viernes, 18 de abril de 2025

Los libros en Chile: censurar en los hechos la memoria histórica y social,


El siguiente artículo de opinión fue publicado el pasado 5 de abril, en
El Mostrador, de Santiago de Chile, con la firma de Paulo Slachevsky y Silvia Aguilera, los dueños y directores de la editorial LOM, una de las más importantes de Latinoamérica.

Censuras y exclusiones en las bibliotecas públicas 

Con el mes de abril, volvemos a tener un mes entero para celebrar el libro y la lectura, y con él relevamos ese mágico objeto que nos ha acompañado por siglos y que ha contribuido con hacer más ancho y menos ajeno el mundo que nos toca vivir.

El libro fue y sigue siento un acervo vital de nuestra existencia individual y colectiva. Su contenido nos ha hecho más consciente de nuestro recorrido en el tiempo, de que hacemos parte de un todo y estamos indisolublemente ligados a la humanidad.

Sin embargo, en estos tiempos nos preguntamos, ¿qué ha pasado precisamente con “nuestra humanidad”? Múltiples factores podrían esgrimirse para intentar comprenderlo, entre ellos, necesariamente tenemos que volver al libro.

A nivel local, creemos que no es una casualidad que reine la indiferencia y el desconocimiento sobre la historia reciente de Chile, y con ello prolifere la insensibilidad y relativización respecto de la importancia de resguardar los derechos humanos de toda persona.

Tampoco es casual que el miedo, el estado de alerta, la sospecha, la desconfianza en los otros, se transformen en factor central del discurso político trastocando los sentidos básicos de comunidad. Los medios hegemónicos de comunicación como las redes sociales cultivan, y con ello favorecen los discursos de odio, de hacer del otro un posible enemigo.

Por el lado de lo público, particularmente en el ámbito educativo, en vez de contrarrestar tales prácticas con instrumentos que ensanchen la mirada, el conocimiento, la curiosidad y la reflexión, vemos cómo el libro también ha sufrido la marginación, por prácticas de censura o autocensura, facilitando que dichos discursos hostiles se instalen como sentido común.

Desde hace algún tiempo venimos constatando que en las bibliotecas escolares los libros que contribuyen a la reflexión crítica sobre los temas de nuestra sociedad, son marginados de la selección pública. Ya sean estos testimonios, ensayos o literatura, son títulos que no entran en los anaqueles públicos, impidiendo la circulación de la reflexión y creación de sus autores, al mismo tiempo que se niega a las nuevas generaciones la posibilidad de conocer y pasar por el corazón los dolores de la humanidad, los atropellos a la dignidad humana.

En la conmemoración de los 50 años del golpe de Estado, el 11 de septiembre 2023 en la Plaza de la Constitución, el presidente Gabriel Boric retomaba una vez más la promesa del Nunca más: “que nunca más la violencia sustituya nuestra convivencia al debate democrático”, destacando la importancia de la verdad, la justicia y la reparación para el presente y el futuro, “sólo asumiendo las deudas del pasado y sanando realmente esas heridas, cosa que no se puede decretar con una carta al diario o una interpelación a las víctimas, será posible una convivencia en armonía”.

Sin embargo, ese repetido compromiso que hemos venido escuchando de las autoridades durante toda la postdictadura parece nuevamente quedar sin sustento cuando vemos cómo los temas de la memoria y la justicia en torno a los crímenes de lesa humanidad cometidos en los años de la dictadura civil-militar, han sufrido un retroceso en el sentir ciudadano mayoritario, y más todavía en las nuevas generaciones.

Constatamos que estos temas son tratados como un asunto del pasado -un asunto casi privado- que concierne a los familiares y los más próximos de quienes resistieron a la brutal dictadura, y/o fueron sus víctimas. Y agrava la situación, el hecho que parte de las mismas instituciones del Estado responsables ayer de tales crímenes, hoy nuevamente pretenden gozar de impunidad ante las violaciones de derechos humanos cometidas durante la revuelta popular del 2019.

Para avanzar hacia un verdadero “Nunca más”, es básico que los dolores e historias de la tragedia que vivió Chile tras el golpe de Estado pasen por el corazón de las y los ciudadanos de nuestro país, y para ello es importante no dejar que domine la omisión o el silencio, y con ello la ignorancia, la tergiversación, la indiferencia, que finalmente transforma todo en una falta de humanidad ante el dolor, y lesiona gravemente la convivencia democrática.

Un verdadero “Nunca más” tampoco está acotado a las violencias y violación de derechos humanos del pasado, sino que de manera permanente debe interpelar el presente. Más aún, cuando ese Nunca más ha sido un compromiso de Estado, siendo los órganos de este los que deben velar de manera integral y permanente para que dicha frase se haga realidad y se sostenga en el tiempo.

