en favor de una recepción esterilizadora, y que será justamente esa recepción universalizada la que incidirá de un modo directo en la exigencia e incluso obligación de no alejar las creaciones de toda índole de los sutiles límites prescriptivos que rigen la propia producción artificial. Tenderemos a leer como la máquina y, por tanto, tenderemos a escribir (y traducir) como la máquina.

Existen, por supuesto, numerosos argumentos en contra de esta visión paranoico-crítica de la IA que, a grosso modo, se resumen en uno: no es la herramienta lo que constituye la amenaza real sino la intención de quien la usa. No se puede demonizar una cosa sin vida, sin alma, sin voluntad. No es sabio matar al mensajero. Un martillo es un martillo es un martillo. Etc., etc. Sí, de acuerdo, la manipulación de una herramienta dependerá siempre de la intención del manipulador. Pero incluso en el caso de que lo movieran las mejores intenciones, el mero hecho de tener una marcada intención ética previa constituye en sí mismo un oxímoron artístico. Convengamos, además, que hay herramientas y herramientas. Y, yendo un poco más hondo, herramientas que, tras demostrar su obsolescencia como herramientas pasaron a ser herramientas sin cursivas. Me explico: no es una novedad para nadie con un cerebro activo que gran parte del desarrollo tecnológico humano tuvo una finalidad inicial defensiva/ofensiva antes que meramente pacífica. Los ejemplos son innumerables. La rueda, las flechas, hachas, empalizadas, la ropa incluso. El arte totémico. El fuego. Las fanfarrias. La pólvora (por más que nos cuenten que al principio sólo servía para tirar petardos: su uso era bélico o, como mínimo, político). La navegación aérea. Internet. La telefonía móvil. El progreso tecnológico casi siempre ha ido de la mano (de la obtención o conservación) del poder. Cuando esas herramientas de poder pierden su capacidad de proteger/dañar, pasan al torrente de las herramientas de consumo diario y operan bajo estrictas normas socioculturales. La energía nuclear, por ejemplo: primero fue la bomba, ahora es una fuente (harto peligrosa) de electricidad. Y no creo que el armamento nuclear soporte el contraargumento de que las herramientas no constituyen la amenaza: la uses o no, no es lo mismo tener una ojiva nuclear en casa que no tenerla. Ergo, por inocente que sea el nuevo hit tecnológico, su génesis nunca lo fue. Las IAs son tecnología de dominación. No jodamos.

Entonces, ¿qué hacer? ¿No usarlas? ¿Usarlas con precaución? ¿Hacer la vista gorda? ¿Hemos de evitar a toda costa que nos planchen la escritura? ¿O resignarnos a esperar que el próximo cambio de paradigma derribe el que se nos viene encima? ¿Discriminar entre un tipo de tecnología y otro es remar contra el progreso?

Ya hace años que muchos de los colegas que hoy ponen el grito en el cielo ante la injerencia cruel e impune de las IAs en su realidad laboral y se rasgan las vestiduras por el terreno de trabajo cedido e irremisiblemente perdido vienen alimentando a la máquina (y su circunstancia) con sus propias bases de datos a pesar de las muchas y atinadas advertencias en contra. Es inútil, la atracción del abismo nos pierde. Nos hamacamos entre la comodidad inmediata y la resignación suicida, suponiendo que alguien nos despertará amablemente del ensueño. Pero de amable despertar nada: las fuentes de trabajo se van secando. ¿Cuánto más jugo de cerebro vamos a entregarle al algoritmo en bandeja de plata? Lo único bueno de la IA es que no es inteligente. Ni pretende serlo.

Pero los que la construyen y operan sí.

jueves, 13 de marzo de 2025

"La traducción desestabiliza"

Publicado el 12 de marzo pasado, con firma de Ricardo Quiroga, en El Economista, de México, este artículo resume una conferencia dictada por la escritora Cristina Rivera Garza, dentro del Ciclo Tactil, en el afamado Colegio Nacional, de México.

Cristina Rivera Garza reflexiona sobre la traducción y el duelo

“Una de las funciones que se hace bien desde la traducción es que ésta revela que cualquier tipo de práctica de escritura es colectiva y plural. Cuando estamos traduciendo, también estamos relacionándonos con algo que ya está ahí, con algo escrito por otro o por otra autora, y tenemos que estar muy conscientes de que ese proceso (de traducción) también es una especie de transformación”.

