martes, 13 de mayo de 2025

La Feria es lo que es y no hay que hacerse mala sangre: cumple una pequeña cuota de cultura y otra mayor de negocios y entretenimiento

Llegada la hora de los resúmenes sobre la Feria del Libro de Buenos Aires, que concluyó ayer, Daniel Gigena publicó el suyo en el diario La Nación, de Buenos Aires, el pasado 11 de mayo. Ésta fue la bajada: "La 49ª Feria Internacional del Libro de Buenos Aires se despide con un saldo positivo para la Fundación El Libro (FEL), que notificó haber superado en sus 19 días el millón de asistentes, es decir, un 10% más que el año pasado. 'La Feria fue de menor a mayor`, resumió con buen criterio un editor. Respecto de las ventas, el balance es mejor que la edición 2024 para varios expositores (los grandes grupos comunicaron un aumento en las ventas del 25%); peor para otros (los sellos independientes agrupados en stands colectivos informaron caídas del 30%) e incluso superior a 2023 para un tercer grupo".

Feria del Libro: más público en La Rural para una edición que fue de menor a mayor
 
A la vez que se notó la ausencia del sector público (no hubo stands de las secretarías de Educación, Cultura y Ciencia y Tecnología y el Banco Nación), la compra de los bibliotecarios de la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (Conabip) ayudó a acomodar los números este último fin de semana. El organismo, que depende de la Secretaría de Cultura de la Nación, invirtió $ 1.518.880.000, monto que había anunciado el secretario Leonardo Cifelli en el discurso del acto inaugural, donde fue abucheado por algunos invitados.

Un debate con distintas posturas
El clima de grieta entre progresistas y antiprogresistas imperó en el debate de cierre sobre libertad y censura este domingo en la Sala Victoria Ocampo, coordinado por Marisol Alonso y Gabriela Saidon, y moderado por Hinde Pomeraniec. Participaron las escritoras Claudia Piñeiro y Dolores Reyes, los escritores Tomás Abraham y Marcelo Birmajer, y también la concurrencia, con aplausos, comentarios y reproches. Los ataques a periodistas del presidente Javier Milei y sus simpatizantes libertarios recibieron la condena unánime del panel.

Birmajer recordó episodios de censura estatal y “paraestatal” durante el kirchnerismo y lamentó que el progresismo no se hubiera expresado al respecto, en su momento. Dijo que en la actualidad se vivía una “guerra mundial entre el fundamentalismo islámico y las democracias liberales” y que, si bien coincidía con ciertas políticas del mileísmo, le parecía “inaceptable” la persecución contra periodistas y escritores por la vía judicial y digital. “En el caso del Presidente tiene una gravedad ineludible”, sostuvo.

“Nada conecta tanto con la libertad y con sus bordes como la literatura”, expresó Reyes a su turno. A continuación, tras citar casos de escritores censurados y perseguidos durante la dictadura militar, como Antonio Di Benedetto, le dijo a Birmajer que no se podía hablar de igualdad en un país como la Argentina, con un alto índice de femicidios. Y admitió que, por el acoso en redes, había comenzado a autocensurarse.

Piñeiro destacó que la censura, hoy, se ejercía en forma indirecta, aunque no por eso menos violenta, y recordó el episodio encabezado por la vicepresidenta Victoria Villarruel, que había calificado de “degradantes e inmorales” novelas de autoras argentinas. “No se prohíben libros como en la dictadura”, admitió, pero indicó que se divulgaban fake news, se hacían denuncias judiciales y se amenazaba a las autoras en redes sociales. “De las redes a la realidad se pasa bastante rápido”, advirtió y recalcó que el Presidente avalaba las amenazas. Le recomendó a Birmajer evitar el término woke como sinónimo de progresismo. “¿Quiénes lo usan? Elon Musk, Donald Trump y Milei", dijo.

“No veo un problema de censura en nuestra sociedad, decimos lo que queremos cuando y donde queremos”, sostuvo Abraham, que cuestionó las premisas de sus colegas desde el comienzo. También alertó sobre el “poder cultural” de artistas, científicos, escritores, periodistas e incluso influencers que cometían “cancelaciones”, “ninguneos” y “cazas de brujas” (con apoyo del Estado, apuntó). “En dictaduras se apresa y se mata; en democracia se cancela, no solo a los contemporáneos sino también obras del pasado”, prosiguió. A Birmajer le contestó que no había guerras, sino, lisa y llanamente, “destrucción de humanidad” y que, además del fundamentalismo islámico, existía el fundamentalismo judío. Más adelante, definió a Milei como “un papanatas” y remarcó que a quien había que temer en verdad era a su hermana, Karina.

Abraham -protagonista del debate- agregó que había que dejar atrás el pasado, en referencia a los años setenta. “No queremos salir del hoyo, queremos estar siempre ahí, no nos queremos olvidar de los Falcon verde -se lamentó-. Vamos para adelante algún día. Hay que pelear por un mundo mejor, no por un país viejo”.

Antes del debate, la escritora y filósofa Tamara Tenenbaum presentó con la periodista Malena Rey y la escritora María Gainza su premiado ensayo Un millón de cuartos propios. Ensayo sobre un tiempo ajeno (Paidós), en la Sala Julio Cortázar. Gainza, que leyó un escrito, definió a Tenenbaum como “una ensayista brillante, la mejor de su generación”. Tenenbaum contó que lo había escrito a partir de notas de traducción de Un cuarto propio, de la británica Virginia Woolf. “Es un homenaje, un cover”.