Que las y los jóvenes puedan acceder a obras escritas, audiovisuales o representaciones de teatro en torno a esa memoria latente, y los conflictos de la sociedad actual, posibilitaría entender e integrar de otra manera el entorno y su propia historia, contribuiría a desarrollar una mínima empatía con las alegrías y el sufrimiento de los otros, impidiendo que la insensibilidad y la apatía ante el dolor del prójimo se instale, elementos centrales para hacerle frente a la no repetición de la historia.

En los 35 años de camino editorial, la historia, la memoria, la verdad y la justicia en torno a la dictadura ha estado al centro de nuestro quehacer editorial, y hemos visto la continua exclusión de esos libros de las adquisiciones para las bibliotecas de los Centro de Recurso para el Aprendizaje CRA de la Subsecretaría de Educación (MINEDUC), como también, ocurre frecuentemente con las Bibliotecas Públicas, espacios cada día más encapsulados en una tecnocracia de los rankings.

A través de solicitudes de acceso a la información de la Ley de Transparencia, logramos ver parte los discursos de la exclusión y la censura para los libros en torno a la memoria política y social, y una y otra vez se repite, con observaciones como: “no recomendado. El contenido del texto supera el nivel escolar de Ed. Media. Requiere mediación por tratamiento de temas sensibles y violencia, considerando que los libros para la biblioteca deben estar en estanterías abiertas a los usuarios.” O, “no recomendado. Presenta escenas crudas y violencia que requieren de mediación”.

No deja de ser irónicamente absurdo, en tiempos en que las y los jóvenes son expuestos cotidianamente a una exacerbada violencia en las redes y medios, que los evaluadores del CRA consideren que no pueden exponerse narrativas que hablen de violaciones a los derechos humanos.

Es como si en Europa prohibieran en bibliotecas escolares todo texto relacionado con el nazismo, por ser un temas sensible y violento.

Y cuando algunas obras logran pasar el cedazo de los evaluadores, y esos libros son recomendados, sucede que otros mecanismos “internos” los dejan finalmente fuera de la preselección que se entrega a las y los profesores para que escojan lo que definitivamente se adquiere para las bibliotecas.

Lo mismo ocurre con obras de lo que se considera hoy la narrativa social del Siglo XXI, la Novela Negra, o el género Neopolicial.

Durante el último periodo, las novelas de Ramón Díaz Eterovic, el más reconocido autor del género en nuestro país, se han visto enfrentadas al veredicto: “No recomendado / El contenido del texto no es recomendable para el nivel y la temática requiere de una mediación y diálogo considerando…”.

Así, ante la oportunidad de que a través la ficción se pueda incentivar una reflexión más profunda en torno a la criminalidad o la violencia delictual, potenciando sentidos en torno a la búsqueda de la verdad, la justicia, etc. el CRA decide clausurar la posibilidad de abrir otra entrada al tema y motivar el debate. Y, por defecto, se desentiende de tal responsabilidad, dejando que el discurso sobre la criminalidad y delincuencia de las redes, radio y TV sea el que se instale en las consciencias de las y los alumnos.

Triste pensar que instituciones como el Ministerio de Educación, bajo uno de los gobiernos más progresista, supuestamente, y en pleno siglo XXI, se transformen en guardianes de la “historia oficial”, censurando en los hechos nuestra memoria histórica y social, limitando el acceso a obras que podrían ayudar justamente a revertir la fragmentación de los discursos y sentidos colectivos, y a la construcción de una democracia más consistente.

La práctica de la censura a los libros en bibliotecas, por parte de organizaciones ultra conservadoras, es un fenómeno masivo en Estados Unidos, que se ha acentuado con el triunfo de Trump. Que aquí sean las mismas instituciones que aplican métodos similares para evitar toda polémica o por algún otro motivo, no deja de sorprendernos.

En el ya citado discurso del presidente, este recordaba que “aún en la noche más oscura hubo quienes valientemente lucharon para que no perdiéramos lo que con tanto esfuerzo habíamos avanzado, los que guardaron un pedacito de historia para contarla, los que grabaron un casete y lo pasaron de mano en mano, los que enterraron sus libros”.

Felizmente hoy en Chile no vivimos esa oscuridad a la que refiere el presidente, no obstante, la cultura en general y los libros en particular transitan a la deriva, y los que sugieren memoria incómoda o crítica, lisa y llanamente -con todos los certificados timbrados por la burocracia-, son en su gran mayoría erradicados de las bibliotecas escolares y públicas, silenciados para las nuevas generaciones.

