Si
uno lee quiénes acompañan a la RAE en la reunión sobre la que trata este artículo,
resulta evidente que la institución existe, fundamentalmente, para hacer plata.
La noticia se publicó en ABC Cultural, del diario homónimo madrileño, el pasado
3 de noviembre, con firma de Bruno Pardo
Porto. Como siempre que este blog informa sobre la RAE, dan ganas de
vomitar.
La RAE apuesta por la tecnología y los diccionarios (en plural)
Lo de la RAE, claro, es limpiar, fijar y dar esplendor. Y también hacer diccionarios (en plural). Lo dejó claro el director de la institución, Santiago Muñoz Machado, durante la reunión del patronato de la Fundación pro-RAE, presidida por el Rey y que contó con la presencia del gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, dos presidentes autonómicos (La Rioja y Castilla y León) y representantes de diferentes empresas (Banco Santander, Endesa, Telefónica…), entre otros.
Durante el acto, que se celebró en el Palacio Real de El Pardo, nada menos, el académico presentó los proyectos estratégicos y los presupuestos para 2022, un año en el que la Docta Casa intentará crecer aún más en lo digital, como nos dice Europa y llevan años haciendo allí dentro. Para eso está el proyecto Lengua Española e Inteligencia Artificial (LEIA, como la princesa de Star Wars), del que sabremos más en los próximos meses, porque hasta ahora pocos detalles conocemos, más allá de que lo que quieren es enseñar a hablar bien a las máquinas (sic). En ese sentido, también, está la digitalización de la biblioteca de la RAE, con su colección de manuscritos e incunables, que podrá ver todo el que quiera desde cualquier parte. Y por supuesto están las palabras: las nuevas versiones del Diccionario de la Lengua Española (DLE), del Histórico (DHLE) y del Panhispánico del español jurídico (DPEJ).
El Diccionario Histórico es una de las grandes apuestas de la RAE para el futuro (no es broma). En 2021, esta obra, que pretende recoger la biografía de todas y cada una de las palabras de nuestra lengua, sumó mil cuatrocientos artículos, y en total acumula más de siete mil. La clave de este crecimiento está en Redacta, una red panhispánica de investigadores que colaboran para ampliar el glosario. En la actualidad trabajan en este proyecto diecinueve equipos, y se espera que esta cifra se incremente hasta los trescientos en 2022. ¿El objetivo? Tener una versión definitiva del DHLE en un plazo de cinco años.
Nuevas palabras
El próximo 16 de noviembre la RAE celebrará una comisión interacadémica con sus homólogas hispanoamericanas (las 23 academias juntas forman la ASALE) para debatir la nueva actualización del DLE. Será la primera vez que lo hagan de forma online, porque la pandemia nos ha descubierto la comodidad de la pantalla para los asuntos trasatlánticos. El resultado se presentará en diciembre: llegarán entonces las nuevas palabras. Y por cierto: la RAE sigue trabajando en un editor que sirva como herramienta de redacción...
Tal vez el DPEJ sea uno de los productos predilectos de Muñoz Machado, que hace un tiempo afirmó que ahora es el momento de los diccionarios especializados, y en eso pone su empeño. En este caso, según cuentan desde la RAE, la idea es «crear una plataforma jurídica digital, a través de la vinculación de las voces contenidas en la edición en línea de la obra con las bases de datos de legislación y jurisprudencia de los países iberoamericanos» para «facilitar tanto a los operadores jurídicos como a la ciudadanía en general el acceso al corpus legal y doctrinal de las naciones».
De la digitalización de la biblioteca de la RAE se desveló algún que otro dato. Por ejemplo, que cada documento tendrá tres copias: en tiff para su conservación en alta calidad; en jpg y en pdf para su consulta. Todos los textos estarán procesados con software OCR para que se puedan hacer búsquedas rápidas.
Pero no todo es digital. La RAE no se olvida del papel y seguirá editando su Biblioteca Clásica, una colección ilustre que nació en 2011 y que en 2022 acogerá los siguientes títulos (con sus correspondientes y sesudos estudios): La Araucana, de Alonso de Ercilla; Claros varones de Castilla, de Fernando del Pulgar; Algunas obras y otros poemas, de Fernando de Herrera; Rimas humanas y otros versos, de Lope de Vega; Novelas amorosas y ejemplares, de María de Zayas; y por último, El conde Lucanor, de don Juan Manuel. La meta es resumir la tradición literaria española en ciento once volúmenes (a estas alturas llevan cuarenta y uno).
Hubo espacio, también, para hablar de la Escuela de Lexicografía Hispánica, que ofrecerá un máster actualizado, «abierto en sus perspectivas y adaptado a los intereses de la sociedad».
Pues eso: limpiar, fijar, dar esplendor y muchas otras cosas.
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