Cuestión de caja
Todos los expositores consultados por La Nación coincidieron en que los días de mayor afluencia de público -y de ventas- habían sido los del fin de semana “extralargo” (del 1° al 3, porque el domingo decayó) y del 9 al 11. “Las jornadas de la Conabip fueron clave para las editoriales”, dijo Valeria Fernández Naya, de Penguin Random House. Los libros más vendidos del grupo fueron novedades literarias de autores locales: La muerte ajena, de Piñeiro; El buen mal, de Samanta Schweblin, y Demasiado lejos, de Eduardo Sacheri, además de las novelas de la Nobel de Literatura Han Kang.

El Grupo Planeta también informó un 25% por ciento más de ventas que en 2024. Los títulos más vendidos -además de la historieta El Eternauta, que picó en punta con el estreno de la serie- fueron Recetas para vivir mejor, de Daniel López Rosetti; Alas de sangre, de Rebecca Yarros; Por si un día volvemos, de María Dueñas; La felicidad, de Gabriel Rolón, y La traición de mi lengua, de Camila Sosa Villada.

Benjamín Angeloni, gerente comercial de Riverside, declaró que habían vendido un 26% más de ejemplares que en 2024. “Y vamos a terminar casi un 10% arriba del 2023 -indicó-. El crecimiento no es homogéneo en todos los sellos que representamos, pero superamos ampliamente las expectativas de esta edición”. Los best sellers indiscutidos fueron La llamada, de Leila Guerriero (que obtuvo el Premio de la Crítica), y Palabras semilla, de Magela De Marco.

“La rentabilidad no es la misma de otros años, ya que aumentamos menos que la inflación”, indicó el responsable del stand de la distribuidora Waldhuter, con referencia a los precios de los libros, que están elevados no solo para los que viven en la Argentina. En Waldhuter se vendió un 40% más de ejemplares que en 2024 y el best seller fue Síndrome 1933, de Seigmund Ginzberg.

“Las ventas están un 6% arriba que el año pasado, pero los costos del stand superaron el 25%, o sea que la utilidad será notoriamente inferior a la del año pasado”, calculó Guido Indij, de Asunto Impreso.

Los títulos de Trini Vergara Ediciones también se vendieron un 40% más, en parte gracias a la “avalancha” de la Conabip y del público el último fin de semana. “En el mundo del libro no hay nada más poderoso que el famoso boca a boca -dijo Vergara-. Por más que vengan gobiernos que crean que la cultura no importa, en nuestro país hay una fuerza, un amor por el libro; no es un privilegio, es parte de la vida diaria”.

Los stands colectivos de Tinta Limón, La Coop y Todo Libro Es Político informaron una caída en las ventas del 30%. “Para algunas editoriales, fue la peor Feria en años”, afirmó Marcos Almada, de Alto Pogo. Los sellos agrupados en el stand colectivo Reunión comunicaron un repunte en las ventas del 20%.

Mientras que Eudeba declaró un aumento en las ventas del 15% y Siglo XXI, un 22%, Prometeo sorprendió con un 35% arriba. “Se movió bien todo el catálogo -dijo Raúl Carioli-. El precio promedio en nuestro stand es de $ 23.000 y eso ayuda. En un contexto de fuerte ajuste a los sectores de la cultura, académicos y sectores medios, esta feria es una gema a la que hay que cuidar, no solo porque no hay algo parecido en otro país, sino porque ha demostrado que con el paso de los años se ha consolidado como un referente de independencia, racionalidad, inteligencia y espíritu democrático”.

La presencia de Riad como ciudad invitada pasará a la historia por la inversión de medio millón de dólares en su comitiva y un megastand donde los visitantes bebieron café dorado y saborearon dátiles, a la vez que “aturdieron” a los demás expositores con performances musicales. La presencia literaria fue escasa, aunque hubo conferencias en el auditorio y se exhibieron libros en vitrinas. Es probable que en 2026 se elija un país invitado de honor en vez de una ciudad.

Celebran los organizadores
El presidente de la FEL, Christian Rainone, se mostró satisfecho con los resultados de la Feria en su primer año en el cargo. “Estamos muy felices -dijo a LA NACION-. La Feria evidencia la potencia del sector del libro y el entusiasmo de la gente por compartir experiencias culturales. En mi discurso de inauguración, me centré en la importancia de valorar nuestra tradición y en la necesidad de impulsar la innovación, y creo que todos los que la visitaron pudieron disfrutar de ese blend: los autores consagrados compartiendo espacios con los nuevos talentos; stands tradicionales conviviendo con Netflix, TikTok y Mubi; los medios de comunicación masivos junto a los canales de streaming; las pantallas de leds en todos los espacios de la muestra. Este año la Feria sumó 10% más de público que en la edición de 2024, será nuestro desafío para la edición 50° sumar más propuestas, más experiencias, más público, más innovación y contribuir así a desde la Fundación a crear más lectores y seguir fortaleciendo nuestra magnífica industria editorial".