Aun así, seguiremos celebrando la lectura, las lecturas, de esos pedacitos de historias reales y ficticias que nos traen los libros libres, y seguiremos haciendo los esfuerzos necesarios para pasarlos de mano en mano en busca de las y los lectores atentos, que confían en ese instrumento como soporte de diversidad, memoria, reflexión, debate, encuentro, democracia y una mejor humanidad.

jueves, 17 de abril de 2025

"¿Cómo colgar un libro hasta matarlo?"

"Desde 2021 hasta la fecha se han documentado casi 16 mil prohibiciones de libros en escuelas públicas de Estados Unidos, cifra nunca vista desde la era del miedo rojo de McCarthy en la década de 1950; la censura, impulsada por grupos conservadores, está dirigida principalmente a libros sobre raza, racismo o personas de color, así como a material sobre temas LGBTQ+. Un juez federal bloqueó la aplicación de la ley que propicia las prohibiciones, por considerarla inconstitucional."  Esto dice la bajada de la nota publicada el pasado 12 de abril, por Omar Genovese, en la sección de cultura del diario Perfil, de Buenos Aires.

Un fallo judicial revierte la censura de libros en Estados Unidos

En la última semana del mes pasado, el juez federal de los Estados Unidos Stephen Locher bloqueó, por segunda vez, la aplicación de una ley de Iowa (conocida como Expediente Senatorial 496) que requería la eliminación de libros que describen actos sexuales de las bibliotecas pertenecientes a las escuelas públicas.

El fallo de cuarenta páginas destaca que esta norma trasciende el precedente consolidado de la Corte Suprema de Estados Unidos sobre obscenidad para menores. El juez Locher reconoce que no todos los libros con contenido sexual son apropiados para las edades y que decisiones previas de tribunales federales podrían justificar la restricción de material explícito para estudiantes más jóvenes. Hacia el final del fallo, luego de mencionar la prohibición de libros como 1984 de George Orwell y Un mundo feliz de Aldous Huxley, destaca que la aplicación de la norma incluyó “clásicos históricos como Mientras agonizo de William Faulkner, Ulises de James Joyce, Matadero cinco de Kurt Vonnegut; Cantar de los Cantares de Fray Luis de León, La violación de Nanking: El Holocausto olvidado de la Segunda Guerra Mundial de Iris Chang (…) y libros de no ficción sobre salud y anatomía, como Infecciones del tracto urinario. La aplicación del Expediente Senatorial 496 a cada uno de estos libros es inconstitucional según el estándar Pico/Pratt porque no existe un interés gubernamental sustancial y razonable para la eliminación de ninguno de ellos”.

Y para que no queden dudas al respecto, también destaca que esta legislación sancionada en 2023 por la gobernadora de Iowa, Kim Reynolds, “no intenta evaluar el valor literario, político, artístico o científico de un libro antes de exigir su retirada de la biblioteca escolar y, por lo tanto, no se acerca en absoluto a la aplicación del criterio de obscenidad que suele emplearse para determinar la constitucionalidad de las restricciones estatales sobre libros. El resultado es la retirada forzosa de libros de las bibliotecas escolares que no son pornográficos ni obscenos”.

Pero la prohibición excede a Iowa y se extiende por todo Estados Unidos. Es tal la fiebre de censura que el capítulo americano del Pen Club Internacional confecciona una lista de libros prohibidos (pen.org/banned-books-list-2025) a la que precede el siguiente texto:

“PEN America ha documentado casi 16.000 prohibiciones de libros en escuelas públicas de todo el país desde 2021, una cifra nunca vista desde la era del miedo rojo de McCarthy en la década de 1950. Esta censura, impulsada por grupos conservadores, se ha extendido a casi todos los estados y se dirige principalmente a libros sobre raza, racismo o personas de color, así como a libros sobre temas LGBTQ+ y aquellos para lectores mayores que contienen referencias sexuales o abordan la violencia sexual. Durante el año escolar 2023-2024, PEN America detectó más de 10.000 prohibiciones de libros que afectaron a más de 4000 títulos únicos, de los cuales aproximadamente el 45% se produjeron en Florida y el 36% en Iowa”.

Ante esto corresponden preguntas como: ¿retrocedieron en el tiempo y consideran que estudiar el sistema urinario con un libro es un acto pornográfico? ¿Viven en un mundo paralelo donde rige la Inquisición contra Fray Luis de León? Tal vez algunas respuestas se encuentren en el pasado colonial norteamericano, más precisamente en el artículo del doctor en Historia Russell Moul, titulado “¿Cuál fue el primer libro que se prohibió en Estados Unidos?”, publicado en IFLScience.