Fueron palabras de la escritora mexicana Cristina Rivera Garza durante la conferencia impartida la noche del martes en la tercera sesión del Ciclo Táctil, que ofrece desde El Colegio Nacional. Durante dicha presentación, la ganadora del Premio Xavier Villaurrutia 2022 por su novela El invencible verano de Liliana (Random House, 2021), y del Premio Pulitzer 2024 por la traducción al inglés del mismo texto, escudriñó en los valores particulares de la construcción literaria cuando está condicionada, dotada, concebida incluso, a partir de dos o más lenguas.

Tan poderosa es la traducción, mencionó desde la sede la Máxima cátedra de México, que incluso puede cambiar el género propio de los textos, tanto así que la traducción al inglés de su novela El mal de la taiga (Tusquets, 2012), realizada por Suzanne Jill Levine y Aviva Kana, ganó el Premio Shirley Jackson, que se otorga a trabajos literarios en inglés del género suspenso psicológico, horror y fantasía oscura, cuando la versión en español se gestó como una simple ficción literaria.

En ese sentido, dijo, “la traducción desestabiliza, y ésa es una tarea fabulosa, de una virtud y potencia que le pertenece también a los traductores. La traducción nos enseña que nada está acabado, que todo puede volver a decirse y a escribirse. En ese sentido, la traducción desacaba las cosas”, complementó la premiada escritora.

Parte de estas reflexiones sobre la traducción, apuntó, están vertidas en su libro de ensayo Los muertos indóciles. Necroescrituras y desapropiación (Tusquets, 2013) y complementó: “una de las reflexiones sobre los libros es que, por fortuna, no acaban. Si hay lectores, se desdoblan y adquieren otras vidas y canales de existencia. Los libros suelen producir muchas preguntas (…) muchas de las reflexiones posteriores vienen como resultado de la conversación que, con fortuna, acompañan al libro y a veces me toman desprevenida”.

Traducir para asumir la pérdida
Para retomar el tema central, la novela premiada El invencible verano de Liliana , Rivera Garza expresó que las reflexiones que derivan del libro, sobre todo con sus traducciones, son complementos que suman el proceso de duelo que la acompaña.

Al respecto, cuestionó: “¿cuál es la fecha de nacimiento de un libro: cuando se coloca la primera palabra en un archivo de Word, sin saber a ciencia cierta qué seguirá después, o cuando se coloca la palabra ‘Fin’ porque una lo da por terminado, cuando se rinde y ya no da para más?”.

Y es que reconoció que la novela que aborda desde la memoria y el archivo el feminicidio de su hermana, Liliana Rivera Garza, en julio de 1990, inició desde el español, su lengua materna, “pero otros días, tal vez los más aciagos, la escribía en inglés, casi a escondidas de mí misma”.

Compartió que el proceso de su novela más personal “tomó un curso extraño: en lugar de utilizar la misma lengua para corregir conjugaciones o cambiar la sintaxis, empecé a valerme de la otra lengua para hacerlo propio. Si había escrito en español, corregía en inglés; si había escrito en inglés, corregía en español (…) el proceso fue lento y agotador, pero sólo así avancé en un libro que debido al duelo personal que traía consigo, se me complicaba a menudo. De esa forma, fui formando un archivo en el que el inglés interrumpía al español o en el que el español le daba continuidad a alguna frase o párrafo en inglés. Así se creó el desorden que después, con mucho tiento y más trabajo, tuve que destejer. De esta manera se produjo la bifurcación”.

Acto seguido, Rivera Garza expresó que El invencible verano de Liliana “no es el primer libro que escribo en modo traducción, pero sí es el primero que publico en sus versiones originales, tanto en español como en inglés, como libros separados aunque interdependientes”.