La coordinadora de las actividades juveniles, Cristina Alemany, destacó la presencia de chicos en la Feria. “La literatura juvenil no es aburrida ni tiene temas tabú -sostuvo-. En la Tribuna Juvenil se desarrollaron 63 actividades con poesía, literatura oriental, edición, reportajes varios, se habló de El Eternauta, romance, fantasy, thriller, terror, Borges y hasta de las comedias musicales. Fue un programa amplio, como para que nadie quede afuera". Prometió un 2026 “espectacular”, en una jornada con presentaciones convocantes como las de Myriam Bregman, Gioconda Belli, Jorge Fernández Díaz, Diana Bellessi y el dúo de Liniers y Kevin Johansen en un show musical de cierre al aire libre.

lunes, 12 de mayo de 2025

Una charla con Sunme Yoon en la Feria del Libro

"En una charla que contó con un breve video grabado por la autora coreana premio Nobel de Literatura, la traductora Sunme Yoon relató cómo descubrió La vegetariana y el impacto que le produjo para impulsar su edición en América latina." Tal es la bajada de la nota publicada por InfoBAE, el pasado 10 de mayo.

La mujer que llevó a Han Kang al español contó su inspiradora historia en la Feria del Libro

“Conecté con la protagonista de La vegetariana como si me hablara a mí”. Así recordó la traductora coreano-argentina Sunme Yoon el impacto que le produjo la (ahora) famosa obra de la escritora premio Nobel, durante la charla Han Kang, el viaje del coreano al español realizada el viernes por la tarde en la Sala Carlos Gorostiza de la Feria del Libro.

Ese fue el instante en que descubrió una novela que cambiaría su carrera y, quizás, la recepción de la literatura coreana en el mundo hispano. Era 2010. La obra todavía no estaba disponible en español y Sunme Yoon leyó una edición en japonés. Lo que siguió fue un proceso de inmersión, reconocimiento y traducción que acercó por primera vez la voz de Kang al lector latinoamericano.

Durante la charla, la mismísima premio Nobel se hizo presente en la conversación. Durante poco más de un minuto, Han Kang envió un saludo íntimo a sus lectores argentinos: recordó su visita a la Feria del Libro hace doce años, cuando presentó La vegetariana, en la primera traducción al español de su obra. En tono pausado, expresó la calidez con la que fue recibida entonces y la conexión duradera que mantiene con Argentina a través de sus libros. Según Sunme Yoon, la autora envió el video con la condición de que no fuera difundido por redes ni medios.

La vegetariana, un hallazgo

La novela La vegetariana le llegó en un momento inesperado, según contó la traductora. En sus palabras: “Conecté profundamente con la protagonista, cuya decisión de dejar de comer carne desata una espiral trágica”. La fuerza simbólica del relato, su estructura inusual y su lenguaje contenido, pero inquietante, la impulsaron a traducirla al español sin dudar. No se trataba solo de una traducción literaria; era un acto de mediación cultural.

En 2012, la editorial Bajo la luna publicó esa primera versión en español. En el mundo de habla hispana, Han Kang era una completa desconocida. Pero la edición tuvo una recepción entusiasta, sobre todo entre lectoras jóvenes y editoras sensibles a nuevas voces asiáticas. “Era una historia difícil de explicar, pero fácil de sentir”, comentó Yoon. La violencia contenida, el conflicto íntimo, el cuerpo como campo de batalla: elementos que resonaban más allá de Corea del Sur.

La Feria que lo cambió todo

Años después, Han Kang visitó Argentina para participar de la Feria del Libro de Buenos Aires. “El auditorio estaba lleno, con un público sorprendentemente informado y emocionado por preguntarle sobre su obra”, describió Sunme Yoon. Fue un momento revelador tanto para la autora como para la traductora. “Han Kang me buscó después para agradecerme. Me dijo que no esperaba semejante recepción. Estaba emocionada”.

Ese contacto marcó el inicio de una relación de respeto mutuo entre escritora y traductora. Sunme Yoon continuó traduciendo su obra con delicadeza y compromiso. A La vegetariana siguieron Actos humanos, Blanco y, más recientemente, La clase de griego. “Han Kang es muy coherente con lo que dice y escribe. Su ética y estética están profundamente conectadas”, afirmó. Esa integridad es, según ella, lo que la hace merecedora del Premio Nobel de Literatura.

La literatura coreana ante el mundo

Para Yoon, el Nobel no es solo un reconocimiento individual. Es también una oportunidad colectiva: “Es una gran puerta para que se conozcan más autores coreanos”. La literatura de su país de origen ha evolucionado enormemente desde los años ochenta. Ha dejado de estar dominada por la posguerra y los conflictos ideológicos, y ha dado paso a una multiplicidad de voces, géneros y miradas. Mujeres jóvenes, escritores queer, autores experimentales: todos conviven en un ecosistema cada vez más internacionalizado.

Sunme Yoon, que trabaja como profesora en el Instituto de Traducción Literaria de Corea, es testigo de este cambio. Forma traductores que llevan el coreano al español desde distintas partes del mundo, construyendo un puente entre culturas que ya no se define solo por la geografía. “Traducir literatura es estar yendo y viniendo entre dos mundos. Es ser exploradora y, al mismo tiempo, albañil de palabras”.

En este contexto, Han Kang representa una generación que no solo escribe desde Corea, sino que escribe para el mundo. Yoon lo supo desde aquel primer encuentro con La vegetariana. Hoy, más de una década después, su intuición se confirma en los estantes de librerías y las bibliotecas de lectores hispanohablantes que, gracias a su trabajo, descubren una literatura poderosa y transformadora.

viernes, 9 de mayo de 2025

Gracias a un grupo de investigadoras, la traducción en Uruguay tiene historia (y un portal)

La noticia, fechada el 30 de abril, proviene del sitio de la Universidad de la República, de Uruguay. Allí se habla del lanzamiento de un importante portal, motivo de trabajo de 
Leticia Hornos Weisz y Rosario Lázaro Igoa, con un equipo integrado por la  Lucía Campanella y Cecilia Torres Rippa.