Se trata del libro New English Canaan –publicado en Amsterdam– del abogado, escritor y reformador social originario de Devon, Inglaterra, Thomas Morton. El libro fue prohibido por ley en el territorio colonial de Nueva Inglaterra hacia 1637. Más allá del juicio que Morton sufrió por parte de la comunidad puritana, con fallo de exilio en una isla de la que escapó, en el libro no se privó de nada. Según el profesor Moul, “arremetió contra los puritanos, presentándolos como fanáticos religiosos intolerantes, crueles e hipócritas. Contrastó su teocracia con lo que él consideraba el estilo de vida armonioso y libre de los pueblos indígenas y con sus propias ideas sobre el funcionamiento de la colonia. También se burló de las creencias religiosas y el gobierno de los puritanos, los calificó de incompetentes y los acusó de apropiarse ilegalmente de tierras indígenas.

"Las autoridades de la Bahía de Massachusetts reprimieron rápidamente la publicación, prohibiendo su circulación en la colonia. Temían que socavara su autoridad y fomentara la oposición a su estricto gobierno teocrático”.

La Colonia de la Bahía de Massachusetts contaba con una sociedad estrictamente controlada que se adhería a creencias rígidas sobre la vida y el culto puritano. A mujeres y niños se les enseñaba a leer, pero solo para que aprendan de la Biblia. Decir “malas palabras” estaba prohibido y era punible por ley, así como todo entretenimiento que no estuviera relacionado con los servicios religiosos estaba prohibido. En contraste, Morton, a quien el gobernador de la Colonia de Plymouth, William Bradford, se refirió como el señor del desorden, promovía un estilo de vida más libre y hedonista. Es decir, el libro y su autor encarnaban un estilo diferente al de la comunidad.

Tal ambiente precedió en 55 años a los juicios de brujas ocurridos en Salem, también Massachusetts, que produjeron 19 ejecutados en la horca y uno más aplastado hasta morir a través del uso de peine forte et dure. Este proceso inspiró Las brujas de Salem, obra teatral de Arthur Miller. Tal vez por todo esto los libros sean objetos embrujados, entonces, ¿cómo colgar un libro hasta matarlo?

miércoles, 16 de abril de 2025

La reflexión sobre un libro del filósofo austríaco Ludwig Wittgenstein (foto), traducido por la mexicana Elsa Cecilia Frostllevó a Damián Tabarovsky a publicar la siguiente columna, en el diario Perfil, de Buenos Aires. Lo hizo el pasado 13 de abril.

Último en la meta 

Como no podía ser de otra manera, Aforismos, cultura y valor, de Wittgenstein (Espasa Calpe, colección Austral, Madrid, 1995, traducción de Elsa Cecilia Frost, con agregados y prólogo de Javier Sábada) es un libro extraordinario. En un aforismo de 1931, Wittgenstein escribe: “Con frecuencia, los filósofos son como niños pequeños, que empiezan por hacer rayas caprichosas con su lápiz sobre un papel y después preguntan a los adultos: ‘¿Qué es?’. Lo que sucedió fue esto: el adulto le había dibujado muchas veces algo al niño y le había dicho: ‘Esto es un hombre’, ‘esto es una casa’, etc. Y ahora el niño pinta también a rayas y pregunta: ‘¿Qué es esto?’”. Creo que podríamos reemplazar perfectamente “filósofos” por “escritores”, y estaríamos en el mismo horizonte. La literatura, o al menos la literatura que me interesa, se parece a eso: a hacer rayitas y luego preguntar: “¿Qué es?”. Hay algo en esa literatura del orden de la incerteza, del juego, de lo abierto, del sentido que se amplía. Pero no se trata de pensar a la literatura como un infantilismo, como un juego de niños; ni tampoco de fetichizar la infancia, como si la niñez fuera una forma acabada de pensamiento complejo. No, no es eso. Se trata de la literatura cuando no se deja atrapar. Buena parte de la narrativa contemporánea se ha vuelto temática. El texto (pero también el contexto: las declaraciones de las escritoras y escritores, sus intervenciones en redes sociales, el marketing editorial, etc.) funciona al revés: primero, y sobre todo, dice: “Esta novela se ocupa de estos temas”, y luego el resto no tiene la menor importancia. La literatura ya no es el arte de hacer rayitas caprichosas, sino que se vuelve cuadrados perfectamente delimitados.