Desde hace poco más de 30 años, Cristina Rivera Garza reside en Estados Unidos, donde trabaja como profesora distinguida del departamento de Estudios Hispánicos en la Universidad de Houston, misma que le otorgó el Doctorado Honoris Causa en 2012. Asimismo, a partir de 2017 es directora del doctorado en Escritura creativa en español de la misma institución.

miércoles, 12 de marzo de 2025

Con superposición de fechas, la FILBo compite con la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires


"La Feria Internacional del Libro de Bogotá, FILBo, se ha consolidado como un evento clave en el ecosistema literario mundial. Su edición 2025, que se llevará a cabo del 25 de abril al 11 de mayo en Corferias, no solo reafirma su papel como la mayor cita editorial de Latinoamérica en el primer semestre del año, sino que también proyecta al país como un epicentro de negocios, intercambio cultural y visibilización de tendencias globales en la literatura." Tal es la bajada de la nota, sin firma, publicada en El Correo, de Lima, el pasado 7 de marzo.

Bogotá y la FILBo 2025, un punto de encuentro para la literatura mundial

Desde hace varios años, la FILBo ha apostado por una internacionalización estratégica que le ha permitido ocupar un lugar privilegiado en el mapa de los eventos editoriales más relevantes del mundo. Como lo explica Adriana Ángel Forero, directora de la FILBo, este proceso ha sido fundamental para posicionar a Bogotá como una parada obligatoria dentro del circuito global de la industria del libro.

“Una feria internacional tiene dos componentes fundamentales: un espacio de negocios en el que participen delegaciones de distintos países y una programación cultural que trascienda fronteras. La FILBo cumple con ambos, permitiéndonos fortalecer relaciones con la industria editorial global y ampliar el alcance de nuestra producción literaria”, señala Ángel Forero.

Por su parte, Catalina Chávez, jefe de proyecto de la FILBo, comenta: “Corferias ha sido un motor fundamental en esta evolución internacional de la FILBo, permitiéndonos consolidarla como una de las ferias del libro más importantes del mundo hispano. Su infraestructura, su experiencia como generador de oportunidades de negocios y su apuesta por la internacionalización han hecho posible que la Feria crezca año tras año, atrayendo a delegaciones, editores y expertos de todos los continentes”.

El Salón Internacional de Negocios, por ejemplo, que tendrá lugar el 28 y 29 de abril en el Hotel Hilton de Corferias, será el epicentro de esta dinámica comercial. Allí, editores, libreros, distribuidores y agentes literarios del mundo establecerán alianzas para la compra y venta de derechos, traducción de obras y expansión de catálogos.

Sumado a esto, cada edición de la FILBo se enriquece con la participación de un país invitado de honor y en 2025 España será la protagonista. Bajo el lema ‘Cultura para la paz’, la delegación del país ibérico traerá consigo una destacada comitiva de 130 autores, académicos y expertos de diversas áreas del conocimiento, además de un nutrido grupo de empresarios del sector editorial.

“España viene con la apuesta conceptual ‘Una cultura de paz’, que dialoga sabiamente con el eje temático de la FILBo, ‘Las palabras del cuerpo’. En ese sentido, su participación no solo será cultural, sino que abarcará también una oportunidad para estrechar lazos comerciales y académicos entre los dos países”, destaca la directora de la Feria.

La internacionalización de la FILBo no se limita a la llegada de delegaciones extranjeras a Bogotá, ya que también se ha convertido en una plataforma para que la literatura colombiana cruce fronteras. Programas como el Fellowship Program, que en 2025 reunirá a editores de Reino Unido, Turquía, Irán, Azerbaiyán, Italia, Alemania y Francia, buscan generar nuevas oportunidades de traducción y circulación de libros nacionales en otros mercados.

Además, la FILBo sigue expandiéndose más allá de Corferias, gracias a las alianzas con entidades públicas y privadas que permiten que la programación de la Feria llegue a todas las localidades de Bogotá y a diversas ciudades del país al llevar autores y actividades a bibliotecas, colegios y espacios comunitarios.

En este sentido, Ángel enfatiza: “Estamos convencidos de que la FILBo no es solo un evento de Bogotá, sino una feria de país. Queremos que nuestra literatura llegue a más rincones de Colombia y del mundo, fortaleciendo el acceso a la lectura y el conocimiento en distintos públicos”.

martes, 11 de marzo de 2025

"¿Diríamos que solo el que lee, lee?"


El pasado 9 de marzo, Guillermo Piro publicó en su columna dominical del diario Perfil, la siguiente reflexión.

