El
20 de septiembre pasado, Rafael Miranda
Bello publicó en Excelsior, de México, la siguiente entrevista con José Luis Amores, fundador, editor y
traductor de una apuesta editorial independiente española.
Fogonazos de Pálido Fuego
CIUDAD
DE MÉXICO, 20 de septiembre.- En noviembre de 2012, ante una creciente y ávida
expectativa de los lectores interesados en la literatura contemporánea, la
editorial Pálido Fuego lanzaba su primer embate editorial desde la provincia de
Málaga, España. El título de dicho libro era nada menos que Conversaciones con David Foster Wallace, “una novela
encubierta” —como señalara Juan Francisco Ferré—, en la que se reunían las
mejores veinte entrevistas que diera en su vida el impresionante escritor
estadunidense.
Pero
los cañones de su artillería apenas empezaban a caldearse y dos meses después,
en enero de 2013, la editorial volvía al ataque con La escoba del sistema, primera y gran novela del
mencionado Foster Wallace, y aunque Pálido Fuego parecía alzarse con una
victoria rotunda, continuaron llegando a intervalos bombazos de calidad
indiscutible —Magma, de Lars Iyer; Todo va bien, de
Socrates Adams; o Standards, de
Germán Sierra, entre otros—, que no han dado tregua a los lectores, y han
ocasionado una serie de contragolpes en medios impresos o prestigiososblogs de
literatura, desde donde célebres camaradas del ejercicio literario —Enrique
Vila-Matas, Javier Avilés, Rodrigo Fresán y Kiko Amat, por mencionar algunos—
entregaron informes aliados para reforzar la indiscutible potencia de la
editorial.
Ahora,
guarecido en algún sitio en el que se detiene a mitad de la contienda, José
Luis Amores, el fundador, editor y traductor de Pálido Fuego, nos concede una
entrevista en la que describe el emocionante panorama editorial en el que
parece moverse como un combatiente veterano y anuncia las andanadas literarias
que están por venir del otro lado del Océano Atlántico.
–¿A qué dedicabas tus días antes del nacimiento de Pálido Fuego?
–Someramente,
soy economista de profesión y durante un cuarto de siglo he trabajado para
numerosos gobiernos municipales españoles, y como consultor tributario para
empresas privadas.
–¿Por qué y cómo fue que decides arriesgarte a la creación de una editorial?
–Más
que nada lo que quería era ver publicadas en español obras extranjeras inéditas
en mi idioma materno que había ido leyendo a lo largo de mi vida. Obras
importantes que por uno u otro motivo no habían logrado hacerse un hueco en el
mercado hispano, la mayoría por meras razones económicas: eran difíciles de
traducir, o caras de imprimir, o demasiado cultas y, en fin, ya sabes…
–¿La elección del nombre fue debido simplemente a la sonoridad, o hay
alguna declaración de intenciones relacionada con la novela de Nabokov?
–Totalmente,
por ambos motivos. Tanto por la belleza de la esdrújula castellana que se forma
con la unión de las dos palabras, como por la novela de Nabokov. Además había
leído el Timón de Atenas, de
William Shakespeare y descubierto el porqué de la apropiación tan posmoderna de
una expresión shakesperiana por parte del ruso para el título de su libro. Todo
ello me pareció redondo.
–Al consolidar un proyecto que diriges y en el
que además de ocuparte
como editor asumes la compleja tarea de la
traducción, ¿qué experiencias te ha dejado la decisión de
involucrarte en los tres frentes?
–El
trabajo a tres bandas es, como puedes imaginar, agotador y en ocasiones un
tanto esquizofrénico. Lees, o seleccionas de lo ya leído, haces algún cálculo,
negocias con agentes literarios y luego te pones a traducir, y todavía después
has de convencer a libreros de las bondades de un producto que has vuelto a
parir casi por completo después de que otro —el autor— ya lo pariese en origen.
Es muy emocionante y al mismo tiempo altamente satisfactorio. Publicas sólo lo
que de verdad crees que merece la pena y por eso eres capaz de vértelas a solas
en un proceso verdaderamente prolongado. Y sólo tienes un jefe, el lector, y no
varios como en la mayoría de los empleos, digamos, normales.
–¿Qué destacarías de entre todo lo
ocurrido en estos dos años de
existencia de la editorial?
existencia de la editorial?
–Ha
habido varios momentos importantes. El nacimiento con la publicación de Conversaciones con David Foster Wallace, libro cuya
publicación en EU le pasó desapercibida a la industria editorial hispana y que
ha sido todo un éxito. La publicación de La escoba del sistema, primera novela de Wallace que
es nuestro best-seller y,
de alguna manera, la precursora de la idea de montar la editorial. Ver
publicado un libro como Mi primo, mi gastroenterólogo, de Mark Leyner, de una
importancia capital para entender el paso de la literatura posmoderna al afterpop que
ha acabado por inundar todo tipo de entretenimiento narrativo. Y las tres joyas
publicadas últimamente: Historias del arcoíris, de William T. Vollmann; La casa de hojas, de Mark Danielewski, y Una singularidad desnuda, de Sergio de la Pava. La respuesta de los
lectores a todos estos libros ha sido fenomenal y no me cabe señalar nada más
destacado.
–¿Crees que ha cambiado el panorama editorial en el que surgió Pálido
Fuego y de ser así, cuáles son las diferencias más notables que hay en la actualidad?