Lanzamiento del portal Historia de la traducción literaria en Uruguay

El miércoles 14 de mayo a las 17:30 horas en la Biblioteca Nacional se presentará el portal Historia de la traducción literaria en Uruguay. Este portal es resultado del proyecto «150 años de traducción literaria en Uruguay (1871-2021)», desarrollado por el Centro de Lenguas Extranjeras de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, Universidad de la República (FHCE-Udelar).

El evento se realizará en el la Sala Varela de la Biblioteca Nacional (Av. 18 de Julio 1790), con entrada libre.

El portal Historia de la traducción literaria en Uruguay ofrece una base de datos abierta para consultar las obras literarias traducidas al español y publicadas en ciudades uruguayas entre 1871 y 2021. Además, brinda visualizaciones de varios fenómenos ligados a la traducción. Es resultado de la investigación CSIC I+D «150 años de traducción literaria en Uruguay (1871-2021)» (Udelar), realizada en acuerdo con la Biblioteca Nacional de Uruguay entre 2023 y 2025.

¿Cuáles son las editoriales que más traducciones han publicado? ¿Qué traductoras y traductores han sido más prolíficos? ¿De qué lenguas se traduce más en cada época? Estas y otras preguntas pueden ser respondidas ahora con este novedoso buscador, que permite indagar un total de 1424 obras de acuerdo con múltiples búsquedas: autores, títulos, lenguas de origen, traductores y otros parámetros.

El portal Historia de la traducción literaria en Uruguay busca visibilizar la traducción literaria en tanto fenómeno central de la cultura y destacar la tarea de coautoría de las y los traductores como agentes específicos del ecosistema editorial. Guiado por el acceso abierto, el portal tiene como destinatario el público en general, los actores del medio editorial y los investigadores de áreas relacionadas a los estudios de traducción, con quienes busca establecer colaboraciones.

Este portal es uno de los resultados del proyecto CSIC I+D «150 años de traducción literaria en Uruguay (1871-2021)». Este proyecto extrajo automáticamente y procesó un gran volumen de datos del catálogo de la Biblioteca Nacional de Uruguay. Por medio de la curaduría manual de los datos, construyó un panorama de larga duración de la traducción literaria en nuestro país.

En una segunda instancia, analizó los cruces entre las obras traducidas y el campo editorial, la literatura vernácula, los sistemas internacionales de intercambio y producción cultural, los programas de enseñanza y las variaciones en las lenguas fuente en diferentes periodos. Se alinea así, desde las humanidades digitales y la promoción del acceso abierto a los datos, con una tendencia de investigación internacional que trabaja a gran escala con datos masivos.

El proyecto CSIC I+D «150 años de traducción literaria en Uruguay (1871-2021)» (Udelar, 2023-2025), fue dirigido por las doctoras Leticia Hornos Weisz y Rosario Lázaro Igoa, e integrado por la Dra. Lucía Campanella y la Mag. Cecilia Torres Rippa. Tuvo la participación de especialistas en diversas áreas, como el Lic. Camilo Freire, la Lic. Ana Gilmet, así como la colaboración de Lucía Bonilla Cal, Mariel Kozynski y María Eugenia Meneses.

Radicado en el Centro de Lenguas Extranjeras de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, el proyecto obtuvo la financiación de los fondos I+D de CSIC (Proyecto I+D 22520220100017UD, Universidad de la República), durante el período 2023-2025. A su vez, contó con el apoyo de la Biblioteca Nacional de Uruguay para el acceso al Catálogo de Obras y para el hospedaje de la base de datos y el buscador en su portal web, así como de Data Uruguay para el desarrollo del portal y del buscador de traducciones.

jueves, 8 de mayo de 2025

Eduardo Actis y Erica Delgado, el pasado 23 de abril,  publicaron la entrevista que sigue con la traductora española Olivia de Miguel. Fue en la página del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España.

"Virginia Woolf es un icono, un eslogan, pero ha sido muy poco leída"

Filóloga de formación, Olivia de Miguel (Logroño, 1948) lleva cerca de cinco décadas dedicada a la traducción literaria, un oficio y una pasión que durante muchos años ha compaginado con su actividad como profesora en la Facultad de Traducción de la Universidad Pompeu Fabra. En Apasionadas preferencias. La mirada del traductor (Editorial CSIC, 2025) realiza un ejercicio de introspección para contar su relación personal e intelectual con algunos de los libros sobre los que ha trabajado: la Poesía completa de Marianne Moore, obra por la que De Miguel fue galardonada con el Premio Nacional de Traducción 2011; los Diarios de Virginia Woolf; la Autobiografía de G. K. Chesterton; y 1984, de George Orwell. Conversamos con ella a propósito de esta nueva publicación, editada en acceso abierto por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) con ocasión del Día del Libro 2025.

En tu libro no hablas tanto de la traducción literaria como un oficio o una profesión, sino más bien como una pasión. ¿Qué pasiones son las que te impulsan a traducir?
La primera pasión es la de la lectura y, si un texto me interpela directamente, también surge un deseo de apropiación: de hacerme con él, de desmontar esa urdimbre y volverla a montar utilizando mis propios materiales. En el libro no hablo desde el punto de vista profesional de la traducción porque he tenido otras profesiones –durante muchos años fui profesora de enseñanza media y luego de universidad–, de tal manera que he podido elegir siempre lo que quería traducir. La traducción era mi pasión; lo otro era mi trabajo, aunque también lo he disfrutado.