Wittgenstein se mete luego con la lectura: “El libro debe llevar a cabo automáticamente la separación entre los que lo entienden y los que no lo entienden”. Y en otro aforismo, continúa: “Cuando digo que mi libro está destinado solo a un reducido círculo de personas (…) no quiero decir con ello que, según mi opinión, dicho círculo es la elite de la humanidad. Se trata, más bien, de las personas a las que me dirijo (no porque sean mejores o peores que las otras sino) porque son mi medio cultural, la gente de mi pueblo, por así decirlo, en contraposición a los otros, que me son extraños”. No conozco una definición mejor de lo que se entiende por recepción e incluso circulación de un libro, de la escritura, de la literatura. La idea de salirme de mi pueblo (pueblo como metáfora de tantas cosas) me es absolutamente ajena. Pocas cosas me parecen más tristes que los escritores, que la literatura que se sale de su pueblo. Podría decir que el éxito (entendido como suceso de ventas) me produce una inmensa tristeza. Y todo lo que lo rodea (nuevamente redes, marketing, premios, la figura del escritor o la escritora exitosos) no hace más que profundizar esa tristeza. Mi pueblo, además, está habitado por nadie. Escribo entonces para un pueblo desierto, para un pueblo vacío. O para el pueblo por venir, para el pueblo que todavía no existe. Escribo para inventar un pueblo, o una esquina, un barcito con tres parroquianos apoyados en la barra.

Finalmente, Wittgenstein da en la tecla sobre la filosofía, o sobre la literatura: “En la carrera de la filosofía gana el que puede correr más despacio. O aquel que alcanza último la meta”.

martes, 15 de abril de 2025

"Símbolo del mazazo a la cultura argentina es el cierre de no menos de una decena de librerías en los últimos tiempos"

La bajada de la nota que publicó Ricardo Gotta en Tiempo Argentino, el pasado 12 de abril, dice: "Durante los últimos tiempos bajaron sus cortinas varias de las librerías tradicionales. Alquileres, servicios, costos del papel y de los libros, conjugados con la crisis económica y los cambios de hábitos. Historias con mucho de nostalgia".

Cierre masivo de librerías: símbolo del mazazo a la cultura argentina

Hace tan sólo 16 meses, la Argentina volvía a destacarse como el país del continente con la mayor y más diversa red de librerías. El dato surgía de un trabajo realizado por la Universidad de San Martín. El mundo de la cultura celebraba el dato positivo, estar a la vanguardia de la región. Aun cuando ya venía golpeado en los últimos lustros. Hace tan sólo 16 meses la Argentina iniciaba el pesado tránsito del actual régimen libertario.

Sólo 16 meses después se desploma el consumo literario, a la par de la seria crisis económica que padecen las clases sociales más proclives a la adquisición de libros, lo que se verifica dramáticamente en las librerías y, signo palpable de la gravedad, también en las ferias de usados.

En 2024 la caída de ventas de libros respecto del año anterior fue de aproximadamente un 13% para las dos editoriales que captan buena parte del mercado (Planeta y Penguin Random), en tanto, en las demás, el descenso que sufrieron llegó en algunos casos al 40 por ciento. Según el informe de la Cámara Argentina del Libro (CAL), en el 2023, las ventas ya habían caído un 5% respecto de 2022 y la producción, más allá del 20 por ciento.

A su vez, las grandes cadenas de librerías acusan un aumento interanual estimado del 120% en los precios de tapa. Aún no hay cifras oficiales para lo que va este año, pero se estima que la caída ya devoró casi la quinta parte del mercado, que, además, exhibe muchos menos títulos (en algún caso, apenas un 10% de años anteriores), con ediciones que en su mayoría no superan el millar, una cifra realmente muy menor de lo habitual.

Una de las consecuencias, símbolo del mazazo a la cultura argentina, es el cierre de no menos de una decena de librerías emblemáticas que se produjeron en los últimos tiempos.

Ya el año pasado había bajado definitivamente sus cortinas, entre otras, la Gauderio Libros, en Ayacucho 704, con casi dos décadas de antigüedad: “El ajuste brutal ha significado la caída total de las ventas de libros”, argumentaba Valeria Satas, su dueña. Horas antes del 21 de julio, una cuadra y media de cola se intentaba rescatar los retazos que liquidaba la Antigua Fray Mocho (Vive Leyendo ), que abriera 1945 y que desde 1969 funcionaba en Sarmiento 1832, Apenas una semana después cerraba el último local donde funcionó la tradicional Scotti Libros, en 48 entre 5 y 6 de la ciudad de La Plata.

Mucho más cerca en el tiempo, la crisis se posó en la históricamente literaria Avenida de Mayo. Exactamente entre el 1110 al 1114, prácticamente frente a uno de los ingresos a la estación Lima del subte B. Cambiaron los propietarios de varios locales cercanos a la esquina de Lima, por caso los de las librerías Punto de Encuentro y La Cueva. Los alquileres subieron exponencialmente y ambos tradicionales ámbitos literarios finalmente cerraron hace unos días. “Se pierde mucha cultura y el acceso a la información”, aseguró Diego Alonso, el dueño de La Cueva que, al menos, decidió trasladar su comercio a la bonaerense Santa Teresita.
El largo adiós a las librerías

Por su parte, Punto de Encuentro cerró su local de venta, pero no la editorial y la distribuidora. Había llegado a la Avenida de Mayo hace casi tres lustros. Allí, en el mismo inmueble que ya añora con nostalgia, la mística de los anaqueles desbordantes de libros que vivió en buena parte del último siglo.