–La
crisis económica, al menos en España, ha diezmado el mercado editorial, si bien
nosotros nacimos en plena debacle y no hemos conocido, como suele decirse,
“tiempos mejores” sino todo lo contrario. No obstante, hace un par de años,
cuando en verano leía Una singularidad desnuda en la playa por puro placer, sin tener
en mente su publicación en español, veía a más compañeros de lectura
diseminados acá o allá sobre la arena. Hoy puedo decir que ese panorama ha
cambiado por completo: es difícil tropezarse con personas que lean en público.
La comunicación “veinticuatro horas al día” vía móvil o celular ha desplazado
la lectura como entretenimiento solitario en transportes públicos, almuerzos en
parques o tomando el sol en la playa. Nos quejamos de la situación económica,
que “dificulta” el acceso a la lectura porque los libros cuestan dinero. Sin
embargo, compruebo que la gente se gasta en media borrachera más de lo que
cuestan los ensayos completos de Montaigne. De manera que, por todos estos
motivos, el panorama editorial ha adelgazado bastante, o engordado, según se
mire: cierran pequeñas, medianas que se hunden o son absorbidas por grandes que
a su vez se fusionan con otras grandes para crear elefantes; hay movimientos millonarios en agencias
literarias, escisiones o spin-offs, la autopublicación ha dejado de ser un
fenómeno estrafalario para convertirse en una realidad ubicua; el cierre masivo
de medios de comunicación ha dejado sin sustento a miles de escritores y
obligado a reconversiones que nos dejarán sin muchos buenos narradores; y
además cada día que pasa se lee menos y se pierde más el tiempo. No cabe imaginar un
panorama más emocionante.
–Con siete autores estadunidenses en el catálogo y sólo Germán Sierra del
lado de la lengua española, ¿cómo han sido escogidos los títulos publicados
por la editorial?
lado de la lengua española, ¿cómo han sido escogidos los títulos publicados
por la editorial?
–Como
digo, la selección viene en gran parte de lecturas antiguas. Sigo por supuesto
leyendo, más que nunca en realidad, y por fortuna no dejo de encontrarme por el
camino con obras que piden a gritos ser publicadas en el mundo hispano. Es como
cuando vas a un sitio y su belleza te cautiva y haces una foto para publicarla
en alguna red social, pensando “Mis amigos tienen que ver esta maravilla”.
Publicar títulos extranjeros en tu idioma, de la manera en que lo hacemos
nosotros, es algo parecido: no escogemos un título por su supuesta o presunta
rentabilidad —ten por seguro que ese tipo de libros ya han sido “cazados” por
otros más grandes— sino por su calidad intrínseca y lo que pensamos puede ser
su aportación a nuestro acervo literario. Como ejemplo te diré que te
sorprendería saber la cantidad de escritores, profesionales y amateur, y de
periodistas que han comprado Conversaciones con David Foster Wallace por los valiosos consejos que contiene
para la profesión.
–Si “se empieza con los tambores para terminar con dinamita”, como
escribió Henry Miller en Trópico de Capricornio, y siendo los
primeros fogonazos de Pálido Fuego del calibre Foster Wallace, Iyer, Vollmann,
Danielewski, y más recientemente De la
Pava , ¿qué libros están por venir y cuándo estarán en México?
–Dentro
de nada copublicamos otro título de Danielewski, La espada de los cincuenta años. Y a renglón seguido The Public Burning, la gran obra maestra de Robert
Coover, el maestro de las letras norteamericanas. Ambas estarán en México este
mismo año, seguro. De hecho, Una singularidad desnuda estuvo disponible en librerías Gandhi
días antes de su salida a público en España. Y ya en 2015 publicaremos The Lost Scrapbook, de Evan Dara (imperdonable que
este libro no lo tengamos ya en español), y Dogma, de Lars Iyer, y… muchos más.
–¿Y algunos títulos que desearías ver con el sello de la editorial Pálido
Fuego en un futuro cercano?
–Podría
decirte muchos, pero esto forma más bien parte de una especie de secreto
profesional “transitorio”. Ya tuve un par de malas experiencias en el pasado
reciente por hacer públicos este tipo de deseos, por mencionar obras sin haber
llegado a concretar la compra de sus derechos en español.
–¿Qué libros has leído recientemente y a qué
libro o autor tienes en la mira
para próximas lecturas?
para próximas lecturas?
–Últimamente
he leído mucho a Stephen Dixon, por ejemplo, casi totalmente inédito en español
hasta hace nada. No lo conocía y me lo recomendó Germán Sierra y he de decir
que es un grandísimo escritor, sus novelas son fenomenales. La argentina Eterna
Cadencia ha publicado hace tres o cuatro meses una antología de relatos suyos y
anuncian que publicarán más dentro de no mucho. No he leído esa antología en
concreto, pero me atrevo a recomendar a ciegas y encarecidamente su lectura. He
leído hace unos meses Teatro Grottesco, de Thomas Ligotti, un gran libro de
relatos a caballo entre la imaginación alucinada de Bruno Schulz y la escritura
obsesiva de Thomas Bernhard. Y mi próxima lectura van a ser las 700 páginas de Last Stories and Other Stories, el último libro de
William T. Vollmann, que estoy esperando me llegue a casa en cualquier momento.
–¿Y qué estás leyendo ahora?
–¿Ahora
mismo? Ahora estoy leyendo Imperial, de Vollmann, una obra muy mexicana e
infinita en más de un sentido.
–¿En qué sentido consideras que esa obra de Vollmann, en particular, es
“muy mexicana e infinita”?
–Porque Imperial para
prácticamente en México, en Mexicali para ser exactos, y el libro tiene mil 300
páginas. Infinita, por tanto, por su extensión y por tratar de una tierra que
amo sin haber llegado aún a pisarla.
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