¿Se puede traducir desapasionadamente?
Yo creo que sí y seguro que hay muchos traductores que te dirían que incluso mejor, que la falta de pasión es una gran ventaja. Pero yo hablo de lo que me impulsa a traducir. Y a mí me resultaría muy difícil hacerlo sin pasión. Una profesión como la de traductora literaria exige concentración, saberes diversos y autodisciplina. Y todo eso en contraste con una pobre remuneración. Me resultaría imposible pensar que la gente lo hace si no tiene otras compensaciones.

Has traducido los Diarios de Virginia Woolf, cinco volúmenes escritos a lo largo de 26 años. ¿Desmontan estereotipos?
Muchos, pero sobre todo dos. Uno es que se trata de una autora elitista, aristocrática, que vive en una torre de marfil y no está interesada más que en lo propio. Cualquiera que lea los Diarios puede comprobar que es una mujer con una tremenda actividad física e intelectual: camina kilómetros, anda en bicicleta, escribe cientos de artículos para los periódicos y las revistas más importantes de su época, asiste a la ópera y a reuniones de intelectuales o con mujeres obreras, da conferencias, se interesa por lo que pasa y por la vida política, deja constancia de acontecimientos sociales importantes como la huelga de 1926, de la actitud de los intelectuales en las guerras mundiales o del papel de la prensa… Todo eso son testimonios de una persona que está interesada e inmersa en el mundo. Por otra parte, los diarios desmienten el cliché interesado de su fragilidad. Virginia Woolf sufrió dolores importantes, físicos y mentales, y tuvo lo que hoy los psiquiatras denominan un trastorno maníaco depresivo o bipolar. Hubo momentos muy difíciles en su vida. Pero ella es una mujer tremendamente fuerte, con capacidad para asumir eso, darle la vuelta y sacarle incluso un jugo literario. En sus diarios declara muchas veces que es profundamente feliz. Creo que esa insistencia en su fragilidad es un intento más de fragilizar a las mujeres. En este caso, a una tremendamente fuerte capaz de revitalizar la novela del siglo XX y de crear unos ensayos imprescindibles sobre la función de la literatura y las mujeres a lo largo de la historia. Una mujer que seguramente ha sido muy utilizada como eslogan, como icono, pero desde luego muy poco leída y muy poco entendida.

¿Qué desafíos representó para ti traducir una obra tan extensa?
El primero fue un desafío físico, porque me llevó cinco años, a libro por año. Son libros de más de 600 páginas cada uno, que requieren bastante investigación porque ha pasado mucho tiempo desde que se escribieron. También tuve que prestar atención a la temporalidad y la fragmentariedad. En un diario escrito a lo largo de 26 años la fragmentariedad es enorme. Una novela se escribe a lo largo de uno, dos, tres años. Uno lee el principio y puede coger el tono y ponerse a escribir en ese tono. Pero en libros escritos a lo largo de tantos años el tono va cambiando imperceptiblemente. El personaje va creciendo y tienes que reentonar constantemente. Otro factor que hay que tener en cuenta es la coherencia. En textos que se van alargando tanto en el tiempo puede ser que, lo que en un momento te parece acertado, 300 o 400 páginas más allá, no.

También has traducido la Autobiografía de Chesterton y dices que te hizo cambiar de punto de vista…
Crecí en el franquismo, es decir, en un tiempo en el que había una censura férrea. Era un prejuicio, pero desconfiabas de los autores que dejaban pasar. Chesterton tiene un protagonista que es el padre Brown y él mismo se convirtió al catolicismo cuando era ya mayor. Yo sospechaba que sería un mojigato insoportable, pero estaba muy equivocada. Y eso me encanta: que la traducción te haga resituar tus prejuicios y cambiar tus puntos de vista. Chesterton es un hombre de la middle class, un conservador con un estilo insuperable –en su maravillosa Autobiografía de 400 páginas no te enteras de ningún detalle de su vida privada, lo cual es toda una proeza–, pero disfrutaba con la confrontación. Las discusiones que tuvo con un autor como Bernard Shaw durante años son una maravilla y un ejemplo de cómo se puede disentir y, sin embargo, ser impecable y educado con el contrincante. A mí eso, en este mundo en el que vivimos hoy en día, me hace llorar de emoción. Quiero decir que el catolicismo de Chesterton no se parece en absoluto al de un autor católico de la España de la época, porque, mientras que ser católico en la España de los años 50 del pasado siglo era una cuestión de sí o sí, en la Inglaterra anglicana de los años 30 y en la clase social a la que pertenecía Chesterton ser católico significaba una rebeldía contra el establishment.