Desde que abrió Libros de Anarres, conocida como “la librería de los anarquistas”. Luego de que falleciera su dueño, un anarquista español de apellido Torres, fue vendida por sus descendientes. Pero no cambió de rumbo. Desde entonces, 2012, la manejó Carlos Benítez Gibbons, quien ahora lamenta el cierre. “Lo nuestro fue una cosa puntual.

Por un lado, el final de contrato. La gente que compró toda la esquina no quiso renovar. Cuando salimos a buscar otro lugar, vimos que era imposible solventar los gastos de alquileres, los servicios, los empleados. Por eso, vendimos lo que pudimos, y luego guardamos hasta los muebles”.

Admite que “la crisis no es de hoy. A partir de la pandemia, un 20 o 30% del público que no podía salir, se acostumbró a comprar por internet, adoptó la forma online. Fue un salvavidas para muchos comercios. Hoy, todas las librerías y las editoriales, grandes y pequeñas, tenemos venta online”.

Ofrece además un ejemplo: “Un historiador que trabaja mucho en el Conicet, que para investigar se pasaba horas en la librería buscando libros, me dijo: ‘Ahora me meto en la web y en 2 minutos lo encuentro y lo compro’”.

Pero que el factor económico es fundamental. “El costo de los libros, abismal, marca la poca accesibilidad de la clase media, que cae cada vez más. El precio lo imponen las grandes cadenas, la concentración entre Planeta y Random, y las de librerías, Cúspide y un poco más atrás Yenny. A ellos no les interesa vender libros barato. Por supuesto que influye el costo del papel, que creció muchísimo. Hoy hacer un libro es caro y se refleja en el precio alto. Lo es hasta para los turistas”.

A la vez, suma otro aspecto importante, el cambio de hábito. “Hay poco apego a la lectura. Antes, los buenos lectores se la pasaban los sábados a la noche recorriendo Corrientes hasta el Obelisco. Hoy no. Quedaron poquitas librerías allí, como en avenida de Mayo. Algunas se mudaron a los barrios: Palermo, Colegiales, Chacarita… Además, hoy las librerías no tienen sentido si no están respaldados con otras cosas, como un barcito”. Y concluye: “No dan los números y eso va en detrimento de la diversidad. Todo se lo quedan las cadenas multinacionales. Y venden los libros que a ellos les interesan”.

No obstante, Benítez opina que la tecnología, el libro electrónico, aún no influye en la caída. “Conviven, todavía es un porcentaje chico el que lo consume. En general, quien viaja mucho. En Punto de Encuentro ya tenemos la plataforma de e-book. No hay hábito todavía. El diario papel ha perdido mucho más en ese sentido”.

-¿Cuánto influye la ausencia del Estado en la crisis?
-Ya el hecho que te ignoren es una política. Que no te den bola, que no te pregunten ni cómo andás. Por otro lado, teníamos históricamente la compra de las Bibliotecas Populares (Conabip), mediante la Secretaría de Educación, por ejemplo, en la Feria del Libro. A las bibliotecas del interior, sobre todo, les cuesta mucho acceder. Pero el año pasado ya no hubo y este año habrá menos… O las compras del Ministerio de Educación daban un respiro enorme. Hablar de libros hoy en el Estado es una mala palabra.

-Todo gira en derredor de la crisis económica.
-Las tres mejores épocas de los libros fueron durante gobiernos peronistas. Los dos de Perón y el del kirchenrismo. Los tres en los que más libros se vendieron. ¡Qué casualidad! La nuestra, una editorial más chica que mediana en el 2013-2014 llegamos a editar 40 títulos, y este año, con suerte, vamos a editar cinco… No sólo el Estado, era la economía en general que funcionaba. Por ejemplo, con el Ahora 12, venían historiadores, docentes, estudiantes, compraban un montón de libros y pagaban por mes. Hoy no sabés si al otro día vas a tener laburo. La cultura, sobre todo, está en el “subsuelo de la patria sublevada”, como decía Scalabrini. Lo primero que uno prescinde es lo recreativo, ir al cine, al teatro, al fútbol. O comprar un libro. No vas a dejar de comer por comprar un libro.

lunes, 14 de abril de 2025

El SPET calienta los motores para 2025

En su primera actividad del año, el Seminario Permanente de Estudios de Traducción (SPET) propone una jornada, con la traductora Micaela van Muylem, dedicada a "Literatura multilingüe, traducción y activismo".

