lunes, 14 de diciembre de 2020

Un recuerdo para la traductora Lucila Cordone


Nunca es fácil hablar de la muerte, pero sin duda es mucho más difícil cuando quien parte es una colega joven y tan querida como Lucila Cordone. Lucila era una excelente profesional, amaba la traducción y disfrutaba intensamente de enseñar a traducir. De su generosidad para transmitir su experiencia pueden dar fe todos sus alumnos. Sentía un gran respeto por lo que hacía y se comprometía para mejorar las condiciones de trabajo para todos. Precisamente, ese fue el espíritu con el que se volcó, también generosamente, durante mucho tiempo a concebir, redactar y discutir el proyecto de ley de traducción auto
ral. Ni hablar de los largos años de voluntariado dedicados junto a muchos de sus colegas más cercanos a seguir construyendo y ampliando el alcance y los objetivos de la AATI, que me atrevo a decir que era su segunda casa.

Lucila participaba en muchísimos proyectos. A mí me tocó compartir dos iniciativas importantes y controvertidas que encaramos con mucho entusiasmo: el proyecto de ley de traducción autoral y la modificación de los estatutos de AATI para incorporar como socios activos a personas que, con formación diversa, tuvieran experiencia como traductores en el campo editorial. En un plano más personal, estuve a tiro de llamada y whatsapp acompañándola a lo largo de esta dolorosa enfermedad hasta el domingo anterior a su partida.

Estoy segura de que cada uno de quienes tuvimos la suerte de conocerla y compartir momentos con Lucila, en diferentes tiempos, en diferentes proyectos y en diferentes geografías, vamos a coincidir en que ella combinaba algunas cualidades notables que, en muchos de nosotros, hasta serían antagónicas: sumamente respetuosa y a la vez firme en sus convicciones, entusiasta ya la vez muy reflexiva.

Su sonrisa y su calidez se quedarán para siempre en el recuerdo de cada uno. ¡Hasta siempre, querida Lucila!

Julia Benseñor


1 comentario:

  1. La dulce e inteligente Lu, su cercanía, su calidez y también su defensa en lo que creía era sorprendente. No la vamos a olvidar. Qué lindo texto, Julia. Abrazos

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