Algo parecido te sucedió al traducir 1984, de George Orwell, ¿verdad?
Orwell es otra historia. Creo que es un ejemplo de la tontería de algunos censores. Como 1984 empieza hablando del English Socialism como el reino del Gran Hermano, el censor debió de equivocarse y pensar que era uno de los suyos. No se enteró de que Orwell había sido un luchador antifranquista en la Guerra Civil ni de que era un hombre que estaba en contra de cualquier totalitarismo, fuera el fascismo, el nazismo o el comunismo. Orwell es un hito importante en mis traducciones sobre todo por la neolengua: esa reescritura constante de la historia y esa destrucción de la palabra que tanta actualidad tiene hoy en día. La neolengua de Orwell es impuesta por un poder que quiere destruir el lenguaje, estrecharlo, borrar todo lo que tiene de irregular, hacer que no sea posible el pensamiento, porque pensamos con palabras y, si no hay determinadas palabras, no hay pensamiento. Desde el punto de vista ideológico, esto es tremendo. Pero desde el punto de vista de la traducción también es increíble porque supone la reinvención de un nuevo lenguaje en español. Cuando Orwell dice que a partir de un momento las palabras de uso cotidiano serían un solo sonido staccato monosílabo, por ejemplo, runsugarcome, no puedes traducir sin entrar en una contradicción interna, porque run en español es correr, come es venir, sugar es azúcar… Evidentemente no son monosílabos, y, por tanto, no se puede simplemente traducir, sino que hay que buscar verbos y sustantivos de uso cotidiano, aunque no tengan nada que ver con el azúcar o el correr.

También has traducido, casi por empeño propio, la poesía completa de Marianne Moore, una autora que decía que no le gustaba la poesía. ¿Qué explica tu fascinación por ella?
Moore tiene un poema que dice: “A mí también me disgusta. / Al leerla, sin embargo, con absoluto desdén, uno descubre en ella, / a pesar de todo, un lugar para lo genuino”. Has visto qué reticencia, ¿no? Claro que le gusta la poesía, porque escribe desde los 17 a los 80 años non stop, pero aquí nos está diciendo qué poesía le gusta y cuál no. Está reaccionando seguramente contra dos tradiciones: la de las poetisas, las mujeres que escriben poesía amorosa y sentimental, y la tradición del siglo XIX. ¿Qué me fascina de ella? Al cabo de tantos años, me fascina casi todo. Hay una frase del poeta Randall Jarrell que dice: “lo que entiendo de ella me encanta y lo que no entiendo me gusta todavía más”. Y eso fue lo que me pasó cuando la descubrí. Pensé: “hay algo importante aquí, tienes que dar con el abracadabra”. La suya no es una poesía difícil, oscura de por sí. Es una poesía de alguien que tiene profundos sentimientos y que por eso huye de la sentimentalidad convencional y lo autobiográfico. Se protege y protege su escritura como un pangolín, uno de sus animales icónicos que da título a uno de sus libros, ese animal acorazado lleno de escamas duras que ante el peligro se hace una bola inexpugnable que nadie puede abrir. Esa imagen de la gracia física y espiritual de alguien que se oculta, que oculta sentimientos poderosos, es de las cosas que me emocionan más de ella. Por otra parte, es una poeta de una exigencia increíble. A lo largo de toda su vida poda su escritura y va eliminando lo superfluo. Y después de todos esos años nos deja una obra completa de 120 poemas con una formulación muchas veces elíptica, porque no cierra sus poemas, sino que las conclusiones quedan abiertas. Y otra cosa que me encanta es la capacidad que tiene de establecer relaciones entre fragmentos de la experiencia muy alejados entre sí y cómo los relaciona para darles un nuevo valor, un nuevo sentido.

Aunque su poesía no era autobiográfica, si lo hubiera sido quizás habría resultado interesante…
Seguramente. Ella era también un personaje muy curioso. Por ejemplo, era admiradora de Mohamed Alí, el boxeador. Los dos tienen una foto maravillosa en un restaurante de Manhattan: ella chiquitina, aunque con un sombrero de charol impresionante, al lado de él, un peso pesado. Es muy gracioso verlos juntos... Adoraba la precisión de los atletas y los deportistas. Le encantaba esa precisión en el golpe, en el movimiento del brazo, en lo que fuera, y que no hubiera nada superfluo, igual que en su poesía. También era amante del béisbol. A sus 80 años, los Brooklyn Dodgers la invitaron a hacer el saque de honor. Es un personaje fascinante.

A la hora de traducir poesía, ¿cómo encuentras el equilibrio entre la forma y el sentido preciso de las palabras?
Creo que el fondo es la forma. La palabra poética es fondo y forma. Pero entiendo lo que me quieres decir… Moore no se somete a unas formas poéticas previas. Lo que hace es crear su propia estrofa con unas pautas que ella se marca y después escribir las otras estrofas sometiéndose a la creación de la primera. Cuando le preguntaron si planificaba su estrofa, ella, que tenía formación científica y era bióloga, dijo: “no, las palabras se van uniendo como cromosomas hasta formar un ente vivo”. Seguramente eso me ha liberado mucho, porque no me ha hecho someterme a unas formas previamente fijadas en la tradición. Esa forma orgánica de los poemas en la que todo se ensambla, esa adjetivación prenombre del inglés, en ella alcanza unas proporciones que te las ves y te las deseas para organizar el texto. Pero la suya es una poesía muy filosófica, donde la organización del discurso y lo visual es mucho más importante que lo fónico.