La sesión se llevará a cabo el miércoles 23 de abril a las 18.30, en el aula Lapacó (ex 400) del IES en Lenguas Vivas “Juan R. Fernández”, Carlos Pellegrini 1515. También se podrá participar por videoconferencia, en el siguiente link: https://meet.google.com/xwx-qidp-wvg. Les agradecemos que confirmen asistencia.

Micaela van Muylem
es Doctora en Letras por la Universidad Nacional de Córdoba y se ha especializado en traducción literaria en Alemania, Bélgica y los Países Bajos. Traduce poesía, teatro, narrativa y literatura infantil y juvenil del neerlandés y del alemán para editoriales y compañías teatrales argentinas y extranjeras. Es profesora titular de las cátedras de Literatura de Habla Alemana y de Traducción Literaria en la Facultad de Lenguas, UNC. Su investigación se centra en poesía y teatro contemporáneos y su traducción, actualmente dirige el proyecto de investigación “Texto, imagen y traducción: literatura de habla alemana y neerlandesa del siglo XXI” (FL UNC).

Lecturas sugeridas

Torres, Marie-Hélène Catherine (2017). “Por que e como pesquisar a tradução comentada?”. En: de Freitas, Luana Ferreira / Marie-Hélène Catherine Torres / Walter Carlos Costa (orgs.). Literatura Traduzida. Tradução comentada e comentários de tradução. Volume dois. Fortaleza: Substânsia, p. 15-35. Disponible en: http://repositorio.ufc.br/handle/riufc/40930.

Wolf, Uljana (2024). “Bring your own Blendling (o “Traete tu propio blending”)”. Trad. de Micaela van Muylem, con la colaboración de Camila Fernández. Revisión de Natalia Lobo. En: van Muylem, Micaela / Natalia Lobo (comp.). Alzar la voz. Reflexiones sobre traducción literaria. Córdoba: Ed. de la Facultad de Lenguas, UNC, pp. 99-135. Disponible en: https://editoriales.facultades.unc.edu.ar/index.php/edfl/catalog/book/83.

viernes, 11 de abril de 2025

Miguel Montezanti presenta dos libros de sonetos del Renacimiento inglés en la librería El Jaúl

 

Quienes siguen el blog del Club de Traductores Literarios de Buenos Aires, saben que Miguel Montezanti, a lo largo de los años, ha sido una presencia permanente, ya sea con sus dos traducciones de los sonetos de William Shakespeare (al castellano y al castellano rioplatense), su antología de baladas anglo-escocesas de los siglos XIV a XVI y también los Cuatro cuartetos, de T. S. EliotVisitas hospitalarias, una antología de Philip LarkinExtraño encuentro, la poesía completa de Wilfred Owen. A todo ello hoy se suman sendos volúmenes de sonetos del Renacimiento inglés: el primero, Sonetos amorosos del Renacimiento inglés, que reúne Idea, de Michael Drayton, y Fidessa, de Bartholomew Griffin, y el segundo  Sonetos amorosos del Renacimiento inglés II,  que reúne traducciones de  Henry Constable (1562-1613) Samuel Daniel (1562-1619). Por este motivo, el próximo martes 15 de abril, a las 19 hs., Montezanti presentará estos dos últimos títulso en la librería El Jaúl, de Gascón 1355 (entre Honduras y Gorriti, C.A.B.A.). La reunión es con entrada libre y gratuita. Los esperamos.

jueves, 10 de abril de 2025

Una nueva versión de César Vallejo en inglés

En El Correo, de Lima, con firma de Beethoven Medina, el pasado 6 de abril se publicó una nota a propósito de la versión al inglés de Joseph Mulligan (foto) de la obra reunida de César Vallejo.

Obras de Vallejo traducidas al inglés

Joseph Mulligan, doctor en Romance Studies por la Duke University (EE.UU.), es traductor al inglés de César Vallejo e investigador de la poesía moderna de España y Latinoamérica, del liberalismo y la educación popular en el mundo hispano, así como de las expresiones vernaculares en la cultura de los siglos XIX y XX. De César Vallejo ha traducido Contra el secreto profesional (Nueva York: Roof Books, 2011, 100 pp.), Escritos selectos de César Vallejo (Middletown: Wesleyan University Press, 2015, 601 pp.) y Escalas melografiadas por César Vallejo (Middletown: Wesleyan UP. 2017, 197 pp.), libro que recibimos de sus manos en el “Encuentro Internacional Vallejiano Espergesia 2024. UCV.”

