martes, 21 de octubre de 2014

Todo bien reconcentrado, en un creciente mundo único y de mercado instantáneo

Un día después de lo que se publicó en la entrada de ayer –o sea, el pasado 12 de octubre–, el suplemento del diario madrileño El País, publicó el siguiente artículo de Carles Geli, donde se habla del mundo editorial. Agregamos, sin el menor respeto, que la nota, acaso sin quererlo, muestra cómo lo que antes era forma de vida para gente realmente culta hoy se convirtió en una porquería.

El mundo editorial se encoge

En otoño habrá en España libros publicados por Harper Collins (HC) en castellano bajo su sello, asegura a este diario Brian Murray, presidente del conglomerado editorial de Rupert Murdoch, uno de los cinco grandes de Estados Unidos. La sede estará en Madrid, aprovechando la estructura de Harlequin, líder de novela romántica. Esto es así porque Harper Collins, 16º grupo editorial del mundo, adquirió en mayo el sello a la multinacional canadiense Torstar (42)º.

La editorial de Murdoch (10.000 libros al año, catálogo digital de 200.000 obras, Twain, las Brontë, Wells o Agatha Christie publicados originalmente) añade a su imperio una docena de oficinas internacionales que ampliarán su oferta en lenguas extranjeras en Japón, Suecia, Holanda y España, ventana que le puede llevar a América Latina. “El primer año nos centraremos en mercados donde tenemos equipos: España y Brasil. Luego consideraremos expandirnos a Sudamérica”, aclara Murray.

HC anunció su estrategia en Alemania, en la 66ª Feria del Libro de Fráncfort, que acaba hoy. Pero la ofensiva de Harper Collins no es la única de los gigantes de la edición mundial, los más afectados por la contracción de la actividad. En España, Penguin Random House (nacida en julio de 2013 tras el acuerdo entre Pearson, líder mundial, y Bertelsmann, quinto en la clasificación) adquirió en marzo de este año la parte literaria de Santillana (24º). Pero es que la francesa Hachette Livre (6º), que compró Hyperion en 2013, anunció hace tres meses su intención de absorber el grupo Perseus (38º) para reforzar su filial en EE UU. Y Holtzbrinck, número dos alemán, se ha hecho con Weltbild.

La primera razón de la nueva espiral de concentraciones es porque el sector se ha estancado, como muestran las cifras de la International Publishers Association en 40 mercados. Los precios de los libros están estables desde hace años y los mercados, salvo China (crece un 9%) y buena parte de los de Sudamérica —con Brasil y su 8% de aumento a la cabeza, pero sin olvidar México (el 18º mayor) y Argentina (el 26%)— muestran crecimientos cero o negativos. En ellos está el flotador español: desde Seix Barral, Tusquets, Salamandra o Alfaguara admiten que en cinco años se ha pasado de una relación tipo siete a tres de las ventas en España y América Latina a un 50-50%, cuando no es ya claramente un 40-60%. “Hay libros de autores que salvamos por lo que venden allá”, dice una editora que prefiere el anonimato.

La otra razón que empuja a la concentración se llama Amazon, Google y Apple: el sector es consciente de que o coge músculo, o los gigantes de la distribución y la tecnología les arrollarán, aunque Stefano Mauri, presidente del tercer grupo italiano, Mauri Spagnol, recuerda que “hay otras plataformas digitales de libros; y luego la Europa continental puede ver lo que ocurre en Inglaterra sin precio fijo y tomar nota legislativa de ello”. Pero como él dice: “Un cliente de Internet está dispuesto a traicionarte por un céntimo”. Y aun así. “No sé ni si con las fusiones llegamos a tiempo: nuestras facturaciones son minúsculas al lado de lo que mueven ellos”, apunta Claudio López de Lamadrid, director de la división literaria de Penguin Random House.

Los grandes grupos quieren gestionar como sea a los grandes autores de best-sellers. El señuelo: en un creciente mundo único y de mercado instantáneo nadie puede plantearles, dicen, acuerdos globales y de marketing mejores. Hachette lo aplicó hace poco con la flamante Nobel de la Paz Malala Yousafzai. HC, con Patricia Cornwell. “Podemos ofrecer a nuestros autores ser publicados en 15 idiomas más aparte del inglés; el paso del papel al digital ofrece muchas oportunidades”, resume Murray. Un ejemplo: HC da a sus autores desde hace una semana un 10% de derechos más en las ediciones digitales si estos añaden en sus web un botón para comprar libros desde la plataforma de la editorial. “No forzamos a ningún autor o agente. Pero si estamos convencidos de la edición global, haremos ofertas para publicar en todo el mundo que reflejarán esta emoción y aceptarán”.

Los agentes literarios han notado la opresión de una estrategia “que va a más”, reconocen off the recordvarios de ellos en Madrid y Barcelona. En Inglaterra su respuesta no ha tardado: A. P. Watt, de las más antiguas del mundo (1866), se fusionó en diciembre de 2012 con United Agents (2008). En marzo de 2013 lo hacía otra institución, Curtis Brown (1899), con Conville and Walsh (2000). Clásicas y modernas, tradición y audiovisual y redes sociales. Por ahí va el acuerdo que antes de acabar el año deberían dilucidar dos superagentes más: Andy Wylie y la catalana Carmen Balcells.

“Cerrarán las boutique-agency unipersonales que han proliferado y las que dependan de un solo mercado o lengua deberán fusionarse”, dibuja Anna Soler-Pont, de la agencia Pontas, que ha colocado uno de los libros calientes de la feria: el de Milena Busquets. En su opinión, muchos autores no caerán en las trampas de los grandes grupos: “Quedarían secuestrados, nunca les harán trajes a medida y sus decisiones son lentas; además, llegan a quedarse hasta el 50% de las ventas internacionales; las agencias no pasamos del 20%”. En cualquier caso, todo bien reconcentrado.





No hay comentarios:

Publicar un comentario