¿Cuál es el papel del traductor? En el libro dices que no inventa pero escribe. Sin embargo, ¿no sería más justo decir que reescribe? Es más, en ese ejercicio, ¿no está condenado a traicionar de alguna forma el texto original?
Veo una carga moral importante en tu pregunta: los condenados, la traición… Habría que preguntarse: ¿traición a quién o a qué? No hay un sentido original, como no hay un pecado original. Babel es una metáfora, un mito. Todos los textos son traducciones de otros. El amor, la traición, el asesinato: todos los temas están ya escritos. Lo que pasa es que cada autor los formula de un modo distinto y esa formulación es a lo que el traductor debe estar atento. El traductor tiene que ser en primer lugar un lector: el lector por antonomasia. No puede ser un lector ingenuo, sino que tiene que ser preciso, minucioso e informado; y leer el texto con conciencia de que ahí hay interferencias, relaciones con otros textos. Pero a partir de ahí… ¿Tú has oído que se tilde de traidor a un músico que interpreta una obra de Bach, Beethoven o Mozart? ¿O a un director de teatro que hace una intervención drástica para traer a Hamlet al siglo XXI? El traductor está ahí, con su bagaje cultural, su interpretación de la realidad, su idiolecto y sus palabras. No es un actor invisible, es un actor. Y en el cruce entre el libro y ese intérprete, en ese punto de fusión, es donde se produce el sentido, porque nos podríamos preguntar qué es una obra que está en un cajón metida y que nadie lee. ¿Existe como tal o existe desde el momento en que unos ojos y una cabeza la leen y la interpretan?

Dices que para traducir literatura lo más importante es identificar la mirada del autor. ¿Cómo se hace eso?
Me refiero a que no podemos traducir desde hoy, desde nuestra mentalidad y nuestro lenguaje actual, sin tener en cuenta cuál es la mirada del autor. Es decir, dónde se sitúa, desde que perspectiva mira el mundo, las ideas, el género… Por ejemplo, he visto algunas traducciones de Virginia Woolf en las que se tienen en cuenta cuestiones sobre el género y el lenguaje que no son para nada las suyas, que son anacrónicas. Tenemos que situarnos en la mirada del autor. ¿Quién es? ¿Dónde se coloca? ¿En qué tradición se incluye? ¿Desde qué ángulo mira el mundo? En esa intersección, en esa unión entre la mirada del traductor y la mirada del autor es donde nace la obra traducida.

¿Cómo saber que se ha entendido realmente lo que el autor quería?
Tienes que arriesgar, como siempre. Una nunca está segura del todo, lo que pasa es que estás más seguro cuanto más investigas sobre el tema. Hay una anécdota que cuento en el libro que es muy graciosa. Virginia Woolf al final de su vida habla de los chicos que estudiaban en Cambridge antes de la Primera Guerra Mundial, muchos de ellos una panda de señoritingos que se dedicaban a gastar bromas pesadas. Bueno, pues como habían muerto en la guerra los habían ascendido a los altares como héroes caídos, pero ella cuenta, por ejemplo, que se dedicaban a llevar a los oficios religiosos de la universidad bath chairs llenas de ratas que luego soltaban. Por más vueltas que le daba, yo no podía entender cómo podían meter ratas en una silla de baño y llevarla de un sitio a otro. Finalmente, un amigo exalumno de Cambridge, ya muy mayor, me dijo que no eran sillas de baño sino sillas de Bath, una ciudad de balnearios. Allí había unas sillas en las que se transportaba a las personas mayores o con problemas de movilidad que iban a tomar las aguas. Y esas sillas tenían una especie de capota para cubrir las piernas. Entonces, lo que llevaban a los servicios religiosos eran esas sillas y metían las ratas en la capota. Siempre va a haber un lugar para la incertidumbre, pero tu interpretación ha de tener una base sólida, que puedas decir se non è vero è ben trovato. Claro que te puedes equivocar –estoy segura de que en todas las traducciones hay errores–, pero es mal difícil que los errores sucedan si hay una base previa de investigación.

¿Es posible enseñar a traducir?
Como todo en la vida, hay cosas que se pueden enseñar y otras que no. Yo creo que se puede enseñar a leer como un traductor. Es decir, a leer con ojo láser, que diría yo. No puedes hacer una lectura ingenua y decir: “ay, no sé por qué el autor dice esto”. Tienes que averiguarlo, investigar hasta que lo entiendas. También se puede enseñar todo lo que tiene la traducción de lingüístico: a escribir bien, a puntuar, a ser correcto en la sintaxis, etcétera. Pero hay unas cualidades que, si no están en el individuo aunque sea de forma muy embrionaria, no se pueden enseñar. Yo procedo de la filología inglesa, pero no he tenido formación como traductora. He tenido que meter la pata para darme cuenta de dónde estaba el error. A los traductores más jóvenes que pasan por una formación se les ahorra todo ese trabajo.

¿Qué autor o autora que no has traducido hasta el momento te gustaría traducir?
Me gustaría mucho traducir a un par de poetas irlandeses: Patrick Kavanagh y Eavan Boland. Y a una poeta norteamericana que es en parte heredera de Moore: Elizabeth Bishop. Hay traducciones, pero me gustaría hacer mi propia versión. También a Louise Bogan, otra poeta norteamericana. Y, por supuesto, me encantaría seguir con las cartas de Woolf y Moore, que tienen unas correspondencias fabulosas, y con sus ensayos. Cada vez me apetece más poesía y ensayo que novela. Pero, en fin, el tiempo es limitado…

miércoles, 7 de mayo de 2025

"Hay que capturar TikTok, no competir"

El pasado 3 de mayo, Alma E. Muñoz y Alonso Urrutia publicaron una nota, en las páginas culturales del diario La Jornada, de México, a propósito de la lectura entre los jóvenes de acuerdo con el punto de vista del escritor y funcionario Paco Ignacio Taibo II, expresado en "la mañanera", esas charlas interminables que parecen ser costumbre de los políticos mexicanos.