¿Escuchar es leer?

La pregunta es banal, pero sirve como puntapié inicial para pensar algunas cosas (o mejor dicho para dar cuenta de lo que piensan algunos sobre ciertas cosas). La pregunta es: ¿si escucho un libro en vez de leerlo, estoy leyendo? O en otras palabras: respecto a la lectura tradicional, ¿en qué lugar se ubica escuchar un audiolibro? No es la primera vez que tocamos ese tema en este lugar, recuerdo haber hecho un confortable viaje en auto al sur escuchando I promessi sposi leído en italiano por Paolo Poli. La experiencia duró más de treinta horas, y fue muy agradable, sobre todo porque la voz de Paolo, pero además porque, llegado a un punto, ocurrió algo extraño: la voz en mis oídos se fundía con mi propia voz, del mismo modo que las palabras en la página de un libro se vuelven mi voz interior cuando leo.

Adoro el lenguaje escrito, no hace falta que lo diga, pero antes de esa experiencia pensaba que había complejidades y matices que un audiolibro no podía reflejar. Pero durante ese viaje comprendí que hay complejidades y matices en los audiolibros que el texto escrito no puede reflejar. Por ejemplo, quien escucha un libro puede perderse algunos juegos de palabras, pero del mismo modo, quien lo lee puede no percibir muchos juegos de palabras basadas en el sonido y en la pronunciación.

Es difícil medir científicamente la diferencia estre escuchar y leer de manera tradicional. En 2016, un grupo de científicos estadounidenses lo hizo. Sometió a tres grupos de personas al mismo texto, pero suministrado de tres modos distintos: a través de la lectura en una pantalla, en formato audio y en la llamada “modalidad dual”, esto es, leyendo y escuchando al mismo tiempo. El estudio no advirtió ninguna diferencia significativa en la comprensión del texto en los tres grupos: las mismas áreas del cerebro estaban activas con la misma intensidad, tanto cuando se escuchaba como cuando se leía.

El origen del audiolibro no es tan reciente, se remonta a 1877, cuando Thomas Edison creó el fonógrafo, el primer aparato capaz de reproducir sonidos grabados. Entre las primeras aplicaciones pensadas por Edison estaba justamente poder escuchar cuentos y novelas. A causa de los límites tecnológicos de la época, las grabaciones no podían durar más de cuatro minutos, y de hecho la primera prueba hecha por Edison consistió en grabar un breve poema infantil, “Mary dad a little lamb” (mucho después, en 1983, le pondría música Stevie Ray Vaughan).

El audiolibro fue pensado sobre todo para el público no vidente, o para quien tiene problemas de vista o incluso para quienes sufren dislexia. Pero naturalmente a partir de la existencia del audiolibro digital, que apareció en 1997, el recurso tomó carrera (hoy se pueden escuchar audiolibros haciendo uso de muchas plataformas y aplicaciones). Pero el debate audiolibro sí-audiolibro no parece tener origen en una definición parcial de lectura, que en el mundo contemporáneo se considera una actividad silenciosa. Pero eso no siempre fue así. En el libro En el viñedo del texto, el escritor austríaco Ivan Illich reconstruye la evolución del libro, desde objeto sagrado hasta bien de uso común, explicando que en los monasterios medievales la lectura era un ejercicio ruidoso y grupal. En un púlpito, el encargado de leer elevaba la voz, y los demás no solo oían, sino que interrumpían si se le había escapado un concepto, y no pocas veces se desataban discusiones acaloradas entre los monjes, porque a fin de cuentas no tenían nada mejor que hacer y no hay nada mejor que discutir cuando se está aburrido. Imaginemos la escena: uno lee, los demás escuchan. ¿Diríamos que solo el que lee, lee? Es extraño, ya había leído I promessi sposi, incluso lo traduje, pero tengo la impresión de haberlo disfrutado de una manera escandalosa, por primera vez, escuchándolo.

lunes, 10 de marzo de 2025

"Si mañana terminara 2025 podríamos decir que fue el rescate del año"

Guillermo Belcores publicó ayer, 9 de marzo, el siguiente comentario en las páginas culturales del diario La Prensa, a propósito de la reciente traducción de Matías Battistón, el muy consecuente traductor de Samuel Beckett, de Belacqua, el primer libro del autor irlandés.