Si bien es cierto la obra vallejiana ya se lee en los principales idiomas del mundo, el libro Escritos seleccionados de César Vallejo, editado por Joseph Mulligan en inglés, permite al lector evaluar la extraordinaria amplitud de la diversa obra de César Vallejo, que, además de poesía, incluye artículos de revistas y periódicos, crónicas, informes políticos, ficciones, obras de teatro, cartas y cuadernos. Es decir, Vallejo integral. Es plausible que el académico y traductor Joseph Mulligan haya seguido a César Abraham por los abismales caminos, desde Santiago de Chuco hasta las ciudades de Trujillo y Lima, y ​​de ahí a París, Madrid, Moscú y Leningrado.

Mulligan es un reconocido investigador y docente de literatura de culturas modernas de Latinoamérica. Su investigación está entre las coordenadas de la historia intelectual, la filosofía, el análisis literario y los estudios traducidos. Su enfoque académico es interdisciplinario y en línea de tiempo explora el cosmopolitismo, lo autóctono, el eje cultural y los movimientos sociales. Escritos Selectos es un tributo literario, un extraordinario homenaje en inglés a la obra multifacética de Vallejo. Además, como editor, Muligan, con criterio democrático y con esclarecedora lucidez, considera las traducciones de Clayton Eshleman, Pierre Joris, Suzanne Jill Levine, Nicole Peyrafitte, Michael Lee Rattigan, William Rowe, Eliot Weinberger y Jason Weiss.

Libro uno: 1915-1919
Escritos selectos de César Vallejo contiene nómina de traductores y se subdivide en tres libros. El primero contiene: Del Romanticismo en la poesía castellana; Introducción; Crítica del Romanticismo. De Los heraldos negros: La araña; El poeta a su amada; Heces; La copa negra; Nostalgias imperiales; Hojas de ébano; Terceto autóctono; Huaco; Idilio muerto; Ágape; La voz en el espejo; Nuestro pan; La cena miserable; Los dados eternos; Pasos lejanos y A mi hermano Miguel, entre otros poemas. Innova, además, la apreciación con artículos y crónicas de Vallejo en relación a Manuel González Prada y José María Eguren; cartas a Óscar Imaña, 29 de enero de 1918; a Óscar Imaña, 2 de agosto de 1918; a Manuel Natividad Vallejo, 2 de diciembre de 1918; Dedicatoria de un ejemplar de Los Heraldos Negros a amigos de Trujillo, julio de 1919; entre otros textos.

Libro dos: 1920-1923
De Trilce seleccionó: I. “Quién hace tanta bulla”; II. “Tiempo, tiempo”; IV. “Rechinan dos carretas contra los martillos”; VI. “El traje que vestí mañana”; XIII. “Pienso en tu sexo”; XVIII. “Oh, las cuatro paredes de la celda”; XX. “Al ras de batiente nata blindada”; XXIII. “Tahona estuosa de aquellos mis bizcochos”; XXV. “Alfan alfiles a adherirse”; XXVIII. “He almorzado solo ahora”; XXX. “Quemadura del segundo”; XXXI. “Esperanza plañe entre algodones”; XXXVI. “Pugnamos ensartamos por un ojo de aguja”; XXXVIII. “Este cristal aguarda ser sorbido”; XLII. “Esperaos. Ya os voy a narrar”; XLIV. “Este piano viaja hacia dentro”; XLV. “Me desvinculo del mar”; XLIX. “Murmurando en inquietud, cruzo”, LXI. “Esta noche desciendo del caballo”; LXIII. “Amanece lloviendo. Bien peinada”; LXV. “Madre, me voy mañana a Santiago”. De Escalas considera a Muro Noroeste, Muro Antártico, Muro Este; Muro de Doble Ancho; Alféizar; Más allá de la Vida y la Muerte; La Liberación; Cera. De Fabla salvaje: Capítulos 1; 2; 3; 4; Letras: a Óscar Imaña, 26 de octubre de 1920; a Gastón Roger, diciembre de 1920; a Antenor Orrego, 1922; a Manuel Natividad Vallejo, 16 de junio de 1923; a Carlos C. Godoy, Esq., 16 de junio de 1923; a Víctor Clemente Vallejo, 14 de julio de 1923; Artículos y Crónicas; El pájaro azul; La Rotonda. Finalmente, considera el libro tres: 1924-1928 que incluye textos poéticos y artículos, creados y difundidos en ese periodo, entre otro material bibliográfico.

Al leer Escalas y Escritos selectos de C.V. en versión de Mulligan, no solo valoramos la traducción, si no el conocimiento, comprensión y difusión de la vida de Vallejo en el plano textual, por cuanto el vate escribió prolíficamente en diversos géneros y creó un espacio poético en modos extraliterarios. Esta investigación académica sintetiza y fortalece el corpus literario con audaz traducción que corresponde al espíritu idiosincrásico del autor de Escalas, Fabla Salvaje, Trilce, entre otros libros póstumos. Es una traducción e interpretación fundamental para la comunicación en inglés y suma a la integración de todas las culturas del mundo.