Pérdida incalculable de lectores juveniles y adolescentes: Taibo II

Paco Ignacio Taibo II, director general del Fondo de Cultura Económica (FCE), advirtió que hay una pérdida de lectores adolescentes y juveniles incalculable, por lo cual, consideró, tenemos que apoderarnos de las estructuras mediáticas dándoles contenido, riqueza e imaginación.

Al informar que las salas de lectura ciudadana del FCE han pasado de 3 mil en 2019 a 21 mil 118 en todo el país, resaltó que contrario a un aumento de niños y adultos mayores lectores, para llegar al mundo adolescente nos hemos roto la cabeza de mil maneras.

El funcionario refirió que existe un fenómeno de pérdida de lectura en el mundo adolescente ante ciertas formas de diversión más sencillas, más gratificantes en lo inmediato, menos profundas, más superficiales, en referencia, entre otros, al celular y las plataformas sociales. En esa pérdida, incluyó a estudiantes de enseñanza media y superior.

Frente a la problemática, planteó: hay que capturar TikTok, no competir. Yo hago TikTok y leo manga, y no por eso he perdido mi capacidad para contarles durante una hora quién era Leonardo da Vinci, sostuvo.

Nuevo lanzamiento

Ayer en la mañanera del pueblo, el escritor anticipó que hacia finales de año lanzarán de manera simultánea en América Latina la colección 25 para el 25, con el propósito de regalar 2 millones 500 mil libros a jóvenes y adolescentes de México, Argentina, Colombia, Cuba, Venezuela, Chile, Paraguay, Honduras y Guatemala, con el fin de que descubran el placer de leer.

Será, añadió, el proyecto más grande de fomento a la lectura. Incluirá textos de Gabriel García Márquez, Mario Benedetti, Eduardo Galeano, y con una presencia muy importante de autoras mexicanas, como Adela Fernández, o la gran premio de poesía, la colombiana Piedad Bonnett.

Insistió que la traba está en el mundo adolescente. Pregunta a los que ves usando el telefonito todo el día. El signo es: si tienen los dedos gordos afilados, quiere decir que leen poco.

No obstante, aclaró que no es un problema de confrontación entre formas de diversión, porque eso es un error. En la lógica de impulsar, tienes que competir con la música, con los telefonitos y la comunicación instantánea, aseguró.

Taibo II también compartió que han dado conferencias a niños que fueron deportados sin sus padres en un centro habitacional con escuela en Mexicali, Baja California.

Hablamos sobre ser libres, ver al libro como una manera de libertad, narró, y en una ocasión se fugaron 13, con lo cual éramos responsables indirectos de la fuga.

Agregó que 12 regresaron y en un año formaron el club de lectura Patitos en Libertad, con gran éxito. Han proliferado, creando relación de sustitución: salen niños, desaparecen, se unen a sus padres, encuentran su destino y llegan nuevos niños.

El escritor aseguró que tarde o temprano tenemos que ir hacia una gran campaña de fomento a la lectura, usando todo el poder de los medios, y cuando lleguemos a ese momento, añadió, la batalla es hacia otros lados, hacia padres y formas autoritarias de imponer la lectura.

Informó que esta semana inauguraron clubes de lectura en reclusorios de alta seguridad y en el programa Sembradoras.

La presidenta Claudia Sheinbaum Pardo compartió que sus libros favoritos son Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez, y La estructura de las revoluciones científicas, de Thomas Kuhn. Mientras Paco Ignacio Taibo II compartió que su preferido es Espartaco, de Howard Fast.

martes, 6 de mayo de 2025

Exceso de argentinidad e imposible traducción

 

La escena representa una partida de truco en la adaptación cinematográfica de El Eternauta, la historieta de Héctor Oesterheld y Solano López. 

Uno de los personajes dice: "Eh, ¿se largolla o está relampajeando?". Otro responde, "Sí, va a llovergar". E interviene un tecero y dice "Y yo sabía que dejé el paraguasca arriba de la repija".

No es un diálogo brillante, claro. De hecho, en la ficción, produce la indignación de Ricardo Darín, que trata a sus amigos de idiotas. 

Pero lo que sí es claro es que, dado el alcance de la producción de Netflix, seguramente va a traer problemas de comprensión en otras provincias de la lengua castellana, para no hablar de los inconvenientes que les va a suponer a los traductores a otros idiomas. 

De hecho, ésta es la versión lavada al inglés que propone Netflix:

Con todo, varios usuarios traductores de la cuenta de X, donde se reprodujeron estas imágenes, intentaron soluciones. El problema es que, más allá de la felicidad con que algunos lograron mimar el gesto, el resultado para los hablantes de otras lenguas resulta un galimatías. Se trata de un caso en que no se debe traducir palabras, sino, fundamentalmente, una cultura. Y a veces no se puede.

lunes, 5 de mayo de 2025

Próxima actividad del Club de Traductores Literarios de Buenos Aires en la librería El Jaúl

    
Julie Tirard (Aubagne, Francia,1990)  es autora de varias obras de teatro, entre ellas Jusqu’à ce que le mur tien (2025) y La chouette Le cri (2026) y de una colección de poemas, Comme un univers mort / lointain / et toujours lumineux ( 2025). También traduce del inglés, alemán y castellano a autores como Julia Haenni, Alice Notley y Juana Bignozzi. Vive en Alemania, en Leipzig.