Rapsodia joyceana

El héroe zaparrastroso o antihéroe es una de las grandes invenciones literarias. No nos mueve a admiración, sino a risa, a lástima o a reflexión. No encarna lo que nos gustaría ser, sino lo que realmente somos: seres patéticos, ridículos a menudo, seres para la muerte como nos advertía Heidegger.

Puede que el paladín harapiento más famoso de todos los tiempos sea ese hidalgo de rocín flaco que fatigó los caminos de La Mancha. El favorito del autor de este artículo es un curioso lector de Boecio que vivía en Nueva Orleans con su madre. Ignatius J. Really para más señas.

Samuel Beckett (1906-1989), premio Nobel de Literatura en 1969, creó un antihéroe delicioso en su primer libro de ficción. Lo bautizó Belacqua Shuah. Tomó su nombre del espíritu más holgazán de la Divina Comedia y el apellido del abuelo de Onan en el Antiguo Testamento. Ese libro fue entregado por primera vez a la imprenta en 1934. Como las editoriales resistieron la idea de una novela, Beckett escribió diez cuentos hilvanados entre sí, que narran la vida de Belacqua desde el colegio hasta su entierro. Un sello argentino ha tomado la decisión de reimprimirlo. Tres hurras para Ediciones Godot.

Comedia grotesca
Publicada con el apoyo de Literature Ireland (la isla esmeralda es ahora una sociedad desarrollada), Belacqua (220 páginas), la edición argentina 2025, es francamente magnífica. En primer lugar por la traducción, prólogo, aclaraciones sobre el título (el original era un juego de palabras) y notas de Matías Battistón. Hay 354 aclaraciones a pie de página que permiten entender ese sublime torrente de expresiones en distintos idiomas, alusiones librescas y guiños a personajes y lugares de su época que Beckett embutió en esta suerte de comedia grotesca.

Ya es hora de hablar de Belacqua Shoah. Un gordito de cara pálida y anteojos enormes, bueno para nada, algo así como "un intelectual protestante de costumbres retorcidas", como el vouyerismo. Su guarida crapulosa es el pub, aunque "no tenía recursos suficientes para consagrar su vida a la éxtasis ni siquiera en el más mísero de los bares".

El narrador —omnisciente o un amigo de Belacqua— lo describe así: "...no es tipo feo. Más bien una especie de Tom Jones cretinoide..." Lo cierto es que al gandul nunca le ha faltado mujer, incluso contrajo matrimonio tres veces lo que le permitió engordar la faltriquera. Lo seguimos a la escuela, a un paseo por la campiña, al pub, a una fiesta de la elite intelectual dublinesca, a un intento de suicidio, al accidente de su primera esposa, a sus segundas nupcias, a un hospital con un tumor en el cogote, a sus funerales.

Cómico y erudito
Es importante que el lector sepa que estos cuentos son muy divertidos. Incluye una de las galerías más copiosas de personajes estrafalarios de la literatura moderna. Seres enfermos de irrealidad, como diría Juan Marsé. Por momentos, el estilo del Beckett temprano recuerda a Thomas Pynchon.

Como se dijo, también es un libro erudito. Battistón lo resume como "respuesta moderna, joyceana al género de los centones". ¿Qué es esto? Centón, dice la Real Academia Española, es la obra compuesta con fragmentos de otras obras. Beckett se nutre de la Biblia, Plutarco, San Agustín, Dante, Ovidio, Shakespeare, Horacio, Tomás de Kempis, Stendhal, Swift, Carlyle, Richard Burton, Nietszche... y siguen las firmas.

El texto exige una lectura atenta. Como escribió Battistón: "Uno lo lee con cierto suspenso, y con cierta frustración también, como si en cualquier momento hasta la maceta del rincón pudiera citar a Horacio sin que uno se dé cuenta". Es decir, no es fácil porque se trata de una escritura excelente. Pero los dedicados serán recompensados. Hay pasajes de intensa poética, también.

