Las lenguas contienen
lenguajes, y sabido es que, de acuerdo con algunos lingüistas, la lengua llamada
natural es el mejor metalenguaje, siendo que se define al metalenguaje como el
lenguaje creado para hablar de otro, o proceder a su análisis o crítica.
Un traductor, un escritor, no
necesariamente son filólogos, pero tienen una inmediata percepción, por su
práctica, del modo en que los lenguajes específicos van calando en la lengua
natural (o lengua colectiva o lengua de todos).
Esta escalada, que termina en que
muchas palabras específicas se convierten en naturales, no ha abierto la cabeza
ni deja huellas en los redactores del Diccionario
de la Real Academia Española (DRAE) casi nunca.
Se puede entrar en esta materia
casi al azar. Elegimos el término “liquidez”, propio del argot económico. Su
significado nace siendo metafórico: se trata de la capacidad de hacer líquido
algo sólido. Esto no lo dice la Real Academia, sino nosotros. Por ejemplo,
pueden hacerse líquidos los llamados activos de una empresa. Los activos son
bienes. La economía los divide sutilmente en dos categorías: los activos fijos,
que en términos generales son bienes no adquiridos con fines de venta sino de
explotación –en términos concretos son las máquinas y muebles–, y los activos
circulantes, que en síntesis son el stock
de mercaderías y los productos financieros. Activo es todo lo que una empresa
posee.
Ahora bien, para explicar qué es
liquidez en términos económicos habría que dar una somera explicación de qué es
el activo. Pero no haría falta si se recurre a la mera percepción general de
liquidez. Así, por ejemplo, el sitio Debitoor, de España (https://debitoor.es/)
define la liquidez lisa y llanamente: “La liquidez es la capacidad que tiene
una entidad para obtener dinero en efectivo y así hacer frente a sus
obligaciones a corto plazo.” Enseguida agrega: “En otras palabras, es la
facilidad con que un activo puede convertirse en dinero en efectivo”. Y la
palabra “activo” es aquí un link que remite a la definición pertinente en este
glosario, pero quien no quiera pulsarlo sabe ya qué significa liquidez... entre
otras cosas porque la propia palabra se lo dice, considerada en su aspecto
metafórico.
El diccionario del sitio El
Economista (https://www.eleconomista.es/diccionario-de-economia/liquidez)
ofrece también una definición accesible al profano: “Cualidad de una inversión,
por la cual es posible su transformación inmediata en efectivo. Para los
valores cotizados, un buen grado de liquidez significa en general elevados
volúmenes y frecuencias de contratación, y escasa diferencia entre los precios
de compra y venta. Eso significa que se pueden comprar y vender valores, de
forma instantánea, sin que el precio de la operación se vea afectado por
ausencia de contrapartidas. Para medir la liquidez de una empresa se utiliza el
ratio de liquidez, con el que se calcula la capacidad que tiene ésta para hacer
frente a sus obligaciones a corto plazo.”
Si se piensa que estos sitios y
muchos otros son para especialistas, es admirable su empeño por resultar claros
y simples.
El DRAE no se toma ese trabajo. Procede como siempre a ser parco, pero
no sintético, sino confuso y vago. Muy probablemente copiando y pegando escribe
en sus acepciones 2 y 3 de la palabra liquidez (la acepción número 1 se
refiere, claro, a lo obvio: “cualidad de líquido”):
2. f. Com. Cualidad del activo de
un banco que puede transformarse fácilmente en dinero efectivo.
3. f. Com. Relación entre el
conjunto de dinero en caja y de bienes fácilmente convertibles en dinero, y el
total del activo, de un banco u otra entidad.
Aquí, si no sabemos qué cosa son
el “activo”, vamos muertos. Pero además parecería que los redactores son
banqueros, puesto que el concepto de liquidez, como se ha visto, abarca a todas
las empresas, no sólo a los bancos. Esa totalidad de la economía queda reducido
a “u otra entidad”, por ejemplo, el club Nolting de Ciudadela, o la calesita
(carrusel) de don Genaro.
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