Al parecer, los libros son como los jugadores de fútbol: tienen sus propios tiempos. La primera edición de esta obra fue destripada por la crítica y sus 1.500 ejemplares tardaron 14 años en venderse. Con el correr de las décadas, la calidad se impuso y se tradujo a todos los idiomas occidentales, cada uno de los cuales dio una respuesta diferente al enigma del título original (More Pricks than Kicks). El Belacqua argentino se entiende y se lee con mucho placer. Si mañana terminara 2025 podríamos decir que fue el rescate del año.

viernes, 7 de marzo de 2025

Otra versión de los cuentos de Poe, con adornos

El pasado 24 de febrero, La Tribuna de Ciudad Real, de España, publicó la noticia de una nueva edición de los cuentos de Edgar Allan Poe, con traducción de un argentino radicado en España. El copete de la nota sin firma señala: "Páginas de Espuma publica una nueva versión de los Cuentos completos del maestro del relato corto, que contiene exquisitas ilustraciones de Arturo Garrido y la traducción de Rafael Accorinti".

Larga vida a Edgar Allan Poe

Que Edgar Allan Poe no es solo un referente de la tradición literaria universal sino todo un símbolo de la cultura pop del siglo XX y de la posmodernidad del XXI es una obviedad: del cine y las series que se han hecho sobre él, pasando por el infinito merchandising a la música de Radio Futura o los espectáculos de Javier Gurruchuga.

Sus cuentos son un modelo en la educación sentimental de los adolescentes y en el algoritmo de los buscadores de internet. Sus historias siguen inspirando a las nuevas generaciones de quienes escriben y de los que leen. Y su mundo es foco de interés en los medios y en las aceleradas redes sociales.

Por todo ello, un maestro del relato corto tan vigente necesitaba una renovada interpretación que acercara sus universos a nuevos lectores. La genial traducción de Cortázar de 1956, que cautivó a tantísimos hispanoamericanos durante casi 70 años, ha sido actualizada gracias a Páginas de Espuma, que ha encargado a Rafael Accorinti la misión de traer a Edgar Allan Poe al siglo XXI, con la misma trascendencia que ha tenido a lo largo de 200 años. Esta versión, sin dejar de dialogar con la de Cortázar, es más integral y completa.

La edición, a cargo de Fernando Iwasaki y Jorge Volpi, incluye prólogos de Mariana Enriquez y Patricia Esteban Erlés y comentarios para cada cuento firmados por las plumas más destacadas de la literatura breve en español, como María Fasce, Mario Bellatín, Eloy Tizón, Eduado Halfon, Guillermo Martínez, Ricardo Menéndez Salmón, Pilar Adon, Antonio Ortuño, Guadalupe Nettel, Alejandro Zambra, Manuel Vilas, Edmundo Paz Soldán, Andrés Neuman, Carlos Castán y un muy largo etcétera.

El aspecto visual del libro lo completan las ilustraciones de Arturo Garrido, que consiguen traducir en imágenes las palabras de un maestro que, 175 años después de su muerte, sigue más vivo que nunca.

Personalidad complicada
Edgar Allan Poe nació el 19 de enero de 1809 en Boston. Hijo de unos actores de teatro itinerante que fallecieron cuando era un niño, fue criado por John Allan y con seis años se trasladó a Inglaterra, donde ingresó en un internado. Cuando regresó a EEUU, en 1820, continuó estudiando en centros privados y más adelante ingresó por un año en la universidad de Virginia.

Durante su adolescencia, ya escribía poemas con influencias de Byron. Tras unos años complicados por su adicción al juego y a la bebida, publicó en Boston, bajo anonimato, su primer libro, Tamerlán y otros poemas (1827). Dos años después, apareció su segunda obra, Al Aaraaf, y su padre adoptivo le consiguió un cargo en la Academia militar, si bien a los meses fue despedido por negligencia y John Allan le repudió para siempre.

En 1832, su cuento "Manuscrito encontrado en una botella" ganó un concurso y después ejerció como redactor para varias publicaciones, donde realizó un número significativo de críticas de libros.

Escribió "El cuervo2 (1845), "Las campanas" (1849), "El durmiente" (1831), "Lenore" (1831) y "Annabel Lee" (1849), entre otros, en una obra que refleja la influencia de poetas ingleses como Milton, Shelley y Coleridge. ¡Larga vida a Poe!